Recordando al Conejo - Fernando Velasco Abad

El Reyecito, su Corte y las sabatinas

Rosa María Torres

Había una vez un Reyecito mandón, monológico y malgeniado que reinaba en un Reino Insignificante, acaparaba funciones y profería insultos a granel.

"Revolución Ciudadana" llamó el Reyecito a su gobierno, coincidiendo con las iniciales de su nombre: RC. Incorporó al protocolo usar camisas bordadas indígenas y decir unas cuantas palabras en kichwa al iniciar o cerrar los discursos. Se apropió del término mashi (compañero, en kichwa), que se puso rápidamente de moda, sobre todo entre los miembros de la Corte, junto con todo un mashistyle.

Sintiéndose engañado y perseguido por Su Majestad, a quien habían apoyado, el movimiento indígena le retiró simbólicamente el Bastón de Mando que le había entregado en la posesión oficial cuatro años atrás, le desconoció como mashi, le prohibió vestir camisas indígenas y le pidió no maltratar el kichwa.

Sabatinas - Pancho Cajas
Micrófono en mano, en ruedas de prensa y en los Enlaces Ciudadanos de los sábados (popularmente conocidos como sabatinas), El Reyecito lanzaba rayos y centellas contra medio mundo, con dedicatoria especial a quienes, en la última semana, habían osado preguntar, dudar, criticar, discrepar, investigar, denunciar...

"Rendición de cuentas" llamaba El Reyecito a las sabatinas. Allí desplegaba todo tipo de cuentas y cuentos: obras realizadas y por realizar, anuncios, viajes, comilonas, conversaciones, lecturas, anécdotas, chistes, eventos, farras. A veces cantaba. Siempre captaba y piropeaba a las guapas presentes. Al final, un mashi-asistente, entre chistes y risas, traducía partes al kichwa. Cuentas propiamente - endeudamientos, presupuestos, compras, costos, despilfarros - era lo que menos se rendía.

El Reyecito aprovechaba las sabatinas para explicar a la Corte y a la plebe - dirigiéndose sobre todo a los jóvenes - que todo en el mundo se divide binariamente en dos: la Historia (antes y después del neoliberalismo, antes y después de su gobierno), la Política (los buenos y los malos), las Ideas (verdades y mentiras), las Personas (revolucionarios y 'pelucones', leales y traidores, izquierda y derecha, izquierda buena e 'izquierda infantil').

Sus familiares y los miembros de su Corte que mentían, robaban, plagiaban, estafaban o actuaban mal de algún modo era porque abusaban de su bondad y le engañaban. Muchos eran reciclados; otros, echados del palacio. Un primo a quien puso en cargos de confianza, y que terminó haciendo toda clase de tropelías, se fue a Miami al casamiento de un hijo, con permiso de El Reyecito, quien juró que volvería. Pero no volvió...



Capote -Pancho Cajas
A falta de títulos nobiliarios, los títulos académicos se volvieron muy codiciados en la Corte, no siempre con los loables y meritocráticos fines anunciados. Más de un escándalo estalló en la Corte e incluso en el círculo íntimo de El Reyecito en torno a casos de nepotismo, falsificación y compra de títulos (e.g. el primo que se fue a Miami), tesis y doctorados familiares, plagio de tesis y marcos teóricos (e.g. el segundo de la Corte).

El show sabatino, con El Reyecito de maestro de ceremonias, incluia Powerpoint, gráficos, videos, lectura de documentos, testimonios, invitados especiales, cantantes, payasos, y el infaltable monólogo real salpicado de breves intervenciones de ministros, asesores u otros miembros de la Corte que aportaban a la rendición de cuentos.

A fin de amenizar la sabatina, contrató a dos bufones encargados de LenguaNoticias, un sainete destinado a burlarse de críticos, opositores, enemigos, detractores  y traidores. Más adelante éste fue sustituido por La Cantinflada de la Semana, un segmento de video producido con el mismo fin. Segmentos similares fueron agregándose para diversión del público presente - que aplaudía a rabiar cada imitación, cada ridiculización, cada humillación de los elegidos por El Reyecito para escarnio público - y de la audiencia nacional.

Las sabatinas se transmitían a todo el Reino por radio y televisión, así como en las redes sociales, y a través de la Corte (la nacional y la internacional), expedita en repetir-reproducir-retuitear todo lo que decía el monarca, mañana, tarde y noche.
Flagelo sabatino - Pancho Cajas
Nadie escapaba a la cólera de El Reyecito pero sus destinatarios preferidos eran políticos y exfuncionarios, periodistas, indígenas, maestros, mujeres, y excolaboradores que habían renunciado a los favores del palacio y de la Corte. Ni sus propios ministros escapaban a las descalificaciones y las reprimendas públicas.

En más de una ocasión, rompió con aspaviento y violencia ejemplares de diarios opositores, retó a puños a quienes le desafiaron y hasta despidió a empleados durante la transmisión del programa.


Sábados para todos - Pancho Cajas
Grande fue la contribución de las sabatinas a la construcción de un pensamiento único, simplista y binario, en el Reino: bueno/malo, verdad/mentira, antes/hoy. Grande también su contribución al entretenimiento popular y al humor, recogido en chistes, caricaturas, graffitis, pasquines, teatro callejero, canciones, video, libros ... Grande su aporte al léxico, la educación y la cultura general de la plebe, que sábado a sábado se empoderaba para el libre ejercicio del insulto y la violencia, y veía enriquecer el repertorio de ofensas con licencia oficial para aplicarse al prójimo.

Mediocre se convirtió en un descalificador popular, aplicado sobre todo a maestros y periodistas, así como pelucón (ricachón o aniñado), aunque nadie tuviera la más remota idea acerca del origen de este término.

Infantil pasó a ser reconocido como insulto por la Real Academia del Reino. A su vez, niños y niñas se divertían llamando limitaditos a sus compañeros, a sus profesores y hasta a sus padres. En el frente machista tuvo entusiasta acogida el gordita horrorosa. Y, para los racistas, cayó como anillo al dedo el plumas y ponchos.

Sufridores y tirapiedras se convirtieron en apelativos genéricos para opositores y críticos. El sufridor era, por definición, un negador de la felicidad y el Buen Vivir que dispensaba el reino. En tirapiedras se convertía cualquier protestador, aunque jamás hubiese tirado una piedra.

De momias cocteleras bautizó a los diplomáticos de carrera, de pobre mujer a una mujer luchadora y asambleísta indígena que no le tiene miedo, de enanito con bigote a un periodista combativo asesinado por sicarios un año después.


Una de las sartas más largas fue la endosada a un periodista de un medio privado, acusado de enfermo, sicario de tinta, chiflado, inmoral, falto de ética, cobarde, desquiciado, pobre hombre, malcriado.

El Reyecito se reveló como un gran aficionado a los diminutivos: payasito, mentirosito, doctorcito, rectorcito, etc. Metidito y malcriadito le llamó al Embajador estadounidense.
Enfurecido porque le cuestionó en un artículo, llamó limitadito al Premio Nobel Varga Llosa.

¡Golpistas, desestabilizadores! - Pancho Cajas
Marica y badea cayeron de sorpresa, obligando a muchos a acudir al diccionario en este último caso, y fueron los únicos insultos que merecieron una disculpa y una rectificación pública de El Reyecito a pedido de la comunidad GLBT (Gays, Lesbianas, Bisexuales y Trans).

Terrorista
- ¡quién habría dicho! - terminó instalándose en la retórica imperial de la "Revolución Ciudadana" y no solo como insulto sino como argumento para enjuiciar y encarcelar a protestones.

La veta violenta y provocadora de El Reyecito dio pie a curiosas especialidades y ocupaciones. Algunos cronistas elaboraron listados de insultos, otros se dedicaron a a categorizarlos o analizarlos, y hasta se escribieron tesis y libros sobre el tema. Todos fueron quedándose cortos y desactualizándose frente a la incesante producción de exabruptos y epítetos.
El Reyecito y su corte (video)

Una pequeña muestra de los insultos reales fue recogida en El Reyecito y su Corte", un spot irreverente, animado en 3D, producido por la Unidad Plurinacional de las Izquierdas para la campaña electoral de enero-febrero 2013, en la cual ganó El Reyecito por tercera vez, extendiendo su mandato por cuatro años más.

Del vasto catálogo de insultos, el spot seleccionó unos pocos, entre los más populares:

* Enemigos: epíteto usual - además de traidores - para quienes contrariaban los dichos o hechos de El Reyecito.
* Ecologistas infantiles: infantil se convirtió en uno de los términos preferidos de El Reyecito, aplicable a diversos ámbitos ("izquierdistas infantiles", "ecologistas infantiles", "indigenismo infantil", etc.).
* Gordita horrorosa le endosó a una periodista que le enfrentó en una rueda de prensa, pidiéndole que contestara una pregunta.
* Prensa corrupta es como llamó a toda la prensa molesta (privada o comunitaria), a la cual atribuía todo lo malo que ocurría en su gobierno y en su Reino. De hecho, tuvo bastante éxito en convencer a la plebe que los medios privados solo dicen mentiras y que los medios oficiales solo dicen verdades. Pidió a la plebe comprar solamente la prensa oficial (concretamente, el diario El Telégrafo) y prohibió a sus ministros dar entrevistas a los medios privados.
* Limitadito fue aplicado a mansalva, como variante de mediocre, prácticamente usado como comodín.
* Caretuco (abreviatura de "cara de tuco": cínico, sinvergüenza, desfachatado) pasó a ser vocablo de uso coloquial.
* ¿Quién fue el estúpido que dijo eso? (que los indígenas constituyen el 2% de la población del Reino) preguntó El Reyecito en tensa reunión con la dirigencia indígena en el palacio, después de una masiva sublevación de la plebe en el año 2010. "Usted Sr. Presidente", le respondió un dirigente indígena. Todo el episodio quedó grabado en un video


Asdrúbal, Hoy
Temeroso de la ira real, el Consejo Nacional Electoral - siempre atento a los deseos de Su Majestad - censuró el spot, aduciendo "ataque a candidato". En el apuro, el CNE aplicó mal las culpas: se trataba, en verdad, de "ataque del candidato real". Como ya quedó dicho, la autoría de los insultos en el spot era del mismísimo Reyecito. De modo que, sin proponérselo y en su afán por congraciarse, el CNE censuró no al spot sino al propio Reyecito, a su intolerancia, su autoritarismo y despotismo.

Y ahí sigue El Reyecito, insultando, descalificando, amenazando, en sabatinas y en cadenas nacionales, ampliando su imperio mediático, plantando y ganando juicios a quienes manchan su honor, honor de Rey, que vale oro, cárcel y pedido público de disculpas. Y ahí sigue el Reino, acostumbrado ya a los insultos, incorporándolos al habla cotidiana, esperando ansioso la próxima sabatina, haciendo apuestas para ver quiénes serán los insultados de la semana. 

Alguien hacía notar que El Reyecito se ha ido pareciendo cada vez más a su caricatura. Justificaba un miembro mayor de la Corte diciendo que los excesos reales no hay que entenderlos como injurias sino como "frontalidad típica de los costeños". Explicaba por su lado un cronista que a los ecuatorianos nos gusta el autoritarismo ... Y dicen los analistas que la violencia (verbal y física) ha sido siempre ingrediente fundamental de la política por estos lares.

En cuanto a mí, no deja de asombrarme la pasividad de este pueblo. Lo cierto es que nunca nadie le pisó tanto el poncho y, esta vez, a título de "Revolución Ciudadana", "Buen Vivir" y "Socialismo del Siglo XXI".

Referencias / Para saber más
» Payasita intrascendente, El Comercio, 9 mayo 2013
» Correa y Pallares, Hoy, 18 abril 2013
» Entonces, ¿todo a golpes, señor Presidente?, José Hernández, Hoy, 31 marzo 2013
» Al ecuatoriano le gusta el autoritarismo, entrevista con Vladimir Serrano, Hoy, 4 febrero 2013» 'La palabra en libertad vence al miedo y perdura'. Discurso de Iván Carvajal al recibir el premio a las libertades Juan Montalvo en Quito, Hoy, 3 febrero 2013

» "Gracias, Señor Presidente, Usted alimenta nuestro humor": Francisco Febres Cordero, El Comercio, 3 febrero 2013
» El humor consigue enfurecer al poder, Hoy (Opinión), 2 febrero 2013
» Hagiografía del Dr. Ralph Belt, PIS y la Revolución Citadina
, por Francisco Sánchez, 7 dic 2012

» 'Tenía una chompa Nike y dice que es indígena', entrevista a Francisco Sánchez, creador del personaje Ralph Bell (Rafael Correa).
» LenguaNoticias cuesta USD 14,600 mensuales, Hoy, 24 octubre 2012
» Insultos: Un elemento imprescindible de la política ecuatoriana, El Comercio, 8 agosto 2012