Makkox, en Il Foglio
Entre 2014 y marzo de 2020, según estimaciones de la ONU, murieron en el Mediterráneo más de 20.000 migrantes tratando de llegar a Europa.
Desde 2013, la médica forense y antropóloga italiana Cristina Cattaneo y su equipo del Laboratorio de Antropología y Odontología Forense de Milán (Labanof) examinaron cerca de 1.800 cadáveres recuperados en 17 naufragios en el Canal de Sicilia, tratando de identificar al menos a algunos de ellos a partir de sus restos y de sus pertenencias: ropa, dinero, carnets, tarjetas, teléfonos, fotografías, documentos, etc.
El 18 de abril de 2015 más de mil personas murieron ahogadas en el naufragio de una barcaza. En su libro Naúfragos sin rostro: Dar un nombre a las víctimas del Mediterráneo la Dra. Cattaneo relata la experiencia del equipo de Labanof durante los tres meses que convivieron con 528 cuerpos extraídos de la barcaza.
«De las cosas que más me impresionaron
fueron los paquetitos cosidos a la ropa. Yo al principio no sabía lo que
era y pensé que era alguna droga para traficar. En cambio, eran
pequeños saquitos de tierra que se llevan de recuerdo de su país. Es
algo que nos tocó a todos en el equipo».
«Aquel día todos nos quedamos
impresionados por un cadáver en particular. Se notaba que pesaba menos
que el resto. Cuando abrimos el saco mortuorio vimos que se trataba de
un cuerpo cuyas articulaciones casi se habían convertido ya en un
esqueleto. Estaba vestido con chaqueta, chaleco, camisa y pantalones
vaqueros.
Empezamos
a desvestirlo. Mientras palpaba la chaqueta, sentí algo duro y
cuadrado. Lo cortamos desde adentro para recuperarlo sin dañarlo. Me
encontré entre las manos con un pequeño haz de papeles con varios
estratos. Traté de separarlos sin que se rompieran y luego leí: 'Boletín
escolar'. En una columna, con las palabras un poco descoloridas, estaba
escrito: matemáticas, ciencias físicas....
Pensamos todos lo mismo, estoy segura: ¿qué expectativas tenía este joven adolescente de Mali para esconder con tanto cuidado un documento precioso para su futuro, que mostraba sus esfuerzos, su capacidad de estudio? ¿Pensaba que le habría abierto quién sabe qué puerta de una escuela italiana o europea?».
Pensamos todos lo mismo, estoy segura: ¿qué expectativas tenía este joven adolescente de Mali para esconder con tanto cuidado un documento precioso para su futuro, que mostraba sus esfuerzos, su capacidad de estudio? ¿Pensaba que le habría abierto quién sabe qué puerta de una escuela italiana o europea?».
Por mi parte, imagino a una mamá, en Mali, doblando cuidadosamente la libreta, metiéndola en un bolsillo de tela y cosiendo el bolsillo amorosamente dentro de la chaqueta.
El chico maliense era un estudiante destacado. La libreta de calificaciones, escrita en francés y en árabe, era la prueba y su objeto más preciado.
El dibujo de Marco Dambrosio (@makkox), "Tesoros Perdidos", publicado en el periódico italiano Il Foglio, ubica a este muchacho africano sentado en el fondo del mar
conversando con un pez y un pulpo que elogian sus calificaciones: «Guau, todo
dieces. Una perla rara».
Esta conmovedora historia se hizo viral en redes sociales. La recogemos en este blog para homenajear a este adolescente sin nombre, orgulloso de sus calificaciones, que creyó en el valor de la educación y soñó con un futuro mejor del otro lado del Mediterráneo.
Esta conmovedora historia se hizo viral en redes sociales. La recogemos en este blog para homenajear a este adolescente sin nombre, orgulloso de sus calificaciones, que creyó en el valor de la educación y soñó con un futuro mejor del otro lado del Mediterráneo.
No pude leer este texto sin llorar, imaginando también a nuestros compatriotas cruzar fronteras con todos los riesgos y peligros al hombro.
ResponderEliminarDe que desarrollo económico se habla cuando su costo es la vida, la dignidad, las esperanzas del pueblo, de gente a la que nos quitan la paz en nuestro propio territorio para esclavizarnos en otro lugar.
Gracias por compartir esta historia.
Al leer este contenido como introducción, me he puesto a pensar, porque tanta desigualdad social, he llorado al recordar lo que ahora estamos viviendo, pero a la vez comparo mi país con el de este chico, y veo que la educación es lo primero y lo último que nos queda para superarnos como seres humanos.
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