Rikhardinkatu Library, Helsinki. Foto: Rosa María Torres |
Foto: Rosa María Torres |
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Soy contraria a los deberes, por muchas de esas razones que, afortunadamente y cada vez más, vienen siendo expuestas y debatidas en todo el mundo. De Finlandia se afirma que no hay deberes o que hay muy pocos deberes, lo que constituye una de las peculiaridades y de los atractivos de la educación finlandesa. Fui preparada para verlo.
Resultó que sí, que en Finlandia se envía deberes, aunque es el país que menos tiempo dedica a los deberes entre los países de la OCDE (gráfico abajo). Las discrepancias en la información tienen que ver, como en otros asuntos, con que no existe una disposición nacional al respecto: cada municipio, cada escuela, cada profesor tiene autonomía para decidir sobre este asunto.
Lo que ví no me decepcionó sino que, al contrario, me hizo repensar y complejizar mi idea sobre los deberes, en particular en torno al papel que pueden jugar las bibliotecas.
Tiempo dedicado a hacer deberes - países de la OCDE (2012)
En tres clases en las que presencié que los profesores dejaban deberes, pude constatar un alto grado de profesionalismo. Se cree comúnmente que ésta es cuestión sencilla que todo maestro puede y sabe hacer, pero esto está lejos de la realidad. Idear una tarea escolar que los alumnos comprendan, puedan hacer solos y se sientan motivados a hacer es una competencia profesional que conjuga conocimiento disciplinar y pedagógico, sentido común y empatía. En todas las bibliotecas que visité encontré estudiantes de diversas edades haciendo deberes, trabajando laboriosamente y a gusto. Tanto, que la propia noción de deberes se desdibuja y uno siente la necesidad de llamarlos de otro modo.
Las bibliotecas ofrecen este servicio y de manera gratuita. Los espacios de estudio pueden ser individuales o grupales; en la mayoría de casos ví estos últimos. Dos, tres, cuatro estudiantes trabajando en grupo, rodeados de libros y revistas, en espacios muy acogedores, bien iluminados y con arreglos variados: mesas, sillas, muebles multiformes, sofás, puffs, almohadones. En algunos casos, una pizarra blanca o un rotafolio. La biblioteca les ofrece laptops para trabajar. También hay servicio (pagado) de impresión y fotocopiado, así como máquinas expendidoras de bebidas. Todas las bibliotecas tienen wifi. Estos espacios de trabajo, obviamente, no exigen silencio; permiten conversar, producir el movimiento y el ruido que implica trabajar con otros.
Para los estudiantes universitarios, las bibliotecas ofrecen servicios que pueden incluir estaciones de trabajo o salas de reuniones equipadas con pizarras electrónicas, proyector, equipo audiovisual, etc.
Sobre el uso de la biblioteca para hacer deberes conversé con dos bibliotecarias, una en una biblioteca en Porvoo y otra en Helsinki.
Hay estudiantes que van todos los días; otros van dos o tres veces por semana. Se quedan generalmente una o dos horas; algunos se van después de terminar el deber, otros se quedan leyendo o usando algún otro servicio de la biblioteca como música o juegos.
Los estudiantes menores de 15 años requieren una autorización por escrito de los padres para usar la biblioteca. Por lo general, los estudiantes viven cerca, van a la biblioteca al salir de la escuela, van caminando o en bicicleta. En otros casos, los padres o madres van a recogerles cuando salen del trabajo, a las 5 ó 6 de la tarde.
La biblioteca es pues puente entre el sistema escolar y el hogar. Lugar donde se estudia y aprende con autonomía y con libertad, donde los estudiantes se sienten seguros, acompañados y atendidos. No es una extensión de la escuela ni una extensión del hogar; es otra cosa.
Para muchos niños, adolescentes y jóvenes finlandeses la biblioteca es lugar que acoge y que sustituye a una casa vacía. Y el deber puede ser una experiencia significativa y placentera antes que la usual tarea rutinaria, mecánica y burocrática en que la han convertido nuestros sistemas escolares.
Los estudiantes menores de 15 años requieren una autorización por escrito de los padres para usar la biblioteca. Por lo general, los estudiantes viven cerca, van a la biblioteca al salir de la escuela, van caminando o en bicicleta. En otros casos, los padres o madres van a recogerles cuando salen del trabajo, a las 5 ó 6 de la tarde.
La biblioteca es pues puente entre el sistema escolar y el hogar. Lugar donde se estudia y aprende con autonomía y con libertad, donde los estudiantes se sienten seguros, acompañados y atendidos. No es una extensión de la escuela ni una extensión del hogar; es otra cosa.
Para muchos niños, adolescentes y jóvenes finlandeses la biblioteca es lugar que acoge y que sustituye a una casa vacía. Y el deber puede ser una experiencia significativa y placentera antes que la usual tarea rutinaria, mecánica y burocrática en que la han convertido nuestros sistemas escolares.
Para saber más
» ¿Perpetúan los deberes las desigualdades en educación?, PISA in Focus, No. 46, 2014.
» ¿Perpetúan los deberes las desigualdades en educación?, PISA in Focus, No. 46, 2014.
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