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¿Qué le debo al Colegio Alemán?



¿Qué le debo al Colegio Alemán?. Quiero intentar la respuesta compleja que exige una pregunta compleja como ésta. Porque compleja es siempre la relación que tiene uno con su colegio, más si se pasó en él doce años de vida. La reflexión se complejiza a medida que pasa el tiempo y se toma distancia, cuando se deja de ser alumno, cuando se empieza a comparar la propia experiencia con la de los amigos y, más tarde, con la de los hijos.

Si alguien me hubiese hecho esta pregunta mientras fui alumna, posiblemente habría respondido afirmando mi mimetismo con el Colegio Alemán. Más allá de las discrepancias e inconformidades, y hasta de los momentos de abierta resistencia a las normas y valores escolares impuestos, fui una alumna orgullosa de su colegio. El uniforme gris y verde se llevaba con altura. Nuestros profesores estaban entre los mejores disponibles, aunque había excelentes, buenos y malos, como en todo lado. Las instalaciones - aulas, canchas, gimnasio, biblioteca, laboratorios, equipos - estaban a la punta entre los colegios de Quito. Aprendíamos dos idiomas extranjeros, alemán e inglés, con métodos modernos; los resultados estaban a la vista en la fluidez con que muchos de nosotros llegamos a manejar los dos idiomas. 

Ser alumna del Alemán era una distinción; ser "buena" alumna despertaba admiración; ser la primera alumna, ni se diga. Durante doce años me sentí estimulada, desafiada, felicitada, condecorada. Por mis excelentes calificaciones, el colegio me otorgó una beca para cursar la enseñanza secundaria. Aprendí, así, desde temprana edad que ser "buena" estudiante es no solo una fuente de satisfacción sino además una inversión, una vía de autofinanciarse, de ganar seguridad y autonomía y de aportar, a través del estudio, al esfuerzo económico de los padres.

¿Quién podía entonces permitirse dudar de la santa validez del castigo y la sanción, cuestionar el rigor en las normas y la disciplina, si - a medias entre el colegio y el hogar - nos acostumbraron a ver todo eso como ingredientes de una formación sólida, como requisito de la "excelencia" académica, la rectitud moral, los valores correctos?.

Una vez graduada, la aureola de ex-alumna destacada del Alemán se me volvió, por mucho tiempo, fuente de conflicto. El orgullo devino en rechazo. Desde mis crecientes espacios de libertad y autonomía, y vista hacia atrás, la vida colegial se me fue revelando como una experiencia dolorosa, autoritaria, maltratante. Nos habían forjado trilingües, responsables, puntuales, prolijos, perseverantes. Cierto. Pero, ¿a qué costo?. Cualquiera de nosotros - lo hemos comentando en encuentros de compañeros -  puede narrar alguna experiencia traumática, desde llano castigo físico hasta el complicado castigo moral. ¿Qué clase de persona sería hoy cada uno de nosotros si hubiésemos tenido una formación escolar más flexible, más libre, más humana?.

A diferencia de varios de mis compañeros y compañeras, no elegí para mis hijos el Colegio Alemán. No quise para ellos la educación que yo había recibido. Negando mi propia trayectoria, me propuse evitarles la exigencia y la autoexigencia de ser "buenos" alumnos, mucho menos los mejores. Opté por escuelas y colegios donde pudieran - hasta donde es posible - ser felices, respetados en sus ideas y en sus individualidades, ajenos al miedo, dueños de su palabra, estimulados en su capacidad para aprender y para pensar por sí mismos, para hacer buen uso de la libre expresión, la crítica, el diálogo.

Estoy, afortunadamente, atravesando un tercer momento vital en mi relación con el colegio. Momento de balances, de desapasionamientos, de mayor objetividad. Objetividad que va instalándose con la adultez, el crecimiento de los hijos, sus éxitos y fracasos, la disfuncionalidad de una realidad educativa que urge a replanteamientos profundos. 

Debo reconocer, por un lado, que resulté una persona de esas que nuestra sociedad suele catalogar como "exitosas" en el terreno profesional. Como me han insistido amigos y me lo ha repetido hoy el propio rector del Alemán: "Algo tiene que ver en esto el Colegio Alemán". Sin duda.

Debo reconocer, por otro lado, que no encontré, en los distintos países donde he vivido, esa escuela o colegio donde mis hijos pudieran al mismo tiempo aprender y ser felices. Donde lograron sentirse medianamente bien en el plano de las relaciones humanas y afectivas, fue en general a costa de mediocridad intelectual y académica; las "buenas" escuelas y colegios desde el punto de vista académico, en cambio, reeditaron bajo las mismas formas conocidas el autoritarismo, la arbitrariedad, el miedo, el antidiálogo. En la mezcla entre uno y otro estilo escolar, combinado con los respectivos estilos paterno y materno, mis dos hijos resultaron mucho más críticos y creativos que lo que pude ser yo a su edad. Son, también, claro, otras épocas. Pero no deja de ser cierto que el Alemán cultivó en nosotros desde niños un espíritu de esfuerzo, de tenacidad, de responsabilidad, que permite taladrar los límites usuales y que solo llega a apreciarse cabalmente en la vida adulta.

Cual más, cual menos, todos nosotros tuvimos una relación contradictoria con el colegio. Los malos tratos, los castigos, los momentos amargos, las situaciones de humillación y angustia, están en el trasfondo de eso que, al mismo tiempo, reconocemos y apreciamos como positivo. Los primeros y los últimos, los "aplicados" y los "vagos", las mujeres y los hombres: todos resultamos marcados por un sentido especial del cumplimiento, la disciplina, la puntualidad, la perseverancia, la búsqueda de la perfección.

El Colegio Alemán está presente de manera cotidiana en la autoexigencia para hacer las cosas bien; en la expectativa de que los demás hagan lo mismo; en el continuar hasta terminar; en el empeño por cumplir con la meta y en la valoración del propio esfuerzo como la vía más segura para alcanzarla; en la búsqueda de rigurosidad y de coherencia; en la necesidad de pensar en grande pero sin descuidar el detalle; en el sentido práctico de la vida; en la vehemencia por hacer las cosas; en el placer del deber cumplido, el acabado impecable, el objetivo conquistado.

Todo esto, fuente permanente de satisfacciones, es también fuente de tensión y frustración en una sociedad que institucionaliza la ley del menor esfuerzo, la irresponsabilidad, la negligencia, la impuntualidad, la improvisación, la ineficiencia, el nepotismo, las "palancas" y los favores, como si fuesen cualidades y valores propios de la cultura. Ser un poco alemán, en estas tierras, es ir contra corriente. Al formarnos de esta manera el colegio nos instaló, de hecho, un dispositivo que predispone tanto para la realización como para el sufrimiento.

Al final, lo que verdaderamente queda de la vida escolar no es tanto la información o el conocimiento que nos dejaron sino cómo lo hicieron, si reforzaron o minaron nuestra autoestima, qué valores y actitudes sociales nos inculcaron, qué buenos o malos ejemplos nos mostraron, qué tanto alimentaron nuestra curiosidad e inventiva, qué tanto nos enseñaron a amar la lectura, la escritura, la investigación, el aprendizaje.

En este sentido, ¿quién podría criticar al colegio por habernos forjado en valores, actitudes y aptitudes que constan en todo plan y programa de estudios, que forman parte de toda declaración, de toda utopía sobre el ser humano, de todo proyecto educativo, de toda anticipación de futuro?. La pregunta no radica tanto en la validez de los objetivos como de los métodos para alcanzarlos. ¿Acaso no es posible lograr todo esto de otra manera?. ¿Acaso son estos los únicos valores y actitudes deseables?. ¿Acaso no es posible armonizar educación con formación, autoridad con participación, enseñanza con diálogo, respeto con crítica, excelencia académica con excelencia afectiva, desarrollo intelectual con desarrollo integral de la persona?. El colegio nos formó en los valores y actitudes apropiados para vivir, para pensar, para ser autónomos, salir adelante, resolver problemas, superar nuestro medio familiar y social, seguir aprendiendo. De eso no hay duda. La duda es si todo ello no puede conseguirse de otra manera.

En cualquier caso, poder decir todo esto y escribirlo para una Memoria del colegio, constituye una reivindicación fundamental. Veinte, cien, mil años de silencio pueden saltar en pedazos con unas cuantas palabras dichas de una sola vez y en libertad. Cuántos quisieran tener la oportunidad de decir todo esto un día en su colegio, junto a sus excompañeros, frente a las autoridades del plantel, en las mismas instalaciones donde un día se fue alumno subordinado. Este es el privilegio que he tenido hoy.

Evidentemente, son otros tiempos. Evidentemente, soplan nuevos vientos. Enhorabuena. Me congratulo por éste, mi colegio, al que vuelvo a adoptar como mío, como en mis viejos tiempos de alumna orgullosa del Colegio Alemán.

Quito, 27 de febrero de 1992

* ¿Qué le debo al Colegio Alemán? Palabras de una ex-alumna, en: Deutsche Schule Quito - Colegio Alemán de Quito, 75 Aniversario, Anuario 1991-92, Quito, 1992.

Escuelas para enseñar y escuelas para explicar: La escuela del Tío Bernardo (Guinea-Bissau)


Rosa María Torres

Foto: Guinea Bissau, UNICEF

La escuela - sin rótulo y sin ningún signo exterior que la identifi­que como tal - es de las más precarias que he conocido ja­más. Funciona en una casa sumamente pobre en el centro de Bissau, capital de Guinea-Bissau, ocupando un pasadi­zo-zanja lateral y un galpón posterior, ambos de piso de tierra, este último lindando con la cocina de la casa vecina y el calor que sale de ella a través de las paredes de lámina de zinc. Al fondo, en un patio con árboles de plátano, juegan niñitos desnudos y se pasean pollos, gallinas y cerdos.

52 alumnos de primero a cuarto grado se ubican en es­tos espacios, agrupados por grado, y atendidos por dos profeso­res: el Tío Bernar­do (74 años), fundador y dueño de la escuela, quien vive en un cuar­to alquilado en esta casa, y su sobrino Bernardo Jr. (27 años), hoy el profesor principal, ambos apenas con alguna educación prima­ria. Dos alumnos de cuarto grado hacen de ayudantes, atendien­do y vigilando a los más pequeños. 

El mobiliario con­siste en nueve bancas largas y destartaladas, tres mesas en el mismo estado, dos pequeñas pizarras en jirones, un atril para soste­nerlas, una es­ponja que sirve de borrador, y tres ramas de árbol que cumplen una doble función: sirven de punteros y de varas para pegar a los distraídos o a los que no aprenden rá­pido. Los alumnos, niños y niñas de familias pobres que viven en la cercanía, no hablan portu­gués - la lengua oficial - sino el criollo y/o alguna de las lenguas vernácu­las de Guinea-Bissau.

Es una escuela privada. Empezó en 1957 como una iniciativa personal del Tío Bernardo para ayudar a sus sobrinos con las tareas escolares. Más tarde, ante la insisten­cia del vecindario, amplió el servicio y empezó a cobrar una pe­queña cuota, cuota para bolsillo de pobre y que da un ingreso ín­fimo, también de pobre. La escuela - ofi­cializada en 1978 - funcio­na al mismo tiempo como escuela regular y como refuerzo esco­lar: los alumnos regulares asisten a la mañana (8:30 a 12:30) y a la tarde (15:00 a 18:30), y los otros solo a la tarde. No se toman exáme­nes; a fin de año los alumnos toman su examen en las escuelas oficia­les.

La escuela del Tío Bernardo responde ciertamente a una necesidad: así lo muestra el hecho de haber logrado funcionar ininterrumpida­mente por cerca de cuatro décadas, así como el surgimiento y proli­feración de escuelas similares (a la fecha existen más de 25 escuelas de este tipo en la ciudad de Bissau), bu­ena parte de ellas abier­tas por ex-alumnos del Tío Bernar­do. Tienen su propio nombre: no se las llama «escuelas» sino «ex­plica­ción» (explicação); aquí se  «explica» , en definiti­va, lo que no queda claro en la escuela de la mañana.

Sería engañarse afirmar que la escuela del Tío Bernardo (o sus seguidoras) constituye una innovación respecto de las escue­las oficiales en el país: ni en la infraestructura ni en la pedago­gía existe aquí algo que pudiéramos considerar un «modelo» digno de imitarse. Las condi­ciones generales de enseñanza y aprendizaje son muy simi­lares: infraestructura precaria, falta de toda clase de ma­terial didáctico, no hay variación en el número de alumnos por pro­fesor, los profe­sores son los mismos que dan clase en el sistema oficial, se sigue el currículo y se utilizan los textos oficiales (en portu­gués), los métodos son igualmente atrasados. Incluso, mien­tras en las escuelas regulares está oficialmente prohibido el castigo físico a los alumnos, éste se aplica por la libre en estas otras escuelas. Y, sin embargo, con todo esto, los alumnos del Tío Bernardo tienen niveles superiores de retención y aprobación. ¿Qué es lo que hace la dife­ren­cia?.

El propio costo, aunque mínimo, opera como una selección en el ni­vel socio-económi­co de las familias y, presumiblemente, en el nivel de educación de los padres: aún dentro de su pobreza, los alum­nos del Tío Bernardo pueden costearse una escuela privada. El calen­dario escolar tiene un mes más que las escuelas oficiales. Los profesores están ahí todos los días, aún en tiempos de huelgas y paros. Los alumnos-ayudantes son una verdadera ayuda y les permi­ten al Tío Bernardo y a su sobrino dar atención individuali­zada a los alumnos. "Los profesores en estas escuelas parece que hacen más es­fuerzo", concluían directivos del Ministe­rio de Educa­ción, en una reunión en la que analizábamos estas diferencias y buscábamos explica­ciones para las mismas.

Pequeñas-grandes diferencias, en fin, que - sobre todo en situaciones de gran pobreza - hacen diferencia.

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Ojo con traducciones y traductores

 

GürbüzDoğan Ekşioğlu


El 30 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Traducción.

Traduttore, traditore. La célebre frase alude al alto potencial de traición que tiene la traducción.

La educación es campo privilegiado de traición. Traiciones menores y mayores que contribuyen a enredar aún más un campo que crea constantemente nuevos términos, por lo general tomados y adaptados del inglés. 

El campo educativo se caracteriza por un caos terminológico y una falta de rigor conceptual. Si a esto agregamos lo que los traductores aportan de su propia cosecha, el problema se torna grave. Autores que eligen cuidadosamente las palabras pueden ver su esfuerzo anulado en manos de malos traductores. 

Documentos de gran importancia nacional e internacio­nal han tropezado en la traducción con serios problemas de contenido y de comunicación, en torno a los cuales se han creado innecesarios debates y discrepancias que a menudo no son tales. 

Edgar Faure (Presidente de la Comisión Internacional para el Desarrollo de la Educación, Aprender a Ser. La educación del futuro, UNESCO, 1972) habló de LEARNING SOCIETY; una traductora de Naciones Unidas tradujo el término como CIUDAD EDUCATIVA (!).

El Informe Delors (Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI), titulado en inglés "Learning: The Treasure Within", fue traducido y publicado en español por Santillana como "La educación encierra un tesoro". Resulta increíble, pero la confusión entre EDUCACION y APRENDIZAJE es frecuente en el mundo de la educación, los educadores y los traductores especializados en el tema educativo.

La declaración de la V Conferencia Mundial de Educación de Adultos (CONFINTEA V) "Hamburg Declaration on Adult Learning" se tituló en español "Declaración de Hamburgo para la Educación de Adultos". Learning fue traducido como educación en todo el documento.

Juan Carlos Tedesco, siendo alto funcionario de la UNESCO, se encontró un buen día con que había escrito sobre «pérdidas edu­cativas», término inventado por una mala traductora y rápidamente incorporado a la jerga y a los glosarios. 

Los ejemplos que siguen, de la vida real, son parte de mi propia batalla con traductores y editores, y son tomados sobre todo de traduc­ciones español-inglés o inglés-español.

▸ EDUCACION se traduce alegremente como INSTRUCCION, ENSEÑANZA, ENTRENAMIENTO o CAPACITACION.

▸ Usted escribe APRENDIZAJE, le ponen EDUCACION. 

▸ Usted escribe APRENDIZAJE A LO LARGO DE LA VIDA, le ponen EDUCACION A LO LARGO DE LA VIDA. 

▸ CONOCIMIENTOS pueden aparecer como HABILIDADES.

▸ Usted pone HABILIDADES PARA LA VIDA (life skills); le convierten en HABILIDADES PARA LA SUPERVIVENCIA (survival skills).

▸ Sociedad del CONOCIMIENTO y Sociedad de la INFORMACION se consideran muchas veces equivalentes. 

▸ OBJETIVOS y METAS pueden aparecer como términos intercambiables. 

▸ Usted escribe METODOS, le ponen TECNICAS.

▸ Usted escribe MODALIDADES, las confunden con METODOS.

▸ Si al traductor no le gusta DOCENTE, MAESTRO o PROFESOR, elige por su cuenta ANIMADOR o FACILITADOR.

▸ Usted escribe EDUCACION BASICA, le traducen como EDUCACION PRIMARIA o EDUCACION ELEMENTAL.

▸ EDUCACION INICIAL, EDUCACION INFANTIL, EDUCACION PRE-ESCOLAR se entienden y manejan de maneras distintas. 

▸ DESARROLLO INFANTIL y CUIDADO INFANTIL parece que fueran lo mismo.

▸ Usted habla de MEDIOS, le ponen MATERIALES.

▸ LIBROS DE LECTURA pueden aparecer como TEXTOS ESCOLARES. 

▸ PROGRAMA, PROYECTO, PLAN no se diferencian.

▸ MODALIDADES NO-CONVENCIONALES pueden traducirse como MODALIDADES NO-FORMALES.

▸ EDUCACION NO-FORMAL puede aparecer como EDUCACION NO-ESTRUCTURADA.

▸ MATEMATICAS y CALCULO no se diferencian. Numeracy se traduce de muchas maneras al español, sin claridad conceptual.

▸ CURRICULO es traducido a menudo como CONTENIDO.

▸ CONTENIDOS puede traducirse como MATERIAS o ASIGNATURAS.

▸ Si usted habla de PEDAGOGIA pueden traducirle como ENSEÑANZA o como EDUCACION.

▸ Usted escribe EDUCACION AMBIENTAL; le traducen como ALFABETIZACION AMBIENTAL (environmental literacy). Lo mismo para EDUCACION FINANCIERA (financial literacy) y todo lo relacionado con la idea de educación inicial en un campo.

▸ Usted habla de EDUCACION DE ADULTOS, ellos de EDUCACION NO-FORMAL (o al revés), asumiendo que la educación de adultos es siempre no-formal y la no-formal siempre de adultos.

▸ Usted pone ESTADO, ellos GOBIERNO.

▸ Usted pone MOVIMIENTOS SOCIALES, ellos SOCIEDAD CIVIL.

▸ Usted pone SOCIEDAD CIVIL, ellos ONGs.

▸ Usted pone COMUNICACION EDUCATIVA, ellos EDUCACION COMUNITA­RIA.

▸ Usted pone LECTURA Y ESCRITURA, ellos LECTO-ESCRITURA.

▸ Usted pone ALFABETISMO, ellos ALFABETIZACION.

▸ Usted pone REDUCIR el analfabetismo, ellos ERRADICAR el analfabetismo.

▸ Usted se refiere a PROMOCION DE LA LECTURA, ellos a PROMOCION DEL LIBRO.

▸ Usted pone SISTEMA ESCOLAR, ellos SISTEMA EDUCATIVO.

▸ Usted pone APRENDIZAJE, ellos RENDIMIENTO ESCOLAR.

▸ Usted pone APRENDIZAJE, ellos ESTUDIO.

▸ Usted pone APRENDIZAJE A LO LARGO DE LA VIDA, ellos EDUCACION A LO LARGO DE LA VIDA.

¿Qué sucedería si esto se aplicara al mundo de la Economía? No pasarían los traductores que confundie­ran OFERTA con DEMANDA, VALOR DE USO con VALOR DE CAMBIO, IMPORTACIONES con EXPORTACIONES, PRODUCTO INTERNO BRUTO con BALANZA DE PAGOS, ECONOMIA con ECONOME­TRIA, CRECIMIENTO con DESARROLLO, CAPITAL con DIVISAS, o que tradujeran MERCANCIA como MERCADERIA, o SUSTITUCION DE IMPORTACIONES como REEMPLAZO DE IMPORTACIONES, o CANASTA BASICA como CANASTA PRIMARIA ...

En Economía, cada palabra dice lo que dice. ¿Por qué la Educación se considera campo en donde todo vale, en el que da lo mismo Chana que Juana, en el que incluso los traductores pueden permitirse improvisar, sin siquiera un control de fidelidad, ya que no de calidad?.

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Racismo y retardo mental


Niños Puruhá - Ecuador

"No aprenden rápido. Cuesta que les entre en la cabeza. Hay que ir uno por uno, con una paciencia enorme. Es que tienen bajo cociente intelectual. Inclusive, hay unos que son retrasa­dos mentales".

Así me decía, con con­vicción y desparpajo, una maestra castellano-hablante, con siete años de experiencia docente, en una escuela rural indí­gena en el Ecuador, rodeada de sus pequeños alumnos y alumnas de segundo grado.

Me quedé luego conversando con ellos, husmeando sus cuadernos, pidiéndoles que escribieran sus nom­bres en el mío, observándo­les moverse, jugar, co­piar de la pi­zarra, reír, coquetear con­migo, la visitan­te. Ningu­no me pareció retardado. Los ví vivarachos, conversones, jugueto­nes, curiosos, como debe ser. Solo un profun­do racis­mo, una falta total de empatía, una incomprensión y un desprecio radicales por el mun­do de estos niños y niñas indígenas, puede ver retardo donde no lo hay y explicar los problemas de aprendizaje como una cues­tión de «bajo cociente intelectual» . Aquí lo que hay es un gravísimo problema de enseñanza, enraizado en el racismo. En país oficialmente plurilingüe y multicultural.

El argumento del retardo mental y la tontería es bastante común cuando aflora el tema de la educación de los pobres y, particu­larmente, de los indígenas. Me tocó ver y enfrentar este fenóme­no cuando fui directora pedagógica de la Campaña Nacional de Alfabetización "Monseñor Leonias Praoño" y recorrí el país visitando círculos de alfabetización.

Con faci­lidad muchos jóvenes alfabetizadores calificaban de
«retardado» al alfabetizando que no avanzaba al ritmo esperado, rit­mo de estudiantes urbanos, ritmo de la vehemencia pro­pia de la juventud. Lo escuché y discutí mil veces al visitar los círcu­los de alfabe­tización así como en reunio­nes y encuentros de alfabetizadores. Co­nocí, entrevisté y ví aprender con avidez y entu­siasmo a «retardados» de quienes aprendí mucho: hom­bres y mujeres sencillos, tesoneros, enfrenta­dos por primera vez o después de muchos años a un proceso de aprendizaje sistemático, poniendo en ello todo su entusiasmo y voluntad.

Típicamente, las dudas sobre el cociente intelectual afloran frente al que apren­de «lento», es decir, frente al que no aprende como el maestro quiere, lo que el maestro quiere, cuando y como el maestro quie­re. A falta de una explicación me­jor, «retardado» es el que se aburre en cla­se, el que no entiende porque su lengua materna es otra o porque no  le explican bien, el que rebota la mala enseñanza dentro y fuera de la escue­la. «Retardado» es el diferen­te, el que no se comporta o piensa como uno, el que se aferra a una cultura su­bor­dinada que no se comprende ni respeta; el que habla otra lengua, el que no le entiende a uno a pesar de hablar uno la len­gua ofi­cial, la «buena», la escolar. De «retardado» se diagnostica al ojo al diferente, lo que puede in­cluir algún problema real de aprendiza­je que sería fácilmente identificable y tratable si no se tu­viera a mano el membrete cómodo y prepotente del «bajo cociente intelectual».

Si nos atuviéramos a la ligereza y la audacia con que muchos se aventuran a diagnos­ticar «bajo cociente intelectual» y «retardo men­tal» en el ámbito escolar, podríamos llegar a la conclusión de que el Ecuador es un país pa­toló­gico, de laboratorio; que nuestros campos y pueblos, nues­tros barrios, nuestras escuelas públicas, nuestro sis­tema escolar todo, conforman una inmensa red de educación espe­cial. Obviamente, no es así.

* Publicado originalmente en la revista dominical Familia del diario El Comercio, Quito, 25 agosto 1991. Incluido en: Rosa María Torres, Auladentro, Fronesis/UNICEF, Quito, 1992.

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Colegio durante el día, Misiones a la noche (Caracas)


Rosa María Torres

Visita al Centro de Educación de Adultos ‘Padre Mendoza’, Parroquia El Valle,
Caracas, Venezuela (29 junio, 2006)

Dedicado a Lucio Segovia. In Memoriam.
Lucio me ayudó a organizar las visitas en Venezuela y me alojó en su casa en Caracas
durante la semana de visitas en esa ciudad.
Siempre agradecida.


Este reportaje es parte del estudio “Alfabetización y acceso a la cultura escrita por parte de jóvenes y adultos excluidos del sistema escolar en América Latina y el Caribe”, financiado por el CREFAL. Entre 2006 y 2009 visité programas de alfabetización y de promoción de la lectura y la escritura en nueve países de la región (Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, México, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela).


He venido a visitar este plantel sin previo aviso, sin permiso ni acompañantes oficiales. Mediante consulta telefónica, una funcionaria del Ministerio de Educación me informó sobre centros educativos en Caracas en los que pueden verse funcionando la Misión Robinson (Robinson I ‘Yo Sí Puedo’: alfabetización y Robinson II ‘Yo Sí Puedo Seguir’: terminación del sexto grado de educación básica) y la Misión Ribas (terminación del bachillerato). He invitado a acompañarme en la visita a Aníbal, del Instituto Radiofónico ‘Fe y Alegría’ (IRFA) de Venezuela.

Es un colegio tradicional de Caracas, fundado en los 1960s, ubicado en la Parroquia El Valle. Un edificio amplio, bien mantenido, de dos plantas, que - al igual que muchos otros planteles educativos en Caracas y en el resto del país - funciona actualmente como colegio regular durante el día y como centro de educación de adultos (CEA) por la noche. Esto - el pleno aprovechamiento de los planteles escolares y su apertura a las necesidades educativas de la comunidad - es una vieja aspiración de quienes abogamos por una política y una práctica educativa inclusivas.

Llueve. Mientras esperamos protegidos bajo el alero de la entrada, observo la interminable hilera de personas que van llegando, en transporte colectivo y a pie: jóvenes y adultos, hombres y mujeres de todas las edades. Lo que los une es el deseo de estudiar, de progresar, de aprovechar esta oportunidad que se les ofrece. Unos vienen a aprender a leer y escribir, otros a completar su primaria, otros a lograr el sueño del bachillerato.

En la entrada encontramos al rector del colegio y a algunos profesores que se van juntando. Ingreso al edificio explicando que soy una educadora e investigadora ecuatoriana interesada en ver cómo funcionan las Misiones Bolivarianas.

En este colegio funcionan la Misión Robinson y la Misión Ribas. La Misión Robinson (llamada así en honor al maestro de Simón Bolívar, Simón Rodríguez, quien adoptó el seudónimo Robinson) fue lanzada el 1 de julio de 2003 a escala masiva, con el propósito de alfabetizar a la población analfabeta mayor de 15 años; en octubre 2005 el gobierno venezolano declaró a Venezuela “Territorio Libre de Analfabetismo”, declaración que levantó polémica a nivel nacional e internacional, pero que contó con el aval de la UNESCO. Según datos oficiales, más de un millón y medio de personas se alfabetizaron en ese período. La alfabetización continúa, ahora como primer nivel de otros niveles educativos que han venido agregándose mediante nuevas Misiones: la Misión Robinson II, lanzada en septiembre 2003, ofrece la educación primaria en 10 meses (se aspira a graduar anualmente a 800 mil personas con el equivalente al sexto grado y universalizar la educación primaria entre toda la población para el 2012); la Misión Robinson III, iniciada en septiembre 2006, consiste en “Círculos de Lectura” destinados a sostener y profundizar el hábito de la lectura; la Misión Ribas se ocupa de la educación secundaria y la Misión Sucre de la universitaria.

Precisamente, el método cubano de alfabetización “Yo, Sí Puedo” (videoclases transmitidas con ayuda de un televisor y un aparato VHS, y con apoyo de un facilitador presencial) se estrenó en Venezuela con la Misión Robinson, para luego extenderse a otros países de la región. Según datos oficiales, 622.511 personas continuaron con el “Yo Sí Puedo Seguir” (breve período de sostenimiento y consolidación de la alfabetización) y 61% de los graduados en la Misión Robinson I continuaron estudiando en la Misión Robinson II. 
 
Asimismo, se distribuyó de manera gratuita un material con 22 lecturas titulado “Ya Puedo Leer” y un millón de Bibliotecas Familiares (colección de 25 títulos de literatura nacional e internacional donados por Cuba) a quienes participaron en el plan de alfabetización. Se creó asimismo el proyecto Robinson Socio Productivo, destinado a financiar proyectos productivos presentados por los estudiantes de la Misión.

Una clase de alfabetización sin video

Las clases empiezan regularmente a las 6 de la tarde pero hoy, con la lluvia, todo anda retrasado. Empezamos visitando, en la planta baja, un aula de la Misión Robinson I (alfabetización). Adentro encontramos al facilitador y a dos alumnas. Tres más llegan enseguida. Veinte son las personas inscritas.

- “La lluvia nos espantó a todos”, aclara el facilitador.

Anuncia, acto seguido, que hoy no usará el video en clase. ¿Por qué? Porque los televisores y VHS están guardados en una bodega en el segundo piso. Los bajan y suben todos los días, por las escaleras, y hoy solo han venido alumnas mujeres. Así pues, cuando no vienen los hombres, que son pocos, no hay video, la clase pasa a ser presencial.

En los minutos siguientes veremos cómo este facilitador se da modos para dictar una clase convencional, prescindiendo del sistema audiovisual para el que está preparado todo, incluido él mismo. Cosas que suceden cuando fallan las tecnologías o las condiciones previstas para utilizarlas…

Lección de Geografía: la luna

En el segundo piso funcionan las aulas de la Misión Ribas, iniciada en noviembre de 2003 y la cual opera también en base a teleclases elaboradas en Cuba. La enseñanza se divide en dos niveles: Primer Nivel o Básico, que comprende del 7º al 9º grados y Ciclo Medio-Diversificado, que abarca  4º y 5º de bachillerato.

Nos asomamos al aula que está junto a las escaleras. El facilitador - un muchacho joven - nos invita a entrar y a ubicarnos en la fila de atrás. No parece acostumbrado a las visitas, pero tampoco sentirse incómodo en nuestra presencia. Quizás porque, al fin y al cabo, la clase no la dicta él sino el video.

El televisor y el VHS están sobre el escritorio del profesor. A un costado están las cajas de cartón en las que diariamente se meten y sacan televisor y VHS y se transportan desde y hacia la bodega, en ese mismo piso. Un carro con ruedas, también a la vista y – según sabremos luego - elaborado por los alumnos en el propio centro, facilita esta penosa tarea diaria de transporte. 

Hay 13 alumnos presentes, la mayoría jóvenes entre 15 y 20 años, vestidos a la moda, llenos de pulseras y collares, gorras volteadas hacia atrás, tatuajes,  piercings, celular en mano varios de ellos. No hay personas mayores, solo dos señoras también jóvenes. Conversando con estos muchachos y muchachas después de la clase sabremos que varios son repitentes o han sido expulsados de sus colegios. Vienen a la Misión Ribas buscando continuar y completar aquí sus estudios secundarios, después de haber sido desahuciados por el sistema escolar tradicional.

Hoy toca Geografía. La lección se refiere a la luna. En la pantalla vemos el siguiente texto:

“El mayor cráter lunar es Bailly, con 295 km. de diámetro
y 3960 metros de profundidad”.

“A fines del año 1996 un grupo de científicos anunciaron
la posible existencia de hielo en la cara oscura de la Luna”.

Mientras observo a los alumnos copiar estos textos, sin una pizca de interés, me pregunto qué relevancia tiene saber el nombre, diámetro y profundidad de un cráter en la luna, y la posible - ni siquiera confirmada - existencia de hielo en su cara oscura. ¿Es éste el conocimiento más actualizado que existe sobre la luna, una década después? Una búsqueda curiosa en Internet, esa misma noche, me descubre decenas de sitios en la web dedicados al conocimiento del sistema solar y de la luna específicamente, con información variada e interesante, incluyendo fotos, mapas y gráficos de alta calidad. Ahí me entero que la luna tiene cerca de 3 billones de cráteres de más de 1 m. de diámetro. ¡Eso sí que llama la atención! La información sobre la misión científica ha sido tomada de este sitio sobre el sistema solar donde se lee: “A finales de 1996, un grupo de científicos estadounidenses anunció el descubrimiento de la posible existencia de hielo (probablemente agua helada) en un cráter de la cara oscura de la Luna”. Si es para fines de información, ¿no sería mejor apoyarse en la computadora y el Internet antes que en el video?

La calidad didáctica del video deja mucho que desear. El color marrón-mostaza del fondo es una mala elección desde el punto de vista visual, reduce antes que realza el contraste con el color negro de los textos. Tampoco el tipo de letra utilizado es el más adecuado. El gráfico de la luna se ve borroso.

- “Profe, ¿qué tenemos que hacer con el gráfico? ¿Lo dibujamos?”, pregunta una de las señoras.
- “Bueno”, dice el profe, y detiene el video.
- “¿Por qué está tan borroso el gráfico?”, me animo a preguntar.
- “Es que éste ya es el cuarto curso, el video se gasta de tanto uso”, explica el profe.

Problema – pienso - que podría resolverse mejor si en lugar del sistema VHS – en desuso - se usara DVD, que ofrece mayor calidad y se degrada menos rápidamente.

Dibujado el gráfico en los respectivos cuadernos, vuelve a correr el video. Ahora aparece en la pantalla el siguiente ejercicio:
ACTIVIDAD INDEPENDIENTE
Dibuja y nombra en tu libreta las fases de la luna

La muchacha sentada adelante de mi pupitre empieza a dibujar en su cuaderno las siluetas de la luna en sus diversas fases, valiéndose de la tapa de un frasco que saca de su cartera.

Nos retiramos de esta clase cuando los alumnos se aprestan a copiar este nuevo dibujo. Es evidente que no pasará mucho más aquí.

Una clase de Inglés

Pedimos permiso para entrar en otra aula, donde transcurre una clase de Inglés. Pocas personas presentes, la mayoría jóvenes. El video está corriendo y muestra un diálogo entre un hombre y una vendedora. El hombre está tratando de comprar un regalo para su esposa. Enseguida, aparece en la pantalla un ejercicio de respuesta múltiple destinado a verificar la comprensión del diálogo:

In the video, the person wants to buy:
-       a house
-       some sweets
-       a present for his wife
Choose the correct item according to the conversation.

Un alumno pide al facilitador si puede regresar el video, para escuchar nuevamente el diálogo. Dirigiéndose a mí, el facilitador explica:

- “El video va muy rápido, el diálogo va muy rápido, no se entiende muy bien”.

Así es. Imagen y audio son deficientes.

La clase termina. Queda la duda de si con este video se puede efectivamente aprender inglés…

La bodega del segundo piso

Vamos a visitar la bodega y nos encontramos ahí con la persona encargada y con el coordinador de las Misiones en este plantel.

La bodega, antes un aula del colegio, ha sido habilitada especialmente para las Misiones a fin de guardar ahí los televisores y VHS, los cassetes de video y demás materiales que se utilizan en las clases de las Misiones. La puerta de madera ha sido sustituida por una puerta blindada a raíz de dos robos, uno a la medianoche y otro en pleno día, en los que los ladrones forzaron puertas y candados y se llevaron todos los equipos, recién adquiridos. Hubo que comprar todo de nuevo y tomar estas medidas. Robos y medidas similares se están dando en otros centros donde funcionan las Misiones. El tema seguridad es clave - y costoso - cuando se trata de distribución y uso masivos de equipos y aparatos como televisores, videocaseteras o computadores. No obstante, suele desestimarse o subestimarse al optar por modalidades educativas basadas en las tecnologías, y al presupuestar sus costos.

Televisores y VHS solo se utilizan en la noche, en las clases de los adultos, no en el funcionamiento regular del colegio. ¿Por qué no se dejan los televisores en las aulas, apertrechados contra la pared, en lugar de transportarlos y guardarlos todas las noches? La pregunta la hemos hecho ya en otras visitas, dentro y fuera de Venezuela. Más allá de las tecnologías y las razones de seguridad, aquí entra en juego el tradicional autismo del sistema escolar y su incapacidad para acoger e integrar lo nuevo, el “mundo exterior”, y especialmente el mundo de la educación no-formal y de adultos.

El tema de la seguridad ha complicado enormemente la organización de las clases en las Misiones. En este caso, implica llevar y traer todos los días los aparatos a y desde las aulas. Los más afectados son los grupos que estudian en el primer piso. El problema se agranda dado el gran tamaño y peso de los televisores, adquiridos atendiendo a las dificultades de visión de muchas personas y al número de alumnos en cada grupo. Un ejemplo de cómo una decisión correcta desde la perspectiva pedagógica puede ser un dolor de cabeza desde la perspectiva logística.

¿Por qué ubicaron la clase de alfabetización en la planta baja, conociendo estas dificultades?, pregunto.

La explicación me toma por sorpresa. En la clase de alfabetización hay una persona que viene a estudiar en silla de ruedas, no puede subir ni bajar gradas. Sus compañeros y compañeras de clase decidieron quedarse en un aula en la planta baja y asumir la dificultad de bajar y subir diariamente el televisor. Un ejemplo de solidaridad que, de no mediar la pregunta, puede interpretarse rápida y equivocadamente como un acto de discriminación.

Un bombero coordinador de las Misiones en el centro

Entrados en confianza y en calor, el coordinador de las Misiones en el centro va abriéndose a la conversación. Se llama Oswaldo, es bombero, vino aquí inicialmente como alumno, se graduó y hoy es el coordinador. Sigue siendo bombero durante el día, en un recinto cercano, y coordinador de este centro por las noches. Está apasionado con este trabajo. Da gusto ver a un bombero convertido en administrador y organizador de un espacio de aprendizaje para jóvenes y adultos, aprendiendo él mismo en su función y agrandándose como persona.

Le pregunto sobre los aprendizajes y rectificaciones más importantes en estos tres años de Misiones Bolivarianas. Menciona inmediatamente los subsidios y las becas. Al inicio, toda persona que quería estudiar recibía una beca, a fin de permitirle liberar tiempo para el estudio. Medidas similares se han tomado en otros países latinoamericanos que hemos visitado, como Argentina y México. En el caso venezolano, la beca equivalía a un salario mínimo (180.000 Bolívares, poco más de 80 dólares). También se otorgaron bolsas de comida (pan, arroz, café, leche, pasta) como estímulo para que las personas se inscribieran. A los facilitadores se les dio una ayuda mensual de 160.000 Bolívares (84 dólares). Todo esto contribuyó a la capacidad de la Misión Robinson para movilizar a cientos de miles de personas hacia el estudio. No obstante, todo esto dio pie también a distorsiones y abusos.

- “Había personas que venían, se inscribían, recibían el dinero y nunca más asomaban. O se presentaban al final”, dice Oswaldo.

Las reglas han cambiado. No todos reciben una beca. Cada centro recibe un número determinado de becas a distribuirse entre los alumnos de todo el centro. Cada grupo de alumnos decide quiénes merecen la beca, teniendo en cuenta no sólo sus limitaciones socio-económicas sino también su compromiso y su desempeño en el estudio. Una decisión democrática y solidaria acompañada de vigilancia colectiva.

Algunas lecciones de esta visita

Hemos estado en este centro cerca de cuatro horas. Al salir, registro en mi cuaderno cinco lecciones principales que me deja esta visita:

1. Quienes dicen - y me han dicho aquí en Venezuela - que es imposible ver las Misiones en operación, que hay secrecía oficial, no lo han intentado realmente. El gobierno está en su derecho de vigilar por la seguridad de los centros y de las personas, de hacer preguntas a quienes desean ingresar, de pedirles un documento de identidad, sean extranjeros o nacionales. Si la visita se hace de manera respetuosa y con objetivos claros y transparentes, las puertas se abren.

2. Ni todo es maravilloso ni todo es defectuoso en estas Misiones. Y esto es mucho decir en un país hoy tremendamente polarizado como Venezuela, que exige alineaciones entre dos posturas, que encuentra difícil reconocer la complejidad, las contradicciones, los matices. Las Misiones educativas – Robinson, Ribas, Sucre - han abierto oportunidades sin precedentes a miles de jóvenes y adultos que desean empezar o continuar sus estudios, y eso es loable en éste o en cualquier país.

3. La crítica es siempre difícil de aceptar y de digerir. Pero ésta es posible en un marco de confianza y respeto mutuos, en el que la pregunta sirva para aprender, dé pie a la conversación y deje de ser simplemente un mecanismo de arrinconamiento y deslegitimación.

4. Un bombero, un hombre y una mujer comunes, pueden mostrar ser seres humanos extraordinarios, si se les ofrece las condiciones y la responsabilidad para demostrarlo.

5. Preguntar es esencial para saber, para conocer, para desprejuiciarnos. ¿Por qué suponer, cuando está a la mano la posibilidad de preguntar?

* Fotos: Tomadas de diversos sitios, especialmente del Ministerio del Poder Popular para la Educación de Venezuela.

Referencias | Para saber más
IPLAC-Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño (Cuba) http://www.iplac.rimed.cu/
Ministerio del Poder Popular para la Educación http://www.me.gob.ve/
Misiones Bolivarianas http://www.gobiernoenlinea.ve/miscelaneas/misiones.html
Misión Ribas http://www.misionribas.gov.ve/
Misión Robinson http://www.misionrobinson.me.gob.ve/
Misión Sucre http://www.misionsucre.gov.ve/
Yo Sí Puedo http://www.yosipuedo.com.ar/




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