Si a los niños se les permitiera escribir libremente...



                                                                                                                   Para Emilia


Concejo de la escuela para los piojos
Los piojos son incectos que molestan.
Los piojos pican mucho.
Ay piogicidas muy buenos.
Después de lavarnos la cabeza nos pasamos el peine fino.



Esto es lo que escribió en su cuaderno Leticia Yerolami, una niñita uruguaya, a la consigna de "Tema libre". Haciendo uso de su insospechada libertad para decir sobre un papel, escogió - de los infini­tos temas posibles - hablar de los piojos, de su relación con ellos y de lo que sabe de ellos. Decoró la página con unos lindos dibujos de piojos pequeños y grandes, y encerró todo dentro de un recuadro pintado con lápices de colores.

Si a los niños se les permitiera escribir libremente, escribirían las cosas más inesperadas. Porque escribirían sobre lo que piensan y sienten, sobre lo que saben y ven, con la misma frescura con que piensan y sienten, con la misma ingenuidad con que saben y ven, con la misma espontaneidad con que se expresan y comunican. 

Si los niños pudieran escribir libremente darían rienda suelta a eso que los adultos llamamos "imaginación infantil" (cuidadosamente alimentada y controlada por la fantasía adulta): hadas madrinas, reyes y princesas, pócimas mágicas, animalitos que hablan y se comportan como personas, castillos encantados, gigantes y enanos, elefantes con alas, gatos azules, viajes extra­ordinarios. Esto es seguramente lo que la maestra de Leticia esperaba, lo que quieren encontrar maestros y padres de familia en una redac­ción escolar: el tema infantil, el cuento de hadas, la primorosa anécdota familiar, el testimonio cándido, el mundo rosado y dorado visto a través de los ojos ingenuos de los niños.

Pero - como bien lo saben los maestros - dejar a los niños escribir en libertad, y sin tema predeterminado, significa invitarles a poner sobre el papel no sólo sus ilusiones y sueños, sino también sus penas y temores, sus frustraciones y pesadillas.

Si los niños pudieran escribir libremente nos hablarían de mons­truos y serpientes, de cachetadas, insultos, castigos, falta de afecto, incomprensión, soledad, tristeza. Sabríamos de la pelea con el amiguito, el cero injusto de la maestra, la agresión del papá, la ausencia de mamá. A través de las redacciones infanti­les veríamos, con la claridad y nitidez de una película de dibujos animados, los problemas más acuciantes que afectan a la familia y a la sociedad: pobreza, hacinamiento, insalubri­dad, trabajo infantil, maltrato, violencia, machismo, racismo, autoritaris­mo, alcoholis­mo, abuso, drogas, acoso, violación cotidiana de derechos, guerra.

Si los niños pudieran escribir con "Tema Libre" escribirían mucho más y mucho mejor porque hablarían de sus cosas, de lo que les interesa y les afecta. Pero sería muy peligroso. Por eso, el sistema escolar - de común acuerdo con los padres de familia y con toda la sociedad - instauró la copia, el dictado y las planas como modos institucionales de escritura infantil, y selecciona para los niños un conjunto de temas escolares universa­les.

Por ello, desde que usted y yo fuimos a la escuela, y hasta el día de hoy, niños y niñas escolares siguen escribiendo la composición sobre La Vaca, ¿Qué Hice En Mis Vacaciones?, Mi Primer Día de Clases, El Día de la Madre, El Día del Padre, Mi Maestra, Mi Patria, Mi Bandera, Mi Escuelita.

* Publicado en: Espacios para la Lectura, Año II, N° 3-4. México, Red de Animación a la Lectura, Fondo de Cultura Económica, 1996.

Textos relacionados: 
Rosa María Torres, Tarjetas navideñas

Para saber más:
Los piojos, ese problema en la colonia y en el aula
, La Nación, Buenos Aires, 2012

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