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Aprendizajes escolares, aprendizajes familiares (Bangladesh)

 Rosa María Torres

Escuela primaria no-formal del BRAC - Bangladesh. Foto: BRAC

Algo que me maravilló de las escuelas rurales no-formales multigrado del BRAC en Bangladesh es su impacto familiar y comunitario.

El BRAC es una ONG, una de las más grandes de Asia. Sus escuelas primarias no-formales (3 horas diarias de clase, 11 meses al año), son un modelo escolar exitoso que tiene ya más de 50 años de vida, ha graduado a más de 12 millones de estudiantes, ha sido premiado internacionalmente y se ha expandido a otros países. Se les llama escuelas no-formales porque adoptan modalidades flexibles en muchos aspectos, diferentes a las de las escuelas formales convencionales. Son escuelas gratuitas. Uno de sus objetivos iniciales fue favorecer la incorporación de las niñas.

Cuando visité estas escuelas en los 1990s observé que se ponía gran énfasis en enseñar a los alumnos a lavarse las manos y a hervir el agua. El aula estaba llena de carteles con mensajes y dibujos alusivos. Con ayuda de la traductora que me acompañaba, le pregunté a la profesora y me explicó.

Lavarse las manos antes de ingerir los alimentos y hervir el agua que se bebe y con que se cocina son actividades cotidianas que tienen enorme impacto sobre la salud. Muchas enfermedades y muchas muertes pueden evitarse siguiendo estos dos procedimientos. Se insiste en esto a los alumnos y se les pide que enseñen estos hábitos a sus familias. Se les orienta cómo hacerlo, con ayuda de breves y sencillos materiales ilustrados. La evaluación de los alumnos y de la escuela incorpora esta dimensión de educación familiar. Hay alumnos entusiasmados que por su cuenta deciden ampliar las enseñanzas a los vecinos e incluso a toda la comunidad.

Qué diferentes serían los sistemas escolares, los currículos, las pedagogías, las escuelas, los profesores, los alumnos y la cultura escolar si esto que hacen estas escuelitas rurales, multigrado, en Bangladesh se incorporara como ingrediente y rutina propia de la escolarización.

Un sistema escolar que promueve el aprendizaje inter-generacional en temas y problemas claves relacionados con la higiene, el cuidado de la salud y el bienestrar familiar.

Una escuela que entiende su misión no solo como educar a los alumnos sino como educar a la familia y a la comunidad a través de ellos. El auténtico Aprendizaje-Servicio.

Unos contenidos elegidos y pensados no solo como currículo escolar sino como currículo ciudadano.

Una pedagogía orientada no solo a aprender a aprender sino también a aprender a enseñar.

Una evaluación escolar centrada no solo en lo que aprenden los alumnos sino en su capacidad para educar a otros.

Cuánto más relevantes y pertinentes serían los currículos escolares si tuvieran en cuenta las necesidades de la familia y la comunidad local; cuánto más realizados y socialmente útiles se sentirían los alumnos si pudieran poner lo que aprenden al servicio de su propia familia; cuántas cosas podrían niños, adolescentes y jóvenes enseñar a sus padres y abuelos mientras avanzan en su propio aprendizaje; cuánto más útil sería el sistema escolar para el bienestar familiar, el desarrollo comunitario, la superación de la pobreza, el cuidado del medio ambiente y el aprendizaje a lo largo de la vida.  

 


Alfabetización y aprendizaje a lo largo de la vida

 

Ilustración: David Parkins


Conferencia y ponencia en inglés presentadas en la Bienal 2006 de la ADEA
(Libreville, Gabón, Marzo 27-31, 2006)

Literacy and Lifelong Learning: The linkages


Introducción
2

1.
Muchas personas no ven relación entre alfabetización y aprendizaje a lo largo de la vida. De hecho, la mayoría de la gente – incluyendo políticos y especialistas en educación – piensa la alfabetización como una oferta educativa remedial y no-formal, de corta duración, destinada a personas pobres que no pudieron ir a la escuela cuando niños. Este documento se propone revisar éstas y otras concepciones tradicionales, y mostrar la relación estrecha que existe entre alfabetización y aprendizaje a lo largo de la vida.

2.
La alfabetización de jóvenes y adultos ha sido desatendida en las agendas nacionales e internacionales para la educación. Las metas de la Educación para Todos (Jomtien, 1990 y Dakar, 2000) terminaron centrándose, en la práctica, en niños y niñas, y en la educación escolar. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (2000-2015) no se ocuparon de los adultos y sus necesidades de aprendizaje.

3.
La recomendación de no invertir en alfabetización y en educación de adultos en general, hecha por el Banco Mundial desde fines de 1980 a los gobiernos de los 'países en desarrollo', se basaba en dos argumentos: (a) recursos escasos y necesidad de priorizar la infancia y la escuela, y (b) ineficacia atribuida a los programas de alfabetización de adultos. 3

No obstante, ninguno de estos argu
mentos es válido, porque: (a) la educación de niños/niñas y la educación de adultos están íntimamente relacionadas y por tanto no cabe la opción niños versus adultos, y (b) la supuesta ineficacia y baja rentabilidad de la alfabetización de adultos no se basó en información ni conocimientos confiables, lo que fue luego reconocido y rectificado por el Banco Mundial (Lauglo, 2001; Oxenham y Aoki, 2001; Torres, 2004). 4

4.
La meta no es “erradicar el analfabetismo” sino asegurar acceso universal a la cultura escrita – familias letradas, comunidades letradas, sociedades letradas –. Para alcanzar esta meta se requiere trabajar simultáneamente en cuatro frentes complementarios:

a) Educación básica de calidad para todos los niños y niñas,
poniendo la alfabetización (adquisición, desarrollo y uso de la lengua escrita) en el centro de los esfuerzos y las reformas escolares.

b) Alfabetización universal para la población joven y adulta excluida del sistema escolar,
no solo a través de programas específicos para adultos, sino como parte de los esfuerzos educativos dirigidos a la familia y la comunidad, y a través de todos los medios posibles.

c) Un ambiente que estimule la lectura y la escritura, a nivel local y nacional,
incorporando y articulando todas las instituciones, medios y tecnologías disponibles (familia, escuela, biblioteca, iglesia, espacio deportivo, centro comunitario, telecentro, cibercafé, periódicos, radio, televisión, etc.).

d) Luchar contra la pobreza de manera estructural,
no sólo con intervenciones focalizadas ad-hoc, sino introduciendo cambios profundos en el modelo político, económico y social. No se puede luchar contra el analfabetismo sin luchar contra la pobreza y sin asegurar la satisfacción de las necesidades básicas de la población. 5

En definitiva, alfabetización para todos y educación para todos requieren intervenciones complejas y políticas intersectoriales. Solamente desde la política educativa es imposible avanzar sobre la democratización de la educación y de la cultura escrita. 6

Ver el artículo completo en: Revista Interamericana de Educación de Adultos, vol. 28, núm. 1, enero-junio, 2006, pp. 25-38.  Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe, Pátzcuaro, México

NOTAS

1
Rosa María Torres (Ecuador). Educadora y lingüista. Fue Directora Pedagógica de la Campaña Nacional deAlfabetización “Monseñor Leonidas Proaño” (1988-1990) y Ministra de Educación y Culturas (2003) en el Ecuador. A solicitud de la UNESCO preparó el documento de base para la Década de las Naciones Unidas para la Alfabetización (2003-2012).
1

2 Este trabajo fue traducido por el
CREFAL para su publicación en la Revista Interamericana de Educación deAdultos, núm. 1, 2006. El original, en inglés, fue un documento encargado por la ADEA (Association for the Development of Education in Africa, Asociación para el Desarrollo de la Educación en África) y presentado en la Reunión Bianual de la ADEA, realizada en Libreville, Gabón, entre el 27 y el 31 de marzo de 2006. A esta versión en español le hemos introducido algunos cambios menores y algunos ejemplos que contextualizan los puntos tocados en relación a América Latina y el Caribe.

3 Ambos argumentos fueron esgrimidos por el Banco Mundial en su documento de política educativa Prioridades y Estrategias para la Educación (1996). El argumento acerca de la baja rentabilidad se basó en un estudio encargado por el Banco Mundial (Abadzi, 1994), cuyos datos eran viejos, referidos al Programa Mundial Experimental de Alfabetización realizado a finales de los 60 (entre 1967 y 1972) en 11 países (ver Lind y Johnston, 1990).

4
Algunos estudios promovidos por el Banco Mundial (ver por ejemplo Carr-Hill, 2001, realizado en Uganda) concluyen que la educación no-formal (fuera de las aulas) puede ser más rentable que la educación escolar. Este es un argumento peligroso, que puede llevar a pensar en la educación de adultos y la no formal como sustitutas de la educación escolar regular.

5 Este cuarto pilar, esencial, no fue mencionado en el Informe 2006 de Seguimiento de la Educación de Adultos en el Mundo “La alfabetización: Un factor vital”, dedicado a la alfabetización.

6 Ver Rosa María Torres, Justicia educativa y justicia económica: 12 tesis para el cambio educativo, Movimiento Internacional Fe y Alegría/Entreculturas, Madrid, 2005.


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Saramago se formó en una biblioteca pública

En tiempos de meritocracia y obsesión con los títulos académicos es útil saber que José Saramago - Premio Nobel de Literatura 1998 - no fue a la universidad ni obtuvo ningún título de educación superior.

Nació en 1922, en Azinhaga, una aldea al sur de Portugal, en el seno de una familia de campesinos analfabetos. En 1924 la familia se trasladó a vivir en Lisboa. Aprendió a leer a los 7 años en una escuelita ubicada en la calle Martens Ferrão; empezó a leer con un periódico, el Diário de Notícias, aunque no entendía lo que leía; a los 10 años, según explica en Las pequeñas memorias, ya era un lector fluido y tenía muy buena ortografía, lo que le valió grandes elogios y fama de buen alumno en la segunda escuela, la escuela del Largo do Leão.

En 1934, cuando tenía 12 años, la falta de recursos económicos de la familia le obligó a entrar a la Escuela Industrial Alfonso Domínguez a estudiar cerrajería metálica. Durante dos años trabajó en una herrería, para mantener a su familia. Entró por primera vez a una biblioteca cuando era todavía adolescente, una biblioteca pública en Lisboa que describe en varios de sus libros y conferencias, para llegar a la cual debía caminar entre dos y tres kilómetros, de noche. Estudiaba y trabajaba durante el día, de modo que solo le quedaba la noche para ir a la biblioteca a leer.

En tiempos de lectura rápida, en que viene perdiéndose la lectura por placer, hay que decir que Saramago aprendió desde el primer momento el gusto de leer despacio, saboreando la escritura. Leyó prácticamente toda la biblioteca, eligiendo los libros al azar, sin ningún orden predeterminado. Leía de todo. Y al leer descubría que mientras más leía más le entusiasmaba la lectura y mejor preparado se sentía para leer. Dice Saramago que en esa biblioteca y en esas lecturas se forjó el escritor que sería después. El Ensayo sobre la Ceguera empezó a escribirse ahí.

En tiempos en que la falta de lectura y los problemas de comprensión lectora se han convertido en motivo de preocupación mundial, justamente cuando hay más para leer - en papel y en pantalla - y más facilidades para leer en todo momento y lugar, vale recordar que Saramago vivía en gran pobreza, no tenía libros en casa ni podía comprarlos, y tenía padres y abuelos analfabetos. “Mi abuelo, el hombre más sabio que he conocido, era analfabeto”, dijo en su discurso de aceptación del Nobel.

En tiempos en que las bibliotecas languidecen e incluso cierran en muchas partes del mundo, es bueno recordar que éstas siguen ahí, vivas y vigentes, reclamando atención y cambios e invitando a renovar el compromiso de los lectores de todas las edades, porque la lectura no solo no dejó de tener importancia sino que es más importante que nunca.

Dejemos que el propio Saramago nos lo cuente.


Una biblioteca oscura y triste, por José Saramago

Las bibliotecas han cambiado mucho desde el día en que, en la Lisboa de finales de los años treinta, entré por primera vez en una de ellas. Era un lugar donde el tiempo parecía haberse parado, con armarios que forraban las paredes desde el suelo hasta casi el techo, las mesas largas con sus pequeñas estanterías móviles a la espera de los lectores, que nunca eran muchos. El bibliotecario se sentaba al fondo de la sala, detrás de un escritorio antiguo, de esos de palo santo labrado.

La biblioteca olía a papeles viejos y a cera de abejas, también un poco a humedad, a moho, tal vez porque las ventanas se abrían de tarde en tarde, al menos siempre me parecen cerradas cuando las recuerdo.

También es cierto que nunca fui a la biblioteca durante el horario diurno de funcionamiento, por lo tanto no sé cómo sería el ambiente, si las pesadas contraventanas se abrirían para que la luz del día pudiera entrar. Probablemente sí. Yo era un lector de los nocturnos, salía de casa después de cenar (entonces la cena era a las ocho), caminaba los dos o tres kilómetros que separan el barrio de Penha de França, donde vivía, del Campo Pequeno, e iba a leer.

Exactamente, iba a leer. Era un adolescente que no tenía libros en casa, excepto los de estudio, y que quería saber por sí mismo qué era realmente eso que se llamaba Literatura. No había pedido consejos a personas sabias sobre la mejor manera de encaminar didácticamente sus experiencias, cada vez que entraba en la biblioteca era como si desembarcara en una isla desierta y tuviera que abrir un camino por no se sabía dónde, ni le importaba mucho.

Leía sin ningún objetivo, leía porque le gustaba leer y nada más. Era bastante ingenuo para atreverse a descifrar El Paraíso Perdido de Milton sin conocer nada de la literatura inglesa. O El Quijote sin saber más de Cervantes que en cierta ocasión dijo que el portugués era el castellano sin huesos.

Leía más los clásicos que los modernos, sin método, aunque con cierto sentido de la disciplina. Si le gustaba especialmente un autor, intentaba leer toda su obra, tarea muchas veces imposible, como fue el caso de Camilo Castelo Branco.

Medio conscientemente se dio cuenta de que tendría mucho que ganar si saboreaba despacio los sermones del Padre Antonio Vieira, pero confiesa que algunas veces tenía que abandonarlos por el mismo motivo que nos obliga a cerrar los ojos ante una luz demasiado fuerte.

Además, como se suele decir, le faltaba vocabulario. Recorría con atención las hojas dactilografiadas donde estaban las obras que habían llegado hacía poco a la biblioteca, y entre ellas elegía alguna, un poco por los títulos, un poco por los nombres de los autores.

Con el paso del tiempo aprendió a establecer relaciones entre unos y otros, observaba que la memoria de lo que ya había leído enriquecía sorprendentemente la lectura que estaba haciendo en aquel momento, el camino por donde andaba se le iba haciendo más firme cada día.

No puedo recordar con exactitud cuánto tiempo duró esta aventura, pero lo que sé sin duda es que de no ser por aquella biblioteca antigua, oscura, casi triste, yo no sería el escritor que soy. El Ensayo sobre la Ceguera comenzó a ser escrito allí.

Traducción: Rosane Zimmermann • Fotografía: Revista Mi Biblioteca
Mi biblioteca: La revista del mundo bibliotecario, ISSN 1699-3411, N.º 1, Abril 2005, pág. 10

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¿Cuál «educación del siglo 21»?


Todos hablan de «la educación del siglo 21»https://twitter.com/rosamariatorres/status/1410394940241289220?shttps://twitter.com/rosamariatorres/status/1410394940241289220?s=20 :
- habilidades del siglo 21
- alumnos del siglo 21
- educadores del siglo 21
- escuela del siglo 21
- aula del siglo 21

Estrictamente, sin embargo, no existe
«la educación del siglo 21»https://twitter.com/rosamariatorres/status/1410394940241289220?s=2'la educación del siglo 21'https://twitter.com/rosamariatorres/status/1410394940241289220?s=2https://twitter.com/rosamariatorres/status/1410394940241289220?s=20.

▸ ¿Cuál siglo 21?

- 1 de cada 4 personas en el mundo vive en situación de pobreza multidimensional o es vulnerable a ella.
- más del 60% de los trabajadores trabajan en la informalidad (OIT, 2020)
- 1 de cada 10 personas (759 millones de personas) vive sin electricidad (PNUD, 2021)
- más de mil millones de personas viven sin agua potable y 2 de cada 5 no cuentan con herramientas básicas para el lavado de manos.
- 43% de las escuelas del mundo no tienen instalaciones para el lavado de manos con agua y jabón (UNICEF, 2019)
- más de 40% de la población no tiene protección social.

- el 40% de la población mundial no tiene acceso a una educación en una lengua que hable o entienda (UNESCO, 2020)
- 6.5 mil millones de personas (85.5% de la población mundial) no tienen acceso a Internet rápido y confiable.
 
Fuente: ONU/PNUD 2020
Datos anteriores a la pandemia del COVID-19.

El siglo 21 no es el mismo para todos.

Millones de personas en el mundo viven en condiciones de siglos anteriores, sin disfrutar las ventajas o padecer las desventajas de la modernidad, sin agua potable, letrinas, energía eléctrica, trabajo y vivienda dignos, alimentación adecuada, transporte, lectura y escritura, buena educación, Internet, acceso a servicios y a derechos ciudadanos básicos.

En 2020, ante la necesidad de cerrar las escuelas debido a la pandemia del COVID-19, se decidió trasladar la escuela al hogar y continuar enseñando a distancia mediante educación virtual. No obstante, solo la mitad de la población mundial tenía en ese momento acceso a Internet. Internet para todos y aprendizaje virtual para todos continúan siendo una utopía.

Las desigualdades - dentro de cada país, entre países, entre regiones, entre el Norte y el Sur globales - no solo se perpetúan sino que se han profundizado post-pandemia: pobreza y riqueza extremas, hiperconsumo y hambruna, sobreinformación para unos y cero información para otros, analfabetos y sobrecalificados, conectados y desconectados.

Como es evidente, no viven de igual modo «el siglo 21» quienes sobreviven con uno o dos dólares diarios (las millones de personas que viven en pobreza extrema) y quienes hacen parte de la Sociedad de la Información, la Sociedad del Conocimiento, la Sociedad Digital.

▸ ¿Cuál educación?

No existe la educación, en singular, como hecho universal y experiencia común compartida por la humanidad. Existen las educaciones, diversas como las realidades, las culturas, las ideologías, las aspiraciones de sectores y grupos humanos concretos. No existe, por eso, el futuro de la educación sino los futuros de la educación.

No solo se aprende en el sistema educativo: se aprende también en el hogar, en la comunidad, en la biblioteca, en el trabajo, a través de los medios, del arte, de la participación social, del servicio y la solidaridad, del contacto con los demás y con la naturaleza.

Las necesidades de aprendizaje y los aprendizajes se configuran en condiciones y en culturas específicas. No es posible pensar en realidades, necesidades y aspiraciones educativas homogéneas, en soluciones y fórmulas iguales para todos.

El modelo de educación familiar y comunitaria desarrollado históricamente por los pueblos indígenas, que sigue vivo en muchos países, coexistiendo con el sistema dominante de educación formal, se guía por otras lógicas y epistemologías. No se trata solo de modelos educativos diferentes: se trata de sistemas alternativos de conocimiento.

En educación no existe el modelo único para todos.

▸ ¿Educación del siglo 21?

La educación en el siglo 21 es diversa, situada históricamente en este siglo y geográficamente en múltiples lugares y culturas. No corresponde necesariamente al imaginario de «siglo 21» y sus correspondientes «necesidades de aprendizaje en el siglo 21» pensadas como tales desde los países desarrollados.

Millones de niños, jóvenes y adultos no han visto una computadora ni han entrado jamás al Internet. Millones de niños, jóvenes y adultos no tienen idea de dónde vienen los alimentos que comen todos los días, no saben cómo se siembra y cosecha una papa, un tomate, un limón. Diferentes ignorancias, ignorancias ambas. 

▸ ¿Cuáles «habilidades del siglo 21»?
 
Muchas habilidades enlistadas hoy como «habilidades del siglo 21» aparecieron antes como «habilidades del siglo 20».

Hay varios listados de «habilidades del siglo 21» propuestos por diferentes organismos internacionales, entre otros la Comisión Europea (competencias clave para el aprendizaje permanente), el Foro Económico Mundial (habilidades clave para los empleos del futuro), la OCDE (aprender para la vida), UNICEF (habilidades transferibles) y el BID (habilidades transversales).

Lo cierto es que las habilidades fundamentales para la vida y para el trabajo son diferentes para personas, grupos, edades, trabajos y condiciones diferentes. Niños, jóvenes y adultos en situación de pobreza en el campo y en la ciudad - la mayoría de la población mundial, con un aumento notable a raíz de la pandemia en 2020 - enfrentan diariamente la lucha por la supervivencia y desarrollan, en gran medida autónomamente, habilidades para sobrevivir, aprender, cuidarse y cuidar a sus familias, cooperar, trabajar y ganarse el sustento.

La pandemia reveló la verdadera magnitud y amplitud de las brechas y desigualdades económicas, sociales, educativas y digitales en el mundo y en el interior de cada país, exigiendo replanteamientos conceptuales y prácticos en muchos órdenes, entre otros en cuanto a qué, dónde y cómo necesitan aprender niños, jóvenes y adultos, familias y comunidades en el mundo de hoy.
» Luces y sombras de la pandemia para el cambio educativo
» La pandemia y el currículo escolar

"No podemos seguir pensando la edad adulta como hace 50 años"


Entrevista realizada por la revista Magisterio No 87, Colombia (23/08/2017)

¿Cuáles son las particularidades del proceso de aprendizaje de una persona adulta y qué implicaciones tienen para el sistema educativo en términos de currículo, formación, gestión educativa, etc.?

La principal particularidad tiene que ver con la edad. Una persona adulta tiene autonomía, capacidad de decisión, de discernimiento. Decide estudiar/aprender. Tiene creencias y conocimientos sedimentados, experiencia de vida, juicios y prejuicios formados. También tiene a menudo inseguridades, miedos, dudas acerca de su capacidad para seguir aprendiendo. No es población obligada ni cautiva; se va cuando quiere irse. Valora su tiempo. Es capaz de hacer esfuerzos y sacrificios. Requiere ofertas educativas flexibles, atractivas, diversas, personalizadas, adaptadas a necesidades y posibilidades específicas.

Todo eso se ha caracterizado en el pasado como 'educación no-formal', dada la rigidez del sistema formal para ofrecer diversidad y flexibilidad. Un programa escolarizado para adultos no es – no debe ser - simplemente una versión acelerada del mismo programa diseñado para niños, adolescentes o jóvenes. Lastimosamente, esto es por lo general lo que se sigue haciendo.

¿Qué nuevas corrientes conceptuales y de innovación pedagógica se perfilan como prometedoras en este renglón de la educación latinoamericana?

No veo nuevas corrientes conceptuales y veo poca innovación pedagógica en el campo de la educación de adultos. Un campo con poco dinamismo, que sigue siendo la Cenicienta de las políticas educativas.

Una pregunta que me hacen a menudo, en distintos países, es cómo desescolarizar la educación de adultos. Muchos países vienen ofreciendo programas de “segunda oportunidad” - completación de primaria o secundaria - destinados sobre todo a jóvenes y adultos jóvenes. Hay poca oferta educativa por fuera del sistema formal. Se niega generalmente a las personas adultas, por ejemplo, la alfabetización digital y el manejo de las modernas tecnologías y del internet. Gran error. Igual con el arte, la música, la danza, la fotografía, el aprendizaje en campos muy diversos del conocimiento y la cultura.


¿Qué lugar se otorga a la alfabetización y la educación de personas jóvenes y adultas en los sistemas educativos de América Latina? ¿Cuáles serían las principales consideraciones para el diseño de políticas educativas en este campo?

La alfabetización sigue siendo considerada el corazón de la educación de adultos, al punto que muchos leen educación de adultos y entienden automáticamente alfabetización. Venimos insistiendo hace tiempo en la necesidad de pasar “de la alfabetización al Aprendizaje a lo Largo de la Vida”, el paradigma propuesto por la UNESCO para la educación del siglo XXI. Estamos lejos de que eso suceda.

Más aún: el propio objetivo de la alfabetización viene reduciéndose. Hemos pasado del objetivo de “erradicar el analfabetismo” (Proyecto Principal de Educación, 1980-2000) a reducirlo a la mitad (Educación para Todos, 1990-2015) y a
garantizar que todos los jóvenes y al menos una proporción sustancial de los adultos tengan competencias de lectura, escritura y aritmética” (Objetivos de Desarrollo Sostenible, 2015-2030).

Entre los aportes de la Psicología Positiva y la perspectiva del Desarrollo de las naciones y la reducción de la pobreza, ¿cuál sería un derrotero posible para la Educación de Personas Jóvenes y Adultas en la región latinoamericana?

Educar a la población adulta es educar a quienes tienen a su cargo el cuidado de los niños, a los que trabajan y sostienen la economía de un país, a campesinos, indígenas, amas de casa, ciudadanos adultos en general. Si no elevamos el nivel educativo de todos ellos, el rezago educativo seguirá siendo un fenómeno masivo en nuestras sociedades y las posibilidades de desarrollo sostenible se ven muy mermadas. No se trata solo de reducir la pobreza; se trata de fortalecer la ciudadanía, el trabajo calificado, la participación social, la conciencia ambiental, el nivel cultural de un país.

Un reciente informe de la UNESCO afirma que la pobreza en el mundo podría reducirse a la mitad si toda la población adulta completara la educación secundaria. No obstante, este objetivo no se incluyó en el
Objetivo 4 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) dedicado a la educación: la meta de la educación primaria y secundaria universal se refiere aquí solo a la población infantil. Confío en que este reconocimiento de la UNESCO - la vinculación entre completación de la educación secundaria y reducción de la pobreza - ayude a visibilizar e impulsar la educación de adultos más allá de la alfabetización y la completación de la primaria, que es lo usual.

¿Cuáles son los retos de la EPJA en América Latina en el terreno pedagógico y curricular?

Soy de las que piensa que el gran reto no es solo mejorar nuestros sistemas educativos sino transformarlos radicalmente. Necesitamos construir otro modelo educativo, acorde con los tiempos, con el conocimiento que hoy tenemos disponible, con los problemas y avances del mundo actual. En ese marco es posible pensar en una EPJA renovada, con una nueva visión y un nuevo lugar en la agenda educativa global, regional y nacional.

La expectativa de vida creció exponencialmente en todo el mundo. El envejecimiento de la población es un nuevo desafío global, con grandes repercusiones demográficas y en todos los órdenes. No podemos seguir pensando la edad adulta y la educación de adultos como hace 50 años. Estamos hablando ya, en muchos países, de la mitad o más de la población, de una "edad" que abarca desde jóvenes de 15 años hasta personas de más de 90.

Los retos curriculares y pedagógicos son enormes. Pero el principal reto es el cambio de mentalidad, la incorporación de nuevo conocimiento acerca de la cognición adulta que viene aportando entre otros la Neurociencia. Sin un cambio de mentalidad, no habrá posibilidad de cambios curriculares ni pedagógicos.

Para saber más
- UNESCO,
La pobreza en el mundo podría reducirse a la mitad si todos los adultos terminaran la educación secundaria, 21/06/2017
https://es.unesco.org/news/pobreza-mundo-podria-reducirse-mitad-si-todos-adultos-terminaran-educacion-secundaria

Cine-foro: Detrás de la Pizarra


Por el Día del Maestro en el Ecuador (13 abril), el Colectivo de Maestras Parvularias y la Carrera de Educación Inicial de la Facultad de Filosofía de la Universidad Central del Ecuador (UCE) me invitaron a un cine-foro en torno a la película "Detrás de la Pizarra" (Beyond the Blackboard). Al cine-foro asistieron estudiantes y profesores de la especialidad.

La película narra una historia real, la de la maestra Stacey Bess, una maestra sin experiencia que se estrena en una escuela a la que asisten niños y familias sin hogar, en Salt Lake City, Estados Unidos.

La maestra, de 24 años, se graduó en la Universidad de Utah, se casó, tuvo su primer hijo a los 16 y ahora está embarazada de un tercero.



La escuela, creada en 1984, está en un refugio ubicado en una zona apartada de la ciudad, en la que abundan el tráfico y el consumo de drogas. Escuela unidocente que da cabida a niños y niñas de muy diversas edades, desde el pre-escolar hasta el fin de la educación primaria. Escuela de una sola aula, sin nombre, sin pupitres, sin libros, sin nada.

En poco tiempo, con mucho empeño y esfuerzo, la maestra - con ayuda de los niños y de algunos padres y madres de familia - convierte este galpón en un espacio limpio, colorido, acogedor. Luego van ingresando la lectura, la música, el deporte al aire libre, la organización del salón de estudio, los 15 minutos diarios de deberes en familia. Poco a poco va creciendo el interés y el apoyo de algunas autoridades así como el apoyo y la integración de las familias.

A través de una historia real, la película muestra, en definitiva, lo que es capaz de hacer una maestra en una situación precaria y compleja, transformando no solo la escuela sino la vida de estos niños y de estas familias. 

Stacey Bess recibió varios premios y reconocimientos, el más importante el Jefferson Award for Greatest Public Service by Someone 35 Years or Younger (Premio Nacional Jefferson al Mejor Servicio Público por una Persona de 35 años o Menos). Después de dar a luz a su tercera hija, MacKenzie, continuó trabajando en la escuela durante ocho años. Hoy da conferencias sobre el derecho a la educación de los niños más pobres. Sobre su experiencia en la escuela escribió un libro, Nobody Don’t Love Nobody: Lessons on Love from the School with No Name.

Había visto la película y me había conmovido hasta las lágrimas. La ví aquí por segunda vez, y volví a llorar. Esta vez, además, emocionada por el contexto, rodeada de estudiantes que han elegido la carrera docente y la responsabilidad más grande de todas: el trabajo con los niños y niñas más pequeños.

La Decana de la Facultad, Ruth Páez, y yo, fuimos invitadas a comentar la película. Ella habló de las satisfacciones de la docencia y relató anécdotas de su vida profesional vinculadas a esta construcción de cimientos, desde cero y con esfuerzo. Yo destaqué tres puntos de la película: a) lo más importante en una escuela es el maestro o maestra, no la infraestructura ni el equipamiento; b) la complejidad de los procesos reales y el valor del afecto y la perseverancia; c) la enorme felicidad que da ser y sentirse socialmente útil, ayudando a transformar vidas de otros y sobre todo de los más necesitados.

Todo esto resulta importante destacar en el contexto ecuatoriano, donde lo que ha primado en la última década es la infraestructura y el equipamiento, a menudo confundidos, por sí mismos, como calidad de la educación, y donde se ha declarado la guerra a la escuela unidocente, en lugar de impulsar su transformación. (Ver mis artículos "Escuelas multigrado, ¿escuelas de segunda?" y "Elefantes blancos: La estafa social de las escuelas del milenio").

Al final, un regalito elaborado por el Colectivo de Maestras Parvularias y entregado por su coordinadora, Lorena Araujo, un brindis con fotos, y una cena entre pocos.

En lo personal, la invitación fue además una oportunidad para volver, después de muchos años, a la Facultad donde estudié y terminé mi licenciatura en Ciencias de la Educación. No tengo buenos recuerdos de esa experiencia en términos académicos. Antes de entrar al cine-foro les contaba, riendo, mis anécdotas con la Dra. Garrido, algunas de las cuales relaté hace mucho en "Dinosaurios en la universidad". Fuimos sin duda varias generaciones de aspirantes a educadores las que padecimos sus clases. Me alegró escuchar de profesores y directivos el empujón de cambio en el que están empeñados. No hay esfuerzo transformador más necesario y urgente que la formación de los futuros maestros y maestras de este país. 

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Aprender a lavarse las manos



Tomado del sitio del BRAC

La pandemia del coronavirus (Covid-19) ha puesto a toda la humanidad a lavarse las manos. Es decir, a quienes tienen agua e instalaciones en sus casas, en sus escuelas y comunidades, el 40% de la población mundial (3.000 millones de personas) según UNICEF. El lavado de manos y el distanciamiento social son las dos medidas más importantes para protegerse del virus y así seguirá siendo mientras no se desarrolle un tratamiento y una vacuna para la enfermedad.

Por increíble que parezca, algo tan fundamental, de vida o muerte, como lavarse las manos con jabón, y hacerlo bien, es algo que no nos enseñan ni en el hogar ni en la comunidad ni en la escuela. Ha tenido que irrumpir una pandemia para que la humanidad tome conciencia y se vea forzada a hacerlo. Yo lo aprendí ya de adulta, en mi primera visita a Bangaldesh a inicios de los 1990s. Esa es la historia que les cuento aquí.


Desde el año 2008, el 15 de octubre se celebra como Día Mundial del Lavado de Manos. Lavarse las manos - dicen los estudios y los expertos - es la manera más sencilla de prevenir enfermedades y salvar millones de vidas.

Foto: BRAC
El día y el tema me recuerdan, inevitablemente, un viaje a Bangladesh a inicios de los 1990s y una visita al programa de educación del BRAC, una ONG renombrada y premiada mundialmente y una de las más grandes del sudeste asiático. Fui como funcionaria y asesora de UNICEF, cuyo apoyo continuado ha sido fundamental para el programa.

El sistema de escuelas del BRAC apenas empezaba por entonces. Escuelitas sencillas, modestas, pero acogedoras, de una sola habitación, ubicadas en zonas rurales y destinadas sobre todo a atraer a las niñas, con horario reducido a fin justamente de facilitar que las familias manden a sus hijas a la escuela.

Foto: BRAC

Ese fue mi primer viaje al Asia y esas las primeras escuelas que ví en las que los niños - y a menudo también los maestros - se sientan en el suelo y usan el suelo como espacio múltiple, de aprendizaje y recreación. Con ayuda del traductor que me acompañaba, pude comunicarme con las maestras y con los niños.

Empecé a fijarme en unos carteles escritos a mano colocados por todo lado. Pregunté qué decía el mensaje y me dijeron: "No te olvides de lavarte las manos". En el suelo y sobre las paredes había asimismo láminas, cartillas y otros materiales impresos con mensajes de higiene y de salud.
Foto: Compassion

Aprender a lavarse las manos con agua y jabón, y hacerlo regularmente después de ir al baño y antes de comer, era - sigue siendo - una parte muy importante del currículo y de la convivencia escolar en el sistema BRAC. Igual que otras normas básicas como el uso adecuado de la letrina y hervir el agua para la preparación de los alimentos. Lo que los niños aprendían en la escuela debían llevarlo a sus casas y enseñarlo a sus familias. Así pues, el objetivo escolar no se detiene en qué aprenden los niños sino en qué aprenden sus familias a través de ellos y en el impacto de esos aprendizajes sobre la vida familiar y comunitaria. Una visión y una lección inspiradoras que incorporé desde entonces.

Había visto escuelas en contextos de gran pobreza pero ninguna que le diera tanta importancia a lavarse las manos; a lo sumo, el tema incorporado como una lección en el texto escolar y, quizás, algún poster estacionado en la pared. ¿Por qué tanto énfasis en el lavado de manos?, le pregunté a una maestra en una de las escuelas que visité. Quería escuchar su punto de vista. "Porque hacemos todo con las manos", fue la simple explicación.

Foto: Compassion
Solo al día siguiente entendería cabalmente sus palabras. Una joven a la que conocí en el avión me había invitado a cenar a su casa, en Dhaka. Casa grande, hermosa, lujosa. Sus padres me atendieron con gran cordialidad. Antes de sentarnos a la mesa, a cada quien se le dio un pequeño cuenco con agua para lavarse las manos y un lienzo para secarlas. Ya en la mesa, gran variedad de platillos pero ni un solo cubierto. Aprendí allí mismo a comer con las manos. Un descubrimiento extraordinario y una experiencia inolvidable. La comida entrando por la vista y el olfato, luego por el tacto, y recién entonces por el gusto. 

Sigo de cerca al BRAC, que en estos años se ha ampliado a otros países y ha ganado múltiples premios internacionales. Leo que ha desarrollado un programa llamado WASH (water, sanitation and hygiene), dirigido a familias y comunidades. Más de 8.000 personas trabajan en el programa, con 65.000 comités comunitarios. Leo también que en 2010 Bangladesh sentó un nuevo record en el Día Mundial de Lavado de Manos, con 52.790 estudiantes lavándose las manos en simultáneo.

52,970 students washed their hands
in 2010 Bangladesh 52,970 students washed their hands simultaneously and set a world record (Unilever/Lifebuoy, 2010 - See more at: http://www.observerbd.com/2015/10/15/115418.php#sthash.dw5NVcm7.dpuf
Foto: Global Handwashing Day
WASH se creó en 2006 inicialmente a fin de lograr la meta 7 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio: reducir a la mitad la proporción de personas sin acceso a agua potable y a sanidad básica. El programa se dirige a zonas rurales y apartadas, proveyendo letrinas, agua potable y conocimientos esenciales sobre higiene. Los logros son espectaculares: 90% de las comunidades involucradas usan letrina y 80% se lava las manos con agua y jabón después de usar la letrina y antes de comer. En el centro, el sistema escolar cambiándose a sí mismo y sirviendo de agente de cambio de los demás.

Como en tantas otras cosas, Bangladesh muestra caminos e inspira en la larga y dura lucha mundial contra la pobreza.

Foto: reunión del programa WASH con los niños en una comunidad

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