"En el campo de la alfabetización, el currículo de la escuela primaria está organizado en torno a los enfoques convencionales de enseñanza de la lectura y la escritura. Estos enfoques enfatizan tareas aisladas, consideradas preparatorias para aprender a leer y escribir. Reconocer letras individuales, copiar sus formas y pronunciar los sonidos asociados con cada letra son ejemplos de este tipo de tareas que la pedagogía convencional de la alfabetización presenta en aislamiento, sin ningún contexto significativo. Esta clase de pedagogía no permite a los niños percibir la lectura como una habilidad para extraer sentido de los textos. Aún cuando, a través de estos métodos, puede adquirirse la habilidad para leer, dicha habilidad no necesariamente provoca el deseo de leer. Esta es una de las grandes debilidades del enfoque convencional" (UNICEF, Children and Women in India, A Situation Analysis 1990, New Delhi, 1990. Mi traducción del inglés).
Esta descripción de cómo se enseña a leer y escribir en las escuelas primarias de la India, que encontré a una publicación de la Oficina de UNICEF en Delhi, es la descripción de cómo se enseña - y no se aprende - a leer y escribir en millones de escuelas en el mundo. La publicación es de 1990 pero en muchos aspectos es como si no hubiese pasado un día. Los métodos tradicionales de alfabetización se repiten con increíble homogeneidad en el mundo entero, en lenguas, culturas y contextos muy diversos, dentro y fuera del sistema escolar, con niños y con adultos.
Aprender a recitar el respectivo abecedario. Llenar filas de trazos, que correspondan a cada abecedario y a cada idioma. Repasar siluetas de letras. Copiar letras o sílabas sin sentido. Leer palabras sueltas. Corear la lectura en voz alta y en grupo, a veces acompañada de alguna coreografía o melodía. Descifrar sin entender, entender sin gustar, repetir sin saber para qué...
He visto a niños, jóvenes y adultos sometidos a estos métodos de enseñanza de la lectura y la escritura en América Latina, en África, en Asia, en España, en Italia, en Estados Unidos, en ciudades y en zonas rurales, en planteles públicos y privados, en escuelas primarias, en jardines de infantes, en programas de educación formal y no-formal, en experiencias convencionales y también en muchas dadas por innovadoras.
El ruido rítmico y monótono que producen gargantas infantiles guiadas por la batuta de una profesora o un profesor alfabetizador, es inconfundible, señuelo de escuela en los lugares más disímiles y recónditos del planeta. El responso infantil de la alfabetización es un himno mundial a la falta de respeto a los niños, a los métodos obsoletos de enseñanza, al atraso del aparato escolar respecto del avance del conocimiento científico, a la indolencia de gobernantes, burócratas y tecnócratas nacionales e internacionales, más interesados en las estadísticas que en los aprendizajes.
La letanía de la lectura está tan arraigada en la cultura escolar, que se exhibe en muchos casos como modelo ideal de enseñanza. La maestra empeñada en mostrar los logros de sus alumnos - frente al supervisor, el padre de familia, el visitante - les hace corear más que de costumbre. Al visitante se le lleva a ver la "mejor" escuela y la seleccionada es a menudo aquella en que los niños corean más y mejor.
Videos de programas educativos "innovadores" muestran muchas veces la letanía, los niños zombies rezando letras, sílabas, palabras, frases. En procesos de formación y capacitación, pueden llegar a ser muy útiles sobre todo para mostrar lo que NO hay que hacer.
Después de acarrearla por varias mudanzas internacionales, finalmente decidí deshacerme de una gran colección de videos (la mayoría en VHS, otos más recientes en DVD) de programas y experiencias consideradas ejemplares o innovadoras, que me han regalado por donde voy y que he atesorado por muchos años. Muy pocos videos se salvaron: llegado el momento de la clase, la mayoría mostraba malas prácticas pedagógicas, especialmente vinculadas a la lectura y la escritura.
Hoy es clara y reconocida la necesidad de una renovación profunda de la alfabetización, tanto con niños como con personas adultas. No obstante, millones de educadores en el mundo todavía no se han enterado. La teoría y las nuevas terminologías quedan atrapadas en cursos y talleres de capacitación, en manuales y apuntes, sin llegar a traducirse en comprensión y en didáctica.
Durante muchos años de viajes de trabajo y estudio llevé siempre conmigo una grabadora. Así logré grabar - cassettes grandes primero, los pequeños después - responsos escolares en 22 países (Argentina, Bangladesh, Bolivia, Botswana, Brasil, China, Ecuador, Egipto, Guinea Bissau, India, Japón, México, Mozambique, Nepal, Nicaragua, Paraguay, Perú, Ruanda, Senegal, Sierra Leona, Sudáfrica, Tailandia), en idiomas tan variados como árabe, bangla, chino, español, francés, guaraní, hindi, inglés, japonés, quechua, mixe, ndebele, portugués, tzotzil, urdu, wolof ...
En 2004, estando en Sao Paulo invitada a dar una conferencia en un evento muy grande, decidí probar, teatralmente, una pedagogía de shock: pedí apagar las luces y pasé, a oscuras y durante 5 minutos, un audio con fragmentos de responsos escolares grabados en 8 países y lenguas, Brasil uno de ellos. El efecto shock se logró. Tomar conciencia del drama universal de la alfabetización puede ser impresionante.
Tal vez necesitamos pedagogías de shock para que el mundo - gobiernos, agencias internacionales, expertos - deje de asombrarse al "descubrir" que millones de niños no saben leer y escribir después de haber completado cuatro años de escolaridad e incluso toda la educación primaria, y que hay escaso avance - y hasta retroceso en varios países - en materia de alfabetismo adulto. Es hora de que se reconozca que en el estruendoso fracaso alfabetizador confluyen no solo la pobreza material sino además, y sobre todo, la pobreza pedagógica.
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