Rosa María Torres
Para Eliana Serediuk y su maestra
El pájaro Plumita
A bía unaves un pajarito que se llamaba Plumita.
Se encontró un pan en su nido.
Plumita estava pensando de quien era ese pan.
El pan se callo alado de Michi-Michi,
el gato del jardin.
¡Qué miedo!
Del susto que sepegó fue corriendo a su nido.
Ahora estaba a salbo.
(Eliana Serediuk, 6 años, primer grado, Escuela 23)
A bía unaves un pajarito que se llamaba Plumita.
Se encontró un pan en su nido.
Plumita estava pensando de quien era ese pan.
El pan se callo alado de Michi-Michi,
el gato del jardin.
¡Qué miedo!
Del susto que sepegó fue corriendo a su nido.
Ahora estaba a salbo.
(Eliana Serediuk, 6 años, primer grado, Escuela 23)
¡Cuánto mejoraría la instrucción escolar, la autoestima de los niños y la satisfacción de los profesores si el sistema escolar decidiera prestar menos atención a corregir la ortografía y mucha más a estimular la capacidad para expresar y para escribir!
Eliana Serediuk, 6 años, iniciándose en las artes del lenguaje escrito, tuvo la suerte de una maestra que estimuló a sus alumnos a escribir poesía y les permitió la libertad necesaria para crear. La idea, surgida en una pequeña escuela de barrio marginal de Buenos Aires, contagió a 30 escuelas más de la zona y se convirtió en el “Proyecto Burbujas”. El resultado: cuatro revistas escolares y un hermoso libro, Burbujas 5, repleto de poemas infantiles, ilustrado por los niños y con una introducción-carta escrita de puño y letra por los alumnos de un jardín de infantes de la zona. Poemas infantiles. Textos infantiles respetuosos de la ortografía infantil, imperfecta, pero sabia. Niños y niñas en estado de aprendizaje, con todo el tiempo por delante para agregar haches, sustituir eses por zetas, y separar las palabras donde corresponde.
El libro - pasta dura, difusión amplia - hace gala de errores ortográficos. Y, sin embargo, la experiencia fue destacada en los diarios bonaerenses y considerada "de interés pedagógico” por la Dirección General de Escuelas.
Niños que se lanzan a explorar su veta de poetas a una edad en que otros copian del libro que su mamá los mima o que Pepe salta la llama. Maestras que no sucumben a la tentación de la tinta roja y la mano correctora. Autoridades que premian la iniciativa en lugar de sancionarla. Tres triunfos juntos de la pedagogía que rara vez se dan.
Experiencias exitosas de alfabetización con niños y adultos muestran que una de las claves es dejar reposar la corrección ortográfica hasta que su introducción resulte autoevidente, responda a las necesidades del alumno antes que del profesor, y tenga, en fin, posibilidades de ser un factor de perfeccionamiento, no de inhibición.
Es esencial que los alumnos desarrollen una relación de curiosidad con la escritura, que exploren y jueguen con ella, que se apropien del lenguaje escrito, que escriban. En el proceso de escribir y de descifrar los misterios de la escritura, los propios alumnos irán planteándose dudas. Una de ellas, la duda ortográfica: si frente a una palabra con B el alumno se pregunta si será B o V, la mitad de la batalla está ganada.
La ortografía se aprende y perfecciona a lo largo de la vida, en el oficio de leer, en el oficio de escribir. Intentar aprender a escribir y, simultáneamente, aprender a escribir correctamente, es imposible. Intentar resolver la cuestión ortográfica en los primeros años de la escuela es desgastante y frustrante tanto para el maestro como para el alumno. No sólo no se logra, sino que complica innecesariamente la enseñanza y el aprendizaje.
Señores profesores: dejen a los alumnos que se enamoren de la escritura, que escriban a sus anchas, como puedan, lo que puedan, aunque escriVan con V. Para caminar hay que empezar gateando y para hablar primero se balbucea. ¿Por qué a la escritura ha de pedírsele perfección desde el primer momento?
Eliana Serediuk aprenderá más adelante que a bia se escribe todo junto y con H. A sus 6 años, habría podido aprender a escribir con toda corrección que Lola le da la pala a Polo o que Tomasa amasa la masa, pero ¿quién quiere escribir sobre Lolas y Tomasas que nadie conoce y que, además, hacen cosas tan extrañas como aburridas, cuando se puede aprender a escribir contando las propias historias o las imaginadas, cuando se puede ser autor y hasta poeta, en lugar de simplemente copista?
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Pensar que se nos pasa por alto asuntos simples, lógicos pero de enorme importancia para el objetivo pedagógico.
ResponderEliminarMuchas gracias, un saludo,
Galo
A lo mejor puede haber textos para la ortografía y textos para la creatividad. El aprendizaje de la ortografía se puede facilitar con algunos textos adaptados o frases o palabras escogidas.
ResponderEliminarLa creatividad está de moda, pero no la echemos a perder de tanto machacarla.
Difiero de tu artículo: La mala ortografía, si no se corrige a tiempo, se transforma en un hábito difícil de erradicar. Sin embargo, alabo la iniciativa.
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