Paulo Freire, los sexshops y la comida tailandesa


Rosa María Torres


Hace mucho he querido escribir estas dos anécdotas personales con Paulo; finalmente, lo hago. El título de la nota puede desconcertar a muchos. Se trata, no obstante, de cosas simples, que muestran al Paulo Freire ser humano, curioso, ingenuo y fresco como un niño, aprendiz permanente dispuesto a dejarse sorprender y a maravillarse con el mundo.

Paulo y yo nos conocimos en 1985, en Sao Paulo. Eran días de Revolución Sandinista; yo vivía y trabajaba en Nicaragua por entonces. A través de Moacir Gadotti, Paulo me invitó a compartir con él un seminario sobre alfabetización en la ciudad de Diadema, donde se realizaba un proyecto con su metodología y apoyo. Ahí mismo nos hicimos amigos. Aproveché la ocasión para hacerle, al día siguiente, una larga entrevista que luego terminaría siendo un libro (Educación Popular: Un encuentro con Paulo Freire, 1986). La entrevista la hicimos en su departamento, en Sao Paulo, con fondo de canarios y aroma de feijoada que venía de la cocina y del arte de Elza, su mujer.

1. Sexshops en Hamburgo

En junio de 1991 nos reencontramos en Hamburgo, invitados ambos, junto a otros colegas educadores latinoamericanos, a la celebración del 40 aniversario del Instituto de Educación de la UNESCO (UIE, hoy UIL). Paulo estuvo a cargo de la conferencia central y yo del agradecimiento en nombre de los especialistas latinoamericanos que habíamos participado en un seminario de una semana en el instituto.

Terminado el acto, alguien propuso el clásico paseo por el puerto y los famosos sexshops de Hamburgo. Paulo se negó en redondo: mucho frío, él ya no estaba para estas cosas, mejor se iba al hotel. Tras breve forcejeo argumentativo, le tomé del brazo y se vino con nosotros.

Incómodo al principio, caminaba pretendiendo no mirar. Pero quien ha estado por allí sabe que es imposible sustraerse al variado menú de artilugios a la vista: ropa interior loquísima, bijoutería, cadenas, látigos, penes de dos o tres puntas, preservativos de todas formas y colores, un amplio repertorio de muñecas inflables, etc, etc.

Inicialmente tironeado por mí, luego por su propia curiosidad, Paulo se instalaba frente a cada vidriera, abría los ojos y no cesaba de preguntarme qué era y para qué servía cada cosa. A fin de aclarar toda duda, le propuse entrar a las tiendas y preguntar a los empleados (hablar alemán fue de gran ayuda, aunque me faltó claramente vocabulario para la ocasión). El mismo empezó a dictarme, sin tapujos, las preguntas: “¿Por qué vale tanto esa muñeca? ¿Qué hace?”. “Este agujero, ¿para qué sirve?”... Los vendedores nos explicaban, entre risas y sonrisas.

Así fuimos, pavoneándonos como adolescentes, vidriera por vidriera, tienda tras tienda, a pesar del gran frío. Mirar, especular, y luego entrar, preguntar, reír. Y Paulo maravillándose, sonoramente, con lo que veía y nos explicaban.

El grupo siguió caminando, delante de nosotros, en perfecta complicidad. Acordamos juntarnos después en un lugar convenido para tomar un chocolate caliente. Cuando llegamos, todos estaban sentados –curiosos- esperándonos. Fue el propio Paulo quien tomó la palabra, comentó sobre sus aprendizajes esa noche y públicamente me agradeció por “haberme permitido descubrir todo un mundo que no sabía que existía”.

Pepe Rivero – uno de los amigos latinoamericanos de esa noche en Hamburgo – recuerda como memorable aquella experiencia de “educación porno-sexual”, como la llama. En verdad, Paulo y yo aprendimos y nos divertimos juntos esa noche, y yo me sentí dichosa sirviéndole de acompañante, animadora, facilitadora y traductora.

2. Comida tailandesa en Nueva York

A mediados de los 1990s, siendo yo asesora en la Sección de Educación de UNICEF en Nueva York, le invité a Paulo a dar una conferencia. Su venida fue todo un acontecimiento en UNICEF. Gentes de todas partes del mundo sabían quién era y se sentían maravilladas con su visita. Paulo viajó con Nita, su segunda mujer. Yo había consultado telefónicamente con Nita acerca de las preferencias de Paulo en cuestiones de comida. Quería agasajarle, como bienvenida, con un pequeño restaurante tailandés que era nuestra joya gastronómica familiar en Manhattan. Sin vueltas, Nita me advirtió que Paulo sólo comía comida brasileña, en donde estuviera; ella había fracasado en sus intentos por internacionalizarlo en materia culinaria. José Luis, por su parte, me insistía: "Déjelo tranquilo. El quiere comida brasileña. Usted siempre queriendo cambiar a la gente...".

Porfiada, seguí adelante en mi empeño. Me parecía inconcebible que Paulo, ciudadano del mundo, renunciara a las exquisiteces de la gastronomía universal y de la tailandesa en particular.

En el auto, después de recoger a Paulo y a Nita en el aeropuerto, fui tanteando la estrategia: le dije a Paulo que teníamos reserva en un restaurante tailandés, pero que si, después de unas probadas, él decidía que la comida no le gustaba, iríamos al brasileño, también previsto y reservado. Paulo se resistió por un rato pero finalmente aceptó el trato.

Ya sentados en el lugar, hice personalmente la selección y el pedido, tratando de combinar la mayor variedad de platos. Mesa llena, en un santiamén, del grandioso colorido de los platillos tailandeses, con sus peculiares arreglos y olores. Paulo miraba de reojo cada plato y preguntaba qué contenía. Empecé sirviéndole un poquito de uno o dos, para que los degustara, sin compromiso. Al rato estaba comiendo todo lo que le servíamos e incluso sirviéndose él solo. Disfrutó cada plato, cada sabor. Al salir del restaurante, frotándose la barba, confesó: "¡Fantástico!".

Según me contó Nita después, durante la semana que estuvieron en Nueva York, a insistencia de Paulo terminaron comiendo todos los días en el mismo restaurante tailandés.

Buenos Aires, 24 septiembre de 2010

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Mi visita al Plan Ceibal y la rotura de las laptops



(Abajo, post-scriptum sobre visita a Ruanda)

En abril de 2009 aproveché una invitación a Uruguay del Ministerio de Educación, para ver el Plan Ceibal. Visité escuelas y aulas en una zona urbano-marginal de Montevideo. No pude hacer un reportaje de inmediato y el tiempo se me fue pasando. Tampoco es éste el reportaje más completo que le debo a esa visita. Me centraré aquí solo en un aspecto que ví y que ha venido saliendo a la luz en los últimos tiempos: la rotura de las laptops XO, compradas a Nicholas Negroponte y su consorcio OLPC.

A raíz de mi visita, conté en Twitter que había visitado el Ceibal y que había visto muchas laptops rotas. Un año más tarde, el asunto era vox populi y lo ventilaban las autoridades de Ceibal así como los fabricantes de las laptops.

En 2007, el Presidente Tabaré Vázquez lanzó el proyecto y ofreció que para 2009 todos los escolares de las escuelas públicas del Uruguay tendrían su laptop XO. 2010 fue el primer año en que Ceibal funcionó en todo el país.

Un informe oficial publicado en julio de 2010, a partir de una encuesta nacional, encontró que una cuarta parte de las laptops entregadas dos años atrás a los alumnos de escuelas públicas, no funcionaba por diversos motivos: 14,2% rotas; 6,2% en reparación; 3,9% bloqueadas; 3,1% no se sabía y 1% habían sido robadas. En el interior del país, donde las laptops llegaron en 2008, 29,9% no funcionaba. El porcentaje era más elevado en zonas pobres. 

Una encuesta para establecer el estado de las laptops, realizada por una Red de Apoyo al Plan Ceibal (RAP) en San José (10 abril-10 agosto 2010) en 10.678 hogares, reveló detalles adicionales:
Funcionan 68,3%
En reparación 7,7%
No funcionan 24%
No prende 23,08%
Pantalla rota 30,18%
Teclado 16,57%
Antenas 0%
Bateria 1,18%
Cargador 3,55%
Otros 25,44%

Un relevamiento realizado en mayo de 2011 indicó que el 12,3% de las laptops de Montevideo estaban rotas; en el interior del país el porcentaje llegaba al 24%. La cantidad de máquinas rotas era mayor en escuelas ubicadas en contextos de pobreza.

1. ¿Qué observé en mi visita y recorridos por las aulas?

Fabricación Las laptops XO no se parecían a las que había visto en CNN: en televisión las presentaban resistentes, a prueba de trato y maltrato infantiles; en realidad, son frágiles, "veme-y-no-me-toques", claramente no aptas para ser usadas por niños, transportadas todos los días entre la escuela y el hogar, a menudo con condiciones precarias en ambos lugares (recordemos que OLPC concibió esta laptop supuestamente para "países en desarrollo" y que 40% de los alumnos que van a la escuela pública uruguaya provienen de los sectores más pobres de la sociedad).

Protección Las laptops no tenían protección externa (estuche acolchado), como corresponde a cualquier laptop y en especial a éstas, destinadas a niños y niñas escolares. Las fundas amorosamente cosidas, bordadas o tejidas por las madres de los alumnos - algunas de las cuales me mostraron - no son, como es obvio, adecuadas para la protección que requieren las máquinas.

Instalaciones Las laptops se usaban en el aula de siempre, encima de los pupitres individuales organizados en filas, rebosantes de libros y cuadernos. Pupitres pequeños y pasillos angostos son, como pudimos ver, condición ideal para que las laptops se caigan, se resbalen, se enganchen, etc.

Advertencias No escuchamos a las profesoras advertir o instruir acerca del cuidado de las laptops, cuando los alumnos las sacan o meten en sus mochilas, o mientras las tienen abiertas sobre los pupitres. Los alumnos las tratan como si fuesen los libros o cuadernos a los que están acostumbrados.

Movilidad Los alumnos transportan diariamente las laptops de y a sus casas, guardadas en sus mochilas (junto con los demás útiles escolares) o bien en la mano, agarrándolas del asa, como si fuesen loncheras. Muchos corren con la laptop al descubierto y caminan por la calle meneándola de arriba a abajo.

Daños Los principales daños qué ví fueron pantallas quebradas, cargadores dañados y/o teclados desprendidos y "pegados" con cinta adhesiva por padres de familia o maestras. Algunas laptops estaban guardadas, esperando ser enviadas para reparación. (También ví laptops en buen estado pero sin uso pues los alumnos se olvidan de cargarlas en sus casas y en la escuela no hay suficientes enchufes u otras instalaciones necesarias).

2. ¿Qué nos dijo el personal directivo y docente?

* Cerca de una tercera parte de las laptops están rotas o fuera de funcionamiento; muy pocas se han perdido o robado (lo que es coherente con los datos arrojados por la encuesta nacional de 2010).

* La primera rotura la paga el gobierno; a partir de la segunda, la tienen que pagar los padres de familia, pero muchos no pueden pagarla.

* La mayoría de los daños se dan fuera de la escuela, en la calle o en las casas. Muchas veces no hay en el hogar un lugar seguro para dejar la laptop, juegan con ella los hermanitos pequeños, etc.

La lección uruguaya

Al conocer los datos de la encuesta de 2010, Fernando Brum, directivo de Ceibal, comentaba: “Se esperaba una tasa importante de fallas, pero no tan alta. Esta constatación hace que estemos revisando aspectos del funcionamiento del Plan y generando medidas que apuntan a bajar esa cifra”. Más tarde declararía: "Nos llevó tiempo mirar en perspectiva y entender que la única solución confiable era ir a las escuelas a reparar computadoras".

Nicholas Negroponte, por su parte, ha mejorado la fabricación de la máquina, especialmente reforzando el teclado.

Lástima que los uruguayos hayan tenido que pagar alto el precio de ser los primeros, el primer experimento nacional de la OLPC. Les salva, al mismo tiempo, el haberse convertido en vitrina mundial de la OLPC y de los modelos 1x1 - un computador por alumno -  (hay quienes hablan de Montevideo como  "La capital de la OLPC en el mundo"). 

La experiencia uruguaya debería dejarle lecciones y costarle cara también a Negroponte. En la competencia por bajar precios y ganar licitaciones pasaron por alto los destinatarios y objetivos de estas laptops. ¿Cuánto habría subido el precio de cada unidad si se invertía más en diseño, en materiales resistentes, y en un estuche protector?

Buenos Aires, 28 sep. 2010

Post-scriptum  OLPC en Ruanda-Africa (diciembre 2010)

Técnico arreglando XO laptops en una escuela privada,
Kigali, Ruanda, 17 nov. 2010. Foto: Rosa María Torres
Durante una misión de trabajo en Ruanda junto con el Ministerio de Educación (noviembre 2010) aproveché para informarme mejor sobre el programa OLPC en ese país. 

Encontré en Ruanda los mismos problemas que había visto en Uruguay. En una escuela privada en Kigali, la capital, ví varias laptops rotas y conversé con el técnico que las estaba reparando en ese momento, pagado por los padres de familia de la escuela. Según me dijo el técnico, las partes que se rompen con más frecuencia son la pantalla (que él no puede arreglar), el cargador y el teclado.


Para saber más sobre el Plan Ceibal
* Un niño para cada laptop, por Raúl Trejo Delarbre (Sep. 15, 2010)
* Montevideo will be the OLPC capital of the world, by Christoph Derndorfer (Sep. 19, 2010)
* Un niño, una computadora: "El día después", por Mariano Palamidessi (Agosto 19, 2010)
* Recording of "OLPC in South America" talk at the World Bank (30 August 2010) @random_musings Presentation slides 
* Desconectados: El Plan Ceibal en Secundaria se encuentra con problemas (Dic 4, 2010)
* En el Camino del Plan Ceibal (libro colectivo, PDF)
* Informe de Monitoreo e Impacto Social de Plan Ceibal: Resumen (Dic 9, 2010)
*
Eduardo Rodríguez Zidán, La larga marcha hacia la revolución digital en las escuelas. Análisis de la implementación de políticas TIC en educación a partir de la experiencia del Plan Ceibal y el modelo uno a uno en Uruguay (2011)
* XO: dio equidad, no mejoró aprendizaje, por Pilar Besada, El País, 27 mayo 2012.

OLPC / otros países 
* BID Modelos Uno o a Uno en América Latina y el Caribe: Panorama y Perspectivas (2011)
* BID alerta sobre los efectos negativos de dar computadores a los escolares (La Tercera, Chile, 2011)
* Eugenio Severín / BID: Aprender Uno a Uno (2011)
* RELPE: Una computadora por alumno
* Argentina: OLPC(2), un año después, por Daniel Krichman
* Perú Programa Una Laptop por Niño
* Colombia Rodrigo Arboleda, el defensor de un PC por niño (enero 2012)


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