Rosa María Torres
Francesco Tonucci (Frato) |
Es frecuente confundir «escuela» con «educación» y «hospital» con «salud», «reforma educativa» con «reforma escolar», «reforma de la salud» con construcción y equipamiento de hospitales.
Escuelas y hospitales son obras de alta visibilidad en las agendas políticas, y siguen teniendo parecidos arquitectónicos notables para atender a los alumnos-pacientes: pabellones estándar, largos corredores, habitaciones en serie.
Ambos, escuelas y hospitales, siguen pensándose desde un enfoque «curativo», remedial, antes que desde un enfoque «preventivo», capaz de evitar la enfermedad en un caso y de evitar el llamado «abandono escolar» y el llamado «fracaso escolar», que no son otra cosa que resultado de la inadecuación del sistema escolar a las necesidades y posibilidades de aprendizaje de niños, jóvenes y adultos y la ausencia de políticas integrales destinadas a asegurar condiciones básicas de aprendizaje en el hogar, en la comunidad y en el aula.
Hospital no es = a salud
Quien llega a un hospital buscando atención es porque está enfermo. Pero hay posiblemente muchas cosas que pudieron hacerse para evitar que llegara al hospital, mutando de persona a paciente. El principal cuidado de la salud está precisamente ahí: en lo que puede hacerse para evitar la enfermedad. El «enfoque preventivo».
Hospital no equivale a salud porque SALUD es mucho más que hospital, médicos y medicina. Cuidar la salud implica entre otros comer y dormir bien, mantenerse activo, tener buenos hábitos de vida.
Combatir la pobreza salva millones de vidas y ahorra muchísimos hospitales. No pasar hambre, tener alimentacion adecuada, abrigo, un techo bajo el cual cobijarse, agua potable, letrinas, luz eléctrica, son condiciones esenciales de una vida digna y sana. Lavarse las manos regularmente con agua y jabón no requiere hospitales sino información y acceso al agua. Dormir más y mejor energiza, produce bienestar, reduce la probabilidad de la obesidad. Romper con el sedentarismo, hacer actividad al aire libre, jugar, reír, mantienen joven el cuerpo y la mente en todas las edades. Saber leer y escribir salva vidas y las enriquece abriendo infinitas oportunidades para el aprendizaje y el autoaprendizaje permanente.
La malnutrición infantil no se debe a la falta de hospitales sino a razones asociadas a la pobreza, la mala alimentación, el agua contaminada, la mala crianza, falsas creencias, ignorancias.
¡Cuántos hospitales y médicos ahorraríamos si aprendiéramos - en la casa, en la escuela, mediante campañas permanentes de información y educación ciudadana - a cuidar nuestra salud desde niños! Mucho más barato y mucho más efectivo.
Revolucionar la salud no es construir hospitales; es ante todo revolucionar la comprensión de lo que es la salud y educar a la población para que pueda cuidar mejor y responsablemente su propia salud, la de su familia y su comunidad.
Escuela no es = a educación
Escuela no es igual a educación en primer lugar porque no toda educación es educación escolar. Por otro lado, «escuela» remite a menudo al edificio más que a la educación (contenidos, relaciones, personas, procesos de enseñanza y aprendizaje).
Lo que usualmente se llama «reforma educativa» es, por lo general, «reforma escolar». Pero el sistema escolar no es el único sistema educativo. Relaciones y prácticas de enseñanza hay también en la familia, en la comunidad, en la organización social, en el lugar de trabajo, en los medios de comunicación, en la esfera de la política.
El edificio no es lo más importante cuando se trata de educación. Lo importante es qué ocurre adentro (o incluso sin necesidad) del edificio: qué, cómo y para qué se enseña y aprende. Se puede tener excelentes escuelas y pésima educación, o al revés: modelos y experiencias educativas ejemplares en escuelas modestas y hasta precarias desde el punto de vista de la infraestructura y el equipamiento.
Si le preguntamos a una persona su opinión sobre las escuelas en su comunidad y sobre la educación en su comunidad, posiblemente obtengamos respuestas distintas. Aunque no puedan diferenciar con claridad los conceptos, muchas personas perciben diferencias significativas entre escuela y educación.
No obstante, confundir escuela y educación sigue siendo común entre gobiernos y organismos internacionales. «Calidad de la educación primaria» es uno de los indicadores que maneja el Foro Económico Mundial en el Informe Global de Competitividad que publica anualmente; no obstante, la Encuesta de Opinión (Opinion Survey) que aplica a miembros de la «comunidad de negocios» en cada país pregunta sobre la calidad de las escuelas primarias pero las conclusiones se refieren a la calidad de la educación primaria. Las conclusiones no son confiables. Gente opinando sobre la calidad de la educación primaria sin saber de educación, sin información sobre la enseñanza y el aprendizaje, y sobre la satisfacción de los usuarios. Un salto en el vacío que al FEM debe parecerle irrelevante, pues lo sigue haciendo, y sobre el cual nadie llama la atención.
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Escuelas y hospitales son obras de alta visibilidad en las agendas políticas, y siguen teniendo parecidos arquitectónicos notables para atender a los alumnos-pacientes: pabellones estándar, largos corredores, habitaciones en serie.
Ambos, escuelas y hospitales, siguen pensándose desde un enfoque «curativo», remedial, antes que desde un enfoque «preventivo», capaz de evitar la enfermedad en un caso y de evitar el llamado «abandono escolar» y el llamado «fracaso escolar», que no son otra cosa que resultado de la inadecuación del sistema escolar a las necesidades y posibilidades de aprendizaje de niños, jóvenes y adultos y la ausencia de políticas integrales destinadas a asegurar condiciones básicas de aprendizaje en el hogar, en la comunidad y en el aula.
Hospital no es = a salud
Quien llega a un hospital buscando atención es porque está enfermo. Pero hay posiblemente muchas cosas que pudieron hacerse para evitar que llegara al hospital, mutando de persona a paciente. El principal cuidado de la salud está precisamente ahí: en lo que puede hacerse para evitar la enfermedad. El «enfoque preventivo».
Hospital no equivale a salud porque SALUD es mucho más que hospital, médicos y medicina. Cuidar la salud implica entre otros comer y dormir bien, mantenerse activo, tener buenos hábitos de vida.
Combatir la pobreza salva millones de vidas y ahorra muchísimos hospitales. No pasar hambre, tener alimentacion adecuada, abrigo, un techo bajo el cual cobijarse, agua potable, letrinas, luz eléctrica, son condiciones esenciales de una vida digna y sana. Lavarse las manos regularmente con agua y jabón no requiere hospitales sino información y acceso al agua. Dormir más y mejor energiza, produce bienestar, reduce la probabilidad de la obesidad. Romper con el sedentarismo, hacer actividad al aire libre, jugar, reír, mantienen joven el cuerpo y la mente en todas las edades. Saber leer y escribir salva vidas y las enriquece abriendo infinitas oportunidades para el aprendizaje y el autoaprendizaje permanente.
La malnutrición infantil no se debe a la falta de hospitales sino a razones asociadas a la pobreza, la mala alimentación, el agua contaminada, la mala crianza, falsas creencias, ignorancias.
¡Cuántos hospitales y médicos ahorraríamos si aprendiéramos - en la casa, en la escuela, mediante campañas permanentes de información y educación ciudadana - a cuidar nuestra salud desde niños! Mucho más barato y mucho más efectivo.
Revolucionar la salud no es construir hospitales; es ante todo revolucionar la comprensión de lo que es la salud y educar a la población para que pueda cuidar mejor y responsablemente su propia salud, la de su familia y su comunidad.
Escuela no es = a educación
Escuela no es igual a educación en primer lugar porque no toda educación es educación escolar. Por otro lado, «escuela» remite a menudo al edificio más que a la educación (contenidos, relaciones, personas, procesos de enseñanza y aprendizaje).
Lo que usualmente se llama «reforma educativa» es, por lo general, «reforma escolar». Pero el sistema escolar no es el único sistema educativo. Relaciones y prácticas de enseñanza hay también en la familia, en la comunidad, en la organización social, en el lugar de trabajo, en los medios de comunicación, en la esfera de la política.
El edificio no es lo más importante cuando se trata de educación. Lo importante es qué ocurre adentro (o incluso sin necesidad) del edificio: qué, cómo y para qué se enseña y aprende. Se puede tener excelentes escuelas y pésima educación, o al revés: modelos y experiencias educativas ejemplares en escuelas modestas y hasta precarias desde el punto de vista de la infraestructura y el equipamiento.
Si le preguntamos a una persona su opinión sobre las escuelas en su comunidad y sobre la educación en su comunidad, posiblemente obtengamos respuestas distintas. Aunque no puedan diferenciar con claridad los conceptos, muchas personas perciben diferencias significativas entre escuela y educación.
No obstante, confundir escuela y educación sigue siendo común entre gobiernos y organismos internacionales. «Calidad de la educación primaria» es uno de los indicadores que maneja el Foro Económico Mundial en el Informe Global de Competitividad que publica anualmente; no obstante, la Encuesta de Opinión (Opinion Survey) que aplica a miembros de la «comunidad de negocios» en cada país pregunta sobre la calidad de las escuelas primarias pero las conclusiones se refieren a la calidad de la educación primaria. Las conclusiones no son confiables. Gente opinando sobre la calidad de la educación primaria sin saber de educación, sin información sobre la enseñanza y el aprendizaje, y sobre la satisfacción de los usuarios. Un salto en el vacío que al FEM debe parecerle irrelevante, pues lo sigue haciendo, y sobre el cual nadie llama la atención.
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