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En Finlandia ricos y pobres van a la misma escuela


Foto: Kali Thorne-Ladd, Finland student art

De la educación finlandesa se destaca generalmente la valoración del profesorado, el rigor en la selección de los candidatos a estudiar magisterio y la alta calidad de su formación, la ausencia de un sistema de evaluación docente y de un sistema de inspección escolar, la importancia de la confianza, los pocos deberes en casa, la autonomía de estudiantes y docentes, el currículo abierto y flexible, el papel central del juego y del movimiento, la prioridad atribuida a la lectura, la magnífica red de bibliotecas, la felicidad de los alumnos como objetivo ...

No obstante, la «innovación» más radical de la educación finlandesa es algo de lo que poco o nada se habla: prácticamente todo el sistema educativo es público; apenas 3% de los estudiantes iban a planteles privados en 2018. También los planteles privados son financiados por el estado y son gratuitos. Está prohibido ofrecer enseñanza básica con ánimo de lucro. También hay unos pocos planteles privados que funcionan sin autorización ni financiamiento del ministerio y que no dan certificados de estudios.

En definitiva: los ricos no tienen un sistema educativo aparte, como es usualmente el caso en todo el mundo. Ricos y pobres, finlandeses e inmigrantes, van a las mismas escuelas y aprenden en las mismas aulas, con los mismos profesores y equipos.

«Toda escuela una buena escuela» y «Todos los estudiantes tienen talento» son lemas de la educación en Finlandia. No se producen ni publican rankings escolares ordenando a las escuelas según puntajes en pruebas, como viene haciéndose en muchos países. Es más: en la educación básica (9 años de escolaridad) no se aplican pruebas nacionales.

Por supuesto, esto no fue siempre así. En los años 1950s Finlandia tenía la clásica separación de dos sistemas educativos: uno para ricos y uno para pobres. Después del cuarto grado, a los 11 años, los niños finlandeses debían elegir qué camino tomar. Los mejores alumnos podían continuar la escolaridad; los pobres por lo general dejaban de estudiar a los 13 ó 14 años y se dedicaban a trabajar o bien optaban por una carrera técnica o vocacional. Solo una cuarta parte de los finlandeses accedía a la educación secundaria y dos tercios de los planteles que la ofrecían eran de propiedad privada.

La reforma educativa de los 1970s

En 1968, después de muchas deliberaciones, el gobierno decidió emprender una reforma integral del sistema educativo, a implementarse de manera gradual, adoptando la equidad como principio clave de la reforma educativa, no solo en términos de acceso sino de calidad de la enseñanza y del aprendizaje.

Se eliminó la selección a los 11 años de edad y se estableció una educación básica obligatoria de nueve años para todos, comprendiendo educación primaria y primer ciclo de la educación secundaria, hasta los 16 años. Se desarrolló un currículo nacional obligatorio, inicialmente centralizado, con contenidos y estándares iguales para todos. Se estableció el título de Maestría como requisito para los docentes en todos los niveles y se dio a la formación docente un fuerte contenido pedagógico. La reforma se avanzó por regiones: inició en 1972 con Laponia, en el norte del país, y terminó con la región de Helsinki en 1977.

En los 1990s se eliminó la inspección escolar y se descentralizó el sistema educativo, estableciéndose la autonomía de los municipios y de las escuelas en la gestión educativa. Pese a que los avances han sido sostenidos y formidables a lo largo de estas cinco décadas, el impulso innovador y renovador sigue en pie, con nuevas reformas siempre en camino.

Los especialistas finlandeses en el campo de la educación hacen usualmente referencia a este antes y después, a la historia de la reforma educativa en el país, y lo reiteran con orgullo en artículos y entrevistas.

En un mundo en que avanzan las tendencias privatizadoras de la educación, Finlandia ha seguido el camino inverso, mostrando su decisión de hacer público y de calidad todo el sistema educativo y reducir al mínimo la educación privada. En un mundo en que avanza la segregación escolar y crecen las brechas de oportunidades y de aprendizajes entre ricos y pobres, Finlandia apuesta por reducir esas brechas y avanzar hacia una educación igualitaria que sirva de contrapeso a la injusticia económica y social. Primero equidad, luego excelencia, es una clave fundamental del "modelo educativo finlandés".

No obstante, el modelo se desfigura cuando intenta adoptarse en otros países. Las escuelas con "estilo finlandés" que vienen creándose en diferentes países del mundo, en el marco de convenios de colaboración con el gobierno finlandés, son a menudo escuelas privadas.

Muchos gobiernos latinoamericanos se sienten atraídos por la educación finlandesa, llevan delegaciones a visitar Finlandia y contratan asesoría finlandesa en diversas áreas. Se trata en general de cooperación en aspectos puntuales. En una región tremendamente desigual como ésta, con serios problemas de equidad, el modelo educativo finlandés se adopta por pedazos antes que con una visión integral y se dejan de lado los aspectos más radicalmente innovadores y transformadores del modelo.

Las propias élites de políticos y tecnócratas en esta región tienen a sus hijos en planteles privados y el tema ni siquiera se pone en discusión. ¿Algún gobierno nacional o local estaría dispuesto a construir un sistema educativo público comprensivo, inclusivo, de calidad, con igualdad de condiciones y oportunidades para todos?

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- ¿Qué pasaría si quienes deciden las políticas educativas tuvieran a sus hijos en planteles públicos?







Ecuador: Presupuestos y cupos





Históricamente, hay dos temas puntuales que movilizan a los ecuatorianos en torno a la educación: el presupuesto y el cupo.

Presupuesto

Desde tiempos inmemoriales, el presupuesto es pieza central del reclamo en torno a la educación, sobre todo por parte de las organizaciones docentes. La sociedad se pliega generalmente al reclamo. El punto es si se cumple o no lo estipulado al respecto en las sucesivas leyes y planes referidos a la educación.

No obstante, no hay una comprensión cabal del tema presupuestario. La mayoría de personas no sabe o no puede explicar si los compromisos y los montos se refieren al sistema educativo en su conjunto o a una parte de éste (por ejemplo, el 6% del PIB al que obliga la Constitución y obligaba el Plan Decenal de Educación 2006-2015 se refería específicamente a educación inicial, básica y bachillerato).

Lo que interesa es la cantidad: a cuánto o a qué porcentaje del PIB asciende la obligación presupuestaria. Más allá de eso, la ciudadanía se desentiende del uso efectivo de los recursos públicos, cómo se gastan, cuánto llega a destino, si hay corrupción o despilfarro. La llamada calidad del gasto sigue no siendo tema en el Ecuador, pese a la insistencia de los organismos internacionales: más importante que cuánto se gasta es cómo y en qué se gasta.

El presupuesto de la educación se discute en instancias de alto nivel de alcance nacional y subnacional. A nivel de cada plantel educativo el presupuesto es por lo general una caja negra, en la que no participan los padres de familia ni los estudiantes y a menudo tampoco la planta directiva y docente.

Cupo

La preocupación principal de las familias - y de los estudiantes a medida que crecen - es conseguir un cupo, en el centro infantil, la escuela, el colegio, el instituto técnico o la universidad.

Las familias invierten gran tiempo y esfuerzo para conseguir un cupo escolar para sus hijos. Si son pobres, el plantel viene asignado por las autoridades, atendiendo sobre todo a la cercanía del hogar, de modo que las familias tienen poco margen para elegir. Si son pudientes, la elección de plantel es asunto complicado, abierto a múltiples opciones; muchas familias empiezan la búsqueda y reservan cupos con años de anticipación.

En los últimos años, conseguir cupo en la universidad pública pasó a ser un drama nacional. Los estudiantes toman un examen - ENES antes, Ser Bachiller después, luego Transfomar, en los sucesivos gobiernos (Correa, Moreno, Lasso) - y deben obtener determinado puntaje para acceder a la universidad y a la o las carreras elegidas. No obstante, el puntaje no basta pues no hay suficientes cupos para satisfacer la alta demanda (9 de cada 10 jóvenes ecuatorianos quieren ingresar a la universidad, según estadísticas recientes). De hecho, ningún país en el mundo tiene oferta suficiente para dar cabida a toda la población joven o adulta interesada en estudiar en la universidad.

Muchos toman el examen varias veces, confiando mejorar el puntaje en sucesivos intentos. Muchos quedan afuera y muchos esperan meses y hasta años esperanzados en conseguir cupo en la carrera, la universidad y la ciudad deseadas. Miles de jóvenes quedan atrapados cada año en este proceso.

Aumentar el número de cupos en las universidades se ha convertido en prioridad para los entes encargados de la educación superior. Inevitablemente, como sucede ante bienes escasos y como sucede en todo el mundo, surgen el engaño y los comportamientos fraudulentos. 

Eliminar el examen de ingreso a la universidad aparece como gran sueño liberador. El libre ingreso, sin requisitos ni ataduras de ningún tipo, es bandera de organizaciones estudiantiles y sociales. Mientras unos idealizan el "retorno" al libre ingreso, otros lo demonizan: sería volver a las palancas y los privilegios, al pago de coimas para acceder a un cupo. Pocos se preguntan si el actual sistema de exámenes de ingreso es realmente una aplicación de la cultura del mérito y la meritocracia, tan cuestionadas hoy en día a nivel internacional.

Con la mirada y la energía depositadas en el acceso, desde la oferta y desde la demanda, mirar "más allá del cupo" parece un lujo que, como sociedad, no nos estamos permitiendo: analizar y debatir la calidad y la relevancia de la oferta educativa y analizar la pertinencia de las carreras elegidas. El alto abandono en el primer o en los dos primeros años de estudios universitarios son parte del precio de la carrera desenfrenada en pos del acceso a la universidad.

Así venimos y así estamos: ocupados con las luchas por el presupuesto y por el cupo no nos estamos haciendo las preguntas importantes que toda familia y toda sociedad debe hacerse hoy en día en torno a los qués, los cómos y los para qués de la educación, desde la primera infancia hasta la edad adulta.

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El Ecuador y el Aprendizaje a lo Largo de la Vida




El Aprendizaje a lo Largo de la Vida (ALV) ha cobrado visibilidad en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y especialmente del ODS4: “Garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida para todos”. En verdad, el ALV atraviesa a los 17 ODS de la Agenda 2030. La UNESCO concibe el ALV no solo como oportunidades de aprendizaje sino como un enfoque para la política educativa y como un nuevo paradigma para la educación en el siglo XXI.

El Ecuador fue el primer país en América Latina en el que se propuso adoptar el ALV como nuevo paradigma para la educación. En 2003 llegué al ministerio de educación con un documento construido participativamente y en consulta, "Ecuador: Un nuevo modelo educativo para un nuevo país", en el cual planteamos el ALV como eje de ese nuevo modelo educativo.

Yo venía trabajando el ALV a nivel internacional, había escrito dos libros y varios artículos sobre el tema, entre otros: 
■ Torres, R.M. 2002. “Lifelong Learning in the North, Education for All in the South?, in: Medel-Añonuevo (editor), Integrating Lifelong Learning Perspectives (Beijing International Conference on Lifelong Learning: Global Perspectives in Education, July 2001), Hamburg, UIE.
- ¿Aprendizaje a lo largo de la vida en el Norte y educación para todos en el Sur?

■ Torres, R.M. 2003. Aprendizaje a lo Largo de Toda la Vida. Un nuevo momento y una nueva oportunidad para el aprendizaje y la educación básica de personas adultas en el Sur. Estudio encargado por la ASDI. Nuevos Documentos de la División de Educación, No. 14. Estocolmo, ASDI.

■ Torres, R.M. 2004. Lifelong Learning in the South: Critical Issues and Opportunities for Adult Education, Sida Studies 11. Stockholm, Sida

Mucho he aprendido desde entonces. Una compilación de artículos recientes sobre el ALV (español e inglés) puede verse en mi blog OTRAƎDUCACION.

El documento "Un nuevo modelo educativo para un nuevo país" fue producto de tres meses de trabajo (nov. 2002-enero 2003) en la Mesa de Educación organizada por el Movimiento Plurinacional Pachakutik previo a la instauración de un gobierno de coalición junto con Sociedad Patriótica. Estuve a cargo de la coordinación de dicha Mesa.

Lastimosamente, no tuvimos el tiempo ni las condiciones para plasmar ese nuevo modelo en la realidad. La alianza política entre Sociedad Patriótica y Pachakutik nació con problemas y terminó rompiéndose después de seis meses en el gobierno. Una semana después de mi salida del ministerio, el nuevo ministro, Otón Morán, nombrado por Gutiérrez, borró del sitio web del ministerio todos los materiales de mi gestión.

Los miembros de Pachakutik que estuvimos en altos cargos escribimos un libro colectivo sobre esa fallida experiencia de gobierno: Entre la utopía y el desencanto: Pachakutik en el gobierno de Gutiérrez. Titulé a mi artículo "Una propuesta de transformación educativa en gobierno equivocado".

En tiempos en que todo empieza y termina en el presente, en que las bibliografías compiten por las últimas novedades, investigaciones y análisis de las políticas educativas a menudo presentan hechos y datos sin historicidad. 

La realidad - contradictoria, compleja - aparece simplificada y descontextualizada en esos modos de hacer investigación y análisis en el campo de la educación. La Política - de la que rara vez se habla en los recuentos académicos o tecnocráticos - tiene el poder de hacer y deshacer, poner y quitar, y hasta desmantelar programas, experiencias y procesos. Hay circularidades, ires y venires, avances y retrocesos, que no se perciben y/o prefieren no registrarse en la historia educativa de nuestros países. Los «borra y va de nuevo», o los «borra» sin más, son pan de todos los días en la educación latinoamericana. 

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- Desmantela y va de nuevo
- Adiós al ministro Morán, El Deshacedor

Descongestionar el sistema escolar


Ilustración: Revista Nexos


"En lugar de seguir congestionando el sistema escolar, se trata de descongestionarlo, sacar de los planteles y las aulas todo aquello que puede hacerse, aprenderse o aprenderse mejor en otros lados".

Escribí y publiqué este artículo en 2019, un año antes de que irrumpiera la pandemia del COVID-19 y el confinamiento diera paso al experimento mundial de escolarizar a distancia en y desde el hogar, mientras se daban las condiciones para el retorno a las aulas. La pandemia lo vuelve aún más plausible y necesario.

Descongestionar el sistema escolar es un requerimiento no solo coyuntural sino epocal, reconociendo su pérdida de protagonismo (ya no es más el
«templo del saber»), la multiplicación y diversificación de espacios y herramientas de aprendizaje por fuera de las aulas, la histórica lentitud del sistema escolar para incorporar los cambios que se dan en la sociedad, la reconocida necesidad de replanteamientos profundos al modelo escolar convencional, y la adopción del Aprendizaje a lo Largo de la Vida como paradigma de la educación en el siglo XXI.



Un problema que arrastran los sistemas educativos es la idea - cada vez más desfasada de la realidad - de que toda educación y todo aprendizaje pasan por las aulas. Detrás de esta creencia están el enciclopedismo y los currículos abultados, al confundirse educación con escolarización y asumirse que el sistema educativo es el único lugar donde se aprende y que hay que enseñarlo todo (según lo que autoridades y expertos consideran indispensable aprender, en cada país, en cada nivel y asignatura). Resultado: muchos contenidos (muchos de ellos irrelevantes e incluso obsoletos), poco tiempo para enseñar y para aprender, y carrera para
«cumplir» con los planes de estudio.

Romper con esa tradición escolar, repensar qué es indispensable aprender y qué no, optar por poco en profundidad en vez de por mucho superficialmente y a las carreras, es un sello de las reformas educativas promisorias y condición del aprendizaje placentero y del aprendizaje profundo. "Enseñar menos, aprender más" ha sido, en años recientes, lema de la reforma educativa en Singapur.

El problema es ampliamente reconocido, pero poco o nada se hace al respecto. En muchos países, gobierno, sociedad civil y organismos internacionales siguen proponiendo más - no menos - tiempo, tareas y contenidos para el sistema escolar.

La escuela sigue percibiéndose como repositorio de todas las iniciativas pensadas para resolver los problemas educativos y sociales. La escuela enseña, socializa, da de comer. Cada viejo o nuevo problema de la sociedad tiende a verse como un problema educativo y éste a entenderse como problema escolar.

En realidad, no todo pasa por la educación. Muchos problemas pueden resolverse - o empezar a resolverse - con información. Para eso tenemos medios masivos de información y comunicación, Internet y redes sociales. Contar con información confiable, útil, oportuna, genera cambios importantes en la comprensión y en la actitud de las personas.

Frente a problemas fenomenales y diversos que enfrentamos hoy en día a nivel mundial y en cada país - corrupción, cambio climático, pobreza, desempleo, hambre, enfermedades, desnutrición, obesidad, embarazo adolescente, envejecimiento, consumo de drogas, narcopolítica, maltato infantil, violencia escolar y doméstica, bullying, inequidad de género, femicidios, machismo, racismo, homofobia, xenofobia, accidentalidad vial, indolencia, falta de empatía, fake news.. - lo que salta como solución es pedir auxilio al sistema escolar para enseñar

ética
lógica
cívica
empatía
creatividad
colaboración
resiliencia
pensamiento crítico
aprendizaje-servicio
educación en valores
competencias tecnológicas y digitales
educación ciudadana
educación para la ciudadanía global
educación ambiental
educación para el desarrollo sostenible
educación para el cambio climático
educación sexual
educación emocional
educación para el emprendimiento
educación alimentaria
educación financiera
educación vial
etc., etc.

Las reformas curriculares son difíciles de diseñar y de implementar en cortos plazos. Entre la reforma en el papel y la reforma en la realidad, en el aula, hay distancias a menudo insalvables. Toda reforma curricular pasa en primer lugar por el aprendizaje y el re-aprendizaje de los docentes.

Si el sistema escolar asumiera todas las demandas sociales habría que extender la escolaridad varios años e invertir tiempos y cantidades cuantiosas en formación/capacitación docente en cada uno de estos temas.

Superar la visión escuelo-céntrica de la educación y del aprendizaje

Persiste la visión escuelo-céntrica de la educación y del aprendizaje. Una visión que sigue desconociendo la existencia y la utilidad de esos otros sistemas que hacen parte del aprendizaje a lo largo y a lo ancho de la vida - la familia, la comunidad, la naturaleza, el trabajo, el arte y la cultura, el deporte, los medios de comunicación, el mundo digital - y la diversidad de modalidades, medios y recursos de aprendizaje disponibles hoy en día.

Esta visión estrecha de la educación y el aprendizaje va junto con una visión compartamentalizada del conocimiento, organizado en asignaturas. Todos los conocimientos pretenden clasificarse y dosificarse dentro de un currículo escolar que se abulta a medida que transcurren los años y los niveles.

Esto corresponde a una visión atrasada del aprendizaje y del conocimiento. Aprender no es fácil: implica un proceso complejo y toma tiempo. Es mucho lo que hoy aprendemos - o podemos aprender - fuera del sistema escolar. No hay razón para delegar a la escuela el monopolio de la enseñanza y el aprendizaje de la Lectura, las Matemáticas, la Ciencia o la Historia cuando tenemos una amplísima oferta de materiales escritos, visuales, sonoros, etc., para poner a niños, jóvenes y adultos en contacto con recursos y lenguajes que el sistema escolar no puede proveer.

La escuela sigue ahí, requerida de transformaciones profundas, cuestionada en su centralidad, participando de un ecosistema de aprendizaje invisible para la mentalidad burocrática-tecnocrática convencional. De hecho, como se sabe hoy, más del 80% de lo que aprendemos en la vida son aprendizajes informales, realizados fuera de las aulas.

En lugar de seguir congestionando al sistema escolar, se trata de descongestionarlo, sacar de los planteles y las aulas todo aquello que puede hacerse y aprenderse o aprenderse mejor y de manera personalizada en otros lados: familia, comunidad, naturaleza, medios, lugar de trabajo, bibliotecas, museos, teatros, plazas, mercados, huertos, canchas deportivas, Internet.

Invertir en educación familiar y en educación comunitaria es una vía segura de invertir en la educación de niños, adolescentes y jóvenes. Incentivar la lectura y la escritura, ofreciendo acceso gratuito a lecturas variadas - como hace el Plan Nacional de Lecturas del ministerio argentino de educación o
BibloRed, la Red Distrital de Bibliotecas Públicas y Espacios de Lectura no Convencionales de Bogotá - es crear condiciones para el aprendizaje autónomo, placentero, permanente.

Está visto y comprobado que el sistema escolar:

- va siempre atrasado respecto de los cambios sociales y tecnológicos.
- tiene gran resistencia al cambio y ritmos sumamente lentos de cambio.
- no puede enseñarlo todo.

El mejor profesor y el mejor texto escolar no pueden suplir la inmersión en el mundo real. Dentro de un aula puede enseñarse sobre el medio ambiente y el cambio climático, pero nada sustituye el contacto vivencial con la naturaleza. Con ayuda de un texto puede enseñarse qué es la empatía, pero desarrollarla implica relacionarse con otros y, sobre todo, con otros diferentes. Al programa de estudios podemos agregarle una asignatura llamada
«educación alimentaria» pero para comprender de dónde vienen los alimentos, cuáles son sus propiedades, en qué consiste comer saludablemente, hay que combinar el conocimiento moderno y el ancestral, ir al campo, aprender de quienes producen los alimentos y de quienes, herederos de saberes intergeneracionales, los preparan con sabiduría y con amor.

* Una versión anterior de este artículo fue publicada en La Capital, Rosario, Argentina, 3 agosto 2019.

 
Cómo citar este artículo. Torres, Rosa María, "Descongestionar el sistema escolar", blog OTRAƎDUCACION, Quito, 2022.



Para saber más
- Rosa María Torres, El currículo propone y el profesor dispone
- Rosa María Torres, Enseñanza invisible

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Ecuador: «Revolución educativa», Buen Vivir y Educación Popular



Recibo a menudo pedidos de información y de entrevistas por parte de personas e instituciones extranjeras interesadas en saber sobre la educación en el Ecuador y, más recientemente, sobre la «revolución educativa» impulsada en el gobierno de Rafael Correa (2007-2017). Conociendo mi trayectoria en la Educación Popular y mi cercanía a Paulo Freire y a su obra, hay quienes me buscan para preguntarme sobre la vinculación de la «revolución educativa» con la Educación Popular y con el pensamiento de Freire. También me preguntan sobre la aplicación del Buen Vivir (Sumak Kawsay) a la política educativa.

Muchos se sorprenden al saber que la «revolución educativa» no estuvo emparentada con la Educación Popular ni tuvo como referente a Freire. «Revolución ciudadana» hace pensar en empoderamiento de la sociedad y «revolución educativa» hace pensar en una transformación mayor de la educación. La propaganda en el gobierno de Correa fue eficaz en instalar en el imaginario nacional e internacional una «revolución ciudadana» y una «revolución educativa» que no fueron tales.

El progresismo latinoamericano y mundial vio en Correa a un líder de izquierda, socialista, revolucionario, antimperialista. El mismo no se ve así. "La nueva izquierda a la que represento no es anti-nada: ni anti-capitalista ni anti-norteamericana ni anti-imperialista" le dijo Correa en 2010 a Hillary Clinton durante su visita al Ecuador. Correa no tiene militancia de izquierda. El movimiento Alianza País creado para terciar en las elecciones de 2006 fue la suma de numerosas organizaciones de todos los colores, desde la derecha hasta la izquierda.

«Capitalismo popular»

En 2008 Correa declaró su adscripción al «capitalismo popular» y más adelante (6 junio 2015) definió su proyecto así: "Queremos un capitalismo moderno, popular, no un capitalismo anacrónico". François Houtart evaluó el modelo de Correa y la «revolución ciudadana» como un intento por modernizar la sociedad, no por transformarla; en su proyecto de «capitalismo moderno» ve a los indígenas como «ciudadanos atrasados». Boaventura de Souza Santos llamó a Correa «el gran modernizador del capitalismo ecuatoriano». El término «socialismo del siglo XXI» - adoptado por Hugo Chávez en Venezuela e incorporado inicialmente en el Ecuador - pasó a un segundo plano y fue cambiando de nombre.

Paulo Freire

Paulo Freire habló de diálogo, de pensamiento crítico, de recuperar la voz para el pueblo, de concientización, de educación liberadora, emancipadora, transformadora. La «revolución educativa» ecuatoriana no habló de nada de eso. Sus banderas fueron la meritocracia, la competencia, la excelencia, el saber experto, la evaluación, las pruebas estandarizadas, los rankings, los Ph.Ds. Correa se propuso construir escuelas  - las Unidades Educativas del Milenio - que "no les pedirán favor a las escuelas privadas y a las de los países desarrollados". El empeño fue que los estudiantes mejoraran sus puntajes en las pruebas estandarizadas.

Educación comunitaria

La «educación comunitaria», inexistente en la nueva Constitución (2008) y en las nuevas leyes de la educación, fue menospreciada y perseguida; miles de escuelas comunitarias fueron cerradas durante la década, sobre todo en las zonas rurales, y fusionadas en las Unidades Educativas el Milenio, consideradas el nuevo modelo educativo en el Ecuador. El gobierno cerró también la Universidad Intercultural Amawtay Wasi, la única universidad indígena e intercultural en el país; la evaluación gubernamental que llevó al cierre de Amawtay Wasi se atuvo a los criterios occidentales convencionales acerca de lo que debe ser una universidad. En 2018, el gobierno de Lenin Moreno la reabrió.

Sumak Kawsay o Buen Vivir

El objetivo no fue avanzar hacia una educación para el Sumak Kawsay o Buen Vivir, con proyecto nacional propio, sino avanzar hacia una educación que, en 2018, sería «una de las mejores del mundo», según reflejaran los puntajes en pruebas internacionales. Lo cierto es que el Ecuador viene obteniendo malos resultados en todas las evaluaciones internacionales en las que ha participado en los últimos años (LLECE 2013, PISA-D 2017, PIAAC 2017).

El Sumak Kawsay - armonía con uno mismo, con los demás y con la naturaleza - adoptado en la Constitución como paradigma alternativo al del desarrollo, no ha sido adoptado como marco orientador para la reforma educativa. Buen Vivir fue equiparado a felicidad en la "Iniciativa Presidencial para la Construcción de la Sociedad del Buen Vivir". El término se ha mencionado en los planes nacionales de desarrollo y otros documentos gubernamentales pero no se ha traducido en políticas y en acciones concretas ni ha sido incorporado al currículo escolar y a la formación docente. El término fue integrado al Ministerio de Educación como una Dirección Nacional de Educación para la Democracia y el Buen Vivir, a su vez parte de una Subsecretaría de Innovación Educativa y Buen Vivir (ver el organigrama del Ministerio de Educación).

El concepto y la práctica de la interculturalidad en educación en el Ecuador sigue siendo un desafío pendiente, como reclaman las organizaciones indígenas.

Educación Popular

La Educación Popular (EP) en América Latina ha sido entendida fundamentalmente como educación de jóvenes y adultos y como educación no-formal o extra-escolar. (La postura que entiende EP como una propuesta para todo el sistema educativo y para toda la educación, la cual incluye a Paulo Freire y a la que adscribo, no es la postura mayoritaria dentro del campo*). En todo caso, la «revolución educativa» en el Ecuador se centró en el sistema educativo formal, desde la educación inicial hasta la superior. 

En el marco de la Educación Popular, lo popular designa no solo al sujeto de la educación sino a la orientación y el contenido del proyecto educativo: un proyecto transformador de la conciencia y de la realidad económica y social. La «revolución educativa» centró su noción de calidad en la infraestructura y el equipamiento, y en los resultados de las pruebas, sin atención a los fines y sentidos de la educación.

Educación Popular viene asociándose tradicionalmente a sociedad civil (movimientos sociales, organizaciones de base, ONGs) y a visiones y propuestas alternativas, contestarias. La pregunta de si es posible hacer EP desde el Estado ha estado siempre en el tapete. La «revolución educativa» de Correa fue una reforma pensada y dirigida centralmente desde el Estado, con escasa participación social. La sociedad civil perdió peso y visibilidad durante la década. Se persiguió y cerró a ONGs con posturas críticas. El gobierno entró rápidamente en conflicto con los movimientos sociales que le dieron apoyo al inicio, y optó por crear «su» propia sociedad civil, sus propias organizaciones en paralelo (de indígenas, mujeres, campesinos, trabajadores, maestros, etc.). 

La Educación Popular promueve la participación, el desarrollo de un pensamiento y una conciencia crítica, el diálogo como herramienta pedagógica. La «revolución ciudadana» y la «revolución educativa» no impulsaron ni la participación ni el pensamiento crítico ni el diálogo. Se cultivó el pensamiento único, se inhibió el ejercicio de la crítica, se condenó y persiguió la discrepancia, se anuló el debate de ideas. En 2016 la encuesta del Latinobarómetro retrató al Ecuador como el país latinoamericano con mayor autocensura, con menor libertad percibida para expresar las propias opiniones y criticar. 


*
En el libro Educación Popular: Un encuentro con Paulo Freire (CECCA-CEDECO/Fundación Fernando Velasco, Quito, 1986; Edições Loyola, Sao Paulo, 1987; Tarea, Lima, 1988; Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1988) incluí una entrevista que le hice a Freire en Sao Paulo en 1985. Le pregunté entre otros qué entendía por Educación Popular. Dijo que para él Educación Popular abarcaba a niños, jóvenes y adultos e incluía al sistema escolar.

Para saber más
- Sumak Kawsay, La palabra usurpada, Revista Plan V, Quito, 2014

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¿«Excelencia educativa»?



"Hoy se proclama como obligatorio para las universidades el ideal de la «excelencia» : la institución debe ser excelente, los programas de formación y los profesores también, y los estudiantes deben aspirar a ser excelentes y a demostrarlo.

Permítanme decirles que considero este ideal de la excelencia una aberración. «Excelente» es el superlativo de «bueno»; excelente es el que excellit, el que sobresale como único sobre todos los demás; en la práctica, el perfecto. En el ámbito educativo, hablar de excelencia sería legítimo si significara un proceso gradual de mejoramiento, pero es atroz si significa perfección. Educar siempre ha significado crecimiento, desarrollo de capacidades, maduración, y una buena educación debe dejar una disposición permanente a seguirse superando; pero ninguna filosofía educativa había tenido antes la ilusoria pretensión de proponerse hacer hombres perfectos.

Yo creo que la excelencia no es virtud; prefiero, con el poeta, pensar que “no importa llegar primero, sino llegar todos, y a tiempo”. El propósito de ser excelente conlleva la trampa de una secreta arrogancia. Mejores sí podemos y debemos ser; perfectos, no. Lo que una pedagogía sana debe procurar es incitarnos a desarrollar nuestros talentos, preocupándonos por que sirvan a los demás. Querer ser perfecto desemboca en el narcisismo y el egoísmo. Si somos mejores que otros —y todos lo somos en algún aspecto— debemos hacernos perdonar nuestra superioridad, lo que lograremos si compartimos con los demás nuestra propia vulnerabilidad y ponemos nuestras capacidades a su servicio".

Pablo Latapí, en Conferencia Magistral al recibir el doctorado Honoris Causa de la Universidad Autónoma Metropolitana (2007). 

Lograr calidad en educación - más allá de cómo se defina concretamente este concepto - es tarea titánica, delicada, compleja, multi- y trans-sectorial, sostenida, de largo aliento, de varias décadas, permanente, sin fin. Más si se trata no de lograrla en un plantel o en un conjunto de planteles sino en todo un sistema educativo. Por eso resulta curioso que hoy muchos se empeñen en hablar de excelencia educativa. Como sin con calidad, con buena educación, no bastara.

«Excelencia educativa» se ofrece o se propone hoy no solo para la universidad sino desde la educación inicial. La ofrece el plantel particular en su folletería promocional y la gran política educativa desde los gobiernos. De tanto leerla y escucharla en documentos, en charlas y en eventos tengo la impresión de que donde más se habla de excelencia es donde más lejos se está de alcanzarla.

Conservo hace muchos años esta cita de Pablo Latapí - inspirada en versos de León Felipe: “Voy con las riendas tensas y refrenando el vuelo, porque no es lo que importa llegar solo ni pronto, sino con todos y a tiempo” - que ahora me sirve para enmarcar esta breve reflexión. No solo no perdió sino que ganó en relevancia y en vigencia.

"El propósito de ser excelente conlleva la trampa de una secreta arrogancia", escribe Latapí, maestro de maestros, para quien calidad educativa, equidad y servicio social fueron siempre de la mano. Arrogancia que niega las realidades de la educación en nuestros países y la necesidad de transformarla con sentido de justicia y equidad, para poder construir sociedades más felices, más democráticas, más igualitarias, más y mejor educadas.

Son tiempos de exacerbado individualismo-narcisismo y perenne inequidad social, en que se ha ido perdiendo la pasión transformadora de la educación no para mejorar puntajes en pruebas sino para transformarnos como personas, para transformar la realidad y el mundo en que vivimos. Hay, al mismo tiempo, creciente conciencia de que, a nivel global y de cada país, no hay calidad educativa posible mientras no se avance en equidad. El aprendizaje a lo largo de la vida se ha propuesto como nuevo paradigma para la educación en el siglo XXI, dentro y fuera de las aulas. La colaboración (antes que la competencia), la empatía y la inclusión se incorporan a las reformas y a las políticas educativas como valores deseables en las personas y como competencias indispensables del 'aprender a aprender' y para la convivencia social. La Agenda 2030 para la Educación adopta como lema central "que nadie se quede atrás". En este contexto, el discurso de la excelencia va a contramano y resulta hasta chocante.

Paradójico: el Ecuador habla de excelencia, Finlandia de calidad.

"El Modelo Ecuatoriano de Excelencia (MEE) es un instrumento práctico que ayuda a las instituciones públicas a establecer un sistema de gestión apropiado, midiendo en qué punto se encuentra dentro del camino hacia la excelencia, identificando posibles debilidades y definiendo acciones de mejora" se lee en el informe de Rendición de Cuentas 2016 del Ministerio de Educación (p. 29)

"Toda escuela una buena escuela" es el lema de los finlandeses, que han logrado, a lo largo de varias décadas, convertirlo en realidad y en desafío continuo, no para una minoría sino para todos. Nunca aspiraron a ser los mejores en PISA, reiteran los arquitectos de la nunca acabada reforma educativa en ese país. No hablan de excelencia. Lograr una "educación de excelencia" jamás estuvo en su ideario, solamente lograr una buena educación para todos, prestando para ello atención tanto a la equidad como a la calidad. Y por eso han logrado lo que hoy se expresa a nivel mundial como un deseo para el año 2030 y más allá, fraseado en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 como asegurar una educación equitativa, inclusiva y de calidad que ofrezca oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida para todos.

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"Los estudiantes en el Ecuador son buenos para memorizar"



"Los estudiantes en el Ecuador son buenos para memorizar. La memorización es buena para aprender tareas simples. Pero a medida que la tarea se complejiza y requiere estrategias de resolución de problemas la memorización hace daño antes que ayudar. 
Los profesores no son muy dúctiles para ayudar a los estudiantes a resolver problemas complejos. Así pues, el reto no es hacer más de lo mismo; el reto es cambiar. Cambiar la naturaleza de la enseñanza y de la instrucción para que los estudiantes tengan más control sobre su aprendizaje".
Andreas Schleicher, en Quito, 11 dic. 2018  

Esto dijo en Quito Andreas Schleicher, director de Educación de la OCDE, en el acto de presentación del infome de resultados de PISA-D. El Ecuador obtuvo bajos resultados en las tres áreas evaluadas - lectura, ciencias y matemáticas - y especialmente en esta última.

Las pruebas se aplicaron en el Ecuador en octubre de 2017. 71% de los estudiantes ecuatorianos de 15 años obtuvo bajo desempeño en Matemáticas, 57% en Ciencias y 51% en Lectura.

Schleicher puso el dedo en la llaga al destacar algo que los ecuatorianos conocemos bien: el carácter fuertemente memorístico de la educación en este país.

La memoria es indispensable para aprender, pero el aprendizaje requiere ir más allá de memorizar y repetir; aprender implica comprender, pensar, razonar, reflexionar.

En el excesivo peso dado a la memorización como estrategia de enseñanza y de aprendizaje radica sin duda una de las claves de los pobres resultados en Matemáticas.

Matemáticas es el área de más bajos resultados en PISA en general y en América Latina y el Caribe en particular. El proverbial "miedo a las Matemáticas" es asunto de alcance y preocupación mundial.

Las pruebas PISA evalúan competencias, capacidad de resolver problemas. Esto requiere un nivel mayor de complejidad que la mera memorización de información.

No se trata de satanizar la memoria. Esta es esencial en el aprendizaje, en el trabajo, en la vida diaria. De lo que se trata es de entender mejor qué papel tiene y cómo opera la memoria en el proceso de aprendizaje. La Neurociencia aporta hoy nuevo conocimiento sobre el tema, nuevo conocimiento que es esencial que manejen los profesores no solo para mejorar la enseñanza sino para optimizar su propio aprendizaje. Hoy sabemos que aprender de verdad implica almacenar el nuevo conocimiento en la memoria de largo plazo. Y esto implica manejar bien los períodos de concentración y de descanso, la competencia y el estrés en los procesos de enseñanza y de aprendizaje. Aprendemos mejor en la colaboración antes que en la competencia, en ausencia de estrés antes que bajo tensión.

La pérdida de memoria ha sido usualmente un tema asociado al envejecimiento. No obstante, hoy en día el debilitamiento de la memoria se está iniciando mucho antes. La creciente dependencia de las tecnologías digitales y los motores de búsqueda en internet está llevando a adolescentes y jóvenes a perder capacidad de memorización y confianza en su habilidad para retener y recordar información.

Estamos pues en un momento que invita a un doble movimiento en relación a la memoria: por un lado, reforzarla y cultivarla en todas las edades y, por otro, revisar su papel como herramienta pedagógica también en todas las edades.

En sistemas educativos altamente memorísticos como el ecuatoriano, destronar a la memoria como reina de la Pedagogía implica repensar radicalmente la formación y la capacitación docente, matriz en la cual se reproduce el memorismo como estrategia central tanto de aprendizaje como de enseñanza.

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9 de cada 10 jóvenes ecuatorianos quieren ir a la universidad


Rosa María Torres

Conferencia en la mesa magistral inaugural de las Jornadas
"Repensando la educación superior en Ecuador, América Latina y el Caribe:
A 100 años de la reforma universitaria de Córdoba”

organizado por SENESCYT, IAEN, FLACSO, Quito, 5-6 junio 2018 



En septiembre de 2017, en los últimos meses de gobierno de Rafael Correa, el vicepresidente Jorge Glas decía: "Ahora 9 de cada 10 jóvenes quieren ir a la universidad. Hemos avanzado bastante". Muchos aplaudieron y lo repitieron en medios y redes.


Asumiendo como cierto que 9 de cada 10 jóvenes ecuatorianos quieren ir a la universidad, cabe preguntarse: ¿es esto un avance?, ¿avance, en qué sentido?, ¿es esto deseable y posible en una sociedad?.

El Ecuador tiene dos sistemas educativos: un sistema nacional de educación y un sistema de educación superior. Tienen poco contacto y coordinación entre sí. "Art. 344: El sistema nacional de educación comprenderá las instituciones, programas, políticas, recursos y actores del proceso educativo, así como acciones en los niveles de educación inicial, básica y bachillerato, y estará articulado con el sistema de educación superior”. Constitución de la República (2008).
 
Vistos desde la universidad, todos los niveles anteriores aparecen como
"educación pre-universitaria", del mismo modo que la educación de los niños pequeños se concibe a menudo como "educación pre-escolar", es decir, como preparación para la escuela. No obstante, se trata de un único sistema educativo, cuyas piezas no están cabalmente engarzadas. Articularlas es una vieja necesidad reconocida.

 
La 'revolución educativa' que impulsó Rafael Correa (2007-2017) privilegió la educación superior. En el Informe a la Nación 2007-2017 con el que cerró su gobierno, Correa afirmaba: “La inversión en educación superior entre 2007 y 2016 fue de USD 13.900 MM, equivalente, en 2016, al 2% del Producto Interno Bruto (PIB), una cifra inédita, siendo la segunda más alta del mundo para el año 2014 según análisis de Unesco”. E indicaba que "la meta, al año 2021, será alcanzar una tasa bruta de participación superior al 50%, equivalente a un millón de estudiantes”.

El Ecuador entró en una feroz carrera por liderar los rankings latinoamericanos, incluso mundiales, de inversión en educación superior. Al mismo tiempo, no se llegó al 6% del PIB para la educación inicial, básica y bachillerato estipulado en la Constitución y en el Plan Decenal de Educación (2006-2015). Cabe recordar, además, que hoy hay consenso internacional sobre la proridad de invetir en primera infancia.


La universidad apareció como un punto de luz al final de la escalera educativa.
Todo el país miró para arriba.
El acceso a la universidad pasó a convertirse en obsesión nacional. La universidad como gran puerta de entrada, sin preguntarse qué hay detrás de la puerta.

A diferencia de lo que viene ocurriendo en el mundo con la educación inicial, la básica y la media, donde la preocupación por el acceso viene dando paso finalmente a la preocupación por la calidad, la equidad, la inclusión y el aprendizje, en la educación superior la tendencia sigue siendo la fijación con el acceso.


En el gobierno de Correa se habló de democratización al mismo tiempo que de meritocracia. Se instaló (2012) una prueba nacional para el ingreso, el ENES (Examen Nacional para la Educación Superior). Se desarrolló una cultura hipercompetitiva en torno a todo esto: la meritocracia, los puntajes en las pruebas, la obtención de cupos, becas y títulos.


La llamada Década Ganada se centró en el acceso y en la matrícula en todos los niveles. El tema de la calidad tendió a centrarse en la infraestructura. Los grandes problemas curriculares y pedagógicos de la educación nacional, y el debate sobre estos asuntos, fueron sepultados por los montos de inversión, el acceso, la infraestructura.

El TERCE - estudio evaluativo coordinado por la UNESCO y aplicado en 2013 en 4o y 7o de educación básica en 15 países de América Latina - mostró un Ecuador con problemas de lectura y escritura, ubicado bajo la media regional en estas áreas. La UNESCO puso un alerta rojo al respecto. Pero el país no se enteró y nadie se interesó: todos siguieron preocupados con el acceso a la universidad, con los rankings de inversión, con sacar los mejores puntajes en el ENES y en las pruebas Ser Bachiller después, con conseguir una beca en "las mejores universidades del mundo" (becas que, por cierto, fueron a parar en su mayoría - 52% - a sectores ricos).


El discurso oficial asoció universidad con saber, talento humano, sociedad del conocimiento. En verdad, todo eso se construye desde la infancia y no solo dentro sino también fuera del sistema educativo.

La educación superior es el último peldaño del sistema educativo y como tal hereda el acumulado de déficits de todas las malas educaciones: la familiar, la inicial, la básica, la media. Quien no aprendió a leer comprensivamente y a gustar de la lectura en la infancia, está mal equipado para el resto de su vida escolar e incluso profesional. No es con ejercitaciones y cursos nivelatorios previos al ingreso a la universidad que se resuelven estos problemas sino con atención oportuna, cuando corresponde. De hecho, la universidad debería ser la más interesada en una mirada sistémica, que aborde el sistema educativo como un sistema articulado. No obstante, la universidad ecuatoriana se ha caracterizado más bien por el ensimismamiento. Durante la década pasada estuvo especialmente atenta a su propia supervivencia.


Al país se le dijo que se cumplieron las 8 politicas del Plan Decenal de Educación 2006-2015. Pero no fue así. No se llegó al 75% de matrícula en el bachillerato ni se eliminó el analfabetismo ni se cumplió con el 6% del PIB. El abandono entre la educación básica y el bachillerato es alto. Y los aprendizajes deficientes, como revelan los resultados de la prueba Ser Bachiller y, más recientemente, los resultados de PISA-D (2017). Pero el país prefiere seguir mirando para arriba.

¿9 de cada 10 jóvenes ecuatorianos quieren entrar a la universidad? ¿Es esto un avance? Lo cierto es que la mayoría no lo logra. Y eso significa frustración y problemas para la mayoría de esos 10: para los que van quedando en el camino porque no logran llegar al bachillerato, no logran terminarlo, no logran aprobarlo o no logran conseguir un cupo en la universidad. Y frustración también para los que, una vez adentro, descubren que eso que eligieron no es lo que esperaban. Las tasas de abandono en la universidad son altas pero nadie quiere hablar de eso. Lo que importa es entrar.

Tampoco se toca el tema de la elección de carreras. Según información de la SENESCYT, los jóvenes ecuatorianos siguen eligiendo las mismas 10 carreras desde 2007, en este orden de preferencias: 1. Medicina, 2. Administración, 3. Educación, 4. Derecho, 5. Ciencias Sociales, 6. Ingeniería, 7. Informática, 8. Arquitectura, 9. Artes, 10. Servicios de Seguridad. Esto no coincide con la oferta de cupos en las universidades y tampoco con las necesidades del país. Medicina sigue siendo la carrera más buscada y la que deja más estudiantes afuera por no cumplir con los requerimientos de puntaje en la prueba y por la enorme distancia entre el número de cupos ofrecidos por las universidades públicas y el número de cupos demandados. El Ecuador requiere más carreras técnicas y tecnológicas, pero la demanda sigue siendo baja. La orientación vocacional y la información que necesitan los estudiantes para hacer una buena elección, desde el interior de los colegios, siguen siendo insuficientes o inexistentes.

El caso finlandés


Los modelos educativos no se transplantan. Pero hay algunos que nos sirven de inspiración y nos ayudan a la reflexión. Permítanme una referencia a Finlandia, país con uno de los sistemas educativos más reconocidos a nivel mundial. Entre los secretos del modelo finlandés están:

- cinco décadas de reforma educativa ininterrumpida, consensuada, integral;
- prioridad a la educación inicial y a la educación básica, donde van los mejores maestros y los mayores esfuerzos;
- asegurar que todos aprendan a leer bien y a gustar de la lectura en la educación básica, y a leer en la familia, en las bibliotecas y a lo largo de toda la trayectoria educativa;
- énfasis en la cooperación, no en la competencia, y en la equidad más que en la excelencia;
- nada de pruebas estadarizadas ni para los estudiantes ni para los docentes (la única prueba estandarizada se aplica al fin de la educación secundaria) y nada de rankings;
- selección y formación rigurosas de los futuros docentes (10 de cada 100 postulantes son aceptados como estudiantes en las universidades formadoras de docentes);

-
el acceso a la universidad es selectivo y exigente; cada universidad diseña sus pruebas de admisión;
- quienes toman decisiones sobre lo educativo, a nivel macro y micro, desde la política educativa hasta el aula, son personas que saben de educación; los políticos no intervienen.

 
Terminada la educación básica, a los 16 años, los estudiantes pueden decidir prolongarla un año más - el llamado año 10 - para afianzar sus conocimientos antes de decidir sobre su futuro educativo y laboral. Y pueden elegir entre dos opciones: bachillerato o educación vocacional. La mitad de los estudiantes elige cada una de estas opciones. Ambas son socialmente útiles y valoradas hoy en la sociedad finlandesa, y ambas conducen a la educación superior. 


11% de las familias finlandesas considera que no es importante que sus hijos/hijas vayan a la universidad, el porcentaje más alto entre los 29 países incluidos en la Encuesta Global de Padres de la Varkey Foundation (2018); solo 6% dice que es extremadamente importante (en comparación, por ejemplo, con el 55% y el 1% respectivamente en el caso de Argentina, o el 23% y el 3% en España). 

La política educativa en Finlandia es una interesante mezcla de conocimiento científico y sentido común. Ciencia y sentido común que han faltado en la política educativa en el Ecuador. Entre otros porque la política educativa se ha diseñado a nivel de cúpulas, sin participación social, y porque ha sido a menudo decidida por políitcos antes que por especialistas en el campo educativo.

Celebro en este sentido varias de las decisiones que ha venido tomando en este primer año el gobierno de Lenin Moreno. Entre otros:

- impulsar el diálogo y el debate en torno la cuestión educativa, incluyendo todos los niveles del sistema educativo;
- ampliar cupos en las universidades;
- considerar seriamente ofertas de educación virtual y a distancia;
- reactivar la educación técnica y tecnológica no como una vía para descongestionar el cuello de botella de la universidad, sino porque es una vía fundamental y necesaria en toda sociedad moderna, dinámica y sostenible. 


No necesitamos que 9 de cada 10 jóvenes ecuatorianos quieran ir a la universidad. Lo que necesitamos es que 10 de cada 10 jóvenes quieran aprender, leer, estudiar, en diversos espacios, por diversas vías y con diversas modalidades, con mecanismos e itinerarios flexibles, dentro y fuera de las aulas.

El paradigma de la educación en el siglo XXI es el Aprendizaje a lo Largo de la Vida. Una sociedad educada no es la que más años de escolaridad y títulos acumula sino una sociedad que lee, que pregunta, que razona, delibera, argumenta, dialoga y debate, y que aprovecha todas las oportunidades para seguir aprendiendo a lo largo y ancho de la vida.

 Para saber más
- Varios autores, Las reformas universitarias en Ecuador (2009-2016): Extravíos, ilusiones y realidades, Universidad Andina Simón Bolívar, Quito, 2017.
https://www.uasb.edu.ec/publicacion/?las-reformas-universitarias-en-ecuador-2009-2016-extravios-ilusiones-y-realidades-778


 

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