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Bolivia: Una clase de alfabetización en español, traducida al aymara

Fotografías: Rosa María Torres


Rosa María Torres

Programa Nacional de Alfabetización “Yo Sí Puedo”.
Visita a la Unidad Educativa Cajuata, Cantón Sotalaya, Provincia de La Paz, Bolivia
(17 agosto, 2006)
Este reportaje es parte del estudio “Alfabetización y acceso a la cultura escrita por parte de jóvenes y adultos excluidos del sistema escolar en América Latina y el Caribe”, financiado por el CREFAL. Entre 2006 y 2009 visité programas de alfabetización y de promoción de la lectura y la escritura en nueve países de la región (Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, México, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela).



Mediante el método cubano de alfabetización 'Yo Sí Puedo' y el programa nacional de este nombre iniciado en marzo de 2006, el gobierno boliviano se propuso, con ayuda de Cuba y Venezuela, alfabetizar a un millón 200 mil personas y declarar a Bolivia “Territorio Libre de Analfabetismo”. La declaratoria se hizo en efecto el 20 de diciembre de 2008, contabilizándose 827.000 nuevos alfabetizados en las tres lenguas mayoritarias del país: español, quechua (13.599 personas) y aymara (24.699 personas). El Plan duró 33 meses.

El punto de alfabetización que visitamos funciona en las instalaciones de un colegio, el Colegio Técnico Humanístico Cajuata, ubicado en el Cantón Sotalaya. Es una visita planificada y el lugar ha sido elegido por el equipo técnico del Programa Nacional de Alfabetización, iniciado hace tres meses, y cuyos materiales (videos y cartlla) están disponibles en este momento solo en español. La técnica que me acompaña desde La Paz tiene a su cargo esta zona.

La escuela celebra hoy su aniversario, así que nos topamos con un ambiente de fiesta. Toda la actividad transcurre en el patio central: sobre el podio, una banda que ya está empeñada con la música; a un costado, sentados en fila, hombres con sombreros y algunos con un cinto de colores cruzado sobre el pecho (“los que tienen un cinto cruzado son autoridades”, me explican); del otro costado del patio, una fila de mujeres, ataviadas con trajes elegantes y sentadas en el suelo, conversando entre ellas. Hombres y mujeres van separados en las fiestas. “Así es la tradición andina”. Los hombres sentados sobre un muro, las mujeres sentadas en el suelo.

La clase de alfabetización funciona en una suerte de altillo, al que se sube por una escalera exterior. Esta es regularmente la sala de video del colegio, nos explica el director. Ahora se está usando para la alfabetización de adultos.

Arriba, la habitación – un espacio estrecho, con suelo de tabla, muy modesto, bien iluminado - está repleta de mujeres indígenas, aymaras, la mayoría en su tercera edad y algunas de mediana edad, con grandes polleras* y arropadas con mantas, a la usanza boliviana. Los sombreros Borsalinos ya han sido colocados en el dintel de la ventana, que da al patio central, el de los festejos. Hay un solo hombre, mayor, bendito entre las mujeres. No hay asientos: todos sentados en el suelo, frente a bancas de madera con espacio para tres personas que sirven de mesas y en las que están desplegados cuadernos y cartillas. Al fondo, unas pocas mujeres sentadas en el suelo pero sin banca adelante. Todos atentos, mirando al joven facilitador y al televisor, prendido, que ha quedado congelado en esta pantalla:
sale
sa-le
                                                                                 
El facilitador me invita a pasar adelante, junto a él. Este joven aymara, flamante bachiller de la comunidad, se llama Mamerto. Buzo deportivo celeste con el logo de Coca Cola en la parte delantera, Mamerto es el único aquí vestido al modo occidental, aparte de nosotros, los visitantes.

Desde el frente, con una vista panorámica de la clase, cuento 28 personas, entre ellas una niña y un niño, seguramente acompañantes de mamás o abuelas. En medio de los saludos y presentaciones de rigor, en los que Mamerto oficia de maestro de ceremonias y de traductor, empiezo a conversar con él.

La clase

¿Cuándo empezó a enseñarle a este grupo?
- “Empecé hace dos meses aproximadamente. Las señoras están interesadas en aprender. Y a mí me gusta enseñarles. Es la primera vez que enseño”.

¿Cuál ha sido el mayor problema hasta ahora?
- “Ellas hablan aymara, muy poco entienden el español. No entienden los videos. Además, no alcanzan a ver las letras que aparecen en el televisor, tienen problemas de vista”.

¿Y cómo hace entonces con las teleclases?
- “En realidad, poco se usan, y cuando las usamos, yo les traduzco al aymara”.

¿Alguien le ha enseñado a hacer esto?
- “No, yo solo me voy inventando, por la necesidad. Me ayuda la facilidad de que yo hablo ambos idiomas”.

Le pido a Mamerto que prosiga con su clase, utilizando el video que ya ha colocado, posiblemente en honor a la visita. Me interesa ver cómo se las arregla para usarlo en estas condiciones. Lo que sigue a continuación es uno de los episodios pedagógicos más desconcertantes y fascinantes que he presenciado en mi vida. Mientras en el televisor corre la videoclase en español – versión del ‘Yo Sí Puedo’ grabada por actores ecuatorianos, para uso en el Ecuador - Mamerto habla, gesticula, blande la cartilla, se mueve incesantemente y hace uso, en fin, de todos los recursos imaginables, en su afán por “traducir” a sus alumnos al aymara lo que se escucha y ve en español en el televisor. El acto se completa con 28 pares de ojos y oídos que danzan sin cesar entre Mamerto, la cartilla y la pantalla. Cuando llega el momento de los ejercicios, él congela la pantalla, se sienta en una pequeña silla que tiene al costado del televisor y, con ayuda de una vara, recorre letras, números, sílabas, palabras, frases, mientras pide a sus alumnas que las repitan en voz alta y en coro. ¡La pantalla usada como la pizarra convencional! Con la limitación de que es mucho más pequeña, no puede escribir sobre ella ni agrandar los textos a antojo.

El Manual del Facilitador ‘Yo Sí Puedo’ orienta a los facilitadores que "cada una de las clases tiene un carácter global e integrador, por lo que recomendamos que los participantes las observen primero en su totalidad y después vuelvan a aquellas partes de la clase que así lo requieran". Esta orientación no contempla situaciones como la descrita aquí, que anula toda posibilidad de comprensión, tanto en el plano lingüístico como en el visual.

Los problemas que enfrenta Mamerto con el método 'Yo Sí Puedo' – y algunas de sus “soluciones” - los hemos visto ya en los diversos países en que viene usándose este método. Dos problemas en particular:
(1) La lengua: Quienes no hablan o no hablan bien el español, se enfrentan a problemas de comprensión si el método de enseñanza – éste o cualquier otro – usa el español como lengua de instrucción. (En el caso de Bolivia, los equipos encargados de producir los videos en quechua y en aymara viajaron a grabarlos en Cuba justamente durante los días de nuestra visita).
(2) La visión: Quienes tienen problemas de vista no alcanzan a leer los textos en la pantalla del televisor, más aún si la pantalla es pequeña y la distancia grande. Tratándose de un método de alfabetización, ambos problemas son serios, pues el analfabetismo en Bolivia y en toda América Latina se concentra precisamente en la población indígena – hablante de numerosas lenguas y con grados muy diferentes de bilingüismo y multilingüismo- y entre personas adultas y mayores, edad en la que, como se sabe, se agudizan los problemas de visión.

El Ajtapi **

Terminada la clase, y cuando estamos por irnos, una señora se acerca y me entrega, ruborizada y de costado, un atadito con cinco huevos frescos. Los acepto, aunque sé que estos huevos son alimento de una familia entera, y que yo no podré comérmelos en el hotel ni me permitirán subirlos al avión. Gesto de agradecimiento y amistad, ofrenda de generosidad excepcional precisamente porque proviene de la renuncia, de una sobrecogedora pobreza material.

Las mujeres empiezan a sacar sus ataditos para el Ajtapi
de cierre y despedida. Organizándose rápidamente en el fondo de la habitación, sentadas en el suelo, una por una empiezan a desatar amorosamente sus atados y a ponerlos sobre el suelo para celebrar este frugal y maravilloso ágape colectivo, sin platos ni cubiertos, compuesto de chuño, papas y habas.

Tres juegos de televisores y VHS en la habitación

Mientras comemos, me fijo que en este extremo de la habitación hay otros dos televisores y VHS, nuevos ambos, aún junto a sus cajas. Mamerto me explica que en este mismo espacio funcionan tres grupos de alfabetización, en horarios diferentes. ¿Por qué no se usa un solo equipo de televisión y VHS? El colegio registró tres grupos de alfabetización; a cada grupo se le entregó un juego completo. Estos equipos han sido donados por el gobierno venezolano, el gobierno de Hugo Chávez con el que Evo Morales tiene excelentes relaciones.

Para conformar un grupo de alfabetización, y recibir el respectivo equipo, se requiere presentar una lista con un mínimo de 15 personas.
El mecanismo, evidentemente, no está funcionando bien. El atractivo de estos aparatos puede distorsionar las estadísticas y el propio sentido y objetivo del programa de alfabetización. De hecho, en los meses posteriores a esta visita supimos y leímos en diarios bolivianos sobre las disputas entre autoridades, grupos y comunidades por obtener los aparatos y quedarse con ellos. 

En el camino de regreso a La Paz vamos conversando con los técnicos del programa acerca de éstas y otras anomalías que ellos ya conocen, que todos hemos percibido en las visitas y que es preciso corregir.

* Polleras: faldas. Mantas: chales, chalinas. Sombreros Borsalinos: sombreros típicos en Bolivia. 
** Ajtapi (aymara). Comida comunitaria y originaria. La comida se pone en el suelo sobre un aguayo (mantel), para que la coman los presentes. Cada persona lleva un atado con lo que puede ofrecer: papas, habas, charque, pescado, tutu (maíz cocido), huevos, queso, chuño (papa deshidratada), waika (tipo de aderezo), etc.

Aprendiendo a leer y escribir en lengua mixe (México)

Programa del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA)
Visita a San Pedro Ocotepec, Región Mixe, Oaxaca, México (28 mayo, 2006)

 (Fotos: Julián Coraggio y Gemma Mingot)

Este reportaje es parte del estudio “Alfabetización y acceso a la cultura escrita por parte de jóvenes y adultos excluidos del sistema escolar en América Latina y el Caribe”, financiado por el CREFAL. Entre 2006 y 2009 visité programas de alfabetización y de promoción de la lectura y la escritura en nueve países de la región (Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, México, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela).

San Pedro Ocotepec es un pequeño pueblo ubicado en la zona media de la Sierra Mixe, en el Estado de Oaxaca. La noche anterior he leído algo acerca del pueblo y de la zona. Ocotepec significa, “en el cerro de los ocotes”, y resulta de la combinación de las voces ocotl (ocote) y tepetl (cerro).*

Según el XII
Censo General de Población y Vivienda 2000, la población del municipio era de 1.780 habitantes, 1.479 identificados como indígenas. Sus lenguas son el mixe y el zapoteco. La ocupación fundamental gira en torno al café. También se cultiva maíz, frijol, chile, calabaza, tomate, plátano, cítricos y caña de azúcar. La gente vive en 344 viviendas, la mayoría de piso de tierra, muros de adobe y techos de lámina. En el centro del pueblo hay una iglesia católica de tipo colonial. Hay asimismo algunas estaciones de radio, una caseta telefónica y señal de televisión, un camino de terracería, servicio de autobús entre San Pedro Ocotepec y Oaxaca, con una corrida diaria. El pueblo cuenta con una Banda Filarmónica. 

Son cuatro horas de viaje por tierra desde Oaxaca, por un camino que va volviéndose cada vez más angosto, curvoso y polvoriento. Vamos a ver el programa de educación de adultos del INEA (Instituto Nacional para la Educación de los Adultos), que enseña en lengua mixe.

En un estado eminentemente indígena, en que se hablan 15 lenguas y persisten altos niveles de analfabetismo (21.5%, equivalente a cerca de medio millón de personas, según estimaciones oficiales), el Programa Estatal de Alfabetización y Desarrollo Humano “Margarita Maza de Juárez”, a cargo del Instituto
Estatal de Educación para Adultos (IEEA) e impulsado por el gobernador de Oaxaca, en convenio con el IPLAC y en base al método cubano ‘Yo, Sí Puedo’, no llega a las zonas indígenas y sólo está disponible en español. Me acompaña en la visita Carmen, miembro del equipo técnico del IEEA.* 

A medida que nos acercamos al lugar, el camino empieza a poblarse de mujeres indígenas que caminan encorvadas, dobladas bajo el peso de grandes atados de leña que cargan en la espalda.

San Pedro Ocotepec aparece a lo lejos, entreverado con una vegetación espesa, la iglesia erguida entre un puñado de casas.
 
La entrada al pueblo

La entrada al pueblo es, para nuestra sorpresa, un largo corredor escoltado de escritura. Las paredes tienen leyendas sobre temas de género, salud y sexualidad, contribución del Comité de Salud local. Los letreros están en español y en mayúsculas.

Quien los escribió no pensó en las mujeres de este pueblo que no hablan español, no han ido a la escuela, no saben leer o no están familiarizadas con las mayúsculas. Casi podría uno apostar a la ausencia de coordinación e incluso contacto entre el Comité de Salud y el programa de alfabetización del INEA en esta comunidad. No obstante, el uno necesita del otro. Mientras el INEA hace lo suyo entre cuatro paredes, el Comité de Salud se ha encargado de crear un ambiente letrado en San Pedro Ocotepec.

La plaza central es al mismo tiempo cancha de básquet. A un costado y cuesta abajo, la iglesia; en el otro costado un edifico de dos plantas en el que funciona el Telebachillerato. En el centro de la plaza, sobre el piso de cemento, un círculo pintado en rojo en el que se lee el nombre del pueblo en mixe y la sigla del nombre en español.

Cuando llegamos, la gente está saliendo de misa. Atraídos por nuestra presencia y por las cámaras, varios niños y niñas se acercan a recibirnos. La experiencia de ser fotografiados o grabados con una cámara de video, y, más aún, la de sostener una cámara en sus manos, es una experiencia extraordinaria para estos niños, algo que nunca olvidarán.

La clase  


Ya dentro del aula encontramos a doce mujeres: nueve alumnas, la asesora
(así se llama a la educadora en este programa), una niña pequeña que seguramente es su hija, y una joven que hace de asistente, ayudando a las alumnas en sus pupitres.

La asesora es una mujer joven, bilingüe, con educación secundaria completa. Las alumnas tienen edades muy diversas, desde 28 hasta 70 años. Todas llevan vestidos estampados, hasta la rodilla, y chales sobre los hombros o cubriéndoles la cabeza. Cuando entramos al aula las vemos en plena actividad, armadas de lápices, escribiendo en sus cuadernos.

Los materiales de estudio son un Instructivo del Alfabetizador y un Cuaderno de Ejercicios (Jä'äjy m'ayuujk) desarrollados por el INEA para la población mixe y publicados en 1999 por la Delegación Oaxaca. El cuaderno del primer nivel (alfabetización) contiene 8 lecciones; dentro de ellas constan al pie las orientaciones para el asesor, en español. La primera lección presenta los clásicos ejercicios de aprestamiento para la escritura; la última introduce los números y algunos ejercicios matemáticos sencillos. Se enseña a leer y escribir simultáneamente en letra de imprenta (script) y manuscrita (cursiva).

El aula es amplia, limpia, luminosa, con pupitres individuales en buen estado, una buena pizarra blanca y una dotación de marcadores de varios colores. Un aula, en fin, atípica en el empobrecido mundo de la educación de adultos. Se trata de un aula del Telebachillerato que se presta por las tardes para que las señoras aprendan. Hay un televisor sobre la mesa, parte del equipamiento del Telebachillerato. Quizás a nadie se le ocurrió que podría aprovecharse en esta clase…

La asesora sabe enseñar y se siente cómoda en su papel. Ha logrado una buena relación con este grupo de mujeres. Nadie levanta la mano, la participación se da naturalmente y sin complicaciones, las preguntas pueden ser respondidas por varias personas a la vez. Hay en el ambiente un agradable ruido de comunicación, de espontaneidad, de risa.

Ahora, las alumnas deben abrir el cuaderno de ejercicios y escribir debajo de cada palabra en mixe la palabra respectiva en español. Miro por encima del hombro lo que va escribiendo la señora que está sentada adelante. El cuaderno queda así:

mutsk                                       on                                        nuj
chico                                       manteca                              arrieras

joon                                          mokyj                               jëën
pájaro                                       papel                                fuego

nëëj                                           nëts
agua                                          armadillo

Luego siguen varios ejercicios en la pizarra.  La asesora escribe palabras con una letra faltante, que ellas deben llenar. Al final, casi todas pasan a la pizarra y todas parecen divertirse jugando a este juego de descubrir y completar. 

La lengua mixe
 
 
La clase transcurre en mixe, salpicada con palabras en español, préstamos ya incorporados en el mixe o bien palabras que la asesora decide usar en español como parte del proceso de enseñanza, tales como libro, página, cuaderno

El mixe tiene tres variantes y es hablado en la actualidad por alrededor de 140.000 personas. Su fonología es compleja y con rasgos poco comunes. En los últimos años se han dado grandes avances hacia la unificación del alfabeto mixe y hacia la socialización de la escritura de la lengua mixe, especialmente gracias a la labor de SERvicios del Pueblo Mixe A.C., organismo creado en 1988 a iniciativa de varias comunidades mixes, a fin de: 

a) Explorar, transmitir difundir y desarrollar la sabiduría del pueblo mixe haciendo especial énfasis en la preservación de la lengua - tanto oral como escrita – y de la música de bandas filarmónicas.
b) Contribuir al estudio, a la enseñanza-aprendizaje (con bases y teorías ligüísticas) y a la unificación del alfabeto mixe para el desarrollo de la escritura de la lengua mixe, conforme a características comunitarias propias.
c) Incentivar a las nuevas generaciones a crear literatura en mixe.
d) Impulsar a los jóvenes y profesionistas mixes en la investigación y estudio de la historia, la música y la cultura mixe.
e) Promover que las comunidades participen con propuestas para que los proyectos educativos y culturales adopten las características comunitarias propias y apoyar las iniciativas ya existentes.
f) Impulsar la música de bandas filarmónicas en las comunidades mixes.*

La conversación con las alumnas  

Le digo a la asesora que me gustaría conversar con las señoras. Ella se ofrece de traductora y es así como podemos entablar un breve diálogo intercultural.

Empiezo preguntándoles si hablan algo de español. Algunas responden que no, alguien dice que un poco, otra dice que “solo nuestros nombres”. Todas responden en mixe.

¿Qué quisieran aprender?. Una señora se apresura a responder que quiere aprender el español, que es difícil leer en mixe. Otra señora dice aparentemente lo mismo. Y otra más. Le pregunto a la asesora qué opina al respecto; ella también opina que es más fácil leer en español que en mixe. Le pregunto al joven técnico docente que tiene a su cargo la supervisión de esta zona, y que también está presente. Su respuesta es:

- “Es que así hemos aprendido, así aprendí yo en la escuela, a leer y escribir en español. Muchos de nosotros sabemos hablar en mixe, pero no sabemos leer y escribir en mixe”.

Arranca, a partir de ahí, una interesante discusión lingüística, mediada por traducción y por ancestrales prejuicios respecto de las lenguas indígenas. Afirmo, por mi parte, que siempre es más difícil leer o escribir en un idioma desconocido, no importa cuál sea éste (silencio, perplejidad). En este caso, si ellas hablan mixe, lo más fácil es aprender en mixe (silencio, descreimiento). Yo no puedo leer ni escribir en mixe porque no hablo su lengua, y por eso a mí me parece muy difícil (risas). Para probarles esto, les pido que me dicten palabras en mixe, yo intentaré escribirlas en la pizarra, aunque no entienda lo que significan (más risas).

Empieza el dictado. Una señora pronuncia una complicada y larga palabra en mixe, yo pido repetición y luego intento escribirla en la pizarra (grandes risas). Pido que me la repitan otra vez, y otra, y otra, mientras voy probando diversas escrituras posibles (risotadas). Finalmente, me doy por vencida y pido a la señora que me dictó la palabra que pase a la pizarra y la escriba bien, corrigiendo lo que yo he escrito mal (carcajadas generalizadas).

Gran momento. Difícil saber si el mensaje quedó claro, si estas mujeres llegaron a reflexionar sobre el sentido pedagógico de mi ejercicio. Pero ciertamente disfrutaron la oportunidad de corregir a una visitante hispanohablante venida de la ciudad, de sentir que hay cosas en las que ellas son mejores y más sabias, que su lengua es un tesoro inaccesible a otros, como lo es para ellas el español que tanto valoran.

Terminada la clase, las señoras se despiden extendiendo la mano, pero sin apretarla. Las veo caminar en hilera, una detrás de la otra, trepando el cerro que conduce a sus casas de piso de tierra, paredes de adobe y techos de lámina.  

Al concluir mis recorridos por ocho países de América Latina y el Caribe visitando programas de alfabetización de adultos, ésta resulta ser una de las cinco clases en lengua indígena que logro incluir en todo el programa de visitas. Las otras cuatro – en Quechua y en Aymara, programas Yuyay Jap'ina, Bi-alfabetización y Radio San Gabriel - tuvieron lugar en el altiplano boliviano. Lastimosamente, a pesar de la retórica, ¡así de raros son los programas que enseñan a la población indígena a leer y escribir en su propia lengua!

* ocote (del náhuatl ocotl = tea). Especie de pino muy resinoso, sirve para hacer fuego rápidamente o para hacer teas para alumbrar.

Una versión reducida de este reportaje fue publicada en Decisio No. 21, septiembre-diciembre 2008, CREFAL, Pátzcuaro, México.


Internet devuelve la vista y amplía la lectura a los ciegos



Rosa María Torres

Plan Nacional de Lectura y Unión Nacional de Ciegos del Uruguay (UNCU)
Montevideo (16 febrero, 2007)



Este reportaje es parte del estudio “Alfabetización y acceso a la cultura escrita por parte de jóvenes y adultos excluidos del sistema escolar en América Latina y el Caribe”, financiado por el CREFAL. Entre 2006 y 2009 visité programas de alfabetización y de promoción de la lectura y la escritura en nueve países de la región (Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, México, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela).



Políticas y programas de alfabetización de adultos difícilmente  se vinculan a políticas y programas de promoción de la lectura. Alfabetización de adultos, bibliotecas y computadoras suelen ir por separado, incluso a cargo de ministerios o entidades diferentes. Uruguay no es la excepción y así lo confirmamos en esta visita. Pero también descubrimos, inesperadamente, el mundo extraordinario de los ciegos y las posibilidades también extraordinarias que ofrecen hoy las TIC para devolverles la vista frente a la pantalla, poniendo a su alcance el mundo infinito de la lectura y la escritura.

- “La persona que les va a explicar acerca del Plan Nacional de Lectura es una persona ciega”, nos advierte, con tono discreto, una funcionaria en el Ministerio de Educación y Cultura (MEC).

Advertidos, nos encaminamos a la oficina en cuestión. Frente a la computadora está sentada una persona escribiendo en el teclado. Cuando se voltea a saludarnos, percibo que la persona ciega es él. Se levanta, me da la mano, me invita a tomar asiento y, luego de breves presentaciones, empieza a contarnos acerca del Plan de Lectura.* De vez en cuando recurre a la computadora, a buscar en Internet información estadística o bien algún sitio o documento. También le vemos voltearse a solicitar documentos, indicarnos libros en los estantes, llamar por teléfono.

- “¿Hay algo que no podás hacer?”, le pregunto.

- “Bueno, no creo que querrías someterte a una operación quirúrgica conmigo”, bromea.

Su nombre es Leo Pintos. Antes de venir al MEC enseñó durante 16 años a otros ciegos a manejar la computadora y el Internet. Está casado y tiene un bebé. Orgulloso, nos acerca la foto familiar que tiene sobre el escritorio. Toda esta semana ha debido traer al hijo a la oficina, pues la mujer está asistiendo a un curso. Compañeras de trabajo le ayudan durante el día con el cuidado del niño. Ahora mismo lo traen, en su coche, para que lo veamos. ¿No le da miedo hacerse cargo de él, salir, cruzar la calle?. No.

Lo que más me intriga es cómo hace para usar la computadora y leer lo que aparece en la pantalla, con la misma o mayor velocidad con que lo hace una persona que ve. La explicación se llama Jaws for Windows, “un potente lector de pantalla que permite a una persona ciega acceder a los contenidos de la salida visual de una computadora mediante voz y/o el alfabeto Braille; para la emisión hablada se emplean generalmente programas sintetizadores de voz aunque también es posible utilizar dispositivos externos diseñados para tal fin, y la salida en Braille se realiza siempre a través de terminales generadores de este código. JFW es considerado uno de los productos de accesibilidad más potentes del mercado actual, siendo el más conocido y distribuido a nivel mundial, y puede ser usado tanto por personas con baja visión como por ciegas y sordociegas”.

Mediante los auriculares que tiene puestos, Leo escucha la voz que va leyendo lo que aparece en la pantalla. Es decir, “ve” la pantalla escuchando. Se saca los auriculares, me los coloca, pero yo no logro entender nada. La voz artificial lee demasiado rápido para mí. Sin embargo, él puede entenderlo. Una persona ciega desarrolla habilidades especiales, difíciles de comprender y emular para alguien que ve.

Mientras escribo esto, busco en Internet y encuentro a Leo mencionado como el primer usuario ciego del DosVox en Uruguay y ex coordinador del sistema en Nexo. Dos Vox es un programa que "intenta dar a la persona ciega la posibilidad de utilizar la computadora como si no fuera ciega". El programa fue creado por el Núcleo de Computación de la Universidad Federal de Río de Janeiro. La versión en español fue realizada por Nexo, con el aporte de la Fundación Braille del Uruguay.

El Plan Nacional de Lectura

El Plan Nacional de Lectura arrancó en julio de 2005, detonado en buena medida por los malos resultados de los estudiantes en PISA. PISA 2003 mostró que los jóvenes uruguayos de 15 años tienen serios problemas con la lectura. Inscrito en el marco del Plan Iberoamericano de Lectura (ILIMITA), el Plan se propone hacer de la lectura una política pública. Parte de dicha política es la democratización de las TIC. Desde 2005 se han distribuido acervos de libros, mediante un sistema de cajas rotativas, a escuelas y bibliotecas). Esto en convenio con el Banco Solidario de Libros del Uruguay, un proyecto iniciado en 2001 que recoge libros usados y los recicla.

En cuanto a las TIC, mediante concursos se ha apoyado Proyectos de Centro Internet Social (CIS), infocentros comunitarios con una cantidad no menor de 5 computadoras en el medio urbano y 2 en el medio rural. Asimismo, se han creado 30 Centros de Acceso a la Sociedad de la Información (CASI) por año, respondiendo a proyectos que envían las organizaciones. Uno de dichos CASI funciona justamente en la Unión Nacional de Ciegos del Uruguay (UNCU), fundada como asociación civil en 1950.

Una visita al CASI de la Unión Nacional de Ciegos

El taxi me deja en Mercedes 1327, entre Ejido y Yaguarón, en pleno centro de Montevideo. El joven que me abre la puerta resulta ser, junto conmigo, el único vidente en el lugar. Todas las demás personas que están ahí o que llegan después tienen algún tipo de limitación visual. Algunas son ciegas de nacimiento, otras han quedado ciegas a la edad adulta, otras tienen baja visión. Todas ellas han recibido en algún momento instrucción especial.

El espacio es bonito, moderno, bien armado y equipado. Cuenta con computadoras de última generación, grabadoras de CD, escáner, impresoras en tinta y en sistema Braille, regletas para escribir en Braille, ampliadores de pantalla, bastones, calculadoras, relojes parlantes y otros materiales especializados.

Todo el espacio, el mobiliario y los accesorios están acondicionados para personas con discapacidad visual. Desde la puerta de entrada hasta la pared del fondo hay una franja de color en el piso, lo que les ayuda a orientarse. A lo largo de la pared lateral hay una barra ballet de madera para caminar sosteniéndose de ella. No obstante, ninguna de las personas que entra la usa. Asumo que son personas que vienen regularmente y conocen bien el lugar. Dejan el bastón junto a la entrada y se dirigen con seguridad hacia adentro, sin dudar ni tantear…

Adentro hay varias personas manejando las computadoras, usando el correo electrónico, navegando en Internet, leyendo o escribiendo documentos, con el programa Jaws. El Braille ha quedado atrás como sistema de lectura, aunque se sigue usando. La persona no vidente puede acceder hoy a toda la información que hay en la web y a muchas de las posibilidades que ofrece la computadora para mantenerse informado, leer, escribir, escuchar música, chatear, etc.

El centro está abierto de 14 a 18 horas. Además del uso de las máquinas, otros servicios que se ofrecen a los socios son clases de orientación y movilidad, cursos de lectoescritura Braille, orientación sobre dónde conseguir materiales e implementos especializados, capacitación y apoyo para la integración laboral de las personas ciegas.

Se instala la conversa entre los responsables del centro – Carlos, Natalia, Gabriel -, algunos usuarios y yo. Empiezo dándoles información sobre mí, por qué he venido a Uruguay esta vez, cómo y por qué he llegado a este centro. Les pregunto si necesitan hacerse un retrato de mi rostro para conversar conmigo. Dicen que no, que con la voz y la presencia bastan. Los olores son asimismo decisivos para hacerse una idea de la persona que se tiene delante.

Según me explican, las personas con baja visión poseen un remanente visual que les permite ver algo. Cuando están frente al monitor, sin embargo, no alcanzan a leer los textos. Para esto sirven los ampliadores de pantalla, programas que aumentan el tamaño de las imágenes y letras hasta 50 veces su tamaño original.

Laura es docente y trabaja como maestra itinerante; recorre varios colegios dando apoyo a los alumnos con discapacidad visual que están integrados en las escuelas regulares, así como a sus profesores. Su ceguera no es congénita, fue resultado de una enfermedad.

- “Cuando estoy en mi casa, haciendo las cosas, ni siquiera me acuerdo que soy ciega”, dice. “Conozco de memoria todo lo que me rodea, las distancias que hay entre los objetos, los obstáculos que hay en el camino. No es lo mismo, claro, cuando estoy en ambientes que no conozco. Aquí no puedo olvidarme un minuto de que soy ciega”.

A partir del desarrollo de estas tecnologías y programas, ellos – y muchos ciegos en Uruguay y en el mundo – pueden hoy acceder a empleos que antes estaban vedados y habrían sido considerados imposibles para una persona ciega (en bancos, oficinas de gobierno, agencias de viajes, instituciones escolares, bibliotecas, telecentros, etc.). Las TIC están jugando asimismo un papel clave como herramientas de información y estudio. Varios de ellos las utilizan para tomar apuntes, intercambiar documentos, trabajar en grupo, preparar monografías, etc.

Son cerca de las 8 de la noche. Hemos pasado más de dos horas conversando, contando anécdotas, conociéndonos, riéndonos por momentos, yo viéndolos a ellos, ellos sin verme a mí. Una experiencia memorable.

Post-scriptum
Apenas lo escribí, envié este reportaje por correo electrónico a Leo, Carlos, Natalia y Gabriel, pidiendo sus comentarios. A diferencia de lo sucedido con otros reportajes de estos recorridos por América Latina, en este caso el feedback fue inmediato. Gabriel, desde la UNCU, me devolvió dos correcciones y la posibilidad de un intercambio virtual que prolonga la presencia en el tiempo. Leo, desde el MEC, me envió este comentario, que reproduzco con su autorización y con mucha alegría: “Leí la nota y me pareció genial, no solo por lo ameno de su lectura sino también por la apertura y nivel al hablar de la discapacidad visual. Captaste claramente la idea de todo esto”.

Para saber más
Informe sobre el Uso de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) en la Educación para Personas con Discapacidad, UNESCO-Trust, Quito, 2012.

Analfabetismo y alfabetismo: ¿de qué estamos hablando?

Literacy "Ability to read and write with understanding a simple statement related to one’s daily life. It involves a continuum of reading and writing skills, and often includes basic arithmetic skills (numeracy)". UIS-UNESCO, Glossary.
Alfabetismo "Habilidad para leer y escribir, con comprensión, un enunciado simple relacionado con la propia vida cotidiana. Incluye un continuo de habilidades de lectura y escritura, y a menudo aritmética básica". UIS-UNESCO, Global Education Digest 2010, Glossary (nuestra traducción del inglés)
Literacy “Ability to identify, understand, interpret, create, communicate and compute, using printed and written materials associated with varying contexts. Literacy involves a continuum of learning in enabling individuals to achieve their goals, to develop their knowledge and potential, and to participate fully in their community and wider society”. The plurality of literacy and its implications for policies and programmes, UNESCO Position Paper, Education Sector, 2014.
Alfabetismo "Habilidad para identificar, comprender, interpretar, crear, comunicar y calcular, usando materiales impresos y escritos asociados a contextos diversos. El alfabetismo involucra un continuo de aprendizaje que habilta a las personas a lograr sus metas, desarrollar sus conocimientos y potencial, y participar plenamente en su comunidad y en la sociedad" (nuestra traducción del inglés).

El campo del analfabetismo y el alfabetismo es particularmente confuso, caracterizado por terminologías y definiciones variadas. Copio arriba las definiciones oficiales registradas por UNESCO: la primera corresponde a la noción convencional, que se ha mantenido vigente durante muchos años; la segunda es una definición acordada en 2003 en una reunión de expertos en UNESCO París.

En primer lugar, existe una confusión generalizada entre los términos alfabetismo y alfabetización. Dicha confusión proviene de malas traducciones del término "literacy" en inglés (literacy equivale a alfabetismo; literacy education equivale a alfabetización). Alfabetización se refiere al proceso de adquisición de la lectura y la escritura. Alfabetismo se refiere a la condición, al grado de manejo de la lectura y la escritura que tiene una persona, un grupo o un país. Deberíamos hablar, por tanto, de tasa de alfabetismo, no de tasa de alfabetización.

Algunas diferencias convencionales vinculadas a los diferentes usos de los términos analfabetismo/ alfabetismo/ alfabetización tienen que ver con:

▸ la usual asociación de estos términos con jóvenes y adultos, versus alfabetización entendida como concepto abarcativo que incluye a todas las edades, dentro y fuera del sistema escolar;

▸ la inclusión o no del cálculo dentro del concepto de alfabetismo y de los programas de alfabetización; 

▸ la alfabetización entendida como un período o un programa, o bien como un proceso y un continuo que se prolonga más allá de cierto número de años de escolaridad o de un determinado programa;


▸ el alcance de la alfabetización. Esta se entiende usualmente como básica, inicial o elemental. Esta visión estrecha contrasta con una comprensión de la alfabetización como apropiación de la cultura escrita - en todas sus variantes y soportes, incluidas las modernas tecnologías y las que sigan apareciendo - y el uso de la lectura y la escritura con fines diversos en la vida diaria;


▸ en algunos casos se especifica la lengua o lenguas a considerarse en la definición de una persona como alfabetizada (por ejemplo, creole en Haití u holandés en Surinam).

El término alfabetizaciones, en plural, ha sido introducido en los últimos años por académicos vinculados a la corriente llamada New Literacy Studies


Otros preferimos ampliar el concepto de alfabetización y de alfabetismo para incluir en éste las nuevas y cada vez más amplias demandas puestas a la lectura y la escritura y a la cultura escrita en general, en la actualidad, incluyendo el mundo digital, que se ha incorporado de lleno a los requerimientos y competencias vinculados a la lectura y la escritura, a la información y el conocimiento. 

Asimismo, los términos analfabetismo y alfabetización se vienen usando de manera cada vez más laxa, para indicar respectivamente ‘desconocimiento’ y ‘conocimiento básico’ de prácticamente cualquier campo (analfabetismo/ alfabetización científica, analfabetismo/ alfabetización ambiental, analfabetismo/ alfabetización en salud, analfabetismo/ alfabetización digital, etc.). Esto refleja entre otros el viejo prejuicio que asocia analfabetismo con ignorancia y alfabetismo/alfabetización con conocimiento.


Persisten las dicotomías tradicionales analfabetismo/ alfabetismo, analfabetismo ‘absoluto’/  ‘funcional’. No obstante, el conocimiento sobre el campo ha avanzado en las últimas décadas, mostrando la obsolescencia de este pensamiento dicotómico. La alfabetización es un continuo y existen diversos niveles de dominio de la lengua y de la cultura escrita, en sus diversos formatos y soportes, como se reconoce hoy ampliamente. [1]

Alfabetismo funcional
 
El término ‘alfabetización funcional’ o 'alfabetismo funcional' es otro término confuso, definido y usado de maneras muy diversas. 


Fue oficialmente aprobado en 1978 en la Conferencia General de la UNESCO, entendido como la habilidad de una persona para “involucrarse en todas aquellas actividades requeridas para funcionar de manera efectiva en su grupo o comunidad, así como para permitirle continuar leyendo, escribiendo y calculando, para su propio desarrollo y el de su comunidad” (Glosario, Informe de Seguimiento de la EPT 2006: La alfabetización, un factor vital. Nuestra traducción del inglés).

Lo ‘funcional
ha venido dando lugar a dos interpretaciones principales:

(a) lo ‘funcional’ entendido como el manejo competente y efectivo de la lectura y la escritura, y éste asociado con determinado número de años de escolaridad (4 años de escolaridad, propuesta del IIPE-UNESCO Buenos Aires; 12 años de escolaridad, propuesto por la CEPAL), y

(b) lo ‘funcional’ entendido como el vínculo entre alfabetización y capacitación vocacional, trabajo o actividades generadoras de ingresos.

Ambos usos - y otros - han estado presentes en América Latina y el Caribe. Hay quienes asocian ‘analfabetismo funcional’ con menos de cuatro años de escolaridad (la noción de ‘educación incipiente’ propuesta por el SITEAL del IIPE-UNESCO Buenos Aires)
[2]. No obstante, la idea de que cuatro años de escolaridad aseguran ‘alfabetismo funcional’ ha sido desafiada desde los 1980s. Hoy en día está claro que cuatro años de escuela - buena o mala - son hoy claramente insuficientes para aprender a leer, escribir y calcular de manera autónoma en la vida real, fuera del aula de clase y los textos programados de instrucción.

Un estudio pionero sobre alfabetismo funcional realizado por la UNESCO-OREALC a fines de los 1990s en áreas urbanas de siete países latinoamericanos (Argentina, Brasil, Colombia, Chile, México, Paraguay y Venezuela) - Isabel Infante, Alfabetismo funcional en siete países de América Latina, Santiago, 2000 - aportó evidencia empírica que confirmó la insuficiencia de cuatro años de escolaridad; mostró, además, que importa no sólo el número de años que alguien permanece en la escuela sino la calidad de dicha escuela y del contexto. Por muchos años la CEPAL ha afirmado en esta región que se necesitan al menos 12 años de escolaridad para que el alfabetismo alcanzado sea ‘funcional’ y pueda hacer una diferencia en la vida de las personas.

* Texto tomado y adaptado de: Rosa María Torres, "De la alfabetización al aprendizaje a lo largo de toda la vida: Tendencias, temas y desafíos de la educación de personas jóvenes y adultas en América Latina y el Caribe", Informe Regional preparado para la VI Conferencia Internacional sobre Educación de Adultos - CONFINTEA VI (Belém-Pará, Brasil, 4-6 dic. 2009). Ver: CREFAL y UIL.
[1] Hay varias propuestas de clasificación de niveles y competencias de alfabetismo (para un breve recuento internacional, ver Letelier, 2008). La IALSS (International Adult Literacy and Skills Survey- Encuesta Internacional de Alfabetización y Habilidades de Adultos) la cual mide alfabetismo, cálculo y habilidades para la resolución de problemas, identifica cinco niveles de manejo. Ver IALLS/Statistics Canada Ver también el LAMP (Literacy Assessment and Monitoring Programme-Programa de Evaluación y Monitoreo de la Alfabetización) desarrollado por el UIS en base a la IALLS y a la IALS (IALS- International Adult Literacy Survey-Encuesta Internacional de Alfabetización de Adultos).
[2] En Paraguay, el Censo de 2002 definió como analfabeta a la persona de 15 años o más que no ha terminado el segundo grado de la escuela. (Informe de Paraguay para CONFINTEA VI, 2008).



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