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TiNi: Programa de Educación Ambiental «Tierra de Todos» (Ecuador)




Fotos: Asociación para la Niñez y su Ambiente (ANIA)

Niños y jóvenes están perdiendo contacto con la naturaleza. El ideario de la
«educación del siglo 21» rebosa pantallas y teclados. El asunto es particularmente preocupante en contextos urbanos.

Esta es una experiencia inspiradora que busca recuperar el contacto con la tierra para niños, adolescentes y jóvenes.

Las fotos incluidas en este artículo han sido tomadas de la ANIA.



El Programa de Educación Ambiental «Tierra de Todos» ofrece a niños y jóvenes escolares la posibilidad de acceder a un espacio de tierra - desde medio metro cuadrado e incluso desde una maceta - en el que pueden sembrar, crear, interactuar, jugar, aprender al aire libre y en contacto con la naturaleza.

Dependiendo de su tamaño y condiciones específicas, la TiNi - Tierra de niños y jóvenes para el Buen Vivir - puede adoptar diversas formas y funciones: un pequeño huerto o jardín, un parque, una plaza, un vivero, un espacio lúdico, un taller, un rincón de lectura, etc.

La TiNi se puede organizar en el hogar, en la escuela, en la comunidad o en cualquier otro lugar. En ella intervienen los alumnos con ayuda de profesores y directivos. Participan también los padres de familia y la comunidad.

La TiNi está pensada como una metodología de educación ambiental y de empoderamiento de los alumnos en su relación con el medio ambiente. El contacto con la naturaleza tiene múltiples beneficios: cognitivos, físicos, emocionales y sociales. Desarrolla la creatividad, el sentido de asombro, la cooperación, la empatía y la resolución de problemas.

La metodología TiNi ha sido desarrollada por la Asociación para la Niñez y su Ambiente (ANIA), una asociación privada sin fines de lucro fundada en Lima en 1995.

En 2015-2016 la metodología TiNi fue institucionalizada por el Ministerio de Educación del Perú como Proyecto Educativo Ambiental Integrado (PEAI), denominado “Espacio de Vida- EsVi”.

En 2016 se adoptó en más de 3.200 instituciones educativas públicas en 18 regiones del país. Con apoyo del sector privado, la metodología TiNi se ha implementado en más del 50% de regiones del Perú y en otros 10 países, uno de ellos el Ecuador.

En 2012 la UNESCO declaró de interés público esta metodología. La reconoció como una actividad oficial dentro del Decenio de Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sostenible, coordinado por la UNESCO (ver la carta de Reconocimiento de la UNESCO, del Ministerio del Ambiente y del Ministerio de Educación del Perú).

Estas son las herramientas que la ANIA pone a disposición para trabajar con la TiNi:

- Metodología TiNi virtual
- Kit TiNi (materiales didácticos para crear una TiNi)
- Cuento “El Gran Tesoro de la Naturaleza” (inspira la creación de TiNi)
- Ficha de comprensión lectora del cuento (promueve la comprensión lectora)
- Guía – cuento: Creando una TiNi (orienta en pasos sencillos como crear TiNi)
- Guía para docentes de cómo aplicar la metodología TiNi
- Guía TiNi de flora y fauna en Lima (orienta sobre las especies de plantas y animales que existen en Lima y el Callao y que pueden habitar en la TiNi
- Centro de Promoción TiNi (lugar implementado para observar una TiNi en “vivo”)
- Talleres de capacitación TiNi

Además de la TiNi, la ANIA promueve otras estrategias e iniciativas: Bonos de Servicios Ambientales por Valores y Educación (SAVE), Ecohogar, El Mundo de Ania y Kin, y Arboles como Monumentos Naturales.

Ecuador:
Programa de Educación Ambiental “Tierra de Todos”


En el Ecuador la metodología TiNi fue adoptada con apoyo de la oficina de la UNESCO en Quito, y convertida en el Programa de Educación Ambiental 'Tierra de Todos' del Ministerio de Educación.

El programa fue inaugurado el 21 de septiembre de 2017. El Ministerio adoptó la metodología TiNi a fin de "promover, comprometer y fortalecer la cultura y conciencia ambiental en la comunidad educativa".

La idea es aprovechar los espacios TiNi como espacios de enseñanza y aprendizaje en los que se integran diversas asignaturas como Lenguaje y Literatura, Matemáticas, Estudios Sociales, Ciencias Naturales, Educación Cultural y Artística, Educación Física, Inglés, así como los proyectos escolares.

El 22 de septiembre de 2017 el Ministerio inauguró el primer espacio TiNi - 3 por 15 metros - en Guayaquil, en la Unidad Educativa del Milenio 'Ileana Espinel', con presencia del ministro de educación y otras autoridades. Se entregó a la escuela la Guía Introductoria a la Metodología TiNi.

"Desde hoy empezamos no solo una nueva materia sino una nueva aventura. La materia que vamos a estudiar es La Casa de Todos y este pedacito de tierra es la Tierra de niñas, niños y jóvenes para el buen vivir. Desde hoy ustedes van a ser los súper guardianes del planeta. Desde ahora ustedes van a cuidar un pedacito de tierra que es también un pedazo del planeta”, dijo en la inauguración el ministro Fander Falconí.

- Para marzo de 2018 se habían inaugurado 1.316 espacios TiNi beneficiando a 365.067 estudiantes e involucrando a 21.270 docentes.
- En junio de 2018 había 10.000 espacios TINI en igual número de planteles educativos, públicos y privados,
involucrando a 2.6 millones de estudiantes y a 161.000 maestros.
- El 14 de agosto de 2018 se inauguró el primer Espacio TINI Comunitario, en la ciudad de Guayaquil.
- A fines de noviembre de 2018 (fin de la gestión del ministro Falconí) había 10.021 TiNi en el país, habiéndose llegado al 61% de los planteles educativos,
involucrando a 2.6 millones de estudiantes y 161 mil docentes, y cubriendo un millón de m2 de tierra, según destaca la Memoria del Programa (noviembre 2018).
- La aspiración es llegar a todas las unidades educativas en 2021, al cierre del gobierno de Lenin Moreno.

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Madre Tierra


Silvio Alvarez


¡Ahí viene la Ecología!, ¡Ahí viene la Ecología!”, empiezan a gritar los niños ubicados junto al portón de entrada, al vernos llegar a la escuela, escuela pública, rural, en la Sierra Gorda de Querétaro, México.

“La Ecología” está encarnada en el joven a quien acompaño, encargado de guiarme en esta visita y Monitor Comunitario de un organismo no-gubernamental dedicado al tema ecológico que viene trabajando varios años en la zona con diversos programas orientados a generar acciones y conciencia ecológica, primero a nivel comunitario y, más recientemente, con un trabajo directo en las escuelas. En estas últimas, el programa es acordado mediante convenio con el director o directora de cada plantel: cada viernes, un Monitor llega a la escuela y realiza diversas actividades con los distintos grupos de alumnos. Sus herramientas didácticas son, esencialmente, su propia voz y una guitarra, además de una serie de materiales y juegos didácticos diseñados dentro del programa. También se hacen actividades fuera del aula y fuera de la escuela, excursiones y jornadas para plantar árboles, recoger la basura, etc.

Los días viernes -“Viernes Ecológicos”, como se los llama- se han convertido así en un día muy especial y muy esperado por los niños. No está claro, sin embargo, cómo lo esperan y viven los maestros de planta de la escuela... Por más que se diga que el Monitor alivia su trabajo y les permite algún tiempo libre cada viernes, el ingreso a la escuela de un agente externo siempre es conflictivo, más si irrumpe de este modo, como portador ocasional de lo novedoso, de lo no sujeto a la rutina diaria y a las normas implacables del programa de estudios y de la evaluación. En cuanto al director, con quien nos reunimos antes de pasar a las aulas, sólo tiene alabanzas para el programa y agradecimientos para la ONG que lo coordina y los organismos nacionales e internacionales que lo financian.

Cortejados por los niños, entramos a un salón de clase. Allí, el monitor da rienda suelta a la guitarra y entona diversas canciones de contenido ecológico -canciones que da gusto escuchar y cantar- coreadas a viva voz por los niños. El joven se maneja muy bien con ellos, tiene buena voz y hasta se diría que toca bien la guitarra. Investido de Monitor Comunitario, es en verdad maestro, maestro graduado hace poco de la Escuela Normal de la zona, a quien la ONG reclutó y capacitó en el tema ecológico antes de incorporarlo al equipo junto con otros doce jóvenes maestros, de ambos sexos. Cada uno de ellos atiende un determinado número de escuelas, según un calendario y una distribución de tareas perfectamente sincronizados. 

En el camino hacia la siguiente escuela, el Monitor y otra persona del equipo que nos acompaña me van contando más sobre el programa y sus logros. La población de la zona ha desarrollado una importante conciencia ecológica. Uno de los frentes más exitosos y nombrados es el de la basura y la limpieza: se han creado centros de acopio y reciclado, ya no se ven basuras ni en las escuelas ni en los espacios públicos. La propia carretera -sobre la que llaman una y otra vez mi atención- no tiene un sola basura a los costados. Hay aquí un trabajo prolongado, sistemático, casi misionero, en torno a la ecología y, en particular, un fervor militante en torno a la protección del medio ambiente, la “madre tierra”, como la llaman.

Al llegar a la siguiente escuela, encontramos a otro Monitor trabajando en un aula con juegos didácticos y libros infantiles, mientras otro trabaja con los niños en una pequeña huerta. La directora comenta orgullosa acerca de la limpieza de su escuela y me desafía a que encuentre una sola basura tirada en el suelo. Al término de la visita, mientras converso con ella, le concedo la victoria y anoto esta vivencia, con satisfacción, en mi cuaderno.

Y entonces, por donde menos se la esperaba, sobreviene la calamidad. A punto de despedirnos, pido un baño. La directora se apresura a facilitarme, del cajón de su escritorio, un rollo de papel higiénico. Al entrar al inodoro, el olor me deja mareada; hay caca untada en todas las paredes del baño. A falta de papel higiénico, o de algo equivalente, los niños se arreglan evidentemente como pueden. Afuera les esperan unos lavaderos para lavarse las manos.

Durante el camino de regreso, comento a mis guías lo visto y vivido en el baño de la escuela: la caca -tema tabú por excelencia- se convierte en tema central de conversación. La escuela rural, con sus patrones semi-urbanos de arquitectura y convivencia, deja a los niños rurales suspendidos entre dos mundos: les pone el inodoro que no tienen en sus casas pero no les pone papel y les quita, en cambio, los recursos tradicionales -hojas de las plantas, cáscaras, la tusa del maíz, un recipiente de agua al alcance- con que cuentan y a los que recurren diariamente en su hogar y en su medio.

La carretera parece un espejo, las escuelas están inmaculadas por fuera, pero baño adentro -donde se juegan cuestiones importantes y sensibles no únicamente de higiene sino de dignidad de las personas- las paredes están tapizadas de color marrón, en distintas capas y matices. ¿No es éste, también, un tema ecológico?, pregunto a mis anfitriones. ¿Acaso importa más la limpieza del suelo que la de los niños, la preservación y el bienestar de la madre tierra que la preservación y el bienestar de sus hijos?

No sé por qué, al bajarme del vehículo y despedirme, ya en la sede del programa, de todo el equipo, tuve la sensación de que me había convertido, súbitamente, en una detractora de la causa verde y en una visitante non grata.  

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