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«Pensamiento perezoso» y «pensamiento crítico»


 


Mucha gente cree fácilmente en mentiras y #fakenews. Estudiosos del tema atribuyen esto en gran medida a los sesgos cognitivos y en particular al llamado sesgo de confirmación (las personas tienden a creer la información que coincide con sus propias creencias, sin preguntarse si son ciertas o falsas). Estudios recientes confirman asimismo que las personas que cultivan el «pensamiento crítico» son menos proclives a sucumbir ante la desinformación (Gerlich, 2025). 

Un estudio de la universidad de Yale en EE.UU. (2019) obtuvo evidencias de esto último. Los resultados de pruebas aplicadas a más de 3.400 voluntarios, publicados en un artículo en la revista académica Cognition, mostraron que la fácil aceptación de informaciones falsas se debe más al «pensamiento perezoso» que a los sesgos políticos.

¿Qué es el «pensamiento perezoso»?

Este estudio se basó en las ideas de Daniel Kahneman (premio Nobel de Economía 2002: Pensar rápido, pensar despacio, 2011edición en español 2012), quien afirma que el cerebro humano tiene dos modos de pensar: uno rápido, intuitivo, emocional, casi automático, y otro lento, analítico, lógico. Quienes usan el sistema rápido son quienes más frecuentemente «piensan de forma perezosa» y son más proclives a creer las informaciones falsas. Por el contrario, quienes recurren al «pensamiento crítico», analítico, que exige esfuerzo mental, son menos proclives a la credulidad.

El estudio de Yale pidió a los voluntarios responder un test de reflexión cognitiva que buscaba medir qué tanto las personas tienden a involucrarse en procesos mentales que requieren capacidad de análisis. Las preguntas fueron del tipo: “Un bate y una pelota cuestan $1,10 en total. Si el bate cuesta $1 más que la pelota, ¿cuánto cuesta la pelota?”. Quienes responden que la pelota cuesta $0,10 tienen probablemente una mente perezosa (vale $0,05).

Les preguntaron sobre su filiación política (demócratas o republicanos) y les presentaron una serie de titulares falsos, algunos de los cuales coincidían con su posición y otros no. Luego les pidieron decir cuáles de esos titulares les parecían más creíbles. El ejercicio se repitió con titulares verdaderos.

Pensar para decidir creer (o no) 

Los resultados mostraron que a mejores resultados en el test cognitivo, mejor podían las personas identificar la veracidad o falsedad de un titular. Quienes obtuvieron resultados más bajos en el test tuvieron más dificultades para identificar cuándo un titular es cierto o no.

Esta tendencia se mantuvo aún cuando los contenidos contradecían las creencias políticas de las personas —aunque la filiación sí tuvo un pequeño efecto en los resultados. 

Los demócratas que hicieron uso del pensamiento crítico pudieron identificar cuándo un titular pro-demócrata era verdadero o falso y también cuándo un titular pro-republicano era verdadero o falso.

Con los republicanos sucedió lo mismo: las personas más analíticas pudieron discernir mejor la veracidad o falsedad de un contenido, aunque éste no fuese pro-republicano.

Los investigadores concluyeron que la capacidad de pensar analíticamente juega un importante papel de defensa contra la desinformación.

Es importante tener en cuenta que el «pensamiento perezoso» no es el lento sino el rápido. El «pensamiento perezoso» se deja influenciar por la primera impresión, quiere llegar a conclusiones lo antes posible. Quienes practican el «pensamiento perezoso» son los que, en medios y redes sociales, leen solo los titulares, sin entrar a leer el contenido. Muchos, incluso, sacan conclusiones y comentan exclusivamente a partir del titular.

«Pensamiento perezoso» y sistemas educativos

La tragedia es que los sistemas educativos - que deben enseñar a pensar y a pensar críticamente - cultivan por lo general el «pensamiento perezoso». Condenan la duda y el error, se incomodan con la pregunta, aplastan el espíritu curioso, no valoran suficientemente la creatividad y la imaginación, no enseñan a gustar de la lectura, alientan a estudiar para la prueba, para aprobar más que para aprender.

Aprender implica comprender. Comprender implica esfuerzo, a diferencia de simplemente memorizar y repetir. Lo cierto es que los sistemas educativos naturalizan la no-comprensión y la memorización. 
 
Aprender requiere tiempo. Y tiempo es lo que no permiten los sistemas educativos (más aún: en la etapa post-pandemia se recomienda acelerar, antes que desacelerar). Importa cuánto se aprende, no qué ni cómo ni para qué ni qué tan bien se aprende. No debería ser necesario agregar calificativos a aprendizaje: aprendizaje significativo, profundo, etc.

Leer implica comprender. No cabe llamar «lectura» al mero descifrado. No obstante, lo que se aprecia y vende en tiempos de crisis de la lectura son cursos de 
«lectura rápida». También a la lectura le crecen adjetivos: lectura comprensiva, alfabetización funcional, etc. La lectura placentera, la que inspiran los poetas y los grandes escritores, la que genera felicidad (como reclamaba Borges), es la lectura pausada.

Tristemente, pensadores y lectores perezosos son a menudo producto del propio sistema educativo. El profesor espera la respuesta rápida, correcta, única. El que se toma su tiempo - para pensar, para responder, para leer, para escribir, para aprender - puede ser tildado de lento y hasta de torpe

Pensadores perezosos abundan. Escasean los pensadores activos, analíticos, que descubren y cultivan el placer de pensar, de reflexionar, de dudar. Y son los pensadores perezosos quienes terminan siendo pasto de la desinformación, del aprendizaje superficial y del no-aprendizaje.

Estudios recientes muestran una correlación negativa entre el uso frecuente de la Inteligencia Artificial (AI) y las habilidades de pensamiento crítico. La correlación negativa es más marcada entre los jóvenes que entre los adultos (Gerlich, 2025).

Pensamiento analítico, pensamiento creativo, pensamiento sistémico, están entre las principales habilidades laborales requeridas en 2025, ordenadas por el % de empleadores encuestados. (Foro Económico Mundial, Future of Jobs Report 2025).

1. Pensamiento analítico
2. Resiliencia, flexibilidad y agilidad
3. Liderazgo e influencia social
4. Pensamiento creativo
5. Motivación y autoconciencia
6. Alfabetización tecnológica
7. Empatía y escucha activa
8. Curiosidad y aprendizaje permanente
9. Gestión del talento
10. Orientación de servicio
11. Inteligencia Artificial
12. Pensamiento sistémico

Finlandia ha logrado avances importantes en el combate a la desinformación. Ocupa el primer lugar en el Índice de Alfabetización Mediática (capacidad de discernir entre noticias verdaderas y falsas) con un puntaje de 75, la calificación más alta (2022). En el centro de los esfuerzos está el sistema escolar. El pensamiento crítico y la alfabetización mediática son parte del plan de estudios. El pensamiento crítico se estudia y aplica en varias asignaturas. «Aprender a pensar» fue una de las siete competencias transversales incluidas en la reforma curricular de la educación básica (2016).

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