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Madres educadoras. Una ceremonia de graduación en un jardín de infantes (Ecuador)


Sábado tarde. Estamos aquí, en esta pequeña localidad rural de San Juan de Morán, para asistir a la ceremonia de graduación de los niños del jardín de infantes. Es un jardín de infan­tes “no-convencional”, parte del Programa Madre-Maestra del Ministerio de Educación del Ecuador, iniciado en 1988 con apoyo de UNICEF. Programas como éste han proliferado en América Latina a cargo de Ministerios de Bienestar Social o de la Familia, muchas veces con UNICEF detrás. Modelos familiares y comunitarios, no institucionales, de atención a los niños pequeños, con las madres como protagonistas.

Están presentes los niños y niñas, las tres madres-­maestras que les a­tienden, la maestra que coordina el programa y las apoya a ellas, los padres de familia, la presidenta del comité barrial, la reina y la ex-reina del barrio, y nosotros, los invitados del Mini­sterio y de UNICEF. Dos perros calle­jeros nos acompañan también en el acto, moviéndose de arriba a abajo por el salón.

El jardín de infantes no tiene local propio. Funciona en la casa barrial. Los niños pasan aquí de lunes a viernes de 8 a 12 de la maña­na. Los viernes al mediodía las madres recogen todo y llevan a sus hijos a casa, y les vuelven a traer el lunes, pues el fin de semana el local se utiliza para actos culturales, asambleas y fiestas de la comunidad.

Todos con sus mejores atuendos. Las niñas lucen vestidos de tul, golas, diademas y lazos en el pelo, medias con florcitas de colores, medallas y cadenas de oro. Los niños, camisas de manga larga, corbatas de lazo, zapatos de charol, pantalones de casi­mir. Algunas niñas con vestidos vaporosos, trajes largos, bordados y enca­jes; otras, al último grito de la moda, con minifaldas, mallas de lana, copetes y peinados alborota­dos, botas.

La mayoría de los padres presentes son madres, y la mayoría de ellas son madres jóvenes. Las hay mestizas y morenas, vestidas a la usanza criolla, con atuendos típicos y trenzas, y las hay modernas, con minifaldas, blue jeans, tacos altos. Solo hay tres hombres. El resto son niños y niñas, sin duda hermanos de los alumnos, que corretean, duermen o lactan en brazos de sus mamás.

La casa-aula comunitaria
El salón es un galpón grande, de material prefabricado, con techo alto y armazón de metal, piso de cemento y grandes ventanales. Muchos vidrios e­stán rotos.

El espacio está dividi­do en dos partes, con un pizarrón en cada extremo. Un lado del salón ha sido ocupado por el jardín de infantes; el otro lado está descuidado, con sobras de material de construcción en el suelo y pare­des semidesnudas.

A pesar de la pobreza, se ven las ganas y el esmero por man­tener esto bonito, agradable para los ni­ños. Pequeñas macetas de plan­tas, láminas y estampas coloridas, recortes de revistas, co­razones, dibujos, un gato amarillo de cerámica, collares de cuen­tas, guirnaldas de papel crepé, mazor­cas de maíz seco, salpican el espacio adornando los vidrios, el bor­dillo de las ventanas, las paredes, el pizarrón. 

Las mesas de los niños son rústicas; las sillas igual. Algunos están sentados en troncos de árbol, a falta de sillas. En la pared del costado está pegada una tira de madera larga que sirve de perchero para las bolsas de aseo de los niños.

Las repisas consisten en una tabla de madera sujeta con un clavo y una piola. Sobre las repisas revistas para recortar. Al costado izquierdo del pizarrón, el boti­quín. Al costado derecho un perchero de cartón encima del cual pue­de leer­se ASEO. Debajo, a altura de niños, un pe­queño espejo.

La sabatina escolar
Los niños han sido agrupados formando un semicírculo con sus me­sas y sillas de cara al pizarrón. Los adul­tos están sentados atrás, en bancas de iglesia seguramente prestadas para la ocasión. A los invitados especiales, las autoridades y las reinas locales nos han reservado la primera banca.

Beatriz, la coordinadora del programa y la maestra a cargo de estas madres-maestras, da la bienvenida y presenta el acto de clausura del año escolar:

- "Este es un trabajo de hormiguitas que hemos venido ha­ciendo día a día. Que­remos enseñarles lo que se ha hecho con los niños. Pido un gran aplauso para mis madres-maestras".

Las aplaudidas son tres mujeres jóvenes, madres de algunos niños y maestras de todos ellos. Madres que asumen el papel de maestras con una primaria completa y un curso de capacitación. Madres-maestras que trabajan todos los días, con horario y obligaciones, sin que se les pague un centavo. Por la pura volun­tad, por el puro amor a los niños.

Los ni­ños tienen entre 4 y 6 años. La mayo­ría inquietos, activos, parlanchines.

Empieza el acto la primera madre-maestra. Reparte a los niños un peda­zo de lana roja y les da sucesivamente la instrucción de que se la coloquen arriba, abajo, al frente y atrás.

Ahora, ¿quién puede hacer un círculo? Los niños ponen la tira de lana en la mesa y tratan de hacer un círculo.

¿Quién puede hacer un cuadrado?. Los niños intentan el cuadrado. Y luego el triángulo. Y el gusanito. Ahora deben guardar al gusanito en el bolsillo.

- "Yo no tengo bolsillo", dice uno.
- "Si quieres, yo te presto el mío".
- "¿Quién tiene un bolsillo grande?", grita uno parado en su silla.

Ahora a levantar la mano derecha, a agarrarse la oreja derecha, la rodilla derecha, el hombro derecho, el pie derecho. Ahora todo igual, pero del lado izquierdo. Ahora subir las dos manos, jun­tarlas, aplaudir.

Ahora van a cantar “Yo tengo una mano derecha”. 

Son niños cola­boradores. Se comportan espontá­nea­mente. No parecen actuar para los visitan­tes. Por el contrario, casi sor­prende ver que no tienen en cuenta al público. Siguen hablando y moviéndose como si estuvieran solos.

Los números
Ahora le toca el turno a la segunda madre-maestra. Pide a los ni­ños que, uno por uno, pasen a identificar, en un conjunto de tar­jetas, los números que ella va nombrando. Luego de identificarlo, el niño o niña debe colocar la tarjeta en la piza­rra, donde está dibujada una escalera con una grada para cada número.

La mayoría de niños quiere pasar a la piza­rra. "Yo, señorita".

Luego dibujan dentro de cada grada el conjunto de ob­jetos que corresponde al respectivo número.

Empiezo a fijarme en Cosme, inquieto como ninguno, disfrazado de señor, que no para de ha­blar, moverse y molestar a los otros. Ahora mismo se acuesta sobre su silla-pupitre. Percibe que le estoy observando y anticipa:

- "Me voy a caer. Pero no me voy a caer durísimo, porque aquisito nomás está el suelo".

Una niña chiquita, sin duda hermana menor de uno de ellos, empieza a llorar. La mamá tiene que tomarla en brazos y sacarla a llorar afuera. 

Ahora empiezan a cantar “Un elefante se balancea”. Como los demás "cantos", a todo pulmón, sin melodía, a gritos.

Leer y escribir
Empieza la tercera madre-maes­tra. Todo está sincronizado. Una actividad sigue a otra, una maestra a otra. Los niños no paran de hacer, bombardeados de instrucciones. Ritmo de sabatina escolar. Ritmo de maestras nerviosas. Ritmo de padres de familia que quieren ver los resultados de todo un año escolar. Pero, ¿qué pasa con el ritmo, los deseos y las necesidades de los niños?

¿Quieren cantar?, les pregunta la maestra. Todos responden que sí. "Cantan" esta vez “Paco Perico”. 

- "Vamos a suponer que por esa puerta entró un duende pe­queñito y le puso pega al piso. Ustedes están pegados, no pueden moverse. Lo único que pueden mover es el cuerpo. Vamos a movernos", instruye la madre-maestra.

Los niños empiezan a mover la cabeza, los brazos, la cintura, los hom­bros, primero rápido, después despacio.

- "Ahora nos vamos a volver enanitos", y los niños se agachan.
- "Ahora nos vamos a volver gigantes", y los niños se levantan y se estiran.

Acabada la calistenia, viene el momento de la "lectura". La maes­tra empieza a sacar unas tarjetas con dibujos y pide a los niños que digan lo que representan y que, acto seguido, hagan lo que se dice en ellas.

¡CAMINAR!                   (Y empiezan todos los niños a caminar)
¡VOLAR!                        (Y hacen como si vuelan)
¡PARARSE!                   (Y se paran)
¡SALTAR!                       (Y saltan)
¡CORRER!                     (Y corren)

Ahora viene otro tipo de tarjetas que ya no representan acciones (verbos) sino objetos, ilustrados con láminas recortadas de re­vistas.

¡NIÑOS!                      
¡RIO!
¡ARBOLES!

- "William, ven aquí y léeme lo que dice en esta oración". La maestra le presenta, en este orden, las tarjetas de NIÑOS, CORRER y RIO.

- "Los niños corren al río", contesta William.

Ahora pasa Wilmer, a quien le enseña las tarjetas de PAJARO, VOLAR y ARBOLES.

- "El pájaro vuela al árbol", hilvana Wilmer.

Luego, con el mismo procedimiento, continúa el descifrado en coro, construyendo otras oraciones a partir de otras tarjetas.

Ahora una actividad de recortado y pegado. La maestra re­parte a cada niño una hoja recortada de revista. Les pide que muevan las hojas para hacer ruido, que se las pongan encima de la cabeza, que se sienten sobre ellas, que las pongan debajo del asiento y, finalmente, que las corten en tiritas. Ahora que las han corta­do, van a hacer una figura de una persona y van a pegar la figura en una hoja blanca que empieza a repartir a todos.

Los niños no paran de trabajar un segundo. No bien acaban de re­cortar, empiezan a pegar, algunos con saliva, sin esperar que pase la maestra con el tarro de la pega. 

Cosme y Janeth, seis años, apenas empiezan a pegar cuan­do la maestra empieza a preguntar quién acabó. Me acerco a ver lo que hacen ambos. Cosme me informa, sin que nadie le pregunte:

- "A mí me van a poner en la escuela".
- ¿Cuándo?
- "El otro día".
- ¿Esto no es una escuela?
- "No, es un jardín”.
- "Se llama Jardín No-Convencional San José de Morán", completa Armando, un niño de 4 años que está al lado, hijo de una de las madres-maestras, con evidentes dificultades para pronunciar el “no-convencional”.
- ¿Qué quiere decir “no-convencional”?, le pregunto.
- "Es el apellido del jardín", me dice sin titubear.

Sin que nadie les pida, ya como parte de la rutina de trabajo, los niños empiezan a escribir su nombre en la parte inferior de la hoja. Con lápices pequeñitos, mochos, se las arreglan. Terminada la figura y escrito el respectivo nombre, cada niño va levantándose a regalar su obra a su papá o mamá.

Janeth escribe lentamente su nombre:

J A N E H T  C A L D R N

Le pido que me lea lo que ha escrito.

- "Ahí dice Janeth Eliza­beth Calderón", me responde, mien­tras recorre con su dedito de izquierda a derecha lo que ha escrito, tratando de llegar a la N final cuando termina de pronunciar su nombre completo. 

Le pido que me indique dónde dice Elizabeth. Me señala la primera palabra y luego, dudosa, la segunda. Le informo que en la primera dice solo JANETH y en la segunda CALDERON.

- "¿Y dónde está ELIZABETH?", me pregunta desconcertada.

Le digo que no está ahí, que debería estar en el medio, que debería haber tres palabras y no dos.

- "Pero yo sí me llamo ELIZABETH", confirma.
- "Pero ahí no está", le insisto.
- "No sé. Yo sí lo puse".

Cuánto bien haría a estas maestras y madre-maestras saber más acer­ca de có­mo aprenden los niños a leer y escribir. No sólo para ayu­darles a aprender mejor, sino para compren­der los razo­namientos y la lógi­ca que están detrás de una conver­sación co­mo la que acabo de sostener con Janeth, y las mil y un situacio­nes similares que se presentan todos los días con niños que empiezan a familiarizarse con la lectura y la escritura...

Para cerrar la sabatina, entra en acción Beatriz. Les pi­de a los niños que se acerquen, se tomen las manos y formen un círculo. 

- "Hoy he venido muy loquita. Todos nos vamos a equivocar. Todos nos tocamos el popó", les dice Beatriz y se toca la cabeza, mientras los niños se tocan lo que corresponde, riendo a carcajadas.
- "Ahora nos vamos a tocar los ojos", y se toca las orejas, mientras los niños automáticamente se lle­van las manos a los ojos. Y vuelven a reírse de la situa­ción.
- "Fíjense que yo me fui donde un panadero y le dije que por favor me hiciera un vestido".
- "!Nooooooooo¡", corean y mueren de risa los niños. Y gritan que hay que ir donde un sastre.
- "Le pedí hace unos días a un mecánico que me hiciera unos zapatos".
- "!Nooooooooo¡", corrigen los niños. Y recomiendan al zapatero.
- "Yo tenía una vaca que me daba unos huevos bien grandes", sigue Beatriz. "Yo tenía un borrego que volaba".

Esta última, sencilla y entretenida, es una actividad diferen­te. Los niños no siguen simplemente instrucciones. Más bien, a­prenden que las instrucciones pueden ser equivocadas, aprenden a pensar antes de actuar, a darse cuenta de que ellos saben muchas cosas, a saber que los adultos pueden no siempre tener la razón.

Y, con el "canto" de “Un conejito muy picarón” termina la sabatina. Se anuncia que los niños deben salir afuera un momento para arreglar el escenario y proceder a la ceremonia formal de gradua­ción.

La ceremonia de graduación                                                                       
Llega la hora de la ceremonia de graduación de los niños que terminan el jardín de infantes. La animadora, una de las madres-maestras, empieza dando lectura al programa.

Primero: Entrada de los niños. Entran los niños, haciendo un tren. Se acomodan en las mismas si­llas, esta vez sin mesas delante y en semicírculo, dando la cara al público. 

Segundo: Himno Nacional del Ecuador Un, dos, tres. Los niños "cantan" el himno, ensordeciendo a to­dos y a sí mismos. Los adultos parecen disfrutar el griterío, como se disfruta todo lo que hacen los niños, to­do lo que hacen los propios hijos. Pero no puedo dejar de pen­sar en este hacer de la confusión entre música y ruido, entre cantar y gritar, una rutina. Una buena educación musical es algo que, sin duda, hace falta en todo jardín de infantes y algo que debería ser parte de la formación de toda educadora parvularia.

Tercero: Palabras de bienvenida de una madre-maestra. La última madre-maestra que trabajó con los niños da una cordial bienvenida a los asistentes, agradeciendo su pre­sencia.

Cuarto: Palabras del Presidente de los Padres de Familia 
- "Señores, muy buenas tardes. Me hago presente aquí para dar agradecimiento a las señoras profesoras y a la coor­dinadora. Agradezco infinitamente. Y eso es todo. Les agradezco bastante", dice un padre joven.

Quinto: Palabras de la Presidenta de San José de Morán. Lee un discurso sobre la importancia de la educación. Pide apoyo del Ministe­rio de Educación y UNICEF para el jar­dín, para construir un local propio. Pide a los padres unión y termina felicitando a los niños, deseándo­les que sean buenos alumnos en la escuela.

Sexto: Ronda de los niños. Divididos los "varoncitos aquí" y las "mujercitas acá", los niños gritan una ronda que habla del coqueteo entre una gata y un gato.

Séptimo: Palabras de la Reina de la comunidad. Imposible oír lo que dice la muchacha. Cosme ha pegado a Armando y éste ha empezado a llorar desconsoladamente.

Octavo: Palabras de la señora Rosa en representación de las madres-maestras de San José del Condado.  Dos madres-maestras de otro jardín de infantes y de otro sector han sido invitadas por las madres-maestras de este sector a la ceremonia de graduación.

- "Los choferes nos ven con niños y no nos traen. Necesita­mos que nos apoyen para el transporte [...] Por no tener lo­cal se nos ha hecho muy duro el trabajo [...] Ha habido veces que nos ha tocado trabajar en la in­temperie, en el agua, en el frío [...] Muchos niños se han retirado por estos pro­blemas, la mitad [...] En el resto del país sabemos que tam­bién hay madres-maestras y quisiéramos que nos lleva­ran a co­nocer cómo es allá, cómo trabajan ellas, o sea una pasan­tía".

Ahora habla Fabiola, la otra madre-maestra invitada.

- "Nosotras hemos aprendido junto con los niños. Al prin­cipio éramos tímidas, al igual que ellos [...] No tenemos dónde trabajar. En nuestras casas somos pobres y no tenemos facilidades. Los dueños de casa se molestan. Los padres de familia les retiran".

Noveno: Entrega de diplomas a los niñosSon 14 niños los que se gradúan. Se aclara que la madre-maestra respectiva va a entregar a cada niño el diploma, mientras el padre o la madre le pondrán la capa y la museta. Capa y museta son de satín brillante, en colores rojo y azul. Entra de inmediato un fotó­grafo en escena.

NELLY LUCIA SIMBAÑA

- "Nelly Simbaña que nunca se baña", se le oye decir a Cosme, rápidamente reprimido por su madre-maestra.

Pasa la madre, le pone la capa y la museta. Se toman la foto: las dos mujeres a los costados y la niña en el medio, sos­teniendo el diploma de cara a la cámara. Las tres sonrientes.

MAYRA ELIZABETH CONDOR

- "¿Cómo se pone esto?", pregunta ner­viosa la mamá, que no atina con el broche de la capa.

MARCIA CRISTINA SIMBAÑA

El fotógrafo pregunta a cada madre si quiere la foto, pero se a­presta a tomarla antes de preguntar. Sabe que ninguna dirá que no. Es parte del negocio. Esta es una ceremonia muy importante y, por tanto, una foto muy importante, para cada una de ellas.

Los aplausos no se dan en el momento de entrega del diploma sino después de la foto.

JENNY ROCIO RIVERA

Ninguna mamá felicita, abraza o besa al hijo o hija. Eso sí, les arreglan el pelo, les acicalan la ropa antes de la foto. Después de la foto, agarran el diploma para tenerlo ellas a buen recaudo.

MILTON FERNANDO CARRERA

Primer papá que pasa adelante. Antes de acercarse al hijo, saluda y da la mano a cada una de las madres-maestras.

WILMER JAVIER FLORES

La mamá entra en apuros para cerrarle la bragueta, pide al fotó­grafo que espere para la foto.

WILLIAM NARVAEZ MENDEZ

El niño empieza a ponerse en pose y sonreír para la foto desde el momento mismo en que le nombran, mientras la maestra le entrega el diploma y la mamá le pone la capa. Imagino la sonrisa congela­da que quedará para siempre recordando esta ceremonia en la foto.

BYRON DARIO JUMBO JUMBO

Pasan papá y mamá. El papá, Presidente de los Padres de Familia, se coloca de inmediato junto al hijo para la foto. La mamá, entre tanto, le acomoda la camisa y le limpia la nariz. Luego, vuelve a su asiento. Habiendo un solo lugar en la foto para padres de fa­milia, el papá asume que el lugar es naturalmen­te suyo.  

COSME ROMAN ENRIQUEZ JATIVA

- "Este es un diablo", me ratifica la madre-maestra a mi lado.

Pasa la mamá, una mujer joven, de apariencia moderna y juvenil. Me dicen que es obrera en una fábrica. Después de la foto, se queda junto con el hijo, sentada en su silla, conversando con él. No vuelve a su asiento de madre de familia.

DIEGO LIZANDRO MINDA

Mientras están en la foto de Diego, la mamá de Mayra se acerca adelante a reclamar: en el diploma dice Mayra Elizabeth y es Mayra Mari­sol. Beatriz le dice que ya lo van a arre­glar.

CRISTIAN CONCHA GONZALEZ

- "Cristian Concha, melcocha", dice en voz alta Cosme. Y vuelve a ser reprimido.

WILLIAM CAZAR CADENA

JANETH CALDERON ORTIZ

MARCELA TATIANA PALLO

- "Un aplauso para nuestros graduados", pide finalmente Beatriz, la coordinadora.

Ahora, empieza la entrega de diplomas a los niños más pequeños, los que se quedan todavía en el jardín.

Décimo: Entrega de presentes a las madres-maestras por los padres de familia.  Una madre de familia entrega a las tres madres-maestras y a Beatriz, la coordinadora, unos pequeños regalitos, con unas palabras de agradecimiento "por lo que se han esforzado para que nuestros niños se eduquen". Ya no es solo ruido lo que cunde en el salón sino franco desorden y desbandada.

Décimoprimero: Recitación "Vacación" por parte de los niños

Vaca vaca vaca
vaca vacación
terminaron las tareas
tengo lista la cometa
la pelota y el avión
mañana ya no vengo
adiós, adiós, adiós.

Décimosegundo: Brindis. Una copa de Champagne Gran Duval, canguil (palomitas, pochoclo) y un pan con queso se ofrecen a todos los adultos presentes. Luego viene la tertulia informal.

Niños y padres empiezan a irse. El salón va vaciándose. Cada familia recoge su caja de cartón con los trabajos manuales hechos por el hijo o hija durante el año, así como la respectiva mesa y silla, que van cargando a cuestas mientras trepan a paso lento por la cuesta de tierra que da al parque princi­pal del pueblo.


* Incluido en: Rosa María Torres, Itinerarios por la educación latinoamericana: Cuaderno de viajes, Paidós, Buenos Aires-Barcelona-México, 2000.

Un Año Viejo infantil






Para los niños y niñas de mi condominio

Linda tradición la de los Años Viejos, monigotes caseros que rellenamos con aserrín o papel periódico, cubrimos con caretas y quemamos la noche del 31 de diciembre para ahuyentar malas vibras, broncas y ansiedades. Recurso creativo que permi­te burlarse de los políticos, reclamar sin paros ni huelgas, reaccionar a todas las caras del maltrato, la injusticia, la corrupción, la impunidad.

Los niños son los que más se divierten con los Años Viejos. Pero los monigotes que fabrican son por lo general Años Viejos Adultos, representando personajes y problemáticas adultas. Siem­pre pensé que si los niños pudieran hacer sus propios Años Viejos, muchos escogerían como tema la escuela.

Un Año Viejo sobre la escuela es efectivamente lo que decidieron hacer los niños y niñas de nuestro condominio, en Quito. Mi hijo menor entre ellos. Dejando de lado los personajes trillados - el borracho con la botella, la mujer con el palo persiguiendo al marido, el futbolista con su pelota, el político arengando - montaron el escenario escolar con tres Años Viejos: director, profeso­ra y alumno. Una pizarra, un mapa colgado de la rama de un árbol, el director - careta de lentes y pocos amigos - sentado con su portafolio al brazo, la maestra - careta de bruja - parada, regla en mano. El alumno, sentado, con careta de niño. Completando el cuadro, cuadernos, tizas y libros, sobre una mesa de cartón. Todavía no había computadoras.

Colgados entre las ramas de los árboles que sirven de escenario natural, los típicos carteles que acompañan a los Años Viejos. En este caso, carteles alusivos a la escuela, hechos por los propios niños, errores de ortografía, letras garrapateadas, borrones.

LOS DEBERES CAUSAN CANSANCIO MENTAL
ABAJO LAS ESCUELAS
HUELGA DE ESCUELAS
PROFESORAS BRUJAS
U,U,U, BRUJAS
EL DIRECTOR ES UN MANDON
NO NOS ATORMENTEN CON ESCUELAS
NECESITAMOS JUGAR MAS Y MENOS DEBERES
QUE, ¿NO ENTIENDEN?

Niños y niñas actuaron en el escenario un conversatorio sobre la escuela, replicando los estereotipos de la niña aplicada y el niño vago, la niña recatada y el niño osado. Todos compartieron sus experiencias escolares, los deberes que les mandan, los castigos que les aplican, los libros que les mandan a leer, los profesores con que interactúan. 

Un niño de pre-escolar pide a los más grandes que le lean lo que dicen los carteles y comenta que a él le encantan los deberes. Una niña dice que lo que más le gusta de la escuela es el bus. Otra revela que su mamá le mandó un regalo a la profesora para que no le ponga mala nota en inglés. Otro argumenta que el inglés es más fácil que el español. A lo cual otro dice que tal vez para los gringos, pero no para los ecuatorianos...

Yo en calidad de público, observando y pensando qué bueno sería que los 31 de diciembre los niños pudieran hablar sobre sus escuelas, como lo hicieron estos niños de mi condomi­nio. A través de estos Años Viejos Escolares noso­tros, los adul­tos, podemos entender mejor lo que nuestros niños piensan y sienten sobre la escuela. 

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"Infantil" no puede ser insulto
- Reconocimiento a Felipe (Quino)

Discriminaciones a través del lenguaje. 'Infantil' no puede ser insulto


Mucho se ha trabajado y mucho queda por trabajarse la discriminación a través del lenguaje.

Los usos discriminatorios del lenguaje en relación a las mujeres son, desde hace tiempo, tema de análisis y denuncia, con algunos impactos prácticos sobre el habla y sobre la escritura, al menos en ciertos estratos de la población. La insistencia en "las y los" ayudó a tomar conciencia de la invisibilización de la mujer, también en el plano lingüístico. No obstante, en el habla corriente siguen campeando los usos peyorativos y machistas de "niña", "nena", "mujercita", "hembra", "hembrita"... A las mujeres sigue mandándoseles a la cocina y al limbo genérico "ama de casa".

La discriminación nacida del racismo, principalmente contra indios y negros, sigue siendo atroz. Haber logrado pasar del "negro" al "afro" es, para muchos, una conquista. Pero siguen en la punta de la lengua el "trabajar como un negro" y la "merienda de negros", y las expresiones más insultantes y degradantes en torno a los indígenas en nuestros países.

Las 'capacidades especiales' empiezan a entrar forzadamente en el discurso, pero en el trato cotidiano la discapacidad sigue moviéndose a sus anchas. Con los términos y argumentos de la discapacidad - física, intelectual, moral - se busca ofender e insultar en cualquier conversación, en cualquier debate.

Las personas mayores son objeto de burla, no importa cuánto creció la expectativa de vida en el mundo y el develamiento científico de viejos tabúes y mitos asociados a la vejez. "Tercera edad" o "adulto mayor" son términos académicos y sofisticados; en la vida real siguen siendo los viejos, los ancianos, y tratados sin consideración ni respeto. Vieja es abuela, y abuela - joven o vieja - es conejillo de Indias para poner a prueba la ignorancia o la tontería: "si se lo explicas a tu abuela y ella lo entiende, significa que cualquiera lo puede entender".

Y, en el extremo opuesto, los niños, los con menos condiciones y armas para protestar y defenderse contra los abusos - los físicos, los morales, los lingüísticos - y cuya discriminación en el lenguaje suele pasar desapercibida. 'Infantil' sigue usándose de modo peyorativo, como equivalente a condición inferior, a minusvalía, a falta de criterio y de razón, a error. De todo lo que son los niños - lindos, tiernos, curiosos, creativos, imaginativos, espontáneos, inquietos, llenos de energía - 'infantil' destaca lo que no son, lo que no tienen, lo que les falta por comparacón con los adultos.

En "La enfermadad infantil del 'izquierdismo' en el comunismo" Lenin usó 'infantil' como categoría de análisis y de descalificación ideológica y política. Pero no podemos reprochárselo. No olvidemos que Lenin escribió a principios del siglo pasado, cuando no existía el conocimiento que hoy tenemos sobre la infancia ni los abundantes consensos internacionales para protegerla del abuso adulto. Lenin no conoció la Declaración de los Derechos del Niño (1959), mucho menos la Convención sobre los Derechos del Niño (1989).

Es mucho lo que hemos avanzado en este siglo en conocimiento sobre la infancia y en reconocimiento de derechos de niños y niñas. Por eso resulta inadmisible que, en pleno siglo 21, la sociedad adulta siga usando 'infantil' como como descalificativo y hasta como insulto en el terreno de la política - "izquierdistas infantiles", "ambientalistas infantiles", "indigenistas infantiles" (términos, dicho sea de paso, usados reiterada y sistemáticamente por el exPresidente ecuatoriano Rafael Correa para referirse a sus opositores). 

¡A las aulas!

Rosa María Torres

Quito: El regreso a clases tendrá 5 medidas para aliviar el tráfico
Diario El Telégrafo, Ecuador, 1 sep. 2014

Escribí este artículo en 1990 a propósito del fin de las vacaciones y el regreso a las aulas. Pasó un cuarto de siglo. Quién podría haber anticipado entonces que el problema del tráfico en Quito llegaría a los niveles actuales, tanto como para convertirse en tema central del inicio de clases (como en tantas otras ciudades latinoamericanas). Estaba, eso sí, en lo cierto al anticipar que tomaría muchos años ver que "aprender haya llegado finalmente a coincidir con interés, descubrimiento, alegría y relevancia, como debe ser". Un cuarto de siglo después, ese día todavía no llegó.


Niños pequeños disfrazados de escolares y armados de loncheras vis­­tosas to­da­vía con etiquetas de almacén pueden verse sollo­zan­tes frente a guar­derías y jardines de infantes, colgados de la mano o del cue­llo de papás y mamás que luchan por con­ven­cerlos y desprenderlos. Escenas desgarrado­ras pueden encon­trarse también entre los aspirantes al primer grado. Los que asumen la entrada a clases sin problemas probable­mente es porque tienen ya alguna experiencia como clien­tes re­gula­res del sistema escola­r.

Uniformes nuevos y pulcros, zapatos lustrados, carriles y mochilas relucientes, por todas partes. El tráfico se conges­tiona y se desquicia, desacostumbrado ya a los buses es­cola­res repletos de alumnos bulliciosos, que ahora vuelven a serpen­tear orondos por calles y avenidas.

Quito tomado por pequeñas y grandes ceremo­nias de inaugu­ración. Abundan las elegancias, los discur­sos, los himnos, los abrazos, las normas para los alumnos, los avisos y consejos para los padres. Termina­do el acto, cada cual se dirige a lo suyo: alumnos y maes­tros a las aulas, padres y madres a sus ocupacio­nes. Estas últimas in­cluyen, ahí mismo, el abor­daje a los profesores para la pre­senta­ción per­so­nal y las reco­men­daciones de ri­gor, así como las compras apresu­radas de los últimos útiles escolares.

Luego vendrá el reencuentro con los hijos para la ansiada relato­ría de los acon­tecimientos. En el reino de caos y confusión tan propio del primer día de clases, dichas re­latorías suelen estar próximas a las crónicas de aventuras fantásticas.

Se inician las clases y, con ellas, las ilusiones y emociones que trae consigo todo comienzo. Emociona la incertidumbre de lo nuevo pero emociona también el reencuen­tro con lo conocido y extrañado (el chico o la chica a quien dejó de verse durante las vacaciones, los amigos, los compañeros, los profeso­res, los lugares, las seguridades, los afec­tos).

¡Qué lindos son los útiles escolares nuevos!. Lápices con punta y borra­dor afilados; reglas, colores, compases en estuches; cuader­nos y libros intactos, con membretes, cubiertos de plásti­cos aún olorosos y brillantes. ¡Qué lindo es ponerle a cada cosa el nombre de uno!. ¡Qué lindo es estre­nar cuaderno, escribir en hojas vírgenes, blancas, tersas!. ¡Qué lindo es abrir el libro en la primera página, ima­ginando que todas están llenas de cosas interesan­tes!.

Todo invita a los buenos propósitos, a los "este año todo será dis­tin­to". El vago junta deci­sión para pro­ponerse estudiar más. El tímido descubre voluntad y fortaleza para ser más lanzado. El solitario se dice que este año hará amigos. Todos se aprestan de algún modo a cambiarse y a cambiar.

Lamentablemente, no tarda mucho en colarse la rutina escolar y el desencanto de quie­nes, primerizos en el sistema, ima­ginaban otra cosa. Los unifor­mes empiezan a enco­gerse y descolorirse. Los cuadernos em­piezan a lle­narse de observaciones en rojo, los lá­pices a achicarse, las reglas a per­derse, los borrado­res a manchar­se. Los primeros llama­dos de atención, los primeros castigos, las prime­ras prue­bas, las prime­ras notas, van abonan­do el terreno para el inevi­ta­ble deterio­ro de ánimo que, a medida que avanza el año, pasa a convertirse, como siempre, en la ansiada espera de las vacacio­nes.

Algún día, afortunadamente, todo esto será distinto. Niños y jóvenes ansiarán la entrada a clases no solo por la ex­pectativa efímera de lo nuevo sino por el placer perdura­ble que produce aprender. Esto sucederá, claro, después de muchos años, cuando la sociedad y el sistema escolar hayan cambiado de manera tal que aprender haya llegado finalmente a coincidir con interés, descubrimiento, alegría y relevancia, como debe ser.

Entretanto, no está demás que empecemos a hacer algo para que este nuevo año escolar se acerque un poquito más a ese después de muchos años.

* Publicado en: Revista Familia, diario El Comercio, Quito, 30/09/1990

El sistema escolar que conocemos hace mal a la salud





El sistema escolar que conocemos - el sistema educativo occidental heredado de los conquistadores - pertenece a otra época. No está pensado desde el punto de vista de los deseos, intereses, necesidades y bienestar de niños y jóvenes sino desde la perspectiva de la sociedad adulta: padres de familia, profesores, autoridades. Tampoco está pensando desde la perspectiva del aprendizaje; su foco está en la enseñanza.

Pedirle a este sistema escolar que asegure calidad y equidad, educación para todos, aprendizajes significativos, gusto por aprender, aprender a aprender, es pedirle peras al olmo. Mejorarlo no basta. Hay que darle vuelta. Necesitamos construir OTRAƎDUCACION, dentro y fuera de las aulas.


Por muchas razones, el sistema escolar convencional hace mal a la salud física y mental no solo de los alumnos sino también de los profesores y las familias. Repasamos aquí algunos temas: aprendizaje, actividad física, alimentación, autoestima, acoso (bullying), descanso, enfermedades, inseguridad, juego, sueño.

Aprendizaje


Claudius Ceccon
- En el sistema escolar se enseña mucho y se aprende poco. Niños, jóvenes y adultos pueden terminar la educación primaria e incluso la secundaria sin haber aprendido a leer y escribir comprensivamente.

- Lo usual es culpar del no-aprendizaje y del fracaso escolar a los estudiantes. Se diagnostica fácilmente dificultades de aprendizaje y se habla de crisis de aprendizaje antes que de crisis de la enseñanza y de crisis de los sistemas escolares.

- El sistema escolar es resistente al cambio. Mucho de lo que se enseña está desactualizado; el sistema es muy lento para incorporar los nuevos conocimientos y las nuevas posibilidades que se abren tanto para la enseñanza como para el aprendizaje.

- El conocimiento se presenta de manera fragmentada, organizado en asignaturas (y en profesores para cada asignatura) sin relación entre ellas.

- Aprender implica comprender y toma tiempo. No obstante, el currículo escolar está generalmente recargado, lo que convierte a la enseñanza en una carrera contra el tiempo. El enciclopedismo (querer enseñar todo) revela una histórica incomprensión de lo que es el aprendizaje y fomenta la memorización antes que la comprensión.

- El sistema escolar tiene problemas para reconocer y aceptar la diversidad (socio-económica, cultural, de género, etc.). Prefiere imaginar que los alumnos son iguales, que necesitan aprender lo mismo y al mismo ritmo, y ser evaluados del mismo modo. La homogeneización es la norma.

- El sistema escolar no sabe qué hacer con alumnos que no aprenden lo que se les enseña y en los ritmos esperados, por lo general alumnos de sectores pobres y en desventaja. Inventó para eso una 'solución' absurda, costosa e inútil, la repetición, la cual perjudica y estigmatiza a millones de estudiantes y desperdicia valiosos recursos que podrían utilizarse para mejorar y diversificar el aprendizaje dentro y fuera de las aulas. Repetir curso es una de las experiencias más traumáticas en la vida de una persona y a menudo un empujón para el abandono escolar.

Actividad física /movimiento

Son conocidos y cada vez mejor documentados los beneficios del ejercicio físico para la salud física y mental de las personas y los problemas que acarrea el sedentarismo, sobre todo si se cultiva desde la infancia. Los niños y jóvenes sedentarios son propensos a la obesidad y otros males. El ejercicio mejora no solo el estado de ánimo sino también la cognición, la capacidad para aprender. Además, el deporte enseña a trabajar en equipo, a comprender y seguir reglas, y ayuda a desarrollar valores y actitudes fundamentales como la cooperación, la sana competencia, la disciplina, la perseverancia.

Nada de esto tiene en cuenta una educación escolar basada en el inmovilismo. El asiento es tal vez el objeto que mejor representa al sistema escolar y estar sentado la postura preferida. Alumno-burócrata antes que alumno-aprendiz.

El sistema escolar (y toda la sociedad) asocia educación y aprendizaje con nalgas y con cabeza: nalga-asiento, cabeza-archivo. Estudiante se representa como persona sentada (el único parado es el profesor). Aula se asocia con filas de pupitres o de asentaderos alineados en el suelo. Escuela se asocia con construcción, paredes, rejas.

Nada de mens sana in corpore sano. Para la cultura escolar el cuerpo es asunto de otros. Alumnos y profesores cuentan como cabezas y son entrenados del cuello para arriba.

Andy Rementer. South Korea Education System Hurts Students
Niños y jóvenes son obligados a permanecer durante horas en asientos duros, incómodos, muchas veces destartalados, demasiado altos o demasiado bajos para su edad. Las malas posturas se inician en la infancia y traen problemas en la vida adulta. 

La Educación Física permite reconocer, mover y ejercitar el cuerpo. Pero Educación Física es una asignatura, no un modo de ser y de aprender en la escuela.

No hablamos pues solo de agregar horas de Educación Física al currículo escolar. Hablamos de reconocer la existencia del cuerpo, la necesidad del movimiento para el aprendizaje, a lo ancho del currículo. Demostrado está que la atención y la concentración se dan mejor no en el reposo sino en el movimiento.

La llegada de las TIC a la escuela reforzó el inmovilismo y el encierro. Los padres de familia que saben y pueden permitírselo prefieren más contacto con otros seres humanos y con la naturaleza y menos contacto con la pantalla. Los hijos de Sillicon Valley usan poco la computadora, el celular y el internet; van a una Escuela Waldorf con pizarra convencional, con mucho espacio verde, sin computadoras. Pero también hacen esta opción, cada vez más, personas, familias y grupos orientados por la empatía con los niños, la valoración del juego al aire libre y del trabajo manual, el ecologismo, el humanismo, el valor de lo comunitario, las pedagogías críticas y alternativas, el aprendizaje-servicio.

Si al sedentarismo escolar agregamos el familiar - niños y jóvenes prendidos a un televisor o a aparatos electrónicos - se entiende por qué crece a pasos agigantados la obesidad infantil en el mundo.

Alimentación

El desayuno es una comida importante para empezar el día. No obstante, dados los horarios escolares, muchos niños y jóvenes desayunan a las carreras, o no desayunan, porque el tiempo no alcanza, porque el sueño quita el hambre o porque la pobreza no permite desayunar. Llegar mal dormido, mal comido y cansado a la escuela no es una buena manera de empezar el día ni de prepararse para aprender.

La comida chatarra se ha enquistado en la vida escolar y es difícil combatir, como lo muestran países que ya prohiben su venta en kioskos y bares escolares. El negocio puede más; también la comodidad de los padres y las preferencias de niños y jóvenes expuestos cotidianamente a la publicidad.

Por otro lado, la comida que se ofrece en las escuelas a menudo no reúne las condiciones nutritivas o de higiene indispensables, ni tiene en cuenta los gustos de los alumnos. Mucha comida es comida con desgano o tirada a la basura tanto en planteles públicos como privados. La contribución escolar al impresionante desperdicio de comida en el mundo.

El buen comer implica no solo buena comida sino buenas condiciones para comerla. ¿Cuántos planteles cuentan con instalaciones adecuadas para preparar los alimentos y/o para comerlos? En muchas escuelas, las cocinas son espacios improvisados e insalubres. A falta de comedor, se come en las mismas aulas, sobre el pupitre, entre cuadernos y libros. O en corredores, gradas, patios. Y de prisa. ¿Quién puede desarrollar buenos hábitos alimenticios en estas condiciones?

Autoestima

Claudius Ceccon
El sistema escolar es campeón en demoler autoestimas, especialmente entre los más proclives a la baja autoestima: los niños, las mujeres, los grupos indígenas y subordinados en general, los con capacidades especiales, los tímidos, los sensibles, los pacíficos, los diferentes. Pocos son los que logran atenciones y distinciones. La mayoría está en falta, en deuda, en tensión.

Todos podemos aprender. No obstante, éste no es el mensaje que transmite el sistema escolar. Al contrario: crea desconfianza en las propias capacidades, miedo a no cumplir con las expectativas, disposición al fracaso.

El castigo - hobby escolar (y familiar) - es enemigo de la autoesima. Si no es el castigo físico - todavía extendido - es el moral, ese que ridiculiza y humilla, y termina doliendo más.

Un atraso, un deber no hecho, una mala nota, una pregunta contestada fuera de tiempo, un 'performance' fallido en la pizarra, van sumando día a día al 'soy tonto', 'soy lento', 'no puedo aprender'. Las calificaciones se encargan de confirmar los peores diagnósticos y pronósticos. La onda expansiva llega al hogar y encuentra eco entre padres de familia dispuestos a aceptar el veredicto escolar sobre sus hijos e hijas.

Generaciones enteras de niños, adolescentes y jóvenes son dados por tontos, inútiles, ignorantes, incompetentes, a partir de pruebas y calificaciones que miden (muchas veces mal) una pequeña porción del currículo escolar. Todos son etiquetados: extra-edad, distraído, hiperactivo, con 'problemas de aprendizaje', desertor, repetidor, especial, nini ... El sistema escolar es especialista en identificar y señalar déficits antes que talentos. Triste para una institución que justamente está ahí - debería estar - para descubrir y desarrollar lo mejor de cada persona, en la mejor definición de educación, que es justamente aquella que se asocia al latín educere: sacar, sacar lo mejor, de adentro hacia afuera.

Pocas cosas más demoledoras e inútiles que la repetición escolar. Demoledora para la autoestima de los estudiantes, para su futuro y el de sus familias, y demoledora para los sistemas escolares, que tiran el dinero en esta falsa "solución". Los estudios abundan hace décadas; no obstante, los sistema escolares persisten en este absurdo pedagógico, administrativo y financiero.

¿Quién puede querer prolongar una experiencia que destroza sistemáticamente la autoestima? ¿Quién puede asombrarse de que tantos, al llegar a la adolescencia, decidan renunciar? Fácil es atribuir la 'deserción' a cuestiones de pobreza o de pereza. Fácil asociar al 'desertor' con perdedor.

Acoso escolar (bullying)

El acoso escolar o bullying ha estado siempre ahí pero va en ascenso y se vuelve más visible y letal. Las estadísticas - los que denuncian, los que son objeto de mofa pública, los que se suicidan, los  asesinados - alarman en todo el mundo, así como la creciente crueldad y corta edad de los acosadores. Las estadísticas globales indican que 1 de cada 3 estudiantes es víctima de acoso.

El bullying hace noticia todos los días en diarios locales, nacionales e internacionales. Hay países en los que ya es una de las primeras causas de suicidio, sobre todo entre los adolescentes y crecientemente entre los niños. Para las millones de víctimas de acoso escolar el largo receso ocasionado por la pandemia en 2020-2021 fue sin duda motivo de alivio antes que de pérdida.

No solo los alumnos; también los profesores son víctimas de bullying, por parte de sus alumnos, de padres de familia o de colegas. También aquí hay casos de suicidio y asesinato. El mundo reacciona con horror, hasta el siguiente caso.

¿Quién puede querer enviar a sus hijos a un lugar donde el maltrato ya no está solo en el carnet habilitante de los profesores sino también de los alumnos, de los propios amigos y compañeros de clase?

Se multiplican campañas y planes locales y nacionales para controlar el bullying. Pocos son eficaces. La mayoría no acaba siquiera de entender las razones, la complejidad y la magnitud del problema.

Descanso

La obsesión con aumentar el tiempo escolar es mucho mayor que los intentos por hacer mejor uso del existente. Pocos parecen comprender que una extensa jornada escolar implica necesidad de descanso. Para alumnos y para profesores. Y la necesidad, por ende, de tiempos y espacios para descansar durante la propia jornada escolar.

Solo a los niños pequeños, pre-escolarizados, se les concede la necesidad del descanso y de los artefactos y condiciones necesarios para ello (silencio, colchones, colchonetas, almohadones, etc.) 

La sala de profesores, si la hay, es a menudo un lugar feo, inhóspito, inamistoso. No solo para estudiar y trabajar sino para descansar, para permitir esa breve siesta reparadora que hoy se recomienda como esencial para la salud de las personas, niños y adultos.

En Finlandia, la escolarización empieza a los 7 años de edad. El año escolar es uno de los más cortos y los recreos son más largos que en el resto de Europa. Se estimula a los alumnos a salir afuera en los recreos, de modo que se muevan, cambien de ambiente y regresen re-energizados. Espacios y tiempos escolares están pensados tanto desde la necesidad del trabajo y del juego como del descanso. Los finlandeses son expertos en aprendizaje escolar.

Enfermedades 

La experiencia escolar es una experiencia de estrés, angustia y miedo para millones de estudiantes de todas las edades y clases sociales. Nada más estresante que la situación de examen. En vez de buscar paliativos psicológicos y médicos a la salud mental, hoy en el centro de la atención mundial, bajar los niveles de estrés que ocasiona el sistema escolar, y los exámenes específicamente, sería una medida fundamental y efectiva.

Millones de planteles escolares carecen de condiciones básicas de salubridad como agua potable, servicios higiénicos, alcantarillado, iluminación y temperatura adecuadas. Hay ruido, hacinamiento, desaseo, basura. En zonas rurales y urbanas, en países 'en desarrollo' y también en muchos 'desarrollados'.

En Estados Unidos, una encuesta nacional a enfermeras escolares encontró que 40% sabía que los niños y el personal estaban afectados por problemas de calidad del aire. Una tercera parte o más de las escuelas tenían polvo y otros problemas que provocan tos, dolores de cabeza y enfermedades respiratorias. El asma es la enfermedad crónica número uno responsable de las ausencias de los alumnos y su incidencia sigue creciendo. Se estima que 1 de cada 10 niños escolares en EE.UU. tiene asma. Sube el número de padres de familia que retira a sus hijos de la escuela y los educan en casa.

La distancia y el difícil accesso a la escuela obliga a muchos niños a largas caminatas o incluso a riesgosas aventuras cotidianas (cruce de puentes, precipicios, ríos, etc.) en el campo y en zonas apartadas, y en condiciones climáticas adversas, o bien a mucho tiempo de transporte escolar, en las ciudades.

Nunca faltan los casos de intoxicaciones debido a comida en mal estado.

El peso excesivo de las mochilas escolares que cargan los niños todos los días es tema de preocupación mundial, causa de frecuentes dolores de espalda entre los estudiantes.

Miedo
y estrés son parte de la experiencia escolar que producen la competencia, los deberes, las evaluaciones, las pruebas, las calificaciones, los premios y castigos. Estudios indican que la miopía avanza a medida que avanzan los años de escolaridad y el estudio, así como el uso de las pantallas.

Los maestros desarrollan a su vez una serie de enfermedades vinculadas al oficio, que ya se consideran enfermedades laborales, como várices, problemas de voz, estrés, burnout. Enfermedades que reflejan el "dictar clase" como matriz de los viejos métodos de enseñanza, y las cada vez más demandantes y complejas condiciones del mal remunerado y mal valorado trabajo docente.

Padres - y sobre todo madres - de familia padecen a la par de sus hijos los rigores y el estrés de la cultura escolar: los madrugones, las carreras, el ritual de los uniformes, el martirio de los deberes, la tensión de los exámenes, la angustia sin fin del bullying, el miedo a la autoridad y a la lógica escolar.

Inseguridad
 
Uno de los grandes problemas del mundo contemporáneo es la inseguridad, la creciente violencia en la sociedad, en la familia, en el sistema escolar.

Son más bien excepcionales los países, ciudades, planteles y sistemas escolares en los que los alumnos llegan a pie o en bicicleta a la escuela. La inseguridad y la violencia en las calles refuerzan los cuidados y los miedos de padres y madres de familia. Jugar en la calle, jugar al aire libre, quedó en el pasado y se recuerda con nostalgia en muchos entornos urbanos. El juego ha ido quedando cada vez más como una actividad vigilada y puertas adentro.

La violencia ha entrado en la escuela, con todo el menú de males que ofrece cada sociedad: maltrato, bullying, drogas, abuso sexual, crimen. Morir a mano de estudiantes armados ya es posible y los episodios se repiten, sobre todo en países 'desarrollados'. El control de armas es ya parte de la rutina escolar en Estados Unidos y otros países.

Accidentes en transportes escolares sin supervisión adecuada, y casos de pedofilia y violación en pre-escolares, escuelas y colegios, son noticia diariamente.

El uso de celulares, laptops y tabletas es un nuevo flanco de la inseguridad escolar y de la vulnerabilidad de los alumnos de todas las edades. Quienes recomiendan, entusiastas, la entrada de toda clase de artefactos electrónicos a la escuela, muchas veces no tienen en cuenta los riesgos que esto tiene para los alumnos. El robo de celulares, muchas veces con asalto, es hoy una de las principales fuentes de inseguridad infantil y juvenil en muchos países 'en desarrollo'.

Atrás quedaron los tiempos en que las familias enviaban a sus hijos a la escuela confiando en que allí estarían a salvo. Hoy saben que no es así, ni en planteles públicos ni en privados. La escuela cercana al hogar se valora más que nunca. La seguridad ha pasado a ser factor clave en la definición de la buena o mala escuela.

Juego

El juego es un derecho de la infancia y un poderoso motor de aprendizajes. El juego organiza la vida y la actividad de los niños (vale recordar que la definición de 'niño' va hasta los 18 años de edad).

Jugar aprendiendo es el principal y el mejor modo de aprender. Dentro y fuera de la escuela.

No obstante, el sistema escolar se lleva mal con el juego. Estudiar y jugar, y hasta aprender y jugar, pueden verse como incompatibles. Jugar es actividad reservada para los recreos. Aprender es lo que se hace en el aula. Y todos parecen empeñados en meter a los niños cuanto antes a las aulas, en acortar la 'etapa del juego' y entrar de lleno a la 'etapa del estudio'.

Porque solo a los niños pequeños, y hasta el pre-escolar, se les concede oficialmente la necesidad de jugar. Un año más tarde, a ese niño se lo sienta y se le prohibe jugar: ha entrado a primer grado. 

El prototipo del 'buen alumno' sigue siendo el alumno sentado, quieto, silente. El inquieto, el curioso, el preguntón, es el indisciplinado, el 'mal alumno'.

Pobre del profesor o profesora que juega y que alienta el juego. Se expone a arengas y llamados de atención no solo por parte de los directivos sino de los padres de familia. Típicos 'vagos' que se escudan en el valor pedagógico del juego para no trabajar, para no enseñar.

Sueño 
School Starts Too Early
Conocemos hoy mejor que nunca la importancia del sueño para el buen funcionamiento del cuerpo y del cerebro. Dormir poco y dormir mal trae aparejados muchos problemas de salud y es un factor que contribuye, entre otros, a la agresividad y a la obesidad. Estudios muestran que muchos niños acosadores, que practican el bullying, son niños con déficit u otros trastornos de sueño. Dormir poco y dormir mal tiene un efecto muy negativo sobre el desarrollo y el desempeño intelectual, la cognición, la concentración, la atención, la memoria, el aprendizaje.

Los horarios escolares han estado siempre pensados desde las lógicas económicas y las dinámicas adultas de la sociedad, no desde las necesidades y dinámicas de niños y jóvenes, y mucho menos desde los requerimientos del aprendizaje.

Niños, adolescentes y jóvenes escolares se levantan con sueño, sin haber dormido lo suficiente.Y, claro, bostezan en clase. Los pobres y los ricos. Unos duermen poco y mal porque eso es parte del ser pobre, del hacinamiento, el hambre, la ausencia de un mínimo confort. Otros, porque están hasta altas horas de la noche con el televisor prendido, la consola de juegos, la computadora y el internet. Pocos duermen las 9 a 11 horas diarias que recomienda la Asociación Mundial de Medicina del Sueño.

También los profesores, y los padres y madres de familia, se levantan con sueño. La falta de sueño se considera ya un tema de salud pública a nivel mundial. Se estima que en los últimos 50 años se han perdido en promedio 2 horas de sueño diario. Millones de personas - adultos, jóvenes y niños - experimentan trastornos diversos relacionados con el sueño. Para quienes estudian, los problemas se ven en el bajo resultado escolar; para quienes trabajan, en el bajo rendimiento laboral.

La pregunta es: ¿vale la pena dormir poco y mal, vale la pena tanto sacrificio y tanto trajín, todos los días, para ir a la escuela?


Frente a la insatisfacción con el sistema escolar, surgen o se refuerzan propuestas e iniciativas alternativas. La educación al aire libre gana adeptos. El contacto con la naturaleza busca compensar el ya reconocido deficit de naturaleza.

Muchas de las innovaciones vienen por el lado de la infraestructura escolar: más espacios verdes, menos cemento; uso de materiales ecológicos para la construcción; aulas más amplias; espacios integrados; huertos escolares.

Otras tienen que ver con el mobiliario: aulas sin pupitres, para sentarse en el suelo; cojines, puffs, hamacas. Otras, con las tecnologías: sacar computadoras de las aulas, promover su uso en casa; regular el uso de celulares. Otras, con el tiempo: jornadas menos largas (o bien más extendidas, según el caso); clases más cortas; una organización distinta del currículo en el aula, en la jornada y en el calendario escolar; otros arreglos en cuanto a tiempo y actividades en vacaciones. Otras, por un replanteamiento radical de los lugares, del dónde y cómo se enseña y aprende: combinar estancia en la escuela con educación a distancia y en el hogar.

Se plantea asimismo postergar la edad de escolarización, eliminar o reducir los deberes, más espacio y tiempo para el juego, más tiempo de recreo y más frecuentes, medidas más duras contra el bullying. Y, claro, homeschooling o unschooling como alternativas a la escolarización convencional. Para muchos, el paquete escolar parece difícil de combatir y revertir.

Para saber más
- Academic performance at school linked to exercise, BBC.
- Are schools making kids sick?, CNN, 2012.
- The Power of Play in Learning, Mind/Shift.
- "Un mundo distraído. ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?", entrevista con Nicholas Carr.

- De lo físico a la física: la relación entre infraestructura escolar y resultados educativos en América Latina. Estudio del BID, 2011. 
- World Association on Sleep Medicine / World Sleep Day
- School Starts Too Early, Scientific American
- Madrugar no es beneficioso para los estudiantes, El Comercio, Quito, 2 sep. 2014
- La miopía sube con la educación
- Uno de cada tres niños carga el triple del peso recomendado en la mochila que llevan al colegio

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