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Quino |
El sistema escolar que conocemos pertenece a otra época. No está pensado desde el punto de vista de los
deseos, intereses, necesidades y bienestar de niños y jóvenes sino desde la perspectiva
de la sociedad adulta: padres de familia, profesores, autoridades, políticos.
Tampoco está pensando desde la perspectiva del aprendizaje; su foco es la enseñanza.
Pedirle a este sistema escolar que asegure calidad y equidad, educación para todos, aprendizajes significativos, gusto por aprender, aprender a
aprender, es pedirle peras al olmo. Mejorarlo no basta. Hay que darle vuelta. Necesitamos construir OTRAƎDUCACION, dentro y fuera de las aulas.
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Por muchas razones, el sistema escolar convencional hace mal a la salud física y mental no solo de los alumnos sino también de los profesores y las familias.
Repasamos aquí algunos temas: aprendizaje, actividad física, alimentación, autoestima, acoso (bullying), descanso, enfermedades, inseguridad, juego, y sueño.
Aprendizaje
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Claudius Ceccon
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- En el sistema escolar se enseña mucho y se aprende poco. Niños, jóvenes y adultos pueden terminar la educación primaria e incluso la secundaria sin haber aprendido a leer y escribir comprensivamente.
- Lo usual es culpar del
fracaso escolar a los estudiantes. Se diagnostica
dificultades de aprendizaje y se habla de
crisis de aprendizaje cuando en verdad se trata de
crisis de la enseñanza y de
crisis de los sistemas educativos. - El sistema escolar es resistente al cambio. Mucho de lo que se enseña está
desactualizado.
El sistema es muy lento para incorporar los nuevos conocimientos y las nuevas posibilidades que se abren tanto para la enseñanza como para el aprendizaje.
- El conocimiento se presenta de manera fragmentada, organizado en
asignaturas (y en profesores para cada asignatura) sin relación entre ellas y entre los profesores que las imparten. Las artes (dibujo,
música, pintura, teatro) suelen ignorarse o ser vistas como contenidos extracurriculares, fácilmente descartables cuando los presupuestos son escasos.
- Aprender implica comprender, reflexionar, dejar reposar, equivocarse, rectificar, disfrutar de la experiencia de aprender. No obstante, lo que prima son currículos y planes de estudio recargados, lo que convierte a la enseñanza en una carrera contra el tiempo y al aprendizaje en un objetivo imposible. El enciclopedismo (querer enseñar todo) revela un histórico desconocimiento de cómo funciona el aprendizaje y fomenta la memorización sin comprensión.
- El sistema escolar tiene problemas para reconocer y aceptar la diversidad (socio-económica, cultural, de género, de edad, de ritmo de aprendizaje, etc.). Prefiere imaginar que los alumnos son iguales, que quieren y necesitan aprender lo mismo y al mismo ritmo, y ser evaluados del mismo modo. La homogeneización es la norma.
- Pocas cosas hay tan estresantes como la situación de examen. Niños, adolescentes y jóvenes son martirizados con pruebas y exámenes cuya utilidad por lo general no se explica ni se entregan corregidos a los alumnos, de modo que puedan entender en qué se equivocaron y aprender del error. Sin ese feedback indispensable, sirve poco o nada la evaluación. No debe sorprender que gran parte de lo que los alumnos «aprenden» a las carreras y bajo presión para el examen lo olvidan al día siguiente.
- El sistema escolar no sabe qué hacer con alumnos que no aprenden en los ritmos y tiempos esperados. Inventó para eso una «solución» absurda, costosa e inútil, la repetición, la cual perjudica y estigmatiza a millones de estudiantes y desperdicia valiosos recursos que podrían utilizarse para mejorar y diversificar el aprendizaje dentro y fuera de las aulas. Repetir el año es una de las experiencias más traumáticas en la vida de una persona y a menudo un empujón para el abandono escolar.
Actividad física /
movimiento
Son conocidos y cada vez mejor
documentados los beneficios del ejercicio para la salud física y mental de las personas
y los problemas que acarrea el
sedentarismo, sobre todo si se cultiva desde la infancia. Los niños y
jóvenes sedentarios son propensos a la
obesidad y otros males. El
ejercicio mejora no solo el estado de ánimo sino también la cognición, la capacidad para aprender. El deporte enseña a
trabajar en equipo, a comprender y seguir reglas, a desarrollar valores y actitudes fundamentales como la cooperación, la sana competencia, la disciplina, la perseverancia.
La educación escolar cultiva el inmovilismo. El
asiento es tal vez el objeto que mejor representa al
sistema escolar y estar sentado la postura preferida. Alumno-burócrata antes que alumno-aprendiz.
El sistema escolar (y toda la sociedad) asocia
educación y
aprendizaje con
nalgas y con
cabeza: nalga-asiento, cabeza-archivo. Estudiante se representa como persona sentada (el único parado es el profesor). Aula se asocia con pizarra y filas de pupitres. Escuela se asocia con espacio cerrado, paredes, rejas.
Nada de
mens sana in corpore sano. Para la cultura escolar el cuerpo es estorbo. Alumnos y profesores cuentan como cabezas y son entrenados del cuello para arriba.
Niños y jóvenes son obligados a permanecer durante horas en asientos incómodos, muchas veces destartalados, demasiado altos o
demasiado bajos para su edad. Las
malas posturas se inician en la
infancia y traen
problemas en la vida adulta.
La Educación Física permite reconocer, mover y ejercitar el cuerpo. Pero Educación Física es usualmente una asignatura, no un modo de ser y de aprender en la escuela.
No hablamos solo de agregar horas de Educación Física al currículo escolar. Hablamos de reconocer la
existencia del cuerpo, la necesidad del movimiento, dentro y fuera de las aulas. Demostrado está que la atención y la concentración se dan mejor no en el reposo sino en el
movimiento.
La llegada de las
TIC a la escuela reforzó el inmovilismo y el encierro. Los hijos de Sillicon Valley usan poco la computadora, el celular y el internet en la escuela; van a una
Escuela Waldorf con pizarra convencional, con mucho espacio verde, con huerto, sin computadoras.
Quienes se apresuraron a meter computadoras a las escuelas están hoy sacándolas, limitando o prohibiendo los celulares en las aulas, aconsejando menos, no más, tiempo de pantallas, promoviendo el contacto con la naturaleza y más aprendizaje al aire libre.
Si al sedentarismo escolar agregamos el familiar - niños y jóvenes prendidos a un televisor o a dispositivos digitales - se entiende por qué crece a pasos
agigantados la obesidad infantil en el mundo.
Alimentación
El
desayuno es una comida importante. No obstante, dados los horarios escolares, muchos alumnos desayunan a las carreras, o no desayunan, porque el
tiempo no alcanza, porque el sueño quita el hambre o porque la pobreza no permite desayunar.
Llegar mal dormido, mal comido y cansado a la escuela después de una larga caminata, como es usual en el medio rural, no es una buena manera de empezar el día ni de prepararse para aprender.
La
comida chatarra se ha enquistado en la vida escolar y es difícil combatir, como lo muestran países que prohiben su venta en kioskos y bares escolares. El negocio puede más; también la comodidad de los padres y las preferencias de niños y jóvenes expuestos cotidianamente a la publicidad.
Por otro lado, la comida que se ofrece en las escuelas a menudo no reúne las
condiciones nutritivas o de higiene indispensables, ni
tiene en cuenta los
gustos de los alumnos. Mucha comida es comida con desgano o tirada a la basura en planteles públicos y privados. La contribución escolar al impresionante
desperdicio de comida en el mundo.
El buen comer implica no solo buena comida sino buenas condiciones para comerla. ¿Cuántos planteles cuentan con
instalaciones adecuadas para preparar los alimentos y/o para comerlos? En muchas escuelas, las cocinas son espacios improvisados e insalubres. A falta de comedor, se come en las mismas aulas, sobre el pupitre, entre cuadernos y libros. O en corredores, gradas, patios. Y de prisa. ¿Quién puede desarrollar buenos hábitos alimenticios en estas condiciones?
Autoestima
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Claudius Ceccon
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El sistema escolar es campeón en demoler autoestimas, especialmente entre los más proclives a la baja autoestima: los niños, las mujeres, los grupos indígenas y subordinados en general, los con capacidades especiales, los tímidos, los sensibles, los pacíficos, los diferentes. Pocos son los que logran atenciones y distinciones. La mayoría está en falta, en deuda, en tensión.
Todos podemos aprender. No obstante, éste no es el mensaje que transmite el sistema escolar. Al contrario: crea desconfianza en las propias capacidades, miedo a no cumplir con las expectativas, disposición al fracaso.
El
castigo -
hobby escolar (y familiar) - es enemigo de la autoesima. Si no es el castigo físico - todavía extendido - es el moral, ese que ridiculiza y humilla, y termina doliendo más.
Un atraso, un deber no hecho, una mala nota, una pregunta contestada fuera de tiempo, un
performance fallido en la pizarra, van sumando día a día al
«soy tonto
»,
«soy lento
»,
«no puedo aprender
». Las calificaciones se encargan de confirmar los peores diagnósticos y pronósticos. La onda expansiva llega al hogar y encuentra eco entre padres de familia dispuestos a aceptar el veredicto escolar sobre sus hijos e hijas.
Generaciones enteras de niños, adolescentes y jóvenes son dados por tontos, inútiles, incompetentes, a partir de pruebas y calificaciones que miden (muchas veces mal) una pequeña porción del currículo escolar. Todos son
etiquetados: extra-edad, distraído, hiperactivo, con
«problemas de aprendizaje
», desertor, repetidor, especial,
nini ... El sistema escolar es especialista en identificar y señalar
déficits antes que talentos. Triste para una institución que justamente está ahí - debería estar - para descubrir y desarrollar lo mejor de cada persona, en la mejor definición de
educación, que es justamente aquella que se asocia al latín
educere: sacar, sacar lo mejor, de adentro hacia afuera.
Pocas cosas más demoledoras e inútiles que la
repetición escolar. Demoledora para la autoestima de los estudiantes, para su futuro y el de sus familias, y demoledora para los sistemas escolares, que tiran el dinero en esta falsa
«solución
». Los estudios abundan hace décadas; no obstante, los sistema escolares persisten en este absurdo pedagógico, administrativo y financiero.
¿Quién puede querer prolongar una experiencia que destroza sistemáticamente la autoestima? ¿Quién puede asombrarse de que tantos, al llegar a la adolescencia, decidan renunciar? Fácil es atribuir la «deserción» a cuestiones de pobreza o pereza. Fácil asociar «desertor» con perdedor.
Acoso escolar (bullying)
El acoso escolar o bullying ha estado siempre ahí pero va en
ascenso y se vuelve más visible y letal. Las estadísticas - los que
denuncian, los que son objeto de mofa pública, los que se suicidan, los
asesinados - alarman en todo el mundo, así como la creciente
crueldad y corta edad de los acosadores. Las estadísticas globales indican que 1 de cada 3 estudiantes es víctima de acoso.
El bullying hace noticia todos los días en diarios locales,
nacionales e internacionales. Hay países en los que ya es una de las
primeras causas de suicidio, sobre todo entre los adolescentes y crecientemente entre los niños. Para las millones de víctimas de acoso escolar el largo receso ocasionado por la pandemia en 2020-2021 fue sin duda motivo de alivio antes que de pérdida.
No solo los alumnos; también los profesores son víctimas de bullying, por
parte de sus alumnos, de padres de familia o de colegas. También aquí
hay casos de suicidio y asesinato. El mundo reacciona con horror, hasta
el siguiente caso.
¿Quién puede querer enviar a sus hijos a un lugar donde el maltrato ya
no está solo en el carnet habilitante de los profesores sino también de
los alumnos, de los propios amigos y compañeros de clase?
Se multiplican campañas y planes locales y nacionales para controlar el bullying. Pocos son eficaces. La mayoría no acaba siquiera de entender las razones, la complejidad y la magnitud del problema.
Descanso
La obsesión con aumentar el tiempo escolar es mucho mayor que los intentos por hacer mejor uso del existente. Pocos parecen comprender que una extensa jornada escolar implica necesidad de descanso. Para alumnos y para profesores. Y la necesidad, por ende, de tiempos y espacios para descansar durante la propia jornada escolar.
Solo a los niños pequeños, pre-escolarizados, se les concede la necesidad del descanso y del ocio, y los artefactos y condiciones necesarios para ello (silencio, colchones, colchonetas, almohadones, etc.)
La sala de profesores, si la hay, es a menudo un lugar inhóspito, inamistoso. No solo para estudiar y trabajar sino para descansar, para permitir esa breve siesta reparadora que hoy se recomienda como esencial para la salud de las personas, niños y adultos.
En Finlandia, la escolarización empieza a los 7 años de edad. El año escolar es uno de los más cortos y los recreos son más largos que en el resto de Europa. Se estimula a los alumnos a salir afuera en los recreos, de modo que se muevan, cambien de ambiente y regresen al aula re-energizados. Espacios y tiempos escolares están pensados tanto desde la necesidad del trabajo y del juego como del descanso.
Enfermedades
La experiencia escolar es una experiencia de estrés, angustia y miedo para millones de estudiantes de todas las edades y clases sociales. En vez de buscar paliativos psicológicos y médicos a la salud mental, hoy en el centro de la atención mundial, bajar los niveles de estrés que ocasiona el sistema escolar, y los exámenes específicamente, es una medida fundamental.
La pandemia sacó a la luz la precariedad de muchos sistemas escolares. Millones de planteles escolares carecen de condiciones básicas de salubridad como agua potable, servicios higiénicos, alcantarillado, iluminación y temperatura adecuadas. Hay ruido, hacinamiento, desaseo, basura. En zonas rurales y urbanas, en países 'en desarrollo' y también en muchos 'desarrollados'.
En Estados Unidos, una encuesta nacional a enfermeras escolares encontró que 40% sabía que los niños y el personal estaban afectados por problemas de calidad del aire. Una tercera parte o más de las escuelas tenían polvo y otros problemas que provocan tos, dolores de cabeza y enfermedades respiratorias. El asma es la enfermedad crónica número uno responsable de las ausencias de los alumnos y su incidencia sigue creciendo. Se estimó que 1 de cada 10 niños escolares en EE.UU. tiene asma. Crece el número de padres de familia que retira a sus hijos de la escuela y les educan en casa.
La distancia y el difícil accesso a la escuela obliga a muchos niños a largas caminatas o incluso a riesgosas aventuras cotidianas (cruce de puentes, precipicios, ríos, etc.) en el campo y en zonas apartadas, y en condiciones climáticas adversas, o bien a mucho tiempo de transporte escolar, en las ciudades.
Nunca faltan los casos de intoxicaciones debido a comida en mal estado.
El peso excesivo de las mochilas escolares que cargan los niños todos los días es tema de preocupación mundial, causa de frecuentes dolores de espalda entre los estudiantes.
Miedo y estrés son parte de la experiencia escolar que producen la competencia, los deberes, las pruebas, las calificaciones, los premios y castigos. Estudios indican que la miopía avanza a medida que avanzan los años de escolaridad y el estudio, así como el uso de las pantallas.
Los maestros desarrollan a su vez una serie de enfermedades vinculadas al oficio, que ya se consideran enfermedades laborales, como várices, problemas de voz, estrés, burnout. Enfermedades que reflejan el "dictar clase" como el más viejo método de enseñanza, y las cada vez más demandantes y complejas condiciones del mal remunerado y mal valorado trabajo docente.
Padres - y sobre todo madres - de familia padecen a la par de sus hijos los rigores y el estrés de la cultura escolar: los madrugones, las carreras, el ritual de los uniformes, el martirio de los deberes, la tensión de los exámenes, la angustia sin fin del bullying, el miedo a la autoridad y a la lógica escolar.
Inseguridad
Uno de los grandes problemas del mundo
contemporáneo es la inseguridad, la creciente violencia en la
sociedad, en la familia, en el sistema escolar.
Son más bien excepcionales los países, ciudades, planteles y sistemas escolares en los que los alumnos llegan a pie o en bicicleta a la escuela. La inseguridad y la violencia en las calles refuerzan los cuidados y los miedos de padres y madres de familia. Jugar en la calle, jugar al aire libre, quedó en el pasado y se recuerda con nostalgia en muchos entornos urbanos. El juego va quedando cada vez más como una actividad vigilada y puertas adentro.
La violencia ha entrado en la escuela, con todo el menú de males que ofrece cada sociedad: maltrato, bullying, drogas, abuso sexual, crimen. Morir a mano de estudiantes armados ya es posible y los episodios se repiten, sobre todo en países «desarrollados». El control de armas es ya parte de la rutina escolar en Estados Unidos y otros países.
Accidentes en transportes escolares sin supervisión adecuada, y casos de pedofilia y violación en pre-escolares, escuelas y colegios, son noticia diariamente.
El uso de celulares, laptops y tabletas es un nuevo flanco de la inseguridad escolar y de la vulnerabilidad de los alumnos de todas las edades. Quienes han venido recomendando, entusiastas, la entrada de toda clase de artefactos electrónicos a la escuela, muchas veces no han tenido en cuenta los riesgos que esto tiene para los alumnos. El robo de celulares, muchas veces con asalto, es hoy una de las principales fuentes de inseguridad infantil y juvenil en muchos países «en desarrollo».
Atrás quedaron los tiempos en que las familias enviaban a sus hijos a la escuela confiando en que allí estarían a salvo. Hoy saben que no es así, ni en planteles públicos ni en privados. La escuela cercana al hogar se valora más que nunca. La seguridad ha pasado a ser factor clave en la elección de escuela, donde esto es posible.
Juego
El juego es un derecho de la infancia y un poderoso motor de aprendizajes. El juego organiza la vida y la actividad de los niños (vale recordar que la definición de «niño» va hasta los 18 años de edad).
Jugar aprendiendo es el principal y el mejor modo de aprender. Dentro y fuera de la escuela.
No
obstante, el sistema escolar se lleva mal con el
juego. Estudiar y jugar, y hasta aprender y jugar,
pueden verse como incompatibles. Jugar es actividad reservada
para los recreos. Aprender es lo que se hace en el aula. Y todos parecen empeñados en meter a los niños cuanto antes a las aulas, en acortar la «etapa del juego» y entrar de lleno a la «etapa del estudio».
Porque solo a los niños pequeños, y hasta el pre-escolar, se les
concede oficialmente la necesidad de jugar. Un año más tarde, a ese niño se lo
sienta y se le prohibe jugar:
ha entrado a primer grado.
El prototipo del «buen alumno» sigue siendo el alumno
sentado, quieto, silente. El inquieto, el curioso, el preguntón, es el indisciplinado, el «mal alumno».
Pobre del profesor o profesora que juega y que alienta el juego. Se expone a llamados de atención no solo de los directivos sino de
los padres de familia. Típicos «vagos» que se escudan en el valor pedagógico del juego para no trabajar, para no enseñar.
Sueño
Conocemos hoy mejor que nunca la importancia del sueño para el buen funcionamiento del cuerpo y del cerebro.
Dormir poco y mal es un factor que trae aparejados problemas de salud y contribuye a la
agresividad y a la
obesidad. Estudios muestran que muchos niños acosadores, que practican el
bullying, son niños con déficit u otros trastornos de sueño. Dormir poco y dormir mal tiene un efecto muy negativo sobre el desarrollo y el desempeño intelectual, la cognición, la concentración, la atención, la memoria, el aprendizaje.
Los horarios escolares han estado siempre pensados desde las lógicas económicas y las dinámicas adultas de la sociedad, no desde las necesidades y dinámicas de niños y jóvenes, y mucho menos desde los requerimientos del aprendizaje.
Niños, adolescentes y jóvenes escolares
se levantan con sueño, sin haber dormido lo suficiente.Y, claro, bostezan en clase. Los pobres y los ricos. Unos duermen poco y mal porque eso es parte del ser pobre, del hacinamiento, el hambre, la ausencia de un mínimo confort. Otros, porque están hasta altas horas de la noche con el televisor prendido, la consola de juegos, la computadora y el internet. Pocos duermen las 9 a 11 horas diarias que recomienda la Asociación Mundial de Medicina del Sueño.
También los profesores, y los padres y madres de familia, se levantan con sueño. La falta de sueño se considera ya un tema de salud pública a nivel mundial. Se estima
que en los últimos 50 años se han perdido en promedio 2 horas de sueño
diario. Millones de personas - adultos, jóvenes y niños -
experimentan trastornos diversos relacionados con el
sueño. Para quienes estudian, los problemas se ven en el bajo resultado escolar; para quienes trabajan, en el bajo rendimiento laboral.
La pregunta es: ¿vale la pena dormir poco y mal, vale la pena tanto sacrificio y tanto trajín, todos los días, para ir a la escuela?
Frente a la insatisfacción con el sistema escolar, surgen o se refuerzan propuestas e iniciativas alternativas. La
educación al aire libre gana adeptos. El contacto con la naturaleza busca compensar el ya reconocido
deficit de naturaleza.
Muchas de las innovaciones vienen por el lado de la
infraestructura escolar: más espacios verdes, menos cemento; uso de materiales ecológicos para la construcción; aulas más amplias; espacios integrados; huertos escolares.
Otras tienen que ver con el
mobiliario: aulas sin pupitres, para sentarse en el suelo; cojines,
puffs, hamacas. Otras, con las
tecnologías: sacar computadoras de las aulas, promover su uso en casa; regular el uso de celulares. Otras, con el
tiempo: jornadas menos largas (o bien más extendidas, según el caso); clases más cortas; una organización distinta del currículo en el aula, en la jornada y en el calendario escolar; otros arreglos en cuanto a tiempo y actividades en vacaciones. Otras, por un replanteamiento radical de los
lugares, del dónde y cómo se enseña y aprende: combinar estancia en la escuela con educación a distancia y en el hogar.
Se plantea asimismo postergar la edad de inicio de la escolarización, eliminar o reducir los deberes, menos pruebas y exámenes, más espacio y tiempo para el juego, más tiempo de recreo y más frecuentes, medidas más duras contra el
bullying. Y, claro,
homeschooling o
unschooling como alternativas a la escolarización convencional. Para muchos, el paquete escolar parece difícil de combatir y revertir.
Para saber más
-
Academic performance at school linked to exercise, BBC.
- Are schools making kids sick?, CNN, 2012.
- The Power of Play in Learning, Mind/Shift.
- "Un mundo distraído. ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?", entrevista con Nicholas Carr.
- De lo físico a la física: la relación entre infraestructura escolar y resultados educativos en América Latina. Estudio del BID, 2011.
- World Association on Sleep Medicine / World Sleep Day
-
School Starts Too Early, Scientific American
-
Madrugar no es beneficioso para los estudiantes, El Comercio, Quito, 2 sep. 2014
-
La miopía sube con la educación
-
Uno de cada tres niños carga el triple del peso recomendado en la mochila que llevan al colegio
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