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Los maestros son exalumnos

Rosa María Torres

Faro - España

Igual que a los hijos les cuesta creer que sus padres alguna vez fueron niños y les resulta extraño imaginarlos gateando o yendo a la escuela, a los alumnos les resulta difícil imaginar que sus profesores antes fueron alumnos. Alumnos que pasaron por las mismas (o peores) penurias escola­res: memorizaron sin comprender, padecieron exámenes, se aburrieron en clase, hicieron debe­res sin fin, leyeron por obligación, soportaron la arbitrariedad de algunos profesores, odiaron alguna asignatura, se preguntaron para qué tenían que aprender ciertos contenidos, recibieron casti­gos y hasta humillaciones. En realidad, la sociedad entera parece ignorar que los maestros son exalum­nos y los propios maestros haberlo olvidado.

Si Estado y sociedad fueran conscientes de esto, sabrían que buena parte de lo que saben (o no saben) los maestros lo aprendieron de otros maestros, que muchas lagunas de su formación e inadecuaciones de sus métodos de enseñanza tienen raíces en su propia experiencia escolar. Enfoques y estilos de enseñanza se reproducen de generación en generación, de padres a hijos, de maestros a alumnos. Por eso, cambiar la cultura escolar y, sobe todo, cambiar la cultura pedagógica, es asunto muy complicado.

Cuestiones fundamentales como la expresión oral, el gusto por la lectura y la escritura y por las matemáticas, el buen escribir, el buen estudiar, la capacidad de razonar, pensar críticamente, investigar, dudar, argumentar, formular una pregunta, se construyen desde la infancia, entre el hogar y la escuela. 

La investigación confirma una y otra vez el enorme impacto que tiene la experiencia escolar de cada maestro sobre su desempeño docente, a menudo mucho más que su formación profesional. Sabemos el peso que tienen en la vida los aprendizajes hechos en la infancia y en los primeros años de escolaridad. 

- Quien fue tratado autorita­riamente tiende a ser autorita­rio.
- Quien fue reprimido y castiga­do cuando niño tenderá a reproducir esos comportamientos en la vida adulta.
- Quien fue educado con métodos memorísticos aprendió a creer que aprender es memorizar y que buen estudiante es el que mejor memoriza.
- Quien fue educado en la ri­gidez y en el cumplimiento de normas, inventará las suyas.
- Quien aceptó como naturales la subordinación y la pasividad necesita sobreponerse a ellas para poder enseñar a otros a ser autónomos, creativos, proactivos.
- Quien solo conoció la imposición debe romper sus propios candados para enseñar a otros la cultura del diálogo. 

Aunque es difícil, siempre se puede romper con viejos moldes aprendidos, poner en duda viejas  creencias, superar prejuicios, modificar conductas. Pero es el propio sistema educativo el que limita la autoformación y el aprendizaje permanente por­que no enseña a pensar críticamente ni a estudiar ni a aprender ni a investigar de manera autónoma, no motiva a la lectura, confunde aprender con aprobar, estimula el facilis­mo y el (auto)engaño, la dependencia de la prueba y la calificación, el culto al certifi­cado y al título.

Estructuras y mentalidades convencionales conciben la educación, la capacitación, la formación, la actualización y hasta el aprendizaje como ofertas escolarizadas, dependientes de terceros. Ignoran que el aprendizaje es un continuo que ocurre a lo largo de toda la vida, dentro y fuera de las aulas, con y sin enseñanza, en todas las edades.  

Si los alumnos tuvieran presente que sus maestros fueron antes alumnos podrían entenderles mejor, ser más tolerantes con sus limitaciones, valorar más sus virtudes y su empeño por continuar aprendiendo.

Si los maestros recordaran su pasado de alumnos podrían comprender mejor y ser más empáticos con sus alumnos, recordando las propias batallas y las fallas de un sistema que alguna vez se propusieron cambiar.

Si los decisores de políticas tuvieran claro el enorme peso de la biografía escolar de los maestros sobre su calidad docente sabrían que las debilidades de la formación docente no son un problema individual de cada maestro o maestra, ni un problema que se resuelve con unos pocos cursos. Se trata de un problema estructural que requiere una verdadera revolución del sistema educativo y del sistema de formación docente.

Lo usual es asumir que la formación docente es algo que se hace en la educación superior. No obstante, lo cierto es que los malos maestros se forjan en primer lugar en la mala escuela. Renovar la formación docente, poniéndola a la altura de las necesidades reales de la sociedad y del conocimiento científico disponible exige una reforma profunda del sistema educativo. 

Un proceso deliberado de des-aprendizaje docente es indispensable para romper con viejos sesgos, creencias y actitudes arraigados en la práctica docente, y pasa inevitablemente por la problematización de la experiencia escolar de los propios docentes.

Cómo citar este artículo: Torres, Rosa María, "Los maestros son exalumnos", blog OTRAƎDUCACION, agosto 2013.
https://otra-educacion.blogspot.com/2013/08/los-maestros-son-ex-alumnos-renovacion.html



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