Programa
Nacional de Alfabetización y Educación Básica para Jóvenes y Adultos
“Encuentro”
Visita
a un centro de Barrios de Pie en Canning, barrio Las Flores, Gran Buenos Aires, Argentina (17
abril, 2006)
Este
reportaje es parte del estudio “Alfabetización y acceso a la cultura
escrita por parte de jóvenes y adultos excluidos del sistema escolar
en América Latina y el Caribe”, financiado por el CREFAL.
Entre 2006 y 2009 visité programas de alfabetización y de promoción de
la lectura y la escritura en nueve países de la región (Argentina,
Bolivia, Colombia, Ecuador, México, Perú, República Dominicana, Uruguay y
Venezuela).
Barrios de Pie
empezó haciendo alfabetización en 2003-2004 con el método cubano ‘Yo Sí Puedo’, mediante convenio con el gobierno de Cuba a través del IPLAC (Instituto
Pedagógico Latinoamericano y Caribeño). Según nos cuenta la excoordinadora del programa dentro
del movimiento, llegaron a tener cerca de 100 puntos de
alfabetización en diversas provincias: Buenos Aires (provincia y capital),
Catamarca, Corrientes, Córdoba, Chaco, Jujuy, Mendoza, Neuquén, Río Negro,
Salta, San Luis, Santa Fe y Tucumán. A raíz de la convocatoria (2004) del
Ministerio de Educación a las organizaciones sociales para unirse al Programa
‘Encuentro’, Barrios de Pie devolvió al IPLAC los materiales que le había
facilitado de manera gratuita (cartillas, manuales, videos, televisores,
caseteras) y retomó el trabajo de alfabetización, esta vez en el marco del
programa gubernamental. En 2006, la organización coordinaba más de mil centros
de alfabetización en 19 provincias del país.
Según información manejada por el programa, a
inicios de los 2000 había en Argentina 786.000 personas analfabetas mayores de
15 años y cerca de 2 millones 800 mil con educación primaria incompleta. Frente
a eso, el programa se propuso: (a) reducir a la mitad el índice de
analfabetismo, y (b) favorecer que los jóvenes y adultos continúen y completen
la escolaridad básica. Cabe aclarar que Encuentro se realiza solamente en
español.*
La alfabetización inicial (5 meses) incluye lectura,
escritura y matemática. Para su diseño y organización se retomaron
experiencias nacionales como la Campaña de Reactivación Educativa de Adultos
para la Reconstrucción (CREAR) de 1973, el Plan Nacional de Alfabetización
(PNA) 1985-1989 (realizado durante e gobierno de Alfonsín y que ganara en 1988
un premio de la Asociación Internacional de Lectura) y el Programa Federal de
Alfabetización y Educación Básica de Adultos (PFAEBA) 1990-1992.
El Ministerio firma
convenios con las autoridades educativas provinciales y del Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires. Sindicatos, organizaciones sociales y ONGs establecen
convenios en sus respectivas jurisdicciones para sumarse al programa. Los
alfabetizadores son voluntarios y reciben 50 pesos (menos de 20 dólares)
mensuales para gastos de movilidad y seguro contra riesgos de trabajo. El
requisito para ser alfabetizador es tener más de 18 años y haber completado la
educación secundaria.
Los materiales
de enseñanza
Materiales entregados gratuitamente por el Ministerio a
alfabetizadores y alumnos: Libro para el Alfabetizador, otro de Orientaciones
para el Alfabetizador, 25 láminas ilustradas por el conocido dibujante
Fontanarrosa y 40 videos (de 30 minutos de duración cada uno) que complementan
al material impreso y cuya utilización en clase es dejada a criterio de cada
alfabetizador. Los alumnos reciben además lápices, goma, cuaderno, tijera,
pega, regla y un set de letras, sílabas y números, así como un bolso para
guardar los materiales.
El “Libro Simple
para el Alfabetizador Voluntario” es una adecuación del preparado por el
gobierno de la provincia del Chaco en 1998 para su Plan Provincial de
Alfabetización. El libro (autora Olinda Montenegro, ilustrado por Fontanarrosa)
contiene 45 encuentros (lecciones), los primeros 32 dedicados a la enseñanza de
la lectura y la escritura, y los restantes a la enseñanza de las matemáticas.
Ambas, lectura-escritura y matemáticas, pueden desarrollarse en paralelo. Las
unidades de lengua se inician con una “frase de la vida” acompañada de un
dibujo, los cuales sirven de disparadores del diálogo en torno a un tema,
introduciendo en cada caso una nueva letra.
Frase de la vida
(lectura y escritura)
|
Encuentros / letras
|
EDUCACION
|
Encuentro 3 , vocales
|
AMOR
|
Encuentro 4, repaso A, O
|
NIDO
|
Encuentro 5, repaso I, O
|
DIA DE ASADO
|
Encuentro 6, S
|
EL SOL ME ILUMINA
|
Encuentro 7, L
|
DON SOSA USA LA PALA
|
Encuentro 9, P
|
RAMON SALUDA A LA BANDERA
|
Encuentro 10, B
|
LA ABUELA ESTA DE LUTO
|
Encuentro 13, T
|
CUIDEMOS LA TIERRA
|
Encuentro 14, C
|
SOY RESPETUOSO DE LAS LEYES
|
Encuentro 16, Y
|
YA SE FIRMAR
|
Encuentro 17, F
|
CLAUDIO SACO SU DOCUMENTO
|
Encuentro 18, CL
|
EL PUEBLO PIDE JUSTICIA
|
Encuentro 19, J
|
LOS ABORIGENES
SIEMBRAN ALGODÓN
|
Encuentro 21, G
|
GÜEMES FUE UN GUERRERO
|
Encuentro 22, GÜE-GÜI
|
CON EL VOTO ELIJO MI FUTURO
|
Encuentro 23, V
|
DEBO VACUNAR A MIS HIJOS
|
Encuentro 24, H
|
VIVO EN EL CHACO
|
Encuentro 26, CH
|
EL QUEBRACHO CRECE EN EL MONTE
|
Encuentro 27, Q
|
¿POR QUE NO DEBEMOS GOLPEAR A LOS NIÑOS?
|
Encuentro 29, Ñ
|
LOS CRIOLLOS BAILAN UN CHAMAMÉ
|
Encuentro 30, LL
|
EDUQUEMONOS PARA LA PAZ
|
Encuentro 31, Z
|
WALTER CON EL SULKY
PASEA A LOS EXTRANJEROS
|
Encuentro 32, W, K, X
|
Las “frases de la
vida” se presentan en mayúsculas. A partir del encuentro 8 se introducen letras
de imprenta minúsculas y a partir del encuentro 12 la letra cursiva o manuscrita.
Un centro de
alfabetización en el Conurbano bonaerense
El centro elegido
por Barrios de Pie para nuestra visita está en Canning, localidad de la
provincia de Buenos Aires, al sudoeste del conurbano bonaerense. Pablo, el
joven que ha arreglado la visita y que nos lleva en su auto hasta el lugar,
trabaja en el Area de Educación Popular del movimiento. Por mi parte, invité a
Susana Fiorito, amiga argentina, a acompañarme en la visita.
El barrio es pobre,
calles precarias, casas bajas, portones maltrechos, matorrales y maleza por
doquier. El centro de alfabetización funciona en el local de la Sociedad de
Fomento, que tiene instalaciones de cocina y sirve también de comedor
comunitario. Adelante hay una placita con juegos infantiles; al lado, el Centro
de Salud y un horno de pan abandonado que – según nos dicen - nunca llegó a
terminarse.
El local es amplio,
multiuso, pero descuidado. Hay afiches viejos en las paredes y objetos
arrumados por todas partes. En la pared del fondo hay un estante alto con
libros amarillentos, en desorden, que algún día alguien usó y que, con
algo de colaboración, podría aprovecharse como un rincón de lectura e
incorporarse a la actividad de la alfabetización.
Seis alumnos están
sentados en la larga mesa que sirve durante el día para comer y a la noche como
mesa colectiva de trabajo. Libros y cuadernos están desplegados para la
clase y para mostrarnos a los visitantes. Observamos que no hay pizarra ni
rotafolio ni nada que sirva para escribir frente al grupo. Según nos explican,
la pizarra es parte del equipamiento ofrecido pero nunca llegó. Tampoco hay
equipo para proyectar los videos.
El único apoyo visual colocado en la pared es el juego de láminas ilustradas
por Fontanarrosa.
Los
alfabetizadores
Florencia, la joven
alfabetizadota, vive en el barrio y estudia 2º año de Agronomía en la
Universidad de Buenos Aires (UBA). El subsidio que recibe por esta tarea le
alcanza estrictamente para cubrir los pasajes de ida y vuelta a la universidad.
Ya avanzada la clase, llega otra joven alfabetizadora. Florencia explica que hay cuatro alfabetizadores a cargo del grupo. ¿Por qué tantos, en un grupo
tan pequeño? Al principio eran 12 alumnos, 6 se retiraron. Además, así se
turnan entre ellos: cuando uno falta, otro le sustituye. Ya que son cuatro
alfabetizadores, ¿por qué no han dividido el grupo, a fin atender
diferenciadamente a quienes están empezando y a quienes están avanzados?
“Queremos mantener la unidad y la identidad del grupo”, es la explicación que recibimos.
Para crear un grupo
de alfabetización se requiere al menos 5 personas. El grupo de alfabetizadores
hizo un relevamiento en el barrio buscando inscripciones. No fue fácil.
- “Muchos no se
acercan por vergüenza, sobre todo los hombres. Otros por falta de tiempo.
Muchas personas en este barrio trabajan en la construcción, todo el día. Llegan
cansados, a dormir”.
El grupo de
alumnas y alumnos
El grupo empezó a
funcionar hace nueve meses. Las clases son dos veces por semana, lunes y jueves, 3 a 5 de la tarde. De
los 6 alumnos que quedan, 5 son mujeres. El único hombre, uruguayo, completó la
escuela primaria en Uruguay, viene aquí para acompañar a su mujer y “refrescar”
lo que sabe. Antes de este lugar, iba a clases en una Sociedad de Fomento de
otro barrio. ¿Por qué no asisten más hombres?, pregunto.
- “A las 3 de la
tarde no vienen hombres. Para que vengan, la clase tendría que ser más tarde, pero
a la noche en cambio no vienen las mujeres. Tienen miedo. Las calles son
oscuras y el barrio se ha vuelto peligroso”, explica Florencia y amplían luego
las señoras.
El grupo es pequeño
y heterogéneo, no sólo en niveles escolares de partida sino también en edades,
nacionalidades, culturas. Hay argentinos, uruguayos, chilenos, bolivianos…
Todos los presentes
han tenido alguna experiencia escolar. Sólo Eulalia, boliviana, empezó de cero,
pero se retiró al poco tiempo. Otras dos señoras bolivianas también se
retiraron. Las fueron a buscar a sus casas, pero no volvieron.
- “Es que los
bolivianos no entienden, en su país tienen otra cultura”, explica una señora.
“Siempre iban atrás”.
Elida, uruguaya, 76
años, había llegado hasta cuarto grado.
- “Yo sí leo. Vine
aquí sobre todo porque me interesaba aprender los números”, dice.
María Felicia,
chilena, 56 años, llegó hasta tercer grado de escuela en Chile. Dice que no
manejaba las mayúsculas, solo sabía escribir en manuscrita. Lee regularmente el
diario y revistas que consigue por ahí. Siempre quiso ser
enfermera, dice. Vive con marido, hijos y nietos. El marido trabaja en un horno
de ladrillo y gana 25 pesos a la semana.
- “Mi marido me
dijo: tienes que ir a la escuela. Es que uno busca trabajo, pero no hay nada
para gente grande”.
Lo que ganan, ¿les
alcanza para vivir?
- “En mi casa se
come tortilla con papa, que es lo más barato. También hacemos puchero. Carne no
compro. Al medio día no como, solo mate con galletitas. Pan no puedo porque soy
diabética, solo puedo comer pan integral. Acostumbrada a cocinar para todos lo
mismo, ahora se me complica, hay que separar las comidas por mi enfermedad.
Quiero sembrar en mi casa acelga, lechuga. El programa Pro-Huerta del INTA da
un curso de capacitación, incluso dan la semilla, así que el que tiene terreno
puede hacerlo. Pero mis hijos no ayudan, prefieren ir a jugar la pelota que
sembrar. No saben el valor del dinero. Mi hijo Joaquín se compró un móvil con
el sueldo de la semana pasada”, cuenta y se queja doña María Felicia.
Animada por las
historias de las demás, y el clima de confianza generado en la conversación,
agrega que, hace dos años, empezaron a recoger comida de la basura. Iba junto
con un hijo a un asador.
- “Tiran bolsas de
masa, pan, queso, dulce, empanadas. A ellos les sobra, mientras que a nosotros
nos falta”.
Dos de las señoras
reciben los 150 pesos mensuales del Plan Jefes y Jefas de Hogar y trabajan a
cambio 5 horas diarias haciendo limpieza en el centro de salud contiguo. Dicho
Plan arrancó en 2002 como medida de emergencia social frente a la profunda
crisis económica del país, que entre otros elevó el número de desempleados a
más de dos millones de personas. Los requisitos para acceder al Plan son: ser argentino/a, nativo o naturalizado, o bien extranjero radicado en
el país; ser jefe o jefa de hogar y estar desocupado;
tener al menos un/a hijo/a menor de 18 años, estar embarazada al momento de la
inscripción, o tener un hijo con discapacidad; los hijos en edad escolar
deben ir a la escuela regularmente y deben cumplir con el calendario
obligatorio de vacunación. A cambio de los 150 pesos, las personas deben
realizar “contraprestaciones” con una dedicación horaria diaria de no menos 4 horas ni más de 6.
La clase
El tiempo ha pasado volando. Más de una hora de conversa. Es hora de empezar la clase. Hoy es el Encuentro 32, último de la serie de lectura y escritura. La
lámina muestra el dibujo de un sulky lleno de
turistas exclamando “Thank you”, “Yes!”, “Oh”. Al pie consta esta “frase de vida”
mediante la cual se introducen la W, la K y la X:
WALTER CON EL SULKY
PASEA A LOS EXTRANJEROS
Sulky – para quienes desconocen la palabra, como la desconocía yo - es un
“pequeño carruaje de dos ruedas, tirado por un caballo”. Sirve aquí para
introducir la K (bendita K tan impopular en el español, que recurre por lo
general al consabido kilo o kilómetro, a vocablos en lenguas indígenas o a nombres propios fuera de
lo común). Llama la atención también la sintaxis de la oración (¿no sería
“Walter pasea a los extranjeros con el sulky” el
orden más apropiado?) y la elección de las mayúsculas para introducir las
“frases de vida” en todo el material. Intrigada siempre con los recovecos
didácticos de la enseñanza de la lectura y la escritura, busqué luego alguna
explicación al respecto en el Libro y en las Orientaciones para el
Alfabetizador, pero no la encontré.
Florencia anima un diálogo en torno al tema de los extranjeros. Luego distribuye entre sus
alumnos una hoja con sopas de letras que ha preparado para esta clase. Pasan un
buen rato tratando de encontrar las palabras escondidas entre las letras, todas
ellas alusivas al tema de esta lección. El tema se desaprovecha, sin embargo,
para relacionarlo con la realidad del barrio y del grupo – ambos rebosantes de
inmigrantes de países vecinos – y para problematizar en torno a
los prejuicios contra los bolivianos que han salido en la
conversación.
El centro de
salud
Antes de irnos,
pasamos a ver el centro de salud contiguo - “la salita”, la llaman – donde
trabajan dos de las alumnas. Un espacio pequeño, equipado con lo básico,
limpio, bien cuidado. Un servicio ciertamente muy útil e importante en este
barrio. Pero es evidente que no se necesitan dos personas para limpiarlo todos
los días; con una basta y sobra. ¿Cómo se sienten estas mujeres sabiendo que el
trabajo que hacen, y por el cual reciben el subsidio mensual del Plan Jefes y
Jefas, no es un ‘trabajo de verdad’?
Reflexiones en un viaje de regreso
En el trayecto de
regreso a Buenos Aires, Pablo, Susana y yo tenemos tiempo suficiente para
comentar sobre la visita. Pablo interviene activamente con informaciones y
reflexiones, nada le ha pasado desapercibido, conoce bien los problemas. Su actitud crítica y abierta a la crítica es loable, y así le
digo. He visitado programas en muchos países de América Latina y del mundo, y
sé lo excepcional que es encontrar anfitriones dispuestos a reconocer y discutir los problemas abiertamente. Comentamos algunos:
Ambiente de aprendizaje ¿Por qué el ambiente de
aprendizaje suele ser tema en el ámbito escolar, pero nunca, o rara vez, en la
educación de adultos, en la formación de los educadores, en los presupuestos,
en los requisitos para el funcionamiento de los centros? El espacio, el
mobiliario, la iluminación, el ruido, son cuestiones fundamentales.
Siempre es posible crear un ambiente de enseñanza y aprendizaje digno, limpio,
agradable, a pesar de las limitaciones materiales.
Alfabetizadores y subsidios ¿Cómo se justifica la
presencia de 4 alfabetizadores para un grupo inicial de 12 y ahora de 6
alumnos? Es evidente que la alfabetización ha pasado a ser vista como
estrategia de ingreso para los jóvenes del barrio y de la organización. Esto
crea ruido y desconfianza en relación al programa, al Estado y al movimiento.
Equipamiento básico ¿Cómo es posible que en un
programa gubernamental y en un centro de enseñanza, y sobre todo de
alfabetización, no exista una pizarra? ¿Para qué
entregar un juego de videos sin el equipo necesario para usarlos?
Alfabetización inicial para ya iniciados ¿Cómo se
explica que en un programa de alfabetización inicial se haya incorporado a
personas que, varias de ellas, ya leen y escriben hace mucho y de manera
regular, que tienen experiencia escolar e incluso la primaria completa? Estas
personas no calzan aquí. Paradójicamente, como es usual en los centros de
alfabetización de adultos, los primeros en retirarse son los que más necesitan,
pues se sienten mal, aladeados, dejados “siempre atrás”. Los verdaderos
destinatarios de los programas de alfabetización inicial terminan siendo
desplazados por quienes deberían ser atendidos en niveles más avanzados o en
otros programas.
Prejuicios y discriminación Actitudes y expresiones
discriminatorias como las que hemos escuchado aquí, deben ser problematizadas
en los centros de alfabetización y en el seno de la organización social,
justamente como parte fundamental del proceso educativo.
Dependencia del Estado Hay mucho que podría mejorarse
– organización, limpieza, arreglo, acondicionamiento, construcción – con un
poco de iniciativa y esfuerzo locales. Afuera de este centro hay madera y otros
materiales que podrían aprovecharse para hacer una pizarra y otros implementos
necesarios. No obstante, “aquí, cada cual tira por su lado” ha dicho una de
las alumnas. “Lamentablemente, la gente ha sido acostumbrada a que el Estado
resuelva y provea”, cierra Pablo.
NOTA: Argentina es oficialmente monolingüe; el castellano es el único
idioma que tiene reconocimiento legal a nivel nacional. No obstante, existen en
el país 402.921 indígenas, pertenecientes a 22 pueblos, según el primer censo
de pueblos indígenas (mayo 2004-diciembre 2005) realizado por el Instituto
Nacional de Estadística y Censo (INDEC). Los pueblos más grandes son los
mapuches, kollas, tobas y wichí, que representan el 66.2% del total. En Buenos
Aires y en el Gran Buenos Aires hay una particular concentración de personas
originarias de dichos pueblos.