Ecuador: Informes de ministros y ministras de educación (2002-2023)




Rosa María Torres del Castillo (2002-2003)
- Solo OTRAƎDUCACION cambia al Ecuador
- Declaración de Quito (1991): Hacia un nuevo modelo educativo
- Ministerio de Educación y CulturaS
- Una propuesta de transformación educativa en gobierno equivocado
- Campaña de Renovación Pedagógica
- Anecdotario: Adiós al Ministro Morán, el Deshacedor
https://otra-educacion.blogspot.com/2012/11/anecdotario-adios-al-ministro-moran-el.html

Raúl Vallejo Corral (2005-2010)
- Rendición de cuentas 2007
- Rendición de cuentas 2008
- Rendición de cuentas 2009

Gloria Vidal Illingworth (2010-2013)
- Rendición de cuentas 2010
- Rendición de cuentas 2011
- Rendición de cuentas 2012

Augusto Espinosa Andrade (2013-2016)
- Rendición de cuentas 2013-2014
https://educacion.gob.ec/wp-content/uploads/downloads/2014/10/Rendicion-de-cuentas-Educacion-CPPCS.pdf
- Rendición de cuentas 2015
https://educacion.gob.ec/wp-content/uploads/downloads/2016/04/RENDICION-DE-CUENTAS.pdf
- Rendición de cuentas 2016
https://educacion.gob.ec/wp-content/uploads/downloads/2017/06/rendicion-de-cuentas-2016.pdf

Fander Falconí Benítez (2017-2018)
- Rendición de cuentas 2017
https://educacion.gob.ec/wp-content/uploads/downloads/2018/03/RENDICION-DE-CUENTAS-2017.pdf 

Milton Luna Tamayo (2018-2019)
- Rendición de cuentas 2018
- Rendición de cuentas 2019
- Rendición de cuentas 2020-2021

Daniel Calderón Cevallos (2023-2025)

Tecnología y educación: Mensajes Clave (UNESCO, 2023)






MENSAJES CLAVE

„ 

No abundan pruebas adecuadas e imparciales sobre el impacto de la tecnología educativa


No existen muchas pruebas sólidas sobre el valor añadido de la tecnología digital en la educación.
- La tecnología evoluciona a un ritmo mayor del que es posible evaluar: de media, los productos de tecnología educativa cambian cada 36 meses. 

La mayor parte de las pruebas proceden de los países más ricos. 
- En el Reino Unido, el 7% de las empresas de tecnología educativa habían llevado a cabo ensayos controlados aleatorizados, mientras que el 12% había recurrido a certificación de terceros. 
- Según una encuesta realizada entre docentes y administradores de 17 estados de los EE. UU., solo el 11% había solicitado pruebas sometidas a revisión externa antes de la adopción.

Muchas de las pruebas proceden de quienes intentan vender la tecnología.
- Pearson financió sus propios estudios para refutar análisis independientes donde se demostraba que sus productos no tenían ninguna incidencia.

La tecnología ofrece la esperanza de una educación a millones de personas, pero excluye a muchas más

La tecnología accesible y el diseño universal brindan nuevas posibilidades a los estudiantes con discapacidad. 
- Alrededor del 87% de los adultos con deficiencia visual indicaron que los dispositivos de tecnología accesible estaban sustituyendo a las herramientas de apoyo tradicionales.„

La radio, la televisión y los teléfonos móviles están reemplazando a la educación tradicional entre las poblaciones con las que es difícil entrar en contacto.
- En casi 40 países se recurre a la enseñanza radiofónica. 
- En México, un programa que combinaba clases televisadas con apoyo en el aula aumentó un 21% la matriculación en escuelas de educación secundaria.

El aprendizaje en línea impidió el colapso de la educación durante el cierre de las escuelas provocado por la COVID-19.
- Aunque el aprendizaje a distancia tuvo un alcance potencial de 1.000 millones de estudiantes, no logró llegar a un mínimo de 500.000, lo que equivale al 31% de los estudiantes de todo el planeta. 
- Además, tampoco pudo alcanzar al 72% de los más pobres.

Si bien el derecho a la educación es, cada vez más, sinónimo de derecho a una conectividad significativa, el acceso es desigual.
- En todo el mundo, solo el 40% de las escuelas de educación primaria, el 50% de las de primer ciclo de secundaria y el 65% de las de segundo ciclo de secundaria tienen conexión a Internet; el 85% de los países cuentan con políticas para mejorar la conectividad de las escuelas o los estudiantes.

Algunas tecnologías educativas pueden mejorar ciertas modalidades de aprendizaje en determinados contextos

La tecnología digital ha aumentado de forma drástica el acceso a recursos de enseñanza y aprendizaje. 
- Algunos ejemplos son la Biblioteca Digital Académica Nacional de Etiopía y la Biblioteca Digital Nacional de India. 
- El Portal para Docentes de Bangladesh cuenta con más de 600.000 usuarios.

Ha tenido efectos positivos de bajo y medio alcance en determinadas modalidades de aprendizaje.
- Un examen de 23 aplicaciones de matemáticas utilizadas a nivel de primaria demostró que se centraban en el ejercicio y la práctica, no en habilidades avanzadas.

Sin embargo, debe centrarse en los resultados del aprendizaje, no en el aporte tecnológico.
- En el Perú, se distribuyeron más de un millón de portátiles sin incorporarse en la pedagogía, por lo que el aprendizaje no mejoró. 
- En los Estados Unidos, un análisis de más de dos millones de estudiantes concluyó que las brechas de aprendizaje se ampliaban cuando la enseñanza se impartía exclusivamente a distancia.

Y no es necesario que sea avanzada para ser efectiva.
- En China, las grabaciones de clases de alta calidad proporcionadas a 100 millones de estudiantes de zonas rurales mejoraron sus resultados un 32% y redujeron la brecha de ingresos entre dichas zonas y las urbanas un 38%.

Por último, puede tener un efecto perjudicial si se utiliza de manera inapropiada o excesiva.
- Los datos de evaluaciones internacionales a gran escala, como los que ofrece el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, sugieren una relación negativa entre un uso excesivo de las TIC y los resultados académicos de los estudiantes. 
- En 14 países, se ha concluido que el mero hecho de estar cerca de un dispositivo móvil distrae a los estudiantes y tiene un efecto negativo en el aprendizaje. 
- Sin embargo, menos de una cuarta parte ha prohibido el uso de teléfonos inteligentes en las escuelas.

El rápido ritmo de cambio tecnológico dificulta la adaptación de los sistemas educativos

Los países están empezando a definir las competencias digitales que desean priorizar en los currículos y las normas de evaluación.
- El 54% de los países de todo el mundo cuentan con normas sobre competencias digitales, pero a menudo estas han sido definidas por actores no estatales y, en gran medida, comerciales.

Muchos estudiantes no tienen muchas oportunidades de practicar con tecnología digital en las escuelas.
- Incluso en los países más ricos del planeta, solo alrededor del 10% de los estudiantes de 15 años utilizan dispositivos digitales más de una hora a la semana en matemáticas y ciencias.

Los docentes suelen sentirse poco preparados y sin confianza para utilizar la tecnología en la enseñanza.Solamente la mitad de los países cuentan con normas sobre el desarrollo de competencias relacionadas con las TIC para los docentes. 
- Aunque el 5% de los ataques de programas secuestradores van dirigidos al sector educativo, son pocos los programas de capacitación docente en los que se trata la ciberseguridad.

Varias cuestiones menoscaban el potencial de los datos digitales en la gestión educativa.
- Muchos países carecen de capacidad: en poco más de la mitad se utilizan números de identificación de estudiantes. 
- Los países que no invierten en datos tienen dificultades: según una encuesta realizada recientemente entre universidades británicas, el 43% tenía problemas para vincular sistemas de datos.

El contenido en línea ha aumentado sin suficiente regulación sobre el control de calidad y la diversidad

El contenido en línea lo producen grupos dominantes, lo que afecta a su acceso.
- Casi el 90% del contenido de los repositorios de educación superior con colecciones de recursos educativos de libre acceso se ha creado en Europa y América del Norte; el 92% del contenido de la biblioteca mundial OER Commons está en inglés. 
- Los cursos en línea masivos y abiertos benefician principalmente a los estudiantes cultos y a los procedentes de los países más ricos.

La educación superior es la que más rápido está adoptando la tecnología digital y la que está sufriendo una mayor transformación.En 2021 más de 220 millones de estudiantes asistieron a cursos en línea masivos y abiertos. 
- Sin embargo, las plataformas digitales ponen en entredicho la función de las universidades y plantean problemas reglamentarios y éticos, por ejemplo, con relación a las ofertas de suscripción exclusivas y a los datos de los estudiantes y el personal.

La tecnología suele adquirirse para llenar un vacío sin tener presentes los costos a largo plazo


...„ para los presupuestos nacionales
- El costo de adoptar un aprendizaje digital básico en países de ingresos bajos y de conectar a Internet a todas las escuelas de países de ingresos medios incrementaría un 50% su déficit actual de financiación para alcanzar las metas nacionales del ODS 4. 
- El dinero no siempre se invierte bien: en los Estados Unidos, alrededor de dos tercios de las licencias de software educativo estaban sin usar.

... para el bienestar de los niños
- Aunque los datos de los niños están expuestos, solo el 16% de los países garantizan explícitamente por ley la privacidad de los datos en el sector educativo. 
- Según un análisis, el 89% de los 163 productos de tecnología educativa recomendados durante la pandemia podían vigilar a los niños. 
- Asimismo, 39 de los 42 gobiernos que ofrecieron educación en línea durante la pandemia fomentaron usos que ponían en riesgo o infringían los derechos de los niños.

... para el planeta
- Según un cálculo de las emisiones de CO2 que podrían evitarse mediante la ampliación de la vida útil de todas las portátiles de la Unión Europea en un año, la medida equivaldría a retirar de las carreteras casi un millón de automóviles.

Learning to Read and Write is Life-long and Life-wide

NORRAG  / NORRAG blog






Today is International #LiteracyDay ! This week’s blog by @rosamariatorres breaks down some of the key issues & challenges of policies & debates around this topic. 8 Sep. 2023.
 
Learning to Read and Write is Life-long and Life-wide

In this blogpost, published on the occasion of International Literacy Day, Rosa María Torres breaks down some of the key issues and challenges when it comes to debates and policies related to literacy. One of her key arguments is that dealing with illiteracy requires a lifelong learning policy framework that goes beyond schooling.

This blog is dedicated to Emilia Ferreiro.

It is estimated that by 1950 36% of the world adult population was literate (Our World in Data). In 1958 UNESCO adopted the definition of literacy that became well known: “the ability of an individual to read and write with understanding a simple short statement related to his/her everyday life”. Literacy statistics have been collected since then with that definition in mind. Numeracy – basic mathematics: ability to add, subtract, multiply and divide – is often added as a separate category. Over the past few years the definition of what it means to be literate has expanded and become more complex, embracing digital literacy and multiple skill domains (UNESCO, 2023).

The dichotomy illiterate/literate is now obsolete; it is acknowledged that there are different levels of mastery of the written language and different types of texts. Also, it is now clear that illiteracy is not only related to absence of schooling – so called “absolute” illiterates – but also to poor quality schooling.

In 1964 UNESCO published the Declaration on Eradication of Illiteracy. The aspiration to eradicate illiteracy has been abandoned and substituted by reducing illiteracy (reducing illiteracy to half was, for example, one of the six goals of Education for All 1990-2015). The aspiration of universal literacy has also been abandoned; now the goal is reaching “all youth (15-24 years old) and a substantial proportion of adults” (SDG4) (Torres, 2017; see also Torres, 2013).

Over the last decades there has been little progress with adult literacy statistics. Literacy for All was placed at the heart of Education for All; however, it was “one of the most neglected EFA goals”. In 2005 it was estimated that 770 million adults did not have basic literacy skills, two thirds of them women (EFA Global Education Monitoring Report Team, 2005). In 2023 they were 763 million. Real figures are probably higher since in many countries these continue to be perceptions and self-evaluations (Do you know to read and write? Yes/No). The United Nations Literacy Decade (2003-2012), coordinated by UNESCO, had little visibility and little impact on the situation of literacy worldwide. UNESCO’s Strategy for Youth and Adult Literacy 2020-2025 acknowledged that “there are now more adults without literacy compared with 50 years ago, meaning that our efforts have not kept pace with population growth” (UNESCO, 2019). The Strategy considered four dimensions of learning: lifelong, lifewide, intersectoral, and universal.

Many challenges remain:

Literacy is an ageless concept. It applies to children, youth, and adults. However, it continues to be associated mainly with adults. Statistics refer to persons beyond 15 years of age. Illustrations related to literacy/illiteracy generally portray adult people, even when lifelong learning is mentioned.

Most people think of reading and writing as a learning process that takes place in childhood and in school; remedial and non-formal “second-chance” learning opportunities are arranged for those who could not learn in childhood. Literacy education remains a key mission of the school system, but many school systems are failing to accomplish such mission, especially for the poor and the most disadvantaged. (See Torres, 2013, on Emilia Ferreiro’s presentation)

Dealing with illiteracy implies not only a “two pronged approach” – with children and with adults – but an integrated approach that views child and adult learning as a continuum, within a lifelong learning policy framework (see Torres, 2012). The Base Document that we elaborated for the United Nations Literacy Decade, and that was approved at a special session during the World Education Forum in Dakar (2000), adopted a lifelong and lifewide learning framework. Unfortunately, UNESCO decided to discard the document and go back to UNLD as adult literacy (Torres, 2011).

▸ It is believed that teaching and learning to read and write is easy. Short literacy and post-literacy campaigns and programmes are offered to young people and adults. So-called “relapse into illiteracy” is usually the result of weak and incomplete literacy processes, and of lack of materials and opportunities to read and write. Children are expected to be proficient readers after three or four years of going to school, regardless of the conditions and obstacles faced by millions of them. The term “learning poverty” proposed by the World Bank applies to “children who are unable to read and understand a simple text by age 10” (Saavedra, 2019).

▸ In 2013, when Education for All (1990-2000-2015) and the Millennium Development Goals (2000-2015) were coming to a close, it was “discovered” that millions of children worldwide were not able to read, write and calculate after four or more years of schooling (UNESCO, 2013; EFA Global Education Monitoring Report Team, 2014). UNESCO and other international organizations spoke of a “global learning crisis”. The International Commission on the Futures of Education (2021) spoke also of a “teaching crisis”. In fact, we are facing a global education crisis that involves not only the school system but the family, the community, the media, the workplace. This is a systemic crisis that precedes the pandemic and demands a radical transformation in many fronts (Torres, 2023). In 1991, in Latin America, at a regional ministerial UNESCO-OREALC meeting, Ministers of Education signed the Quito Declaration proposing a “new education model” and announcing the beginning of “a new era of educational development that responds to the challenges of productive transformation, social equity, and political democratization”. More than 30 years later the old model is still in place (Torres, 2014).

”Learning crisis” and “learning poverty” concepts are currently at the center of global education reform efforts. Both are centered around the school system. “Learning poverty” focuses on reading (it does not include writing). There is however plenty of knowledge showing that literacy – and reading in particular – start at home and in early childhood, and are highly sensitive to context, family, socio-economic and cultural issues. Availability of reading facilities (libraries, mobile libraries) and reading materials at home and in the community – letters, posters, newspapers, magazines, comics, books, catalogs, menus, movie and TV subtitles, calendars, signs, labels, graffiti, texts produced by children themselves (Torres, 2012) – makes a big difference. There is a strong correlation between educated mothers and children’s literacy acquisition and development. Improving children’s foundational learning implies going beyond the school system and paying attention to the family, the community, the availability of reading materials, language issues, parental literacy/education, play, informal learning, peer-to-peer learning, and poverty eradication.

The Author

Dr. Rosa Maria Torres del Castillo is an Ecuadorian education expert and social activist specialised in basic education, reading and writing, and lifelong learning. She has worked as education advisor for a range of civil society, non-governmental and international organizations, such as UNICEF and UNESCO. In 1988-1990 she was Pedagogical Director of the National Literacy Campaign “Monseñor Leonidas Proaño” and in 2003 she served as Minister of Education and Cultures, in Ecuador.  She is the author of over 15 books and numerous articles on education and learning.


Leer y escribir en un mundo cambiante - Emilia Ferreiro




26 Congreso de la Unión Internacional de Editores, Buenos Aires, 1-3 mayo, 2000, Conferencia Plenaria.


Hubo una época, hace varios siglos, en que escribir y leer eran actividades profesionales. Quienes se destinaban a ellas aprendían un oficio y a este oficio se dedicaban el resto de sus días. En todas las sociedades donde se inventaron algunos de los 4 o 5 sistemas primigenios (China, Sumeria, Egipto, Mesoamérica y, muy probablemente, también el valle del Hindus) hubo escribas, quienes formaban un grupo de profesionales especializados en un arte particular: grabar en arcilla o en piedra, pintar en seda, tablillas de bambú, papiro o en muros, esos signos misteriosos, tan ligados al ejercicio mismo del poder. De hecho, las funciones estaban tan separadas que los que controlaban el discurso que podía ser escrito no eran quienes escribían, y muchas veces tampoco practicaban la lectura. Quienes escribían no eran lectores autorizados, y los lectores autorizados no eran escribas.

En esa época no había fracaso escolar. Quienes debían dedicarse a ese oficio se sometían a un riguroso entrenamiento. Seguramente algunos fracasaban, pero la noción misma de fracaso escolar no existía (aunque hubiera escuelas de escribas).

No basta con que haya escuelas para que la noción de «fracaso escolar» se constituya. Veamos un símil con una situación contemporánea: tenemos escuelas de música, y buenos y malos alumnos en ellas. Si alguien no resulta competente para la música, la sociedad no se conmueve, ni los psicopedagogos se preocupan por encontrar algún tipo peculiar de «dislexia musical» que podría quizás ser superada con tal o cual entrenamiento específico. Ser músico es una profesión; y quienes quieren dedicarse a la música se someten a un riguroso entrenamiento. Y, aparentemente, las escuelas de música, en todas partes, tienen un saludable comportamiento.

Todos los problemas de la alfabetización comenzaron cuando se decidió que escribir no era una profesión sino una obligación y que leer no era marca de sabiduría sino marca de ciudadanía.

Por supuesto, muchas cosas pasaron entre una época y otra, muchas revoluciones sangrientas fueron necesarias en Europa para constituir las nociones de pueblo soberano y democracia representativa. Múltiples transmutaciones sufrieron los primeros textos de arcilla o de papiro hasta convertirse en libros reproducibles, transportables, fácilmente consultables, escritos en las nuevas lenguas desprendidas del latín imperial y hegemónico.

Los lectores se multiplicaron, los textos escritos se diversificaron, aparecieron nuevos modos de leer y nuevos modos de escribir. Los verbos «leer» y «escribir» habían dejado de tener una definición inmutable: no designaban (y tampoco designan hoy día) actividades homogéneas. Leer y escribir son construcciones sociales. Cada época y cada circunstancia histórica da nuevos sentidos a esos verbos.

Sin embargo, la democratización de la lectura y la lectura se vio acompañada de una incapacidad radical para hacerla efectiva: creamos una escuela pública obligatoria, precisamente para dar acceso a los innegables bienes del saber contenido en las bibliotecas, para formar al ciudadano consciente de sus derechos y sus obligaciones, pero la escuela no ha acabado de apartarse de la antigua tradición: sigue tratando de enseñar una técnica.

Desde sus orígenes, la enseñanza de estos saberes se planteó como la adquisición de una técnica: técnica del trazado de las letras, por un lado, y técnica de la correcta oralización del texto, por otra parte. Sólo después de haber dominado la técnica surgirían, como por arte de magia, la lectura expresiva (resultado de la comprensión) y la escritura eficaz (resultado de una técnica puesta al servicio de las intenciones del productor). Sólo que ese paso mágico entre la técnica y el arte fue franqueado por pocos, muy pocos de los escolarizados en aquellos lugares donde más falta hace la escuela, precisamente por ausencia de una tradición histórica de «cultura letrada».

Surge entonces la noción de «fracaso escolar», que es concebida, en sus inicios, no como fracaso de la enseñanza sino del aprendizaje, o sea, responsabilidad del alumno. Esos alumnos que fracasan son designados, según las épocas y las costumbres, como «débiles de espíritu», «inmaduros» o «disléxicos». (En los años 1960 la dislexia fue considerada «la enfermedad del siglo»). Algo patológico traen consigo esos niños, algo que les impide aprovechar una enseñanza que, como tal, y por la bondad de sus intenciones, queda más allá de toda sospecha.

Pero el fracaso escolar es, en todas partes y masivamente, un fracaso de la alfabetización inicial que mal puede explicarse por una patología individual.

Una década después, hacia 1970, los estudios en sociología de la educación desplazaron la responsabilidad de la incapacidad para aprender hacia el entorno familiar: en lugar de algo intrínseco al alumno habría un "déficit cultural". De hecho, una cierta «patología social» (suma de pobreza + analfabetismo) sería responsable del déficit o handicap inicial. Efectivamente, pobreza y analfabetismo van juntos. El analfabetismo no se distribuye equitativamente entre los países, sino que se concentra en entidades geográfico-jurídico-sociales que ya no sabemos cómo nombrar.

Hoy día no se sabe muy bien cómo clasificar a los países. Antes había «desarrollados» y «subdesarrollados», pero esta última calificación pareció peyorativa y fue reemplazada por un eufemismo: «países en vías de desarrollo». Pero ¿cuántas décadas puede un país estar «en vías de desarrollo sin acabar de desarrollarse?». De hecho, muchos de los países que antes parecían estar «en vías de desarrollo» parecen hoy día condenados a estar «en vías de subdesarrollo». Hubo una época en que los países se catalogaron en dos regiones: «Primer mundo" y «Tercer mundo», con un supuesto «Segundo mundo» que nadie asumió como designación adecuada para sí mismo. Y ahora hemos regresado a las coordenadas pseudo-geográficas: los ejes «Este» y «Oeste» desaparecieron, mientras que «Norte» y «Sur» tienen renovada vigencia (lo que obliga a innegables dificultades propiamente geográficas, tales como ubicar a Australia en el Norte y a México en el Sur). Yo hablaré de «periferia» para referirme a este Sur, que también existe...

Total, que no sabemos cómo clasificar a los países, pero sí sabemos qué es la pobreza. Sabemos -y es inútil que lo ocultemos, porque el World Bank lo sabe y lo dice- que el 80% de la población mundial vive en zonas de pobreza. Sabemos que ese 80% conjuga todos los indicadores de dificultad para la alfabetización: pobreza endógena y hereditaria; baja esperanza de vida y altas tasas de mortalidad infantil; malnutrición; multilingüismo. (Sabemos, por supuesto, que ese 80% también es heterogéneo, ya que las desigualdades entre los países se expresan igualmente en desigualdades internas tanto o más pronunciadas).

A pesar de cientos de prometedoras declaraciones de compromiso nacional e internacional, la humanidad ingresa al siglo XXI con unos mil millones de analfabetos en el mundo (mientras que en 1980 eran 800 millones).

Los países pobres (ese 80%) no han superado el analfabetismo; los ricos (ese 20%) han descubierto el iletrismo. ¿En qué consiste ese fenómeno que en los años 80 puso en estado de alerta a Francia, a tal punto de movilizar al ejército en la «lucha contra el iletrismo»? El iletrismo es el nuevo nombre de una realidad muy simple: la escolaridad básica universal no asegura la práctica cotidiana de la lectura, ni el gusto por leer, ni mucho menos el placer por la lectura. O sea: hay países que tienen analfabetos (porque no aseguran un mínimo de escolaridad básica a todos sus habitantes) y países que tienen iletrados (porque a pesar de haber asegurado ese mínimo de escolaridad básica, no han producido lectores en sentido pleno).

El tiempo de escolaridad obligatoria se alarga cada vez más, pero los resultados en el «leer y escribir» siguen produciendo discursos polémicos. Cada nivel educativo reprocha al precedente que los alumnos que reciben «no saben leer y escribir», y no pocas universidades tienen «talleres de lectura y redacción». Total, que una escolaridad que va de los 4 años a bien avanzados los 20 (sin hablar de doctorado y post-doc) tampoco forma lectores en sentido pleno.

Está claro que estar «alfabetizado para seguir en el circuito escolar» no garantiza el estar alfabetizado para la vida ciudadana. Las mejores encuestas europeas distinguen cuidadosamente entre parámetros tales como: alfabetizado para la calle; alfabetizado para el periódico; alfabetizado para libros informativos; alfabetizado para la literatura (clásica o contemporánea); etc.

Pero eso es reconocer que la alfabetización escolar y la alfabetización necesaria para la vida ciudadana, el trabajo progresivamente automatizado y el uso del tiempo libre son cosas independientes. Y eso es grave. Porque si la escuela no alfabetiza para la vida y el trabajo... ¿para qué y para quién alfabetiza?

El mundo laboral está cada vez más informatizado, y la escuela (nuestra escuela pública, gratuita y obligatoria, esa gran utopía democrática del siglo XIX) está, en los países periféricos, cada vez más empobrecida, desactualizada, y con maestros mal capacitados y peor pagados.

Peor aún: la democracia, esa forma de gobierno a la cual todos apostamos, demanda, requiere, exige individuos alfabetizados. El ejercicio pleno de la democracia es incompatible con el analfabetismo de los ciudadanos. La democracia plena es imposible sin niveles de alfabetización por encima del mínimo del deletreo y la firma.

No es posible seguir apostando a la democracia sin hacer los esfuerzos necesarios para aumentar el número de lectores (lectores plenos, no descifradores).

En las primeras décadas del siglo XX parecía que «entender instrucciones simples y saber firmar» podía considerarse suficiente. Pero a fines del siglo XX y principios del XXI estos requisitos son insostenibles. Hoy día los requisitos sociales y laborales son mucho más elevados y exigentes. Los navegantes de Internet son barcos a la deriva si no saben tomar decisiones rápidas y seleccionar información.

Y la escuela de los países periféricos, que aún no aprendió a alfabetizar para el periódico y las bibliotecas, debe enfrentar ahora el desafío de ver entrar Internet en las aulas, no por decisión pedagógica, sino porque "el Banco Interamericano de Desarrollo y Starmedia Network firmaron una alianza para introducir Internet en todas las escuelas públicas de América Latina y El Caribe", según noticias periodísticas ampliamente difundidas de fines de marzo 2000. (Por ej., El Financiero, de México, en la sección «Negocios» del 29 de marzo).

Sospechosamente, candidatos a la presidencia o ministros de educación recién estrenados, de México a Argentina, sostienen un discurso coincidente: "Internet en las escuelas", como si las computadoras, de por sí, pudieran ser el trampolín de acceso a niveles de alfabetización nunca alcanzados, y como si los maestros -esos maestros desactualizados y mal pagados- fueran inmediatamente reciclables (o quizás desechables).

Yo he dicho desde hace varios años en diversos foros, y continúo sosteniendo, que las nuevas tecnologías ayudarán sobremanera a la educación en su conjunto si contribuyen a enterrar debates interminables sobre temas perimidos: por ejemplo, "¿hay que comenzar a enseñar con caracteres ligados o separados?; ¿qué hacemos con los zurdos?; ¿hay que enseñar a leer por palabras o por sílabas?". Bienvenida la tecnología que elimina diestros y zurdos: ahora hay que escribir con las dos manos, sobre un teclado; bienvenida la tecnología que permite separar o juntar los caracteres, a decisión del productor; bienvenida la tecnología que enfrenta al aprendiz con textos completos desde el inicio.

Pero la tecnología, de por sí, no va a simplificar las dificultades cognitivas del proceso de alfabetización (ignoradas también por la mayoría de los métodos pedagógicos), ni es la oposición «método vs. tecnología» la que nos permitirá superar las desventuras del analfabetismo.

Antes de regresar al tema ineludible de las nuevas tecnologías quisiera insistir en la ecuación pobreza/analfabetismo/multilingüismo .

Durante décadas hemos escuchado expresiones tales como «lucha contra el analfabetismo», lenguaje militar que caracteriza, además, a quienes son rechazados por el sistema escolar, como «desertores». Ese lenguaje militar sugiere un enemigo a vencer, y el desliz desde el abstracto «analfabetismo» hacia el concreto «individuo analfabeto» como enemigo visible es casi inevitable, sobre todo cuando la imagen militar es asociada a la imagen médica y se habla de «flagelo social», «plaga social» y similares (como si se tratara del paludismo o el cólera). (Todas esas son expresiones reiteradas en documentos oficiales, nacionales e internacionales, de 1970 hasta nuestros días).

Es evidente que no puede haber «lucha contra el analfabetismo (o el iletrismo)» sino acciones destinadas a elevar el nivel de alfabetización de la población (en el entendido que «literacy» designa un continuo que va de la infancia a la edad adulta, y dentro de la edad adulta, un continuo de desafíos cada vez que nos enfrentamos con un tipo de texto con el cual no hemos tenido experiencia previa) [Por ejemplo, yo enseño a nivel Maestría y Doctorado, pero sigo alfabetizando a mis alumnos, porque es la primera vez que, como lectores, se enfrentan a investigaciones publicadas en revistas especializadas y, como escritores, deben producir por primera vez un tipo peculiar de texto académico que se llama «una tesis»].

Pero recientemente, y con el mismo espíritu militar y militante, se ha declarado el «Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza». Yo me pregunto: ¿qué haremos con el multilingüismo? ¿Se les ocurrirá también que hay que erradicarlo porque hace más difícil y más costosa la alfabetización?

Aquí entran los editores en escena. Ustedes, editores, son los herederos de una poderosa e ilustre tradición. (Pido disculpas de mi ignorancia a los editores chinos, japoneses e hindúes aquí presentes, porque sólo me voy a referir a la tradición europea).

La estirpe de los editores tiene notables ejemplos de todo tipo: creadores que no cesaron de dar nuevas formas a nuestro alfabeto, inventando sin cesar caracteres tipográficos (más legibles, más elegantes, mejor adaptados a tal o cual tipo de obra); artesanos del más alto rango que hicieron del libro una obra de arte; familias de editores que transmitieron un excelso saber de padres a hijos durante más de un siglo; editores que eran también hombres de erudición y traductores (los puntos de cruce entre la historia de los traductores y la historia de los editores son sumamente instructivos).

Ustedes, editores, tienen en su árbol genealógico a ilustres defensores de la libertad de expresión, y eso desde los momentos iniciales del ejercicio del oficio, al poner en circulación textos que no respondían a los requerimientos del poder constituido.

Pienso, por ejemplo, en Etienne Dolet, impresor de Lyon, acusado tres veces de ateísmo y herejía y finalmente quemado en la hoguera, a los 37 años de edad, en place Maubert en París, en 1546.

Etienne Dolet era un subversivo para la época porque introdujo en Francia obras publicadas en Ginebra (vinculadas con la Reforma religiosa), pero era también un erudito, autor de un diccionario analógico del latín, de un tratado de traducción y otro relativo a la puntuación y la acentuación. Es discutible si fue quemado vivo, junto con sus obras, por ser editor o por ser autor-prologuista de esos libros heréticos. Pero también es cierto que fueron necesarios 343 años para que un monumento en la misma plaza Maubert lo reconociera como Humanista, defensor de la libertad de pensamiento. Por más eruditos y humanistas que sean, LOS EDITORES PRODUCEN OBJETOS INCOMPLETOS POR NATURALEZA.

Un libro es un objeto en busca de un lector, y no puede realizarse como objeto cultural hasta que no encuentra un lector. Ese lector es muy mal caracterizado cuando se lo define simplemente como un cliente. Se puede comprar una colección de libros para exhibirlos en la sala de recepción de la casa o en el estudio profesional. Esos libros siguen siendo objetos incompletos: bibelots sin intérpretes. El libro se completa cuando encuentra un lector-intérprete (y se convierte en patrimonio cultural cuando encuentra una comunidad de lectores-intérpretes).

Por eso es tan singular la tarea de un editor: no solamente debe producir un objeto tan cuidado y acabado como sea posible, sino tener conciencia de que tal objeto, por más cuidado y acabado que sea, será siempre incompleto si no encuentra «el otro»/«los otros» que le darán completud. Ese «otro» (esos «otros») deben ser lectores.

¿Los editores de las próximas décadas van a concentrarse en producir libros para el 20% de la población mundial? ¿Van a retomar la antigua tradición de la lectura elitista, contraria a la idea de la alfabetización necesaria para la democracia? ¿Podemos pedirles (quién puede pedirles) que contribuyan a la completud de sus productos, o sea a la producción de lectores?

La situación actual es grave, pero es interesante porque estamos en momentos de profundos cambios en la definición de la materialidad misma del objeto «libro». Algunos nos anuncian una nueva democracia vía Internet mientras que otros se anticipan a organizar prematuros funerales al objeto «libro», ese que tiene textura y olor, ese «de carne y hueso" con el que aprendimos a convivir durante siglos.

En este tema, nos alerta Roger Chartier, hay que hacer un esfuerzo para ubicarnos "entre el discurso utópico y la nostalgia del pasado". Es fácil, demasiado fácil, hacer el elogio de los nuevos soportes electrónicos del texto impreso; es fácil (casi banal) aplicar el calificativo «democrático» a una nueva tecnología. Veamos un ejemplo emblemático. Durante décadas eminentes investigadores sostuvieron que el sistema alfabético de escritura estaba ligado a la democracia, por ser el más simple, perfecto, "scientific and easy to use". Esa visión se difundió ampliamente. Sin embargo, tres datos bastan para destruir este mito: en la Grecia clásica que inventó el alfabeto del cual somos tributarios, el número de adultos varones libres alfabetizados nunca fue superior al 20%, tal como lo muestran minuciosos análisis de historiadores recientes (W. Harris, 1989). Por otra parte, la fascinación de los lingüistas por el alfabeto hizo que las lenguas nativas de América y África, cualquiera fuera su estructura, se escribieran en un sistema alfabético, el cual no trajo consigo una alfabetización universal, mientras que Japón, con uno de los sistemas más complejos de escritura, resistió a todas las presiones por adoptar el alfabeto y tiene tasas de «literacy» superiores a las de Europa y USA.

Internet, correo electrónico, páginas web... están introduciendo cambios profundos y acelerados en la manera de comunicarnos y de recibir información. Y eso es fascinante para cualquier estudioso de la lengua y de los cambios lingüísticos. Pero esos instrumentos no son «democráticos» por sí mismos (tanto como el alfabeto no es democrático, en sí mismo). Exigen, en cambio, capacidades de uso de la lengua escrita más flexibles que las que estábamos acostumbrados a aceptar. Hay nuevos estilos de habla y de escritura que están siendo generados gracias a estos medios. Saber navegar por Internet ya forma parte de los objetivos educativos declarados o en vías de declaración. No sabemos si los desnutridos y los desempleados aprenderán a leer y escribir para entrar a Internet (aunque no reciban créditos escolares por ello), o si quedarán nuevamente excluidos. Es difícil y riesgoso hacer predicciones.

Estamos hablando de futuro, y los niños son parte del futuro. Esos niños (todos los niños) no necesitan ser motivados para aprender. Aprender es su oficio.

Todos los objetos (materiales y/o conceptuales) a los cuales los adultos dan importancia, son objeto de atención por parte de los niños. Si perciben que las letras son importantes para los adultos (sin importar por qué y para qué son importantes) van a tratar de apropiarse de ellas.

Todas las encuestas coinciden en un hecho muy simple: si el niño ha estado en contacto con lectores antes de entrar a la escuela, aprenderá más fácilmente a escribir y leer que aquellos niños que no han tenido contacto con lectores.

¿En qué consiste ese «saber» pre-escolar? Básicamente, en una primera inmersión en la «cultura letrada»: haber escuchado leer en voz alta, haber visto escribir; haber tenido la oportunidad de producir marcas intencionales; haber participado en actos sociales donde leer y escribir tiene sentido; haber podido plantear preguntas y obtener algún tipo de respuesta.

La relación entre las marcas gráficas y el lenguaje es, en sus inicios, una relación mágica que pone en juego una tríada: un intérprete, un niño y un conjunto de marcas. El intérprete (que, en sentido estricto habría que llamar «interpretante» por razones imposibles de desarrollar aquí) informa al niño, al efectuar ese acto aparentemente banal que llamamos «un acto de lectura», que esas marcas tienen poderes especiales: con sólo mirarlas se produce lenguaje. ¿Qué hay en esas marcas para que el ojo incite a la boca a producir lenguaje? Ciertamente, un lenguaje peculiar, bien diferente de la comunicación cara a cara. El que lee no mira al otro, su destinatario, sino a la página. El que lee parece hablar para otro allí presente, pero lo que dice no es su propia palabra, sino la palabra de un «Otro» que puede desdoblarse en muchos «Otros», salidos de no se sabe dónde, escondidos también detrás de las marcas. El lector es, de hecho, un actor: presta su voz para que el texto se re-presente (en el sentido etimológico de «volver a presentarse»). El lector habla pero no es él quien habla; el lector dice, pero lo dicho no es su propio decir sino el de fantasmas que se realizan a través de su boca.

La lectura es un gran escenario donde es preciso descubrir quienes son los actores, los «metteurs en scène» y los autores. (Sin olvidar a los traductores porque, en gran medida, la lectura es presentación de otra lengua, semejante pero diferente de la lengua cotidiana).

Parte de la magia consiste en que el mismo texto (o sea, las mismas palabras, en el mismo orden) vuelven a re-presentarse una y otra vez, delante de las mismas marcas. ¿Qué hay en esas marcas que permite no solamente elicitar lenguaje, sino provocar el mismo texto oral, una y otra vez? La fascinación de los niños por la lectura y relectura del mismo cuento tiene que ver con este descubrimiento fundamental: la escritura fija la lengua, la controla de tal manera que las palabras no se dispersen, no se desvanezcan ni se sustituyan unas a otras. Las mismas palabras, una y otra vez. Gran parte del misterio reside en esta posibilidad de repetición, de reiteración, de re-presentación.

Hay niños que ingresan a la lengua escrita a través de la magia (una magia cognitivamente desafiante) y niños que entran a la lengua escrita a través de un entrenamiento consistente en «habilidades básicas». En general, los primeros se convierten en lectores; los otros, en iletrados o en analfabetos funcionales. Permítanme presentarles un ejemplo de lo que quiero decir.

[Transparencia de dos textos, ambos con problemas de ortografía y segmentación entre palabras. Uno escribe «lengua escrita», mientras que el otro balbucea por escrito (aunque su texto no sea carente de interés). Uno tuvo inmersión en la «cultura letrada» desde el nacimiento, mientras que el otro fue introducido a la escritura como una técnica de transcripción].

¿Quiénes van a tener la voluntad, el valor y el empeño para romper el círculo vicioso? En Jomtien, Tailandia, 1990, se establecieron objetivos básicos de educación para todos para la década 1990-2000. Por primera vez, el World Bank firmó al lado de los organismos internacionales (UNESCO, UNICEF). Los diez años se cumplieron y los objetivos son decepcionantes. En abril de este mismo año, en Dakar, se acaba de reunir un Foro Mundial de la Educación para extender por 15 años más los objetivos no cumplidos. Y así seguirá siendo, mientras no se revisen las presuposiciones iniciales, mientras se siga apostando a los métodos (concebidos para formar técnicos especializados) y se olvide la cultura letrada (derecho de cualquier niño que nace en los tiempos de la inter-conexión)

Mientras tanto, los niños (que no pueden dejar de aprender porque no pueden dejar de crecer) están ávidos por entrar en los mundos desconocidos. Hay escritores en potencia de 4 a 12 años que pasan desapercibidos o, peor aún, son desautorizados porque el maestro solo es capaz de ver la ortografía desviante.

Mi función como investigadora ha sido mostrar y demostrar que los niños PIENSAN a propósito de la escritura, y que su pensamiento tiene interés, coherencia, validez y extraordinario potencial educativo. Hay que escucharlos. Hay que ser capaces de escucharlos desde los primeros balbuceos escritos (simples garabatos, según algunos, contemporáneos de los primeros dibujos que realizan).

No podemos reducir el niño a un par de ojos que ven, un par de oídos que escuchan, un aparato fonatorio que emite sonidos y una mano que aprieta con torpeza un lápiz sobre una hoja de papel. Detrás (o más allá) de los ojos, los oídos, el aparato fonatorio y la mano hay un sujeto que piensa y trata de incorporar a sus propios saberes este maravilloso medio de representar y recrear la lengua que es la escritura, todas las escrituras.

Este inicio de milenio es propicio para el cambio porque somos muchos los que tenemos algo nuevo para ofrecer. Ninguno de nosotros, actuando aisladamente, tiene capacidad para incidir en un fenómeno que ha resistido a todos los esfuerzos por aislar variables. Pero ahora tenemos: nuevas tecnologías de circulación de textos; nuevos insights (construidos a partir de minuciosas investigaciones de historiadores) sobre los modos de apropiación de la escritura por parte de diferentes actores sociales en diferentes momentos históricos; tenemos lingüistas dispuestos a recuperar la escritura (ese objeto perdido en un «no man’s land»); tenemos pedagogos fatigados por la inútil disputa sobre métodos que desconocen al sujeto del aprendizaje; tenemos psicólogos, psicopedagogos y psicolingüistas con teorías suficiente válidas como para restituir al niño como ser pensante en su totalidad existencial (aunque haya psicolingüistas que insisten en retrotraer el debate a sus dimensiones técnicas más retrógradas, utilizando, por supuesto, una nueva terminología como «phonological awareness»). [Divisiones de este tipo no nos sorprenden, porque son inherentes a todas las disciplinas: no todos los historiadores piensan que es interesante ocuparse de las prácticas populares de lectura y escritura; no todos los lingüistas consideran que la escritura es un objeto de interés para la Lingüística, etc.]

Esos niños y niñas curiosos, ávidos por saber y entender están en todas partes, en el Norte y en el Sur, en el centro y en la periferia. No los infantilicemos. Ellos se plantean, y desde muy temprano, preguntas con profundo sentido epistemológico: ¿qué es lo que la escritura representa y cómo lo representa? Reduciéndolos a aprendices de una técnica, menospreciamos su intelecto. Impidiéndoles tomar contacto con los objetos en los que la escritura se realiza, despreciamos (mal-preciamos o hacemos inútiles) sus esfuerzos cognitivos.

LA ALFABETIZACIÓN NO ES UN LUJO NI UNA OBLIGACIÓN: ES UN DERECHO.

Un derecho de niños y niñas que serán hombres y mujeres libres (al menos eso es lo que deseamos), ciudadanos y ciudadanas de un mundo donde las diferencias lingüísticas y culturales sean consideradas como una riqueza y no como un defecto. Las distintas lenguas y los distintos sistemas de escritura son parte de nuestro patrimonio cultural. La diversidad cultural es tan importante como la bio-diversidad: si la destruimos, no seremos capaces de recrearla.

Venimos de un «pasado imperfecto», donde los verbos «leer» y «escribir» han sido definidos de maneras cambiantes -a veces erráticas- pero siempre inefectivas; vamos hacia un futuro complejo (que algunos encandilados por la técnica definen como un «futuro simple», exageradamente simple).

Quizás sea posible que las voluntades se junten; que los objetos incompletos producidos por los editores encuentren a los lectores en potencia (que son también productores de textos tanto como productores de sentido); que los maestros de primaria recuperen, junto con sus alumnos, la capacidad de reír, llorar o sorprenderse cuando leen; que nadie tenga miedo a las nuevas tecnologías pero tampoco espere de ellas efectos mágicos; que nos comprometamos con los futuros lectores para que la utopía democrática parezca menos inalcanzable.

Los niños -todos los niños-, se los aseguro, están dispuestos a la aventura del aprendizaje inteligente. Están hartos de ser tratados como infra-dotados o como adultos en miniatura. Son lo que son y tienen derecho a ser lo que son: seres cambiantes por naturaleza, porque aprender y cambiar es su modo de ser en el mundo.

Entre el «pasado imperfecto» y el «futuro simple» está el germen de un «presente continuo» que puede gestar un futuro complejo: o sea, nuevas maneras de dar sentido (democrático y pleno) a los verbos «leer» y «escribir». Que así sea, aunque la conjugación no lo permita.


From Lifelong Education to Lifelong Learning

Rosa María Torres




Lifelong Education and Lifelong Learning are related but different concepts. Many people use them as equivalent.To a great extent, this is due to the fact that most people do not distinguish between education and learning. There are also many translation problems.

A few examples:

» Paul Lengrand's book An Introduction to Lifelong Education was published by UNESCO in 1970, International Education Year. Lifelong Education was selected by the General
Conference of UNESCO as one of twelve major themes proposed to Member States in connection with the international year. The book was translated into Spanish as Una introducción al Aprendizaje a lo Largo de la Vida o Una introducción al Aprendizaje Permanente.

» The Faure Report (Report to UNESCO by the International Commission on the Development of Education, Learning to be: Education in the Future, 1972) proposed two basic concepts: lifelong education and learning society. In the report in Spanish they were translated respectively as permanent education and educative society.

» The Delors Report (Report to UNESCO by the International Commission on Education for the 21st Century, 1996) was published in French as L'Education: Un trésor est caché dedans, in English as Learning, the treasure within, and in Spanish as La educación encierra un tesoro.

» 1996 was proclaimed European Year of Lifelong Learning (translated into Spanish as Año Europeo de la Educación a lo Largo de la Vida o Año Europeo de la Educación Permanente).

» Sustainable Development Objective 4 (SDG4) within the Agenda 2030 aims to “ensure inclusive and equitable quality education and promote lifelong learning opportunities for all.” Many translate «lifelong learning opportunities» as «oportunidades educativas».

■ The Faure Report (1972) and the Delors Report (1996) referred to lifelong education and to lifelong learning. The Faure Report proposed “lifelong education as the master concept for educational policies in the years to come for both developed and developing countries.” At the same time, the main concepts proposed by the Faure Commission were learning, learning to learn, and learning society. The title of the report - Learning to Be - indicates its main concern and orientation.

The report is based on four basic assumptions: 1) the existence of an international community, moving towards the same destiny, 2) the belief in democracy, each man's right to realize his own potential and to share in the building of his own future, 3) the aim of development as the complete fulfilment of man, in all the richness of his personality, 4) the need for an overall, lifelong education, able to produce «the complete man». We should no longer assiduously acquire knowledge once and for all, but learn how to build up a continually evolving body of knowledge all through life.

The report began with a critical assessment of the educational situation in 1972 and some of its «dead ends». It aimed at having a practical nature, that is, leading to action, in the twenty-three countries that were visited by the Commission members.

“The Commission laid stress above all on two fundamental ideas: lifelong education and the learning society (…) If all that has to be learned must be continually re-invented and renewed, then teaching becomes education and, more and more, learning. If learning involves all of one's life, in the sense of both time-span and diversity, and all of society, including its social and economic as well as its educational resources, then we must go even further than the necessary overhaul of 'educational systems' until we reach the stage of a learning society. For these are the true proportions of the challenge education will be facing in the future" (Preamble, Learning to Be, 1972, page xxxv).

“The aim of education in relation to employment and economic progress should be not so much to prepare young people and adults for specific, life-time vocation, but to ‘optimize' mobility among the professions and afford a permanent stimulus to the desire to learn and to train onself” (Preamble, Learning to Be, 1972, pages xxxiii-xxxiv). (1)

■ The Delors Report, Learning: The Treasure Within (1996), proposed four pillars for education: «learning to be», «learning to do», «learning to know» and «learning to be together». Learning throughout life was translated as lifelong education. Learning society was translated into Spanish as educative society and as cognitive society (sociedad cognitiva).

■ The Report of the International Commission on the Futures of Education, created by UNESCO in 2019 (Reimagining our futures together: A new social contract for education, UNESCO, 2021) refers to lifelong education. It does not mention lifelong learning. It defends "the right to quality education throughout life".

From the right to education to the right to learning


Many countries acknowledge in their constitutions and education laws the right to education throughout life, including all ages: childhood, adolescence, youth and adulthood. However, few acknowledge the right to lifelong learning, which implies ensuring effective learning in education systems and learning opportunities beyond classrooms.

» Education implies a teaching-learning relationship, whether it is formal education (organized education taking place in education systems at the various levels) or non-formal education (organized but more flexible education taking place on the margins of the formal system).

» Learning occurs with or without teaching. Informal learning takes place everyday, in daily life, without the intervention of a teacher or an educator. Children learn while playing; play is their main learning resource; they learn to speak without anyone teaching them to speak. Most of what we learn in life is informal learning through observing, listening, talking, working, reading, watching TV, interacting with nature, navigating in the Internet, etc.

Speaking of lifelong education implies speaking of educational institutions and opportunities, that is, instances mediated by teaching acts or processes.

Speaking of lifelong learning implies incorporating the vast world of informal learning, learning thtat is mostly invisible for the conventional world of education. (The majority of people do not acknowledge, for example, that students learned during the COVID-19 confinement, while schools were closed. For most people, learning is associated with classrooms and teachers).

It is worth noting that the International Standard Classification of Education (ISCED) refers to formal education, non-formal education and informal learning. There is no informal education: informal learning is mostly autonomous learning, self-learning, without teaching involved.


Lifelong Education and Lifelong Learning

Lifelong Education (LE) is a concept developed in the late 1960s. Its origin is attributed to Paul Lengrand, Chief of the Continuing Education Section at UNESCO's Department for the Advancement of Education, and author of An Introduction to Lifelong Education (UNESCO, Paris, 1970). Lengrand referred to «lifelong education» as an education covering all ages, and conceived it as a world movement to reorganize and overhaul education, not only to expand it. However, LE - translated into Spanish as educación permanente - has been associated to adult education. ”We by no means identify lifelong education with adult education, as, to our regret, is so often done” (Lengrand, 1975: 20).

After the publication of the Faure Report (1972), Lifelong Education became the focus of the UNESCO Institute for Education (UIE), in Hamburg. 

Lifelong Learning (LLL) is a concept introduced in the 1970s. LLL refers to learning throughout life, from birth to death, in formal, non-formal and informal environments. LLL is often translated into Spanish as aprendizaje permanente. 

LLL has been proposed by UNESCO as the paradigm for education and learning in the 21st century. "A new vision of education" necessary to achieve the Agenda 2030 and Sustainable Development Goal 4. 

The UNESCO Institute for Education (UIE), focused on adult and continuing education, literacy and non-formal basic education, changed its name to UNESCO Institute for Lifelong Learning (UIL) in 2006.

Lifelong Education
Lifelong Learning


- The concept emerged in the 1960s.
- Paul Lengrand, An Introduction to Lifelong Education, UNESCO, 1970.
- After the publication of the Faure Report (1972), Lifelong Education became the focus of the UNESCO Institute for Education (UIE), in Hamburg. 


- The concept developed in the 1970s.
- The European Union adopted the concept in the 1990s.
- The UNESCO Institute for Education (UIE), in Hamburg, focused on adult and non-formal education, changed its name to UNESCO Institute for Lifelong Learning (UIL) in 2006. 

Focus on education.

Focus on learning.

Speaks of educating society.

Speaks of learning society.


Lifelong and lifewide learning. Learnng as a continuum, from birth to death, everywhere, in and out of classrooms. 

Formal and non-formal education, out-of-school education.

Learning in formal, non-formal and informal environments, with or without teaching.

Mentioned by the Faure Report (1972) and the Delors Report (1996).

The Faure Report proposed two main concepts: lifelong education and learning society for both developed and developing countries.  

Mentioned by the Faure Report (1972) and the Delors Report (1996). Also mentioned in the Jomtien Declaration (1990, Education for All) and in the Incheon Declaration (2015, Sustainable Development Goals).

“A new concept of education that takes into consideration constant and universal needs of human beings to educate themselves and to progress": Lengrand.

Proposed by UNESCO as the paradigm for education and learning in the 21st century.  "A new vision of education" necessary to achieve the Agenda 2030 and Sustaiable Development Goal 4.

Elaboration: Rosa María Torres


Notes

(1) Given the usual translation problems, I decided to translate the English texts myself. In the case of the Faure report there are numerous inconsistencies between the text in English and its Spanish translation https://www.berrigasteiz.com/monografikoak/inklusibitatea/pubs/unesco_aprender%20a%20ser.pdf  

References

» Comunidades Europeas: Un memorándum sobre el aprendizaje a lo largo de toda la vida, publicado en 2000
https://uil.unesco.org/es/documento/comunidades-europeas-memorandum-sobre-aprendizaje-lo-largo-toda-vida-publicado-2000

» Delors, Jacques, Learning: the treasure within. Report to UNESCO of the International Commission on Education for the Twenty-first Century, UNESCO, Paris, 1996.
https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000109590 


» Delors, Jacques, La Educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI (compendio), UNESCO, París, 1996.

https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000109590_spa

» Faure, Edgar, Learning to Be. The World of Education Today and Tomorrow. Report of the International Commission on the Development of Education, UNESCO, Paris, 1972.
https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000001801

» Faure, Edgar, Aprender a ser. La educación del futuro. Comisión Internacional para el Desarrollo de la Educación, Alianza Editorial/UNESCO, Milán y Madrid, 1973.
https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000132984

» International Commission on the Futures of Education, Reimagining our futures together: A new social contract for education, UNESCO, Paris, 2021.
https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000379707.locale=en

» Lengrand, Paul, An Introduction to Lifelong Education, UNESCO, Paris, 1970.
https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/00220612.1972.10671918

» Lengrand, Paul, An Introduction to Lifelong Education, UNESCO, Paris, 1975. (Enlarged edition).
https://eric.ed.gov/?id=ED118876

» Parkyn, George W, Towards a conceptual model of life-long education, UNESCO, Paris, 1973
https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000005902

» Soler Roca, Miguel, “El concepto de educación permanente”, en: Educación, resistencia y esperanza. Antología Esencial, CLACSO, Buenos Aires, 2014.
http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20140718012935/SolerRoca.pdf


» Torres, Rosa María, Lifelong Learning in the South: Critical Issues and Opportunities for Adult Education, SIDA Studies 11, Stockholm, 2004.
https://cdn.sida.se/publications/files/sida4303en-lifelong-learning-in-the-south-critical-issues-and-opportunities-for-adult-education.pdf 


» Torres, Rosa María, Lifelong Learning, Sida Studies, Stckholm, 2003
https://cdn.sida.se/publications/files/sida2726en-lifelong-learning.pdf


 

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