Recordando al Conejo - Fernando Velasco Abad

Ecuador: Tu juventud te ama


 Rosa María Torres


Memoria del Encuentro Nacional de Alfabetizadores Estudiantiles,
Campaña Nacional de Alfabetización “Monseñor Leonidas Proaño”

(Quito, 21-23 Septiembre de 1989),
Ministerio de Educación-UNICEF, Quito, 1990.
Para mi hijo Juan Fernando


Y, finalmente, llegó el día. Aquí están reunidos, en este gran Encuentro Nacional de Alfabetizadores Estudiantiles, cerca de 800 jóvenes de los dos últimos años del colegio de todas las provincias del país, convocados a analizar la educación nacional y a proponer cambios para ésta.

Rostros familiares asoman por todos lados, muchachos y muchachas a quienes he conocido y de quienes he aprendido tanto en este vertiginoso tra­jín de la campaña de alfabetización. Aquí están, bulliciosos y triunfantes, estos jóvenes que me fue­ron ratificando, paso a pa­so, que la cam­paña valía la pena. Aquí están asom­brosamente jun­tos varios de los protago­nistas de estos reporta­jes, con quienes com­par­tí por un instante sus clases, sus charlas, sus gozos, sus dudas y penurias en esta tarea hoy concluida de la alfabeti­zación.

Aquí está la parlanchina jefa de brigada de Chimbo­razo, la alfa­betiza­dora de Napo que me recibió con el himno na­cio­nal, la animadora lojana del En­cuen­tro Cantonal de Catamayo, varios de los alfabetizadores presentes en los En­cuen­tros Provinciales de Imbabura y Pichincha, la delegación es­tu­diantil azuaya que me recibió en el aeropuerto de Cuenca y me convocó solemnemente a una reunión "entre autoridades". Aquí están va­rios de esos jóve­nes con qui­enes compartí programas de radio y televisión, en­tre­vistas, acaloradas discusiones públi­cas. Aquí está Juan Fernando, mi hijo alfabetizador.

¡Cuánto han crecido en estos cinco meses! Cuando los co­no­cí, supe que muchos de ellos serían elegidos por sus compañeros para llegar a este Encuentro. Aquí están, seguros de sí mismos, satis­fechos de haber cumplido con una tarea que muchos creyeron imposible, foguea­dos por el propio proceso de la alfabetización, vic­to­riosos sobre las mil y un batallas que están detrás de esta anhelada dele­gación al Encuentro.

Aquí están. Los vi llegar el primer día, bajar de los buses como si los hubiesen tomado en la esquina (varias delegaciones viaja­ron toda la noche o todo el día), en­trar al coli­seo alborotando con consignas y vivas a sus respectivas provin­cias, inscribirse en la mesa de computación, quejarse desde el primer momento. Aho­ra se van, cuatro días des­pués, alegres y tristes al mismo tiem­po. Bien saben ellos que éste ha sido un acontecimiento excepcio­nal, úni­co, difícilmente repetible. Así lo dejan dicho muchos en sus eva­luaciones finales, con la sensación de haber parti­cipado de algo extraordinario, de ser parte de una genera­ción y un grupo privilegiados y, por eso mis­mo, con la sensación del nunca más.

Los periódicos murales

El miércoles, víspera del inicio del Encuentro, mientras iban llegando las delegaciones de las diversas provincias, se dedicó por entero a la elaboración de periódi­cos mura­les sobre la campa­ña.

Fo­tos, dibujos, cartas, poemas, diarios de campo, banderines, hojas volantes, boletines, periódicos, recortes de noticias, Do­cumentos de Trabajo, carteles silábicos, tra­ídos por las delega­ciones, se complementaron con el material que se les pro­porcionó aquí: papel, cartulina, lápices, pin­tura, bro­chas, pin­celes, mar­cado­res, planchas de madera y espumaflex, mas­kin tape, pega, cin­tas, fideos, tijeras, reglas, chin­ches... Todo jun­to en un amplio y luminoso salón convertido en taller de creati­vidad, don­de se pin­taba, dibujaba, recortaba, pegaba y ar­maba sobre mesas o sobre el suelo, de pie, sentados, en cu­cli­llas y hasta acostados.

El resultado: una producción asombrosa, fruto de una laboriosi­dad, una imaginación y un entusiasmo indescriptibles. Cada mural mejor que el otro. Artistas a granel. Dibu­jantes extraordinarios, algunos. Grupos enteros inventando lemas y consignas. Documentos de Trabajo despanzurrados por todo lado, sir­viendo de muestra a los dibujantes que imitaban, en tamaño gigan­te, las caricaturas. Todo ello animado con música a todo volumen, tarareada y meneada por todos, por momentos en franco baile.

Al final del día, cada delega­ción fue lle­vando su mural al coli­seo, donde se colo­caron y mantuvieron en exposición perma­nente hasta el final del Encuentro.

Agenda y modalidad de trabajo


Habíamos propuesto tres preguntas como eje del Encuentro:


1.
¿Qué tenemos que decir sobre nuestro sistema educativo nacio­nal?

2.
¿Qué propuestas tenemos para el futuro de la educación en nues­tro país?

3.
¿Qué medidas concretas podemos sugerir para implementar rea­lis­tamente los cambios propuestos?

 
Estas preguntas serían discutidas simultáneamente en 33 talle­res, cada uno integrado por entre 20 y 25 alfabetizado­res provenientes de las distintas provincias. Los propios jóvenes coordinarían dichos talleres, eligiendo para ello a un moderador y a un relator en cada grupo.

El Plenario de Relatores, a su vez, se reuniría diariamente des­pués de la jornada de trabajo para socializar y resumir las con­clu­siones de cada uno de sus gru­pos, y designaría una Comisión de Relatoría, integrada por tres alfabetizadores, la cual se encar­garía de redactar el Informe Final, y de leerlo y entre­garlo al Ministro de Educación durante la sesión de clausura.

Esto es, en efecto, lo que se hi­zo. La Memoria del Encuentro, que será publicada en breve y distribuida ampliamente, recogerá en materiales testimoniales, fotografías, boletines in­ternos, carteles y pancartas, murales, discursos, evaluaciones escritas de puño y letra de los alfabetizadores, lo que este breve reportaje no puede hacer para dar cuenta de la riqueza de este evento.

Inauguraciones, bailes y elecciones


El trabajo se inició el jueves. Primero vino la sesión inaugural. Discursos emocionados del Ministro de Educación y de miembros del Comité Eje­cutivo de la campaña, rematados por una alfabetizadora de la delegación de Esmeraldas, en re­presentación de los partici­pantes. Un error de coordinación con la banda en­cargada de ameni­zar el cierre con el es­perado "Himno de la Gran Batalla", dedica­do a la campaña, desató la fiesta. La banda irrum­pió con un paso­doble y los jóvenes se precipitaron convirtiendo al coliseo en imprevista pista de baile. Visto desde el es­tra­do, aquello daba la apariencia no de una inau­guración sino de una cla­usura...

Los 33 talleres empezaron por elegir a su respectivo moderador y relator. Los jóvenes valoraron y acogieron con interés el proce­dimiento pro­puesto para dicha elección: en vista de que los miembros de cada taller no se conocerían entre sí, quienes desearan ser elegidos para esas dos funcio­nes de­bían proponerse voluntariamente, argumen­tando por qué querían ser elegidos.

Ser moderador o rela­tor era no solo un orgullo sino una res­ponsa­bilidad, que suponía trabajo adicional y renuncia a horas de des­canso y actividades de recreación. Quizás ello explica por qué, en algu­nos grupos, hubo necesi­dad de llamar a la coopera­­ción, ante la ausencia de candidatos voluntarios. Pero la norma fue más bien, en la mayoría de talleres, la proli­fera­ción de can­dida­tos compi­tiendo a brazo partido por su desig­na­ción.

Los jóvenes opinan sobre la educación


Tres días se dedicaron a analizar las tres preguntas. Distribui­dos en 33 aulas de la Universidad Católica de Quito, los jóvenes trabajaron en ellas con en­tusiasmo, liberán­dose de la censura y de la autoridad, dando rienda suelta a la crítica y a la ima­ginación.
¿Cómo puede sentirse, al fin y al cabo, un joven estu­diante, ama­mantado en su rol de alumno, amor­dazado por doce años de escolari­zación, súbitamente convocado a opinar y propo­ner, como voz calificada y legítima, en torno a la educación na­cional?

Incluso los grupos que, el primer día, empezaron hurgando los lados positivos del sis­tema educativo, terminaron encontrando que la búsqueda era infructuosa. Conclusión uná­nime: nuestra educa­ción anda mal y es preciso modi­ficarla radi­calmente. La mon­taña de papelógrafos que resultó de las relato­rías de los 33 ta­lleres constituye una crí­tica maciza y sin contemplaciones a nues­tro sistema educa­tivo. Como para provo­car infartos entre autoridades educacionales y maestros de viejo cuño. Y, sin embar­go, promovida esta vez por una campaña de alfa­betización impulsa­da por el go­bierno y con el aval y la compla­cencia del propio Ministerio de Educa­ción.

En términos sencillos y directos, sin tecnicismos y sin tapujos, con la espontanei­dad de la juventud y con la sabidu­ría que dan años de haber experimentado vivencialmente la tortura de las au­las, los jóvenes plantearon sus cuestionamientos y sus propuestas para el sistema educativo. Imposible tomar todo al pie de la letra y pensar en delinear, a partir de allí, una nueva política educacional. Pero imposible también desconocer el punto de vista de los jóvenes, sabios en la identificación de los vicios de nuestro sistema educativo y de sus vías de resolución. Vale la pena transcribir aquí literalmente lo que los propios jóvenes, resumiendo las re­latorías de los talleres, registraron en su In­forme Final:


¿
Qué tenemos que decir sobre nuestro sistema educativo nacio­nal?

- Nuestra educación carece de originalidad.
- No es liberal ni crítica.
- Es una educación memorística.
- No es democrática ni participativa.
- Educación competitiva.
- Educación facilista.
- Educación mecanicista.

- Educación regionalista, discriminadora, racista.
- Falta de actualización de los conocimientos que se imparten.
- Los estudiantes somos receptores pasivos.
- La educación no está adaptada al medio, los textos no corres­ponden a la realidad.
- Hay descoordinación entre los diferentes niveles educativos.
- El pénsum de estudios es extenso, con muchos conocimientos in­necesarios.
- La educación es mediocre. Se enseñan las cosas a medias.
- Hay una situación de desventaja del alumno respecto del profe­sor.
- La educación técnica no utiliza correctamente nuestros recursos naturales.
- No hay un sistema de calificaciones estable.
- La elección de especialización en tercer curso es demasiado temprana.
- No hay atención a la educación rural.
- Hay provincias privilegiadas en cuanto a infraestructura, fon­dos, etc.
- Mala distribución del profesorado en el territorio nacional.
- Exceso de profesionales en diferentes ramas que no ejercen la profesión y se dedican a la docencia.
- Demasiada influencia de "palancas" en el sistema educativo.
- La educación particular a veces tiene fines de lucro.
- Se crean nuevos planteles educativos pero no se mejoran los ya existentes.
- Hay desinterés por la educación de personas con defectos físi­cos.
- Falta infraestructura educativa.
- Injusta distribución de bonificaciones en el sector magiste­rial.
- Falta de identidad con la cultura propia.
- Quemeimportismo entre maestros, alumnos y padres de familia respecto a la educación.
- Falta de autovaloración de los estudiantes.
- Hay demasiadas vacaciones.
- Procedimientos no éticos ni morales tanto entre profesores como entre alumnos.
- Influencias políticas al asignar cargos de docencia.
- Utilización de la educación para hacer proselitismo político.


¿
Qué propuestas tenemos para el futuro de la educación en nuestro país?

- Reestructuración completa de la estructura educativa.
- Que se revise la concepción pedagógica de la educación.- Sistema de calificaciones de acuerdo a la capacidad y el esfuerzo del alumno.
- Dar cursos de capacitación pedagógica a los profesores.
- Que la cultura e información extranjeras sean solo información general.
- Que no se politice la educación.
- Que se profundice en el estudio de las materias de especiali­dad.
- Distribución de los centros educativos en zonas urbanas y rura­les de acuerdo al porcentaje de la población.
- Que la educación busque aprovechar los recursos del medio.
- Crear y perfeccionar los departamentos de orientación vocacio­nal.
- Una educación no elitista ni discriminadora.
- Que se creen carreras cortas y técnicas.
- Que se cumpla con el 30% del presupuesto general del Estado a la educación.
- Mayor atención a la educación de la niñez.
- Que se creen programas educativos en los medios de comunica­ción.
- Que se dé mayor atención a la educación de personas con limitaciones físicas.
- Un plan nacional de formación y concientización sobre la importancia de la educación.
- Parar la comercialización de la educación.
- Que se dote de colación escolar a todos los niveles educativos.
- Dotación de materiales didácticos, particularmente en las zonas rurales.
- Mayor sueldo a los profesores rurales.
- Que exista secuencia de los programas educativos entre la escuela, el colegio y la universidad.
- Útiles escolares gratuitos para las personas de escasos recur­sos económicos.


¿
Qué medidas concretas podemos sugerir para implementar rea­lista­mente los cambios propuestos?

- Supervisión constante y efectiva por parte de las autoridades educacionales.

- Ley de participación estudiantil y del dirigente estudiantil en las juntas de curso.
- Que sean los alumnos quienes desarrollen los temas de clase, para así formarnos en el sentido crítico y la responsabilidad.

- Una nueva forma de evaluación que fomente el razonamiento y no la memoria. 
- Los maestros deben tener preparación psicopedagógica y una renovación constante de conocimientos.
- Igual trato a todos los colegios por parte del Estado.
- Dar prioridad a la educación aumentando el presupuesto y dejando de lado el armamentismo. 
- Implementación de departamentos de orientación vocacional desde la escuela primaria.
- Dar prioridad a las materias de especialización en el ciclo diversificado, disminuyendo horas de cultura general.
- Nuevos programas acordes con la realidad nacional.
- Despolitización de los puestos del magisterio.
- Mayor remuneración a los maestros y especial atención a los de las zonas rurales.
- Creación de institutos para personas impedidas.
- Creación de carreras técnicas acordes con la realidad nacional.
- Equipar a los planteles con laboratorios y talleres que tengan maquinarias y los materiales didácticos necesarios.
- Abolir la comercialización de los títulos de bachiller.
- Construcción de vías de acceso para facilitar la movilización en las áreas rurales.
- Creación de universidades en ciudades que se encuentran en ple­no desarrollo.
- Que funcione mejor la comisión reguladora de costos.
- Cumplimiento de la ley del libro. Que se proporcione libros específicos, actualizados y con precios populares.
- Control de la zonificación escolar.
- Establecer la obligatoriedad de los cursos de nivelación para la entrada al colegio.
- Estabilidad del personal docente a lo largo del año lectivo.
- Que al maestro se le asignen las materias de acuerdo a su espe­cialidad.
- Exigir la participación de los medios de comunicación para incentivar y desarrollar la educación nacional.

Problemas nunca faltan


Problemas organizativos no faltaron, y los jóvenes fueron los más expeditos en no­tarlos y hacérnoslos notar. El primero: la asigna­ción del alo­ja­miento. Las de­legaciones habían sido distribuidas por provin­cias en diversos hospedajes (hoteles y casas de retiro) de Quito y del Valle de Los Chillos (a media hora de la ciudad). Las que­jas no se hicieron esperar: los que esta­ban en casa de retiro protesta­ban por el privilegio de los que estaban en hotel; los que esta­ban fuera de Quito protestaban por la lejanía. De hecho, a los organizadores nos faltó sensibilidad para anticipar que mu­chos jóvenes venían por primera vez a la ca­pital e incluso salían por primera vez de su provincia.

El segundo gran problema fue la comida: mala ca­lidad, largas co­las, larga espera. Cerca de 1000 personas, en­tre estudiantes, pro­fesores, autorida­des provinciales y organiz­ado­res del evento, debían ser atendidas duran­te dos refri­gerios y un almuerzo diarios, ofrecidos en el propio local del evento. Las variantes que se en­sayaron cada día no lograron el milagro de un servicio eficiente, rápido y de cali­dad.

Un problema fue el propio conflicto entre jóvenes (estu­diantes) y a­dultos (maestros). Este era, definiti­vamente, un encuentro juvenil: decidí que los jóvenes estaban y debían estar en el cen­tro, y que los adultos no debían interferir. No todas las autoridades provinciales de la campaña y los profesores que habían venido acompañando a las delegaciones estuvieron dispuestos a entenderlo. Cues­ta que esta socie­dad de adultos ceda, aunque sea por una ún­ica vez, el espacio a los jóvenes. No es fácil que el profesor, formado en la sacra­lización y la pleitesía, acepte, incluso en condiciones ex­cepcionales, la subordinación y el segun­do plano frente al alum­no.

Clausura, evaluaciones y despedidas


Carteles, pancartas con consignas, discur­sos, aplau­sos, vivas, emociones, evaluaciones finales, certifica­dos, abrazos, au­tógra­fos, intercambio de direcciones, despedidas, lágrimas, promesas, buses que se llenan, manos y pañuelos que se agitan, y la incon­mensurable soledad de un espacio hasta hace un mo­mento desbordan­te de bulla, color y entusiasmo, y ahora lleno de ba­sura por to­dos la­dos. El Encuentro ha concluido. Por primera vez se me hace evidente, inobjetable, que la campaña también. Y ello es motivo de alegría pero también de desolación.

Los jóvenes se han ido felices, orgullosos de ser jóvenes, de haber hecho nuevos amigos, de haber roto con el provincianismo y el regionalismo, de haber alfabetizado, de haber dicho su palabra sobre la educación, de haber hecho algo grande por su país, de ser ecuatorianos. Ha sido un gran Encuentro y eso es lo que cuenta. Así lo expresa la inmensa mayoría en la hoja de evalua­ción, con le­tras garrapatea­das e incontables errores orto­gráfi­cos, expre­sión al fin y al cabo de la realidad educativa de este país.

Pero este país no podrá olvidar nunca que son estos jó­venes que escri­ben error con H los que han ense­ñado a leer y es­cribir a decenas de miles de ecuatorianos; los que se han ganado el premio a los De­rechos Humanos "Mon­señor Leoni­das Proaño", otorgado anualmente por la Asociación Latino­ame­ricana para los Derechos Huma­nos (ALDHU), y que, para cuando este libro salga a la luz, habrá sido anunciado públicamente y entregado a los alfabetizado­res en una ceremonia especial.

Son los jóvenes mismos quienes mejor han comprendido el sentido, la importancia y el profundo valor de este Encuentro. Salvo con­tadísimas excepciones, los medios de comunicación apenas si lo destacaron a lo largo de es­tos días: jóvenes estudiantes reu­nidos para analizar la edu­cación nacional,
¿a quién le interesa?. Pe­riodistas y camaró­gra­fos estu­vieron atentos a los actos de inauguración y clausura, apuntando grabadoras y cámaras hacia el es­trado, pendientes - en la mejor tradición periodística nacional - del Ministro y las autoridades. Abajo y por todos lados, en el graderío, los corredores, los jardines y las au­las, transcu­rría el Encuentro, virtualmente anónimo a los ojos del país.

Mañana, 24 de septiembre, en la ciudad de Riobamba, tendrá lugar el acto ofi­cial de clausura de la campaña. Estarán representantes del cuerpo diplomático y los organismos internacionales, altas autoridades del gobierno y de la campaña, habrá discursos, espec­táculos vis­tosos, ban­das, música, artistas, al­muerzos, brindis, homenajes. Una comisión de alfabetizadores estudiantiles dele­gada por este Encuentro estará presente y entregará el In­forme Final al Presidente Borja. Con todo, ese será el acto formal de clausura de la campaña. Este Encuentro Nacional, puertas adentro, protagoni­zado por la juventud alfabetizadora, es su verda­dera cul­mina­ción, la culminación que esta campaña mere­cía.

Ahora, mientras escribo estas líneas, sigo con la mirada fija en ese gran mural que, para mí, ha estado todo el tiempo presi­diendo el Encuentro, colgado al fondo de una grade­ría late­ral, que vi pintar, recortar y colocar a un joven quiteño durante el primer día, y que continúa emocio­nándome. El cartel, como si resumiendo el espíritu de esta campaña y de este Encuentro, decía:
 
ECUADOR: TU JU­VENTUD TE AMA.


* Incluido en: Rosa María Torres, El nombre de Ramona Cuji (Reportajes de la Campaña Nacional de Alfabetización “Monseñor Leonidas Proaño”), ALDHU / Editorial El Conejo, Quito, 1990.


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