Hoy es un día histórico y glorioso para esta pequeña localidad rural de San José y para otras familias y comunidades en esta zona apartada y desértica en el noreste de la provincia de Mendoza, Argentina. Hoy se inaugura la red de radios que comunicará a doce escuelas-albergue y, a través de ellas, a familias y comunidades sumamente dispersas y distantes. El proyecto “Las radios de las escuelas del desierto” estará a cargo de los equipos docentes de estas escuelas, y serán los alumnos quienes preparen buena parte de los programas con noticias de cada lugar, temas de interés escolar y comunitario, música y entretenimiento. Tres radios ubicadas en puntos equidistantes serán alimentadas diariamente con intercomunicadores ubicados en las escuelas próximas a cada uno.
Escuela albergue - Mendoza |
La escuela Maestro Pablo Pizzurno, escuela anfitriona en la que se ha instalado el estudio principal, ha organizado el acto. Un acto diverso y ameno para la vista y para el oído, cuyos protagonistas son la radio y los alumnos, convertidos, por obra y gracia de un micrófono, en locutores, periodistas, lectores, payadores, cantantes, músicos, actores, declamadores, contadores de fábulas y chistes, payasos.
El programa - discursos, canciones, coros, baile (la cueca y el gato), sociodramas, anuncios publicitarios, mensajes, lectura de cartas, cuentos, testimonios - se transmite en cadena a las demás escuelas y comunidades. Estas, a su vez, intercalan y hacen llegar cada tanto sus mensajes, cartas y voces emocionadas. La magia de la radio ha llegado a estas comunidades con medio siglo de retraso, en pleno despegue del siglo XXI, cuando otros están maravillados con la magia de la computadora y navegando por Internet.
Las doce escuelas que hoy se conectan a través de la radio son escuelas-albergue que trabajan con un régimen 10 x 4, es decir, 10 días en la escuela y 4 en el hogar. Este régimen se aplica por igual a alumnos y profesores, quienes viven en la escuela y, además de enseñar, se ocupan del baño diario, la alimentación, el vestido, el consejo amigo y la tutoría permanente de estos niños y niñas para quienes la escuela, por lo general, y a pesar de sus limitaciones, es un lugar mucho más cómodo y mejor equipado que sus hogares.
La pobreza y el aislamiento geográfico y cultural de esta zona son sobrecogedores. Las casas - conocidas como “puestos” - están muy distantes entre sí (entre 40 y 200 kilómetros), asentadas en su mayoría en tierras fiscales o de terceros. No tienen baterías higiénicas o agua corriente. Las familias viven de la cría de cabras, ovejas y algún ganado vacuno, y de la venta de abonos y pieles. El cuidado de los animales depende en buena medida de las mujeres y los niños. Los hombres - conocidos como “puesteros” - transcurren una parte importante de su vida sobre el caballo, único medio de transporte y a menudo el único idóneo para desplazarse por la geografía agreste de la zona. Aquí no llega ni prensa escrita ni televisión, y el único acceso a la información es a través de radios AM. No obstante, por la radio frecuentemente lo único que se escucha es “ruido”, como relata un joven de San Pedro que toma la palabra en el acto de inauguración. La “comunidad” incluye típicamente el destacamento policial, una iglesia, la escuela-albergue, y un puesto de salud.
La escuela es el único referente cultural, en ausencia de bibliotecas, cines, o espacios culturales o recreativos. La mitad de la población no ha terminado la escuela primaria y 36% es analfabeta. La timidez campea entre niños y adultos, así como las dificultades de expresión y comunicación. Cerca del 80% de los pobladores padece de brucelosis, la mitad padece el mal de Chagas y otro tanto de hipotiroidismo. Agobiados por la falta de perspectivas, los jóvenes que logran algún nivel de instrucción migran hacia la ciudad.
La llegada de una radio propia, para hablar con voz propia y sobre temas propios, es como la llegada de la primavera. A la radio se le piden objetivos muy variados y que involucran a todos: niños, jóvenes y adultos, familias, escuelas y comunidades. Se espera que la radio integre a las escuelas-albergue; permita a padres e hijos mantenerse comunicados durante los días de escuela; ayude a los alumnos a desarrollar su expresión oral y escrita mediante clubes escolares de periodismo y locución; sirva para hacer capacitación docente a distancia; recupere y valorice la cultura local a través de canciones, poemas, leyendas, etc; mantenga informada a la población sobre la realidad local, provincial, nacional y mundial; contribuya a mejorar la vida de la gente mediante programas en torno a temas de salud, educación familiar, nutrición, tecnología agropecuaria, asuntos legales, etc, y motive a los pobladores en torno a actividades culturales y socioeconómicas tales como bibliotecas, uniones vecinales, y cooperativas.
En un mundo dominado por la cultura audiovisual, la radio tiende a menospreciarse como una suerte de hermana antigua y boba de la computadora, la televisión o el video, mientras tiende por otro lado a sobredimensionarse el potencial y el alcance de los medios audiovisuales. La instalación de computadoras en escuelas que carecen de electricidad, o bien sin capacitación docente o ignorando elementales requerimientos de operación y mantenimiento, son pan de todos los días en Argentina y en muchos otros países. Lo cierto es que la radio no sólo no ha pasado de moda, sino que sigue siendo un medio poderoso - aún insuficientemente explorado y explotado - de comunicación, información, educación y entretenimiento, al alcance de todos y, sobre todo, de los que menos tienen y de los que más necesitan.
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Para más información, ver: Proyecto "Las Aulas del Desierto".
La escuela sede de la Red -Maestro P. Pizzurno- obtuvo el premio PIDC–UNESCO a la Comunicación Rural, en reconocimiento a las actividades renovadoras tendientes a mejorar la comunicación entre las distintas comunidades educativas.
Reportaje incluido en: Rosa María Torres, Itinerarios por la educación latinoamericana: Cuaderno de viajes, Paidós, Buenos Aires, Barcelona, México, 2000.
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