Leer y escribir es un aprendizaje a lo largo y ancho de la vida

 
Rosa María Torres

                                         

Este texto, en versión reducida, fue publicado en inglés en el blog de NORRAG  con ocasión del Día Internacional de la Alfabetización: Learning to Read and Write is Life-long and Life-wide. (8 sep. 2023)

Se estima que en 1950 36% de la población adulta en el mundo estaba alfabetizada (Our World in Data). En 1958 la UNESCO adoptó esta definición de alfabetismo que se volvió muy conocida: “habilidad de un individuo para leer y escribir con comprensión un enunciado simple y corto relacionado con su vida cotidiana”. Las estadísticas de alfabetismo se han recogido desde entonces con esa definición en mente. A menudo se agrega la aritmética (numeracy): sumar, restar, multiplicar y dividir (por ejemplo la meta 4.6. del ODS4 dice: "Para 2030 garantizar que todos los jóvenes y al menos una proporción sustancial de los adultos, tanto hombres como mujeres, tengan competencias de lectura, escritura y aritmética"). En los últimos años la definición de lo que significa estar alfabetizado se ha expandido y complejizado, incluyendo el alfabetismo digital y múltiples habilidades (UNESCO, 2023).

La dicotomía analfabeto/alfabetizado es hoy obsoleta; se reconoce que hay diferentes niveles de manejo de la lengua escrita y diferentes tipos de textos. Está claro asimismo que el analfabetismo no resulta solo de la ausencia de escolaridad - los llamados analfabetos absolutos o puros - sino también de una escuela de mala calidad.

En 1964 la UNESCO publicó la Declaración sobre la Erradicación del Analfabetismo. En 1989 aprobó el Plan de Acción para Erradicar el Analfabetismo antes del Año 2000. La aspiración de erradicar el analfabetismo se ha abandonado y sustituido por la de reducirlo (reducir el analfabetismo a la mitad fue una de las seis metas de la Educación para Todos 1990-2015). También se ha abandonado la aspiración a universalizar el alfabetismo; la meta hoy es alfabetizar a "todos los jóvenes (15-24 años) y a una proporción sustancial de los adultos” (ODS4, meta 4.6) (Torres, 2017; ver también Torres, 2013).

En las últimas décadas han avanzado poco las estadísticas de alfabetismo adulto. La Alfabetización para Todos se ubicó en el centro de la Educación para Todos (EPT) pero terminó siendo "una de las metas más descuidadas de la EPT". En 2005 se estimó que 770 millones de adultos no tenían habilidades básicas de lectura y escritura, dos tercios de ellos mujeres (Equipo del Informe Mundial de Seguimiento de la EPT en el Mundo, 2006). En 2023 eran 763 millones. Las cifras reales son probablemente mayores puesto que en muchos países éstas se basan en percepciones y autoevaluaciones (¿Sabe usted leer y escribir? Sí/No). El Decenio de las Naciones Unidas para la Alfabetización (2003-2012), coordinado por la UNESCO, tuvo poca visibilidad y poco impacto sobre la situación del alfabetismo en el mundo. La Estrategia de la UNESCO para la Alfabetización de Jóvenes y Adultos 2020-2025, sintonizada con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 (ODS4), reconoció que "el número de adultos sin alfabetizar es hoy mayor que hace 50 años, lo que implica que nuestras actividades no han seguido el ritmo del crecimiento de la población" (UNESCO, 2019).

Subsisten muchos desafíos:

La alfabetización no tiene edad. Aplica a niños, jóvenes y adultos. No obstante, continúa asociándose principalmente a adultos. Las estadísticas de analfabetismo/alfabetismo se refieren a personas de 15 años en adelante. Las ilustraciones muestran por lo general personas adultas, incluso cuando se menciona el aprendizaje a lo largo de la vida. Muchos continúan asociando el propio aprendizaje a lo largo de la vida a la edad adulta.

La mayoría de personas concibe el aprendizaje de la lectura y la escritura como un aprendizaje que se hace en la infancia y en la escuela. Para quienes no han podido aprender en la infancia se organizan ofertas remediales de segunda oportunidad. La alfabetización ha sido y sigue siendo misión fundamental de la escuela, misión con la que la escuela viene teniendo grandes dificultades, especialmente en relación a los pobres y a los sectores más vulnerables. (Ver Torres, 2013. Presentación de “La alfabetización de los niños en la última década del siglo” de Emilia Ferreiro).

Lidiar con el analfabetismo implica no solo un enfoque a dos puntas – con niños y con adultos - sino un enfoque integrador que ve el aprendizaje como un contínuo, desde el nacimiento hasta la muerte (ver Torres, 2012). El Documento Base que elaboré para el Decenio de las Naciones Unidas para la Alfabetización, y que fue discutido y aprobado en una sesión especial del Foro Mundial de Educación en Dakar (2000), adoptó una perspectiva de aprendizaje a lo largo y a lo ancho de la vida. Lamentablemente, la UNESCO decidió descartar dicho documento y entender el Decenio como alfabetización de adultos (Torres, 2011).

Se cree que enseñar y aprender a leer y escribir es cuestión sencilla.

a) A jóvenes y adultos sin o con poca escolaridad se les ofrece campañas y programas cortos de alfabetización y post-alfabetización. Lo que se considera retorno al analfabetismo
 es a menudo resultado de procesos incompletos de alfabetización así como de falta de materiales y de oportunidades para leer y para escribir. 

b) En cuanto a la alfabetización escolar, hasta hace no mucho se la pensaba como un objetivo del primer grado o de los dos primeros grados (fuente importantísima de repetición escolar y gran predictor de abandono escolar). (Torres, 2010). Por muchos años se asumió que cuatro años de escolaridad eran suficientes para declarar a alguien alfabetizado y para superar el llamado analfabetismo funcional (leer sin comprender lo que se lee, escribir sin lograr que otros comprendan lo escrito). 

 En 2013, cuando el plazo de la Educación para Todos (1990-2000-2015) y de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (2000-2015) estaba por concluir, se "descubrió" que millones de niños y niñas no podían leer, escribir y calcular después de cuatro o más años de escuela (UNESCO, 2013Equipo del Informe de Seguimiento de la EPT en el Mundo, 2015UIS-UNESCO, 2017). La UNESCO y otras organizaciones internacionales hablaron de crisis global de aprendizaje. La Comisión Internacional sobre los Futuros de la Educación (2021) habló también de crisis de la enseñanza. En realidad, estamos ante una crisis global de la educación que involucra no solo al sistema escolar sino también a la familia y a la comunidad. Una crisis sistémica que precede a la pandemia y que exige transformaciones en varios frentes (Torres, 2023). En 1991, en América Latina, en una reunión ministerial regional coordinada por la UNESCO-OREALC, los ministros de educación firmaron la Declaración de Quito, en la que propusieron avanzar hacia un "nuevo modelo educativo" y anunciaron el inicio de una "nueva etapa de desarrollo educativo que responda a los desafíos de la transformación productiva, de la equidad social y de la democratización política". Más de 30 años después el viejo modelo educativo sigue en pie (Torres, 2014).

 Crisis de aprendizaje y pobreza de aprendizajes son términos que están hoy en el centro de la transformación educativa global. Ambos giran en torno al sistema escolar. El término pobreza de aprendizajes, propuesto por el Banco Mundial en 2019, se refiere a "niños que no pueden leer y entender un texto simple a la edad de 10 años" (Saavedra, 2019). Se incluye la lectura, no la escritura, una habilidad esencial. El Banco Mundial había propuesto como meta al año 2030 reducir a la mitad la pobreza de aprendizajesNo obstante, después de la pandemia esto ya se ve inviable. En 2022 se estimó que 70% de los niños y niñas de 10 años a nivel mundial estaban en esta condición (Banco Mundial, UNESCO, UNICEF, FCDO, USAID, Fundación Bill Gates, Informe: La situación de la pobreza de aprendizajes mundial, 2022). 

▸ Hoy muchos afirman que niños y niñas de toda condición social, en todo el mundo y en todas las culturas, deben aprender a leer en primer grado. Esto desconoce los obstáculos monumentales que enfrentan millones de niños producto de la pobreza, el racismo, el sexismo, la discapacidad, la enseñanza en lenguas que no manejan y la mala escuela. Existe mucho conocimiento que muestra que las primeras intuiciones y los primeros acercamientos a la alfabetización - y a la lectura en particular - se dan en la primera infancia y que éstas son altamente sensibles al contexto, a las condiciones socio-económicas de la familia, la educación de los padres y de la madre muy especialmente, la falta de materiales de lectura y de un contexto letrado, etc. (Torres, 2015). 

El acceso a la biblioteca (familiar, escolar, comunitaria, ambulante) y a variados materiales de lectura y escritura, en el papel y en la pantalla - cartas, afiches, periódicos, revistas, comics, libros, catálogos, menús, subtítulos en la televisión, calendarios, etiquetas, graffiti, textos producidos por los propios niños (Torres, 2012) - hace una gran diferencia. Existe asimismo una fuerte correlación entre educación de la madre y adquisición y desarrollo de la lectura de los hijos. Así pues: la alfabetización implica no solo aprendizaje a lo largo de la vida sino también a lo ancho de la vida. Asegurar y fortalecer los aprendizajes fundacionales implica ver más allá del sistema escolar, tener en cuenta a la familia, la comunidad, los medios, el mundo del trabajo, el mundo digital, la alfabetización/educación parental, las bibliotecas, el juego, el aprendizaje informal, el aprendizaje intergeneracional y entre pares, y el irrenunciable combate a la pobreza. 

▸ No solo los «países en desarrollo» sino también los «países desarrollados» (países de la OCDE) advierten con preocupación un creciente problema con la lectura en sus sistemas escolares y reducción en los puntajes en las tres áreas evaluadas por la prueba internacional PISA - lectura, matemáticas y ciencias - a estudiantes de 15 años entre 2018 y 2022, según reveló la prueba PISA 2022. En promedio, en los países ricos, el porcentaje de estudiantes con bajo desempeño en lectura (por debajo del Nivel 2, considerado básico) fue del 26% (17% alcanzó el Nivel 1a, 8% el Nivel 1b, 2% el Nivel 1c, y 0.2% por debajo del Nivel 1c).  


La autora

Rosa María Torres del Castillo (Ecuador) es educadora, lingüista y activista social especializada en educación básica, cultura escrita, y aprendizaje a lo largo de la vida. Ha trabajado como asesora en organizaciones de la sociedad civil y en organismos internacionales como UNICEF y UNESCO. En 1988-1990 fue Directora Pedagógica de la Campaña Nacional de Alfabetización “Monseñor Leonidas Proaño” y en 2003 fue Ministra de Educación y Culturas, en el Ecuador. Es autora de más de 15 libros y de cientos de artículos periodísticos sobre educación y aprendizaje.


Notas:
- Diferenciamos alfabetización (proceso de enseñar y/o aprender a leer y escribir) y alfabetismo (estado, condición o tasa de analfabetismo/alfabetismo). 
- Numeracy es traducido al español como aritmética, competencia numérica o competencia aritmética. También como cálculo o matemáticas básicas. En la prueba PIAAC (PISA para adultos) numeracy se traduce al español como cálculo. Ver Glosario, IIPE Learning Portal https://learningportal.iiep.unesco.org/es/glossary Esto revela problemas conceptuales así como problemas de traducción.

Leer y escribir en un mundo cambiante - Emilia Ferreiro




26 Congreso de la Unión Internacional de Editores, Buenos Aires, 1-3 mayo, 2000, Conferencia Plenaria.


Hubo una época, hace varios siglos, en que escribir y leer eran actividades profesionales. Quienes se destinaban a ellas aprendían un oficio y a este oficio se dedicaban el resto de sus días. En todas las sociedades donde se inventaron algunos de los 4 o 5 sistemas primigenios (China, Sumeria, Egipto, Mesoamérica y, muy probablemente, también el valle del Hindus) hubo escribas, quienes formaban un grupo de profesionales especializados en un arte particular: grabar en arcilla o en piedra, pintar en seda, tablillas de bambú, papiro o en muros, esos signos misteriosos, tan ligados al ejercicio mismo del poder. De hecho, las funciones estaban tan separadas que los que controlaban el discurso que podía ser escrito no eran quienes escribían, y muchas veces tampoco practicaban la lectura. Quienes escribían no eran lectores autorizados, y los lectores autorizados no eran escribas.

En esa época no había fracaso escolar. Quienes debían dedicarse a ese oficio se sometían a un riguroso entrenamiento. Seguramente algunos fracasaban, pero la noción misma de fracaso escolar no existía (aunque hubiera escuelas de escribas).

No basta con que haya escuelas para que la noción de «fracaso escolar» se constituya. Veamos un símil con una situación contemporánea: tenemos escuelas de música, y buenos y malos alumnos en ellas. Si alguien no resulta competente para la música, la sociedad no se conmueve, ni los psicopedagogos se preocupan por encontrar algún tipo peculiar de «dislexia musical» que podría quizás ser superada con tal o cual entrenamiento específico. Ser músico es una profesión; y quienes quieren dedicarse a la música se someten a un riguroso entrenamiento. Y, aparentemente, las escuelas de música, en todas partes, tienen un saludable comportamiento.

Todos los problemas de la alfabetización comenzaron cuando se decidió que escribir no era una profesión sino una obligación y que leer no era marca de sabiduría sino marca de ciudadanía.

Por supuesto, muchas cosas pasaron entre una época y otra, muchas revoluciones sangrientas fueron necesarias en Europa para constituir las nociones de pueblo soberano y democracia representativa. Múltiples transmutaciones sufrieron los primeros textos de arcilla o de papiro hasta convertirse en libros reproducibles, transportables, fácilmente consultables, escritos en las nuevas lenguas desprendidas del latín imperial y hegemónico.

Los lectores se multiplicaron, los textos escritos se diversificaron, aparecieron nuevos modos de leer y nuevos modos de escribir. Los verbos «leer» y «escribir» habían dejado de tener una definición inmutable: no designaban (y tampoco designan hoy día) actividades homogéneas. Leer y escribir son construcciones sociales. Cada época y cada circunstancia histórica da nuevos sentidos a esos verbos.

Sin embargo, la democratización de la lectura y la lectura se vio acompañada de una incapacidad radical para hacerla efectiva: creamos una escuela pública obligatoria, precisamente para dar acceso a los innegables bienes del saber contenido en las bibliotecas, para formar al ciudadano consciente de sus derechos y sus obligaciones, pero la escuela no ha acabado de apartarse de la antigua tradición: sigue tratando de enseñar una técnica.

Desde sus orígenes, la enseñanza de estos saberes se planteó como la adquisición de una técnica: técnica del trazado de las letras, por un lado, y técnica de la correcta oralización del texto, por otra parte. Sólo después de haber dominado la técnica surgirían, como por arte de magia, la lectura expresiva (resultado de la comprensión) y la escritura eficaz (resultado de una técnica puesta al servicio de las intenciones del productor). Sólo que ese paso mágico entre la técnica y el arte fue franqueado por pocos, muy pocos de los escolarizados en aquellos lugares donde más falta hace la escuela, precisamente por ausencia de una tradición histórica de «cultura letrada».

Surge entonces la noción de «fracaso escolar», que es concebida, en sus inicios, no como fracaso de la enseñanza sino del aprendizaje, o sea, responsabilidad del alumno. Esos alumnos que fracasan son designados, según las épocas y las costumbres, como «débiles de espíritu», «inmaduros» o «disléxicos». (En los años 1960 la dislexia fue considerada «la enfermedad del siglo»). Algo patológico traen consigo esos niños, algo que les impide aprovechar una enseñanza que, como tal, y por la bondad de sus intenciones, queda más allá de toda sospecha.

Pero el fracaso escolar es, en todas partes y masivamente, un fracaso de la alfabetización inicial que mal puede explicarse por una patología individual.

Una década después, hacia 1970, los estudios en sociología de la educación desplazaron la responsabilidad de la incapacidad para aprender hacia el entorno familiar: en lugar de algo intrínseco al alumno habría un "déficit cultural". De hecho, una cierta «patología social» (suma de pobreza + analfabetismo) sería responsable del déficit o handicap inicial. Efectivamente, pobreza y analfabetismo van juntos. El analfabetismo no se distribuye equitativamente entre los países, sino que se concentra en entidades geográfico-jurídico-sociales que ya no sabemos cómo nombrar.

Hoy día no se sabe muy bien cómo clasificar a los países. Antes había «desarrollados» y «subdesarrollados», pero esta última calificación pareció peyorativa y fue reemplazada por un eufemismo: «países en vías de desarrollo». Pero ¿cuántas décadas puede un país estar «en vías de desarrollo sin acabar de desarrollarse?». De hecho, muchos de los países que antes parecían estar «en vías de desarrollo» parecen hoy día condenados a estar «en vías de subdesarrollo». Hubo una época en que los países se catalogaron en dos regiones: «Primer mundo" y «Tercer mundo», con un supuesto «Segundo mundo» que nadie asumió como designación adecuada para sí mismo. Y ahora hemos regresado a las coordenadas pseudo-geográficas: los ejes «Este» y «Oeste» desaparecieron, mientras que «Norte» y «Sur» tienen renovada vigencia (lo que obliga a innegables dificultades propiamente geográficas, tales como ubicar a Australia en el Norte y a México en el Sur). Yo hablaré de «periferia» para referirme a este Sur, que también existe...

Total, que no sabemos cómo clasificar a los países, pero sí sabemos qué es la pobreza. Sabemos -y es inútil que lo ocultemos, porque el World Bank lo sabe y lo dice- que el 80% de la población mundial vive en zonas de pobreza. Sabemos que ese 80% conjuga todos los indicadores de dificultad para la alfabetización: pobreza endógena y hereditaria; baja esperanza de vida y altas tasas de mortalidad infantil; malnutrición; multilingüismo. (Sabemos, por supuesto, que ese 80% también es heterogéneo, ya que las desigualdades entre los países se expresan igualmente en desigualdades internas tanto o más pronunciadas).

A pesar de cientos de prometedoras declaraciones de compromiso nacional e internacional, la humanidad ingresa al siglo XXI con unos mil millones de analfabetos en el mundo (mientras que en 1980 eran 800 millones).

Los países pobres (ese 80%) no han superado el analfabetismo; los ricos (ese 20%) han descubierto el iletrismo. ¿En qué consiste ese fenómeno que en los años 80 puso en estado de alerta a Francia, a tal punto de movilizar al ejército en la «lucha contra el iletrismo»? El iletrismo es el nuevo nombre de una realidad muy simple: la escolaridad básica universal no asegura la práctica cotidiana de la lectura, ni el gusto por leer, ni mucho menos el placer por la lectura. O sea: hay países que tienen analfabetos (porque no aseguran un mínimo de escolaridad básica a todos sus habitantes) y países que tienen iletrados (porque a pesar de haber asegurado ese mínimo de escolaridad básica, no han producido lectores en sentido pleno).

El tiempo de escolaridad obligatoria se alarga cada vez más, pero los resultados en el «leer y escribir» siguen produciendo discursos polémicos. Cada nivel educativo reprocha al precedente que los alumnos que reciben «no saben leer y escribir», y no pocas universidades tienen «talleres de lectura y redacción». Total, que una escolaridad que va de los 4 años a bien avanzados los 20 (sin hablar de doctorado y post-doc) tampoco forma lectores en sentido pleno.

Está claro que estar «alfabetizado para seguir en el circuito escolar» no garantiza el estar alfabetizado para la vida ciudadana. Las mejores encuestas europeas distinguen cuidadosamente entre parámetros tales como: alfabetizado para la calle; alfabetizado para el periódico; alfabetizado para libros informativos; alfabetizado para la literatura (clásica o contemporánea); etc.

Pero eso es reconocer que la alfabetización escolar y la alfabetización necesaria para la vida ciudadana, el trabajo progresivamente automatizado y el uso del tiempo libre son cosas independientes. Y eso es grave. Porque si la escuela no alfabetiza para la vida y el trabajo... ¿para qué y para quién alfabetiza?

El mundo laboral está cada vez más informatizado, y la escuela (nuestra escuela pública, gratuita y obligatoria, esa gran utopía democrática del siglo XIX) está, en los países periféricos, cada vez más empobrecida, desactualizada, y con maestros mal capacitados y peor pagados.

Peor aún: la democracia, esa forma de gobierno a la cual todos apostamos, demanda, requiere, exige individuos alfabetizados. El ejercicio pleno de la democracia es incompatible con el analfabetismo de los ciudadanos. La democracia plena es imposible sin niveles de alfabetización por encima del mínimo del deletreo y la firma.

No es posible seguir apostando a la democracia sin hacer los esfuerzos necesarios para aumentar el número de lectores (lectores plenos, no descifradores).

En las primeras décadas del siglo XX parecía que «entender instrucciones simples y saber firmar» podía considerarse suficiente. Pero a fines del siglo XX y principios del XXI estos requisitos son insostenibles. Hoy día los requisitos sociales y laborales son mucho más elevados y exigentes. Los navegantes de Internet son barcos a la deriva si no saben tomar decisiones rápidas y seleccionar información.

Y la escuela de los países periféricos, que aún no aprendió a alfabetizar para el periódico y las bibliotecas, debe enfrentar ahora el desafío de ver entrar Internet en las aulas, no por decisión pedagógica, sino porque "el Banco Interamericano de Desarrollo y Starmedia Network firmaron una alianza para introducir Internet en todas las escuelas públicas de América Latina y El Caribe", según noticias periodísticas ampliamente difundidas de fines de marzo 2000. (Por ej., El Financiero, de México, en la sección «Negocios» del 29 de marzo).

Sospechosamente, candidatos a la presidencia o ministros de educación recién estrenados, de México a Argentina, sostienen un discurso coincidente: "Internet en las escuelas", como si las computadoras, de por sí, pudieran ser el trampolín de acceso a niveles de alfabetización nunca alcanzados, y como si los maestros -esos maestros desactualizados y mal pagados- fueran inmediatamente reciclables (o quizás desechables).

Yo he dicho desde hace varios años en diversos foros, y continúo sosteniendo, que las nuevas tecnologías ayudarán sobremanera a la educación en su conjunto si contribuyen a enterrar debates interminables sobre temas perimidos: por ejemplo, "¿hay que comenzar a enseñar con caracteres ligados o separados?; ¿qué hacemos con los zurdos?; ¿hay que enseñar a leer por palabras o por sílabas?". Bienvenida la tecnología que elimina diestros y zurdos: ahora hay que escribir con las dos manos, sobre un teclado; bienvenida la tecnología que permite separar o juntar los caracteres, a decisión del productor; bienvenida la tecnología que enfrenta al aprendiz con textos completos desde el inicio.

Pero la tecnología, de por sí, no va a simplificar las dificultades cognitivas del proceso de alfabetización (ignoradas también por la mayoría de los métodos pedagógicos), ni es la oposición «método vs. tecnología» la que nos permitirá superar las desventuras del analfabetismo.

Antes de regresar al tema ineludible de las nuevas tecnologías quisiera insistir en la ecuación pobreza/analfabetismo/multilingüismo .

Durante décadas hemos escuchado expresiones tales como «lucha contra el analfabetismo», lenguaje militar que caracteriza, además, a quienes son rechazados por el sistema escolar, como «desertores». Ese lenguaje militar sugiere un enemigo a vencer, y el desliz desde el abstracto «analfabetismo» hacia el concreto «individuo analfabeto» como enemigo visible es casi inevitable, sobre todo cuando la imagen militar es asociada a la imagen médica y se habla de «flagelo social», «plaga social» y similares (como si se tratara del paludismo o el cólera). (Todas esas son expresiones reiteradas en documentos oficiales, nacionales e internacionales, de 1970 hasta nuestros días).

Es evidente que no puede haber «lucha contra el analfabetismo (o el iletrismo)» sino acciones destinadas a elevar el nivel de alfabetización de la población (en el entendido que «literacy» designa un continuo que va de la infancia a la edad adulta, y dentro de la edad adulta, un continuo de desafíos cada vez que nos enfrentamos con un tipo de texto con el cual no hemos tenido experiencia previa) [Por ejemplo, yo enseño a nivel Maestría y Doctorado, pero sigo alfabetizando a mis alumnos, porque es la primera vez que, como lectores, se enfrentan a investigaciones publicadas en revistas especializadas y, como escritores, deben producir por primera vez un tipo peculiar de texto académico que se llama «una tesis»].

Pero recientemente, y con el mismo espíritu militar y militante, se ha declarado el «Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza». Yo me pregunto: ¿qué haremos con el multilingüismo? ¿Se les ocurrirá también que hay que erradicarlo porque hace más difícil y más costosa la alfabetización?

Aquí entran los editores en escena. Ustedes, editores, son los herederos de una poderosa e ilustre tradición. (Pido disculpas de mi ignorancia a los editores chinos, japoneses e hindúes aquí presentes, porque sólo me voy a referir a la tradición europea).

La estirpe de los editores tiene notables ejemplos de todo tipo: creadores que no cesaron de dar nuevas formas a nuestro alfabeto, inventando sin cesar caracteres tipográficos (más legibles, más elegantes, mejor adaptados a tal o cual tipo de obra); artesanos del más alto rango que hicieron del libro una obra de arte; familias de editores que transmitieron un excelso saber de padres a hijos durante más de un siglo; editores que eran también hombres de erudición y traductores (los puntos de cruce entre la historia de los traductores y la historia de los editores son sumamente instructivos).

Ustedes, editores, tienen en su árbol genealógico a ilustres defensores de la libertad de expresión, y eso desde los momentos iniciales del ejercicio del oficio, al poner en circulación textos que no respondían a los requerimientos del poder constituido.

Pienso, por ejemplo, en Etienne Dolet, impresor de Lyon, acusado tres veces de ateísmo y herejía y finalmente quemado en la hoguera, a los 37 años de edad, en place Maubert en París, en 1546.

Etienne Dolet era un subversivo para la época porque introdujo en Francia obras publicadas en Ginebra (vinculadas con la Reforma religiosa), pero era también un erudito, autor de un diccionario analógico del latín, de un tratado de traducción y otro relativo a la puntuación y la acentuación. Es discutible si fue quemado vivo, junto con sus obras, por ser editor o por ser autor-prologuista de esos libros heréticos. Pero también es cierto que fueron necesarios 343 años para que un monumento en la misma plaza Maubert lo reconociera como Humanista, defensor de la libertad de pensamiento. Por más eruditos y humanistas que sean, LOS EDITORES PRODUCEN OBJETOS INCOMPLETOS POR NATURALEZA.

Un libro es un objeto en busca de un lector, y no puede realizarse como objeto cultural hasta que no encuentra un lector. Ese lector es muy mal caracterizado cuando se lo define simplemente como un cliente. Se puede comprar una colección de libros para exhibirlos en la sala de recepción de la casa o en el estudio profesional. Esos libros siguen siendo objetos incompletos: bibelots sin intérpretes. El libro se completa cuando encuentra un lector-intérprete (y se convierte en patrimonio cultural cuando encuentra una comunidad de lectores-intérpretes).

Por eso es tan singular la tarea de un editor: no solamente debe producir un objeto tan cuidado y acabado como sea posible, sino tener conciencia de que tal objeto, por más cuidado y acabado que sea, será siempre incompleto si no encuentra «el otro»/«los otros» que le darán completud. Ese «otro» (esos «otros») deben ser lectores.

¿Los editores de las próximas décadas van a concentrarse en producir libros para el 20% de la población mundial? ¿Van a retomar la antigua tradición de la lectura elitista, contraria a la idea de la alfabetización necesaria para la democracia? ¿Podemos pedirles (quién puede pedirles) que contribuyan a la completud de sus productos, o sea a la producción de lectores?

La situación actual es grave, pero es interesante porque estamos en momentos de profundos cambios en la definición de la materialidad misma del objeto «libro». Algunos nos anuncian una nueva democracia vía Internet mientras que otros se anticipan a organizar prematuros funerales al objeto «libro», ese que tiene textura y olor, ese «de carne y hueso" con el que aprendimos a convivir durante siglos.

En este tema, nos alerta Roger Chartier, hay que hacer un esfuerzo para ubicarnos "entre el discurso utópico y la nostalgia del pasado". Es fácil, demasiado fácil, hacer el elogio de los nuevos soportes electrónicos del texto impreso; es fácil (casi banal) aplicar el calificativo «democrático» a una nueva tecnología. Veamos un ejemplo emblemático. Durante décadas eminentes investigadores sostuvieron que el sistema alfabético de escritura estaba ligado a la democracia, por ser el más simple, perfecto, "scientific and easy to use". Esa visión se difundió ampliamente. Sin embargo, tres datos bastan para destruir este mito: en la Grecia clásica que inventó el alfabeto del cual somos tributarios, el número de adultos varones libres alfabetizados nunca fue superior al 20%, tal como lo muestran minuciosos análisis de historiadores recientes (W. Harris, 1989). Por otra parte, la fascinación de los lingüistas por el alfabeto hizo que las lenguas nativas de América y África, cualquiera fuera su estructura, se escribieran en un sistema alfabético, el cual no trajo consigo una alfabetización universal, mientras que Japón, con uno de los sistemas más complejos de escritura, resistió a todas las presiones por adoptar el alfabeto y tiene tasas de «literacy» superiores a las de Europa y USA.

Internet, correo electrónico, páginas web... están introduciendo cambios profundos y acelerados en la manera de comunicarnos y de recibir información. Y eso es fascinante para cualquier estudioso de la lengua y de los cambios lingüísticos. Pero esos instrumentos no son «democráticos» por sí mismos (tanto como el alfabeto no es democrático, en sí mismo). Exigen, en cambio, capacidades de uso de la lengua escrita más flexibles que las que estábamos acostumbrados a aceptar. Hay nuevos estilos de habla y de escritura que están siendo generados gracias a estos medios. Saber navegar por Internet ya forma parte de los objetivos educativos declarados o en vías de declaración. No sabemos si los desnutridos y los desempleados aprenderán a leer y escribir para entrar a Internet (aunque no reciban créditos escolares por ello), o si quedarán nuevamente excluidos. Es difícil y riesgoso hacer predicciones.

Estamos hablando de futuro, y los niños son parte del futuro. Esos niños (todos los niños) no necesitan ser motivados para aprender. Aprender es su oficio.

Todos los objetos (materiales y/o conceptuales) a los cuales los adultos dan importancia, son objeto de atención por parte de los niños. Si perciben que las letras son importantes para los adultos (sin importar por qué y para qué son importantes) van a tratar de apropiarse de ellas.

Todas las encuestas coinciden en un hecho muy simple: si el niño ha estado en contacto con lectores antes de entrar a la escuela, aprenderá más fácilmente a escribir y leer que aquellos niños que no han tenido contacto con lectores.

¿En qué consiste ese «saber» pre-escolar? Básicamente, en una primera inmersión en la «cultura letrada»: haber escuchado leer en voz alta, haber visto escribir; haber tenido la oportunidad de producir marcas intencionales; haber participado en actos sociales donde leer y escribir tiene sentido; haber podido plantear preguntas y obtener algún tipo de respuesta.

La relación entre las marcas gráficas y el lenguaje es, en sus inicios, una relación mágica que pone en juego una tríada: un intérprete, un niño y un conjunto de marcas. El intérprete (que, en sentido estricto habría que llamar «interpretante» por razones imposibles de desarrollar aquí) informa al niño, al efectuar ese acto aparentemente banal que llamamos «un acto de lectura», que esas marcas tienen poderes especiales: con sólo mirarlas se produce lenguaje. ¿Qué hay en esas marcas para que el ojo incite a la boca a producir lenguaje? Ciertamente, un lenguaje peculiar, bien diferente de la comunicación cara a cara. El que lee no mira al otro, su destinatario, sino a la página. El que lee parece hablar para otro allí presente, pero lo que dice no es su propia palabra, sino la palabra de un «Otro» que puede desdoblarse en muchos «Otros», salidos de no se sabe dónde, escondidos también detrás de las marcas. El lector es, de hecho, un actor: presta su voz para que el texto se re-presente (en el sentido etimológico de «volver a presentarse»). El lector habla pero no es él quien habla; el lector dice, pero lo dicho no es su propio decir sino el de fantasmas que se realizan a través de su boca.

La lectura es un gran escenario donde es preciso descubrir quienes son los actores, los «metteurs en scène» y los autores. (Sin olvidar a los traductores porque, en gran medida, la lectura es presentación de otra lengua, semejante pero diferente de la lengua cotidiana).

Parte de la magia consiste en que el mismo texto (o sea, las mismas palabras, en el mismo orden) vuelven a re-presentarse una y otra vez, delante de las mismas marcas. ¿Qué hay en esas marcas que permite no solamente elicitar lenguaje, sino provocar el mismo texto oral, una y otra vez? La fascinación de los niños por la lectura y relectura del mismo cuento tiene que ver con este descubrimiento fundamental: la escritura fija la lengua, la controla de tal manera que las palabras no se dispersen, no se desvanezcan ni se sustituyan unas a otras. Las mismas palabras, una y otra vez. Gran parte del misterio reside en esta posibilidad de repetición, de reiteración, de re-presentación.

Hay niños que ingresan a la lengua escrita a través de la magia (una magia cognitivamente desafiante) y niños que entran a la lengua escrita a través de un entrenamiento consistente en «habilidades básicas». En general, los primeros se convierten en lectores; los otros, en iletrados o en analfabetos funcionales. Permítanme presentarles un ejemplo de lo que quiero decir.

[Transparencia de dos textos, ambos con problemas de ortografía y segmentación entre palabras. Uno escribe «lengua escrita», mientras que el otro balbucea por escrito (aunque su texto no sea carente de interés). Uno tuvo inmersión en la «cultura letrada» desde el nacimiento, mientras que el otro fue introducido a la escritura como una técnica de transcripción].

¿Quiénes van a tener la voluntad, el valor y el empeño para romper el círculo vicioso? En Jomtien, Tailandia, 1990, se establecieron objetivos básicos de educación para todos para la década 1990-2000. Por primera vez, el World Bank firmó al lado de los organismos internacionales (UNESCO, UNICEF). Los diez años se cumplieron y los objetivos son decepcionantes. En abril de este mismo año, en Dakar, se acaba de reunir un Foro Mundial de la Educación para extender por 15 años más los objetivos no cumplidos. Y así seguirá siendo, mientras no se revisen las presuposiciones iniciales, mientras se siga apostando a los métodos (concebidos para formar técnicos especializados) y se olvide la cultura letrada (derecho de cualquier niño que nace en los tiempos de la inter-conexión)

Mientras tanto, los niños (que no pueden dejar de aprender porque no pueden dejar de crecer) están ávidos por entrar en los mundos desconocidos. Hay escritores en potencia de 4 a 12 años que pasan desapercibidos o, peor aún, son desautorizados porque el maestro solo es capaz de ver la ortografía desviante.

Mi función como investigadora ha sido mostrar y demostrar que los niños PIENSAN a propósito de la escritura, y que su pensamiento tiene interés, coherencia, validez y extraordinario potencial educativo. Hay que escucharlos. Hay que ser capaces de escucharlos desde los primeros balbuceos escritos (simples garabatos, según algunos, contemporáneos de los primeros dibujos que realizan).

No podemos reducir el niño a un par de ojos que ven, un par de oídos que escuchan, un aparato fonatorio que emite sonidos y una mano que aprieta con torpeza un lápiz sobre una hoja de papel. Detrás (o más allá) de los ojos, los oídos, el aparato fonatorio y la mano hay un sujeto que piensa y trata de incorporar a sus propios saberes este maravilloso medio de representar y recrear la lengua que es la escritura, todas las escrituras.

Este inicio de milenio es propicio para el cambio porque somos muchos los que tenemos algo nuevo para ofrecer. Ninguno de nosotros, actuando aisladamente, tiene capacidad para incidir en un fenómeno que ha resistido a todos los esfuerzos por aislar variables. Pero ahora tenemos: nuevas tecnologías de circulación de textos; nuevos insights (construidos a partir de minuciosas investigaciones de historiadores) sobre los modos de apropiación de la escritura por parte de diferentes actores sociales en diferentes momentos históricos; tenemos lingüistas dispuestos a recuperar la escritura (ese objeto perdido en un «no man’s land»); tenemos pedagogos fatigados por la inútil disputa sobre métodos que desconocen al sujeto del aprendizaje; tenemos psicólogos, psicopedagogos y psicolingüistas con teorías suficiente válidas como para restituir al niño como ser pensante en su totalidad existencial (aunque haya psicolingüistas que insisten en retrotraer el debate a sus dimensiones técnicas más retrógradas, utilizando, por supuesto, una nueva terminología como «phonological awareness»). [Divisiones de este tipo no nos sorprenden, porque son inherentes a todas las disciplinas: no todos los historiadores piensan que es interesante ocuparse de las prácticas populares de lectura y escritura; no todos los lingüistas consideran que la escritura es un objeto de interés para la Lingüística, etc.]

Esos niños y niñas curiosos, ávidos por saber y entender están en todas partes, en el Norte y en el Sur, en el centro y en la periferia. No los infantilicemos. Ellos se plantean, y desde muy temprano, preguntas con profundo sentido epistemológico: ¿qué es lo que la escritura representa y cómo lo representa? Reduciéndolos a aprendices de una técnica, menospreciamos su intelecto. Impidiéndoles tomar contacto con los objetos en los que la escritura se realiza, despreciamos (mal-preciamos o hacemos inútiles) sus esfuerzos cognitivos.

LA ALFABETIZACIÓN NO ES UN LUJO NI UNA OBLIGACIÓN: ES UN DERECHO.

Un derecho de niños y niñas que serán hombres y mujeres libres (al menos eso es lo que deseamos), ciudadanos y ciudadanas de un mundo donde las diferencias lingüísticas y culturales sean consideradas como una riqueza y no como un defecto. Las distintas lenguas y los distintos sistemas de escritura son parte de nuestro patrimonio cultural. La diversidad cultural es tan importante como la bio-diversidad: si la destruimos, no seremos capaces de recrearla.

Venimos de un «pasado imperfecto», donde los verbos «leer» y «escribir» han sido definidos de maneras cambiantes -a veces erráticas- pero siempre inefectivas; vamos hacia un futuro complejo (que algunos encandilados por la técnica definen como un «futuro simple», exageradamente simple).

Quizás sea posible que las voluntades se junten; que los objetos incompletos producidos por los editores encuentren a los lectores en potencia (que son también productores de textos tanto como productores de sentido); que los maestros de primaria recuperen, junto con sus alumnos, la capacidad de reír, llorar o sorprenderse cuando leen; que nadie tenga miedo a las nuevas tecnologías pero tampoco espere de ellas efectos mágicos; que nos comprometamos con los futuros lectores para que la utopía democrática parezca menos inalcanzable.

Los niños -todos los niños-, se los aseguro, están dispuestos a la aventura del aprendizaje inteligente. Están hartos de ser tratados como infra-dotados o como adultos en miniatura. Son lo que son y tienen derecho a ser lo que son: seres cambiantes por naturaleza, porque aprender y cambiar es su modo de ser en el mundo.

Entre el «pasado imperfecto» y el «futuro simple» está el germen de un «presente continuo» que puede gestar un futuro complejo: o sea, nuevas maneras de dar sentido (democrático y pleno) a los verbos «leer» y «escribir». Que así sea, aunque la conjugación no lo permita.


Ayuda internacional basada en el conocimiento: ¿la queremos?, ¿la necesitamos?

Versión abreviada en español del texto y la conferencia
"Knowledge-based international aid: Do we want it?, Do we need it?"
presentados en el seminario internacional
"Development Knowledge, National Research and International Cooperation",
CAS/DSE/NORRAG, Bonn, 3-5 de abril de 2001,
incluido en: Gmelin, W., King, K., McGrath, S. (eds.),
Knowledge, Research and International Cooperation
, University of Edinburgh, 2001.


Este texto se refiere a la «ayuda internacional basada en el conocimiento» («knowledge-based aid») en boga y se ubica en: a) una perspectiva desde «el Sur», esto es, desde países tradicionalmente considerados beneficiarios de dicha ayuda, facilitada por «el Norte» a través de las agencias internacionales de cooperación; b) una perspectiva crítica, reconociendo que hay un Sur acrítico y un Norte crítico; c) una perspectiva centrada en América Latina; d) una perspectiva centrada en la reforma educativa como campo específico para analizar algunos de los supuestos y consecuencias prácticas de dicha as «ayuda basada en el conocimiento», sobre todo en la última década; y e) un foco en el Banco Mundial (BM) como agencia paradigmática, dado su liderazgo en la cooperación Norte/Sur y en la promoción de la «ayuda basada en el conocimiento», especialmente en torno a la reforma de la educación escolar. El «nosotros» asumido en el título de este texto se refiere al Sur en general y a América Latina en particular.  

La creciente concentración global del poder económico y simbólico (información y conocimiento) así como de los medios y recursos para acceder y diseminar dicha información y dicho conocimiento se sustenta en una ideología instrumental en torno a estos asuntos: desarrollo, conocimiento, información, educación, aprendizaje. En este marco, hay pocas posibilidades de que la anunciada «Sociedad del Conocimiento» y el paradigma del «Aprendizaje a lo Largo de la Vida» aporten a la necesaria «revolución del aprendizaje» y a una distribución más equitativa del conocimiento si no se dan cambios fundamentales en las pautas de cooperación internacional Norte-Sur. Nunca antes en la historia de la humanidad hubo acceso a tanto conocimiento y tanta información, ni medios tan diversos y poderosos para democratizarlos, ni se había enfatizado tanto la importancia del conocimiento, la educación y los aprendizajes. Pero nunca antes el modelo de «educación bancaria» tuvo tanta vitalidad y difusión a escala global: la educación entendida como transferencia de información y conocimiento, y el aprendizaje entendido como recepción pasiva de tal operación.

Muchos promotores de la Sociedad del Conocimiento, de las nuevas tecnologías y del Aprendizaje a lo Largo de la Vida ven el mundo como un aula gigante con pocos y poderosos docentes globales en el Norte, y millones de asimiladores pasivos en el Sur. En una época caracterizada por el cambio y la incertidumbre, los difusores de conocimientos y los promotores de tecnologías tienen demasiadas certezas acerca del presente y del futuro. «Lo que funciona» y «lo que no funciona» sigue presentándose como un esquema binario, sin formular las preguntas obvias que deberían hacerse: ¿dónde, cuándo, para qué, con quién, para quién, en qué circunstancias? La retórica de la «ayuda basada en el conocimiento» evita la discusión sobre temas como el poder y los intereses creados.

Elaboración: Rosa María Torres


«AYUDA BASADA EN EL CONOCIMIENTO» PARA LOS «PAÍSES EN DESARROLLO»

¿Qué «desarrollo»? ¿Qué «conocimiento»? ¿Qué tipo de «ayuda»? ¿Quiénes, en «los países»?

No hay nada nuevo en la «ayuda basada en el conocimiento». La transferencia de conocimientos a los «países en desarrollo», bajo la forma de asesoría y asistencia técnica, es la raison d' être de los organismos internacionales.

«Ayuda basada en el conocimiento» es, esencialmente, ayuda basada en la asimetría Norte/Sur: dador/receptor, desarrollado/no desarrollado, conocimiento/desconocimiento, enseñar/aprender, pensar/actuar, recomendar/seguir recomendaciones, crear/aplicar. El Norte se ve a sí mismo como proveedor de conocimiento, y ve al Sur como consumidor de conocimiento. El Norte piensa, conoce, difunde, diagnostica, planifica, crea estrategias, realiza y valida investigaciones, asesora y provee modelos, lecciones aprendidas y hasta listas de perfiles deseados. El Sur desconoce, aprende, recibe, aplica, instrumenta. El Norte produce y difunde «conocimiento». El Sur produce datos e información. El Norte produce recomendaciones de política global a ser traducidas por el Sur en Planes Nacionales de Acción.

La cooperación internacional piensa «países» como «gobiernos». La cooperación con los gobiernos se entiende como cooperación con los pueblos de estos países, evitándose así cuestiones críticas relacionadas con la representatividad de los gobiernos en términos de interés público y nacional. Los organismos o agencias que han incorporando la noción de «sociedad civil» generalmente asocian ésta a ONGs, ignorando la diversidad de quienes interactúan en las sociedades civiles reales: partidos políticos, movimientos sociales, comunidad académica, sindicatos, asociaciones populares, medios masivos, iglesias, etc.

El «desarrollo» (en el sentido de «progreso») parecía una meta alcanzable en los años 1970s, 1980s. En la década de 1990 y a comienzos del 2000, el propio término «desarrollo» desapareció prácticamente tanto del discurso político y académico como del debate social y de las expectativas sociales en el Sur. El discurso y los objetivos del desarrollo fueron sustituidos por el «alivio de la pobreza», la «ayuda para la deuda», la «lucha contra el desempleo», la «mejoría de la calidad de la educación», etc. En general, se trata más de «paliar los daños» que de «garantizar el desarrollo». El sentido de «desarrollo», su significado y las estrategias para lograrlo, no son consensuadas y siguen siendo tema controversial en el Norte y en el Sur y en el seno de los organismos internacionales.

¿Existe algo llamado «conocimiento para el desarrollo»?

¿En qué medida depende el «desarrollo» del conocimiento? ¿Qué conocimientos son necesarios para que el «desarrollo» se abra paso en contextos «no desarrollados»? ¿Existe algo llamado «conocimiento para el desarrollo» en general? Y, si es así, ¿está disponible, esperano ser «difundido» o transferido vía «capacitación»? ¿Quién posee tal conocimiento?

Muchas de estas preguntas son respuestas o bien quedan sin formularse en el campo de la cooperación internacional. Los organismos piensan en clientes ávidos de diagnósticos prefabricados, de recetas fácilmente transportables e «historias exitosas» modelizables y replicables.

La cooperación internacional ha trabajado a partir de una idea central: los problemas los tiene el Sur, las soluciones las tiene el Norte. Si la solución propuesta no funciona, se puede proponer una nueva solución, y los países serán responsables del fracaso. Así como una mala capacitación docente da como resultado que los docentes incorporan nuevos términos, sin cambiar ni sus concepciones ni sus prácticas, los organismos de cooperación han incorporado términos políticamente correctos a su jerga tales como «participación», «consulta», «transparencia», «responsabilización», «apropiación», etc. 

El («buen» ) conocimiento, ¿se encuentra solamente en el Norte?

El conocimiento producido en el Sur es descalificado o simplemente ignorado. Quienes leen sobre educación en publicaciones producidas en el Norte posiblemente concluyen que no existe investigación ni vida intelectual ni debate sobre la educación fuera de Norteamérica y Europa, y que la mayoría de los trabajos están escritos en inglés. Lo cierto es que en el Sur hay investigación y producción intelectual, de calidad similar o superior a la del Norte aunque invisible en el Norte.

La arrogancia y el prejuicio juegan su papel, así como las limitaciones lingüísticas. Mientras que muchos investigadores e intelectuales en el Sur somos plurilingües o, cuando menos, bilingües, muchos investigadores en el Norte son monolingües (sobre todo los anglófonos), lo que limita su acceso a la producción intelectual disponible a nivel mundial. Esto no les impide hablar en representación del mundo, y del «mundo en desarrollo» en particular. Desempeñarse profesionalmente a nivel internacional requiere hoy no solo equipos pluridisciplinarios sino también plurilingües.

El «buen» conocimiento, ¿es un conocimiento especializado?

Las consecuencias perversas de la manera de hacer asesoría en el Sur son enormes. Priman los abordajes tecnocráticos y elitistas. La participación y la consulta social aparecen como concesiones antes que como necesidades de toda acción política. Está naturalizada la separación entre pensadores y reformadores, por una parte, y ejecutores e implementadores, por otra, a escala nacional y mundial. Todo esto reafirma la tradición de ubicar los problemas del lado de la implementación, antes que del lado de quienes diagnostican, planifican y formulan políticas.

Las políticas y las reformas eficaces requieren no solo conocimiento especializado sino conocimiento y decisiones de todos los implicados. La puesta en práctica de las políticas muestra las insuficiencias del conocimiento especializado y la necesidad de consulta, participación y apropiación -por parte de gobiernos, instituciones, grupos o individuos- no solo para la aplicación sino como condición de una buena concepción y diseño de las políticas.

¿Es el «conocimiento especializado» siempre buen conocimiento?

Los especialistas cometen errores costosos. La relación opaca entre la validación del conocimiento y el poder (del organismo asesor o de cooperación) es un factor crítico que no suele mencionarse. Muchas ideas y tendencias llegan a ser dominantes no necesariamente por sus méritos o por su eficacia comprobada para explicar o transformar realidades, sino porque existe un poder ideológico, político, financiero que las sustenta.

¿Son lo mismo información, comunicación, conocimiento, educación, aprendizaje?

Información, conocimiento, educación, aprendizaje
son palabras que se usan de manera poco rigurosa, sin las debidas diferenciaciones.

Sin un análisis serio, la investigación y el debate sobre estos temas y sus implicaciones, la «Sociedad del Conocimiento» y el «Aprendizaje a lo Largo de la Vida» pueden ser solo una nueva falsa alarma, una ilusión creada entre otros por la revolución tecnológica, una revolución para pocos, controlada por poderes centrales y apoyada por fuertes intereses económicos.

¿Existe una relación positiva entre conocimiento (especializado) y decisiones (eficaces)?

La experiencia del Pronunciamiento Latinoamericano por una Educación para Todos representa un desarrollo innovador y promisorio que contradice los tradicionales modelos de ayuda Norte/Sur: es una iniciativa endógena, nacida en América Latina, en español y en portugués. Surgió no de una ONG sino de una iniciativa ciudadana que abarca a un vasto espectro de sectores y de grupos, incluyendo sociedad civil, gobierno y organismos de cooperación. La información que circula de manera regular entre los participantes a través de la comunidad virtual Comunidad E-ducativa es local, regional y global. La coordinación de Comunidad E-ducativa, a mi cargo, se hace de manera voluntaria, sin financiamiento y con total autonomía intelectual y financiera.

¿QUEREMOS Y NECESITAMOS «AYUDA BASADA EN EL CONOCIMIENTO»?

La «ayuda internacional basada en el conocimiento» viene siendo ineficaz y costosa, ha aumentado nuestra dependencia y nuestra deuda externa, no nos ha permitido aprovechar y desarrollar nuestras propias capacidades (mientras pagamos por el aprendizaje de consultores extranjeros que se convierten en expertos en nuestros países), no nos ha permitido identificar ni desarrollar nuestras propias ideas, investigaciones, reflexiones, alternativas, modelos. Y no nos ha permitido aprender de nuestros éxitos y errores.

¿Necesitamos realmente este tipo de ayuda?

Si no en todos, en la gran mayoría de los países del Sur contamos con profesionales idóneos para las tareas de la educación, desde el diseño de políticas hasta su ejecución a los diferentes niveles. Por otra parte, compatriotas calificados y comprometidos (así como los extranjeros con estas actitudes capaces de asumir estos ideales como propios) tienen varias importantes ventajas con respecto a los consultores y asesores externos: conocen el idioma nacional/local, comparten la historia y la cultura del lugar, y aman a su país.

Motivación, empatía, apropiación, orgullo de la propia identidad, sentimiento de formar parte de un proyecto de construcción colectiva, son ingredientes clave de toda política y acción social eficaces. La diferencia entre vivir en un país y visitarlo de tanto en tanto en una misión técnica, es enorme. Los consultores externos pueden dejar ideas, documentos y recomendaciones, pero quienes viven en el país, la región o la comunidad son los encargados de realizar el trabajo. La separación de funciones entre quienes piensan y recomiendan, por un lado, y quienes aplican tratando de seguir las recomendaciones, por otro, da lugar a una no apropiación  (o a una falsa apropiación) y al consiguiente fracaso.

Algunas conclusiones y recomendaciones

Si los organismos internacionales quieren cooperar con el Sur, deben aceptar la necesidad de cambios importantes en su manera de pensar y actuar. No se trata de hacer más de lo mismo ni solo de mejorar los mecanismos y las relaciones actuales de cooperación. Hace falta una cooperación diferente, que permita trabajar a partir de otros supuestos y reglas que deben ser discutidos con el Sur, en el marco de un diálogo profesional. Asociación sí, pero no para trabajar como hasta ahora.

¿Qué pueden hacer los organismos de cooperación para ayudar al Sur?

▸ Trabajar no solo en relación al Sur sino también en relación al propio Norte, promoviendo cambios esenciales de mentalidad y funcionamiento.
▸ Reconocer la diversidad y actuar en consecuencia, abandonando visiones y misiones homogeneizadoras y simplificadoras.
▸ Corregir los supuestos de la cooperación internacional basados en la asimetría y la unidireccionalidad.
▸ Apoyar la observación social y dar más relieve al diálogo con el Sur.
▸ Asumir con abordajes críticos la información, el conocimiento, la educación y el aprendizaje.
▸ Reconocer y compartir más los problemas y fracasos, y no solo las soluciones y los «éxitos».
▸ Ayudar a los países del Sur a identificar y desarrollar sus propios recursos, capacidades y talentos.

Trabajar no solo con el Sur sino también y sobre todo con el Norte  Desarrollo y subdesarrollo están interconectados. El desarrollo en el Sur requiere cambios mayores en el Norte y en la relación Norte/Sur. Gobiernos y sociedades en el Norte requieren tomar conciencia de la necesidad de un mundo más equitativo. Esta es la contribución más importante que las agencias internacionales y los intelectuales y activistas críticos del Norte pueden hacer en relación al Sur. En esto son insustituibles. 

Reconocer la diversidad y actuar en consecuencia Visiones homogéneas del Sur ya no son admisibles. Nosotros, en el Sur, aprendemos sobre el Norte y somos conscientes de la diversidad que caracteriza a sus países. Esperamos, del mismo modo, que el Norte reconozca la diversidad que caracteriza a los llamados «países en desarrollo». Recetas y fórmulas universales, y modelos a ser transplantados, ofenden la inteligencia, niegan el conocimiento científico y la posibilidad del aprendizaje, y han probado ser inefectivos.

Revisarlos los supuestos de asimetría y unidireccionalidad con que se maneja la cooperación internacional  Los enfoques deficitarios en relación al Sur deben quedar en el pasado. No se trata simplemente de «alcanzar» al Norte, siguiendo y repitiendo las mismas rutas seguidas por éste.  Producción de conocimientos tiene lugar tanto en el Norte como en el Sur. No hay razón por la que el Norte, las agencias internacionales y el Banco Mundial en particular deban monopolizar la producción y diseminación del conocimiento. Es mucho lo que las agencias pueden hacer para colaborar con el Sur en la comunicación y difusión de lo que el Sur hace y produce.

Apoyar la vigilancia social y fortalecer el diálogo profesional con el Sur  La vigilancia y la participación de la sociedad civil son requerimientos esenciales del desarrollo nacional y de la cooperación internacional para el desarrollo. Esto implica un comportamiento coherente - democrático, transparente, abierto al aprendizaje - de las agencias, una comprensión más amplia y compleja de la «sociedad civil» más allá del enfoque tradicional centrado en ONGs, y un diálogo profesional con la comunidad intelectual en el Sur, incluyendo a universidades, centros de investigaciuón, asociaciones docentes, etc. 

Comprensiones cabales y críticas de la información, el conocimiento, la educación y el aprendizaje Pensar críticamente y adoptar enfoques críticos en relación a la información, el conocimiento, la educación y el aprendizaje es más importante que nunca. Asegurar que los intercambios de información y conocimiento incorporen este componente crítico es parte de una cooperación internacional moderna y de un sistema moderno de manejo del conocimiento. 

Más preguntas y más aprendizaje conjunto Las agencias internacionalss tienen demasiadas respuestas y muy pocas preguntas. La admisión de ignorancia y de necesidad de aprender y de aprender a aprender está hoy en el corazón de un nuevo modelo de cooperación internacional. La honestidad crea confianza, y la confianza mutua es esencial para una relación de colaboración saludable. Norte y Sur, agencias y países, debemos aprender juntos y unos de otros. 

Ayudar a los países a identidficar y desarrollar sus propios recursos, talentos y capacidades Si la apropiación es esencial para el desarrollo, es tiempo de que la consideren seriamente tanto los países como la comunidad internacional. La manera más efectiva de ayudar al Sur es asegurarse de que tal asistencia sea sustentable, no-directiva, empática, invisible: asistencia para que los países del Sur aprendan a pensar por sí mismos, a desarrollar su propia investigación y experimentación, a compartir y trabajar en red, a buscar sus propios modelos alternativos, en sus propios términos y ritmos.

REFERENCIAS

Analysys. 2000. The Network Revolution and the Developing World. Final Report for World Bank and infoDev. Analysys Report Number 00-216, 17 August 2000.

AVALOS, B. 2001. "Policy Issues Derived from the Internationalisation of Education: Their Effects on Developing Countries". Paper presented at the International Congress for School Effectiveness and Improvement "Equity, Globalisation and Change. Education for the 21st Century", Toronto, 5-9 January 2001 (mimeo).

BUCHERT, L.; Epskamp, K. (eds.) 2000. New Modalities of Educational Aid, Prospects, Vol. XXX, N° 4, Open File N° 116. Geneva: IBE-UNESCO.

CARLSON, B. 2000. Achieving Educational Quality: What Schools Teach Us. Learning from Chile's P-900 Primary Schools, Serie Desarrollo Productivo, N° 64. Santiago: ECLAC.

CORAGGIO, J.L and R.M. Torres, 1997. La educación según el Banco Mundial: Un análisis de sus propuestas y métodos. Buenos Aires: Miño y Dávila-CEM.

LOCKHEED, M. and A. Verspoor. 1991. Improving Primary Education in Developing Countries. Washington: A World Bank Publication, Oxford University Press.

NYÏRI, J.C. 2000. "The word information and its soulmate data", in B. Smith (ed.) The Monist, An International Quarterly Journal of General Philosophical Inquiry. The Monist Online Service.

POPKEWITZ, T.S. (ed.) 2000. Educational Knowledge: Changing Relationships between the State, Civil Society, and the Educational Community. New York: Sunny Series Frontiers in Education, State University of New York Press.

TORRES, R.M. 1996. "Education Seen Through Anglophone Eyes", in: CIES Newsletter, N° 111,Washington: Comparative and International Education Society.

TORRES, R.M. 1999. "Improving the Quality of Basic Education? The Strategies of the World Bank", in: Stromquist, N.; Basile, M. (ed.). Politics of Educational Innovations in Developing Countries, An Analysis of Knowledge and Power. NewYork-London: Falmer Press.

TORRES, R.M. 2000a. Itinerarios por la educación latinoamericana: Cuaderno de viajes. Buenos Aires: Paidos.

TORRES, R.M. 2000b. One Decade of "Education for All": The Challenge Ahead. Buenos Aires: IIPE UNESCO.

TORRES, R.M. 2000c. "What happened at the World Education Forum?" in: Adult Education and Development, N° 55. Bonn: IIZ-DVV, 2001.

TORRES, R.M. 2000d. "2000 Voices from Latin America: The Latin American Statement on Education for All", in: K. King (ed.), NORRAG News, Nº 27. University of Edinburgh: December 2000.

UNDP. 1993. Human Development Report 1993. New York: Oxford University.

UNESCO. 2000. Dakar Follow-up Bulletin, First Meeting of the Working Group on EFA (Paris, 22-24 November 2000). Summary of the intervention by Maris O'Rourke, World Bank.

UNESCO-OREALC. 1998. Primer Informe. Primer estudio internacional comparativo sobre lenguaje, matemática y factores asociados en tercero y cuarto grado, Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación. Santiago.

UNITED NATIONS-Economic and Social Council. 2000. Development and International Cooperation in the Twenty-First Century: The Role of Information Technology in the Context of a Knowledge-Based Global Economy, Report of the Secretary-General, Substantive Session of 2000, New York, 5 July-1 August 2000. E/2000/52

WORLD BANK. 1995. Priorities and Strategies for Education: A World Bank Review. Washington: World Bank.

WORLD BANK. 1999. Educational Change in Latin America and the Caribbean. The World Bank: Latin American Social and Human Development.

WORLD BANK. 2000a. Education for All: From Jomtien to Dakar and Beyond. Paper prepared by The World Bank for the World Education Forum in Dakar, Senegal, April 26-28, 2000. Washington DC.

WORLD BANK. 2000b. World Development Report 2000/2001 "Attacking Poverty". Washington, D.C.

Otros textos de Rosa María Torres 

- Lifelong Learning in the South: Critical Issues and Opportunities for Adult Education, Sida Studies 11, Stockholm, 2004
- El enfoque de Aprendizaje a lo Largo de Toda la Vida, UNESCO, 2020.
- About «good practice» in international co-operation in education
- 25 Years of «Education for All» ▸ 25 años de «Educación para Todos»
 - The World Bank and its mistaken education policiesEl Banco Mundial y sus errores de política educativa
Lifelong Learning for the North, Primary Education for the South? ¿Aprendizaje a lo Largo de la Vida para el Norte y Educación Primaria para el Sur?
- The green, the blue, the red and the pink schools
- 12 tesis para el cambio educativo
- The «4 As» as criteria to identify «good practices» in education ▸ Las «4 A» como criterios para identificar «buenas prácticas» en educación
- ¿Educar para adaptar?Education for Adaptation?
- Rendimientos escolares y programas compensatorios: El P-900 en Chile
- Pronunciamiento Latinoamericano por una Educación para Todos / Latin American Statement on Education for All
 - Expertos

Fiascos tecnológicos

Ilustración tomada de Diario La República

Tengo, como todos, experiencias amargas y jocosas con las tecnologías en mi experiencia de docente y de conferencista. Se ha dañado el micrófono, ha fallado el cañón, no ha funcionado el Powerpoint o el Skype, se ha ido la luz o bien la luz natural ha impedido ver o leer las diapositivas, he debido cambiar de idioma en la mitad de una presentación, me ha tocado usar flipcharts y marcadores en un auditorio inmenso, y pasar innumerables veces por la incómoda situación de depender de una persona externa encargada de pasar las diapositivas.

Destaco tres experiencias pedagógicas que me dejaron perpleja e impotente frente a las tecnologías.


Brasil (2001)

Me habían honrado pidiéndome dar la conferencia de apertura en el I Fórum Mundial de Educação (Porto Alegre, 24-27 octubre 2001). Le dediqué mucho tiempo a preparar un elaborado Powerpoint que - como siempre - seguí trabajando hasta último momento.

Fui a ver el estadio Gigantinho la noche anterior, apenas llegué a Porto Alegre. Me reuní y coordiné con los técnicos. Todo en orden. A la mañana siguiente, no bien entré al lugar, tuve un anticipo del desastre (¡que los técnicos no pudieron advertir!). En el último graderío había un amplio ventanal, que daba la vuelta al estadio y lo iluminaba por completo. Muy tarde para hacer nada al respecto. Dí la conferencia con ayuda de un Powerpoint que nadie podía ver pues había demasiada luz. Es el mayor padecimiento que he experimentado en un escenario docente. Y rodeada de miles de personas.

Brasil (2011)

Fui a Brasil invitada esta vez a dar una conferencia en un evento organizado por el
Instituto Paulo Freire  y la Secretaría de Educación de Osasco, en Sao Paulo (2º Encontro Internacional de Educação de Osasco, 5-7 octubre 2011). Mi conferencia se llamó "Lectura: el adentro y el afuera".

Venía de Paraguay, donde participé en un evento regional organizado por la UNESCO. Me enfermé en el evento, gracias a un aire acondicionado funcionando a tope, que todos padecimos. En el trayecto a Osasco el resfriado se me complicó y perdí la voz. Al llegar tuve que ir al médico, tomar medicamentos y hacer reposo. Pasé dos días encerrada en la habitación del hotel. Fui a dar la conferencia sinitiéndome muy mal.

Rogué a los técnicos encargados de filmar el panel que no me grabaran pero me dijeron que todos los conferencistas debían ser grabados para fines de la memoria del evento. No sé cómo dí la conferencia. Nunca quise ver el video. Debe ser un testimonio fehaciente del lamentable estado en que me encontraba. Fue una experiencia dramática. Implacables requerimientos de las nuevas tecnologías en los eventos académicos.
             
México
(2012)
 
Debí dar una clase con dos públicos: uno presencial (30-40 personas de la universidad) y uno que participaría a distancia, a través de una pantalla gigante colocada a mis espaldas. Se había elegido un salón de clase moderno, bien equipado, que permitiría el acceso y la interacción de los invitados externos. En las mesas había grandes pantallas planas con teclados frente a cada participante. Pedí si podían retirarlas, pues no cumplían ninguna función y estorbaban la vista; el técnico dijo que no; los académicos a cargo acataron. No había caso: aquí mandaba la tecnología. 
 
Así pues, dí la clase enfrentada a hileras de pantallas modernísimas, viendo cabezas o pedazos de cabezas asomando por encima de las pantallas o por los costados. Y recordando voltearme o correrme hacia un costado, cada tanto, a fin de no dar la espalda a la gran pantalla - con gente de cuerpo entero, en Michoacán - que tenía detrás. Delirante. (Paradójicamente, como parte de este mismo seminario-taller tuve una experiencia pedagógica extraordinaria con ayuda de una pizarra blanca de tres cuerpos, con el grupo más reducido de la Maestría que me había invitado).

 
Estoy en franca rebeldía tecnológica, retornando a los viejos métodos y a las viejas maneras, buscando integrar viejas y nuevas tecnologías a la comunicación y a la enseñanza. Solía hacer maravillas - algunas memorables y todas ellas únicas, irrepetibles - con una pizarra, con un retroproyector y una caja de acetatos, en los que escribía, dibujaba y me divertía a colores, in situ y en tiempo real, mientras pensaba, escuchaba, interactuaba.

Nada como una buena charla a cappella y sin zozobras, un conversatorio que admite la improvisación y la espontaneidad, una tertulia cara a cara y sin gadgets.

Textos relacionados en OTRAƎDUCACION
» Mi visita al Plan Ceibal y la rotura de las laptops del OLPC
» Internet devuelve la vista y amplía la lectura a los ciegos (Uruguay)
» Círculos de alfabetización
«Sí Podemos» (Perú)
» Una clase de alfabetización en español, traducida al aymara (Bolivia)
» Colegio durante el día, Misiones a la noche (Caracas, Venezuela) 
» Alfabetizando con el
«Yo Sí Puedo» en Cayambe (Ecuador)
» Las tecnologías fallan, los misioneros no (México)
» Calidad educativa: ¿infraestructura, tecnologías y docentes? (Ecuador) 
» Entregar no basta ...
» The green, the blue, the red, and the pink schools / Escuelas verdes, azules, rojas y rosadas
» Cuándo y cómo usar tablets en educación
» Finlandia: Uso de tecnologías en escuelas y bibliotecas

 

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...