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Colombia: Programa Nacional de Incentivos para la Calidad de la Educación

                      

Colombia: Institución Educativa Arroyo de Piedra,
entre las 10 mejores en lectura y escritura


En 1996 el gobierno colombiano lanzó el "Programa Nacional de Incentivos para la Calidad de la Educación". El programa, de dos años de duración (1996 a 1998), contó con 144 millones de pesos para premiar a los 2.000 mejores planteles educativos y a los 40.000 mejores educadores del país entre aquellos que trabajan entre el grado 0 (preescolar) y el tercer grado.

El 15 de marzo de 1996 se inició una movilización nacional para visitar todas las escuelas del país. Dos mil directores de núcleo, los supervisores de la red escolar y algunos secretarios de educación se dedicaron a visitar las escuelas de sus localidades, reuniéndose, en cada una, con profesores, padres de familia, alumnos y autoridades locales para definir conjuntamente cuáles son los planteles y educadores merecedores del premio a la calidad. Solo podía seleccionarse un plantel por núcleo educativo o por localidad. Eran los propios planteles los encargados de postular a los candidatos a mejor educador.

¿Qué es un «buen plantel educativo» y qué es un «buen educador» ? El Ministerio de Educación elaboró y distribuyó a todas las escuelas un pequeño folleto (Programa Nacional de Incentivos, La escuela: el lugar predilecto de las niñas y los niños, Bogotá, 1996) en el que se explicaron las bases del programa y los criterios para definir «calidad» tanto en relación al plantel como al educador o educadora. Quienes visitaron las escuelas contaron con un cuestionario detallado que les orientó en torno a lo que debían observar y registrar.

organización escolar: relación armoniosa y cooperativa entre alumnos, educadores y padres de familia.

tiempo dedicado a la enseñanza y el aprendizaje: al menos 900 horas de clase al año y un calendario escolar efectivo de 180 días y 5 horas diarias de clase, superando así las 680 horas de clase al año que constituía el promedio nacional en las escuelas públicas. La escuela recupera el tiempo perdido por paros, huelgas u otros factores.

director(a): ejemplo de unión y entusiasmo en el plantel, ocupado tanto con los aspectos académicos como administrativos, en permanente contacto con profesores y alumnos, preocupado por la actividad en las aulas y por el aprendizaje, actualizado en los conocimientos que debe manejar un director, abierto a la innovación y a la experimentación; diligente para dar respuesta a las necesidades e inquietudes de los alumnos, el profesorado y la comunidad; activo en las relaciones tanto hacia adentro como hacia afuera del plantel.

ambiente escolar: ambiente escolar agradable, seguro, salubre, digno, limpio, bien iluminado, ventilado, con baterías sanitarias en buen estado, con el equipamiento indispensable para enseñar y aprender, incluida una buena pizarra. Un espacio en el que los alumnos puedan moverse y sentarse cómodamente, tengan textos y cuadernos, y acceso a una biblioteca surtida y apropiada para su edad.

educadores: educadores competentes, con altas expectativas respecto de sus alumnos, convencidos de que todos pueden aprender, empeñados en evitar el fracaso escolar y en mejorar la calidad, que entienden su tarea no solo como enseñar sino como asegurar que los alumnos aprendan. Buenos pedagogos, capaces de relacionarse con sus alumnos como amigos, generando confianza y respeto antes que miedo.

El propio anuncio del programa desencadenó un movimiento de renovación en las escuelas del país. Avisados de la visita y entusiasmados con la posibilidad de ser elegidos entre los mejores planteles y entre los mejores educadores, directores y profesores se pusieron a hacer lo que muchos de ellos no habían hecho en años: jornadas de limpieza, reparación de mobiliario y embellecimiento general de la escuela, reuniones del equipo docente y con las familias y las comunidades, revisión de enfoques y métodos de enseñanza, mejor aprovechamiento del espacio y del tiempo disponibles para el aprendizaje.

En América Latina proliferan políticas y programas que se proponen identificar a los que están peor (escuelas rurales, urbano-marginales, en zonas indígenas, etc.) y concentrar aquí las acciones para mejorar la calidad de la educación. El programa colombiano de incentivos optó por una vía distinta: una movilización nacional para identificar in situ a los mejores, a fin de valorar colaborativa y públicamente su esfuerzo y su creatividad, orientar y crear «modelos» para el cambio, y alentar a todos a mejorar.

En todos estos años de investigación y asesoría nacional e internacional en torno al cambio educativo, siempre he tenido presente este programa - y el subsecuente Movimiento de Expediciones Pedagógicas en Colombia - como algo que merece conocerse e imitarse. 

* Versión editada del artículo publicado originalmente en mi página semanal en la revista Familia del diario El Comercio de Quito, 21/07/1996.
 
Textos míos relacionados en OTRAƎDUCACION
- Alfabetización: ¿Qué será capaz de hacer Colombia en paz?


 


Descongestionar el sistema escolar


Ilustración: Revista Nexos


"En lugar de seguir congestionando el sistema escolar, se trata de descongestionarlo, sacar de los planteles y las aulas todo aquello que puede hacerse, aprenderse o aprenderse mejor en otros lados".

Escribí y publiqué este artículo en 2019, un año antes de que irrumpiera la pandemia del COVID-19 y el confinamiento diera paso al experimento mundial de escolarizar a distancia en y desde el hogar, mientras se daban las condiciones para el retorno a las aulas. La pandemia lo volvió aún más plausible y necesario.

Descongestionar el sistema escolar es una necesidad no solo coyuntural sino epocal, reconociendo su pérdida de protagonismo (ya no es más el
«templo del saber»), la multiplicación y diversificación de espacios y herramientas de aprendizaje por fuera de las aulas, la histórica lentitud del sistema escolar para incorporar los cambios que se dan en la sociedad, la reconocida necesidad de replanteamientos profundos al modelo escolar convencional, y la adopción del Aprendizaje a lo Largo de la Vida como paradigma de la educación y los aprendizajes en el siglo XXI.



Un problema que arrastran los sistemas educativos es la idea - cada vez más desfasada de la realidad - de que toda educación y todo aprendizaje pasan por las aulas. Detrás de esta creencia están el enciclopedismo y los currículos abultados, al confundirse educación con escolarización y asumirse que el sistema educativo es el único lugar donde se aprende, y que hay que enseñarlo todo (según lo que autoridades y expertos consideran indispensable aprender, en cada país, en cada nivel y asignatura). Resultado: muchos contenidos (muchos de ellos irrelevantes e incluso obsoletos), poco tiempo para aprender, y carrera para
«cumplir» con los planes de estudio.

Romper con esa tradición escolar, repensar qué es indispensable aprender y qué no, optar por poco en profundidad en vez de por mucho superficialmente y a las carreras, es un sello de las reformas educativas promisorias y condición del aprendizaje placentero y del aprendizaje profundo. "Enseñar menos, aprender más" ha sido, en años recientes, lema de la reforma educativa en Singapur.

El problema es ampliamente reconocido, pero poco o nada se hace al respecto. En muchos países, gobierno, sociedad civil y organismos internacionales siguen proponiendo más - no menos - tiempo, tareas y contenidos para el sistema escolar.

La escuela sigue percibiéndose como repositorio de todas las iniciativas pensadas para resolver los problemas educativos y sociales. La escuela enseña, socializa, da de comer. Cada viejo o nuevo problema de la sociedad tiende a verse como un problema educativo y éste a entenderse como problema escolar.

En realidad, no todo pasa por la educación. Muchos problemas pueden resolverse - o empezar a resolverse - con información. Para eso tenemos medios masivos de información y comunicación, Internet y redes sociales. Contar con información confiable, útil, oportuna, genera cambios importantes en la comprensión y en la actitud de las personas.

Frente a problemas fenomenales y diversos que enfrentamos hoy en día a nivel mundial y en cada país - corrupción, cambio climático, pobreza, desempleo, hambre, enfermedades, desnutrición, obesidad, embarazo adolescente, envejecimiento, consumo de drogas, narcopolítica, maltato infantil, violencia escolar y doméstica, bullying, inequidad de género, femicidios, machismo, racismo, homofobia, xenofobia, accidentalidad vial, indolencia, falta de empatía, fake news.. - lo que salta como solución es pedir auxilio al sistema escolar para enseñar

ética
lógica
cívica
empatía
creatividad
colaboración
resiliencia
pensamiento crítico
aprendizaje-servicio
educación en valores
competencias tecnológicas y digitales
educación ciudadana
educación para la ciudadanía global
educación ambiental
educación para el desarrollo sostenible
educación para el cambio climático
educación sexual
educación emocional
educación para el emprendimiento
educación alimentaria
educación financiera
educación vial
etc., etc.

Las reformas curriculares son difíciles de diseñar y de implementar en cortos plazos. Entre la reforma en el papel y la reforma en la realidad, en el aula, hay distancias a menudo insalvables. Toda reforma curricular pasa en primer lugar por el aprendizaje y el re-aprendizaje de los docentes.

Si el sistema escolar asumiera todas las demandas sociales habría que extender la escolaridad varios años e invertir tiempos y cantidades cuantiosas en formación/capacitación docente en cada uno de estos temas.

Superar la visión escuelo-céntrica de la educación y del aprendizaje

Persiste la visión escuelo-céntrica de la educación y del aprendizaje. Una visión que sigue desconociendo la existencia y la utilidad de esos otros sistemas que hacen parte del aprendizaje a lo largo y a lo ancho de la vida - la familia, la comunidad, la naturaleza, el trabajo, el arte y la cultura, el deporte, los medios de comunicación, el mundo digital - y la diversidad de modalidades, medios y recursos de aprendizaje disponibles hoy en día.

Esta visión estrecha de la educación y el aprendizaje va junto con una visión compartamentalizada del conocimiento, organizado en asignaturas. Todos los conocimientos pretenden clasificarse y dosificarse dentro de un currículo escolar que se abulta a medida que transcurren los años y los niveles.

Esto corresponde a una visión atrasada del aprendizaje y del conocimiento. Aprender no es fácil: implica un proceso complejo y toma tiempo. Es mucho lo que hoy aprendemos - o podemos aprender - fuera del sistema escolar. No hay razón para delegar a la escuela el monopolio de la enseñanza y el aprendizaje de la Lectura, las Matemáticas, la Ciencia o la Historia cuando tenemos una amplísima oferta de materiales escritos, visuales, sonoros, etc., para poner a niños, jóvenes y adultos en contacto con recursos y lenguajes que el sistema escolar no puede proveer.

La escuela sigue ahí, cuestionada, requerida de transformaciones profundas, participando de un ecosistema de aprendizaje invisible para la mentalidad burocrática-tecnocrática convencional. De hecho, como se sabe hoy, más del 80% de lo que aprendemos en la vida son aprendizajes informales, realizados fuera de las aulas.

En lugar de seguir congestionando al sistema escolar, se trata de descongestionarlo, sacar de los planteles y las aulas todo aquello que puede hacerse y aprenderse o aprenderse mejor en otros lados: familia, comunidad, naturaleza, medios, lugar de trabajo, bibliotecas, museos, teatros, plazas, mercados, huertos, canchas deportivas, Internet.

Invertir en educación familiar y en educación comunitaria es una vía segura de invertir en la educación de niños, adolescentes y jóvenes. Incentivar la lectura y la escritura, ofreciendo acceso gratuito a lecturas variadas - como hace el Plan Nacional de Lecturas del ministerio argentino de educación o
BibloRed, la Red Distrital de Bibliotecas Públicas y Espacios de Lectura no Convencionales de Bogotá - es crear condiciones para el aprendizaje autónomo, placentero, permanente.

Está visto y comprobado que el sistema escolar:

- va siempre atrasado respecto de los cambios sociales y tecnológicos.
- tiene gran resistencia al cambio y ritmos sumamente lentos de cambio.
- no puede enseñarlo todo.

El mejor profesor y el mejor texto escolar no pueden suplir la inmersión en el mundo real. Dentro de un aula puede enseñarse sobre el medio ambiente y el cambio climático, pero nada sustituye el contacto vivencial con la naturaleza. Con ayuda de un texto puede enseñarse qué es la empatía, pero desarrollarla implica relacionarse con otros y, sobre todo, con otros diferentes. Al programa de estudios podemos agregarle una asignatura llamada
«educación alimentaria» pero para comprender de dónde vienen los alimentos, cuáles son sus propiedades, en qué consiste comer saludablemente, hay que combinar el conocimiento moderno y el ancestral, ir al campo, aprender de quienes producen los alimentos y de quienes, herederos de saberes intergeneracionales, los preparan con sabiduría y con amor.

* Una versión anterior de este artículo fue publicada en La Capital, Rosario, Argentina, 3 agosto 2019.

 
Cómo citar este artículo. Torres, Rosa María, "Descongestionar el sistema escolar", blog OTRAƎDUCACION, Quito, 2022.

Para saber más
- Rosa María Torres, El currículo propone y el profesor dispone
- Rosa María Torres, Enseñanza invisible

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