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Ecuador: El correísmo ofrece "erradicar el analfabetismo puro, funcional y digital"

 Rosa María Torres



Los sucesivos programas de gobierno presentados por el Movimiento Revolución Ciudadana (RC) al Consejo Nacional Electoral  (CNE) para terciar en las tres últimas elecciones presidenciales en el Ecuador (2021-2025, 2023-2025, 2025-2029) proponen esencialmente dar continuidad a la década de gobierno de Rafael Correa (2007-2017). Entre las propuestas para la educación está "erradicar el analfabetismo puro, funcional y digital", a la que nos referiremos aquí. 

 Ciudadanía con educación 


30. Recuperar las Universidades públicas y las Universidades emblemáticas del país, el programa de becas en el exterior, la excelencia y calidad. 

31. Cumplir con la preasignación presupuestaria constitucional para la educación e incrementar la inversión educativa. 

32. Garantizar el derecho de los estudiantes a una educación pública, de calidad y gratuita en todos los niveles educativos, desde el inicial, educación general básica, bachillerato y tercer nivel universitario. 

33. Garantizar los derechos de los docentes ecuatorianos para mejorar la calidad educativa, fortalecer su trabajo mediante la regulación de la carrera docente y el escalafón, que reivindique derechos y responsabilidades como: 

- Política salarial con una remuneración justa, de acuerdo a la profesionalización, desempeño y méritos académicos en todos los niveles educativos. 

- Estabilidad docente en todos los niveles y modalidades. 

- Promoción, movilidad y alternancia docente. 

- Profesionalización, actualización, formación continua para el mejoramiento personal, pedagógico y académico. 

34. Fortalecer e incrementar los Institutos de Educación Superior. 

35. Revisar los modelos pedagógicos para incentivar el pensamiento crítico en los estudiantes. 

36. Revisar el Plan Decenal educativo para el fortalecimiento del sistema educativo nacional. 

37. Garantizar la cobertura universal de la oferta educativa pública a nivel nacional, bajo los principios de equidad social, territorial y regional. 

38. Implementar políticas para facilitar el acceso universal a los diferentes niveles de la educación, con facilidad de movilidad entre las regiones geográficas. 

39. Fortalecer las Unidades Educativas del Milenio (UEM) para garantizar el acceso de la población escolar de las zonas rurales usualmente excluidas de los servicios educativos. 

40. Distribuir los recursos para la educación con criterios de equidad social, poblacional y territorial para eliminar brechas y desigualdades étnicas, de género, urbano rural y por condición física. 

41. Requerir la rendición de cuentas sobre resultados educativos y gestión de recursos públicos de parte de las instituciones fisco-misionales, artesanales y comunitarias para que, con el financiamiento estatal, estén garantizados los principios de gratuidad e igualdad de oportunidades. 

42. Erradicar el analfabetismo puro, funcional y digital. 

43. Desarrollar modalidades formales y no formales que permitan oportunidades educativas para personas adultas y la superación del rezago educativo. 

44. Enlazar la educación con las necesidades económicas, productivas, sociales, culturales y ambientales del territorio. 

45. Mejorar la infraestructura y equipamiento físico y tecnológico de las instituciones educativas. 

46. Reducir la brecha tecnológica y de conectividad entre lo urbano, urbano-marginal y rural, mediante la cobertura universal de energía eléctrica, telecomunicaciones e internet en todo el territorio nacional.

47. Recuperar los infocentros como un mecanismo democrático y equitativo de acceso a la tecnología, y mejoramiento educativo de la población rural y urbana de escasos ingresos económicos. 

48. Incorporar las tecnologías de la información y comunicación (TIC) en el proceso educativo y otorgar becas de conectividad a la población juvenil. 

49. Erradicar todas las formas de violencia en el sistema educativo, y velar por su integridad física, psicológica y sexual de los y las estudiantes. 

50. Brindar atención psicopedagógica oportuna y adecuada de todos los estudiantes con capacidades y necesidades especiales del país. 

51. Adaptar el sistema de educación rural a la realidad y necesidades territoriales, para potenciar el desarrollo de las capacidades de niños y jóvenes hombres y mujeres rurales, y así generar oportunidades en territorio y garantizar las mejores condiciones para el ejercicio de su derecho a la libre movilidad. 

52. Establecer un sistema nacional de evaluación que fomente su mejora continua. 

53. Fortalecer y ampliar el Bachillerato Técnico y de los Institutos Técnicos y Tecnológicos Superiores, tanto en calidad como en su pertinencia con las necesidades y potencialidades de los territorios. 

54. Mejorar el sistema de nivelación y admisión para el ingreso a la educación superior pública, con criterios de accesibilidad, equidad y justicia social. 

55. Establecer mecanismos regulados de becas, créditos, cobros, cuotas de ingreso u otros que permitan la equidad social en el ingreso a la educación superior particular. 



¿Es posible "erradicar el analfabetismo puro, funcional y digital"? 

La extensa experiencia mundial en el terreno del analfabetismo y la alfabetización viene mostrando lo complicado de esa batalla, que abarca diversos períodos y generaciones. De hecho, el objetivo de "erradicar el analfabetismo" (planteado entre otros en el Proyecto Principal de Educación para América Latina y el Caribe 1980-2000 y en la Educación para Todos 1990-2000) fue abandonado a principios de siglo a favor del objetivo más modesto de "reducir" el analfabetismo a la mitad (Educación para Todos 2000-2015). Este mismo viene siendo sistemáticamente incumplido y postergado (Torres, 2024). 

El propio correísmo tuvo un tropiezo al respecto. En 2009 Rafael Correa declaró al Ecuador «Patria Alfabetizada» y celebró el haber pasado del 9% al 2.7% de analfabetismo. Poco después debió dar marcha atrás pues los datos no cuadraban. Hubo que cambiar la declaratoria de «Patria Alfabetizada» por la de «Patria Alfabetizándose» (Torres, 2014).

En realidad, "erradicar el analfabetismo" viene siendo oferta del correísmo desde los inicios de su gobierno, en 2007. Fue una de las 7 políticas del Plan Decenal de Educación 2006-2015. No obstante, a 2015 se llegó  con 5,4% de analfabetismo entre las personas mayores de 15 años. La cifra es posiblemente mayor pues los datos de analfabetismo/alfabetismo siguen consignándose a partir de la declaración de las personas, no a partir de una evaluación de competencias efectivas.

La Encuesta de Hábitos Lectores, Prácticas y Consumos Culturales (EHLPCC) realizada en 2021 en hogares de 23 provincias del Ecuador reveló que: 
  • El 91.4% de la población mayor de 5 años sabía leer y escribir.
  • El 92% leía en diferentes formatos.
  • El 76.7% leía diariamente.
  • El soporte más utilizado para la lectura era el celular (56.7%), seguido de material impreso (33.9%) y de computadora o laptop (8.5%).
  • El 57.5% leía libros.
  • En el Ecuador se leía en promedio un libro completo y 2 libros incompletos al año (Ministerio de Cultura y Patrimonio, OEI, INEC, FLACSO, 2022).
No obstante, sucesivas evaluaciones de aprendizaje en el medio escolar han venido mostrando que niños, adolescentes y jóvenes en el Ecuador tienen serios problemas de comprensión lectora, lo que pone en entredicho las afirmaciones de este encuesta acerca de niveles de alfabetismo así como de hábitos y prácticas lectoras.

«Pobreza de aprendizaje» y «crisis de aprendizaje»

En 2019 el Banco Mundial acuñó el término «pobreza de aprendizaje» para referirse a la situación de niños y niñas de 10 años que, después de asistir 3-4 años a la escuela, no pueden leer comprensivamente un texto corto adecuado a su edad. Estimó que 70% de los niños y niñas de 10 años en el mundo, la mitad de los niños y niñas en América Latina y el Caribe, padecían «pobreza de aprendizaje»En el caso del Ecuador se estimó que ésta afectaba a 63% de los niños de 10 años. En 2022, después de la pandemia, ese porcentaje subió a 66%. En 2013, 62% de los niños y niñas no alcanzaba el Nivel Mínimo de Aprendizaje al terminar la educación primaria y 2% no iba a la escuela (Banco Mundial, 2019).

Reducir la «pobreza de aprendizaje» a la mitad hasta el año 2030 apareció como la nueva gran cruzada de la política educativa-escolar a nivel mundial, así como avanzar a pasos acelerados con la alfabetización digital y la conectividad en un mundo en el que un tercio de la población carece todavía de acceso al Internet (Torres, 2023).

Los organismos internacionales hablaron de una «crisis global de aprendizaje», una crisis que habría iniciado mucho antes de la pandemia, alrededor del año 2000. Se trata, en verdad, de una crisis de los sistemas escolares y de los sistemas educativos en sentido amplio, necesitados de transformaciones profundas de cara a los nuevos tiempos, al nuevo conocimiento científico disponible en torno a la educación y el aprendizaje, y a la irrupción de las nuevas tecnologías (Torres, 2023).

El Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 (ODS4, 2015-2030), dedicado a la educación y parte de la Agenda 2030, no propuso erradicar ni reducir el analfabetismo adulto a la mitad sino "asegurar que todos los jóvenes y una proporción considerable de los adultos, tanto hombres como mujeres, estén alfabetizados y tengan nociones elementales de aritmética" (Meta 4.6). 

¿Qué son el analfabetismo puro, funcional y digital?


Quienes redactaron en 2020 el Programa de Gobierno de la Revolución Ciudadana, y sucesivamente en 2023 y 2024, comprometiéndose a "erradicar el analfabetismo puro, funcional y digital" en el Ecuador, no manejan el tema. La sociedad no comenta ni reacciona pues tampoco sabe del tema y poco le interesa. Los organismos que hacen fact-checking se dedican sobre todo a la verificación de datos. 

Se llama analfabetismo puro (o absoluto) al analfabetismo de quienes no fueron a la escuela o nunca aprendieron a leer, escribir y calcular. El analfabetismo puro es cada vez más raro en el Ecuador (y en el mundo) en la medida que las nuevas generaciones vienen accediendo más a la escuela. En todo caso, erradicar el analfabetismo implica no solo alfabetizar a jóvenes y adultos sino universalizar la educación (una educación de buena calidad) y erradicar la pobreza. Mientras haya niños, jóvenes y adultos al margen del sistema escolar y mientras siga existiendo pobreza, seguirá reproduciéndose el analfabetismo.

El término analfabetismo funcional se aplica a la situación de quienes - niños, jóvenes, adultos - accedieron a los rudimentos de la lectura, la escritura y el cálculo, sin haber logrado un manejo suficiente como para usar esas habilidades de manera autónoma en la vida cotidiana. Hay quienes tienen una corta experiencia escolar, «leen» a tropezones o garabatean su nombre y se consideran o son dados por «alfabetizados». La falta de uso de la lectura, la escritura y el cálculo produce lo que se conoce como «analfabetismo por desuso».

La noción de analfabetismo digital surgió más recientemente, a raíz de la aparición y expansión del Internet en el mundo. Hay diversas definiciones de analfabetismo digital, pero de modo general se entiende por tal la falta de manejo del Internet y los dispositivos digitales para fines de información, comunicación y aprendizaje.

El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) contabiliza como analfabeto digital a "una persona de 15 a 49 años que cumple simultáneamente con tres características: 1) no tiene celular activado, 2) en los últimos 12 meses no ha utilizado computadora, y 3) en los últimos 12 meses no ha utilizado Internet". 

Según el INEC, el analfabetismo digital afecta hoy al 31% de los indígenas, 11,1% de los afroecuatorianos, 8,3% de los montubios y 4,6%de los mestizos. En las áreas urbanas disminuyó del 7,5 % en 2020 al 3,6% en 2022, mientras que en las áreas rurales aumentó del 16,8% en 2020 al 19% en 2022. A nivel nacional, el analfabetismo digital pasó de 8.2% en 2022 a 5.4% en 2024 (INEC, 2024).


Referencias

Banco Mundial, Ecuador: Learning Poverty Brief, Oct. 2019.

Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), Tecnologías de la Información y la Comunicación, Quito, julio 2024.

Torres, Rosa María. La «Patria Alfabetizada» que no fueBlog OTRAƎDUCACION, Quito, 2014. 






Torres, Rosa María. ¿Renuncia a un mundo alfabetizado?Blog OTRAƎDUCACION, Quito, 2024.


Cómo citar este artículo: Torres, Rosa María, “Ecuador: El correísmo ofrece erradicar el analfabetismo puro, funcional y digital”, blog OTRAƎDUCACION, enero 2025.
https://otra-educacion.blogspot.com/2025/01/erradicar-el-analfabetismo-puro.html



La educación vista con ojos anglófonos




Escribí este artículo a mediados de los 1990s. Fue publicado en español y en inglés en el boletín de la Comparative and International Education Society (CIES Newsletter N° 111,Washington D.C., 1996) y ha sido ampliamente citado a nivel internacional. En lo de fondo, la situación descrita aquí persiste.

El inglés domina no solo el mundo de las finanzas y el turismo sino el mundo de la educación. Las publicaciones internacionales más citadas en el campo educativo son publicaciones en inglés. Además, dichas publicaciones por lo general ignoran o no incorporan en su bibliografía obras en idiomas distintos al inglés.

El «Tercer Mundo» - los hoy llamados «países en desarrollo», «países de ingresos bajos y medianos» o «el Sur global» - tiene un lugar destacado en la agenda educativa internacional. Muchas publicaciones analizan y hacen propuestas para la educación en estos países. No obstante, los especialistas del «mundo en desarrollo» (y los estudios producidos por estos) tienen mínima cabida en dichos análisis y propuestas. Quienes escriben sobre la educación en el Sur, y quienes son luego consultados y citados por los especialistas del Sur, son mayoritariamente autores del Norte y, fundamentalmente, autores anglófonos. Ser angloparlante es, por sí mismo, una gran ventaja comparativa para ser considerado «experto» y para que sus publicaciones sean tenidas en cuenta en compilaciones, estudios comparativos, estados del arte de la educación a nivel supranacional, regional y mundial.

Basta tomar cualquier publicación de agencia internacional y pasar revista a la bibliografía final para constatar lo dicho. Unos pocos ejemplos recientes.


Documento de Referencia (165 páginas) preparado para la Conferencia Mundial sobre Educación para Todos (Jomtien, Tailandia, marzo 1990) y publicado por las cuatro agencias que organizaron dicha conferencia (Satisfacción de las Necesidades Básicas de Aprendizaje: Una Visión para el Decenio de 1990, UNESCO, UNICEF, PNUD y Banco Mundial, Nueva York, 1990).


La «Bibliografía Seleccionada» que aparece al final incluye 49 referencias: de ellas, 44 son títulos en inglés, 28 publicados en Estados Unidos y 16 en Europa. 29 referencias son publicaciones de los organismos internacionales: 12 de UNESCO, 11 del Banco Mundial, 2 de UNICEF, 2 del PNUD, 1 del FNUAP, y 1 del Banco Asiático de Desarrollo. Apenas 5 títulos están en español, documentos internacionales de la UNESCO traducidos a este idioma. El único título referido a América Latina (un estudio sobre Chile), en inglés, es publicado en Estados Unidos. En cuanto al Asia, se incluye un único estudio (sobre Filipinas) publicado en ese continente, también en inglés; el otro estudio, sobre la India, pertenece a autores anglófonos y está publicado en Estados Unidos. No existe ni una sola publicación en portugués. En otras palabras: a pesar de que buena parte de los títulos seleccionados hacen referencia a los «países en desarrollo», y proponen recomendaciones concretas a dichos países, ni latinoamericanos ni africanos ni asiáticos están presentes con sus propios estudios y recomendaciones.


• Compendio (256 páginas) elaborado y publicado por UNICEF para la Cumbre Mundial en Favor de la Infancia realizada en Nueva York en sep. de 1990 (Children and Development in the 1990s: A UNICEF Sourcebook on the Occassion of the World Summit for Children, New York, 1990).


Las lecturas recomendadas en cada uno de los ocho capítulos que componen el libro (salud, nutrición, agua y saneamiento, educación básica, niños en circunstancias especialmente difíciles, temas transversales, y economía) son todos títulos en inglés, autores anglófonos, publicaciones estadounidenses o europeas. No hay una sola referencia a publicaciones en francés, español o portugués: ni un solo estudio hecho por especialistas hablantes de estos idiomas que haya merecido ser consultado y recomendado como lectura posterior.


• Libro que sirve de fundamento a las políticas propuestas por el Banco Mundial en los 1990s para la educación primaria en los países en desarrollo, uno de los libros más difundidos y citados en este campo (M. Lockheed y A. Verspoor, Improving Primary Education in Developing Countries, A World Bank Publication, Washington D.C., 1991).



De los 446 títulos incluidos en la bibliografía final, 441 son títulos en inglés. Los 5 restantes se dividen así: 2 en francés, 2 en español (ambos provenientes de Colombia y referidos a un programa financiado por el Banco Mundial) y 1 en portugués (un estudio publicado en 1980). La abundante y rica producción que sobre el tema existe y viene creciendo en estas tres lenguas es virtualmente negada.


Documento de política del Banco Mundial para la educación Prioridades y Estrategias para la Educación: Estudio Sectorial del Banco Mundial, Washington, D.C., mayo de 1995.


Este documento (140 páginas), en el que "se examinan las opciones de política que tienen los países de ingreso bajo y mediano para hacer frente a los problemas educacionales a medida que avanzan hacia el siglo XXI" y cuyo objetivo es "ayudar a los responsables de las políticas en esos países", apoya sus conclusiones y recomendaciones en 261 publicaciones, de las cuales 243 están en inglés y 17 en español, estas últimas traducciones de originales en inglés de documentos del propio Banco Mundial (13), UNESCO (2), UNICEF (1) y OIT (1). La mayoría de estudios sobre América Latina que se toman como referencia pertenecen a autores estadounidenses. No hay una sola publicación en francés o portugués (los 3 estudios sobre Brasil que se incluyen son de autoría estadounidense). Ausentes de esta bibliografía están especialistas y autores que forman parte del acervo bibliográfico sobre educación en América Latina.

Vista desde América Latina esta situación es no solo preocupante sino inaceptable.

Para empezar, cabe recordar que el español no es un idioma marginal o numéricamente minoritario: todo un continente lo habla, es el tercer idioma en el mundo en cuanto a número de hablantes nativos, después del chino y el hindi. De hecho, más personas hablan el español como lengua materna (335 millones) que el inglés (325 millones), aunque el inglés es la lengua más extendida como segunda lengua. En cuanto al portugués, es un idioma hablado en tres continentes y en siete países, uno de ellos Brasil, uno de los nueve países más populosos del mundo y el más grande de América Latina.

La abundante e importante producción intelectual, investigación y discusión que sobre el tema educativo y sobre la educación básica, en particular, vienen teniendo lugar en esta región, disponible fundamentalmente en español y en portugués, y la cual sirve de fundamento principal y de marco de referencia común a los especialistas latinoamericanos, es ignorada por los autores anglófonos y los organismos internacionales, por esos mismos autores y organismos que elaboran el discurso internacional y proponen las macrovisiones y las macropolíticas de la educación a nivel global. No se trata solamente de la aplicación de otros marcos teóricos e interpretativos a nuestras realidades sociales y educativas; se trata de visiones del mundo, ideologías, culturas, experiencias e historias diferentes que condicionan a su vez visiones diferentes de lo educativo.

Siendo en sí misma discutible la posibilidad de hacer generalizaciones para un conglomerado tan heterogéneo de países como el agrupado bajo términos como «países en desarrollo» o «países de ingresos bajos y medianos», cualquier intento propositivo que pretenda dirigirse a dichos países, no solo en el educativo sino en cualquier campo, debe partir de y conceder importancia a la información y el conocimiento producidos por estos, por sus propios intelectuales y actores. El manejo de varios idiomas es, obviamente, condición esencial para emprender esta tarea. No obstante, mientras que en los «países en desarrollo» muchos académicos e investigadores manejamos el inglés como segunda lengua, como idioma de comunicación y de trabajo, entre los especialistas anglófonos sigue siendo frecuente el monolongüismo.

Del lado de los «países en desarrollo» y de América Latina en particular, toca a intelectuales y especialistas preocuparse más por acceder a la literatura internacional que, sobre el tema educativo, se produce en otros idiomas, particularmente en inglés. En el movimiento inverso, es prioritario asimismo asumir la difusión de la investigación producida localmente, a nivel nacional y regional, incluyendo un esfuerzo importante y consistente de traducción.

El tema de la pertinencia y calidad de las investigaciones no puede soslayarse. La necesidad de incrementar y mejorar la calidad de la investigación educativa que viene realizándose en la región es subrayada insistentemente. De hecho, uno de los argumentos que esgrimen con frecuencia los autores de estas y otras publicaciones internacionales basadas en bibliografía anglófona es la falta de investigación confiable, focalizada en problemas concretos y relevantes, y susceptible de ser comparada con estudios similares, disponible en los «países en desarrollo». Si bien no es cierto - cuando menos para el caso de la educación - que la «buena» investigación se hace en el Norte y la «mala» investigación en el Sur, pues la investigación educativa en general adolece de problemas de inconfiabilidad e indecibilidad, sigue siendo cierto que el Sur enfrenta un gran desafío en lo que a investigación educativa se refiere.

En todo caso, e incluso si la investigación producida fuese de la mejor calidad, mientras América Latina siga empeñada en cerrarse sobre sí misma, hablando y escribiendo en español y para consumo de latinoamericanos, sin asumir la importancia de dar a conocer su producción teórica y su experiencia práctica a nivel internacional, y sin apuntar a los grandes centros donde se produce la política educativa a nivel global, esta región seguirá siendo marginal, incomprendida o distorsionada en sus planteamientos, eternamente dependiente de los diagnósticos, interpretaciones y propuestas que, de manera homogeneizante, se elaboran y proponen desde el exterior.




Trampas de la «evidencia en educación»




En el campo educativo viene cobrando creciente interés la llamada «educación basada en evidencia», es decir, la necesidad de evidencia científica tanto para la investigación como para la práctica educativa. Falta ver y debatir qué se entiende por «evidencia». El foco está puesto en el sistema educativo formal y en los aprendizajes.
 
Dotar a la educación de creciente respaldo científico es fundamental. Este es un campo en el que, en gran medida, se continúa opinando, enseñando y decidiendo desde la intuición y el sentido común, en el que triunfan fácilmente las recetas, las modas y los modelos así como la fascinación con la innovación. Hay mucha pseudociencia en el ambiente, como señalan estudios sobre el tema. Es lenta y dificultosa la incorporación del nuevo conocimiento que ha venido produciéndose en las últimas décadas en los campos de la enseñanza, el aprendizaje y las tecnologías. 

No obstante, el creciente énfasis en la «evidencia» - en la «evidencia rigurosa», como dicen economistas en el Banco Mundial y otros organismos internacionales - requiere un ejercicio de pensamiento crítico a fin de no caer en sesgos, simplismos y errores que vienen dándose en este proceso.

«Evidencia» generada en y aportada desde el Norte


Ilustración Intermon Oxfam: Desigualdad económica en el mundo

Como es sabido, hay una gran brecha de investigación entre los países del Norte (los 
«países desarrollados», los «países ricos») y los países del Sur (los «países en desarrollo», los «países pobres»). 
 
En el campo de la educación la «evidencia» ha venido tradicionalmente del Norte. Basta revisar la literatura sobre el tema, y en particular los informes regionales y mundiales, para constatar que la mayoría de referencias bibliográficas, frecuentemente incluso en publicaciones hechas en el Sur, provienen de autores del Norte. Los autores anglófonos y las publicaciones en inglés dominan el panorama internacional (Ver: Rosa María Torres, "Education seen through Anglophone Eyes" - "La educación vista con ojos anglófonos", en CIES Newsletter N° 111, Washington: Comparative and International Education Society, 1996).

Las grandes decisiones de política educativa siguen tomándose en el Norte, incluyendo objetivos, metas e indicadores establecidos en los sucesivos planes y agendas regionales y mundiales para la educación. La «educación global» es una construcción del Norte, pensada desde la modernidad y la cultura occidental. Los «futuros de la educación», tema central hoy en la conversación mundial sobre la educación, siguen pensándose con las lógicas del Norte. El «sesgo de autoridad» pesa fuertemente en la creencia de que toda investigación hecha en el Norte es de calidad y es pertinente para el Sur. (En realidad, investigación de mala calidad, con visos de científica, se produce también en universidades y centros de investigación en el Norte. Ver aquí un ejemplo, mencionado en este blog).

En 2001-2002 hice un estudio mundial sobre educación de jóvenes y adultos por encargo de la Agencia Sueca de Cooperación Internacional (ASDI) (Ver: Rosa María Torres, Aprendizaje a lo largo de toda la vida:
Un nuevo momento y una nueva oportunidad para el aprendizaje y la educación básica de las personas adultas (AEBA) en el Sur, ASDI, Estocolmo, 2003). Una de las constataciones del estudio fue la sobregeneralización de resultados de investigación y la fácil extrapolación de las conclusiones de unos países a otros, sin atención a la especificidad de los contextos y de las culturas nacionales y locales. A partir de un único estudio (Abadzi, 1994), y con datos del Programa Mundial Experimental de Alfabetización realizado en 1967-1972 en 11 países, el Banco Mundial concluyó en el «fracaso» de la alfabetización de adultos y recomendó a los «países en desarrollo» dejar de financiarla.

A similares conclusiones de sobregeneralización y extrapolación llegué al estudiar publicaciones del Banco Mundial en los 1990s en torno a sus recomedaciones de política para la reforma de la educación primaria en los «países en desarrollo». (Ver José Luis Coraggio y Rosa María Torres, La educación según el Banco Mundial. Un análisis de sus propuestas y métodos, Miño y Dávila/CEM, Buenos Aires, 2000).

Además, las evaluaciones de políticas, reformas y programas educativos realizados con fondos y asesoría de organismos internacionales carecen por lo general de autocrítica. Agencias, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil involucrados en dichos programas destacan logros, rara vez dificultades, nunca fracasos. La «evidencia» aportada en estos casos resulta por eso, a menudo, poco confiable.

El énfasis sobre la «evidencia» refuerza así la dependencia de los países desarrollados, de las agencias internacionales, de los expertos internacionales y del modelo educativo occidental, incluso en temas y problemas que tienen que ver con las realidades, historias y perspectivas del Sur. Un modelo bancario de educación a escala mundial, como lo llamé a fines de los 1990s (Ver: Rosa María Torres, Knowledge-based international aid: Do we need it, do we want it?, 2001).

Sesgos cognitivos y «evidencia»

Cabe recordar que la investigación dada por científica no escapa a los llamados
«sesgos cognitivos». Sesgos que a menudo refuerzan prejuicios, que nos impiden aprender, procesar la nueva información, aceptar que no sabemos o que estamos equivocados.

La Neurociencia y la Psicología Cognitiva vienen dando lugar a una cantidad de
«neuromitos», algunos de ellos producto de malas comprensiones e interpretaciones de los resultados de la investigación, otros producto de investigaciones sin o con insuficiente respaldo científico. Este es el caso, por ejemplo, de las «inteligencias múltiples» o de los «estilos de aprendizaje», neuromitos ampliamente extendidos hoy en el mundo. 

Algunos
«sesgos cognitivos» a los que no escapan investigadores y experimentadores:

- Deformación profesional: Tendencia a mirar las cosas con el prisma de la propia profesión.
- Sesgo del experimentador: Tendencia a creer, certificar y publicar datos que concuerdan con sus expectativas con respecto al resultado y a desechar, desacreditar o infravalorar los datos que parecen en conflicto con sus expectativas.
- Efecto de sujeto expectante: Sesgo cognitivo que ocurre en la ciencia cuando un sujeto espera un resultado determinado y manipula inconscientemente los datos de un experimento.
- Sesgo de punto ciego: Tendencia a no percibir los propios prejuicios cognitivos.
- Efecto del falso consenso: Tendencia a creer que los propios hábitos, valores y creencias están más extendidos entre otras personas de lo que realmente están.
- Ilusión de profundidad explicativa: Las personas creen que entienden un tema mucho mejor de lo que realmente lo hacen.
- Sesgo de información: Falsa impresión de que, por tener más datos e información, el razonamiento o la conclusión será más veraz (dataísmo).

En los 1990s, cuando la investigación educativa estaba en pañales, el Banco Mundial - presentado como principal financista y asesor de políticas educativas en los
«países en desarrollo» - hizo una serie de recomendaciones a estos países en torno a la reforma de la educación primaria (Marlaine Lockheed y Adriaan Verspoor, Impro­ving primary education in developing countries, Oxford University Press, Washington D.C., 1991). Entre ellas: privilegiar la capacitación docente en servico por sobre la formación docente inicial, los textos escolares sobre las reformas curriculares, el desayuno escolar (que resuelve el «hambre de corto plazo») sobre el almuerzo escolar. La base empírica para estas afirmaciones era endeble, en muchos casos estudios conducidos en 2-3 países y con resultados inconclusos (Ver Coraggio y Torres, 1996).

Atención selectiva a la «evidencia»

Hay campos y temas en los que existe abundante
«evidencia» desde hace muchos años, reafirmada por investigaciones y evaluaciones recientes, pese a lo cual no es tenida en cuenta y es soslayada en las visiones y decisiones de política educativa. Algunos ejemplos:

- la importancia de la familia en la crianza, la educación y el bienestar de niños y niñas, lo que debería llevar cuando menos a reconocer la educación en y de la familia (y no solo la educación escolar) y a destinar esfuerzos y presupuestos para atenderla.

- el papel decisivo de la educación de los padres, y especialmente de las madres, y la necesidad por tanto de la educación de adultos y del aprendizaje a lo largo de la vida.

- la pobreza como factor fundamental en los resultados educativos, a menudo con más peso que los factores intra-escolares, lo que significaría priorizar el combate a la pobreza como componente de toda política educativa destinada a reducir desigualdades y mejorar calidades.

- el tamaño del grupo de alumnos, insistente y reiteradamente tratado por el Banco Mundial como cuestión irrelevante para los países pobres ("da lo mismo enseñar a 30 que a 50 alumnos"), aún cuando las realidades educativas en estos países muestran objetivamente otra cosa.

(Sobre)generalización de la «evidencia»

La «evidencia» tiene en cuenta solo el conocimiento científico; ignora los otros conocimientos, las otras maneras de hacer ciencia, que no provienen de la cultura occidental y del pensamiento eurocéntrico como son los conocimientos ancestrales, el conocimiento comunitario, o la sabiduría de los mayores.

Muchas veces se generalizan a países del Sur resultados de investigación/evaluación en países del Norte. O se generalizan conclusiones y recomendaciones para
«los países en desarrollo», «los países de ingresos medios y bajos», etc. desconociendo la heterogeneidad de este conjunto de países (a menudo se extrapolan afirmaciones sobre o para países africanos a todos los países clasificados como «en desarrollo») sino las realidades y circunstancias de dichos países, que difieren a menudo sustancialmente de las de los «países desarrollados», a su vez muy diferentes entre sí.

La brocha igualadora del «qué funciona» borra olímpicamente la diversidad y las especificidades contextuales, culturales, de género, etc. Para empezar, no existe el
«qué funciona y qué no funciona» en general; depende de las condiciones concretas en cada caso. Las intervenciones educativas son altamente sensibles a los contextos, momentos y culturas. No obstante, la tendencia a generalizar y a estandarizar es muy fuerte en el campo de la educación.

Podríamos dar muchos ejemplos de la tendencia homogeneizadora. Baste mencionar el énfasis depositado actualmente en los listados de las 
«habilidades del siglo XXI» - también originadas y pensadas en el Norte - como si éstas fuesen habilidades necesarias y deseables para todos los niños, jóvenes y adultos en el mundo y tuviesen el mismo peso en todos los contextos, momentos y culturas.

Mucha «evidencia» es inaccesible

Buena parte del nuevo conocimiento sobre la educación y el aprendizaje resulta inaccesible para los docentes, los estudiantes, los padres de familia y la sociedad en general, ya por sus costos (pago - muchas veces muy alto - para acceder a artículos y libros en formato digital o físico) o por su jerga (los académicos por lo general escriben para ser leídos por sus pares antes que pensando en la democratización del conocimiento más allá del pequeño círculo de iniciados).

El movimiento en favor de la «ciencia abierta» - incluyendo el acceso libre y gratuito a la producción científica global - viene creciendo en el mundo. Al mismo tiempo, la divulgación (vía redes sociales, cursos, conversatorios, etc.) de los nuevos conocimientos sobre el cerebro desarrollados en las últimas décadas por la Neurociencia y la Psicología Cognitiva viene resultando en importantes distorsiones entre los docentes. Investigaciones realizadas en varios países revelan la proliferación de «neuromitos», falsas interpretaciones de los resultados de investigación, especialmente al buscar trasladarlos al ámbito de la enseñanza (Neuroeducación).

Cómo citar este artículo: Torres, Rosa María, "Trampas de la «evidencia en educación», blog OTRAƎDUCACION, Quito, enero 2023.

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