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El financiamiento del sistema educativo en Finlandia

OECD

El financiamiento del sistema educativo finlandés tiene algunas particularidades. No se trata solo de cuánto se invierte sino de cómo y en qué se invierte.

Destacan tres cuestiones:
a) el financiamiento se focaliza en los niveles bajos del sistema (educación inicial y básica), no en la educación superior, como es usual en otros países dentro y fuera de la OCDE;
b) se destina un monto significativo a la educación de jóvenes y adultos, cuya participación es alta en la opción de orientación vocacional/formación profesional; y
c) las modalidades y la gestión del financiamiento a nivel local logran minimizar el impacto de los recortes de fondos a las escuelas.

 




▸ El gasto en educación como proporción del gasto nacional es más alto en Finlandia que el promedio en los países de la OCDE. En 2016, el gasto en educación primaria, secundaria y terciaria como porcenatje del PIB fue 5.5%, superior al promedio de la OCDE (5.0%). En 2018 Finlandia invirtió 5.1% de su PIB en educación primaria, secundaria y terciaria, un 0.3% más que el promedio de la OCDE.

▸ Finlandia dedica uno de los porcentajes más altos a programas de educación de adultos (0.5% del PIB en 2015, en comparación con el promedio de la OCDE de 0.1%). Es alta la participación de jóvenes y adultos en la educación vocacional/formación profesional, opción paralela al bachillerato convencional. 

▸ El foco se pone en la educación básica, algo muy diferente de lo que ocurre en los demás países de la OCDE, enfocados en la educación superior y en el segundo ciclo de la educación secundaria. El gasto anual por estudiante en Finlandia en 2016 fue superior al promedio de la OCDE en educación inicial, primaria y secundaria inferior.

▸ La proporción de gasto privado en educación primaria, secundaria y terciaria en Finlandia (incluidas fuentes internacionales) es 2.8%, uno de los más bajos de la OCDE (14.4%). A nivel terciario, Finlandia tiene el segundo porcentaje más alto de financiamiento público (92% comparado con 66% en la OCDE).

▸ Asimismo, en este nivel, mientras que en la mayoría de los países de la OCDE las familias son la fuente principal de financiamiento privado, en Finlandia casi todo el financiamiento privado proviene de entidades privadas.

▸ Las asignaciones presupuestarias a los planteles primarios y secundarios son responsabilidad de las autoridades locales, a través de transferencias a los municipios y de fondos levantados localmente. La transferencia de fondos se calcula de acuerdo al número de residentes de 6 a 15 años, aunque se consideran también otros factores como la distancia geográfica y la densidad poblacional. Los municipios tienen autonomía para decidir cómo se usan estos fondos. Los fondos municipales deben cubrir los costos de los recursos de aprendizaje, los servicios de salud y ayuda social, y una comida diaria para los alumnos.

▸ En Finlandia la educación superior es financiada mayoritariamente por el Estado. No hay pago de matrículas para los estudiantes finlandeses y de la Unión Europea, pero se han introducido para otros estudiantes extranjeros desde 2017. 

▸ Después de un período de crecimiento del financiamiento público a la educación terciaria, éste se estancó y experimentó recortes a partir de 2016. No obstante, el financimianto público para investigación creció, mientras que el financiamiento del sector privado cayó en 24%.

▸ Los salarios del personal docente en las escuelas representan el mayor gasto en la educación formal. Los salarios suben con el nivel educativo en el que enseñan los docentes y con los años de experiencia. En Finlandia, los salarios docentes en 2020 eran:
USD 37.235 en pre-primaria, USD 49.025 en primaria, USD 54.541 en el primer ciclo de secundaria y USD 61.609 en el segundo ciclo de secundaria.

▸ El número de horas que debe enseñar un docente es menor a medida que sube el nivel: en 2020 eran 791 horas en educación primaria, 723 horas en el primer ciclo de secundaria y 685 horas en el segundo ciclo de secundaria. 

▸ En educación primaria y secundaria cerca del 35% de los docentes tiene en promedio al menos 50 años en los países de la OCDE, lo que pone presión a los países que necesitarán contratar más docentes en los próximos años. En 2019, 33% de los docentes de primaria en Finlandia tenían al menos 50 años.

Referencias
- OECD, Finland. Education at a Glance 2021: OECD Indicators, Paris, 2021.
- OECD, Finland: Education Policy Outlook 2020, Paris, 2020.

Cómo citar este artículo: Torres, Rosa María, "El financiamiento del sistema educativo en Finlandia", blog OTRAEDUCACION, Quito, 23 enero 2022.



Ikigai: Qué me gusta, para qué soy bueno, cómo puedo ser útil

 Rosa María Torres

"No pienses en quién quieres ser sino en qué quieres hacer".
"Trabaja tan duro y tanto como puedas en las cosas que te gustan" .
Richard Feynman



El ikigai es la motivación para levantarse cada mañana, una razón que da sentido a la vida. Todos podemos encontrar nuestro ikigai; se trata de buscarlo en las distintas etapas de la vida.

En su libro Encuentra tu elemento. El camino para descubrir tu pasión y transformar tu vida (2013)
Sir Ken Robinson habla de esto. Cómo descubrir los talentos personales que todos tenemos y convertirlos en opciones de vida. Muchos jóvenes y adultos terminan estudiando o trabajando en cuestiones que no les gusta o en las que se sienten incómodos, sin llegar a descubrir y desarrollar sus talentos.

Cuatro preguntas para buscar el ikigai

Ikigai es un concepto japonés. Combina las palabras ikiru, que significa «vivir» y kai, que significa «la realización de lo que uno espera». Así pues, ikigai es «la razón de vivir» o «el propósito de vida».

Cuatro preguntas confluyen en el ikigai

1. ¿Qué me gusta?
2. ¿En qué soy bueno/buena?
3. ¿Qué necesita el mundo y qué puedo aportar yo?
4. ¿Es esto algo por lo que puedo conseguir un ingreso? 

Yo agrego una quinta pregunta adosada a la pregunta 2: ¿Dónde y cómo puedo aprender?. Porque no todo se aprende en los libros y en las aulas. Aprendemos jugando, trabajando, leyendo, escribiendo, observando, enseñando, investigando, conversando, debatiendo, viajando, resolviendo problemas.
Quienes consiguen que estas cuatro preguntas se alineen  en su vida, son muy afortunados. En realidad, quienes tienen la posibilidad de elegir ya son afortunados. La mayoría de personas en el mundo, sobre todo los pobres, no tienen esa posibilidad. 

▸ La mayoría de personas no reflexiona sobre estas preguntas. Muchos jóvenes y adultos eligen un campo de estudio sin suficiente información, sin suficiente conocimiento de sí mismos y sin suficiente reflexión. Muchos se guían por aquello en lo que creen que pueden conseguir un empleo y un ingreso. Muchos, hoy en día, acumulan títulos en un vacío de experiencia laboral, desestimando el valor formativo del trabajo y de la experiencia.  

Cada persona es única en sus gustos, vocaciones y talentos. Que algo llegue a entusiasmarnos e incluso apasionarnos como objeto de aprendizaje y de conocimiento tiene que ver con diversos factores y estímulos, desde la primera infancia. La familia juega un papel clave. Un profesor o profesora que no solo enseña sino que inspira, un libro que enciende el deseo de leer, una película, una charla, un viaje, pueden dejar huella por el resto de la vida.

Todos tenemos talentos; se trata de descubrir cuáles son, mejor si desde la infancia. Nunca es tarde para cultivar un talento. Muchas personas descubren o pueden desarrollar plenamente su ikigai en la vida adulta. José Saramago, Premio Nobel de Literatura, nació en una familia campesina y debió abandonar el colegio, entrar a estudiar cerrajería a los 12 años y trabajar como cerrajero mecánico desde los 15 para ayudar a su familia. Apasionado lector desde la infancia, empezó a escribir a los 25 años pero no fue sino a los 58 que pudo dedicarse de lleno a la escritura. 

Todos podemos hacernos buenos en algo si ese algo nos gusta y trabajamos en ello. Hacerse bueno o muy bueno en algo implica aprendizaje permanente, teoría y práctica, mucho esfuerzo y dedicación.  

Ser socialmente útil produce gran satisfacción y es parte muy importante de la realización de toda persona. El mundo empieza con la propia familia, con la comunidad o el barrio en que vivimos, con la naturaleza que nos rodea, con el país que nos vio crecer o que nos acoge. Si podemos obtener un ingreso por trabajar en algo que ayude a resolver algún problema de la localidad o de la humanidad, por pequeño que éste sea, podemos considerarnos privilegiados.

▸ Muchas veces el ikigai no tiene o tiene poca relación con el trabajo. En una encuesta realizada en Japón solo 30% de los encuestados mencionó el trabajo como su ikigai. Encuestas a nivel internacional muestran que muchas personas consideran que eligieron mal sus estudios y sus oficios. Muchos logran convertir su vocación en un hobby, en una opción complementaria que les ayuda a mantenerse motivados. En todo caso, nunca es tarde para empezar otras carreras y considerar otras opciones laborales.

No hay un solo ikigai para siempre. Las personas cambian a lo largo del tiempo, y cambian asimismo las realidades y las circunstancias. Podemos llegar a tener varios ikigais a lo largo de la vida. Se trata de un proceso permanente de búsqueda y autodescubrimiento.

Okinawa, una isla remota en Japón, es una zona azul, una de las áreas del mundo en las que la gente vive más de 100 años (Ver en Netflix la serie "Vivir 100 años: Los secretos de las zonas azules"). Entre las razones de su longevidad las personas mencionan la comida (una dieta saludable, en gran medida basada en plantas), el hara hachi bu (comer hasta estar satisfecho en un 80%), la actividad física, la socialización y, de manera especial, los amigos (moai: un grupo social, una red de apoyo), mantenerse mentalmente activo, cultivar la espiritualidad, y encontrar el ikigai.

Ikigai para elegir estudios, carreras, futuros

El ikigai puede ser una herramienta útil cuando tomamos decisiones importantes como qué estudiar, qué carrera elegir o qué trabajo buscar.

Adolescentes y jóvenes se ven forzados a hacer elecciones claves de vida - estudios, carrera, trabajo - a una edad en que no están preparados para hacerlo. La abundancia de opciones de estudio y de trabajo hace cada vez más difícil elegir. No debería sorprender las altas tasas de abandono que se dan en los primeros años de la universidad. Las consecuencias de una mala elección de carrera son muchas, incluyendo pérdida de tiempo, desperdicio de recursos, y mal uso de oportunidades que podrían ser aprovechadas por otros. Hoy es bastante frecuente que se termine trabajando en algo que no tiene nada que ver con lo que se estudió. 

Una adecuada y oportuna orientación vocacional puede ser de gran ayuda, pero la mayoría de estudiantes no la reciben y aún ésta es insuficiente para tomar decisiones razonables no solo desde el punto de vista de la información sino de las emociones, las vocaciones y los talentos. 

En estas situaciones el ikigai ofrece una vía reflexiva, integral y personalizada para ayudar a tomar decisiones. Es un ejercicio de introspección y autodescubrimiento que puede hacerse solo o con otros y que puede ser facilitado por personas con conocimiento y experiencia en el tema.

Atendiendo en consulta a jóvenes y a familias he visto vivencialmente la complejidad de las situaciones y decisiones que enfrentan para elegir un campo de estudio y/o de trabajo.

A menudo, las opciones están condicionadas a puntajes obtenidos en exámenes, los cuales difícilmente captan lo que las personas son y son capaces de ser y hacer.

Hay adolescentes y jóvenes que responden a la historia familiar o a los deseos implícitos o explícitos de los padres. Otros eligen una carrera a partir del menú conocido de carreras convencionales (abogacía, medicina, administración de empresas, etc.). Otros se guían por «modas» que circulan en la sociedad sin la necesaria explicación o fundamentación. El prejuicio contra las carreras técnicas y tecnológicas, consideradas de menor valor y prestigio que las carreras académicas, limita lastimosamente su elección. La oferta de becas lleva a menudo a embarcarse en ámbitos que no se elegirían si no fuera por la presión de aprovechar la beca.

Muchos jóvenes descartan una vocación artística para evitar confrontaciones familiares. La idea de que "los artistas se mueren de hambre" está arraigada en sociedades que no valoran la cultura y las artes ni las consideran una fuente legítima de trabajo y de subsistencia. La cantidad de artistas frustrados que no han tenido oportunidad de poner a prueba sus vocaciones y talentos artísticos, es enorme.

A menudo las opciones de estudio se sopesan a partir de consideraciones en torno a la empleabilidad. Informes mundiales, regionales y nacionales indican cada tanto cuáles son las profesiones u oficios en los que se puede conseguir trabajo hoy o en un futuro cercano. Se afirma que muchas de las profesiones u oficios que se estudian hoy desaparecerán en pocos años o serán asumidos por máquinas o por la inteligencia artificial, lo cual siembra incertidumbre y ansiedad adicionales. Muchos jóvenes se arriman al mundo digital o al emprendimiento como soluciones salvadoras.

Es importante tomarse en serio la reflexión y la decisión acerca de qué estudiar, dedicarle tiempo, investigar, poner por escrito las ideas y, de ser posible, compartir el proceso de búsqueda con otros.

El llamado interior (qué me gusta) termina teniendo a menudo poco peso en la elección de una carrera. La autovaloración (para qué soy bueno) genera muchas veces inseguridades antes que certezas. A la larga terminan imponiéndose las valoraciones económicas, sobre todo entre jóvenes provenientes de familias que no pueden darse el lujo de explorar diversas carreras.

Personalmente, me considero una persona afortunada en cuanto a oportunidades, opciones y decisiones de vida. Estudié Psicología, Educación y Lingüística en la universidad. Mis primeros trabajos, a partir de los 18 años, fueron como guía turística, guía en un museo arqueológico y profesora de inglés. Los idiomas me han abierto enormes puertas. Profesionalmente he hecho siempre lo que me gusta y he descartado aquello que no me hace feliz o no va conmigo. Mi familia ha sido aliado y estímulo antes que traba. Conozco de primera mano el privilegio de padres habilitadores: mi papá me enseñó a leer y escribir, y mi mamá alimentó mi fascinación con el aprendizaje y con la lectura durante la niñez y la adolescencia. Estudié música, violín y ballet en la adolescencia. Defiendo y disfruto el aprendizaje a lo largo de la vida. Tengo hijos artistas, dedicados respectivamente a la música y el teatro. He podido tomar decisiones autónomamente, equivocarme y rectificar en libertad. He dedicado mi vida a la educación. Leo y escribo de manera permanente (lo que me produce enorme placer, desde la infancia), investigo, enseño, viajo, doy conferencias, asesoro a muchos niveles (gobiernos, organismos internacionales, organizaciones sociales, instituciones educativas, familias, estudiantes), soy activa en las redes sociales, tengo un blog, y he podido hasta hoy vivir de lo que hago. Me he permitido siempre hacer muchas cosas de manera gratuita, por el placer de hacerlas. Descubrí mi ikigai cuando niña, lo he venido desarrollando en la vida adulta y hoy me sirve para ayudar a otros a encontrarlo.

A continuación unas cápsulas tomadas de mis notas de consulta en el Ecuador.

Joseph (17) dice que no le gusta leer. Ha logrado pasar los años con pobrísimas habilidades de lectura. Es el primero en su familia que aspira a estudiar en la universidad. Quiere seguir administración de empresas. Le digo que estudiar en la universidad implica leer y escribir mucho. No ha recibido ninguna orientación ni en su colegio ni en su casa.

Sebastián (18) cursa el último año de bachillerato. Seguir estudiando no está en sus planes. Le pregunto qué quiere hacer después de graduarse en el colegio; dice que quiere ser empresario. Un profesor en el colegio les alienta a crear su propio emprendimiento. Sebastián se imagina a sí mismo yéndose a EE.UU., creando un emprendimiento, organizando sucursales y haciendo mucho dinero. Finalmente, se metió a estudiar Turismo, terminó la carrera y luego él y su mamá migraron a Italia.

Carlos (35) siempre quiso dedicarse a la música pero finalmente estudió Comunicación para complacer al padre. Se considera un artista frustrado. Ahora ha encontrado en el teatro una oportunidad de realización personal. Trabaja en publicidad para asegurarse un ingreso. Ha logrado partirse en dos y resolver así su dilema, como tanta gente.

Marisa (22) quiere ser escritora e irse a estudiar en Buenos Aires. Vino a verme con sus padres, pues ellos se oponen. Ella hizo un préstamo y se fue. Lo último que supe de ella es que está contentísima asistiendo a talleres y tertulias, escribiendo guiones para teatro, armando un periódico barrial...

Ruth (16) quiere ser abogada. Le pregunto si su decisión está condicionada por sus padres, ambos abogados. Preparé una plantilla de ikigai y le pedí que la llenara. La repasamos juntas. El ejercicio le sirvió. Nunca se había planteado siquiera otras opciones.

El cerrajero de mi barrio (42) ama su oficio y considera que es bueno en lo que hace. Ahora quiere avanzar y entrar a la universidad a estudiar ingeniería. Le explico el ikigai y le aconsejo entrar a una carrera corta, técnica o tecnológica. Me agradece. Tomó el examen de ingreso, aprobó y se apresta a inscribirse en una carrera tecnológica.

Para saber más
- "¿Es este concepto japonés el secreto para una vida larga, plena y feliz?", Foro Económico Mundial, 2017.
https://es.weforum.org/agenda/2017/08/es-este-concepto-japones-el-secreto-para-una-vida-larga-plena-y-feliz/
- Héctor García y Francesc Miralles, Ikigai: los secretos de Japón para una vida larga y feliz, Uranio, 2016.

- Bradley J., Willcox, Bradley, Craig, Suzuki, Makoto, The Okinawa Way: How to Improve Your Health And Longevity Dramatically, Penguin Books, 2018.  
- Kate Whiting, "Want to live a long, healthy life? 6 secrets from Japan’s oldest people", World Economic Forum, 29 Sep. 2021
https://www.weforum.org/agenda/2021/09/japan-okinawa-secret-to-longevity-good-health?utm_source=twitter&utm_medium=social_scheduler&utm_term=Ageing+and+Longevity&utm_content=27/10/2021+05:00
- Okinawa Centenarian Study (OCS) https://orcls.org/about


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Saramago se formó en una biblioteca pública

En tiempos de meritocracia y obsesión con los títulos académicos es útil saber que José Saramago - Premio Nobel de Literatura 1998 - no fue a la universidad ni obtuvo ningún título de educación superior.

Nació en 1922, en Azinhaga, una aldea al sur de Portugal, en el seno de una familia de campesinos analfabetos. En 1924 la familia se trasladó a vivir en Lisboa. Aprendió a leer a los 7 años en una escuelita ubicada en la calle Martens Ferrão; empezó a leer con un periódico, el Diário de Notícias, aunque no entendía lo que leía; a los 10 años, según explica en Las pequeñas memorias, ya era un lector fluido y tenía muy buena ortografía, lo que le valió grandes elogios y fama de buen alumno en la segunda escuela, la escuela del Largo do Leão.

En 1934, cuando tenía 12 años, la falta de recursos económicos de la familia le obligó a entrar a la Escuela Industrial Alfonso Domínguez a estudiar cerrajería metálica. Durante dos años trabajó en una herrería, para mantener a su familia. Entró por primera vez a una biblioteca cuando era todavía adolescente, una biblioteca pública en Lisboa que describe en varios de sus libros y conferencias, para llegar a la cual debía caminar entre dos y tres kilómetros, de noche. Estudiaba y trabajaba durante el día, de modo que solo le quedaba la noche para ir a la biblioteca a leer.

En tiempos de lectura rápida, en que viene perdiéndose la lectura por placer, hay que decir que Saramago aprendió desde el primer momento el gusto de leer despacio, saboreando la escritura. Leyó prácticamente toda la biblioteca, eligiendo los libros al azar, sin ningún orden predeterminado. Leía de todo. Y al leer descubría que mientras más leía más le entusiasmaba la lectura y mejor preparado se sentía para leer. Dice Saramago que en esa biblioteca y en esas lecturas se forjó el escritor que sería después. El Ensayo sobre la Ceguera empezó a escribirse ahí.

En tiempos en que la falta de lectura y los problemas de comprensión lectora se han convertido en motivo de preocupación mundial, justamente cuando hay más para leer - en papel y en pantalla - y más facilidades para leer en todo momento y lugar, vale recordar que Saramago vivía en gran pobreza, no tenía libros en casa ni podía comprarlos, y tenía padres y abuelos analfabetos. “Mi abuelo, el hombre más sabio que he conocido, era analfabeto”, dijo en su discurso de aceptación del Nobel.

En tiempos en que las bibliotecas languidecen e incluso cierran en muchas partes del mundo, es bueno recordar que éstas siguen ahí, vivas y vigentes, reclamando atención y cambios e invitando a renovar el compromiso de los lectores de todas las edades, porque la lectura no solo no dejó de tener importancia sino que es más importante que nunca.

Dejemos que el propio Saramago nos lo cuente.


Una biblioteca oscura y triste, por José Saramago

Las bibliotecas han cambiado mucho desde el día en que, en la Lisboa de finales de los años treinta, entré por primera vez en una de ellas. Era un lugar donde el tiempo parecía haberse parado, con armarios que forraban las paredes desde el suelo hasta casi el techo, las mesas largas con sus pequeñas estanterías móviles a la espera de los lectores, que nunca eran muchos. El bibliotecario se sentaba al fondo de la sala, detrás de un escritorio antiguo, de esos de palo santo labrado.

La biblioteca olía a papeles viejos y a cera de abejas, también un poco a humedad, a moho, tal vez porque las ventanas se abrían de tarde en tarde, al menos siempre me parecen cerradas cuando las recuerdo.

También es cierto que nunca fui a la biblioteca durante el horario diurno de funcionamiento, por lo tanto no sé cómo sería el ambiente, si las pesadas contraventanas se abrirían para que la luz del día pudiera entrar. Probablemente sí. Yo era un lector de los nocturnos, salía de casa después de cenar (entonces la cena era a las ocho), caminaba los dos o tres kilómetros que separan el barrio de Penha de França, donde vivía, del Campo Pequeno, e iba a leer.

Exactamente, iba a leer. Era un adolescente que no tenía libros en casa, excepto los de estudio, y que quería saber por sí mismo qué era realmente eso que se llamaba Literatura. No había pedido consejos a personas sabias sobre la mejor manera de encaminar didácticamente sus experiencias, cada vez que entraba en la biblioteca era como si desembarcara en una isla desierta y tuviera que abrir un camino por no se sabía dónde, ni le importaba mucho.

Leía sin ningún objetivo, leía porque le gustaba leer y nada más. Era bastante ingenuo para atreverse a descifrar El Paraíso Perdido de Milton sin conocer nada de la literatura inglesa. O El Quijote sin saber más de Cervantes que en cierta ocasión dijo que el portugués era el castellano sin huesos.

Leía más los clásicos que los modernos, sin método, aunque con cierto sentido de la disciplina. Si le gustaba especialmente un autor, intentaba leer toda su obra, tarea muchas veces imposible, como fue el caso de Camilo Castelo Branco.

Medio conscientemente se dio cuenta de que tendría mucho que ganar si saboreaba despacio los sermones del Padre Antonio Vieira, pero confiesa que algunas veces tenía que abandonarlos por el mismo motivo que nos obliga a cerrar los ojos ante una luz demasiado fuerte.

Además, como se suele decir, le faltaba vocabulario. Recorría con atención las hojas dactilografiadas donde estaban las obras que habían llegado hacía poco a la biblioteca, y entre ellas elegía alguna, un poco por los títulos, un poco por los nombres de los autores.

Con el paso del tiempo aprendió a establecer relaciones entre unos y otros, observaba que la memoria de lo que ya había leído enriquecía sorprendentemente la lectura que estaba haciendo en aquel momento, el camino por donde andaba se le iba haciendo más firme cada día.

No puedo recordar con exactitud cuánto tiempo duró esta aventura, pero lo que sé sin duda es que de no ser por aquella biblioteca antigua, oscura, casi triste, yo no sería el escritor que soy. El Ensayo sobre la Ceguera comenzó a ser escrito allí.

Traducción: Rosane Zimmermann • Fotografía: Revista Mi Biblioteca
Mi biblioteca: La revista del mundo bibliotecario, ISSN 1699-3411, N.º 1, Abril 2005, pág. 10

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Qué carreras eligen los jóvenes ecuatorianos


(actualización: 4 agosto 2023)

Ilustración tomada de: La Prensa, Riobamba

Cada año el Ecuador vive el renovado drama del acceso a la educación superior, los miles de jóvenes que no aprueban el examen de ingreso a la universidad - iniciado en 2012 y el cual ha venido cambiando en estos años -, la insuficiencia de cupos para dar cabida a todos quienes desean ingresar al sistema público y los miles que quedan afuera por ambas razones: examen y cupos. Cada año cerca de 100.000 jóvenes no logran entrar a la universidad pública y 23.000 la abandonan antes de completar la carrera.

Otro drama asociado permanece larvado: las carreras que año con año eligen los postulantes a la universidad, las cuales se repiten reiteradamente, sin atención a los cambios en el país y en el mundo, a las nuevas demandas del mercado de trabajo, al avance del conocimiento en todos los campos y a las nuevas carreras que se ofertan. La pandemia del COVID-19 (2020-2022) y los efectos ya palpables y alarmantes del cambio climático en el Ecuador y en el mundo tampoco han modificado de manera significativa las preferencias de estudio de los jóvenes.

Cada año ha venido ampliándose la oferta académica y los cupos en las universidades. No obstante, el incremento sigue siendo insuficiente para la demanda.

A fines de 2019 la oferta universitaria incluía 2.037 carreras. En 2020 la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SENESCYT) anunció la apertura de más carreras. Aquí
la oferta académica en 2021. No obstante, el 60% de los aspirantes a ingresar a la universidad siguió optando por 20 carreras, entre ellas: administración de empresas, medicina, enfermería, derecho, psicología, contabilidad y auditoría, ingeniería civil. Las carreras más demandada en institutos técnicos y tecnológicos son mecánica automotriz, análisis de sistemas, diseño de modas, y electricidad.

En 2021, la nueva prueba de admisión, Transformar, incluyó un test de Orientación Vocacional, en el que cada postulante podía ubicar las carreras más afines a los resultados obtenidos en la prueba, es decir, a sus habilidades y aptitudes. No obstante, el ejercicio parece haber tenido poco o ningún impacto. Las tres carreras más demandadas por los jóvenes ecuatorianos fueron nuevamente medicina, derecho y administración, y las opciones técnicas y tecnológicas siguieron teniendo escaso interés. Se asignaron 106 mil cupos de 118 mil disponibles; 12 mil cupos quedaron sin tomarse. Un desencuentro monumental.

En la primera postulación de 2022 se presentaron 215.000 estudiantes y se ofertaron 122.000 cupos. Se asignaron 94.000 cupos pero solo 81.000 estudiantes los aceptaron. Quedaron 41.000 cupos disponibles para la segunda y tercera postulaciones del año.

En el primer período de 2023 hubo 30 carreras que ofrecieron 2.432 cupos. Apenas el 13% de la oferta tuvo interés entre los más de 200.000 aspirantes a las universidades públicas. Estas fueron las carreras con mayor número de cupos sobrantes.


215.000 estudiantes que buscaban uno de los 122.000 cupos que se ofertaron

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Para la primera postulación de este año hubo 215.000 estudiantes que buscaban uno de los 122.000 cupos que se ofertaron

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Para la primera postulación de este año hubo 215.000 estudiantes que buscaban uno de los 122.000 cupos que se ofertaron

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Según la SENESCYT, el número de estudiantes que sigue estudios online viene incrementándose desde 2017 y sobre todo a partir de la pandemia, en 2020. No obstante, como muestra la tabla a continuación, la preferencia de varias carreras sigue manteniéndose, como por ejemplo Derecho. Lo mismo sucedió en 2022. El interés por las carreras técnicas y tecnológicas no aumenta, pese a los intentos del gobierno por convencer a los jóvenes de sus bondades.

Datos de la Senescyt muestran que el número de estudiantes que busca la modalidad online se ha incrementado desde 2017. Solo la carrera de Derecho registró un aumento del 339% en cuatro años.

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La prueba de admisión

Muchos centran el problema y la solución en eliminar la prueba de admisión a la universidad establecida en los últimos años: Examen Nacional para la Educación Superior (ENES) (2012- 2016), luego
Ser Bachiller (2016-2020), después el Examen de Acceso a la Educación Superior (EAES) (2020-2021) y Transformar a partir de 2021. Todas ellas dijeron medir aptitudes básicas, no conocimientos (esto no es posible; aprender, desarrollar competencias y aptitudes no se da en un vacío, requiere conocimientos previos, aunque estos no se evalúen como tales).

El 14 de julio de 2022 Lasso anunció la decisión de eliminar la prueba Transformar. La decisión sobre el ingreso se devolvió a las universidades (que tenían hasta ahora un papel secundario en esto), al tiempo que se flexibilizó y agilitó el proceso de creación de nuevas carreras por parte de las universidades.

La eliminación de la prueba nacional fue celebrada por algunos sectores, repudiada por otros. En muchos casos se dio una confusión en el sentido de que eliminar la prueba significaba el retorno al «"libre ingreso» a la universidad. Lo cierto es que eliminar la prueba de admisión no resuelve:

a) los déficits de conocimiento y habilidades con que terminan muchos jóvenes ecuatorianos el bachillerato, a juzgar por pruebas como Ser Bachiller, PISA-D y PIAAC;

b) el insuficiente número de cupos en las universidades públicas para dar cabida a todos los postulantes y en las carreras que eligen;

c) la manera como deciden los estudiantes qué carrera estudiar, decisión tomada a menudo sin la necesaria información sobre la carrera elegida y sobre las opciones y condiciones laborales que implica dicha decisión. A quiénes corresponde ayudar a los estudiantes a tomar decisiones informadas sobre su futuro académico, técnico y laboral, además de a los propios colegios, es un tema y un debate pendiente en esta sociedad, especialmente en lo que atañe a las instituciones de educación superior.

La reiterada elección de carreras convencionales

La elección reiterada de 10-20 carreras convencionales plantea varios problemas inter-relacionados:
 

1. Los cupos disponibles para estudiar estas carreras se saturan rápidamente. Los cupos se llenan con los estudiantes que tienen los puntajes más altos en el examen de ingreso y en su trayectoria escolar.

2. Al privilegiarse tan pocas carreras, quedan sin aprovecharse cupos disponibles en más de 2.000 carreras.

3.
Las carreras elegidas como preferidas saturan el mercado laboral, haciéndose difícil conseguir trabajo en éstas.

4. Muchas de las carreras elegidas no responden a las necesidades del país.
 

5. Algunas de las carreras elegidas por los jóvenes ecuatorianos serán reemplazadas o parcialmente reemplazadas por máquinas en los próximos 10-15 años, según advierten el Informe de la Comisión Mundial de la OIT sobre el Futuro del Trabajo (2019) y The Future of Jobs Report 2018 del Foro Económico Mundial.

A continuación algunos gráficos con las carreras más y menos demandadas por los jóvenes ecuatorianos a partir de 2016, cuando inició Ser Bachiller como prueba de admisión a la universidad.

Al pie, un gráfico con las 10 carreras preferidas por los jóvenes de 15 años a nivel global, según los resultados de la prueba internacional PISA en 2018.



Ecuador: 10 carreras más demandadas en 2019

1. medicina
2. enfermería
3. administración de empresas
4. derecho
5. psicología
6. contabilidad y auditoría
7.
educación inicial
8. educación básica
9. ingeniería civil
10. odontología

Ecuador: 15 carreras más demandadas en 2020

1. administración de empresas
2. medicina
3. enfermería
4. derecho

5. psicología

6. educación inicial
7. educación básica
8. contabilidad y auditoría
9. economía
10. ingeniería civil

11. ingeniería industrial

12. agronomía
13. comunicación
14. trabajo social
15. pedagogía de la actividad física y deporte





Referencias
- El Universo,"Ya no hay puntaje mínimo para postular a carreras universitarias", Guayaquil, 9 julio 2017.
- El Universo, "Medicina, psicología y derecho, entre 10 carreras más elegidas en el Ecuador. Entrevista a Adrián Bonilla", Subsecretario de la SENESCYT, 17 julio 2017.
- El Universo,
Medicina, psicología y derecho, entre 10 carreras más elegidas en Ecuador, Guayaquil, 13 julio 2017.
- Castañeda Tinoco, James, Educación Superior, Ciencia, Tecnología, Innovación y Saberes Ancestrales en cifras, SENESCYT, Quito, 2018.

- Primicias, "Entrevista a Agustín Albán", secretario de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia y Tecnología SENESCYT, dic. 2019.
- Ecuavisa, "Entrevista con Alejandro Rivadeneira", Secretario de Educación Superior, Quito, 12 nov. 2021.

- Primicias,
"La información de la Senescyt sobre las preferencias de los estudiantes muestra que la mayoría sigue eligiendo carreras tradicionales como Medicina, Derecho, Educación o Psicología", 14 marzo 2022.
-
Machado, Jonathan, "93.000 estudiantes se quedarán sin cupo para ir a la universidad" admite Senescyt. Entrevista a Alejandro Ribadeneira, Primicias, Quito, 22 mayo 2022.
- Machado, Jonathan, "Estas son las carreras que pocos quieren estudiar", Primicias, Quito, 5 agosto 2023.


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Ecuador: Presupuestos y cupos





Históricamente, hay dos temas puntuales que movilizan a los ecuatorianos en torno a la educación: el presupuesto y el cupo.

Presupuesto

Desde tiempos inmemoriales, el presupuesto es pieza central del reclamo en torno a la educación, sobre todo por parte de las organizaciones docentes. La sociedad se pliega generalmente al reclamo. El punto es si se cumple o no lo estipulado al respecto en las sucesivas leyes y planes referidos a la educación.

No obstante, no hay una comprensión cabal del tema presupuestario. La mayoría de personas no sabe o no puede explicar si los compromisos y los montos se refieren al sistema educativo en su conjunto o a una parte de éste (por ejemplo, el 6% del PIB al que obliga la Constitución y obligaba el Plan Decenal de Educación 2006-2015 se refería específicamente a educación inicial, básica y bachillerato).

Lo que interesa es la cantidad: a cuánto o a qué porcentaje del PIB asciende la obligación presupuestaria. Más allá de eso, la ciudadanía se desentiende del uso efectivo de los recursos públicos, cómo se gastan, cuánto llega a destino, si hay corrupción o despilfarro. La llamada calidad del gasto sigue no siendo tema en el Ecuador, pese a la insistencia de los organismos internacionales: más importante que cuánto se gasta es cómo y en qué se gasta.

El presupuesto de la educación se discute en instancias de alto nivel de alcance nacional y subnacional. A nivel de cada plantel educativo el presupuesto es por lo general una caja negra, en la que no participan los padres de familia ni los estudiantes y a menudo tampoco la planta directiva y docente.

Cupo

La preocupación principal de las familias - y de los estudiantes a medida que crecen - es conseguir un cupo, en el centro infantil, la escuela, el colegio, el instituto técnico o la universidad.

Las familias invierten gran tiempo y esfuerzo para conseguir un cupo escolar para sus hijos. Si son pobres, el plantel viene asignado por las autoridades, atendiendo sobre todo a la cercanía del hogar, de modo que las familias tienen poco margen para elegir. Si son pudientes, la elección de plantel es asunto complicado, abierto a múltiples opciones; muchas familias empiezan la búsqueda y reservan cupos con años de anticipación.

En los últimos años, conseguir cupo en la universidad pública pasó a ser un drama nacional. Los estudiantes toman un examen - ENES antes, Ser Bachiller después, luego Transfomar, en los sucesivos gobiernos (Correa, Moreno, Lasso) - y deben obtener determinado puntaje para acceder a la universidad y a la o las carreras elegidas. No obstante, el puntaje no basta pues no hay suficientes cupos para satisfacer la alta demanda (9 de cada 10 jóvenes ecuatorianos quieren ingresar a la universidad, según estadísticas recientes). De hecho, ningún país en el mundo tiene oferta suficiente para dar cabida a toda la población joven o adulta interesada en estudiar en la universidad.

Muchos toman el examen varias veces, confiando mejorar el puntaje en sucesivos intentos. Muchos quedan afuera y muchos esperan meses y hasta años esperanzados en conseguir cupo en la carrera, la universidad y la ciudad deseadas. Miles de jóvenes quedan atrapados cada año en este proceso.

Aumentar el número de cupos en las universidades se ha convertido en prioridad para los entes encargados de la educación superior. Inevitablemente, como sucede ante bienes escasos y como sucede en todo el mundo, surgen el engaño y los comportamientos fraudulentos. 

Eliminar el examen de ingreso a la universidad aparece como gran sueño liberador. El libre ingreso, sin requisitos ni ataduras de ningún tipo, es bandera de organizaciones estudiantiles y sociales. Mientras unos idealizan el "retorno" al libre ingreso, otros lo demonizan: sería volver a las palancas y los privilegios, al pago de coimas para acceder a un cupo. Pocos se preguntan si el actual sistema de exámenes de ingreso es realmente una aplicación de la cultura del mérito y la meritocracia, tan cuestionadas hoy en día a nivel internacional.

Con la mirada y la energía depositadas en el acceso, desde la oferta y desde la demanda, mirar "más allá del cupo" parece un lujo que, como sociedad, no nos estamos permitiendo: analizar y debatir la calidad y la relevancia de la oferta educativa y analizar la pertinencia de las carreras elegidas. El alto abandono en el primer o en los dos primeros años de estudios universitarios son parte del precio de la carrera desenfrenada en pos del acceso a la universidad.

Así venimos y así estamos: ocupados con las luchas por el presupuesto y por el cupo no nos estamos haciendo las preguntas importantes que toda familia y toda sociedad debe hacerse hoy en día en torno a los qués, los cómos y los para qués de la educación, desde la primera infancia hasta la edad adulta.

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9 de cada 10 jóvenes ecuatorianos quieren ir a la universidad


Rosa María Torres

Conferencia en la mesa magistral inaugural de las Jornadas
"Repensando la educación superior en Ecuador, América Latina y el Caribe:
A 100 años de la reforma universitaria de Córdoba”

organizado por SENESCYT, IAEN, FLACSO, Quito, 5-6 junio 2018 



En septiembre de 2017, en los últimos meses de gobierno de Rafael Correa, el vicepresidente Jorge Glas decía: "Ahora 9 de cada 10 jóvenes quieren ir a la universidad. Hemos avanzado bastante". Muchos aplaudieron y lo repitieron en medios y redes.


Asumiendo como cierto que 9 de cada 10 jóvenes ecuatorianos quieren ir a la universidad, cabe preguntarse: ¿es esto un avance?, ¿avance, en qué sentido?, ¿es esto deseable y posible en una sociedad?.

El Ecuador tiene dos sistemas educativos: un sistema nacional de educación y un sistema de educación superior. Tienen poco contacto y coordinación entre sí. "Art. 344: El sistema nacional de educación comprenderá las instituciones, programas, políticas, recursos y actores del proceso educativo, así como acciones en los niveles de educación inicial, básica y bachillerato, y estará articulado con el sistema de educación superior”. Constitución de la República (2008).
 
Vistos desde la universidad, todos los niveles anteriores aparecen como
"educación pre-universitaria", del mismo modo que la educación de los niños pequeños se concibe a menudo como "educación pre-escolar", es decir, como preparación para la escuela. No obstante, se trata de un único sistema educativo, cuyas piezas no están cabalmente engarzadas. Articularlas es una vieja necesidad reconocida.

 
La 'revolución educativa' que impulsó Rafael Correa (2007-2017) privilegió la educación superior. En el Informe a la Nación 2007-2017 con el que cerró su gobierno, Correa afirmaba: “La inversión en educación superior entre 2007 y 2016 fue de USD 13.900 MM, equivalente, en 2016, al 2% del Producto Interno Bruto (PIB), una cifra inédita, siendo la segunda más alta del mundo para el año 2014 según análisis de Unesco”. E indicaba que "la meta, al año 2021, será alcanzar una tasa bruta de participación superior al 50%, equivalente a un millón de estudiantes”.

El Ecuador entró en una feroz carrera por liderar los rankings latinoamericanos, incluso mundiales, de inversión en educación superior. Al mismo tiempo, no se llegó al 6% del PIB para la educación inicial, básica y bachillerato estipulado en la Constitución y en el Plan Decenal de Educación (2006-2015). Cabe recordar, además, que hoy hay consenso internacional sobre la proridad de invetir en primera infancia.


La universidad apareció como un punto de luz al final de la escalera educativa.
Todo el país miró para arriba.
El acceso a la universidad pasó a convertirse en obsesión nacional. La universidad como gran puerta de entrada, sin preguntarse qué hay detrás de la puerta.

A diferencia de lo que viene ocurriendo en el mundo con la educación inicial, la básica y la media, donde la preocupación por el acceso viene dando paso finalmente a la preocupación por la calidad, la equidad, la inclusión y el aprendizje, en la educación superior la tendencia sigue siendo la fijación con el acceso.


En el gobierno de Correa se habló de democratización al mismo tiempo que de meritocracia. Se instaló (2012) una prueba nacional para el ingreso, el ENES (Examen Nacional para la Educación Superior). Se desarrolló una cultura hipercompetitiva en torno a todo esto: la meritocracia, los puntajes en las pruebas, la obtención de cupos, becas y títulos.


La llamada Década Ganada se centró en el acceso y en la matrícula en todos los niveles. El tema de la calidad tendió a centrarse en la infraestructura. Los grandes problemas curriculares y pedagógicos de la educación nacional, y el debate sobre estos asuntos, fueron sepultados por los montos de inversión, el acceso, la infraestructura.

El TERCE - estudio evaluativo coordinado por la UNESCO y aplicado en 2013 en 4o y 7o de educación básica en 15 países de América Latina - mostró un Ecuador con problemas de lectura y escritura, ubicado bajo la media regional en estas áreas. La UNESCO puso un alerta rojo al respecto. Pero el país no se enteró y nadie se interesó: todos siguieron preocupados con el acceso a la universidad, con los rankings de inversión, con sacar los mejores puntajes en el ENES y en las pruebas Ser Bachiller después, con conseguir una beca en "las mejores universidades del mundo" (becas que, por cierto, fueron a parar en su mayoría - 52% - a sectores ricos).


El discurso oficial asoció universidad con saber, talento humano, sociedad del conocimiento. En verdad, todo eso se construye desde la infancia y no solo dentro sino también fuera del sistema educativo.

La educación superior es el último peldaño del sistema educativo y como tal hereda el acumulado de déficits de todas las malas educaciones: la familiar, la inicial, la básica, la media. Quien no aprendió a leer comprensivamente y a gustar de la lectura en la infancia, está mal equipado para el resto de su vida escolar e incluso profesional. No es con ejercitaciones y cursos nivelatorios previos al ingreso a la universidad que se resuelven estos problemas sino con atención oportuna, cuando corresponde. De hecho, la universidad debería ser la más interesada en una mirada sistémica, que aborde el sistema educativo como un sistema articulado. No obstante, la universidad ecuatoriana se ha caracterizado más bien por el ensimismamiento. Durante la década pasada estuvo especialmente atenta a su propia supervivencia.


Al país se le dijo que se cumplieron las 8 politicas del Plan Decenal de Educación 2006-2015. Pero no fue así. No se llegó al 75% de matrícula en el bachillerato ni se eliminó el analfabetismo ni se cumplió con el 6% del PIB. El abandono entre la educación básica y el bachillerato es alto. Y los aprendizajes deficientes, como revelan los resultados de la prueba Ser Bachiller y, más recientemente, los resultados de PISA-D (2017). Pero el país prefiere seguir mirando para arriba.

¿9 de cada 10 jóvenes ecuatorianos quieren entrar a la universidad? ¿Es esto un avance? Lo cierto es que la mayoría no lo logra. Y eso significa frustración y problemas para la mayoría de esos 10: para los que van quedando en el camino porque no logran llegar al bachillerato, no logran terminarlo, no logran aprobarlo o no logran conseguir un cupo en la universidad. Y frustración también para los que, una vez adentro, descubren que eso que eligieron no es lo que esperaban. Las tasas de abandono en la universidad son altas pero nadie quiere hablar de eso. Lo que importa es entrar.

Tampoco se toca el tema de la elección de carreras. Según información de la SENESCYT, los jóvenes ecuatorianos siguen eligiendo las mismas 10 carreras desde 2007, en este orden de preferencias: 1. Medicina, 2. Administración, 3. Educación, 4. Derecho, 5. Ciencias Sociales, 6. Ingeniería, 7. Informática, 8. Arquitectura, 9. Artes, 10. Servicios de Seguridad. Esto no coincide con la oferta de cupos en las universidades y tampoco con las necesidades del país. Medicina sigue siendo la carrera más buscada y la que deja más estudiantes afuera por no cumplir con los requerimientos de puntaje en la prueba y por la enorme distancia entre el número de cupos ofrecidos por las universidades públicas y el número de cupos demandados. El Ecuador requiere más carreras técnicas y tecnológicas, pero la demanda sigue siendo baja. La orientación vocacional y la información que necesitan los estudiantes para hacer una buena elección, desde el interior de los colegios, siguen siendo insuficientes o inexistentes.

El caso finlandés


Los modelos educativos no se transplantan. Pero hay algunos que nos sirven de inspiración y nos ayudan a la reflexión. Permítanme una referencia a Finlandia, país con uno de los sistemas educativos más reconocidos a nivel mundial. Entre los secretos del modelo finlandés están:

- cinco décadas de reforma educativa ininterrumpida, consensuada, integral;
- prioridad a la educación inicial y a la educación básica, donde van los mejores maestros y los mayores esfuerzos;
- asegurar que todos aprendan a leer bien y a gustar de la lectura en la educación básica, y a leer en la familia, en las bibliotecas y a lo largo de toda la trayectoria educativa;
- énfasis en la cooperación, no en la competencia, y en la equidad más que en la excelencia;
- nada de pruebas estadarizadas ni para los estudiantes ni para los docentes (la única prueba estandarizada se aplica al fin de la educación secundaria) y nada de rankings;
- selección y formación rigurosas de los futuros docentes (10 de cada 100 postulantes son aceptados como estudiantes en las universidades formadoras de docentes);

-
el acceso a la universidad es selectivo y exigente; cada universidad diseña sus pruebas de admisión;
- quienes toman decisiones sobre lo educativo, a nivel macro y micro, desde la política educativa hasta el aula, son personas que saben de educación; los políticos no intervienen.

 
Terminada la educación básica, a los 16 años, los estudiantes pueden decidir prolongarla un año más - el llamado año 10 - para afianzar sus conocimientos antes de decidir sobre su futuro educativo y laboral. Y pueden elegir entre dos opciones: bachillerato o educación vocacional. La mitad de los estudiantes elige cada una de estas opciones. Ambas son socialmente útiles y valoradas hoy en la sociedad finlandesa, y ambas conducen a la educación superior. 


11% de las familias finlandesas considera que no es importante que sus hijos/hijas vayan a la universidad, el porcentaje más alto entre los 29 países incluidos en la Encuesta Global de Padres de la Varkey Foundation (2018); solo 6% dice que es extremadamente importante (en comparación, por ejemplo, con el 55% y el 1% respectivamente en el caso de Argentina, o el 23% y el 3% en España). 

La política educativa en Finlandia es una interesante mezcla de conocimiento científico y sentido común. Ciencia y sentido común que han faltado en la política educativa en el Ecuador. Entre otros porque la política educativa se ha diseñado a nivel de cúpulas, sin participación social, y porque ha sido a menudo decidida por políitcos antes que por especialistas en el campo educativo.

Celebro en este sentido varias de las decisiones que ha venido tomando en este primer año el gobierno de Lenin Moreno. Entre otros:

- impulsar el diálogo y el debate en torno la cuestión educativa, incluyendo todos los niveles del sistema educativo;
- ampliar cupos en las universidades;
- considerar seriamente ofertas de educación virtual y a distancia;
- reactivar la educación técnica y tecnológica no como una vía para descongestionar el cuello de botella de la universidad, sino porque es una vía fundamental y necesaria en toda sociedad moderna, dinámica y sostenible. 


No necesitamos que 9 de cada 10 jóvenes ecuatorianos quieran ir a la universidad. Lo que necesitamos es que 10 de cada 10 jóvenes quieran aprender, leer, estudiar, en diversos espacios, por diversas vías y con diversas modalidades, con mecanismos e itinerarios flexibles, dentro y fuera de las aulas.

El paradigma de la educación en el siglo XXI es el Aprendizaje a lo Largo de la Vida. Una sociedad educada no es la que más años de escolaridad y títulos acumula sino una sociedad que lee, que pregunta, que razona, delibera, argumenta, dialoga y debate, y que aprovecha todas las oportunidades para seguir aprendiendo a lo largo y ancho de la vida.

 Para saber más
- Varios autores, Las reformas universitarias en Ecuador (2009-2016): Extravíos, ilusiones y realidades, Universidad Andina Simón Bolívar, Quito, 2017.
https://www.uasb.edu.ec/publicacion/?las-reformas-universitarias-en-ecuador-2009-2016-extravios-ilusiones-y-realidades-778


 

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