Recordando al Conejo - Fernando Velasco Abad

El orgullo de ser maestra


Rosa María Torres

Grupo de maestras con el exPresidente José Velasco Ibarra



Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio, en 1991, y más tarde incluido en el libro Itinerarios por la educación latinoamericana: Cuaderno de viajes (Paidós, 2000). Fue inspirado por y dedicado a Blanca Margarita Abad de Velasco, fallecida hoy, 11 de febrero de 2014, en Quito, a la edad de 92 años. Sirva ahora este breve texto como homenaje personal a su vida y a su memoria.



Una por una, posiblemente como en la ceremonia de medio siglo atrás, cuando recibieron el título de maestras, van pasando a recibir el diploma que acredita sus cin­cuenta años de servicio. Mujeres canosas, en su tercera edad, que hace cincuenta años, en la flor de su juventud, aban­donaron la Escuela Normal y se lan­zaron a la aventura de enseñar.

El acto es emotivo y espe­cial. Himnos, discursos, abrazos, lágri­mas, flores, poesías, pasillos, para homenajear a este grupo de cincuenta y dos mujeres, maestras de maestras, que han formado a
miles de maestras que hoy enseñan en las aulas del Ecuador.

Una de las homenajeadas es mi suegra. Mientras la veo feliz y emocionada en este importante día de su vida, pienso en las marcas que le ha ido tatuando el oficio de maestra: la energía desbordante, la postura erguida, la voz firme, el tono de mando, las convicciones fuertes, la pasión por la lectura, la avidez por aprender y mantenerse al día, la satisfacción con la tarea cumplida, la conciencia de las grandes carencias sociales y educativas de este país, la docencia como compromiso de vida y como tarea intelectual exigente.

Un sentimiento comparten estas mujeres: el orgullo de ser maestras, el orgullo de una vida dedicada a la enseñanza. Este mismo acto, estas mismas Bodas de Oro celebradas por ingenieros, o arquitectos, o contadores, sería muy diferente. El oficio de enseñar se levanta sobre muchos otros, con un aura especial. (“Be a teacher, be a heroe”, encontré escrito, en un cartel gigante, en plena avenida de Broadway, en Nueva York, en 1996).
Un oficio que puede salvar vidas, abrir mentes, descubrir talentos, ampliar horizontes, construir posibilidades y futuros ni siquiera imaginados. Ser maestro continúa siendo una de las tareas sociales más nobles, una de las pocas que, en este mundo del sálvense quien pueda, todavía se basa en el altruismo y el espíritu de servicio.

Servir a otros es uno de los modos más significativos de existencia del ser humano y una de las fuentes más importantes de realización y gratificación personal. "Revalorizar" la docencia implica, esencialmente, recuperar para la profesión y para cada maestra y maestro concretos, el orgullo de ser maestros.
En la dignidad y la valía profesional de cada maestro y maestra se juega no solo la calidad de la enseñanza en las aulas sino la dignidad de todo un pueblo.

Quito, 11 febrero, 2014

2 comentarios:

  1. Quiero Rendir homenaje a mi Maestra
    con este pequeño poema

    13 de abril
    ¡Es tu cumpleaños
    Maestro ecuatoriano!
    Maestro forjador
    de nuestra juventud.
    Tu difícil apostolado
    requiere mística,
    vocación y entrega;
    eres formador de valores,
    ciencia y cultura.
    Mi Maestra Blanca
    Margarita Abad de Velasco;
    fuisteis artífice de
    mi amor al conocimiento.
    Mi vocación médica
    me acercó más a ti,
    hasta cuando me alejé,
    dejando atrás, lo más querido.
    María Herrera Troya
    Puertollano, 13 abril 2014
    ESPAÑA

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  2. Homenaje póstumo
    A mi Sra. Blanca Margarita Abad de Velasco, insigne
    Maestra ecuatoriana, de parte de su ex alumna del
    Colegio Experimental “24 de mayo” Quito-Ecuador.
    ¡Mi Maestra, siempre!
    En este sagrado momento…
    en este instante sublime…
    de fuertes sentimientos encontrados
    la juventud, te engrandece.
    Maestra, ser idolatrado,
    sólo el Todopoderoso pudo crearte;
    son excepcionales tus cualidades
    y noble es tu corazón.
    Abnegación y cultivo
    del alma joven,
    fue su mística;
    juro ante el saber
    de su gloriosa existencia.
    María Herrera Troya
    Alumna del Sexto Curso del Colegio Experimental “24 de
    Mayo” Quito
    13 de abril de 1959
    ECUADOR

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