Newsweek |
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Llegamos al lugar. Un basural inmenso en El Cairo, cuyo olor nos inunda y nos marea no bien abrimos la puerta del vehículo. Por increíble que parezca, aquí vive gente, gente que vive entre basura, de la basura, gracias a la basura.
La organización no-gubernamental que trabaja aquí en diversos programas - salud, saneamiento ambiental, capacitación laboral, alfabetización - nos ha invitado a visitar el centro de alfabetización.
En un pequeño cuarto destartalado el coordinador del centro nos explica el programa. Terminada la exposición, un colega se anima a preguntar lo que todos estamos mascullando: en vez de alfabetizar, ¿no sería mejor ayudar a estas familias a escapar de este lugar?.
Esto sucede en Egipto pero puede suceder en cualquier lugar del mundo. En Nueva York y Bogotá, en Río de Janeiro y Bangkok, en Quito y Nairobi, hay basurales como éste y gente que vive de la basura. Gente que, en su mayoría, es analfabeta, no puede enviar a sus hijos a la escuela o no puede sostenerlos en ella, y no ve posibilidad de romper el círculo vicioso de la pobreza. En este mar de basura maloliente, ¿puede un poco de alfabetización hacer alguna diferencia?
En un pequeño cuarto destartalado el coordinador del centro nos explica el programa. Terminada la exposición, un colega se anima a preguntar lo que todos estamos mascullando: en vez de alfabetizar, ¿no sería mejor ayudar a estas familias a escapar de este lugar?.
Esto sucede en Egipto pero puede suceder en cualquier lugar del mundo. En Nueva York y Bogotá, en Río de Janeiro y Bangkok, en Quito y Nairobi, hay basurales como éste y gente que vive de la basura. Gente que, en su mayoría, es analfabeta, no puede enviar a sus hijos a la escuela o no puede sostenerlos en ella, y no ve posibilidad de romper el círculo vicioso de la pobreza. En este mar de basura maloliente, ¿puede un poco de alfabetización hacer alguna diferencia?
El analfabetismo se concentra donde se concentra la pobreza: "países en desarrollo", zonas rurales y urbano-marginales, tugurios, villas miseria, basurales...
El analfabetismo es hijo de la pobreza. Los analfabetos son los más pobres entre los pobres. Los que no pudieron ir a la escuela cuando niños o debieron abandonarla al poco tiempo porque tuvieron que trabajar. Los que repiten los años porque carecen de condiciones mínimas para estudiar y aprender.
Una y otra vez los gobiernos y la comunidad internacional anuncian propósitos de reducir y hasta "erradicar" el analfabetismo. No obstante, es imposible pretender encarar eficazmente el analfabetismo sin tocar el drama de la pobreza, fuente de su perpetua reproducción. Pueden seguir abriéndose escuelas y ofreciéndose programas de alfabetización de adultos, pero el problema subsistirá. Solo el día en que gobiernos y sociedades se comprometan en serio a eliminar la pobreza será pensable un mundo alfabetizado.