Maestros de inicios del siglo XX


Justo Serra con maestros de la Academia de San Carlos, México, 1910

Rosa María Torres
"Si usted sabe de alguna fábrica en que hagan maestros de acero o de palo, que no tengan necesidades morales ni físicas, mándeme el catálogo de precios para que encarguemos los diez o veinte millones que la República necesita".

(Fragmento de carta del Ministro Justo Sierra al Ministro de Hacienda Limantour, México, principios del siglo XX).

Cartas conservadas en archivos mexicanos de inicios de siglo, escritas por maestros y maestras urbanos y rurales, y dirigidas al Presidente Porfirio Díaz, dejan ver la penuria en que se desenvolvía la vida y el trabajo de los maestros en esos días.

¿Qué le pedían los maestros a Porfirio Díaz?

Licencias por enfermedad o simplemente para descansar. Abandonar el puesto por un tiempo, incluso corto, tenía el riesgo de encontrarlo ocupado al regreso.

Jubilaciones, pues únicamente tenían derecho a ellas quienes enseñaban en la capital y tenían al menos 30 años ininterrumpidos de servicio.

Ropa, pues el salario no alcanzaba para vestirse "a la altura de las circunstancias", lo que - según lo narrado por los maestros - provocaba crítica y hasta rechazo por parte de los padres de familia, la comunidad y los propios maestros y autoridades educativas.

Mejores salarios o, en su defecto, préstamos para pagarlos en abonos y poder comprar una máquina de escribir o de coser, a fin de hacerse unos pesos adicionales.

Las cartas expresan queja, descontento, baja moral, desmotivación, pedido de mayor atención y de menor exigencia de sacrificio a los maestros.

Pasó un siglo y corrió mucha agua. No obstante, con las distancias del caso, hay situaciones que persisten: maestros desatendidos y expuestos a toda clase de penurias; Ministros de Educación a la sombra y al antojo de los Ministros de Finanzas; Ministros de Finanzas con la sartén por el mango, siempre dispuestos a retacear el presupuesto destinado a la educación y a creer - en efecto - que los maestros son de acero y palo.

La madre que está detrás


Romero Britto

Para mi mamá

Está hiperdestacada la figura de la madre en relación al bienestar de los hijos e hiperdemostrado el impacto de la educación materna sobre la educación infantil. Pero poco o nada se sabe o se dice sobre el papel que tienen en la experiencia escolar el cuidado, el afecto, la confianza y las expectativas de las madres. No es cierto, como asumen muchos desde el llano prejuicio, que las madres analfabetas no valoran la educación de sus hijos. Madres con poca o ninguna escolaridad son a menudo campeonas de la educación, con más garra que muchas mujeres hiperescolarizadas. Precisamente porque son capaces de dar todo para que sus hijos e hijas tengan la oportunidad de aprender, lograr y realizar lo que ellas no pudieron.

Detrás de cada persona de bien hay a menudo madres de primera. Madres cargadas de sueños y de empeños, no necesariamente de libros o de títulos. Mujeres visionarias, luchadoras, generosas.

Los sistemas escolares les deben a las madres mucho más de lo que imaginan y están dispuestos a aceptar. Detrás de cada alumno que va a clases todos los días, vestido, lavado, peinado, abrigado, con la mochila en orden, hay una madre pendiente y diligente.  

Ejércitos de madres están detrás de la camisa blanca, la falda planchada, los zapatos limpios, los libros y cuadernos en su sitio. Madres que comparten la tensión del examen, la alegría o el trago amargo de las calificaciones, las malas noches, los madrugones, los magullones y las caídas, la convocatoria de directores y profesores, los actos escolares, los reclamos y abusos que nunca faltan.

En nuestras culturas patriarcales y machistas, es la madre quien se ocupa por lo general del mundo escolar de los hijos. Son ellas quienes pueblan las mal llamadas «reuniones de padres de familia», las que están pendientes de los deberes, las que se ocupan de uniformes y loncheras. Un trabajo de amor y cuidado invisible que la sociedad no valora, porque lo considera una extensión del trabajo doméstico, que tampoco valora.

El renombrado despegue educativo de los «Tigres Asiáticos» no puede entenderse sin el papel preponderante - a menudo esclavizante - de las mujeres asiáticas en la educación escolar de los hijos. Ellas colaboran codo a codo con la escuela, gestionan el horario extra de las academias de estudio, cultivan con su propio ejemplo el esfuerzo y la perseverancia, aseguran en el hogar los espacios y las condiciones básicas para el aprendizaje, acompañan día a día a los hijos en el trayecto agobiante y tremendamente competitivo que lleva a la universidad.

He visto y valorado, desde niña, a madres que madrugan con sus hijos pequeños y les llevan a la escuela caminando, en medio de gran frío, por calles o parajes. Madres que cargan a sus bebés a la espalda mientras cocinan, cortan leña, acarrean agua, dan de comer a los animales. Madres que preparan la lonchera, cada día, como si fuera la primera vez. Madres que dan bendiciones a los hijos, convencidas de que hay algo divino en ellas y en su misión. Madres que lavan apuradas el único uniforme para que esté seco y listo al día siguiente. Madres que batallan con las injusticias y los maltratos escolares. Madres que llegan cansadas, pero que no se pierden por nada del mundo el recuento de las glorias o miserias de la jornada escolar. Madres que repasan lo que estudiaron hace mucho tiempo para poder ayudar a los hijos con las fatídicas tareas escolares.


Toda la vida ví a mi mamá creer en mí, enorgullecerse, alentarme, acompañarme en mis elecciones y en mis equivocaciones. Todas las noches, mientras fui estudiante, le ví dejarme el uniforme colgado al pie de la cama. Todas las tardes, durante varios años, me acompañó de ida y vuelta al Conservatorio Nacional de Música donde aprendí a leer música, a tocar el violín y a bailar ballet. Todas las semanas compró y me trajo materiales de lectura, para que aprendiera a convivir con ella y a disfrutarla, sin condiciones ni imposiciones de ningún tipo.

Hoy quiero homenajear a todas esas madres que - como la mía - trabajan y trabajaron tesoneramente, generosamente, para construir el sueño de hijos e hijas mejores que ellas. 

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Escrivir, aunque sea con V



Rosa María Torres

Para Eliana Serediuk y su maestra


El pájaro Plumita
A bía unaves un pajarito que se llamaba Plumita.
Se encontró un pan en su nido.
Plumita estava pensando de quien era ese pan.
El pan se callo alado de Michi-Michi,
el gato del jardin.
¡Qué miedo!
Del susto que sepegó fue corriendo a su nido.
Ahora estaba a salbo.

(Eliana Serediuk, 6 años, primer grado, Escuela 23)



¡Cuánto mejoraría la instrucción escolar, la autoestima de los niños y la satisfacción de los profesores si el sistema escolar decidiera prestar menos atención a corregir la ortografía y mucha más a estimular la capacidad para expresar y para escribir!

Eliana Serediuk, 6 años, iniciándose en las artes del lenguaje escrito, tuvo la suerte de una maestra que estimuló a sus alumnos a escribir poesía y les permitió la libertad necesaria para crear. La idea, surgida en una pequeña escuela de barrio marginal de Buenos Aires, contagió a 30 escuelas más de la zona y se convirtió en el “Proyecto Burbujas”. El resultado: cuatro revistas escolares y un hermoso libro, Burbujas 5, repleto de poemas infantiles, ilustrado por los niños y con una introducción-carta escrita de puño y letra por los alumnos de un jardín de infantes de la zona. Poemas infantiles. Textos infantiles respetuosos de la ortografía infantil, imperfecta, pero sabia. Niños y niñas en estado de aprendizaje, con todo el tiempo por delante para agregar haches, sustituir eses por zetas, y separar las palabras donde corresponde.

El libro - pasta dura, difusión amplia - hace gala de errores ortográficos. Y, sin embargo, la experiencia fue destacada en los diarios bonaerenses y considerada "de interés pedagógico” por la Dirección General de Escuelas.

Niños que se lanzan a explorar su veta de poetas a una edad en que otros copian del libro que su mamá los mima o que Pepe salta la llama. Maestras que no sucumben a la tentación de la tinta roja y la mano correctora. Autoridades que premian la iniciativa en lugar de sancionarla. Tres triunfos juntos de la pedagogía que rara vez se dan.

Experiencias exitosas de alfabetización con niños y adultos muestran que una de las claves es dejar reposar la corrección ortográfica hasta que su introducción resulte autoevidente, responda a las necesidades del alumno antes que del profesor, y tenga, en fin, posibilidades de ser un factor de perfeccionamiento, no de inhibición.

Es esencial que los alumnos desarrollen una relación de curiosidad con la escritura, que exploren y jueguen con ella, que se apropien del lenguaje escrito, que escriban. En el proceso de escribir y de descifrar los misterios de la escritura, los propios alumnos irán planteándose dudas. Una de ellas, la duda ortográfica: si frente a una palabra con B el alumno se pregunta si será B o V, la mitad de la batalla está ganada.

La ortografía se aprende y perfecciona a lo largo de la vida, en el oficio de leer, en el oficio de escribir. Intentar aprender a escribir y, simultáneamente, aprender a escribir correctamente, es imposible. Intentar resolver la cuestión ortográfica en los primeros años de la escuela es desgastante y frustrante tanto para el maestro como para el alumno. No sólo no se logra, sino que complica innecesariamente la enseñanza y el aprendizaje.

Señores profesores: dejen a los alumnos que se enamoren de la escritura, que escriban a sus anchas, como puedan, lo que puedan, aunque escriVan con V. Para caminar hay que empezar gateando y para hablar primero se balbucea. ¿Por qué a la escritura ha de pedírsele perfección desde el primer momento?

Eliana Serediuk aprenderá más adelante que a bia se escribe todo junto y con H. A sus 6 años, habría podido aprender a escribir con toda corrección que Lola le da la pala a Polo o que Tomasa amasa la masa, pero ¿quién quiere escribir sobre Lolas y Tomasas que nadie conoce y que, además, hacen cosas tan extrañas como aburridas, cuando se puede aprender a escribir contando las propias historias o las imaginadas, cuando se puede ser autor y hasta poeta, en lugar de simplemente copista?

* Publicado originalmente en: Revista Familia, El Comercio, Quito, 19 enero 1997.

Textos relacionados en OTRA∃DUCACION
Sobre lectura y escritura
(compilación)

13 errores en la alfabetización escolar


 
Actualización: 23 mayo 2024

Foto: Banco Mundial

Conferencia inaugural en
"Leer para Crecer: Dejando Huella" Congreso Internacional 2015

Instituto de Enseñanza y Aprendizaje (IDEA), Universidad San Francisco de Quito (USFQ),
27-28 noviembre 2015


ERROR 1: Lectura y escritura son un aprendizaje eminentemente escolar

Quino - Argentina
Se cree que aprender a leer y escribir es un aprendizaje eminentemente escolar, es decir, un aprendizaje que se realiza en la escuela. El logro o el fracaso de la alfabetización se atribuyen al sistema escolar, y especialmente a los maestros. Políticas y reformas educativas se piensan como intraescolares.

La «crisis global de aprendizaje» identificada y llamada tal por los organismos internacionales a partir de 2013 responde a esta visión. Niños y niñas escolares no están aprendiendo a leer, escribir y calcular después de cuatro o más años de escuela. Posteriormente, en 2019, el Banco Mundial y el Instituto de Estadísticas de la UNESCO (UIS) propusieron el término «pobreza de aprendizaje» para referirse al hecho de que «niños y niñas no pueden leer y comprender un texto simple a los 10 años». El término/indicador ha sido adoptado por todos los organismos internacionales.

La «pobreza de aprendizaje» se atribuye fundamentalmente a la mala calidad de la educación escolar y, dentro de ésta, a la calidad docente. Para superarla se ha propuesto un paquete de mejoras que incluye evaluación, capacitación docente, uso preferente de las lenguas vernáculas como lenguas de instrucción, provisión de materiales de lectura, y ayuda de la tecnología.

No obstante, a leer y escribir no se aprende solo en el sistema escolar. Los primeros contactos con (y las primeras reflexiones sobre) la lectura y la escritura se dan en la primera infancia, en el seno de la familia, en la relación con padres, abuelos o hermanos mayores, con actos de lectura y escritura (presenciales o bien en la televisión o en Internet), con etiquetas en los productos, con letreros y rótulos en la calle, etc. Las condiciones económicas, sociales, educativas y culturales de la familia, y del entorno, influyen fuertemente sobre la adquisición y el desarrollo de la lectura y la escritura.
 
La investigación muestra que niños y niñas llegan a la escuela con muchos saberes y con mucha curiosidad sobre la lengua escrita, y que la escuela a menudo frena esa motivación y esa curiosidad.

Así pues, incidir positivamente sobre la adquisición y el desarrollo de la lectura y la escritura implica incidir no solo en el ámbito escolar sino también en el ámbito familiar, con educación, alfabetización y acompañamiento de padres y madres, y con acceso a actos, medios y materiales de lectura en el hogar y en la comunidad.


ERROR 2: Hay que escolarizar a los niños cuanto antes

Existe gran presión familiar y social por escolarizar a los niños cuanto antes y por introducirles cuanto antes a la cultura escrita. Se cree que mientras antes mejor.

La presión sobre la lectura y la escritura aumenta en la medida en que éstas han pasado a ser áreas clave evaluadas en las pruebas estandarizadas nacionales e internacionales de aprendizaje escolar.

La «edad escolar» viene ampliándose hacia abajo y hacia arriba. El pre-escolar es visto como una preparación para la escuela y como una vía para mejorar las probabilidades de éxito escolar, especialmente entre los niños pobres. (La meta 4.2 del ODS4 establece: "De aquí a 2030, asegurar que todas las niñas y todos los niños tengan acceso a servicios de atención y desarrollo en la primera infancia y educación preescolar de calidad, a fin de que estén preparados para la enseñanza primaria").

No obstante, apresurar (a) la escolarización y (b) la alfabetización de los niños pequeños no es recomendable ni para los niños ni para el aprendizaje. La primera infancia es edad para jugar, para poner cimientos, para explorar el mundo, para ser feliz. Los niños aprenden a través del juego. La mejor preparación para el aprendizaje escolar es alentar el juego infantil.

Un caso a tener en cuenta es el de Finlandia, una sociedad lectora en la que todos confluyen en la importancia de la lectura desde la infancia y en la importancia de las bibliotecas. El sistema de bibliotecas se considera parte del sistema educativo y de la política educativa. Los niños finlandeses inician su escolarización a los 7 años.

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ERROR 3: Enseñar a leer y escribir es fácil
 
Frato - Italia
Se cree que enseñar a leer y escribir - a niños, a jóvenes, a personas adultas - es cosa sencilla, que basta con saber leer y escribir y contar con algunas orientaciones básicas.

Ni la preparación de educadores de niños ni la de educadores de adultos da la debida atención a la enseñanza y el aprendizaje de la lectura y la escritura, sobre todo en contextos difíciles, bilingües o multilingües, como los que enfrentan o enfrentarán muchos de ellos. Predomina la capacitación (rápida, instrumental) sobre la formación (comprensión amplia, a fondo) en el tema. Para la mayoría de educadores alfabetizadores en el mundo sigue siendo un misterio cómo aprenden a leer y escribir sus alumnos.

En torno a la alfabetización infantil, y sobre todo a la lectura, se libra una feroz «guerra de los métodos», reactivada post-pandemia. Siguen vigentes viejas concepciones y viejos métodos de enseñanza, pese al avance de la investigación científica en este campo. Sigue pendiente la revolución epistemológica y pedagógica que implicaría el nuevo conocimiento disponible sobre la lectura y sobre el aprendizaje.  

A los primeros grados - los más importantes y críticos del sistema escolar - sigue asignándose a los educadores novatos y peor pagados; la alfabetización de adultos se encarga a voluntarios con poca escolaridad y capacitación; las bibliotecas siguen ausentes, mal equipadas, mal valoradas y mal utilizadas. No se trata solo de más tiempo y más recursos; se trata de una verdadera revolución en el campo de la lectura y la escritura, de dar vuelta el esquema conocido, de poner a los educadores mejor formados y con experiencia en los primeros grados, de articular escuelas y bibliotecas, de adoptar un enfoque multisectorial e inter-generacional para la alfabetización. 

Se trata de repensar el rol de los educadores y el sentido del derecho a la educación. El derecho a la educación incluye el derecho al aprendizaje. El papel de los educadores no es solo enseñar sino asegurar que los alumnos aprenden. Es responsabilidad de los sistemas educativos garantizar las condiciones para que todos puedan aprender.

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ERROR 4: Aprender a leer y escribir es fácil
 
Claudius Ceccon - Brasil
Se cree que aprender a leer y escribir es sencillo, una habilidad que puede resolverse en uno o dos años de escuela o en un corto programa de alfabetización de adultos. Pero no es así.

Se asume incluso que los alumnos pueden aprender en lenguas que no son las suyas y que no manejan ni entienden cabalmente. Craso error.

Las altas tasas de repetición que caracterizan a muchos sistemas escolares en el mundo y en América Latina de manera particular, están estrechamente relacionadas con el fracaso de la alfabetización en el medio escolar. Los sistema escolares y, a menudo, los maestros, deciden que un alumno repita el año si no aprende a leer y escribir en los tiempos esperados. De este modo, en vez de alentar la curiosidad y el deseo de aprender a leer y de leer, se alienta el miedo y el rechazo de la lectura. 

No hay nada que indique que niños y niñas deban aprender a leer en primer grado de la escuela o iniciar ese aprendizaje en el nivel pre-escolar. La repetición castiga especialmente a los alumnos pobres, indígenas y hablantes de lenguas subordinadas, los que más dedicación y estímulos necesitan, y deja incuestionado al sistema escolar. La repetición no resuelve ningún problema; al contrario, genera graves problemas de autoestima a los alumnos, así como a sus familias y al sistema escolar.

Las personas adultas terminan por lo general los programas de alfabetización con un nivel muy elemental de alfabetismo y son dadas por alfabetizadas pese a que no pueden leer y escribir más allá de la cartilla. Muchos engrosan en poco tiempo, nuevamente, las estadísticas de analfabetismo. 

Los especialistas en alfabetización y cultura escrita venimos insistiendo en que la alfabetización debe hacerse en lengua materna, respetando el derecho a aprender en la propia lengua. Insistimos en que la alfabetización no debe verse como una etapa escolar sino como un proceso que se realiza y perfecciona dentro y fuera de las aulas y a lo largo de la vida. 

Dos experiencias que han logrado asegurar aprendizaje para todos y evitar la repetición. 1) El programa Escuela Nueva de Colombia (sistema multigrado) adopta no la promoción automática sino la «promoción flexible»: los alumnos avanzan a su propio ritmo y apoyándose unos a otros, y son promovidos solo una vez que logran los aprendizajes establecidos en cada asignatura. 2) Finlandia ha logrado prácticamente abolir la repetición gracias a la vigilancia y el apoyo permanente de los docentes a los alumnos que van atrasándose, por diversas razones, lo que incluye en muchos casos la contratación de docentes adicionales o tutores.

» El fracaso alfabetizador de la escuela
» El absurdo de la repetición escolar
» Presentación del libro de Emilia Ferreiro “Alfabetización de niños y adultos: Textos escogidos”

ERROR 5: Leer y escribir como castigo

"La lectura debe ser una forma de felicidad": Jorge Luis Borges

Claudius Ceccon - Brasil
Lectura y escritura son usadas muchas veces como castigo: el alumno que hace algo indebido puede ser "condenado" a tareas de lectura, copiado o redacción.

Lo triste es que la intención de promover la lectura y la escritura reitera a menudo estrategias que contradicen ese objetivo: leer un libro por semana, llenar fichas de lectura, dedicar varias horas al día a hacer deberes, etc. 
 
Se busca incentivar la lectura pero se pasa por alto consultar a los alumnos qué quieren leer. Las redacciones escolares insisten en los temas de siempre, sin espacio para la escritura creativa y con la misma obsesión por las formas: número de líneas, ancho de los márgenes, etc. Rara vez se aprovechan los textos escritos por los propios alumnos como material de lectura para los demás.

Muchos educadores dicen querer promover la lectura pero sus alumnos no les ven jamás leyendo un libro. 

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ERROR 6: Corregir, corregir, corregir

Claudius Ceccon - Brasil
Aprender a leer y escribir es una experiencia dolorosa para millones de niños y niñas en el mundo. Aprenden con miedo: miedo a no aprender, a no entender, a equivocarse, a ser corregidos, ridiculizados y humillados.

Leer implica comprender lo que se lee. Leer sin comprender no es leer, es apenas descifrar. La comprensión lectora es un proceso gradual y complejo, que se desarrolla de maneras y a ritmos distintos entre los alumnos. Quienes tienen papás y mamás que leen y hogares con ambientes letrados llegan a la escuela con más conocimientos y con más vocabulario y tienen gran ventaja frente a los que tienen condiciones familiares menos favorables. Maestros y maestras esperan que los alumnos aprendan rápido, a menudo desconociendo sus condiciones de partida así como las complejidades que implica aprender a leer y escribir.

Los errores son propios de todo proceso de aprendizaje. El buen educador o educadora lo sabe y sabe sacarles provecho. Lo importante es que los alumnos aprendan y aprendan con gusto, sientan que avanzan, experimenten la satisfacción de los pequeños logros, adquieran confianza en sí mismos y en sus capacidades a medida que aprenden.

» Gabriela sabe leer pero tiene miedo
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» Escrivir, aunque sea con V

ERROR 7: Leer entendido como leer libros 


Persiste la asociación de «lectura» y «lector» con «libro», como si el libro fuese el único objeto de lectura. Incluso la definición de «lector» sigue centrada alrededor del libro. Predomina asimismo todavía la idea de «libro» como libro de papel.

Hoy la lectura es ubicua, está en todos lados. Y hay múltiples objetos de lectura; libros, periódicos, folletos, cómics, afiches, carteles, rótulos, paredes ... Hoy hay libros - audiolibros - que no solo se leen sino que se escuchan. Y no leemos solo en papel sino también en pantallas. Hoy se lee más en pantallas - computadoras, celulares, e-readers - que en papel, sobre todo las generaciones más jóvenes.

Muchos siguen prefiriendo leer en papel, incluso entre quienes usan cotidianamente las tecnologías digitales. La investigación muestra que se lee mejor, más fácilmente, con más gusto y más compresivamente en papel.

El libro es objeto de lectura indispensable, pero cabe pensar en él más como punto de llegada que como punto de partida. Los cuentos y las historias son material ideal para la iniciación a la lectura y para sostener el gusto de leer en todas las edades.

Muchos argumentan que no leen porque no pueden adquirir libros. Los libros no necesariamente deben comprarse; para eso están las bibliotecas. La oferta de materiales que pueden bajarse de Internet, sin costo, es cada vez mayor. Los periódicos siguen siendo material valioso de lectura para introducir en la escuela. La biblioteca más grande del mundo se encuentra hoy disponible en Internet.

No se trata solo de cantidad sino también de variedad de materiales de lectura. Lo ideal es exponer a los alumnos a diversos géneros y formatos, dentro y fuera del aula, dentro y fuera de la escuela, en contextos reales: la calle, la plaza, el transporte público, tiendas y negocios, etc.

» Una biblioteca escolar como debe ser
» Saramago se formó en una biblioteca pública

ERROR 8: Lo importante es cuánto se lee

Pawel Kuczynsky - Polonia
Prima una visión cuantitativa de la lectura. Se considera buen lector al que lee mucho, al que lee muchos libros. ¿Cuántos libros leyó usted la última semana, el último mes, el último año?

Está también extendida una visión cuantitativa de la escritura. El profesor espera dos párrafos, diez líneas, una página. Igual que las redacciones de los diarios. El volumen del documento sigue teniendo importancia cuando se trata de un proyecto, una ponencia o una tesis. 

No obstante, como en tantas otras cosas, la calidad de la lectura es más importante que la cantidad. Buen lector es aquel que lee por propia iniciativa, con interés, con gusto, no necesariamente aquel que lee mucho. La prueba internacional PISA encuentra que los estudiantes que obtienen los mejores puntajes son aquellos que leen habitualmente y con gusto, no aquellos que leen determinado número de páginas o libros al año.

» Leer por el gusto de leer: la clave

ERROR 9: Leer bien, leer rápido


“Leer no es descifrar. Escribir no es copiar”: Emilia Ferreiro


La lectura rápida gana popularidad en el mundo, un mundo que valora lo instantáneo, que anda a las carreras, contra el tiempo, ufanándose de la multitarea (multitasking). Se promociona como un conjunto de técnicas que ayudan a aumentar la velocidad lectora (el número de palabras leídas por minuto) sin perjudicar (o perjudicando lo menos posible) la comprensión lectora y más bien facilitándola. Proliferan las academias e instituciones que ofrecen cursos de entrenamiento en lectura rápida.

La base científica de la lectura rápida y de sus supuestas ventajas está en entredicho. Y su adopción en el mundo escolar es motivo de preocupación.

Aprender a leer toma tiempo. Llegar al punto del lector que lee de manera fluida, haciendo sentido y comprendiendo cabalmente lo que lee, anticipando y completando por su cuenta las palabras, habiendo superado ya la batalla con las letras y los sonidos (decodificación), implica un proceso de mucha lectura, mucho aprendizaje y mucha práctica. 

"La lectura debe ser una forma de felicidad", decía Borges. Algo a saborear y a disfrutar. La fluidez mejora a medida que se lee y se aprende a disfrutar de la lectura. No se trata de apresurar a los alumnos ni de llevar la cuenta de cuántas palabras leen por minuto. Se trata de hacer de la lectura una experiencia placentera a la que da gusto volver.

ERROR 10: Leer y escribir, rigidez y formalidad  

Plantú - Francia
Lectura y escritura suelen rodearse de formalidad y hasta solemnidad: sillas, mesas, horarios, silencio, inmovilidad. Del alumno se espera que se pare cuando lee en voz alta. Para escribir hay que pasar a la pizarra en medio de las miradas de todos. Los libros pueden protegerse con candado. La biblioteca puede ser un lugar incómodo, inhóspito, sin atractivo.  

Lectura y escritura se realizan generalmente en espacios cerrados. Ambas se asocian a información, conocimiento, estudio, aprendizaje, prueba. No obstante, leer y escribir son actividades que pueden hacerse al aire libre, en espacios abiertos, en contacto con la naturaleza, sentados en el suelo. No hay mejor manera de leer y de escribir que hacerlo por el gusto de leer y de escribir.

Las nuevas arquitecturas escolares tienen arreglos y espacios vistosos, modulares, flexibles. Las modernas bibliotecas son multipropósito, relajadas, informales. Muchas escuelitas y bibliotecas modestas integran la lectura en espacios amigables, en interiores y en exteriores.

No se necesita presupuestos millonarios sino criterio y creatividad para construir un buen clima de lectura y escritura. Libros, cuadernos, crayones, lápices, al acance de los niños. Bajar la lectura a ras del suelo antes que elevarla a las alturas.

» Las mejores ideas ocurren en posición horizontal

ERROR 11: Importa la lectura, no la escritura

“La escritura es importante en la escuela porque es importante fuera de ella y no al revés": Emilia Ferreiro

Tradicionalmente, en el mundo de la alfabetización y de la «lecto-escritura» se ha priorizado la lectura. Planes y campañas se proponen promover la lectura; nunca o rara vez la escritura. Se habla de formar lectores, no escritores. Los índices que se construyen para cada país son índices de lectura; no es usual que se caracterice a una sociedad por qué, cuánto y cómo escribe.

La tendencia a subestimar la escritura se agudizó a raíz de la pandemia del COVID-19 y el confinamiento (2020-2022). Las «pérdidas de aprendizaje» y la «pobreza de aprendizaje» están pensadas esencialmente en torno a la lectura. Como si escribir no fuese, también, un aprendizaje fundamental.

El lenguaje tiene cuatro funciones básicas: hablar, escuchar, leer y escribir. Todas ellas están integradas, se necesitan, relacionan y desarrollan entre sí. Es un grave error desestimar la escritura. Aunque son habilidades claramente diferenciadas, lectura y escritura van de la mano. El buen lector se interesa por la escritura y a menudo descubre sus habilidades como escritor. Quien lee asiduamente presta atención a la ortografía, aumenta su vocabulario, mejora su capacidad para expresarse oralmente. La lectura implica comprender lo que otro escribe. La escritura implica producir textos propios. La escritura exige un esfuerzo creativo, estimula el pensamiento, es una herramienta importantísima de aprendizaje. "Escribir es leer dos veces".

ERROR 12: Abandonar la escritura a mano

La escritura a mano viene perdiendo importancia y presencia ante el avance de las tecnologías y la popularización del teclado. Quienes usan regularmente computadoras y teléfonos móviles escriben cada vez más en el teclado y cada vez menos a mano, al punto de que muchas personas sienten que están perdiendo esta habilidad.

Hay quienes proponen que el sistema escolar debería abolir la escritura a mano y enseñar más bien mecanografía a fin de facilitar y mejorar el uso del teclado.

No obstante, la investigación científica destaca las muchas ventajas de la escritura a mano y concluye que es un error pretender abandonarla y sustituirla con la escritura en teclado.

Escribir a mano es "una gran gimnasia para el cerebro". Se ejercitan simultáneamente capacidades visuales, motoras y cognitivas. Exige pensar y componer la frase mentalmente antes de escribirla, lo que no exige el uso de la computadora. Implica una “actividad neuronal mucho más destacada” que escribir usando el teclado. Recordamos mejor la información cuando la hemos manuscrito que si la tecleamos. La caligrafía construye y revela una identidad personal, única, que se pierde irremediablemente con la homogeneización que impone el teclado. 

Es falso que Finlandia abolió la escritura a mano.

» Dos malos entendidos sobre la educación en Finlandia
» Leer y escribir hacen bien a la salud

ERROR 13: La misión alfabetizadora termina con enseñar a leer y escribir


Generalmente se asume que la misión alfabetizadora es enseñar a leer y escribir. Los planes y programas de educación de adultos se proponen como meta eliminar o reducir el analfabetismo. 

No obstante, no se trata solo de alfabetizar sino de motivar a niños, jóvenes y adultos hacia la lectura y la escritura, a fin de que las integren de manera significativa a su vida cotidiana.

Millones de personas aprenden a leer y escribir pero no leen ni escriben. «Iletrismo» se llama a esta condición, que viene creciendo en todo el mundo. Para todos los fines prácticos, es otra forma de analfabetismo.

Quien lee y gusta de la lectura tiene a su disposición un dispositivo para seguir aprendiendo por el resto de la vida. La lectura es herramienta fundamental de autoeducación y de autoaprendizaje.

Una sociedad que mejora su nivel de escolaridad, pero que no avanza en sus niveles de lectura, es una sociedad escolarizada, no necesariamente una sociedad educada.

Si los sistemas escolares replantean su misión alfabetizadora más allá de enseñar a leer y escribir y construir sociedades alfabetizadas, pueden hacer una contribución importantísima a la construcción de sociedades del aprendizaje. 

» "No basta con enseñar a leer y escribir; hay que acercar la lectura y la escritura a la gente"
 
Cómo citar este artículo: Torres, Rosa María, "13 errores en la alfabetización escolar", blog OTRAƎDUCACION, Quito, noviembre 2015. Actualizado: mayo 2024.


"Me gusta ser profesor de primer grado"



Rosa María Torres

                                                                                                    Para Edgar

"Yo soy profesor de secundaria, pero me pusieron en primaria, quien sabe por qué motivos. La cosa es que el director de frente me mandó a primer grado. Yo era nuevo, llegaba recién de la Sierra, todo eso debe haber influido.

Mi primer día de clases en primer grado fue algo terrible. Quería salir volando. No sabía nada, estaba en la luna.

Me mandaron a capacitarme. Fui y me gustó. Desde el primer día me gustó. Aprendí muchas cosas y con eso que aprendí les fui llevando a mis niños.

Enseñar en primer grado es bien difícil. Mucha gente cree que es fácil, porque es con niños pequeños, porque no saben nada. Pero no es así; ahora soy de los que creo que enseñar en primer grado es inclusive más difícil que enseñar en la secundaria. Pero tiene enormes compensaciones. El gusto es cuando los niños le muestran a uno su cariño y su afecto. Las niñitas me dan un beso, los niños me dan la mano al entrar y al salir. En la secundaria muchas veces ni le saludan a uno.

Yo pensé que era como un castigo que me hubieran mandado aquí. Ahora pienso diferente. Me gusta ser profesor de primer grado".


Esto me cuenta Egdar, profesor, joven, peruano, en una escuela pública de la ciudad de Lima. Su confesión, fresca y espontánea, me alegra el día.

Porque no es esto lo que escucha uno frecuentemente por el mundo. Un mundo en el que ser profesor de primer grado equivale a ubicarse en la escala más baja de los respetos, el salario, las oportunidades, los apoyos materiales y humanos.

Mezcla de ignorancia y de desprecio hacia los niños, se ha construido la idea de que enseñar en primer grado es asunto sencillo - asunto de niños - no requerido de calificación ni de experiencia. No obstante, el primer grado constituye la puerta de entrada al sistema escolar y a la lectura y la escritura como objetos de enseñanza y aprendizaje sistemático. Profunda ignorancia e incoherencia han convertido al primer grado en el reducto por excelencia de la repetición escolar, y a millones de recién llegados en repitentes, «lentos», «tontos» y hasta «ineducables».

El testimonio de Edgar me recuerda en el acto una memorable reunión en la que tuve oportunidad de participar en Nepal. Cerca de veinte directores de escuelas primarias de Natanpurwa, una zona rural del país, planteaban con preocupación el hecho de que ningún profesor quería enseñar en primer grado. El supervisor, quien coordinaba la reunión, intervino con lo que él consideraba la solución al problema: "Deben decir a los profesores de primer grado que no se descorazonen pues no van a quedarse allí para siempre". A lo que siguió una interesantísima discusión acerca de las razones por las cuales los profesores prefieren la secundaria a la primaria (el salario es dos veces mayor) y los niveles superiores de la primaria a los inferiores (en estos últimos la enseñanza es más difícil). Al mismo tiempo, la mayoría opinó que es más difícil enseñar en la secundaria que en la primaria, pues se requiere tener más conocimientos, lo que justificaría los salarios más altos. Se cerraba así el círculo vicioso y la imposibilidad de resolver el problema de la falta de maestros, y de maestros bien formados, en los primeros grados.

Edgar, profesor de secundaria, fue enviado al primer grado - según él mismo percibe - por castigo, por nuevo, por recién llegado, por ser de la Sierra. Con castigo o sin él, la mayoría de maestros y maestras se inician en el primer grado, considerado el lugar obvio y propicio para empezar la carrera, aprender y ganar experiencia, equivocarse sin que nadie lo perciba o pida cuentas. Los niños de primer grado son al fin y al cabo los más pequeños de todo el sistema escolar, conejillos de Indias con los que se puede improvisar y experimentar.

Cuando los países decidan contradecir este estado de cosas, asignando los mejores profesores a los primeros grados, no como castigo sino como premio a su calidad docente, con los incentivos profesionales y salariales del caso, la revolución educativa habrá dado un paso firme, mucho más firme y duradero que las pequeñas reformas que picotean por aquí y por allá sin consecuencias. Con solo adoptar esta medida bajarían las abultadas tasas de repetición que ahogan a los sistemas escolares y mejorarían sustancialmente la felicidad y los aprendizajes infantiles.

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"Yo solo quiero un ministro de educación"

Pachakutik rompe con el gobierno de Lucio Gutiérrez, 2003 - Caricatura: Chamorro

Ecuador, diciembre 2002. Lucio Gutiérrez había ganado las elecciones presidenciales, con apoyo del Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik (PK) y PK se aprestaba, a partir de enero 2003, a "co-gobernar" con Gutiérrez y su partido Sociedad Patriótica (SP). Al menos, ese había sido el trato.

Después de haber colaborado con PK durante cuatro meses, coordinando la Mesa de Educación, en la que preparamos el plan de gobierno para este sector, la dirigencia de PK me propuso el Ministerio de Educación, considerado a último momento en las negociaciones con Gutiérrez. Yo vivía entonces en Buenos Aires, de modo que la propuesta me implicaba trastornos mayores. Después de decir no, de pensarlo mucho y de consultar con mi familia, terminé aceptando. Una de las peores decisiones que he tomado en mi vida.

Gutiérrez había alquilado un hotel en Quito, el hotel La Colina, convertido en bunker pre-presidencial. El lugar era un hervidero de gente entrando y saliendo de las habitaciones/oficinas, subiendo y bajando por los ascensores, cuchicheando en los pasillos. Estábamos ahí ese día con la plana mayor de la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) y de PK (brazo político de la CONAIE), unas diez personas en total. Era el día en que PK me presentaría a Gutiérrez como candidata a Ministra de Educación. También estaba Doris Solís, a quien conocí allí; ella había sido propuesta por PK como Ministra de Turismo.

Cuando pregunté a los compañeros de PK si debía llevar un CV reducido o un CV ampliado, me dijeron sin dudar: el completo. Completo fue: cerca de 50 páginas, según recuerdo, pulcramente organizadas y anilladas.

Debimos esperar largo rato a que Gutiérrez nos recibiera. Cuando entró, se sentó en su escritorio y empezó el acto. Primero yo, luego vendría Doris Soliz. La directiva de PK y CONAIE, expectante, acompañándonos.

Gutiérrez tomó mi CV, hojeó el resumen de las dos primeras páginas y comentó: "Bastante se ha paseado usted, ¿no?". A continuación, y mientras pasaba hojas, espetó, jocoso: "Pero si yo solo quiero un ministro de educación...". Para qué más. Supe ahí mismo en qué me estaba metiendo, pero supe también que no había marcha atrás.

Antes de retirarse - dijo que regresaría para la entrevista con Doris - pidió a un joven que estaba sentado en la sala, que me entrevistara. El, aleccionado, me sometió a algunas preguntas escolares, cuyo objetivo era confirmar si yo sabía de educación. Al poco rato percibió que sí, y soltó. En los meses siguientes nos cruzaríamos en el palacio de gobierno, él visiblemente incómodo con el papel que le había tocado jugar en el hotel La Colina.

Mientras hablaba con Gutiérrez y luego con mi entrevistador, se escuchaba gran barullo en la calle: gente que protestaba, insultaba, con mariachis de fondo. En ese momento, no entendí de qué se trataba. Al salir, seguían ahí, y debimos esquivarlos. Alguien me explicó: era un acto de protesta contra mi persona. Resulta que Gutiérrez ya había designado Ministro de Educación cuando PK se le atravesó conmigo. La protesta y la serenata las lideraba el flamente ex-ministro. Más adelante, en el depacho del ministerio encontraríamos una pizarra con el organigrama y los cargos que ya se habían repartido.

SP y PK habían llegado a un absurdo acuerdo: intercalar, en los ministerios, un Ministro de SP y un Viceministro de PK, o al revés. Así pues, pese a mis pataleos, me tocó aceptar al Dr. Roberto Rodríguez - que así se llamaba el hombre - como segundo a bordo. Como era de esperar, RR me hizo la vida a cuadritos mientras fui ministra, boicotéo todo lo que pudo y mantuvo una agenda paralela en el Ministerio. Uno prendía la tele y veía a RR repartiendo picos y palas, con Gutiérrez y su comitiva, a indígenas y campesinos en zonas rurales.

Gutiérrez me pidió varias veces la renuncia. Nunca dando la cara, siempre a través de terceros. Desde el inicio, fui una piedra en el zapato. Le arruiné el nombramiento de RR como cabeza de un ministerio-mina-de-oro que él, su familia y su partido veían como jugosa agencia de empleos. Ya en funciones, me negué a dar cargos a mansalva a la parentela y coidearios (enardecidos, se tomaron el despacho, menos mal cuando yo no estaba ahí). Había aceptado el cargo con la condición de no entrar en negociaciones de nuevos préstamos con Banco Mundial y BID; ambos le dieron a Gutiérrez la queja de mi mal comportamiento. Finalmente, el 22 de julio, estaba en el despacho y me disponía a salir a reunión de gabinete; su secretaria me llamó y me dijo que ya no era necesario que fuera pues el Presidente tenía nueva ministra. Así nomás. Esta vez, sin mariachis. Me quedé con el informe de seis meses de gestión que iba a presentar al día siguiente en la reunión del gabinete en Cuenca, con los materiales que habíamos preparado para la "Campaña de Renovación Pedagógica" que lanzaríamos ahí, con tantos proyectos iniciados o en mente.

PK reaccionó con indignación pero el hecho solo aceleró el final ya cantado. Poco después PK rompía con Gutiérrez y se iba del gobierno. Hasta ahí llegó la fallida "alianza" con el ex-coronel. Una movida en falso que tendría un alto costo para PK y el movimiento indígena en el Ecuador.

"Entre la utopía y el desencanto: Pachakutik en el gobierno de Gutiérrez" (Planeta, 2004) fue el libro colectivo que escribimos varios de quienes, durante ese breve período, ocupamos ministerios u otras funciones por encargo de PK (autores: Augusto Barrera, Fernando Buendía, Miguel Carvajal, Marcelo Cevallos, Manuel Chiriboga, Virgilio Hernández, Víctor Hugo Jijón, Miguel Lluco, Luis Macas, Nilka Pérez, Antonio Rodríguez, Lourdes Rodríguez, Rosa Salinas, Doris Solís, Rosa María Torres, Nina Pacari).

Yo venía de una larga experiencia de trabajo en educación y en políticas educativas a nivel nacional, regional y mundial, entre otros en UNICEF y en UNESCO, había tenido ya experiencias de gestión, y estaba dispuesta a ser ministra "al menos diez años" - como le dije, en un inusitado arranque de espontaneidad, a un periodista que me entrevistó en la televisión - pues en menos tiempo no se pueden hacer cambios de verdad. No obstante, la experiencia volvió a recordarme tercamente: tampoco es ese el lugar para impulsar la transformación educativa: los ministros de educación tienen poco poder real y están supeditados a las decisiones de otros; el discurso de la educación, la sociedad del conocimiento, la excelencia, es discurso hueco y reiterado en el mundo de los políticos. La clave sigue estando en el "incidir hacia abajo", en el trabajo político, comunicacional y pedagógico con la gente, con las organizaciones sociales, para y desde el ejercicio activo de ciudadanía.

Quito, 20 abril 2015
A diez años de la Rebelión de Los Forajidos que sacó a Lucio Gutiérrez del gobierno

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