Para mi hermano, Antonio
No bien ví esta imagen, saltó inevitable la metáfora escolar.
Peces sacados de su ambiente, colocados en recipiente de cristal, encierro transparente apto para ser mirado pero no para mirar.
Peces apretujados en una pecera, al borde de la playa, con vista al ancho mar.
Peces condenados a dar vuelta en círculos, sin mirarse entre ellos.
Peces de diversos tamaños y colores compartiendo pecera, puestos a competir por el espacio, la comida, la supervivencia del más fuerte.
Peces sometidos a la monotonía del agua, mirando pero sin poder tocar la arena, la espuma, las piedras, los cangrejos.
Peces ansiosos de intemperie, protegidos de todo contacto con el sol, el viento, las olas, las mareas, los barcos, los peces que nadan de verdad.
Peces que, cuando abandonan la pecera, descubren que la pecera no era un mar en miniatura sino apenas un remedo de mar.
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