Perú ¿Libre de Analfabetismo?


El Peruano, 13/06/2011

(Coordinadora del Grupo Latinoamericano de Especialistas
en Alfabetización y Cultura Escrita - GLEACE)

El 13 de junio de 2011 el Presidente (saliente) Alan García anunció que el Perú está "libre de analfabetismo". El anuncio tomó a muchos por sorpresa y generó polémica y muchas dudas sobre todo entre los especialistas peruanos así como, de manera más amplia, latinoamericanos. El anuncio no apareció respaldado en evaluaciones ni en datos estadísticos verificables. Tampoco contó con la presencia y el aval de organismos internacionales tradicionalmente vinculados a la educación y a la alfabetización de personas adultas específicamente. Los medios de comunicación, en su mayoría, se limitaron a reproducir las declaraciones oficiales, sin informarse adecuadamente y sin hacer los análisis y las preguntas que cabe frente a declaraciones de esta naturaleza.

A fin de contribuir a la información y al debate ciudadanos en torno a la problemática y a esta declaratoria, juntamos aquí varias notas aparecidas fundamentalmente en medios peruanos, tanto las que reproducen las versiones oficiales como otras que asumen posturas críticas y levantan interrogantes. También incluimos al pie varios pronunciamientos de especialistas: un posicionamiento fechado junio 17 de 2011 del Consejo Nacional de Educación (CNE) sobre la situación del analfabetismo en el Perú y sobre el anuncio del Presidente García: un estudio (2009) de José Rivero sobre el Programa Nacional de Movilización por la Alfabetización (PRONAMA); un comunicado de especialistas peruanos en torno al PRONAMA, hecho público en agosto 2009; y una declaración del Grupo Latinoamericano de Especialistas en Alfabetización y Cultura Escrita (GLEACE) - en el que participan varios especialistas peruanos - "Sobre analfabetismo y alfabetización", hecho público en octubre 2009. Estos comunicados problematizan justamente, entre otros, en torno a los mecanismos de declaración de "territorios libres de analfabetismo" que vienen proliferabdo en los últimos años en América Latina.

Algunas notas en diarios y blogs


Idel Vexler (Viceministro de Gestión Pedagógica): Debemos trabajar para evitar que se generen nuevos "analfabetos" (audio) 15 junio 2011

Alfabetización: otra mentira de Alan García
Otra Mirada 15 junio 2011


Puno no es libre de analfabetismo
Los Andes 16 junio 2011


Vladimir Cerrón: "En Junín hay más de 70 mil analfabetos aún"
El Comercio 27 junio 2011

Gana Perú: "No hay registro de más de 600 mil alfabetizados"
El Comercio, 20 julio 2011


Mandatario Inaugura Centro Cultural de la Alfabetización
Andina, 27 julio 2011

Desmienten que haya sido erradicado el analfabetismo en Perú SDPNoticias 16 agos 201

Toma de mando, toma de medidas - Gabriel Aguirre Martens Gestión

Saltan dudas respecto a cifras sobre "Perú libre de analfabetismo"
Los Andes, 13 sep 2011

Investigarán cifras sobre anlafabetismo
, Diario La Pr1mera, 14 sep 2011

Plantean auditoría internacional para revisar cifras de analfabetismo en el Perú
Andina, 17 sep 2011


Casi un millón de mujeres peruanas son analfabetas, revela la Defensoría del Pueblo
Andina, marzo 1012


No existe regiones libres de analfabetismo en Perú, afirman
Radio Nacional, 14 marzo 2012

Proceso de alfabetización de Alan fue un cuento
, Diario 16, 8 abril 2012

Día de la Alfabetización: La mayoría de analfabetos en Perú son mujeres mayores de 50 años
, Perú 21, 5 sep. 2015


Posicionamientos de especialistas peruanos y latinoamericanos

Perú no estaría libre de analfabetismo, Madeleine Zúñiga, La República, 28/06/2011
Perú: Alfabetización: Detrás de un enfoque erróneo, un engaño permanente, Armando Ruiz Tuesta, 20/06/2011
Presidente del Consejo Nacional de Educación (CNE) analiza situación del analfabetismo - 17/06/2011
¿Perú sin analfabetos? RPP, 13/06/2011 (audio: Gloria Helfer y Madeleine Zúñiga)
Las cifras de alfabetizados acentúan la falta de credibilidad del gobierno del Presidente García - Espacio Público/Comunicado sobre el Programa de Alfabetización: ¿Es posible educar sin transparencia y verdad? - Espacio Compartido, 8/08/2009
▸ José Rivero, estudio: “
El Programa Nacional de Movilización por la Alfabetización (Pronama): Intenciones, Triunfalismo y Realidades” - 2009
Sobre analfabetismo y alfabetización
- Declaración de miembros del GLEACE - 22/10/2009

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Sobre analfabetismo y alfabetización: Declaración de miembros del GLEACE 

Escuelas para enseñar y escuelas para explicar




La escuela - sin rótulo y sin ningún signo exterior que la identifi­que - es de las más pobres y precarias que he conocido ja­más. Funciona en una casa sumamente pobre en el centro de la ciudad de Bissau, capital de Guinea-Bissau, ocupando un pasadi­zo-zanja lateral y un galpón posterior, ambos de piso de tierra, este último lindando con la cocina de la casa vecina y con el calor que sale de ella a través de las paredes de lámina de zinc. Al fondo, un patio con árboles de plátano, en el que juegan niñitos desnudos y se pasean pollos, gallinas y cerdos.

52 alumnos de primero a cuarto grado se ubican en es­tos espacios, agrupados por grado, y atendidos por dos profeso­res: el Tío Bernar­do (74 años), fundador y dueño de la escuela, quien vive en un cuar­to alquilado en esta casa, y su sobrino Bernardo Jr. (27 años), hoy el profesor principal, ambos apenas con alguna enseñanza primaria. Dos alumnos de cuarto grado hacen de ayudantes, atendien­do y vigilando a los más pequeños. El mobiliario con­siste en 9 bancas largas y destartaladas, 3 mesas en el mismo esta­do, 2 pequeñas pi­zarras en jirones, 1 atril para soste­nerlas, 1 es­ponja que sirve de borrador, y 3 ramas de árbol que hacen a la vez de punteros y de varas para pegar a los distraídos, o a los que no aprenden rá­pido la lección. Los alumnos, niños y niñas que viven en la cercanía, no hablan portu­gués -la lengua oficial- sino el criollo y/o alguna de las lenguas vernácu­las de Guinea-Bissau.

Se trata de una escuela privada. Se inició en 1957 como una iniciativa personal del Tío Bernardo para ayudar a sus sobrinos con las tareas escolares. Más tarde, ante la insisten­cia de la ve­cindad, decidió ampliar el servicio y empezó a cobrar una pe­queña cuota, cuota para bolsillo de pobre, y que da un ingreso ín­fimo, también de pobre. La escuela -ofi­cializada en 1978- funcio­na al mismo tiempo como escuela regular y como refuerzo esco­lar: los alumnos regulares asisten mañana (8:30 a 12:30) y tarde (15:00 a 18:30), y los otros solo a la tarde. No se toman exáme­nes; a fin de año los alumnos toman su examen en las escuelas oficia­les.

La escuela del Tío Bernardo cumple ciertamente una función: así lo muestra el mis­mo hecho de haber logrado funcionar ininterrumpida­mente por cerca de cuatro décadas, así como el surgimien­to y proli­feración reciente de escuelas similares (se estima que a la fecha existen más de 25 escuelas de este tipo en la ciudad de Bissau), bu­ena parte de ellas abier­tas por ex-alumnos del Tío Bernar­do. Tienen su propio nombre: no se las llama "escuelas" (escolas) sino "ex­plica­ción" (explicação); aquí se "explica", en definiti­va, lo que no queda claro en la escuela.


Esto es parte de un texto que escribí en 1993, a raíz de una visita a Guinea-Bissau, en Africa. La “Escuela del Tío Bernardo” fue la primera “explicaçãô” que conocí, y, aún para un país inmensamente pequeño y pobre como Guinea-Bissau, parecía una aberración. ¿Cómo era posible que el propio Ministerio de Educación permitiera la proliferación de sui géneris escuelas privadas para “explicar” a los niños lo que han “aprendido” en la escuela pública de la mañana?

Había creído, con todo, que el fenómeno era africano y específico de uno de los países más pobres de la tierra. Hasta que, ya en este siglo XXI, me topé con un proyecto, enviado desde Brasil, que proponía organizar escuelas de “explicação” en favelas de Rio de Janeiro. Según afirmaba el documento del proyecto, una investigación revela que, entre los sectores populares que habitan estas favelas, está extendida la práctica, hasta no hace mucho típica de las clases medias, de contratar tutores (“explicadores”) para complementar la labor de la escuela y ayudar a sus hijos con las tareas escolares.

La misma problemática, la misma solución: puesto que la escuela regular no explica, hay que crear una escuela paralela que lo haga. ¿Será posible, no importa si en Africa o en América Latina, que estemos llegando a aceptar que enseñar y explicar pueden ir por separado, que puede haber aprendizaje sin comprensión, que puede mantenerse una red de escuelas para enseñar y crearse una red paralela para resolver los problemas que esas otras escuelas no resuelven? ¿Podemos concebir escuelas para copiar y escuelas para escribir, escuelas para descifrar y escuelas para leer, escuelas para repetir y escuelas para comprender, escuelas para memorizar y escuelas para saber, escuelas para dar exámenes y aprobar los años y escuelas para aprender de verdad? ¿Será posible que hayamos llegado al punto de creer que no es posible cambiar la escuela y que lo que queda es construirle muletas, plantillas ortopédicas, prótesis de todo tipo?

La sola perspectiva escandaliza, pero está ya de hecho instalada con mecanismos diversos, tanto en el proyecto local como en la política nacional. La “explicaçãô”, al fin y al cabo, es lo que vemos multiplicarse y generalizarse como respuesta a algunos de los problemas de la escolaridad: programas compensatorios y remediales; tutores y academias privadas que “nivelan” y “recuperan” a los alumnos; clases especiales e instituciones de “refuerzo escolar” ; programas extra-escolares, educación no-formal y paquetes informáticos que “completan” o “complementan” lo hecho (o no hecho) por la escuela; talleres de lectura y escritura para los alumnos que ingresan a la universidad, etc.

Todo esto no únicamente para la red de enseñanza pública y los pobres, sino también para la red de enseñanza privada y los sectores de mayores ingresos, aquellos que pueden acceder y financiar los refuerzos, complementos, nivelaciones, explicaciones, y demás. Es, en definitiva, el sistema escolar en su conjunto el que no da abasto y el que, históricamente condicionado y estructuralmente inhabilitado para encarar el problema, tiende a desentenderse del aprendizaje, ubicándolo como responsabilidad del alumno y, cada vez más, como dominio ajeno, como función extraescolar
.

Hoy se acepta ampliamente que el aparato escolar ya no es la única institución educativa y la única fuente de aprendizaje. Aceptarlo implica repensar y re-estructurar la escuela, delimitar lo que el sistema escolar puede y debe enseñar hoy a los alumnos, asegurando a todos el dominio de los aprendizajes definidos como esenciales y como propios del sistema escolar, en cada contexto. Lo que es inaceptable es continuar arrastrando y reforzando el absurdo de un sistema escolar que separa enseñanza de explicación, es decir, enseñanza de aprendizaje. Sencillamente porque aprendizaje implica comprensión, y enseñanza sin aprendizaje es un sinsentido. 


Una clase de alfabetización entre rejas (República Dominicana)



Programa Diocesano de Alfabetización de Jóvenes y Adultos (PROALVA)
Visita a la Cárcel de Azua “19 de Marzo”
Diócesis de San Juan de la Maguana, República Dominicana (15 junio, 2006)


Este reportaje es parte del estudio “Alfabetización y acceso a la cultura escrita por parte de jóvenes y adultos excluidos del sistema escolar en América Latina y el Caribe”, financiado por el CREFAL. Entre 2006 y 2009 visité programas de alfabetización y de promoción de la lectura y la escritura en nueve países de la región (Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, México, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela).

Dedicado a Miriam Camilo
Fotos y texto: Rosa María Torres

Hemos venido a ver el programa de alfabetización que se hace en la Cárcel Pública de Azua “19 de Marzo”. Es una cárcel de hombres. La mayoría de los 122 presos está aquí por robo, estafa, tráfico de drogas; algunos sirven condenas por asesinato; otros aún esperan juicio. Una consulta en Internet describe condiciones de hacinamiento, violación de derechos y gran conflictividad en su interior y, en general, en el sistema carcelario en el país.

El programa de alfabetización que funciona en ésta y otras dos cárceles es impulsado por la Diócesis de San Juan de la Maguana y la Fundación para el Desarrollo de Azua, San Juan y Elías Piña (FUNDASEP), organismo de apoyo a la Pastoral Social de la Diócesis, en la Región Suroeste de República Dominicana, frontera con Haití. El programa empezó en 1997. Hoy existen 371 grupos y 3.800 personas alfabetizándose en la región.

“Fortaleza 19 de Marzo: Todo por la Patria” puede leerse, en letras grandes, en la fachada del edificio, una fortaleza militar convertida en cárcel. Afuera nos juntamos con el equipo técnico del programa. Ya en la entrada, con los guardias de seguridad. Sin demasiado trámite, y con mayor facilidad que la esperable, Miriam y yo estamos frente a la puerta con rejas y candados que nos separa de los reos. Un soldado macizo nos abre la puerta y, sin tiempo para pensarlo otra vez, ya estamos adentro.

“Adentro” es un patio rodeado de rejas y celdas, lleno de reclusos sentados en sillas plásticas, que nos esperan. Al escuchar el crujido de la puerta, todos se voltean a vernos entrar. Los visitantes somos llevados adelante y sentados en lugar especial para presenciar la clase junto a personal del Departamento de Educación de la Dirección General de Prisiones.
El acto inicia con un rap sobre la alfabetización a cargo de un conjunto de cuatro y coreado por todos los reos. El conjunto suena y se mueve muy bien. Una cárcel en República Dominica es, al fin y al cabo, una cárcel llena de dominicanos. Hombres en su mayoría jóvenes o de mediana edad, tez morena, musculosos, algunos con tatuajes o con cicatrices visibles.

El método de alfabetización se inspira – nos dicen - en la pedagogía de Paulo Freire. La Guía del Alfabetizando “Queremos Saber” se acompaña de una Guía del Alfabetizador (Facilitador). “Nuestro método no es ‘Yo Sí Puedo’, sino ‘Nosotros Podemos’”, me aclara un miembro del equipo coordinador diocesano.

Rafael, el facilitador, se ha preparado con esmero. Se percibe que es un tipo educado y con madera de educador. Ha copado el lugar de materiales hechos de cartulina, recortes de periódico, etiquetas, ramas, latas, residuos plásticos... Después sabremos que él mismo es un recluso. Es periodista, lleva diez años preso, le faltan cuatro y le han reducido la pena por buena conducta.  

Su primer acto pedagógico es escribir en la pizarra:
Azua de Compostela 15 de junio año 2006
Nombre Propio Rafael

La clase que ha preparado para hoy gira en torno al nombre propio. Ha confeccionado tarjetas con los nombres de los alumnos, que cada quien lleva prendida o colgada en el pecho.
Angel
Juan
Elvir
Teófilo
Wilson
Carlos
Víctor Hugo
Fernando
Antonio
Hugo
Gregorio
Juan Bautista
Rafael
Leonel
Mauro
Blas
Manuel
Félix
Jorgito
Carlito (sin s final, tal y como la pronuncian) 

Nadie lleva la tarjeta con su propio nombre. El juego de aprendizaje consiste precisamente en buscar a quién corresponde cada tarjeta y ponérsela. Todos se divierten y hacen bromas mientras juegan.

Partiendo de su propio nombre, Rafael pide a sus alumnos que digan en voz alta nombres propios que empiecen con R. Ellos dan nombres y él los anota en la pizarra. A continuación escribe la familia silábica ra-re-ri-ro-ru

- “Ahora, algún valiente que quiera pasar a escribir su nombre”, les desafía.   Varias manos se levantan.

Jorgito es el primero en pasar a la pizarra. Lentamente, con trazos irregulares, de principiante, escribe:

J o R g i t o   P a t r i c o    N o V a

Al ver el conjunto, Jorgito percibe que a Patrico le falta una i, borra y la mete antes de la o. El auditorio aplaude la obra terminada.

Ahora pasa Manuel Martínez Méndez, un joven seguramente con alguna experiencia escolar, que escribe en letra manuscrita:

Manuel maltine mendes

Rafael le deja con su triunfo, sin corregir la escasez de mayúsculas y el “maltine”, otra pieza de escritura fiel al habla.

Así siguen pasando los demás, cada cual cosechando aplausos.

Momento culminante: el “árbol de sílabas”, una pequeña rama ubicada en el suelo, debajo de la pizarra, en la que Rafael ha colgado papelitos con sílabas. Cada alumno pasa a sacar un papel, lo fija en la pizarra con masking tape y forma la palabra que dicta el profe. Cada palabra formada es celebrada con sonoros aplausos.
La clase termina. Ha sido una hora de intensa actividad, mucha participación y mucha risa. Definitivamente, nada mejor que una buena clase presencial. 

Es el momento de los visitantes, los discursos, las fotos. Uno por uno pasamos nosotros también a la pizarra, no a escribir sino a decir nuestra palabra de felicitación y agradecimiento.

El acto concluye con una oración colectiva. Todo ha quedado grabado en cámaras de fotos y de video presentes. De hecho, para escribir esto y poder ser fiel en el relato, he recorrido más de cuarenta fotos que tomé ese día y he vuelto a revivir, así, esa memorable jornada.

Un patio en el que transcurre la vida

A medida que avanzaba la clase y que la situación de estar ahí se naturalizaba, pude dedicarme a recorrer visualmente el patio y lo que en él sucedía. No se trata realmente de un patio. En este pequeño cuadrilátero encementado transcurre la vida de los reclusos: éste es lugar de encuentro, socialización, descanso, esparcimiento, deporte, ejercicio, sala de visitas, alacena, armario, cocina, comedor, lavadero y tendedero, cancha de básquet, salón de juegos, pista de baile, ring, ágora, capilla, escuela. La clase de alfabetización es una de tantas actividades ocurriendo, ahora mismo, en la precarided de este espacio.

Alrededor están las celdas, el encierro, el evidente hacinamiento. De tanto en tanto vemos reclusos que se asoman a curiosear a través de los barrotes, tal vez impedidos de salir, tal vez sin interés, tal vez con necesidades escolares básicas resueltas.

En ningún lado como aquí resultan palpables la ilusión y la esperanza asociadas a la lectura y la escritura. 

Quien aprende a leer y escribir decide liberar la curiosidad, honrar la imaginación, abrirse al aprendizaje, construir posibilidades de futuro.

Aún y cuando, hoy y aquí, todo lo que tienen estos hombres para leer son tarjetas con sus nombres, sus propias rudimentarias escrituras, recortes de diario y etiquetas pegadas en la esquina donde transcurre la clase, las leyendas en sus propias camisetas y gorras, y los escasos letreros y textos escritos sobre las paredes de la prisión.

* Una primera versión de este reportaje se publicó en: La Piragua Nº 25: "América Latina sin analfabetismo ¿cómo y cuándo?", CEAAL, 2007.

Para saber más

Círculos de alfabetización «Sí Podemos» (Perú)


Rosa María Torres

Cruzada Nacional por la Alfabetización «Sí Podemos» – Derrama Magisterial.
Visita a círculos de alfabetización en la Provincia de Huaura y en Lima, Perú
(20-24 Abril, 2006)

Este reportaje es parte del estudio “Alfabetización y acceso a la cultura escrita por parte de jóvenes y adultos excluidos del sistema escolar en América Latina y el Caribe”, financiado por el CREFAL. Entre 2006 y 2009 visité programas de alfabetización y de promoción de la lectura y la escritura en nueve países de la región (Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, México, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela).


Junto en este reportaje impresiones de visitas a varios círculos de alfabetización en Huacho, capital de la provincia de Huaura, así como en el distrito El Agustino, en Lima. Todos ellos vinculados a la “Cruzada Nacional por la Alfabetización” desarrollada desde fines de 2004 por la Derrama Magisterial, en convenio con el Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño (IPLAC) de Cuba y con auspicio del Ministerio de Educación del Perú. Las visitas fueron organizadas por Luis Alberto Macazama, maestro peruano coordinador de la cruzada, y por Nora, asesora cubana. Ambos me acompañan en los recorridos, durante cuatro días.

La Derrama Magisterial, creada en 1965, es la organización previsional del magisterio peruano. Con cerca de 300.000 asociados (aportantes) a nivel nacional, ha sido declarada una de las 50 mejores empresas del Perú. Los fondos de la empresa provienen del pago de 17 Soles que hace mensualmente cada maestro afiliado al Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú (SUTEP). (Nota: Al momento de esta visita, el cambio estaba a 3.3 Soles por 1 US Dólar).

La cruzada usa el método cubano de alfabetización ‘Yo, Sí Puedo’, que combina cartilla, videos y apoyo presencial de un(a) facilitador(a). Según el tríptico informativo, la cruzada está dirigida a esas “miles de personas que no tuvieron oportunidad de ir a la escuela” y se propone alfabetizar en dos meses, con clases diarias de 2 horas. Para abrir un círculo se requiere al menos 15 alumnos. Los facilitadores son jóvenes estudiantes o maestros, a quienes se capacita y otorga un pequeño subsidio (9 Soles diarios, 180 Soles mensuales) para gastos de movilización.

Se arrancó en septiembre 2004 con un proyecto piloto en dos asentamientos del cono norte de Lima, La Ensenada y Laderas de Chillón. Ahora se ha entrado en una etapa de ampliación. Tanto la asesoría técnica cubana como los materiales de alfabetización – cartilla y juego de 17 cassettes con 65 videoclases – son donados gratuitamente a la Derrama por el gobierno cubano. Se busca convocar a otros grupos a sumarse a la iniciativa, cobrando por los materiales: 75 dólares el juego de videos y 1 dólar la cartilla.

Los círculos operan en zona urbana. Cuando se plantearon llegar a la zona rural, encontraron que 60% de los potenciales beneficiarios hablan quechua y el 25% no tiene energía eléctrica, indispensable para un método que se basa en teleclases a través del video. Se considera por ello adaptar el método a la radio y traducirlo al quechua.

Con esta cruzada la Derrama Magisterial se ha propuesto aportar al combate del analfabetismo en el país (11%, 2 millones de personas mayores de 15 años, según el censo de 2005), complementando acciones que vienen haciendo a escala nacional programas como: PNA (Programa Nacional de Alfabetización) del Ministerio de Educación, que llega al 16% de los analfabetos y cuya meta es alfabetizar a 250.000 personas hasta 2012;  PAEBA, programa oficial iniciado en 2003, financiado y coordinado por la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI); e IRFEYAL, programa radiofónico de Fe y Alegría, que ofrece educación de adultos desde alfabetización hasta bachillerato.

Antes de adoptar el «Yo Sí Puedo», el coordinador de la cruzada había preparado un material fotocopiado titulado “Dame la Mano: Un programa para enseñar a leer y escribir a jóvenes y adultos”. No obstante, la iniciativa se descartó y el material no llegó a usarse. Lástima. Había ahí ideas interesantes, como ésta: “La propuesta está orientada a promover desde el comienzo el contacto constante con todo tipo de material escrito, buscando la interacción del participante con el texto, la comparación de sus propias producciones con los textos producidos por sus compañeros. No estamos sujetos a un texto de lectura, pero se hace necesario contar con textos variados para uso de los participantes, no descartando el uso de los medios audiovisuales, para lo cual nos estamos preparando”.

Una clase de “aprestamiento”

En el asentamiento que visitamos en Huacho los círculos de alfabetización funcionan en domicilios particulares. Por 3 Soles (menos de 1 Dólar) por clase, los dueños de casa alquilan la sala, el televisor y el aparato de VHS. La alfabetización ha pasado a ser, así, motivo de encuentro entre vecinos y fuente de un pequeño ingreso para algunas familias.

El primer círculo que visitamos funciona en una casa que aloja al mismo tiempo una pequeña tienda, una minihabitación con ventana a la calle. Durante las dos horas que dura la clase todos los días, la ventana se cierra y la venta se suspende. Una breve ojeada a la tienda permite inventariar los productos de primera necesidad del barrio. Dispuestos prolijamente en estanterías semivacías vemos sal, huevos, gaseosas, fideos, té, bolsitas de especias y aliños, cloro, papel higiénico, sobres de Nescafé, sobres de Sal de Andrews, pasta de diente Kolynos y toallas higiénicas Nosotras.

La sala de la casa – piso de cemento - ha sido acondicionada para la clase. A continuación está el comedor y, al fondo, una cortina de tela que seguramente separa este espacio social del o de los dormitorios. Los adornos en las paredes incluyen una estampa de Jesús, un crucifijo, un calendario con fotos de caballos, un cuadro de flores. Junto a la mesa del comedor hay una vitrina con libros, en la que divisamos sobre todo textos escolares, además de revistas, cómics, una enciclopedia de lomo dorado, y adornos en miniatura.

Todo asiento disponible en la casa ha sido puesto al servicio de la clase: dos sillones de paja, una banca de madera, varias sillas de plástico. Todos los sentados son mujeres, de diversas edades. Luego sabremos que aquí están juntos hoy dos grupos, el que estudia de 3 a 5 p.m. y el que estudia de 5 a 7 p.m.

- “Juntamos las dos clases porque las señoras del primer grupo no vinieron todas, tienen reunión en la escuela”, explica Shirley, la joven facilitadora.

El televisor de la casa, un Sony de 17 pulgadas, ha sido colocado en el centro, entre la sala y el comedor. El cartel con letras y sus respectivos números, que recomienda y usa el método ‘Yo Sí Puedo’, ha sido confeccionado y está a la vista, pegado con cinta adhesiva en la pared. Una pequeña pizarra blanca, arrimada sobre una silla, en la habitación contigua, aguarda su momento.

Esta es apenas la segunda clase. Empezaron ayer, presentándose entre ellas y aprendiendo a sostener y manejar el lápiz.

Shirley, nerviosa, no logra hacer funcionar el VHS. Nora acude en su  ayuda. Finalmente, entre ambas logran prenderlo. Antes de empezar a correr el video, Shirley aclara a la audiencia:

- “Esta clase les va a dar la señorita Angela, ella es la que les va a enseñar a leer”.

Angela, la maestra cubana protagonista en los videos, enseña a sus alumnos y alumnas ficticios los clásicos ejercicios de aprestamiento para la escritura. Las alumnas de carne y hueso, en esta casa en Huacha, tratan de imitarlos. Pero mientras los alumnos de Angela en la pantalla tienen pupitres, las alumnas de Shirley en esta casa tratan de escribir en hojas blancas sueltas, apoyándolas sobre las piernas. El facilitador del otro grupo, presente en esta clase, advierte el problema, saca rápidamente libros de la vitrina y empieza a distribuirlos entre las señoras, para que apoyen las hojas.

Desde adentro de la pantalla, Angela sigue orientando:
-       “Ahora vamos a hacer líneas curvas”    U U U U U U
-       “Ahora trazamos la línea curva al revés”                         
-       “Ahora eliminamos los pespuntes, sin levantar el lápiz”

Las mujeres siguen bien las instrucciones. Algunas borran y vuelven a escribir. Las hojas blancas se van llenando de líneas rectas y curvas, temblorosas, sumamente imperfectas, muy diferentes de las que vemos desfilar en el televisor.

- Angela: “Ahora vamos a repasar los números, aunque yo sé que ustedes ya los conocen… Vamos a asociar letras con números: 1  2  3  4  5”.
-  Alumna en el video: “Los dedos de la mano son 5”.
-  Angela: “Muy bien. Eres muy inteligente y muy observadora”.

No es fácil concentrarse y ver la pantalla, por varias las razones: niños y niñas pequeños corretean por la sala, distraen y tapan intermitentemente la pantalla; demasiado brillo, apenas si se divisan las siluetas de Angela y sus alumnos, y los trazos de las líneas se ven muy borrosos; el video corre muy rápido, es imposible seguir la pantalla y atender al mismo tiempo el propio papel.

Ahora se apaga el televisor y entra en funciones la pizarra. Paula, “la mayorcita” del grupo, es invitada a estrenarla. Shirley dibuja líneas punteadas y le pide a la señora Paula que las repase, “tal y como hizo antes en su hoja”. Parece sencillo, pero no lo es. Hay diferencias importantes entre un lápiz y un marcador, y entre una hoja de papel y una pizarra como instrumentos de escritura. Ni qué hablar de lo que significa pasar por primera vez a una pizarra, acto público de gran compromiso y alto riesgo para toda persona colocada en el rol de aprendiz.

En la conversación que sigue, resulta que la mayoría de estas mujeres fue algún día a la escuela, hasta 1º, 2º o 3er grados. La señora Paula es la única aquí realmente comenzando a aprender a leer y escribir.

A una señora que estuvo tres años en la escuela le pregunto si sabe leer. Dice que sí. Le pido que lea la última página de la cartilla. Lee “Ya sé leer”, sin dificultad. En su caso, es estrictamente cierto. ¿Qué hace, entonces, aquí? Este material y este programa no son para ella.

Una clase con mesa que se lleva y se trae todos los días

Visitamos otra casa del barrio. Aquí lo que se alquila para la clase de alfabetización no es la sala sino un patio a la entrada, una especie de galpón techado con carrizo. En el centro una mesa y alrededor 11 mujeres, sentadas en troncos de madera y algunas en el suelo, arrimadas contra la pared. Luego sabremos, por Nelly, la facilitadora, que ella trae la mesa todos los días desde su casa, para que “al menos algunas de las señoras se sientan cómodas, como si estuvieran en la escuela”.

También aquí todas las alumnas son mujeres, la mayoría de la tercera edad. Una de las señoras usa audífonos. Dos mujeres jóvenes, en sus treintas, son las que llevan la delantera.

También aquí están empezando con los ejercicios de aprestamiento y escribiendo en hojas sueltas. A quienes se sientan en el suelo, sin apoyo para escribir, les vemos intentar las posiciones más extrañas para ajustarse a los requerimientos de un lápiz y un papel.

El televisor, un Sony viejo, es muy pequeño y está lejos de las alumnas. Es difícil ver incluso estando cerca, en particular las líneas punteadas. Al momento de alquilarlos, ¿no se ponen requisitos en cuanto a las condiciones del lugar y del equipamiento?. La respuesta es: no hay mucho donde escoger, sobre todo porque aunque en todas las casas hay televisor, son pocas las que tienen un aparato VHS.

El Agustino

Vamos ahora a El Agustino, un distrito periférico de Lima surgido en 1947 a partir de una invasión violenta. Violenta es, también, la pobreza circundante. Más de medio siglo después, y de sucesivas invasiones, los ocupantes de estos cerros siguen viviendo mal, aunque 85% ya tiene acceso a servicios básicos. El Agustino se asocia con pobreza, hacinamiento, delincuencia, droga.

En vehículo se puede llegar hasta el Ovalo, una pequeña meseta  congestionada con mototaxis o ‘cholotaxis’ y muchos pasajeros. De aquí en adelante hay que subir a pie por lo que, desde abajo, parece una inmensa cascada de gradas.

Aquí, en medio de la mayor precariedad, surge la discusión en torno a la tecnología: ¿por qué se usa para las teleclases el sistema VHS en lugar del más moderno DVD? Hemos visto cómo florece en Lima la industria de la piratería, la proliferación de puestos que venden videos en formato DVD. El DVD, con su sistema de almacenamiento óptico, tiene muchas ventajas frente al VHS, claramente para fines educativos: mayor calidad de imagen y sonido, menor degradación de la grabación con el uso, capacidades multimedia e interactivas, con iguales e incluso menores costos. Además, los cassettes en VHS son muy grandes, lo que hace más difícil trasladarlos y encarece el costo de traerlos desde Cuba.

Así es, en efecto. El coordinador nos confirma además que en El Agustino la gente no tiene VHS sino DVD. Ya es difícil encontrar en Lima un aparato VHS. Un VHS cuesta 20 dólares, un DVD no llega a 100. Justamente se está planteando a Cuba la necesidad de que los videos del ‘Yo Sí Puedo’, grabados en VHS, se pasen a DVD.

Un círculo de “Nivelación”

El primer círculo que visitamos, en la Sala Comunal, está iniciando la segunda etapa del proceso, denominada «Nivelación». No hay video. La teleclase ha cedido su lugar a la clase presencial y la cartilla ha sido sustituida por un breve material con lecturas contextualizadas a la realidad peruana.

La facilitadora, Esperanza, tiene a su cargo seis alumnas, señoras de 60 años y más, todas quechuahablantes. Hablan entre ellas en quechua y con nosotros en español.

¿Dónde aprendieron a leer y escribir? Una señora terminó el primer grado. Otras cuatro asistieron al programa de alfabetización ofrecido el año pasado por el Comité de Damas de la Municipalidad. Una de ellas explica que ha venido aprendiendo “de a poquito”, entre escuelas nocturnas y programas de alfabetización. De las nocturnas la echaban por no tener partida de nacimiento.

- “Cuando terminé el primer nivel mi marido me regaló de premio el Coquito”, cuenta una señora. Coquito, cartilla de autor peruano - Everardo Zapata - con la que han aprendido a leer y escribir millones de personas hispanoblantes, y que en 2005 cumplió 50 años.

Entusiasmada con su entusiasmo, les pido que me muestren cómo leen. No pueden leer ni en la cartilla ni en las hojas de nivelación, sobre todo porque la letra es muy chica. Esperanza saca el texto que ha preparado, escrito en letra grande, en el reverso de un afiche. Aquí empiezan a leer, la mayoría con dificultad.

La mayor dificultad es que no logran “juntar las letras”, como dicen ellas. Habiendo aprendido con el alfabeto y los nombres de las letras, la palabra PERU es leída como PE-E-ERE-U. Algunas tratan de adivinar, completando la palabra a partir de la letra o la sílaba iniciales. “No tengo memoria”, “Me falla la cabeza”, “Me falla la vista”, son las explicaciones que dan estas mujeres, igual que en todos lados. Mujeres sencillas, canosas, desdentadas, sudan ante el compromiso que significa leer en voz alta, sobre todo en presencia de visitantes.

Una Iglesia evangélica con vista panorámica


Un poco más arriba está una iglesia evangélica, una casa de dos pisos en cuya parte alta funciona un círculo de alfabetización. Al subir nos encontramos con una habitación de piso de tierra a medio construir y llena de materiales de construcción, con una pared inexistente que conduce a una azotea abierta, sin bordes, con vista panorámica a El Agustino y su laberinto de cerros, casas, caminos, gradas, antenas y cables de televisión, ropas colgadas, gentes subiendo y bajando, atareadas en sus quehaceres.

El televisor y el VHS, aunque modestos, parecen aquí objetos de lujo. Al igual que la pizarra blanca, ubicada a un costado, sobre un atril.

La clase va de 4 a 6 de la tarde. Sandra, la facilitadora, tiene 25 años, terminó Administración de Empresas, recorrió todo Lima buscando trabajo y no lo consigue. Se inscribió en este programa como voluntaria y está descubriendo que le gusta enseñar. Hay otros facilitadores trabajando más arriba del cerro. La Municipalidad no les paga pero les trae en transporte hasta aquí y luego les recoge para llevarlos de vuelta hasta abajo.

De las 6 alumnas inscritas, hoy han venido 3. Ya las encontramos sentadas en la banca frente al televisor, el VHS y la pared inexistente con acceso a la azotea y vista a los cerros.

La señora Silvia, 54 años, trabaja de ayudante en un comedor. Las otras dos lavan ropa, una de ellas tiene una tienda. Viven en familia, con hijos y nietos.

Cuando vienen a estudiar, ¿a dónde dicen a sus familias que van?, pregunto.
-       “Voy a mis clases”, dice doña María.
-       “Voy al colegio”, dice doña Silvia. “Yo sí estuve en la escuela, dos años”

¿Y qué aprendió en la escuela?
- “Un poco de suma, las cinco vocales, ba-be-bi-bo-bu, ma-me-mi-mo-mu, pa-pe-pi-po-pu. Deletreando leo la Biblia, algo de libros, el periódico, revistas”.

Le pido que lea la portada interior de la cartilla ‘Yo Sí Puedo’. En el centro de esa página dice: “UN PROGRAMA PARA PONER FIN AL ANALFABETISMO EN LA AMÉRICA DE BOLÍVAR Y MARTÍ”. Al llegar a “ANALFABETISMO”, Doña Silvia se traba, no la puede leer.

-       “Es muy larga la palabra”, dice.

¿Alguna ha visto una computadora? ¿Les gustaría aprender a manejar una? Todas dicen que sus hijos y nietos saben usarla, ellas no. ¡Claro que les gustaría!

Son las 6 de la tarde, hora de cerrar. Al salir nos fijamos en un cartel escrito a mano, ubicado en la casa junto a la iglesia:

SE DEJA A CREDITO UNIFORMES COMO PANTALONES, FALDAS, CAMISAS Y CHOMPAS PARA PAGAR S/ 10.00 SEMANAL

El cartel es obra de estas mujeres, una colaboración de este círculo con una familia del barrio y su pequeña empresa familiar. Una muestra maravillosa de la utilidad social de la escritura, de su madera solidaria, de su función pública, de su relevancia para la reproducción de la vida.

Un poco más abajo, nos topamos con un café Internet. El rótulo, muy visible, pegado sobre la puerta de madera, abierta de par en par, invita a entrar:
INTERNET (1 SOL LA HORA)


Foto Diana Paredes
Seguimos bajando y fotografiando todo lo que hay para leer en un día cualquiera, con sólo subir o bajar por la escalinata. ¡Una mina de oro! Rótulos y anuncios a granel, en diversos tipos y tamaños de letra, con y sin dibujos, con y sin errores ortográficos. Placas con los nombres de las familias en las puertas de algunas casas, nombres de las calles y pasajes, leyendas pintadas en las paredes, grafittis, avisos, marcas de productos, anuncios comerciales, carteleras, propaganda electoral, el menú de un restaurante, etc. Mucho más y más útil que lo que ofrecen cartillas y textos para adultos. Si solo los programas de alfabetización y promoción de la lectura y la escritura tuvieran más en cuenta los contextos de vida de la gente, los textos reales que forman parte de su cotidianeidad, las oportunidades de leer y escribir que aguardan en cada esquina, en cada mirada llena de curiosidad.

Psje. Tayacaja 110
Imágenes prestadas
Fam. Huaringa Pomajulca

ESCAPE
RUTA DE EVACUACION

INCA KOLA
EL SABOR DE LO MISMO

SE VENDE CASA

HOY
Arroz chaufa
Alitas Broster

Limambulante
Lomo saltado
Papa revuelta
Pescado c/arroz
Milanesa arroz
Hamburguesa

Las Estrellas de la Cumbia
Baile y Artistas Invitados
domingo Mayo 5 pm

SE VENDE CERVEZA Y GASEOSA
POR MAYOR Y MENOR 
TELEFONO PUBLICO
NACIONAL E INTERNACIONAL

UBICACIÓN MESA DE SUFRAGIO
OLLANTA Presidente - Amor por el Perú
APRA Alan con el pueblo Presidente 

Referencias / Para saber más
-
Fe y Alegría Perú 
-
Método de alfabetización «Yo, Sí Puedo» (Wikipedia) 

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