Artículo tomado de La Tercera, Alejandra Jara, 23 marzo 2017
De visita en la Región del Biobío, el Premio Nacional de Ciencias
conversó sobre la importancia de que los niños crezcan en un espacio que
acoja, escuche, se diga la verdad y donde sus preguntas sean
contestadas. "Sólo así se transformará en una persona reflexiva, seria y
responsable", aseguró.
"Cuando uno aplaude a alguien sin haber escuchado
nada, entonces uno aplaude las expectativas", dijo un sorprendido
Maturana apenas subió al escenario de la escuela Hipólito Toro y Salas
de Chiguayante, en la región del Biobío, donde fue invitado ayer
miércoles a inaugurar el año académico.
La
noticia de que visitaría la región se masificó rápido y decenas de
personas, ajenas a la comunidad educativa del establecimiento, llegaron
hasta el colegio para escuchar al Premio Nacional de Ciencias,
arriesgándose incluso a que no las dejaran entrar.
Bastó
que lo mencionaran como el invitado de honor de esta ceremonia, donde
también se premió a los profesores destacados de Chiguayante, para que
el público estallara en aplausos mientras las cámaras, que transmitieron
en directo su presentación vía streaming, enfocaron a varios jóvenes y
adultos que se acomodaron como podían al interior del auditorio donde
reinó el silencio durante los poco más de 20 minutos que duró su
presentación.
"Pero las expectativas nunca se
cumplen, ni las propias, ni las ajenas. Lo cual es bueno. Uno puede
escuchar sin prejuicios, sin supuestos, sin exigencias y uno puede
hablar también desde la espontaneidad", recordó el biólogo y autor de El árbol del conocimiento (1984), antes de comenzar a hablar de "Amar educa", el tema central de su ponencia.
"Los
niños, niñas y jóvenes se van a transformar con nosotros, con los
mayores, con los que conviven, según sea esa convivencia. El futuro de
la humanidad no son los niños, somos los mayores con los que se
transforman en la convivencia", dijo Maturana en la mitad de su
presentación.
El biólogo se dio cuenta de lo
sorprendidos que quedaron los auditores con esta aseveración y continuó:
"Nosotros hoy somos el futuro de la humanidad. Los niños se transforman
con nosotros. Van a reflexionar, van a mentir, van a decir la verdad,
van a estar atentos a lo que ocurre, van a ser tiernos, si nosotros los
mayores, con los que conviven, decimos la verdad, no hacemos trampa, o
somos tiernos", explicó.
Por lo tanto, el
enseñar, como parte de la convivencia, es indicar, apuntar la mirada,
guiar la reflexión, pero "en cualquier caso los niños se van a
transformar con los mayores con los cuales conviven", agregó el biólogo.
"Cuando
decimos que amar educa, lo que decimos es que el amar como espacio que
acogemos al otro, que lo dejamos aparecer, en el que escuchamos lo que
dice sin negarlo desde un prejuicio, supuesto, o teoría, se va a
transformar en la educación que nosotros queremos. Como una persona que
reflexiona, pregunta, que es autónoma, que decide por sí misma",
sostuvo.
Maturana explicó que una de las cosas
que surge del lenguaje es la conciencia. Y que existen dos preguntas
fundamentales que los niños viven. Una de ellas es "¿mamá cómo se hace?,
lo que revela que el niño quiere hacerlo bien. "Todos queremos hacer
bien las cosas que sabemos y por eso preguntamos", aclaró el biólogo.
Y
la otra pregunta es la que le hace la mamá o el papá al niño: "¿Te das
cuenta de lo que estás haciendo?". "Esa es una pregunta maravillosa,
lleva la mirada sobre sí mismo. Abre el espacio de la reflexión", dijo
Maturana.
Y enfatizó: "Amar educa. Si creamos
un espacio que acoge, que escucha, en el cual decimos la verdad y
contestamos las preguntas, nos damos tiempo para estar allí con el niño o
niña, ese niño se transformará en una persona reflexiva, seria,
responsable que va a escoger desde sí".
Porque
el acto de escoger es fundamental y constituye un acto de conciencia,
aseguró el Premio Nacional de Ciencias Exactas. "El poder escoger lo que
se hace, el poder escoger si uno quiere lo que escogió o no, ¿quiero
hacer lo que digo que quiero hacer?, ¿me gusta estar dónde estoy?", son
algunas de las preguntas que aparecen", explicó Maturana.
En
su ponencia, Maturana también abordó que los problemas humanos nunca
son de inteligencia, sino corresponden a conflictos de emociones. "Son
todos conflictos de deseos y se resuelven con la reflexión", dijo el
experto.
También explicó que los humanos
hacemos teorías, es decir, constructos lógicos que se fundan en premisas
básicas aceptadas a priori desde la emoción. Y para resolver las
discrepancias con los otros "hay que ver las coherencias del ámbito en
el cual estamos hablando", agregó el Premio Nacional de Ciencias.
Si
no nos podemos poner de acuerdo, es porque estamos en ambos teóricos
distintos. Estamos argumentando desde premisas básicas diferentes. "Y la
única solución es mirar desde donde estamos diciendo lo que estamos
diciendo", sostuvo Maturana.
En este tema, el
ex académico del MIT fue consultado por uno de los asistentes sobre cómo
transformar la política pública en educación que está volcada a los
indicadores.
"Conversando", respondió el
experto y agregó que "El colegio de profesores se transformó a lo largo
de la historia en un sistema gremial, pero en su origen era un sistema
de reflexión académica sobre la educación. Un modo de conversar sobre lo
que hacemos. Porque si no conversamos ¿qué diremos ante las autoridades
gubernamentales?", se preguntó.
Por lo tanto,
lo que hoy hay que responder es "¿qué queremos con la educación", dijo
el biólogo. Es decir, saber si queremos formar jóvenes que se preparen
para la competencia del mercado laboral o para una convivencia
democrática, honesta, de mutuo respeto, en la colaboración, en la
reflexión.
"Ese es nuestro tema, tenemos que
conversar. Pero no tenemos que tratar la conversación como algo banal
(…) Tenemos que atrevernos no en una huelga, sino en la conversación y
la reflexión", aseguró el Premio Nacional de Ciencias.
"Para
que el amar eduque hay que amar y tener ternura. El amar es dejar
aparecer. Darle espacio al otro para que tengan presencia nuestros
niños, amigos y nuestros mayores", sostuvo Maturana.
Por
eso, la educación es la tarea más importante de un país. "Define el
ámbito de convivencia en el que ese país se va constituyendo, momento a
momento, día a día", agregó el biólogo.
Como
yo lo había mencionado anteriormente, en este ámbito la reflexión juega
un rol fundamental porque permite mirar dónde estamos. "Si no
reflexionamos vamos a caer en un fanatismo, en un ámbito de autoridad
absoluta para el que otro obedezca", aseguró Maturana.
Pero
a nadie le gusta obedecer, porque es una negación de sí mismo. Sin
embargo, en el colaborar "tengo presencia, soy libre, escojo", lo que
recordó que es importante aplicar en la crianza de los niños.
"La
educación es una transformación en la convivencia y seguirá un camino u
otro según la teoría desde las cuales actuemos. Las teorías no son
superfluas, definen el espacio en el que nos movemos y las aceptamos.
Pero si aceptamos las teorías aceptamos las premisas básicas desde donde
se constituyen, de modo que tenemos que ser siempre, o deberíamos ser
capaces, de preguntarnos las premisas básicas desde donde se construyen
las teorías, el sistema lógico con el cual fundamentamos lo que
hacemos", concluyó el Premio Nacional de Ciencias.