Las Unidades Educativas del Milenio (UEM) son megaplanteles construidos durante la década de gobierno de Rafael Correa (2007-2017) en el marco de la «revolución educativa».El modelo UEM se planteó como una propuesta de optimización y reordenamiento territorial de la oferta educativa, sobre todo en el medio rural pero también urbano. La idea fue fusionar escuelas pequeñas cercanas y ubicar a esos alumnos en planteles grandes que ofrecen educación inicial, básica y bachillerato, equipados con todos los servicios y funcionando en dos turnos.
Según Correa, en 2007 encontró 21.058 planteles educativos públicos, miles de ellos uni-docentes o bi-docentes. "Ecuador requiere 5.000 UEM para atender la demanda, 900 de ellos de nueva construcción", afirmó (15 enero 2014). Se propuso pues reducir todos los planteles públicos a 5.000 UEM. Miles de escuelas comunitarias fueron cerradas o fusionadas durante la década.
Hasta el fin del gobierno de Correa (24 mayo de 2017) se construyeron e inauguraron 100 UEM, las cuales llegaron a cubrir el 3.6% de la matrícula escolar pública en el país. ¿Cuántos años y cuántos millones de dólares habría tomado llegar a las 5.000 UEM previstas?
Durante la campaña electoral de 2017, Lenin Moreno se comprometió a terminar las UEM que quedaron a medio construir y a reabrir varias escuelas comunitarias cerradas por Correa. Guillermo Lasso (2021-2023), y Daniel Noboa (2023-2025) también reabrieron escuelas comunitarias y terminaron de construir varias UEM.
El espejismo de la universalización
Las Unidades Educativas del Milenio (UEM) fueron presentadas al país como una política para universalizar una educación pública gratuita y de calidad, especialmente para los sectores menos favorecidos.
En los hechos, las UEM terminaron siendo una política altamente selectiva. Las 100 UEM construidas durante los diez años de gobierno de Correa llegaron a una minoría de estudiantes del sistema público.
El gobierno enfatizó, en cada momento, el número de UEM construidas, sin mencionar el número de estudiantes atendidos en éstas; la sociedad no preguntó y tampoco calculó (para una idea aproximada bastaba multiplicar el número de UEM por la capacidad instalada de cada una: UEM mayores 2.280 estudiantes y UEM menores 1.140 estudiantes).
Se creó la idea de que las UEM estaban llegando a todo el país y que las escuelas unidocentes estaban en vía de extinción. El asombro fue grande al descubrir - en las postrimerías del gobierno de Correa y en los primeros meses del gobierno de Moreno - la baja cobertura de las UEM y el alto número de escuelas uni- y bi-docentes existentes en el país.
- la «revolución educativa» dejó 12.296 unidades educativas públicas, de las cuales 4.097 (33%) eran unidocentes y 2.349 (19%) bidocentes; es decir 52% eran uni- y bi-docentes. A ellas asistían 166.903 estudiantes.
- en la educación intercultural bilingüe 58.4% de las instituciones educativas eran uni- o bidocentes; en ellas se educaban 26.465 estudiantes.
- las 100 UEM llegaron al 3.6% de los estudiantes del sector público.
El espejismo del modelo escolar único e igual para todos
La idea de un modelo escolar único, igual para todos en el territorio nacional, fue justificada en razón de costos y economías de escala, y no fue cuestionada por la sociedad.
Las voces de especialistas que llamamos la atención al respecto no se escucharon o fueron acalladas.
La estandarización se impuso en todos los ámbitos de la educación, negando la diversidad y la necesidad de diversificar, antes que homogeneizar, la oferta educativa.
El espejismo de la modernidad y el vanguardismo
Las UEM fueron presentadas como un modelo escolar de vanguardia, siglo XXI, no solo a nivel nacional sino latinoamericano y mundial.
Correa reiteró que "las UEM no le pedirán favor a ninguna escuela del extranjero" (oct. 2013). "Vienen de otros países a mirar nuestras Unidades del Milenio", "Las Unidades Educativas del Milenio son fabulosas, sirven de ejemplo para la región" (13 dic. 2016).
El ministro de educación Augusto Espinosa, por su parte, afirmó en 2014 que "Ecuador se va a convertir en referente de lo que es la infraestructura educativa del siglo XXI en América Latina" (video).
En verdad, ni el concepto ni el diseño arquitectónico ni los costos hacen de las UEM un modelo atractivo a nivel internacional.
El espejismo de la innovación
La infraestructura de las UEM es nueva pero no innovadora. Las UEM replican el diseño arquitectónico convencional de la escuela-hospital o la escuela-cárcel organizada en pabellones, aulas alineadas a lo largo de corredores, que hoy se considera obsoleto.
La organización del aula y el mobiliario escolar también replicaron patrones conocidos: pupitres individuales, organizados en filas, frente a la pizarra y al profesor. Y¡de plástico!.
La arquitectura escolar ha avanzando mucho en las últimas décadas a nivel internacional, con diseños innovadores pensados desde el aprendizaje y desde la necesidad de romper con el modelo pedagógico y la cultura escolar convencionales. Pese a la prioridad asignada a la infraestructura escolar durante la década, y a la enorme inversión destinada a ésta, el Ecuador no es hoy parte de ese movimiento de renovación arquitectónica. De hecho, las UEM no han sido integradas en estos años a ningún banco de innovaciones educativas en América Latina o más allá.
- las 100 UEM llegaron al 3.6% de los estudiantes del sector público.
El espejismo del modelo escolar único e igual para todos
La idea de un modelo escolar único, igual para todos en el territorio nacional, fue justificada en razón de costos y economías de escala, y no fue cuestionada por la sociedad.
Las voces de especialistas que llamamos la atención al respecto no se escucharon o fueron acalladas.
La estandarización se impuso en todos los ámbitos de la educación, negando la diversidad y la necesidad de diversificar, antes que homogeneizar, la oferta educativa.
El espejismo de la modernidad y el vanguardismo
Las UEM fueron presentadas como un modelo escolar de vanguardia, siglo XXI, no solo a nivel nacional sino latinoamericano y mundial.
Correa reiteró que "las UEM no le pedirán favor a ninguna escuela del extranjero" (oct. 2013). "Vienen de otros países a mirar nuestras Unidades del Milenio", "Las Unidades Educativas del Milenio son fabulosas, sirven de ejemplo para la región" (13 dic. 2016).
El ministro de educación Augusto Espinosa, por su parte, afirmó en 2014 que "Ecuador se va a convertir en referente de lo que es la infraestructura educativa del siglo XXI en América Latina" (video).
En verdad, ni el concepto ni el diseño arquitectónico ni los costos hacen de las UEM un modelo atractivo a nivel internacional.
El espejismo de la innovación
La infraestructura de las UEM es nueva pero no innovadora. Las UEM replican el diseño arquitectónico convencional de la escuela-hospital o la escuela-cárcel organizada en pabellones, aulas alineadas a lo largo de corredores, que hoy se considera obsoleto.
La organización del aula y el mobiliario escolar también replicaron patrones conocidos: pupitres individuales, organizados en filas, frente a la pizarra y al profesor. Y¡de plástico!.
La arquitectura escolar ha avanzando mucho en las últimas décadas a nivel internacional, con diseños innovadores pensados desde el aprendizaje y desde la necesidad de romper con el modelo pedagógico y la cultura escolar convencionales. Pese a la prioridad asignada a la infraestructura escolar durante la década, y a la enorme inversión destinada a ésta, el Ecuador no es hoy parte de ese movimiento de renovación arquitectónica. De hecho, las UEM no han sido integradas en estos años a ningún banco de innovaciones educativas en América Latina o más allá.
El cambio climático está planteando ya, en todo el mundo, la necesidad de cambios mayores en la arquitectura escolar, incluyendo diseños, materiales, ubicaciones, etc. El modelo UEM deberá replantearse y renovarse de manera integral.
En torno a las UEM se instaló la idea de que la calidad estaba fundamentalmente en la infraestructura. La sociedad fue bombardeada con el mensaje de que el Ecuador contaba con una educación pública de calidad y hasta de excelencia. En el centro de esa afirmación se ubicaron la infraestructura y el equipamiento, antes que la calidad docente, el currículo o la pedagogía.
De hecho, las UEM fueron un proyecto arquitectónico sin proyecto pedagógico. El modelo pedagógico bancario, memorista y enciclopédico no cambió; la infraestructura por sí misma no cambia la pedagogía.
Adicionalmente, la doble jornada adoptada en el modelo UEM (buscando el máximo aprovechamiento de la infraestructura) reduce la duración de la jornada escolar y opera en contra, antes que a favor, de la calidad de la educación.
El espejismo del megaplantel
La disyuntiva planteles grandes versus planteles pequeños se planteó a propósito de las UEM. Las autoridades gubernamentales, empezando por el presidente de la República y sus ministros de educación, llegaron a considerar la escuela pequeña como sinónimo de atraso y a sus defensores como defensores del «retorno al pasado».
Otro tema vinculado, que ni siquiera llegó a debatirse, fue la heterogeneidad de edades - desde niños pre-escolares hasta jóvenes bachilleres - en el mismo plantel y los problemas de convivencia y de gestión que esto trae consigo, como señala la literatura internacional.
En varias UEM que he visitado, las instalaciones (biblioteca, laboratorios, canchas, etc.) no están cabalmente aprovechadas. La distancia que deben recorrer muchos alumnos entre su casa y la UEM, la reducida jornada escolar, y muchas veces la falta de profesores, de implementos o de condiciones para usar adecuadamente laboratorios o servicios de internet, conspiran contra el uso pleno de los recursos.
El espejismo de la infraestructura y la calidad
La «revolución educativa» puso en el centro la infraestructura, desde la educación inicial hasta la superior.
La «revolución educativa» puso en el centro la infraestructura, desde la educación inicial hasta la superior.
En torno a las UEM se instaló la idea de que la calidad estaba fundamentalmente en la infraestructura. La sociedad fue bombardeada con el mensaje de que el Ecuador contaba con una educación pública de calidad y hasta de excelencia. En el centro de esa afirmación se ubicaron la infraestructura y el equipamiento, antes que la calidad docente, el currículo o la pedagogía.
De hecho, las UEM fueron un proyecto arquitectónico sin proyecto pedagógico. El modelo pedagógico bancario, memorista y enciclopédico no cambió; la infraestructura por sí misma no cambia la pedagogía.
Adicionalmente, la doble jornada adoptada en el modelo UEM (buscando el máximo aprovechamiento de la infraestructura) reduce la duración de la jornada escolar y opera en contra, antes que a favor, de la calidad de la educación.
El espejismo del megaplantel
La disyuntiva planteles grandes versus planteles pequeños se planteó a propósito de las UEM. Las autoridades gubernamentales, empezando por el presidente de la República y sus ministros de educación, llegaron a considerar la escuela pequeña como sinónimo de atraso y a sus defensores como defensores del «retorno al pasado».
Otro tema vinculado, que ni siquiera llegó a debatirse, fue la heterogeneidad de edades - desde niños pre-escolares hasta jóvenes bachilleres - en el mismo plantel y los problemas de convivencia y de gestión que esto trae consigo, como señala la literatura internacional.
En varias UEM que he visitado, las instalaciones (biblioteca, laboratorios, canchas, etc.) no están cabalmente aprovechadas. La distancia que deben recorrer muchos alumnos entre su casa y la UEM, la reducida jornada escolar, y muchas veces la falta de profesores, de implementos o de condiciones para usar adecuadamente laboratorios o servicios de internet, conspiran contra el uso pleno de los recursos.
El espejismo de la escuela graduada
Una idea-fuerza detrás de la defensa del modelo UEM fue la que asocia escuela no-graduada con escuela pobre para pobres y la escuela graduada como la escuela ideal.
Esto no necesariamente es así pero durante la década no se abrió a discusión. La escuela multigrado está extendida en todo el mundo, sobre todo en zonas rurales escasamente pobladas. El modelo multigrado tiene gran potencial y puede ser un modelo de calidad si se lo reconoce como lo que es: un modelo escolar específico, que como tal requiere políticas, estrategias y recursos también específicos. Esto es lo que hace el programa Escuela Nueva de Colombia - galardonado internacionalmente - y otros programas y experiencias connotadas de escuela multigrado en el mundo.
En el Ecuador se han hecho intentos por avanzar hacia un modelo uni- o bi-docente de calidad, pero no han prosperado. Cuando fui ministra de educación, en 2003, promoví un acercamiento con Escuela Nueva, organicé una visita de estudio a Colombia por parte de funcionarios de alto nivel del ministerio. Años antes, yo misma visité Escuela Nueva y escribí un pequeño libro sobre la visita. El gobierno de Correa profundizó el prejuicio contra la escuela multigrado en lugar de desarrollarla como un modelo educativo pertinente y con gran potencial innovador.
El espejismo de lo comunitario
De las UEM se dijo que estaban pensadas como espacios a ser aprovechados por la comunidad local.
En el caso de las UEM la propia noción de «comunidad local» es problemática dado que los estudiantes provienen de diversas comunidades - algunas alejadas entre sí - y de diversas escuelas comunitarias. Lo apretado de la agenda escolar, sobre todo en el marco de la doble jornada, dificulta la construcción de relaciones entre los estudiantes y entre las familias.
El acercamiento a «la comunidad» y el uso comunitario de las instalaciones está lejos de ser una realidad en muchas UEM. El propio modelo de gestión es celoso con el uso de las instalaciones y con normas más bien rígidas de relacionamiento con el mundo exterior.
Entretanto, muchas comunidades reales fueron despojadas de sus escuelas y vaciadas de sus niños. Más de 6.000 escuelas comunitarias fueron cerradas durante la década.
El espejismo de la replicabilidad
Un modelo arquitectónico estandarizado y modularizado puede crear el espejismo de ser fácilmente expandible y replicable.
En este caso, el diseño arquitectónico de las UEM es igual para las cuatro regiones del país, con dos tipologías, mayor y menor, que difieren en el tamaño de las instalaciones y en el número de alumnos a ser atendidos.
No obstante, el modelo UEM no es fácil de replicar, entre otros por sus altos costos (al final de su período, el gobierno de Correa estimó que cada UEM había tenido un costo promedio de USD 5 millones). Esto plantea serias limitaciones a su generalización como política pública.
Cuál será el futuro de las UEM, sobre todo teniendo en cuenta la calidad de la construcción y si no se asegura un mantenimiento adecuado. De hecho, la falta de mantenimiento es uno de los grandes problemas en la historia de la infraestructura escolar en el Ecuador y en toda América Latina.
Durante el terremoto de abril de 2016 varias UEM recién construidas resultaron seriamente averiadas; una UEM en Pedernales, epicento del terremoto, debió ser demolida. Ya resulta evidente el deterioro de algunas de las primeras UEM construidas en el país. La pandemia, con el prolongado cierre de las escuelas en todo el mundo y cerca de dos años en el Ecuador, significó abandono de los planteles escolares y en muchos casos desmantelamiento de las instalaciones.
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