(text in English below)
Como parte de la visita a la escuela, los profesores han preparado un conjunto de actividades a las que denominan "co-curriculares". Uno por uno los alumnos van pasando adelante a cantar, recitar, bailar, hacer acrobacias y demostraciones de atletismo. Un trío de niñas canta una canción típica de Bangladesh. Una pareja de niño y niña baila al son de la música cantada por el resto. Varios niños nos muestran sus habilidades para la gimnasia. Una niña pequeña hace contorsionismo. Otra me entrega una flor. En el fondo de la clase percibo a un niño que no se ha movido de su asiento, y le invito a acercarse.
- "El es muy tímido y no sabe hacer ninguna gracia", me susurra al oído la profesora.
Terminada la visita a la escuela, expreso al director y a los profesores mi deseo de recorrer brevemente el barrio. Barrio marginal en las afueras de Dhaka, Bangladesh. Barrio extremadamente pobre, maloliente, sin agua potable ni luz ni alcantarillado, lleno de basura por todas partes, asentado sobre el río, literalmente flotando sobre el río. Casas difíciles de ser llamadas tales, apretujadas unas contra otras y alineadas en hileras a ambos costados del único camino de tierra. En vez de calles, troncos flotantes. Cada paso es una posibilidad de errar el tronco y meter el pie en el agua, agua sucia, empozada, a la que van a parar desperdicios y excrementos.
Al pasar por una de estas casas reconozco, adentro, al niño tímido que no sabe hacer ninguna gracia. Padre y madre se me unen enseguida y los vecinos se agolpan a nuestro alrededor. A una voz todos empiezan a contarme que Kazi - éste es su nombre - está enseñando a leer y escribir a su familia y a todo el vecindario. Los ha distribuido por grupos de edad - niños, adultos y ancianos - y les enseña en su casa, desde que llega de la escuela hasta la noche. Kazi es el primero y único en su familia que va a la escuela, y el único en todo el vecindario que sabe leer y escribir.
- "El es un buen alumno y un buen hijo", dice la madre.
- "El es nuestro orgullo", dice el padre.
- "El es nuestra salvación", dice una viejita.
- "Gracias a él he aprendido ya a escribir mi nombre".
- "Kazi no aprende sólo para él; aprende para todos nosotros", agrega un señor.
- "El dice que nos va a sacar un día de aquí, que para eso tenemos que estudiar, aprender a leer y escribir", dice emocionada una señora.
Pequeño, escuálido, débil, tímido, sin gracia conocida o aparente, Kazi es en verdad un dechado de gracia, un niño especial, un héroe, un líder en su vecindario, un personaje extraordinario. Sus profesores y yo jamás lo habríamos sabido de no haber salido ese día a explorar su barrio, a reconocer sus territorios.
* Publicado originalmente (en inglés) en: Education News, Special Issue No. 17-18, UNICEF, New York, February 1997.
Kazi, the Graceless
As part of the visit to the school, the teachers have prepared a number of "co-curricular" activities. One by one, students come to the front to sing, recite, dance, perform acrobatics and athletic demonstrations. A trio of girls sings a typical Bangladeshi song. A boy and a girl dance to music sung by the rest. Several children display their gymnastic abilities. A little girld does contorsions Another girl presents me a flower.
At the end of the classroom I perceive a boy who has not moved from his seat and I encourage him to approach.
- "He is very shy and does not have any grace", whispers his teacher in my ear.
When the visit is over, I express to the headmaster and the teachers my desire to walk around the neighborhood. Marginal neighborhood in the outskirts of Dhaka, Bangladesh, extremely poor, foul-smelling, no running water or electricity or sewers, garbage all over lying on the river, literally floating on the river. Houses difficult to be termed such, built tightly together and aligned in rows on both sides of the single, narrow, earthen walking path. Instead of streets, floating logs. Every steps presents the possibility of missing the log and slipping one's foot into the water, dirty, stagnant water, thickened by excrement and waste.
In passing one of the houses I recognize inside the shy, graceless boy at the school. Father and mother join immediately; neighbours follow and encircle us within a minute. With one single voice, they all start to tell me that Kazi - the child's name - is teaching his family and the whole neighborhood to read and write. He has organized them in groups according to age - children, adults, and the elderly - and teaches them every day at his house, after school and well into the night. Kazi is the first and only member if his family who has attended school, and the only literate person in the neighborhood.
- "He is a good student and a good son", says the mother.
- "He is our pride", says the father.
- "He is our salvation", says an old woman. "Thanks to him I have learned to write my name".
- "Kazi does not learn only for himself; he learns for all of us", adds another woman.
- "He says he is going to take us all from here one day, and for that to happen we need to study. to learn to read and write", says an old man.
Small, thin, fragile, without apparent or known grace, Kazi is indeed full of grace, a very special child, a hero, a leader, an extraordinary character. His teachers and I would never had known this had we not ventured on that day to explore his neighborhood, to acknowledge his territory.
* Published originally in: Education News, Special Issue No. 17-18, UNICEF, New York, February 1997.
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