Recordando al Conejo - Fernando Velasco Abad

"El mero hacer, sin reflexión, no genera aprendizaje"


Exposición de Rosa María Torres en el Seminario Regional
“Innovación, cambio educativo y movimiento pedagógico” organizado por el Colegio de Profesores de Chile
(Rancagua, Chile, 18 de Junio de 1999)

Agradezco esta invitación del Colegio de Profesores para acompañarles en este seminario regional y compartir con ustedes algunas reflexiones en este momento en que se están planteando constituir un Movimiento Pedagógico. Honrada por la invitación y por la confianza. Me voy a permitir empezar con algunas referencias sobre mí. 

Soy ecuatoriana. He vivido y trabajado en varios países en América Latina y desde hace tres años vivo en Buenos Aires. Me inicié como educadora de adultos, haciendo alfabetización en el Ecuador. En 1978 fui a México con una beca a estudiar un doctorado en Lingüística. En 1981-1986 viví con mi familia en Nicaragua, durante los primeros seis años del gobierno sandinista. Trabajé en el Ministerio de Educación, en el seguimiento de la Cruzada Nacional de Alfabetización; luego trabajé en un programa de capacitación campesina del Ministerio de Reforma Agraria, y finalmente, en un centro de investigación, el INIES-CRIES. Allí tuve oportunidad de escribir sobre la revolución sandinista y la educación.

De regreso en el Ecuador, en 1988 acepté dirigir una campaña nacional de alfabetización. Una experiencia fenomenal.  Descubrí que la juventud es juventud en todos lados, que el entusiasmo y la voluntad de la juventud pueden florecer tanto en contextos revolucionarios como no revolucionarios. Aprendí mucho acerca del potencial de la juventud para realizar tareas sociales, transformadoras, en este caso educando a personas adultas.

En el Ecuador también trabajé en un centro de investigación, vinculada a la educación popular. Fue en ese período que tomé conciencia de que no podía seguir ignorando el sistema escolar; si quería contribuir a cambiar la educación y a cambiar la sociedad a través de la educación, había que meterse con la escuela.

La educación popular viene de una posición fuertemente anti-escuela. Durante muchos años se entendió «educación popular»  como educación de adultos, fuera de la escuela. Todos criticaban a la escuela y a los maestros. La escuela estaba perdida y había que construir alternativas por fuera de ella.

Fui parte de una generación que empezó a pensar la educación y la transformación educativa por fuera de la escuela. Somos muchos en estos años los que hemos dado el salto hacia una transformación educativa en sentido amplio. Esto es algo que la «educación popular» y quienes venimos de ella tenemos para aportar. No se trata ya de alimentar la vieja disyuntiva dentro/fuera de la escuela. 

Tuve que ponerme a estudiar, a aprender y re-aprender. Descubrí cuán poco sabíamos - quienes nos ubicábamos en la críticaa la escuela - acerca del sistema escolar. 

Uno nunca puede dejar de aprender y re-aprender. Es cierto que mientras más se sabe, menos se sabe, pues se percibe cuánto falta por saber. Por eso la importancia del aprendizaje permanente, de la investigación y la consulta, del trabajo en equipo, del trabajo multidisciplinario.

En 1991-1996 trabajé en UNICEF, en Nueva York, como miembro del equipo asesor en la recién creada Sección de Educación. Esta fue mi primera experiencia de trabajo a nivel mundial. 

Durante los seis años que estuve en UNICEF en NY ví América Latina desde afuera. Eso me permitió distanciarme y entender mejor muchas cosas. Definitivamente, América Latina está mal en educación, pero está mejor que muchos países de Africa y Asia. Ellos nos ven como avanzados, pues en este continente más del 90% de los niños y niñas en edad escolar entran a la escuela. Pero tenemos serios problemas de calidad y equidad que muchas veces se ignoran o pasan por alto. 

A través de mi relato personal - espero - ustedes pueden percibir cómo se construye un «especialista». Uno va aprendiendo y re-aprendiendo en la marcha, en la teoría y en la práctica, va rectificando, va dejando de lado ciertas cosas, va descubriendo y afianzando otras. Una diferencia importante entre el buen y el mal profesional es la capacidad y la disposición para el aprendizaje permanente, para evadir las recetas válidas para todos, para dejarse sorprender por lo nuevo, para no dar como buena la primera explicación, para aceptar distintos puntos de vista, para reconocer que hasta la cosa que parece más simple es, en verdad, compleja.

Desde hace un año estoy trabajando en el Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (IIPE), un instituto autónomo de la UNESCO, en Buenos Aires. La misión del IIPE es la formación, a distintos niveles. La línea en la que trabajo es la formación de agentes educativos locales y la organización de comunidades de aprendizajeEs importante la vinculación escuela-familia y escuela-comunidad, el contacto y la colaboración entre agentes educativos escolares y agentes educativos extra-escolares. 

¿«Cambio educativo»?

Todos hablan de «cambio educativo». No obstante, hay muchas visiones y versiones acerca de qué es y cómo se produce el cambio educativo. 

En general, cuando se piensa en cambio educativo se piensa en reforma educativa y cuando se habla de reforma educativa se piensa en reforma escolar. No obstante, el cambio educativo no se reduce al sistema escolar: se educa y se aprende también en la familia, en la comunidad, a través de los medios, en la práctica, en el trabajo, en la relación con los pares, etc. Por eso, para cambiar la educación, e incluso para cambiar el sistema escolar, no basta con cambiar el sistema escolar; hay que cambiar el sistema educativo,  las mentalidades y creencias sobre lo educativo y los modos de enseñar y aprender dentro y fuera del aparato escolar.

Por otra parte, es más fácil decir "hay que cambiar al sistema" que decir "tengo que cambiar yo". Esto, que es cierto a todos los niveles, resulta difícil reconocer también a todos los niveles. Lo real es que todos somos co-responsables del sistema escolar y del sistema educativo que tenemos.

¿Qué quiere decir cambiar el sistema escolar? Quiere decir cambiar la cultura escolar, la institucionalidad, las normas, los horarios, los espacios, los contenidos, los métodos. Detrás de todo eso hay personas concretas. Lo más importante y lo más difícil es justamente el cambio de las personas. 

Cuando se afirma que hay que "cambiar a las personas", cada cual piensa que esas personas son otros. El ministerio dice "voy a cambiar a los profesores", los profesores dicen "voy a cambiar a los padres de familia” o “voy a cambiar a los alumnos". Nadie quiere reconocer la necesidad del propio cambio.

El protagonismo que ustedes quieren y requieren, como he escuchado acá, pasa en primer lugar por una introspección personal sobre lo que cada uno necesita cambiar. Esto es doloroso pues implica autocrítica, sacar a la luz inseguridades y debilidades, reconocer que parte del problema tiene que ver con uno. Ese ejercicio de autocrítica, y de compartir con otros la propia práctica, es parte de la tarea profesional. 

El propio cambio solo puede partir de una introspección honesta, seria. A eso es lo que llamamos “reflexión crítica”, “pensamiento crítico”, “analizar la propia práctica”. Esa es la base del aprender entre pares: la posibilidad de compartir con colegas los aciertos y los errores, las certezas y las dudas del oficio. 

Aspirar al protagonismo en el cambio pasa por el doloroso parto de cambiarse a uno mismo. Vale la pena profundizar en algunas de las rupturas que son condiciones esenciales para el protagonismo docente en esta época. Epoca de crisis en todos los órdenes. Eopoca de creciente desfase entre conocimiento, tecnología y educación. 

Ser maestro hoy en día es sumamente difícil. Es heroico tratar de enseñar en las condiciones en que ustedes tienen que enseñar y lograr aprendizajes a pesar, muchas veces, de condiciones adversas para el aprendizaje. Reconocer esto es el punto de partida para cualquier diálogo con un docente.

La tarea es muy difícil en parte porque los maestros están mal equipados para realizarla, porque las herramientas que tendrían que tener, tanto de información y conocimiento como materiales, no están al alcance. Es difícil porque la propia institución escolar está desfasada en el tiempo. Persisten comportamientos, normas, espacios, tiempos, lenguajes, modos de pensar y de relacionarse, que pertenecen a otra época. Esto es cierto no únicamente para la escuela pública sino también para la escuela particular, que muchas veces esconde su ineficiencia y mala calidad con despliegue de recursos. La mentalidad escolar convencional, la vieja escuela, subyace en la escuela privada y en la pública.

Los jóvenes de hoy se aburren en el sistema escolar, no le encuentran sentido al estudio y se rebelan contra los viejos métodos de enseñanza. Nuestros hijos y nietos han nacido en la cultura audiovisual, que funciona en base a imágenes, que es a colores, de ritmo rápido. Son otros jóvenes, otro tipo de alumnos los que Uds. tienen en sus aulas. Y a ese nuevo alumno tratamos de enseñarle con nuestras viejas ideas de lo que es enseñar y aprender, de lo que es ser joven, de lo que es la vida, de lo que es el futuro. Estudios y encuestas realizadas en varios países muestran que los jóvenes de hoy  tienen una visión muy negra del futuro. La propia noción de futuro, para muchos jóvenes, es inexistente. Parte de la competencia profesional de un docente hoy en día es justamente ayudar a niños y jóvenes a construir para sí mismos una imagen, un sentido, una posibilidad de futuro.

Cambiaron los tiempos, el conocimiento avanzó, lo que hoy se sabe respecto del aprendizaje y de la comprensión es muy superior a lo que se sabía hace treinta años. Estamos empezando a entender cómo funciona el cerebro humano, la inteligencia, el aprendizaje, las relaciones entre afecto y aprendizaje, entre aprendizaje y memoria, entre expectativas y rendimiento escolar. Y, a pesar de todos estos nuevos conocimientos y avances, la pedagogía viva, la pedagogía en el aula, no cambió en lo sustancial. Ese nuevo conocimiento ni siquiera ha llegado a las universidades y a los especialistas, en muchos casos, mucho menos al sistema escolar y a los docentes.

La escuela a la que va la inmensa mayoría de niños y jóvenes latinoamericanos es una escuela del siglo XIX. Una escuela que todavía cree que aprender es acumular información, la «educación bancaria» que cuestionó Paulo Freire. La vieja cultura escolar no concibe que el alumno piense autónomamente, cometa errores y aprenda de ellos, tenga opiniones propias. Todos tienen que pensar igual y dar la misma respuesta. Si, después de esta charla con ustedes, yo pregunto qué fue lo más importante que se dijo aquí o qué comprendió cada uno de ustedes, seguramente no habrán dos respuestas iguales.

El sistema escolar sigue operando con creencias antiguas, muchas de ellas equivocadas, de lo que es el aprendizaje. Los maestros aprenden a enseñar en el proceso de enseñar y a partir de su propia experiencia como alumnos en el sistema escolar. La docencia sigue siendo una actividad solitaria, que no se beneficia del intercambio y el aprendizaje con otros docentes. El mero hacer, sin reflexión, no genera aprendizaje. 

Los docentes necesitan romper con la idea de que solo se aprende mediante cursos, seminarios, capacitación. La posibilidad de aprender entre pares, de reflexionar sobre la práctica, de sistematizarla, es un aprendizaje profesional fundamental. 

¿Qué significa un movimiento pedagógico desde los docentes, para el cambio educativo?

Para terminar, quiero retomar algunas ideas que fui anotando mientras ustedes hablaban. ¿Qué significa, hoy, construir un movimiento pedagógico para el cambio educativo?. No se trata solo de juntar voluntades, personas y saberes. Implica rupturas, transiciones y nuevos énfasis como los siguientes:

DE
A
Del hacer
Al hacer reflexivo (hacer pensando)
De la crítica
A la propuesta
De la crítica
A la autocrítica
Del aislamiento
A la cooperación, el intercambio entre pares, la red
Del trabajo individual
Al trabajo en equipo
De seguir instrucciones
Al tomar decisiones
De aplicar el currículum
Al construir el currículum
De la capacitación
A la movilización
Del perfeccionamiento
A la profesionalización
De la transmisión de información
A la construcción de conocimiento
Del aula
A la escuela
De la escuela
Al sistema escolar
Del sistema escolar
Al sistema educativo
De lo micro
A lo macro
De lo local
A lo nacional
De lo nacional
A lo internacional
Del agente escolar
Al agente educativo
Del agente educativo
Al agente social/ciudadano
Del movimiento pedagógico
Al movimiento social

La revisión reflexiva, crítica y autocrítica, es fundamental para disparar el cambio educativo y dar un salto cualitativo en el profesionalismo docente, superando el entrampamiento. La sociedad le pone al docente la consigna de "Tú sabes". Viene la siguiente reforma y le dice: "Tú no sabes". Los docentes sucumben a la trampa del sabelotodo que no puede mostrar ignorancia, no puede dudar y debe tener respuestas a todas las preguntas. 

El cambio empieza con la negación del maestro-enciclopedia y el reconocimiento de la necesidad del aprendizaje permanente, el «educador-educando» que defendía Paulo Freire. Parte del rol de todo profesional es percibir lo que no sabe, admitirlo y continuar aprendiendo. No obstante, el mandato social en el caso de los docentes es actuar como si supieran todo. 

Aprender de la propia práctica y reflexionar críticamente sobre la propia práctica son cuestiones claves planteadas en relación  a la formación docente. Abrir el aula a la observación, participación y colaboración de otros docentes, a fin de propiciar mecanismos colegiados de trabajo y aprendizaje docente, es otro planteamiento crecientemente aceptado. Romper, en definitiva, con la escuela pensada y organizada en torno a un docente que enseña encerrado en un aula y que no comparte su quehacer con colegas. Romper con la trampa de la autonomía profesional entendida como "yo, dentro de mi aula, hago lo que quiero", sin la "intromisión" de otros docentes, sin necesidad de espacios y momentos colectivos para compartir profesionalmente con colegas, para planificar, dialogar, aprender juntos y unos de otros. Esa mal entendida autonomía profesional, confinada al aula, muchos la ven todavía como conquista en vez de como pérdida. 

Son los propios docentes los llamados a romper con el confinamiento de la tarea y de la profesión docente. Por eso, entre otras cosas, la relevancia de iniciativas como las que ahora se proponen ustedes: la construcción de un movimiento pedagógico de y desde los docentes.


Publicado en: Docencia, N° 8, "Hacia un Movimiento Pedagógico Nacional", Colegio de Profesores de Chile, Santiago, Sep. 1999.

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