Consejos prácticos para anular el gusto por la Literatura


Claudius Ceccon - Brasil

Anular el gusto por la literatura puede ser algo muy sencillo, sobre todo si se empieza desde la infancia. Los siguientes consejos prácticos, basados en la experiencia de varias generaciones de jóvenes y adultos que hemos pasado por las aulas, pueden serle muy útiles si usted es uno/a de tantos profesores empeñados en lograr que los alumnos desarrollen anticuerpos no sólo ante la literatura sino ante la lectura en general.

Envíe a leer como castigo (por no haber hecho la tarea, portarse mal, etc).

Antes de empezar a leer algo, advierta a toda la clase que, al terminar la lectura, hará preguntas o tomará prueba.

Pida leer individualmente y en voz alta, mejor si en algún orden anticipable por los alumnos (el orden de la lista o de estatura o de los asientos).

Regañe a quienes, al leer en voz alta, leen en voz demasiado baja.

Pida resúmenes de todo lo que envía a leer.

Evalúe lo que escriben los alumnos fijándose sobre todo en la cantidad de escritura (número de oraciones, párrafos, páginas, etc.).

Al corregir, ponga atención en la ortografía antes que en el contenido y la intención de lo escrito.

Califique bien solo a los que opinan igual que usted (o según lo que usted considera que debían escribir).

Dicte clases aburridísimas de Literatura.

Seleccione como material de lectura algo que los alumnos no pueden entender (pues está por encima de su edad, sus conocimientos y su nivel de lectura) en aras del loable objetivo de ayudarles a aumentar su vocabulario y su cultura general.

Seleccione para leer algo que a usted le parece interesante, aunque a los estudiantes les parezca un plomo.

Pida leer todos los años los mismos libros.

Pida leer resúmenes de libros en vez de los libros completos escritos por los autores.

Pida leer los clásicos de la literatura mundial, evitando todo contacto con la literatura contemporánea y con los autores nacionales.

Evite que sus alumnos tengan arrebatos de escritura libre, en los que expresen sus propias ideas.

Pida un resumen de Platero y Yo, La Ilíada, La Celestina o Crimen y Castigo. Exíjalo como tarea para el próximo lunes.

Ponga como regla a sus estudiantes que deben leer al menos un libro por semana.

Desarrolle en sus estudiantes el hábito de llenar fichas de lectura para cada libro que leen (datos del libro, del autor, etc.).

Pida leer la biografía del autor (o, mejor aún, díctela) antes de leer el libro.

En el examen pregunte datos tales como el lugar de publicación del libro, la fecha de nacimiento del autor, el número de páginas, y las veces que aparece repetida la palabra "asimismo".

Cuando más interesante está la lectura, interrumpa haciendo preguntas para verificar que los alumnos estén prestando atención y siguiendo el texto.

No bien se ha leído un poema, empiece a preguntar sobre el número de estrofas, el tipo de rima y el uso de las metáforas.

Ponga malas calificaciones en Literatura por no haber comprado o traído el libro.

■ Haga perder el año por Literatura.

Siga convencido, en fin, de que lo importante es hacer que los estudiantes lean, no que desarrollen el gusto por la lectura.

* Publicado originalmente en la revista Familia del diario El Comercio de Quito, 23/04/95 (página de Educación que mantuve durante ocho años). 

* Publicado como cartel por la Secretaría de Educación Pública del Estado de Guanajuato, México, y distribuido a todas las escuelas del Estado (2003).

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2 comentarios:

Dalver dijo...

excelente me recuerda netamente a mi colegio y liceo, felizmente nunca leí esos libros y me dirigí por aquellos que me gustaban.

Iñaki Murua dijo...

Tal y como leí a Daniel Pennac, el verbo leer, como amar, no admite el imperativo.

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