Programa de Alfabetización y Educación para
la Vida ‘Yo, Sí Puedo’-
Ñuka Ushanimi
Ñuka Ushanimi
Visita a Cayambe y a Cangahua, Cantón
Cayambe, Pichincha, Ecuador (20 febrero, 2007)
Foto: Prensa Latina |
Este reportaje es parte del estudio “Alfabetización y acceso a la cultura escrita por parte de jóvenes y adultos excluidos del sistema escolar en América Latina y el Caribe”, financiado por el CREFAL. Entre 2006 y 2009 visité programas de alfabetización y de promoción de la lectura y la escritura en nueve países de la región (Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, México, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela).
La oficina del
programa en la Alcaldía de Cayambe está bien organizada y equipada. El
Alcalde ha dado el apoyo y facilidades para la buena marcha de la
alfabetización en este cantón. Hemos venido desde Quito – un poco más de una
hora de viaje en auto - junto con los asesores cubanos del programa a nivel
nacional y aquí nos juntamos con el equipo responsable a nivel local.
Observamos primero una clase que funciona en el edificio de la Alcaldía y
luego una clase en Cangahua, una de las parroquias rurales de este cantón.
El “Programa de Alfabetización y Educación
para la Vida «Yo, Sí Puedo»
(Ñuka Ushanimi, en lengua kichwa) arrancó en este cantón en 2005, mediante un
convenio firmado entre el IPLAC (Instituto Pedagógico
Latinoamericano y Caribeño) de Cuba, el Gobierno Municipal de Cayambe, el
Gobierno Municipal de Cotacachi y el Parlamento Indígena de América. El objetivo es “reducir el nivel de analfabetismo en el Cantón
Cayambe, donde en solo tres meses y una semana las personas podrán: 1. leer y
escribir sus nombres y apellidos, 2. leer con cierta fluidez, y 3. redactar
oraciones, telegramas y hasta pequeñas cartas” (p.3), que es lo que se ofrece en el Manual del
Facilitador «Yo, Sí Puedo». El programa se hace en español, no en kichwa.
El compromiso del gobierno
municipal de Cayambe incluye alojamiento, transporte, seguro médico y
honorarios (USD 750 mensuales) del asesor cubano que representa al IPLAC en el Ecuador. El IPLAC asegura los materiales
utilizados en el método «Yo, Sí Puedo» (cartilla, videocassetes y manual del
facilitador), los asesores requeridos para la alfabetización y la
post-alfabetización, y la coordinación general. El gobierno municipal de
Cotacachi puso a disposición su experiencia con el «Yo, Sí Puedo» y los videos.
Conversando con
el equipo técnico
Hay en el Ecuador 44 asesores cubanos trabajando en los diversos programas de
alfabetización que llevan adelante varios gobiernos seccionales en convenio con
el IPLAC. Los asesores tienen entre sus responsabilidades capacitar a los facilitadotes y los promotores, ecuatorianos.
Un promotor
presente, que supervisa 11 puntos de alfabetización en la zona, explica
que su función es “asegurar que se respete la metodología, vigilar la
asistencia en cada punto cada 15 días, y coordinar la
reunión de la Junta Parroquial”. Cada comunidad elige al facilitador y el horario de las clases.
La información
estadística del programa está al día, prolijamente recolectada y organizada. El
componente administrativo parece marchar sobre ruedas, con pautas claras para todos los involucrados en el programa. La colaboración cubana,
en este sentido, es invalorable, especialmente en culturas nacionales proclives
a la desorganización, la impuntualidad y la informalidad, como la ecuatoriana.
Llama la atención, eso sí, la ausencia de historicidad de este nuevo intento
alfabetizador. Es como si las cosas se hicieran por primera vez, sin referencia el amplio historial de alfabetización de adultos que
tiene este país y este cantón concretamente.
Cartas idénticas de
alumnos y “errores” de facilitadores
Al hojear la
carpeta que contiene las cartas finales escritas por los alumnos que terminaron
el programa de alfabetización en el cantón, encuentro - ¡oh, sorpresa! - varias cartas idénticas. Evidentemente, a facilitadores y
facilitadoras no se les ocurrió mejor cosa que redactar y escribir el texto de
la carta en la pizarra y pedir a los alumnos que lo copiaran. Como
si pensaran que copiar y escribir son la misma cosa, como si no supieran que esta carta es un
instrumento de evaluación final de los alfabetizandos en este programa, como si
creyeran que nadie va a leer estas cartas…
- “Cayambe fue uno
de los primeros lugares en que se inició el programa, son errores que se han
ido superando”, me explica azorada Maura, una de las asesoras cubanas.
Se trata en verdad
de un problema reconocible en éste y muchos otros programas de alfabetización dentro y fuera del Ecuador.
“Error” típico de una cultura de enseñanza adicta a la copia y al dictado, que no alienta la libre expresión de los
alumnos, espera respuestas únicas, no acepta la diferencia. “Error” alineado con la
trampa y el engaño, y que lamentablemente echa sombras y dudas
sobre las estadísticas y, lo que es más importante, sobre los aprendizajes efectivos
de los alfabetizandos en estos programas.
Una clase de
Nivelación en un aula de la Alcaldía
Mientras hacemos
tiempo para ir a la comunidad, visitamos una clase que funciona en la planta
baja. Es una clase de Nivelación, nombre dado a la
etapa entre la alfabetización y la post-alfabetización, para la cual se ha
preparado un breve material con lecturas. Es extraña la
elección del nombre. Nivelar significa igualar. En este caso, ¿nivelación respecto de qué?
En el aula hay 9
alumnos, 3 de ellos mujeres. Primera visita en el Ecuador en que encontramos en
una clase más hombres que mujeres. Anoto: “Verificar si el número
de hombres en el programa aumenta en esta segunda fase, que ya implica cierto
manejo de la lectura y la escritura”. No pude después acceder a esa
información desagregada por género, pero estoy segura de que es una hipótesis
correcta.
Siguiendo las
recomendaciones del método, Rocío, la facilitadora, empieza refrescando la
clase anterior, cuyo tema fue “La Batalla de Pichincha”. Hoy la clase gira en
torno a los Símbolos Patrios. La lectura se refiere a El Escudo. Rocío lee el
texto en voz alta y luego pide a sus alumnos que lo lean solos, en silencio,
durante 15 minutos. Ahora explica el vocabulario nuevo. Elige las palabras bandera y símbolo para que los alumnos las definan
y posteriormente pasen a escribirlas en la pizarra. Sigue la lectura de
oraciones, dos o tres preguntas que vienen en el texto, y finalmente la escritura
de una oración. No se envían deberes a la casa.
La Casa Comunal
de Cangahua
Al final de un
camino de terracería, llegamos a la Casa Comunal de Cangahua, donde funciona la
clase de alfabetización de esta comunidad rural. Hace un frío que cala los
huesos y ha empezado a llover. Adentro nos esperan varias mujeres indígenas,
con ponchos, chalinas y sombreros. Hay un solo hombre, un viejito
que permanecerá callado e inactivo durante la clase. Diana, la facilitadora, es
un muchacha joven, mestiza, que vive en la comunidad.
El espacio ha sido
organizado como aula usando tres bancas largas de madera para formar un
‘círculo cuadrado’ en torno al televisor. El televisor, de buen tamaño (27
pulgadas), está ubicado alto, en un estante de metal. La facilitadora tiene
mesa y silla para ella. Detrás está la pizarra de tiza, pegada sobre la pared.
A un costado, un mapa del Ecuador y el cartel de números y letras que sirve de
material auxiliar en el método ‘Yo Sí Puedo’.
Cartel letras-números método ‘Yo, Sí Puedo’
|
|||||
1 a A
|
6 l L
|
11 p P
|
16 rr
|
21 h H
|
26 ll Ll
|
2 e E
|
7 r R
|
12 t T
|
17 q Q
|
22 ñ Ñ
|
27 z Z
|
3 i I
|
8 f F
|
13 v V
|
18 y Y
|
23 ch Ch
|
28 g G
|
4 o O
|
9 m M
|
14 s S
|
19 d D
|
24 j J
|
29 k K
|
5 u U
|
10 c C
|
15 n N
|
20 b B
|
25 x X
|
30 w W
|
A
falta de pupitres para escribir, se ha entregado pequeñas tablas que cada
persona tiene en las manos o apoya sobre las piernas. Bien por la solución, mejor que nada. Pero el problema persiste. A medida que la
clase avanza constatamos cuán difícil se hace escribir sosteniendo al mismo
tiempo tabla, cartilla (abierta), hojas de trabajo (debajo de la cartilla),
lápiz y borrador.
El piso, de
cemento, agrega frío al frío del lugar. En el tumbado, dos escuálidos focos,
con luz mortecina, tampoco ayudan a calentarlo. Los visitantes estamos
entumecidos. Ellas, mujeres curtidas por el frío y la pobreza, tienen las
piernas desnudas de la rodilla para abajo y los pies calzados con zapatos
plásticos.
La clase
El Manual del
Facilitador ‘Yo Sí Puedo’ orienta distribuir la hora de clase así: 5
minutos para motivar a los participantes, 30 minutos de clase televisiva, 15
minutos de intervención del facilitador para complementar o aclarar dudas, y 10
minutos de receso o cambio de actividad antes de comenzar la segunda hora (en
los casos en que la clase dura 2 horas). Esta es la secuencia que veremos hoy y
cuyo desarrollo describo aquí.
¿Qué hice hoy?
La clase empieza
con una rueda en la que, parados y uno por uno, los participantes relatan
qué hicieron hoy, en el tiempo que demora prendido el fósforo que sostienen en
la mano.
- “Me levanté a las
4 de la mañana. Amarro vaquita, borreguito, puerquito, después ver papita,
vengo aquí cansado”.
Así habla Doña
Rosa, en su chaupi * español. Y así siguen hablando las demás, con el mismo chaupi español, mismos animalitos, mismos quehaceres.
¿Dónde viven? ¿Cuánto tiempo les toma llegar aquí?
Doña Jacinta dice que camina hora y media, cruza dos acequias y, cuando
llueve, no viene a clase pues el río crece y se hace imposible cruzar.
Angela y la videoclase
Después de un breve
repaso de la lección anterior, la 28, la de la letra G, Diana informa:
- “Hoy vamos a
conocer las dos últimas letras: la K y la W, que son también las dos últimas lecciones de la cartilla, la 29 y la
30”.
Siguiendo los pasos
didácticos del método, Diana escribe en la pizarra esta oración:
“En ese mercado venden por kilogramos”
Luego pide a sus
alumnas que observen en sus cartillas la palabra kilogramo,
que aparece con el dibujo de una balanza.
Ahora prende el
televisor y el VHS. Ha llegado el momento de la videoclase.
- “Angela nos va a
explicar sobre la K, la nueva letra de hoy”,
anuncia Diana.
- “La letra K se usa en muchas de nuestras lenguas indígenas”, se escucha en el
video. Y luego Angela – la maestra cubana dentro de la pantalla – explica
lentamente cómo hacer los trazos para escribir la K.
Algunas mujeres indígenas en esta clase viva pueden imitar los trazos que
aparecen en la pantalla, otras no.
Ahora viene la asociación entre letras y números en que se basa este método (bajo el supuesto de que lo conocido: los números, les ayudarán a las personas adultas a aprender lo desconocido: las letras).
Ahora viene la asociación entre letras y números en que se basa este método (bajo el supuesto de que lo conocido: los números, les ayudarán a las personas adultas a aprender lo desconocido: las letras).
-
Video: “Escribe sobre cada número la letra que le corresponda”
W i ll i a m
30 3 26 3 1 9
-
Video: “Les doy tres nombres, ustedes escogen uno y construyen una oración: Walter, Wendy, Wilson”.
(La
mayoría de estas mujeres sólo alcanza a dibujar la W).
Ahora
aparece en la pantalla la oración: “Wendy estudia mucho”.
(Los
alumnos deben copiarla en sus hojas, pero no alcanzan a hacerlo).
A
continuación aparece en la pantalla la oración: “Wilson ya sabe leer”.
(Los
alumnos tampoco alcanzan a copiarla).
Confirmamos en esta visita: el video corre muy rápido para personas que apenas
empiezan a aprender y apenas están familiarizándose con el video y con
este sistema de aprendizaje. El brillo no permite ver bien la pantalla,
entre la luz que todavía entra por la ventana y la poca luz artificial que hay
adentro. El ruido de la lluvia hace difícil escuchar el audio. Visión
y audición mejorarían con los alumnos más cerca del televisor, pero esto
implicaría reorganizar el espacio y poner las bancas en fila, como en misa.
Ciertamente, crear un buen ambiente de aprendizaje - espacio, mobiliario, tecnologías - requiere una armonía
difícil de lograr en situaciones de pobreza y precariedad extremas, como las
que acompañan al analfabetismo y a las personas analfabetas en nuestros países, especialmente en zonas rurales.
Diana y la clase presencial
Ahora
Diana apaga el video, toma la posta y asume la clase para “repasar o
consolidar” lo enseñado por Angela en la teleclase, con ayuda de la pizarra.
Dibuja lentamente la K con líneas punteadas,
insistiendo en la dirección que debe tener cada trazo.
- “La letra K
siempre vendrá acompañada del número 29”, recalca.
- “Las letras mayúsculas se usan al iniciar
una oración, para los nombres de las personas, de las ciudades y los pueblos”,
recuerda.
- “Ahora vamos a ver las combinaciones de
la K con las vocales: ka ke ki ko ku”.
- “Se la utiliza en lenguas extranjeras:
maya, guaraní, y en nuestra lengua kichwa”.
- “Ahora vamos a hacer los ejercicios que
no terminaron con Angela, nuestra amiga”.
A
continuación, Diana escribe en la pizarra una hilera de líneas pequeñas y una
hilera de números debajo de cada una de ellas, como se establece en el método:
__ __ __
__ __ __ __
__ __ __ __
__ __ __ __ __ __ __ __ __ __ __
2 6 7 3 4 2 14 12 1 1 19 4 14 29 3 6 4 9 2 12 7 4
2 6 7 3 4 2 14 12 1 1 19 4 14 29 3 6 4 9 2 12 7 4
Una
por una las alumnas pasan a la pizarra a llenar la letra que corresponde encima
de cada número, ayudándose con el cartel de letras y números ubicado
junto a la pizarra. Terminado el ejercicio, el resultado final en la pizarra
queda así:
E_ l_ r_ í_ _o_ e_ _s_ _t_ á_ _a_ d_ _o_
s_ _k__i_ l_ ó_ m_ e_ t_
r_ o_ _s
2 6 7 3 4 2
14 12 1 1
19 4 14 29
3 6 4 9
2 12 7 4 14
Así
pues, la oración formada es:
El río está
a dos kilómetros
- “Muy bien, ya hemos escrito la oración
entre todas”, concluye Diana entusiasmada.
“Entre
todas” quiere decir aquí una letra por persona. En realidad,
además, varias de las alumnas han tenido dificultad para realizar este
ejercicio, a pesar de que Diana les insiste que lo han hecho muchas veces, que
tienen a la vista el cartel con las letras y sus respetivos números asociados,
que ya están llegando a las últimas lecciones de la cartilla…
-
“Están apenas un mes en clase”, me explica Diana. “Son analfabetos
puros. Y las señoras ya son mayorcitas”.
¿Puede
llamarse a esto ‘escritura’? Lo que han hecho las alumnas es un ejercicio de
apareamiento entre números y letras, poniendo cada letra encima de cada línea y
de cada número, ayudándose con el cartel de letras-números pegado en la pared.
Una especie de juego de “El Ahorcado”, pero más mecánico, pues en El Ahorcado
cada letra faltante se llena en base a una anticipación significativa de toda
la palabra, frase u oración.
-
“Ahora vamos a leer la oración que hemos formado”, dice Diana. La lee
en voz alta y pide al grupo que la lean. De este modo anula propiamente
la lectura, lo que queda es solo memoria y repetición.
-
“Ahora cada uno va a copiar la oración en su hoja”, instruye Diana.
Las
alumnas copian solo la hilera de letras (“la oración”), no la hilera de números.
¡Muy bien! En otros lugares que usan el método ‘Yo Sí Puedo’ he visto alumnos
que tratan de copiar tanto las letras como los números, e incluso las rayitas
del medio que separan unas y otros, evidentemente sin comprender bien el
sentido de lo que están haciendo…
Observo
que una señora escribe uu cuando se le pide que escriba “la letra 5”. Al mirar el cartel de
letras y números, entiendo la explicación de este aparente error.
En cada casillero hay un número y a cada número corresponden en verdad dos
grafías - la minúscula y la mayúscula - de la misma letra. En este caso, el casillero
5 contiene la u y la U. La lógica
de la señora es impecable, sigue al pie de la letra la instrucción.
-
“Ahora vamos a hacer un descanso, vamos a hablar de lo que nos habló el
video. ¿Qué lenguas hablamos aquí en nuestra comunidad?”, introduce Diana como
tema de conversación. Todos responden que hablan castellano y kichwa.
-
“Hablamos kichwa con los mayores y castellano con los hijos. Ellos ya no quieren la lengua antigua,
prefieren aprender inglés”, explica con picardía una de las señoras (risas).
Diana
da por concluida la clase. Yo anoto en mi diario de campo: ¿¿Lectura y
escritura??, con doble signo de interrogación. Al repasar mentalmente
lo que he presenciado aquí, me pregunto si ha habido un solo acto genuino de lectura
o de escritura por parte de las alumnas. Lo que ha habido es copia y
apareamiento entre letras y números – lo que no es escritura - y repetición de
lo leído por la facilitadora – lo que no es lectura. Hoy han completado las
lecciones de la cartilla, en el primer mes de clases, pero es evidente que leer
y escribir son aún un logro lejano, incluso para los estándares y
objetivos planteados dentro de este programa: “1. leer y escribir sus nombres y
apellidos, 2. leer con cierta fluidez, y 3. redactar oraciones, telegramas y
hasta pequeñas cartas”. Quiero creer que, en el tiempo que resta de clases y en
el que sea necesario más allá de los plazos fijados, estas mujeres lo lograrán.
Es una necesaria y justa retribución a su esperanza y a su esfuerzo.
La
galería de dibujos
Terminada
la clase, el agasajo y la despedida. Nuestras anfitrionas han preparado
una comida - papas con salsa de maní, sánduches de jamón y queso, salmones
fritos pescados hoy en el río – y un brindis con punta*, el
mejor antídoto contra el frío. Mientras transcurre el ajetreo de los
preparativos y la comida, me dedico a mirar la galería de dibujos hechos por
estas mujeres y expuestos en la pared lateral.
“Yo me llamo Tránsito Quishpe” está escrito en una de las cartulinas, a modo de título, y debajo el
dibujo de una mujer, delante de una casa, junto a un perro y una vaca.
“Yo me llamo Rosalía Quishpe” dice otro, ilustrado con casa, camino, animales, árbol y una mujer
acarreando un balde, seguramente con agua adentro.
“Yo me llamo María PQQ” dice otro, con dibujos de una mujer, un gato, un chanchito, una
oveja, y sus respectivas palabras escritas al pie de cada uno de ellos.
Mujeres
en sus quehaceres rutinarios, rodeadas de su casa y sus animalitos, sin hijos,
sin hombres. Verdaderos identikits que ponen imagen
y color a los relatos de vida cotidiana que hemos escuchado al inicio de esta
clase. Textos y dibujos que expresan lo que son, lo que hacen, lo que conocen,
lo que tienen… ¿Y si se les pidiera a estas mujeres que dibujen lo que sueñan,
no lo que son y tienen, sino lo que desean?
* Kichwa: escritura del quichua o quechua en el Ecuador, atendiendo a la
ortografía unificada.
* En la aplicación del ‘Yo Sí Puedo’ en Córdoba-Argentina, se
agregó un ítem a esta lista: “Asigna tareas para la siguiente sesión”.
* chaupi: medio, en kichwa, adoptado en el
español de la Sierra ecuatoriana.
* punta: aguardiente.
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