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¿Cómo le fue al Ecuador en PISA-D? (2017)



El Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA) de la OCDE evalúa competencias en tres áreas - lectura, matemáticas y ciencias - y viene aplicándose desde el año 2000, cada tres años, a jóvenes de 15 años. 
En 2014 la OCDE creó PISA-D (PISA for Development, PISA para el Desarrollo), una iniciativa para atraer la participación de países de ingresos bajos y medios. Rafael Correa decidió incluir al Ecuador en PISA-D. 7 países participaron en esta primera aplicación: Camboya, Ecuador, Guatemala, Honduras, Paraguay, Senegal y Zambia. La prueba se aplicó en 2017. Los resultados de dieron a conocer en Quito el 11 de diciembre de 2018.  
En el Ecuador PISA-D se aplicó a más de 6.100 jóvenes de 15 años en 173 planteles educativos, fiscales, fiscomisionales, privados y municipales, elegidos de manera aleatoria. Los estudiantes se encontraban cursando entre 8° de Educación General Básica (EGB) y 3° de Bachillerato.
Incluyo abajo tres informes sobre PISA-D en el Ecuador: el preparado por la OCDE, el preparado por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEVAL) y un resumen/análisis del BID. 
El Ecuador no participó en PISA 2018. Tampoco participó en PISA 2022. El gobierno de Guillermo Lasso decidió pagar la inscripción en PISA para participar en 2025.

Informe OCDE - PISA para el Desarrollo, Resultados en Foco, PISA en Foco No. 91, París, 2018

https://www.oecd.org/pisa/pisa-for-development/PISA_D_Resultados_en_Foco.pdf 

El 11 de diciembre de 2018 la OCDE dio a conocer los resultados de PISA-D. Ese día tuvo lugar en Quito el acto de presentación del informe internacional preparado por la OCDE (PISA for Development, Results in Focus, Dec. 2018, en inglés) y en español.

Resumen ejecutivo


Informe INEVAL (2018)
Informe nacional elaborado por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa - INEVAL (en español).
http://www.evaluacion.gob.ec/evaluaciones/pisa-documentacion/

Los estudiantes ecuatorianos obtuvieron un promedio de 377 puntos en matemáticas (nivel 1a), 408 en lectura (nivel 2), y 399 en ciencias (nivel 2). 
El nivel 2 es considerado básico. El promedio de los países de la OCDE fue 490, 493 y 493. 

El factor que mayor influencia tuvo sobre los resultados es el socioeconómico con una diferencia de alrededor de 100 puntos entre quienes asisten a planteles con más y menos recursos, lo que equivale a más de 3 años de escolaridad según lo establecido en PISA y PISA-D.

Los resultados académicos en el Ecuador est
án más asociados al nivel socioeconómico que en los países de la OCDE. Eso significa que los estudiantes tienden a asistir a planteles en los que la mayoría de sus compañeros pertenecen a un entorno socioeconómico similar. En promedio, en los países de la OCDE, los colegios están más estrechamente vinculados con los resultados de sus estudiantes que con sus recursos socioeconómicos. 

En el Ecuador hay una diferencia significativa entre el desempeño de los estudiantes de escuelas urbanas y rurales en lectura (19 puntos de diferencia). Si vemos los resultados de los países de América Latina y el Caribe, el Ecuador se encuentra dentro de la media. Sin embargo, al ampliar el panorama hacia el resto del mundo las puntuaciones del Ecuador son inferiores al promedio de la OCDE en las tres áreas evaluadas.

El gráfico de abajo resume los resultados de los 7 países participantes en Lectura, Matemáticas y Ciencias. El Ecuador está mejor que los otros países de PISA-D pero muy lejos de los países de la OCDE en los tres ámbitos.

En promedio, 49.4% de los jóvenes ecuatorianos alcanzó el nivel 2 (básico) en Lectura (79.9% en los países de la OCDE), 29.1% alcanzó el nivel 2 en Matemáticas (76.6% en los países de la OCDE) y 43% alcanzó el nivel 2 en Ciencias.

Obtuvieron 377 puntos en Matemáticas (nivel 1a), 399 puntos en Ciencias (nivel 1a) y 409 puntos en Lectura (nivel 2). Cada área tiene 6 niveles. El nivel 2 es considerado el nivel básico.




Características y objetivos de PISA-D

PISA-D incluye nuevas características y mejoras para que la evaluación sea más accesible y relevante en países de ingreso medio y bajo. La prueba tiene estas características y mejoras:

- El mismo tratamiento para las tres asignaturas evaluadas: Lectura, Matemáticas y Ciencias.

- Instrumentos cognitivos cubren un mayor espectro de rendimiento en los niveles más bajos, al tiempo que arrojan resultados que abarcan todo el marco de PISA y que pueden compararse con los resultados del estudio PISA.

- Instrumentos cognitivos modificados y con menor carga lectora, respondiendo a los niveles más bajos de competencia lectora en los países de ingreso medio y bajo.

- Los cuestionarios de contexto de PISA-D amplían la medición de los recursos de los estudiantes y las instituciones educativas más allá de las escalas que trabaja PISA, a fin de describir situaciones de pobreza y desventaja socioeconómica, o bien de instalaciones y equipamientos escolares inadecuados.

Resultados

Los resultados de PISA-D se agruparon en cuatro apartados: logro y desempeño académico, bienestar estudiantil, recursos destinados a la educación, y entorno familiar y comunitario.

Los resultados van del nivel 1 al 6. El nivel 1 se subdivide en 1a, 1b y 1c.

El marco conceptual de PISA y PISA-D establece el nivel 2 como el nivel básico de habilidades para poder desenvolverse en los ámbitos educativo y social. 

- 62,7% de los estudiantes estaba matriculado entre 10° de Educación General Básica (EGB) y 1° de Bachillerato.
- 31,5% estaba en 2° de Bachillerato.
- se estima que en 2017 9% de la población de 15 años en el Ecuador no estaba inscrita en el sistema educativo (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, 2017).

Desempeño de los estudiantes ecuatorianos

El Ecuador tuvo el mejor desempeño entre
 los países que participaron en PISA-D

Los resultados del Ecuador se ubican en la media de los países de América Latina y el Caribe. Los resultados están ligeramente sobre la media regional en lectura y ciencias, y bajo la media en matemáticas. Como referencia, en ALC el 51,2% de los estudiantes no alcanzó el nivel 2 en lectura, el 55,8% en ciencias y el 69% en matemáticas.

Los resultados del Ecuador están muy por debajo de los países de la OCDE.

Desempeño en Lectura
50% de los estudiantes ecuatorianos se ubicaron por debajo del nivel 2 (nivel básico) en Lectura. En el nivel 2 los estudiantes solo pueden leer textos sencillos y familiares y entenderlos de manera literal. Pueden demostrar cierta capacidad de asociar diversos datos, elaborar conclusiones que van más allá de la información explícita y conectar un texto con sus experiencias y conocimientos personales.

Desempeño en Matemáticas
70% de los estudiantes ecuatorianos se ubicaron por debajo del nivel 2 (nivel básico) en Matemáticas. En el nivel los estudiantes pueden realizar procedimientos rutinarios como una operación aritmética, en situaciones en las que se les facilitan todas las instrucciones. Además, pueden interpretar y reconocer cómo representar matemáticamente una situación sencilla (por ejemplo, comparar la distancia total de dos rutas alternativas o convertir precios a otra divisa).

Desempeño en Ciencias
52,7% de los estudiantes ecuatorianos se ubicaron por debajo del nivel 2 (nivel básico) en Ciencias. En el nivel 2 los estudiantes pueden recurrir a sus conocimientos básicos sobre contenidos y procedimientos científicos para interpretar datos, identificar la pregunta que se está haciendo en un experimento sencillo o deducir si una conclusión es válida basándose en los datos proporcionados.

Equidad del aprendizaje

Género
- El desempeño medio en Lectura fue menor en el caso de los hombres que en el de las mujeres (8 puntos de diferencia).  
- La diferencia de desempeño en Ciencias fue de 15 puntos a favor de los hombres.
- En Matemáticas, los hombres obtuvieron 20 puntos más que las mujeres.
Según el marco conceptual de PISA, 30 puntos representan un año escolar.

Nivel socio-económico
- El Ecuador muestra una relación estrecha entre nivel socioeconómico alto y desempeño alto.
- 25% de los estudiantes con nivel socioeconómico bajo tiene una probabilidad tres veces mayor de tener un nivel de desempeño menor al nivel 2 en todas las áreas evaluadas en PISA-D.

Salud, bienestar y actitudes frente al aprendizaje
- PISA-D pidió a los estudiantes su autopercepción de salud, bienestar y actitudes hacia el aprendizaje.
- La mayoría de los estudiantes del Ecuador que participaron en PISA-D dijeron tener buena salud, alta satisfacción con la vida y buena actitud hacia el aprendizaje.

Autopercepción de la salud y satisfacción con la vida
- 1 de cada 10 estudiantes declaró que su salud era mala o aceptable.
- 26% de los estudiantes dijo que su salud era buena, 34% dijo que era muy buena y 3 de cada 10 dijeron que era excelente. Los problemas de salud más frecuentes declarados fueron gripe y problemas gastrointestinales.
- 14,5% de las mujeres describieron su salud como «mala» o «aceptable» frente a 6,3% de los hombres.
- en promedio, los estudiantes dijeron estar satisfechos con su vida (8,4 en una escala de 0 a 10).
- los estudiantes con un índice socioeconómico bajo tienen 1,4 veces mayor probabilidad de reportar baja satisfacción con la vida.
- 31,7% de los estudiantes reconoció sentirse solo al menos una vez a la semana. Las niñas experimentan más sentimientos de ansiedad y depresión que los niños.

Autopercepción en relación al aprendizaje
- la mayoría de los estudiantes reflejó una percepción positiva del colegio y de lo que han aprendido.
- 97,5% dijo que es importante esforzarse en el colegio y el 96,6% que el colegio le han enseñado cosas que podrían ser útiles en un trabajo.
- las actitudes positivas hacia el colegio fueron más altas entre las niñas.

Entorno escolar y comunitario

- la gran mayoría de estudiantes (92,6%) dijo sentir que pertenece a su colegio.
- la violencia afecta a gran parte de los estudiantes. 38,8% declaró que en su colegio o en los alrededores había ocurrido al menos un incidente violento en las cuatro semanas previas a la evaluación. 99,7% de los estudiantes asistía a instituciones educativas donde se reportó un incidente violento.
- cerca del 12% de los estudiantes dijo haber faltado a clase más de tres meses seguidos. Los motivos más frecuentes fueron: enfermedad, cuidado de un familiar enfermo o no enfermo, problemas de transporte, y ayuda en labores domésticas o de agricultura en el ámbito familiar.
- 39% de los estudiantes declaró que sus padres (o alguien de su familia) hablaban con ellos sobre cómo les iba en el colegio; 87% dijo que sus padres les animaban a sacar buenas notas; 83% dijo que sus padres hablaban con ellos sobre su futura educación.

Recursos para la educación
- Según el Ministerio de Economía y Finanzas en 2017 el gasto público en educación en el Ecuador fue el 13,9% del total del gasto público, equivalente al 4,6% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional.
- El estudiante promedio asiste a un colegio en el que hay 23 estudiantes por cada profesor, cifra menor al promedio de países participantes en PISA-D (28 estudiantes).
- PISA-D solicitó a los directores de escuelas informar sobre la disponibilidad y el estado de la infraestructura básica (techo, ventanas, puertas, etc.) y los servicios (agua potable, alcantarillado, baños, electricidad). A los maestros se les preguntó sobre la disponibilidad y condición de las instalaciones educativas (biblioteca escolar, gimnasio, sala de arte y música) y de los recursos de instrucción, desde libros de texto y pizarras hasta computadoras. Finalmente, tanto a los profesores como a los directores de las escuelas se les preguntó sobre la disponibilidad de libros de texto, la mayor parte de los estudiantes en Ecuador cuentan con libros de texto para las materias evaluadas.
- Según los informes de los directores de escuelas, 25% de los estudiantes están en escuelas con inodoros en malas condiciones (o no están disponibles); 36% en escuelas donde no hay rampas de acceso; 60% en escuelas que carecen de conexión a Internet. La mayoría de estudiantes asiste a escuelas donde, según los directores, hay suficientes libros de texto para cada alumno.

Conclusiones

Los resultados de PISA-D deberían servir como insumo para mejorar la calidad de la educación en el Ecuador.

Entre los países que participaron en PISA-D, Ecuador tuvo el mejor desempeño en todas las materias evaluadas. Sin embargo, la mayoría de los estudiantes no alcanzó el nivel 2 en matemáticas ni en ciencias. Además, hay una brecha significativa en el desempeño en matemáticas entre hombres y mujeres, y en todas las materias entre estudiantes con un índice socioeconómico alto y aquellos que tienen un índice socioeconómico bajo.

En lo que respecta a bienestar estudiantil, la mayor parte de los estudiantes de Ecuador tienen buena salud, satisfacción alta con la vida y buena actitud hacia el aprendizaje. La mayoría se siente a gusto en su colegio, los docentes y directivos tratan de crear un ambiente inclusivo. Sin embargo, la mayoría de estudiantes ha experimentado situaciones de violencia dentro o en los alrededores de los centros educativos. También existe un porcentaje importante de estudiantes que han faltado por más de tres meses a clases.

En cuanto recursos materiales e infraestructura, los datos de PISA-D nos indican que la mayoría de estudiantes asiste a instituciones que cuentan con servicios e implementos básicos, incluso hay instituciones educativas en áreas rurales mejor equipadas que en áreas similares en otros países en la región, sin embargo, se debe trabajar en mantener estas instalaciones en buen estado. Es importante también enfatizar en la necesidad de contar con docentes capacitados que puedan dotar a los estudiantes de las habilidades que necesitan para el futuro.

Al considerar estos resultados y tomando en cuenta los objetivos nacionales e internacionales en lo que respecta a educación, se puede iniciar a trazar un plan de acción para mejorar la calidad de la educación a nivel nacional.

Dentro del Plan Nacional de Desarrollo 2017-2021 (Senplades, 2017), el primer objetivo es «Garantizar una vida digna con iguales oportunidades para todas las personas». Una de las políticas de ese objetivo es garantizar el derecho a una educación de calidad.

Las metas relacionadas con educación apuntan a incrementar: la tasa neta de asistencia ajustada en Bachillerato, el porcentaje de personas de 18 a 29 años con Bachillerato completo, la tasa bruta de matrícula en educación superior en Universidades y Escuelas Politécnicas, y la tasa bruta de matrícula en educación superior de nivel técnico y tecnológico. Es por esta razón, que los resultados de PISA-D son de gran importancia para poder tomar las acciones necesarias para alcanzar estas metas, ya que proveen de información relevante y pertinente de un segmento de la población que está próximo a culminar sus estudios de Bachillerato.

Desempeño académico: lectura, matemáticas y ciencias

49% de los estudiantes alcanzó el nivel mínimo de competencia en lectura, 29% en matemáticas y 43% en ciencias.

Brecha urbano-rural: Los estudiantes en escuelas urbanas obtuvieron mejores resultados que en escuelas rurales. En lectura la diferencia es de 19 puntos.

Nivel socio-económico: Los estudiantes con un nivel socio-econ
ómico alto tienen 3.2 veces más probabiidad de alcanzar por lo menos el nivel 2 en matemáticas.

Hombres-mujeres: Las niñas tienen 8 puntos más que los niños en lectura. En matemáticas los niños tienen 20 puntos más que las niñas.

Satisfacción con la vida: Estudiantes con un nivel socio-econ
ómico bajo tienen 1.4 veces más probabilidades de reportar baja satisfacción con la vida.

Apoyo familiar y comunitario: 27% de los estudiantes dijo que nunca o casi nunca discute con sus padres sobre su desempeño en el colegio.

Calidad de la enseñanza: 6.4% de los docentes de los estudianets de 15 años no tiene título de tercer nivel.

Salud: Estudiantes con un nivel socio-económico bajo tienen 2 veces más probabilidades de reportar mala salud.

Repetición: Los niños tienen 1.6 veces más probabilidad que las niñas de repetir grado. La repetición está asociada al bajo desempeño escolar.

Actitudes hacia la escuela y el aprendizaje: 95% de los estudiantes dijo que se sent
ía seguro en su institución educativa y de camino a ésta.

Recursos: Estudiantes con bajo nivel socio-econ
ómico tienden a tener instalaciones y servicios con peores condiciones.

Tiempo de aprendizaje: 12% de los estudiantes reportó haber perdido tres o m
ás meses consecutivos de clases. Principales causas: problemas de salud de otros o propios.

Resumen-análisis del BID (2018)
Nota PISA #17 Ecuador: ¿Se pueden cerrar las brechas de aprendizaje que existen en el país?

https://publications.iadb.org/es/nota-pisa-17-ecuador-se-pueden-cerrar-las-brechas-de-aprendizaje-que-existen-en-el-pais 




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Textos relacionados en OTRAƎDUCACION

- Ecuador: Disputa política y evaluación educativa (PISA-D) 





Leer y escribir es un aprendizaje a lo largo y ancho de la vida

 
Rosa María Torres

                                         

Este texto, en versión reducida, fue publicado en inglés en el blog de NORRAG  con ocasión del Día Internacional de la Alfabetización: Learning to Read and Write is Life-long and Life-wide. (8 sep. 2023)

Se estima que en 1950 36% de la población adulta en el mundo estaba alfabetizada (Our World in Data). En 1958 la UNESCO adoptó esta definición de alfabetismo que se volvió muy conocida: “habilidad de un individuo para leer y escribir con comprensión un enunciado simple y corto relacionado con su vida cotidiana”. Las estadísticas de alfabetismo se han recogido desde entonces con esa definición en mente. A menudo se agrega la aritmética (numeracy): sumar, restar, multiplicar y dividir (por ejemplo la meta 4.6. del ODS4 dice: "Para 2030 garantizar que todos los jóvenes y al menos una proporción sustancial de los adultos, tanto hombres como mujeres, tengan competencias de lectura, escritura y aritmética"). En los últimos años la definición de lo que significa estar alfabetizado se ha expandido y complejizado, incluyendo el alfabetismo digital y múltiples habilidades (UNESCO, 2023).

La dicotomía analfabeto/alfabetizado es hoy obsoleta; se reconoce que hay diferentes niveles de manejo de la lengua escrita y diferentes tipos de textos. Está claro asimismo que el analfabetismo no resulta solo de la ausencia de escolaridad - los llamados analfabetos absolutos o puros - sino también de una escuela de mala calidad.

En 1964 la UNESCO publicó la Declaración sobre la Erradicación del Analfabetismo. En 1989 aprobó el Plan de Acción para Erradicar el Analfabetismo antes del Año 2000. La aspiración de erradicar el analfabetismo se ha abandonado y sustituido por la de reducirlo (reducir el analfabetismo a la mitad fue una de las seis metas de la Educación para Todos 1990-2015). También se ha abandonado la aspiración a universalizar el alfabetismo; la meta hoy es alfabetizar a "todos los jóvenes (15-24 años) y a una proporción sustancial de los adultos” (ODS4, meta 4.6) (Torres, 2017; ver también Torres, 2013).

En las últimas décadas han avanzado poco las estadísticas de alfabetismo adulto. La Alfabetización para Todos se ubicó en el centro de la Educación para Todos (EPT) pero terminó siendo "una de las metas más descuidadas de la EPT". En 2005 se estimó que 770 millones de adultos no tenían habilidades básicas de lectura y escritura, dos tercios de ellos mujeres (Equipo del Informe Mundial de Seguimiento de la EPT en el Mundo, 2006). En 2023 eran 763 millones. Las cifras reales son probablemente mayores puesto que en muchos países éstas se basan en percepciones y autoevaluaciones (¿Sabe usted leer y escribir? Sí/No). El Decenio de las Naciones Unidas para la Alfabetización (2003-2012), coordinado por la UNESCO, tuvo poca visibilidad y poco impacto sobre la situación del alfabetismo en el mundo. La Estrategia de la UNESCO para la Alfabetización de Jóvenes y Adultos 2020-2025, sintonizada con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 (ODS4), reconoció que "el número de adultos sin alfabetizar es hoy mayor que hace 50 años, lo que implica que nuestras actividades no han seguido el ritmo del crecimiento de la población" (UNESCO, 2019).

Subsisten muchos desafíos:

La alfabetización no tiene edad. Aplica a niños, jóvenes y adultos. No obstante, continúa asociándose principalmente a adultos. Las estadísticas de analfabetismo/alfabetismo se refieren a personas de 15 años en adelante. Las ilustraciones muestran por lo general personas adultas, incluso cuando se menciona el aprendizaje a lo largo de la vida. Muchos continúan asociando el propio aprendizaje a lo largo de la vida a la edad adulta.

La mayoría de personas concibe el aprendizaje de la lectura y la escritura como un aprendizaje que se hace en la infancia y en la escuela. Para quienes no han podido aprender en la infancia se organizan ofertas remediales de segunda oportunidad. La alfabetización ha sido y sigue siendo misión fundamental de la escuela, misión con la que la escuela viene teniendo grandes dificultades, especialmente en relación a los pobres y a los sectores más vulnerables. (Ver Torres, 2013. Presentación de “La alfabetización de los niños en la última década del siglo” de Emilia Ferreiro).

Lidiar con el analfabetismo implica no solo un enfoque a dos puntas – con niños y con adultos - sino un enfoque integrador que ve el aprendizaje como un contínuo, desde el nacimiento hasta la muerte (ver Torres, 2012). El Documento Base que elaboré para el Decenio de las Naciones Unidas para la Alfabetización, y que fue discutido y aprobado en una sesión especial del Foro Mundial de Educación en Dakar (2000), adoptó una perspectiva de aprendizaje a lo largo y a lo ancho de la vida. Lamentablemente, la UNESCO decidió descartar dicho documento y entender el Decenio como alfabetización de adultos (Torres, 2011).

Se cree que enseñar y aprender a leer y escribir es cuestión sencilla.

a) A jóvenes y adultos sin o con poca escolaridad se les ofrece campañas y programas cortos de alfabetización y post-alfabetización. Lo que se considera retorno al analfabetismo
 es a menudo resultado de procesos incompletos de alfabetización así como de falta de materiales y de oportunidades para leer y para escribir. 

b) En cuanto a la alfabetización escolar, hasta hace no mucho se la pensaba como un objetivo del primer grado o de los dos primeros grados (fuente importantísima de repetición escolar y gran predictor de abandono escolar). (Torres, 2010). Por muchos años se asumió que cuatro años de escolaridad eran suficientes para declarar a alguien alfabetizado y para superar el llamado analfabetismo funcional (leer sin comprender lo que se lee, escribir sin lograr que otros comprendan lo escrito). 

 En 2013, cuando el plazo de la Educación para Todos (1990-2000-2015) y de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (2000-2015) estaba por concluir, se "descubrió" que millones de niños y niñas no podían leer, escribir y calcular después de cuatro o más años de escuela (UNESCO, 2013Equipo del Informe de Seguimiento de la EPT en el Mundo, 2015UIS-UNESCO, 2017). La UNESCO y otras organizaciones internacionales hablaron de crisis global de aprendizaje. La Comisión Internacional sobre los Futuros de la Educación (2021) habló también de crisis de la enseñanza. En realidad, estamos ante una crisis global de la educación que involucra no solo al sistema escolar sino también a la familia y a la comunidad. Una crisis sistémica que precede a la pandemia y que exige transformaciones en varios frentes (Torres, 2023). En 1991, en América Latina, en una reunión ministerial regional coordinada por la UNESCO-OREALC, los ministros de educación firmaron la Declaración de Quito, en la que propusieron avanzar hacia un "nuevo modelo educativo" y anunciaron el inicio de una "nueva etapa de desarrollo educativo que responda a los desafíos de la transformación productiva, de la equidad social y de la democratización política". Más de 30 años después el viejo modelo educativo sigue en pie (Torres, 2014).

 Crisis de aprendizaje y pobreza de aprendizajes son términos que están hoy en el centro de la transformación educativa global. Ambos giran en torno al sistema escolar. El término pobreza de aprendizajes, propuesto por el Banco Mundial en 2019, se refiere a "niños que no pueden leer y entender un texto simple a la edad de 10 años" (Saavedra, 2019). Se incluye la lectura, no la escritura, una habilidad esencial. El Banco Mundial había propuesto como meta al año 2030 reducir a la mitad la pobreza de aprendizajesNo obstante, después de la pandemia esto ya se ve inviable. En 2022 se estimó que 70% de los niños y niñas de 10 años a nivel mundial estaban en esta condición (Banco Mundial, UNESCO, UNICEF, FCDO, USAID, Fundación Bill Gates, Informe: La situación de la pobreza de aprendizajes mundial, 2022). 

▸ Hoy muchos afirman que niños y niñas de toda condición social, en todo el mundo y en todas las culturas, deben aprender a leer en primer grado. Esto desconoce los obstáculos monumentales que enfrentan millones de niños producto de la pobreza, el racismo, el sexismo, la discapacidad, la enseñanza en lenguas que no manejan y la mala escuela. Existe mucho conocimiento que muestra que las primeras intuiciones y los primeros acercamientos a la alfabetización - y a la lectura en particular - se dan en la primera infancia y que éstas son altamente sensibles al contexto, a las condiciones socio-económicas de la familia, la educación de los padres y de la madre muy especialmente, la falta de materiales de lectura y de un contexto letrado, etc. (Torres, 2015). 

El acceso a la biblioteca (familiar, escolar, comunitaria, ambulante) y a variados materiales de lectura y escritura, en el papel y en la pantalla - cartas, afiches, periódicos, revistas, comics, libros, catálogos, menús, subtítulos en la televisión, calendarios, etiquetas, graffiti, textos producidos por los propios niños (Torres, 2012) - hace una gran diferencia. Existe asimismo una fuerte correlación entre educación de la madre y adquisición y desarrollo de la lectura de los hijos. Así pues: la alfabetización implica no solo aprendizaje a lo largo de la vida sino también a lo ancho de la vida. Asegurar y fortalecer los aprendizajes fundacionales implica ver más allá del sistema escolar, tener en cuenta a la familia, la comunidad, los medios, el mundo del trabajo, el mundo digital, la alfabetización/educación parental, las bibliotecas, el juego, el aprendizaje informal, el aprendizaje intergeneracional y entre pares, y el irrenunciable combate a la pobreza. 

▸ No solo los «países en desarrollo» sino también los «países desarrollados» (países de la OCDE) advierten con preocupación un creciente problema con la lectura en sus sistemas escolares y reducción en los puntajes en las tres áreas evaluadas por la prueba internacional PISA - lectura, matemáticas y ciencias - a estudiantes de 15 años entre 2018 y 2022, según reveló la prueba PISA 2022. En promedio, en los países ricos, el porcentaje de estudiantes con bajo desempeño en lectura (por debajo del Nivel 2, considerado básico) fue del 26% (17% alcanzó el Nivel 1a, 8% el Nivel 1b, 2% el Nivel 1c, y 0.2% por debajo del Nivel 1c).  


La autora

Rosa María Torres del Castillo (Ecuador) es educadora, lingüista y activista social especializada en educación básica, cultura escrita, y aprendizaje a lo largo de la vida. Ha trabajado como asesora en organizaciones de la sociedad civil y en organismos internacionales como UNICEF y UNESCO. En 1988-1990 fue Directora Pedagógica de la Campaña Nacional de Alfabetización “Monseñor Leonidas Proaño” y en 2003 fue Ministra de Educación y Culturas, en el Ecuador. Es autora de más de 15 libros y de cientos de artículos periodísticos sobre educación y aprendizaje.


Notas:
- Diferenciamos alfabetización (proceso de enseñar y/o aprender a leer y escribir) y alfabetismo (estado, condición o tasa de analfabetismo/alfabetismo). 
- Numeracy es traducido al español como aritmética, competencia numérica o competencia aritmética. También como cálculo o matemáticas básicas. En la prueba PIAAC (PISA para adultos) numeracy se traduce al español como cálculo. Ver Glosario, IIPE Learning Portal https://learningportal.iiep.unesco.org/es/glossary Esto revela problemas conceptuales así como problemas de traducción.

Leer y escribir en un mundo cambiante - Emilia Ferreiro




26 Congreso de la Unión Internacional de Editores, Buenos Aires, 1-3 mayo, 2000, Conferencia Plenaria.


Hubo una época, hace varios siglos, en que escribir y leer eran actividades profesionales. Quienes se destinaban a ellas aprendían un oficio y a este oficio se dedicaban el resto de sus días. En todas las sociedades donde se inventaron algunos de los 4 o 5 sistemas primigenios (China, Sumeria, Egipto, Mesoamérica y, muy probablemente, también el valle del Hindus) hubo escribas, quienes formaban un grupo de profesionales especializados en un arte particular: grabar en arcilla o en piedra, pintar en seda, tablillas de bambú, papiro o en muros, esos signos misteriosos, tan ligados al ejercicio mismo del poder. De hecho, las funciones estaban tan separadas que los que controlaban el discurso que podía ser escrito no eran quienes escribían, y muchas veces tampoco practicaban la lectura. Quienes escribían no eran lectores autorizados, y los lectores autorizados no eran escribas.

En esa época no había fracaso escolar. Quienes debían dedicarse a ese oficio se sometían a un riguroso entrenamiento. Seguramente algunos fracasaban, pero la noción misma de fracaso escolar no existía (aunque hubiera escuelas de escribas).

No basta con que haya escuelas para que la noción de «fracaso escolar» se constituya. Veamos un símil con una situación contemporánea: tenemos escuelas de música, y buenos y malos alumnos en ellas. Si alguien no resulta competente para la música, la sociedad no se conmueve, ni los psicopedagogos se preocupan por encontrar algún tipo peculiar de «dislexia musical» que podría quizás ser superada con tal o cual entrenamiento específico. Ser músico es una profesión; y quienes quieren dedicarse a la música se someten a un riguroso entrenamiento. Y, aparentemente, las escuelas de música, en todas partes, tienen un saludable comportamiento.

Todos los problemas de la alfabetización comenzaron cuando se decidió que escribir no era una profesión sino una obligación y que leer no era marca de sabiduría sino marca de ciudadanía.

Por supuesto, muchas cosas pasaron entre una época y otra, muchas revoluciones sangrientas fueron necesarias en Europa para constituir las nociones de pueblo soberano y democracia representativa. Múltiples transmutaciones sufrieron los primeros textos de arcilla o de papiro hasta convertirse en libros reproducibles, transportables, fácilmente consultables, escritos en las nuevas lenguas desprendidas del latín imperial y hegemónico.

Los lectores se multiplicaron, los textos escritos se diversificaron, aparecieron nuevos modos de leer y nuevos modos de escribir. Los verbos «leer» y «escribir» habían dejado de tener una definición inmutable: no designaban (y tampoco designan hoy día) actividades homogéneas. Leer y escribir son construcciones sociales. Cada época y cada circunstancia histórica da nuevos sentidos a esos verbos.

Sin embargo, la democratización de la lectura y la lectura se vio acompañada de una incapacidad radical para hacerla efectiva: creamos una escuela pública obligatoria, precisamente para dar acceso a los innegables bienes del saber contenido en las bibliotecas, para formar al ciudadano consciente de sus derechos y sus obligaciones, pero la escuela no ha acabado de apartarse de la antigua tradición: sigue tratando de enseñar una técnica.

Desde sus orígenes, la enseñanza de estos saberes se planteó como la adquisición de una técnica: técnica del trazado de las letras, por un lado, y técnica de la correcta oralización del texto, por otra parte. Sólo después de haber dominado la técnica surgirían, como por arte de magia, la lectura expresiva (resultado de la comprensión) y la escritura eficaz (resultado de una técnica puesta al servicio de las intenciones del productor). Sólo que ese paso mágico entre la técnica y el arte fue franqueado por pocos, muy pocos de los escolarizados en aquellos lugares donde más falta hace la escuela, precisamente por ausencia de una tradición histórica de «cultura letrada».

Surge entonces la noción de «fracaso escolar», que es concebida, en sus inicios, no como fracaso de la enseñanza sino del aprendizaje, o sea, responsabilidad del alumno. Esos alumnos que fracasan son designados, según las épocas y las costumbres, como «débiles de espíritu», «inmaduros» o «disléxicos». (En los años 1960 la dislexia fue considerada «la enfermedad del siglo»). Algo patológico traen consigo esos niños, algo que les impide aprovechar una enseñanza que, como tal, y por la bondad de sus intenciones, queda más allá de toda sospecha.

Pero el fracaso escolar es, en todas partes y masivamente, un fracaso de la alfabetización inicial que mal puede explicarse por una patología individual.

Una década después, hacia 1970, los estudios en sociología de la educación desplazaron la responsabilidad de la incapacidad para aprender hacia el entorno familiar: en lugar de algo intrínseco al alumno habría un "déficit cultural". De hecho, una cierta «patología social» (suma de pobreza + analfabetismo) sería responsable del déficit o handicap inicial. Efectivamente, pobreza y analfabetismo van juntos. El analfabetismo no se distribuye equitativamente entre los países, sino que se concentra en entidades geográfico-jurídico-sociales que ya no sabemos cómo nombrar.

Hoy día no se sabe muy bien cómo clasificar a los países. Antes había «desarrollados» y «subdesarrollados», pero esta última calificación pareció peyorativa y fue reemplazada por un eufemismo: «países en vías de desarrollo». Pero ¿cuántas décadas puede un país estar «en vías de desarrollo sin acabar de desarrollarse?». De hecho, muchos de los países que antes parecían estar «en vías de desarrollo» parecen hoy día condenados a estar «en vías de subdesarrollo». Hubo una época en que los países se catalogaron en dos regiones: «Primer mundo" y «Tercer mundo», con un supuesto «Segundo mundo» que nadie asumió como designación adecuada para sí mismo. Y ahora hemos regresado a las coordenadas pseudo-geográficas: los ejes «Este» y «Oeste» desaparecieron, mientras que «Norte» y «Sur» tienen renovada vigencia (lo que obliga a innegables dificultades propiamente geográficas, tales como ubicar a Australia en el Norte y a México en el Sur). Yo hablaré de «periferia» para referirme a este Sur, que también existe...

Total, que no sabemos cómo clasificar a los países, pero sí sabemos qué es la pobreza. Sabemos -y es inútil que lo ocultemos, porque el World Bank lo sabe y lo dice- que el 80% de la población mundial vive en zonas de pobreza. Sabemos que ese 80% conjuga todos los indicadores de dificultad para la alfabetización: pobreza endógena y hereditaria; baja esperanza de vida y altas tasas de mortalidad infantil; malnutrición; multilingüismo. (Sabemos, por supuesto, que ese 80% también es heterogéneo, ya que las desigualdades entre los países se expresan igualmente en desigualdades internas tanto o más pronunciadas).

A pesar de cientos de prometedoras declaraciones de compromiso nacional e internacional, la humanidad ingresa al siglo XXI con unos mil millones de analfabetos en el mundo (mientras que en 1980 eran 800 millones).

Los países pobres (ese 80%) no han superado el analfabetismo; los ricos (ese 20%) han descubierto el iletrismo. ¿En qué consiste ese fenómeno que en los años 80 puso en estado de alerta a Francia, a tal punto de movilizar al ejército en la «lucha contra el iletrismo»? El iletrismo es el nuevo nombre de una realidad muy simple: la escolaridad básica universal no asegura la práctica cotidiana de la lectura, ni el gusto por leer, ni mucho menos el placer por la lectura. O sea: hay países que tienen analfabetos (porque no aseguran un mínimo de escolaridad básica a todos sus habitantes) y países que tienen iletrados (porque a pesar de haber asegurado ese mínimo de escolaridad básica, no han producido lectores en sentido pleno).

El tiempo de escolaridad obligatoria se alarga cada vez más, pero los resultados en el «leer y escribir» siguen produciendo discursos polémicos. Cada nivel educativo reprocha al precedente que los alumnos que reciben «no saben leer y escribir», y no pocas universidades tienen «talleres de lectura y redacción». Total, que una escolaridad que va de los 4 años a bien avanzados los 20 (sin hablar de doctorado y post-doc) tampoco forma lectores en sentido pleno.

Está claro que estar «alfabetizado para seguir en el circuito escolar» no garantiza el estar alfabetizado para la vida ciudadana. Las mejores encuestas europeas distinguen cuidadosamente entre parámetros tales como: alfabetizado para la calle; alfabetizado para el periódico; alfabetizado para libros informativos; alfabetizado para la literatura (clásica o contemporánea); etc.

Pero eso es reconocer que la alfabetización escolar y la alfabetización necesaria para la vida ciudadana, el trabajo progresivamente automatizado y el uso del tiempo libre son cosas independientes. Y eso es grave. Porque si la escuela no alfabetiza para la vida y el trabajo... ¿para qué y para quién alfabetiza?

El mundo laboral está cada vez más informatizado, y la escuela (nuestra escuela pública, gratuita y obligatoria, esa gran utopía democrática del siglo XIX) está, en los países periféricos, cada vez más empobrecida, desactualizada, y con maestros mal capacitados y peor pagados.

Peor aún: la democracia, esa forma de gobierno a la cual todos apostamos, demanda, requiere, exige individuos alfabetizados. El ejercicio pleno de la democracia es incompatible con el analfabetismo de los ciudadanos. La democracia plena es imposible sin niveles de alfabetización por encima del mínimo del deletreo y la firma.

No es posible seguir apostando a la democracia sin hacer los esfuerzos necesarios para aumentar el número de lectores (lectores plenos, no descifradores).

En las primeras décadas del siglo XX parecía que «entender instrucciones simples y saber firmar» podía considerarse suficiente. Pero a fines del siglo XX y principios del XXI estos requisitos son insostenibles. Hoy día los requisitos sociales y laborales son mucho más elevados y exigentes. Los navegantes de Internet son barcos a la deriva si no saben tomar decisiones rápidas y seleccionar información.

Y la escuela de los países periféricos, que aún no aprendió a alfabetizar para el periódico y las bibliotecas, debe enfrentar ahora el desafío de ver entrar Internet en las aulas, no por decisión pedagógica, sino porque "el Banco Interamericano de Desarrollo y Starmedia Network firmaron una alianza para introducir Internet en todas las escuelas públicas de América Latina y El Caribe", según noticias periodísticas ampliamente difundidas de fines de marzo 2000. (Por ej., El Financiero, de México, en la sección «Negocios» del 29 de marzo).

Sospechosamente, candidatos a la presidencia o ministros de educación recién estrenados, de México a Argentina, sostienen un discurso coincidente: "Internet en las escuelas", como si las computadoras, de por sí, pudieran ser el trampolín de acceso a niveles de alfabetización nunca alcanzados, y como si los maestros -esos maestros desactualizados y mal pagados- fueran inmediatamente reciclables (o quizás desechables).

Yo he dicho desde hace varios años en diversos foros, y continúo sosteniendo, que las nuevas tecnologías ayudarán sobremanera a la educación en su conjunto si contribuyen a enterrar debates interminables sobre temas perimidos: por ejemplo, "¿hay que comenzar a enseñar con caracteres ligados o separados?; ¿qué hacemos con los zurdos?; ¿hay que enseñar a leer por palabras o por sílabas?". Bienvenida la tecnología que elimina diestros y zurdos: ahora hay que escribir con las dos manos, sobre un teclado; bienvenida la tecnología que permite separar o juntar los caracteres, a decisión del productor; bienvenida la tecnología que enfrenta al aprendiz con textos completos desde el inicio.

Pero la tecnología, de por sí, no va a simplificar las dificultades cognitivas del proceso de alfabetización (ignoradas también por la mayoría de los métodos pedagógicos), ni es la oposición «método vs. tecnología» la que nos permitirá superar las desventuras del analfabetismo.

Antes de regresar al tema ineludible de las nuevas tecnologías quisiera insistir en la ecuación pobreza/analfabetismo/multilingüismo .

Durante décadas hemos escuchado expresiones tales como «lucha contra el analfabetismo», lenguaje militar que caracteriza, además, a quienes son rechazados por el sistema escolar, como «desertores». Ese lenguaje militar sugiere un enemigo a vencer, y el desliz desde el abstracto «analfabetismo» hacia el concreto «individuo analfabeto» como enemigo visible es casi inevitable, sobre todo cuando la imagen militar es asociada a la imagen médica y se habla de «flagelo social», «plaga social» y similares (como si se tratara del paludismo o el cólera). (Todas esas son expresiones reiteradas en documentos oficiales, nacionales e internacionales, de 1970 hasta nuestros días).

Es evidente que no puede haber «lucha contra el analfabetismo (o el iletrismo)» sino acciones destinadas a elevar el nivel de alfabetización de la población (en el entendido que «literacy» designa un continuo que va de la infancia a la edad adulta, y dentro de la edad adulta, un continuo de desafíos cada vez que nos enfrentamos con un tipo de texto con el cual no hemos tenido experiencia previa) [Por ejemplo, yo enseño a nivel Maestría y Doctorado, pero sigo alfabetizando a mis alumnos, porque es la primera vez que, como lectores, se enfrentan a investigaciones publicadas en revistas especializadas y, como escritores, deben producir por primera vez un tipo peculiar de texto académico que se llama «una tesis»].

Pero recientemente, y con el mismo espíritu militar y militante, se ha declarado el «Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza». Yo me pregunto: ¿qué haremos con el multilingüismo? ¿Se les ocurrirá también que hay que erradicarlo porque hace más difícil y más costosa la alfabetización?

Aquí entran los editores en escena. Ustedes, editores, son los herederos de una poderosa e ilustre tradición. (Pido disculpas de mi ignorancia a los editores chinos, japoneses e hindúes aquí presentes, porque sólo me voy a referir a la tradición europea).

La estirpe de los editores tiene notables ejemplos de todo tipo: creadores que no cesaron de dar nuevas formas a nuestro alfabeto, inventando sin cesar caracteres tipográficos (más legibles, más elegantes, mejor adaptados a tal o cual tipo de obra); artesanos del más alto rango que hicieron del libro una obra de arte; familias de editores que transmitieron un excelso saber de padres a hijos durante más de un siglo; editores que eran también hombres de erudición y traductores (los puntos de cruce entre la historia de los traductores y la historia de los editores son sumamente instructivos).

Ustedes, editores, tienen en su árbol genealógico a ilustres defensores de la libertad de expresión, y eso desde los momentos iniciales del ejercicio del oficio, al poner en circulación textos que no respondían a los requerimientos del poder constituido.

Pienso, por ejemplo, en Etienne Dolet, impresor de Lyon, acusado tres veces de ateísmo y herejía y finalmente quemado en la hoguera, a los 37 años de edad, en place Maubert en París, en 1546.

Etienne Dolet era un subversivo para la época porque introdujo en Francia obras publicadas en Ginebra (vinculadas con la Reforma religiosa), pero era también un erudito, autor de un diccionario analógico del latín, de un tratado de traducción y otro relativo a la puntuación y la acentuación. Es discutible si fue quemado vivo, junto con sus obras, por ser editor o por ser autor-prologuista de esos libros heréticos. Pero también es cierto que fueron necesarios 343 años para que un monumento en la misma plaza Maubert lo reconociera como Humanista, defensor de la libertad de pensamiento. Por más eruditos y humanistas que sean, LOS EDITORES PRODUCEN OBJETOS INCOMPLETOS POR NATURALEZA.

Un libro es un objeto en busca de un lector, y no puede realizarse como objeto cultural hasta que no encuentra un lector. Ese lector es muy mal caracterizado cuando se lo define simplemente como un cliente. Se puede comprar una colección de libros para exhibirlos en la sala de recepción de la casa o en el estudio profesional. Esos libros siguen siendo objetos incompletos: bibelots sin intérpretes. El libro se completa cuando encuentra un lector-intérprete (y se convierte en patrimonio cultural cuando encuentra una comunidad de lectores-intérpretes).

Por eso es tan singular la tarea de un editor: no solamente debe producir un objeto tan cuidado y acabado como sea posible, sino tener conciencia de que tal objeto, por más cuidado y acabado que sea, será siempre incompleto si no encuentra «el otro»/«los otros» que le darán completud. Ese «otro» (esos «otros») deben ser lectores.

¿Los editores de las próximas décadas van a concentrarse en producir libros para el 20% de la población mundial? ¿Van a retomar la antigua tradición de la lectura elitista, contraria a la idea de la alfabetización necesaria para la democracia? ¿Podemos pedirles (quién puede pedirles) que contribuyan a la completud de sus productos, o sea a la producción de lectores?

La situación actual es grave, pero es interesante porque estamos en momentos de profundos cambios en la definición de la materialidad misma del objeto «libro». Algunos nos anuncian una nueva democracia vía Internet mientras que otros se anticipan a organizar prematuros funerales al objeto «libro», ese que tiene textura y olor, ese «de carne y hueso" con el que aprendimos a convivir durante siglos.

En este tema, nos alerta Roger Chartier, hay que hacer un esfuerzo para ubicarnos "entre el discurso utópico y la nostalgia del pasado". Es fácil, demasiado fácil, hacer el elogio de los nuevos soportes electrónicos del texto impreso; es fácil (casi banal) aplicar el calificativo «democrático» a una nueva tecnología. Veamos un ejemplo emblemático. Durante décadas eminentes investigadores sostuvieron que el sistema alfabético de escritura estaba ligado a la democracia, por ser el más simple, perfecto, "scientific and easy to use". Esa visión se difundió ampliamente. Sin embargo, tres datos bastan para destruir este mito: en la Grecia clásica que inventó el alfabeto del cual somos tributarios, el número de adultos varones libres alfabetizados nunca fue superior al 20%, tal como lo muestran minuciosos análisis de historiadores recientes (W. Harris, 1989). Por otra parte, la fascinación de los lingüistas por el alfabeto hizo que las lenguas nativas de América y África, cualquiera fuera su estructura, se escribieran en un sistema alfabético, el cual no trajo consigo una alfabetización universal, mientras que Japón, con uno de los sistemas más complejos de escritura, resistió a todas las presiones por adoptar el alfabeto y tiene tasas de «literacy» superiores a las de Europa y USA.

Internet, correo electrónico, páginas web... están introduciendo cambios profundos y acelerados en la manera de comunicarnos y de recibir información. Y eso es fascinante para cualquier estudioso de la lengua y de los cambios lingüísticos. Pero esos instrumentos no son «democráticos» por sí mismos (tanto como el alfabeto no es democrático, en sí mismo). Exigen, en cambio, capacidades de uso de la lengua escrita más flexibles que las que estábamos acostumbrados a aceptar. Hay nuevos estilos de habla y de escritura que están siendo generados gracias a estos medios. Saber navegar por Internet ya forma parte de los objetivos educativos declarados o en vías de declaración. No sabemos si los desnutridos y los desempleados aprenderán a leer y escribir para entrar a Internet (aunque no reciban créditos escolares por ello), o si quedarán nuevamente excluidos. Es difícil y riesgoso hacer predicciones.

Estamos hablando de futuro, y los niños son parte del futuro. Esos niños (todos los niños) no necesitan ser motivados para aprender. Aprender es su oficio.

Todos los objetos (materiales y/o conceptuales) a los cuales los adultos dan importancia, son objeto de atención por parte de los niños. Si perciben que las letras son importantes para los adultos (sin importar por qué y para qué son importantes) van a tratar de apropiarse de ellas.

Todas las encuestas coinciden en un hecho muy simple: si el niño ha estado en contacto con lectores antes de entrar a la escuela, aprenderá más fácilmente a escribir y leer que aquellos niños que no han tenido contacto con lectores.

¿En qué consiste ese «saber» pre-escolar? Básicamente, en una primera inmersión en la «cultura letrada»: haber escuchado leer en voz alta, haber visto escribir; haber tenido la oportunidad de producir marcas intencionales; haber participado en actos sociales donde leer y escribir tiene sentido; haber podido plantear preguntas y obtener algún tipo de respuesta.

La relación entre las marcas gráficas y el lenguaje es, en sus inicios, una relación mágica que pone en juego una tríada: un intérprete, un niño y un conjunto de marcas. El intérprete (que, en sentido estricto habría que llamar «interpretante» por razones imposibles de desarrollar aquí) informa al niño, al efectuar ese acto aparentemente banal que llamamos «un acto de lectura», que esas marcas tienen poderes especiales: con sólo mirarlas se produce lenguaje. ¿Qué hay en esas marcas para que el ojo incite a la boca a producir lenguaje? Ciertamente, un lenguaje peculiar, bien diferente de la comunicación cara a cara. El que lee no mira al otro, su destinatario, sino a la página. El que lee parece hablar para otro allí presente, pero lo que dice no es su propia palabra, sino la palabra de un «Otro» que puede desdoblarse en muchos «Otros», salidos de no se sabe dónde, escondidos también detrás de las marcas. El lector es, de hecho, un actor: presta su voz para que el texto se re-presente (en el sentido etimológico de «volver a presentarse»). El lector habla pero no es él quien habla; el lector dice, pero lo dicho no es su propio decir sino el de fantasmas que se realizan a través de su boca.

La lectura es un gran escenario donde es preciso descubrir quienes son los actores, los «metteurs en scène» y los autores. (Sin olvidar a los traductores porque, en gran medida, la lectura es presentación de otra lengua, semejante pero diferente de la lengua cotidiana).

Parte de la magia consiste en que el mismo texto (o sea, las mismas palabras, en el mismo orden) vuelven a re-presentarse una y otra vez, delante de las mismas marcas. ¿Qué hay en esas marcas que permite no solamente elicitar lenguaje, sino provocar el mismo texto oral, una y otra vez? La fascinación de los niños por la lectura y relectura del mismo cuento tiene que ver con este descubrimiento fundamental: la escritura fija la lengua, la controla de tal manera que las palabras no se dispersen, no se desvanezcan ni se sustituyan unas a otras. Las mismas palabras, una y otra vez. Gran parte del misterio reside en esta posibilidad de repetición, de reiteración, de re-presentación.

Hay niños que ingresan a la lengua escrita a través de la magia (una magia cognitivamente desafiante) y niños que entran a la lengua escrita a través de un entrenamiento consistente en «habilidades básicas». En general, los primeros se convierten en lectores; los otros, en iletrados o en analfabetos funcionales. Permítanme presentarles un ejemplo de lo que quiero decir.

[Transparencia de dos textos, ambos con problemas de ortografía y segmentación entre palabras. Uno escribe «lengua escrita», mientras que el otro balbucea por escrito (aunque su texto no sea carente de interés). Uno tuvo inmersión en la «cultura letrada» desde el nacimiento, mientras que el otro fue introducido a la escritura como una técnica de transcripción].

¿Quiénes van a tener la voluntad, el valor y el empeño para romper el círculo vicioso? En Jomtien, Tailandia, 1990, se establecieron objetivos básicos de educación para todos para la década 1990-2000. Por primera vez, el World Bank firmó al lado de los organismos internacionales (UNESCO, UNICEF). Los diez años se cumplieron y los objetivos son decepcionantes. En abril de este mismo año, en Dakar, se acaba de reunir un Foro Mundial de la Educación para extender por 15 años más los objetivos no cumplidos. Y así seguirá siendo, mientras no se revisen las presuposiciones iniciales, mientras se siga apostando a los métodos (concebidos para formar técnicos especializados) y se olvide la cultura letrada (derecho de cualquier niño que nace en los tiempos de la inter-conexión)

Mientras tanto, los niños (que no pueden dejar de aprender porque no pueden dejar de crecer) están ávidos por entrar en los mundos desconocidos. Hay escritores en potencia de 4 a 12 años que pasan desapercibidos o, peor aún, son desautorizados porque el maestro solo es capaz de ver la ortografía desviante.

Mi función como investigadora ha sido mostrar y demostrar que los niños PIENSAN a propósito de la escritura, y que su pensamiento tiene interés, coherencia, validez y extraordinario potencial educativo. Hay que escucharlos. Hay que ser capaces de escucharlos desde los primeros balbuceos escritos (simples garabatos, según algunos, contemporáneos de los primeros dibujos que realizan).

No podemos reducir el niño a un par de ojos que ven, un par de oídos que escuchan, un aparato fonatorio que emite sonidos y una mano que aprieta con torpeza un lápiz sobre una hoja de papel. Detrás (o más allá) de los ojos, los oídos, el aparato fonatorio y la mano hay un sujeto que piensa y trata de incorporar a sus propios saberes este maravilloso medio de representar y recrear la lengua que es la escritura, todas las escrituras.

Este inicio de milenio es propicio para el cambio porque somos muchos los que tenemos algo nuevo para ofrecer. Ninguno de nosotros, actuando aisladamente, tiene capacidad para incidir en un fenómeno que ha resistido a todos los esfuerzos por aislar variables. Pero ahora tenemos: nuevas tecnologías de circulación de textos; nuevos insights (construidos a partir de minuciosas investigaciones de historiadores) sobre los modos de apropiación de la escritura por parte de diferentes actores sociales en diferentes momentos históricos; tenemos lingüistas dispuestos a recuperar la escritura (ese objeto perdido en un «no man’s land»); tenemos pedagogos fatigados por la inútil disputa sobre métodos que desconocen al sujeto del aprendizaje; tenemos psicólogos, psicopedagogos y psicolingüistas con teorías suficiente válidas como para restituir al niño como ser pensante en su totalidad existencial (aunque haya psicolingüistas que insisten en retrotraer el debate a sus dimensiones técnicas más retrógradas, utilizando, por supuesto, una nueva terminología como «phonological awareness»). [Divisiones de este tipo no nos sorprenden, porque son inherentes a todas las disciplinas: no todos los historiadores piensan que es interesante ocuparse de las prácticas populares de lectura y escritura; no todos los lingüistas consideran que la escritura es un objeto de interés para la Lingüística, etc.]

Esos niños y niñas curiosos, ávidos por saber y entender están en todas partes, en el Norte y en el Sur, en el centro y en la periferia. No los infantilicemos. Ellos se plantean, y desde muy temprano, preguntas con profundo sentido epistemológico: ¿qué es lo que la escritura representa y cómo lo representa? Reduciéndolos a aprendices de una técnica, menospreciamos su intelecto. Impidiéndoles tomar contacto con los objetos en los que la escritura se realiza, despreciamos (mal-preciamos o hacemos inútiles) sus esfuerzos cognitivos.

LA ALFABETIZACIÓN NO ES UN LUJO NI UNA OBLIGACIÓN: ES UN DERECHO.

Un derecho de niños y niñas que serán hombres y mujeres libres (al menos eso es lo que deseamos), ciudadanos y ciudadanas de un mundo donde las diferencias lingüísticas y culturales sean consideradas como una riqueza y no como un defecto. Las distintas lenguas y los distintos sistemas de escritura son parte de nuestro patrimonio cultural. La diversidad cultural es tan importante como la bio-diversidad: si la destruimos, no seremos capaces de recrearla.

Venimos de un «pasado imperfecto», donde los verbos «leer» y «escribir» han sido definidos de maneras cambiantes -a veces erráticas- pero siempre inefectivas; vamos hacia un futuro complejo (que algunos encandilados por la técnica definen como un «futuro simple», exageradamente simple).

Quizás sea posible que las voluntades se junten; que los objetos incompletos producidos por los editores encuentren a los lectores en potencia (que son también productores de textos tanto como productores de sentido); que los maestros de primaria recuperen, junto con sus alumnos, la capacidad de reír, llorar o sorprenderse cuando leen; que nadie tenga miedo a las nuevas tecnologías pero tampoco espere de ellas efectos mágicos; que nos comprometamos con los futuros lectores para que la utopía democrática parezca menos inalcanzable.

Los niños -todos los niños-, se los aseguro, están dispuestos a la aventura del aprendizaje inteligente. Están hartos de ser tratados como infra-dotados o como adultos en miniatura. Son lo que son y tienen derecho a ser lo que son: seres cambiantes por naturaleza, porque aprender y cambiar es su modo de ser en el mundo.

Entre el «pasado imperfecto» y el «futuro simple» está el germen de un «presente continuo» que puede gestar un futuro complejo: o sea, nuevas maneras de dar sentido (democrático y pleno) a los verbos «leer» y «escribir». Que así sea, aunque la conjugación no lo permita.


Relanzamiento de la Red Latinoamericana de Alfabetización. El legado de Emilia Ferreiro


https://www.facebook.com/redalf.org


La Red Latinoamericana de Alfabetización creada por Emilia Ferreiro en la década de 1990 fue relanzada el 5 de mayo de 2023. Ver abajo información al respecto. Transmisión en Yahoo 

El relanzamiento de la Redalf se da en un momento muy importante en esta región y en el mundo. La lectura y la adquisición de la lectura en el sistema escolar atraviesan por una situación especialmente crítica a raíz de la pandemia del COVID-19, el cierre de las aulas y el confinamiento (2020-2021). América Latina fue la región con el confinamiento más prolongado.

Mucho antes de la pandemia, en 2014, hubo alerta mundial en torno al hecho de que millones de niños y niñas no estaban aprendiendo a leer, escribir y calcular después de 4 años o más de ir a la escuela. Se habló de «crisis de aprendizaje».

La pandemia vino a profundizar dicha crisis. Las llamadas «pérdidas de aprendizaje» resultado del confinamiento, así como las medidas de «aceleración» y «nivelación» sugeridas para enfrentarlas, se han centrado en la lectura.

«Pobreza de aprendizaje»
llamó el Banco Mundial a la situación de niños y niñas de 10 años que "leen" textos simples sin comprenderlos.

Reducir a la mitad dicha «pobreza de aprendizaje» es una de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) cuyo plazo es el año 2030.

La lectura es asimismo pieza central de la Transformación Educativa propuesta a nivel global por Naciones Unidas en 2022.

 


COMUNICADO ABRIL 2023

La Red Latinoamericana de Alfabetización moviliza a miles de educadores en la región

La iniciativa de Emilia Ferreiro en los años 1990s se retoma con el propósito de ampliar y actualizar el debate sobre los desafíos de la alfabetización en América Latina.

Fundada por la investigadora argentina Emilia Ferreiro, la Red Latinoamericana de Alfabetización (Red) será relanzada el 5 de mayo, con el propósito de retomar su compromiso político frente a las discusiones y propuestas relacionadas con la alfabetización en América Latina.

"La Red tiene sus raíces en un movimiento iniciado en octubre de 1987, cuando Emilia Ferreiro reunió a educadores de diferentes países de América Latina que creían en el derecho de los estudiantes a ser escuchados y respetados como sujetos capaces de aprender. Este fue el embrión de un movimiento que renace ahora con el mismo propósito y que acumula las contribuciones teóricas de los últimos 36 años, producidas desde el marco psicogenético", afirma la Dra. Giovana Zen, profesora de la Universidad Federal de Bahía, con posdoctorado en Alfabetización, orientado por la Dra. Ferreiro.

La iniciativa está siendo articulada por un grupo de educadoras que desde 2019 trabajan voluntariamente para rescatar la Red Latinoamericana de Alfabetización y su constitución como Asociación. Desde su divulgación, el grupo ha recibido innumerables mensajes de apoyo de educadores de diversas partes de América Latina y de instituciones públicas, privadas y del tercer sector. La Red pronto admitirá asociados.

“(...) sólo de manera colectiva es posible avanzar en la resolución de los complejos problemas políticos sociales y educativos que desafía nuestra región. Así lo pensamos cuando la Red se inició allá por la década del 90’. Lo sostuvimos en todas nuestras trayectorias y nuestros espacios de trabajos y por eso que celebramos muy enfáticamente esta nueva iniciativa de las colegas brasileñas, que ya mismo está enraizando en otros países de nuestra patria latinoamericana” – afirma la Dra. Mirta Castedo – Profesora Emérita e investigadora de la Universidad Nacional de La Plata-Argentina y Coordinadora del Ministerio de Educación Nacional de la Nación Argentina para el postítulo “Lecturas y Escrituras en la Educación Primaria”.

Hoy, pasados treinta años, la Red resurge uniendo la generación de Emilia Ferreiro, Telma Weisz y Delia Lerner con profesores e investigadores más jóvenes que desean fomentar la articulación de un colectivo capaz de debatir los desafíos de la alfabetización en América Latina, tanto desde el punto de vista de la formación como de las políticas públicas, congregando a investigadores y profesores latinoamericanos que siguen creyendo que detrás de la mano que sostiene el lápiz, de los ojos que miran, de los oídos que escuchan, hay un niño o niña que piensa.

Desde su anuncio a mediados de abril, más de 6 mil educadoras y educadores se han inscrito para acompañar el evento virtual de relanzamiento.

En el evento tendremos la presentación de la primera directiva de la Asociación, además de una mesa compuesta por ilustres invitados. Participarán en la mesa Alexsandro Santos, director de políticas y directrices de la Educación Básica en el Ministerio de Educación (MEC); Cybele Amado, directora nacional de formación del MEC; Roberto Sidnei Macedo, director de la FACED de la Universidad Federal de Bahía; Zuleica Mara Brandão dos Santos, profesora en la Escuela Municipal de Educación Infantil Kimimo Boa Vista, Chapada Diamantina, Bahía; y Delia Lerner, especialista en didáctica y renombrada investigadora argentina. El evento contará con traducción en Libras y en la Lengua de Señas Argentina.

Los propósitos de la Red son:

- Luchar por el derecho de niños, jóvenes y adultos a ser escuchados y respetados en sus procesos de apropiación de las culturas de lo escrito. 

Compartir y ampliar las discusiones sobre los aspectos psicolingüísticos, sociohistóricos y didácticos que respaldan la perspectiva constructivista psicogenética. 

- Fomentar el intercambio entre investigadores, profesores, formadores y gestores de la Educación Básica y de la Enseñanza Superior en América Latina.

El evento homenajeará a Emilia Ferreiro en el día en que cumple 86 años y también a la investigadora brasileña Telma Weisz.

Más informaciones

Rosaura Soligo
Articuladora de la Red
Tel. 55 19 981770851
E-mail: contato@redalf.com


Palabras de Giovana Zen

 en el evento de relanzamiento de la Red


En 2019 nuestros fundamentos teóricos fueron cuestionados aquí en Brasil por un gobierno que asumió el método fónico como único y supuestamente con bases científicas. Más adelante, cuando la pandemia puso en evidencia una vez más que las tragedias y la negación de los derechos afectan sobre todo a los más vulnerables, percibimos la urgencia de una articulación capaz de luchar por justicia social y por la atención de los derechos sociales, lo que incluye la alfabetización.

 Una articulacion con raíces lo suficientemente fuertes para encarar los desafíos que enfrenta América Latina para alfabetizar a sus hijos.

Este año, con esperanzas renovadas, reafirmamos nuestra convicción de que se necesita intensificar la lucha para que nuestros niños y niñas nunca más sean amenazados con propuestas que no respetan lo que ellos son: sujetos que producen cultura y que son producidos por ésta. 

La lucha también aspira al reconocimiento de jóvenes y adultos como sujetos capaces de aprender, que ejercen plenamente su derecho de existir con dignidad en este mundo haciendo uso de las diversas prácticas sociales asociadas a la lectura y la escritura.



Después de 36 años, la Red Latinoamericana de Alfabetización renace con el mismo espíritu: congregar a investigadores y educadores de toda América Latina que luchan por los derechos de niños, jóvenes y adultos a ser escuchados y respetados en su proceso de apropiación de la cultura escrita, lo cual presupone profesoras y profesores con una sólida formación didáctica. 



Ese es un sueño que solo puede ser vivido con la fuerza de un colectivo. Por esa razón, la Red pretende asumir fuertemente un papel articulador, poniendo en diálogo a universidades, redes de enseñanza públicas y privadas, organizaciones no-gubernamentales y organizaciones de la sociedad civil con interés en lo público. 



Si en un pasado las distancias físicas representaban un enorme desafío para establecer un diálogo fructífero entre instituciones educativas y sectores sociales, hoy ya sabemos cómo mantenernos conectados. Sin duda, en este caso la tecnología está a nuestro favor.



Es compromiso de la Red difundir el conocimiento psicolingüístico y didácticio producido por investigadores latinoamericanos a partir de un marco constructivista psicogenético. Es urgente que esa producción científica actualice las discusiones para poder comprender lo que piensan niños y niñas cuando se enfrentan al desafío de aprender a leer y escribir. Y para que se pueda entender definitivamente el papel importante que tienen los profesores en la realización de intervenciones didácticas que ayuden a los niños a avanzar en sus conceptualizaciones sobre la escritura.



La Red pretende reafirmar convicciones de renovar el compromiso pedagógico, por tanto político, de profesores que enseñaron a leer y escribir considerando qué piensan niños, jóvenes y adultos, que tienen en cuenta su inteligencia, y que se niegan a realizar prácticas pedagógicas mecanicistas y espontaneístas.



Lo que hemos visto desde que lanzamos la convocatoria para esta actividad del 5 de mayo de relanzamiento de la Red son millones de profesores, investigadores, gestores y formadores ávidos con la posibilidad de estar juntos trabajando en red. Han sido más de 10.000 inscritos y 13 países representados. Una movilización que revela la potencia de un movimiento que tiene urgencia de transformar sus ideales en acciones.

Esta mañana realizamos la asamblea de constitución de la Red, una asociación civil sin fines de lucro. Elegimos el primer directorio general.























La Red tendrá sede en Brasil pero trabajaremos arduamente para que cada país tenga su propio núcleo capaz de fomentar el debate y realizar las acciones necesarias para ubicar las particularidades de cada contexto sociocultural de esta patria latinoamericana.

Seguiremos acogiendo a quienes se reconozcan en los propósitos de esta Red. El directorio general, compuesto por asociados brasileños, será responsable de las acciones realizadas en Brasil y de la coordinación general de la Red en diálogo permanente con las coordinaciones nacionales. 



Para los próximos dos años asumimos el desafío de construir un colectivo, fomentando, además de la formación de núcleos nacionales, núcleos regionales que puedan discutir los desafíos locales y las alternativas posibles para encararlos. También es nuestro propósito organizar grupos de investigación formados por investigadores de diversas universidades latinoamericanas dedicadas a impulsar la investigación psicolingüistica y didáctica.



El día de hoy, elegido como fecha fundacional de la Asociación Red Latinoamericana de Alfabetización, es el aniversario de quien ha dedicado su vida a comprender qué piensan niños y niñas cuando están frente al desafío de aprender a leer y escribir.  Es preciso decir que esta Red solo existe porque en algún momento de su vida ella decidió escuchar lo que los niños tenían que decir sobre lo escrito. Nace en el mismo día de aniversario de la persona que dio origen a todo este movimiento. Esto tiene un valor simbólico de gran importancia para todos nosotros. Es una forma de homenajearla y garantizar que su obra sea comprendida, respetada y difundida por todos los rincones latinoamericanos.



En el seminario regional sobre "Alternativas de alfabetización para América Latina y el Caribe" promovido por la UNESCO en mayo de 1987 Paulo Freire se refirió a Emilia Ferreiro como una de las mujeres extraordinarias del siglo XX. Tuvo razón. Qué pena que no esté aquí para ver todo esto que está sucediendo, para ver su inédito viable transformarse en un inédito de hecho por obra de personas comprometidas e involucradas en la lucha por la transformación de realidades adversas y por la transportación de las fronteras.

En mi condición de presidenta de la Red Latinoamericana de Alfabetización hablo en nombre de un colectivo que ha trabajado incansablemente para que todo esto sea posible. Además de las personas que componen la dirección general quiero destacar el esfuerzo de las condiciones creadas desde 2019 para hacer que todo esto suceda: la comisión de producción y difusión de contenidos y la comisión de medios digitales y comunicación. Un agradecimiento especial a Claudia Molinari por su apoyo incondicional, así como a algunos invitados que colaboraron con entusiasmo a la invitación a ser parte de este momento y a todos aquellos que colaboraron de manera expedita en la difusión del relanzamiento de la Red Latinoamericana de Alfabetización. Muchas gracias.

* Transcripción y traducción de este texto (portugués-español): Rosa María Torres

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28 de agosto de 2023

Con profunda tristeza la Red Latinoamericana de Alfabetización comunica el fallecimiento de Emilia Ferreiro, nuestra eterna maestra, artífice de una verdadera revolución conceptual en el campo de la alfabetización. Gracias Emilia por tanto.



PREMISAS DE LA RED LATINOAMERICANA DE ALFABETIZACION

La Red Latinoamericana de Alfabetización asume una concepción didáctica que comenzó a elaborarse alrededor de 1980, a partir de la revolución conceptual producida en el campo de la escritura por las investigaciones psicogenéticas dirigidas por Emilia Ferreiro. Estas investigaciones pusieron en primer plano al sujeto del aprendizaje al mostrar que - desde muy temprano y tal como lo hacen frente a otros objetos de conocimiento - los niños se plantean problemas cognoscitivos, elaboran hipótesis originales y, a lo largo de un proceso no lineal que supone enfrentar y resolver diversos conflictos, se aproximan progresivamente a reconstruir la alfabeticidad. Comprender en qué consiste la actividad intelectual de los niños frente al sistema de escritura llevó también a re-conceptualizar el objeto de conocimiento, a dejar de concebirlo como simple código de transcripción para entenderlo como sistema de representación del lenguaje.

Estudios realizados en otras ramas del saber – no solo investigaciones psicolingüísticas sino también trabajos de historia y sociología de la lectura, así como de antropologia de la escritura - contribuyeron también a ir re-definiendo el objeto de enseñanza, a entender que la apropiación del sistema de escritura solo tiene sentido en el marco de una incorporación creciente a las culturas de lo escrito, a las prácticas sociales de lectura y de escritura.  


Las investigaciones didácticas que estudiaron el desarrollo en el aula de propuestas elaboradas desde la perspectiva teórica antes definida permitieron explicitar condiciones de la enseñanza, situaciones didácticas e intervenciones del docente que contribuyen al avance de los aprendices como lectores y escritores.  


Entre las condiciones didácticas que se crean en el aula, destacamos como fundamental que los niños se sientan autorizados a leer y escribir por sí mismos, además de ser alentados y desafiados a reflexionar sobre la escritura.  

Las premisas que se enuncian a continuación están basadas en las investigaciones antes señaladas y se refieren tanto a la alfabetización de niños como de adolescentes, jóvenes y adultos. 

1 Para que se cumpla el derecho de todos y todas a formarse como lectores y escritores plenos es esencial que los aprendices participen en forma creciente en las culturas de lo escrito ejerciendo prácticas sociales de lectura y escritura y se apropien tanto del sistema de escritura como del lenguaje escrito desde el comienzo de la escolaridad. 

2 Para abordar y articular esos diferentes aspectos del objeto de enseñanza, cuatro situaciones didácticas fundamentales constituyen la columna vertebral de nuestro proyecto de enseñanza: lectura y escritura a través del docente; lectura y escritura de los estudiantes por sí mismos. Cada una de ellas tiene propósitos didácticos específicos y se potencian al articularse porque permiten que la reflexión sobre el sistema de escritura ocurra en el ámbito de las prácticas del lenguaje.  


3 La apropiación del sistema de escritura, concebido como un sistema de representación del lenguaje - no como un código de transcripción de sonidos – implica interactuar con un objeto cultural, problematizarlo y elaborar conceptualizaciones que constituyen aproximaciones sucesivas a su comprensión. Las intervenciones problematizadoras de las/los docentes son fundamentales en este proceso. 


4 Todos los grupos son heterogéneos y todos los estudiantes tienen derecho a avanzar en sus aprendizajes. Acercar la enseñanza a los aprendizajes es una idea central que atraviesa nuestra concepción didáctica. Para que todos y todas avancen en su comprensión del sistema de escritura, es fundamental que la/el docente intervenga estableciendo puentes entre las diferentes conceptualizaciones de las/los estudiantes y los contenidos a enseñar. 

5 Legalizar las escrituras no convencionales producidas por las/los aprendices es central porque les permite materializar sus ideas sobre el sistema de escritura, enfrentar los problemas que sus propias escrituras puedan plantearles y discutir con las/los compañeros acerca de ellas. Interpretar las producciones genuinas de las/los estudiantes permite a la o el docente intervenir en sintonía con lo que piensan para ayudarlas/los a avanzar.

6 La lectura, que siempre es construcción de sentido, supone un permanente interjuego entre anticipaciones del significado y verificaciones en el texto. Las condiciones didácticas y las intervenciones de la/el docente contribuyen al reconocimiento progresivo de los indicios provistos por el texto que pueden ser utilizados para verificar o rechazar y reformular la anticipación.  

7 En el marco de las situaciones de lectura y de escritura por sí mismos, las/los estudiantes reflexionan sobre el sistema de escritura. Por ejemplo, cuando necesitan decidir cómo escribir cada palabra en una lista o cuál es el título del cuento que corresponde a cierta ilustración, están obligadas/os a pensar atenta y detenidamente sobre unidades menores que las palabras –tanto sobre las letras como sobre las partes orales con las cuales las hacen corresponder.

8 Enseñar a partir de una perspectiva constructivista psicogenética supone concebir a las/los docentes como trabajadores intelectuales en permanente formación, que disponen de herramientas teóricas para interpretar lo que sus alumnas/os piensan y para plantearles nuevos problemas que permitan hacer observables aspectos que aún no han tomado en cuenta.  

En síntesis, hoy disponemos de un consistente marco teórico para anclar la formación de docentes alfabetizadores en los cursos de formación inicial y continua, así como para promover nuevas investigaciones psicogenéticas, psicolingüísticas y didácticas.  Democratizar el acceso a estos conocimientos, posibilitando que las/los maestros conozcan la producción científica en el área, es condición esencial para aproximar las prácticas de enseñanza a los procesos de aprendizaje.

La inserción de esas premisas en los proyectos político-pedagógicos de las instituciones escolares implica redefinir el objeto de enseñanza y garantizar la participación de las/los estudiantes en las culturas de lo escrito desde el comienzo de la escolaridad. Proponer situaciones fundamentales de lectura y escritura e intervenir para contribuir al progreso de las/los aprendices es esencial para formar lectores y escritores competentes.

Consejo Consultivo de la Red Latinoamericana de Alfabetización



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Mi presentación del libro de Emilia Ferreiro “Alfabetización de niños y adultos: Textos escogidos”, Colección Paideia Latinoamericana, Nº 1, CREFAL, Pátzcuaro, 2007.  México D.F., 28 febrero 2008





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